He elegido esta nota de Zaiat porque es categórica en
cuanto a la descripción de esta fuerte movida del macrismo residual, los medios
amigos y los trolls y bots que manejan la campaña en las redes.
Creo que es un sector minoritario de la sociedad el que
apoya esta embestida contra la estrategia que, hasta ahora, nos ha venido
guardando de vivir situaciones trágicas como otros países del mundo, pero esta
campaña –que incluye noticias falsas de revueltas populares- le da una
dimensión mucho mayor.
No estoy minimizando la dura situación que vive Argentina
como gran parte del mundo, sino que la gente sigue bancando la cuarentena
porque cree que es lo mejor que se puede hacer para preservar la salud pública.
Con esta entrada intento colaborar con esa gente que está
sufriendo tanto, para que no se desanime por creer que tanto sacrificio es en
vano, y piense que el Gobierno está equivocado y que hay que romper la
cuarentena.
NO ES ASÍ, Y EN
LA ENORME MAYORÍA DEL PAÍS, COMO EN MENDOZA, LA CANTIDAD DE INFECTADOS ES BAJA,
Y SE ESTÁ AVANZANDO EN LA APERTURA, PERO CON LA NECESARIA PRUDENCIA QUE
REQUIERE LA SITUACIÓN.
NO CREAMOS A
QUIENES NO LES IMPORTAN LOS MUERTOS QUE COSTARÍA ESA APERTURA IRRESPONSABLE.
Dispositivo
mediático de confusión sobre la situación social, política y económica del
aislamiento social
Campaña
anticuarentena, fake news y culto a la muerte
La militancia
anticuarentena, que lidera el Grupo Clarín con sus diarios, radios y canales de
televisión, seguido por La Nación, el Grupo América e Infobae, es tan irresponsable
socialmente como mezquina en términos políticos e ignorante de la cuestión
económica. Desprecian el destino sanitario de las personas mayores y de los
grupos socioeconómicos vulnerables.
Por Alfredo Zaiat
Es tan potente el
dispositivo mediático del poder económico que es necesario hacer aclaraciones
obvias.
Quién puede estar contento o cómodo cuando se alteró en forma tan
fuerte la rutina y los vínculos personales y familiares.
Quién puede estar feliz si por la cuarentena y por precaución no se está
viendo a los padres ni hay reuniones con amigos.
Quién no está angustiado, ansioso y preocupado por la violenta alteración
de la vida cotidiana.
Es tan evidente
el hastío por esas restricciones que genera incomodidad tener que aclararlas
para señalar que la campaña
anticuarentena, que lidera el Grupo Clarín con sus diarios, radios y
canales de televisión, seguido por La Nación, el Grupo América e Infobae, es
tan irresponsable socialmente como mezquina en términos políticos e ignorante
de la cuestión económica.
Todo es debatible
en democracia, pero no se transita el sendero de la racionalidad, en caso de
ser bienintencionados, y de la honestidad intelectual, en muchos otros
dedicados al entretenimiento periodístico, cuando se hace gala de la soberbia
de la ignorancia al desafiar la evidencia científica y empírica. La
controversia con la militancia social y periodística anticuarentena se parece a
las discusiones delirantes con grupos terraplanistas y antivacunas.
Con fake news y
apelando a la angustia personal por la cuarentena, lo que hacen es una
provocación abierta a que una parte de la sociedad, atrapada por el cansancio,
el miedo económico y la confusión, termine despreciando el destino sanitario de
las personas mayores y de los grupos socioeconómicos vulnerables.
Trabajan para que
la mayoría de la sociedad acepte que los adultos mayores y pobres se mueran por
coronavirus. Esto es lo que ha sucedido en Suecia, Italia, España, que han
dejado morir a las personas mayores contagiadas porque sus respectivos sistemas
sanitarios han colapsado; o en Estados Unidos y en Brasil, donde el coronavirus
se concentra en pobres e inmigrantes.
Existen datos
objetivos, irrefutables, que muestran cuál es el saldo sanitario de la opción
anticuarentena. El saldo es un desastre humanitario, fosas comunes, cementerios
desbordados y, además, derrumbe económico.
La sociedad
argentina posee una larga y rica historia de movilizaciones y resistencias
sociales y políticas que no soportaría cantidades de contagiados y muertes como
se anotan diariamente en Brasil, Chile, Perú, Italia, España, Gran Bretaña o
Estados Unidos.
El objetivo
político de los militantes anticuarentena es erosionar entonces la elevada
aceptación social y política que hoy tiene el gobierno de Alberto Fernández. La
campaña la lideