Había separado esta entrevista de abajo a Jun Fujita Hirose porque, aunque compleja, tiene elementos muy interesantes para este momento de Argentina, y la recupero ahora para plantear alternativas que nos permitan como miembros de la sociedad ser agentes de los cambios que inexorablemente deben darse para asegurar la sobrevivencia de la especie.

Entrevista al filósofo y crítico de cine japonés

Jun Fujita Hirose: “El capitalismo está en una etapa de destrucción creativa”

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Para Hirose, “en medio de la crisis generada por el coronavirus, el capitalismo se encuentra en una etapa “agónica” y de “destrucción creativa”.”

Dice la entrevista: “En otras palabras: el nuevo coronavirus es el “virus de destrucción creativa” con que se opera la “transición hegemónica” de Estados Unidos a China; el “estallido definitivo de un régimen de acumulación de capital que estaba en crisis permanente desde hace 50 años”.

“Cuando observás lo que está pasando en el mundo te das cuenta de que tenés que estar del lado chino para seguir tu crecimiento. Cuatro, cinco meses después del comienzo de la pandemia, Estados Unidos, Brasil, Japón acabaron por aceptar la existencia del fenómeno. Hay una formación de consensos de todas las economías del mundo”.

En este contexto que define Hirose, se observan algunos hechos diferenciales de etapas anteriores:

“A su vez, en el momento actual se están formando “dos grandes máquinas de guerra en paralelo” y en su alianza el autor encuentra un potencial revolucionario: se trata de “lxs trabajadorxs metropolitanxs abandonadxs por los viejos capitales en destrucción y los pueblos minoritarios en lucha para defender sus territorios contra las explotaciones neoextractivistas organizadas por los nuevos capitales en transformación”. “

Lo novedoso también, dentro de la problemática indicada antes, es que Hirose continúa analizando el tema desde la situación latinoamericana. Concretamente, se fija en Chile.

“Desde la aparición del zapatismo en 1994 hasta el actual proceso constituyente chileno no cesan de multiplicarse experiencias políticas verdaderamente innovadoras en América latina”, sugiere. Hace 20 años que en su país se encarga de “presentar nuevas prácticas y teorías latinoamericanas, dado que hay muy poca gente que lo haga”. Junto al colectivo Situaciones publicó el único libro en japonés sobre el desarrollo de “los nuevos movimientos en Argentina en la primera mitad de los años 2000”; y es el autor del primer texto en japonés sobre Ni Una Menos. Aprendió español en París, cuando vivía en una residencia universitaria junto a estudiantes mexicanos.

“Lxs trabajadorxs metropolitanxs devienen-revolucionarios cuando entran en alianza con los pueblos minoritarios, dado que la formación de los nuevos capitales corresponde perfectamente al interés de clase de lxs primerxs, por cuanto les crea nuevos empleos…”

En este planteo del tema del devenir revolucionario, aparece otro sector cuyo desarrollo consideré, desde antes de leer a Hirose, el fenómeno más transformador de esta última etapa de la humanidad: el feminismo.

“-Por un lado, desde mediados de los años 2010, el feminismo constituye el movimiento social y político más potente en el ámbito metropolitano en muchas partes del mundo y en América latina en particular. Por otro lado, las mujeres indígenas y afrodescendientes latinoamericanas luchan contra el colonialismo neoextractivista bajo el lema: “¡No se puede descolonizar sin despatriarcalizar!”. En Chile, lxs metropolitanxs devienen-mujer al aire de Lastesis, al mismo tiempo lo devienen los pueblos indígenas. A través del devenir-mujer lxs metropolitanxs se componen con los pueblos indígenas en un gran movimiento destituyente y constituyente. En Mil mesetas Deleuze y Guattari dicen que “todos los devenires comienzan o pasan por el devenir-mujer” (una forma del devenir-minoritario, en la cual los hombres se arrancan junto con las mujeres de la binaridad patriarcal de lo masculino-mayoritario y lo femenino-minoritario). Todo esto explica cómo lxs chilenxs llegaron a elegir a una mujer mapuche, Elisa Loncon, como presidenta de su asamblea constituyente.”

Siempre creímos que en América Latina estaba la clave para un mundo mejor, y en esto el feminismo está cumpliendo un papel fundamental.

Si hablamos de la necesidad de un devenir revolucionario para superar la situación a que nos ha llevado el neocapitalismo y los poderes concentrados, el feminismo es la carta brava para ese logro.

Se plantea en la entrevista:

“- ¿Cómo sería una revolución en el contexto actual?

-Si actualmente la supervivencia del capitalismo depende de la formación de nuevos capitales industriales y ésta última depende del desarrollo de explotaciones extractivistas, su pregunta se puede traducir en la de cómo impedir que se lleven a cabo los proyectos extractivistas en todas partes del mundo. Esos proyectos no se realizan cuando rechazamos todxs trabajar para ellos. ¿Cómo podemos llegar a tal rechazo generalizado? Cuando liberamos nuestro deseo de su subordinación a la lógica del interés, es decir, cuando todxs devenimos-revolucionarios. Es esa subordinación la que nos hace desear entrar o quedarnos en las relaciones salariales con el capital. En resumen, la revolución no se hace sin nuestro devenir-revolucionario.”

La tarea no es sencilla, a la luz de la realidad. En el párrafo final, Hirose plantea la salida en relación con las indispensables sostenibilidad y sustentabilidad que requiere el mundo:

“Podemos decir lo mismo en lo que respecta a la cuestión medioambiental: los acuerdos internacionales de protección ambiental pueden perfectamente coexistir con las actividades que los ponen en suspenso o ignoran, tales como las explotaciones extractivistas en el sistema capitalista. Definiendo el capitalismo como axiomática, Deleuze y Guattari lo presentan como un conjunto de problemas para los cuales no hay soluciones más que creativas. Lxs humanitarixs, por ejemplo, deben hacer un esfuerzo más, el cual consistirá en crear una solución más general que la de la universalización de los derechos humanos. Lo mismo para lxs ecologistas, que deben ir más allá de su lucha por los axiomas verdes y crear una solución más general, capaz de imponer un límite absoluto a la axiomática capitalista misma.”

O sea que lo que estamos haciendo no alcanza, es más, podría ir en contra de sus objetivos, en la medida en que lleguemos a creer que estamos realmente transformando el mundo, y, en realidad, serían ser acciones cosméticas bajo las cuales todo sigue igual, o peor –como podemos observarlo hoy.

Se me ocurren un par de reflexiones, aquí y ahora, o sea en Argentina, y América Latina.

Aunque de la muerte del Capitalismo se viene hablando hace bastante, solo tenemos en claro las consecuencias de su existencia, pero sería muy difícil anunciar cuál sería el final, ni cuándo sucedería.

Lo que sí tengo en claro es la necesidad de trabajar para que ese fin se produzca de la manera menos traumática posible, aquí retomo los que dice Hirose.

Habrá transformación real, solo “cuando todxs devenimos-revolucionarios”.

No estamos hablando en el sentido histórico de lucha armada, que conocemos y hemos vivido, sino de la comprensión de lo que nos sucede como sociedad global y local, y, a partir de allí, de la determinación de buscar, promover y defender hasta sus últimas consecuencias los acuerdos que permitan avanzar en la solución permanente y creativa de los problemas que están destruyendo la humanidad y el ambiente.

Frente a este planteo, se visualiza un problema creciente: el avance de sectores de derecha, en diferente grado, incluso fascistas y violentos.

Podría dar ejemplos, bastante cercanos, como el golpe de Añez en Bolivia, o Bolsonaro, pero, si observamos los resultados de las PASO, tenemos la posibilidad cierta de que figuras radicalizadas de derecha logren lugares en el Poder Legislativo de nuestro país.

Estos personajes conservadores, que incluso cuestionan al feminismo, que defienden la mano dura contra los movimientos sociales y como medio para combatir la delincuencia, no van a apoyar este “devenir revolucionario”, todo lo contrario.

Por lo tanto, hay que entender que es la sociedad es la que deberá generar los movimientos y acciones que necesitamos para avanzar hacia la transformación que se plantea. Deberá plantear a los/las políticos/as la necesidad de que propongan –como condición para ser votados- proyectos y medidas que permitan mejorar nuestra vida, pero eso supone no comprar candidatos de bajo nivel político. Por ejemplo, he visto una propaganda de Vadillo, un político que ha tenido actitudes interesantes, con un aerosol anti K, como elemento de atracción para que lo voten. Más allá de lo berreta que es el spot, que un candidato del Partido Verde no tenga nada mejor que proponer que hay que barrer al kirchnerismo para mejorar el país, es de una pobreza política extrema. ¿Nada mejor puede proponer el Partido Verde?

Creo que la sociedad viene votando bien: no le gustó el macrismo, y no lo votó; estaba desconforme con la situación económica que no ha mejorado, sobre todo para los más vulnerables, y no fue a votar, o votó otras opciones.

Espero que en estas elecciones sigamos así.

Hay que reconocer que es muy difícil tener elementos objetivos para sacar conclusiones válidas sobre lo que pasa en Argentina, pero hay que intentarlo. El objetivo de este blog es colaborar en que mejore la comprensión de que hablo.

Creo que nuestro “devenir revolucionario” tiene que ver con esto: entender, no dejar que no nos engañen, participar en las actividades de las organizaciones o grupos que proponen hacer cosas frente a lo que nos sirve o perjudica, incluso ser protagonistas de nuevas acciones.

Por ejemplo, no compremos la propaganda de plataformas o franquicias que son estrategias de los poderes económicos concentrados para precarizar el trabajo, como UBER o CABIFY en el campo del transporte.

Hay muchos lugares de trabajo y/o lucha, busquemos el nuestro: nos va la vida en ello.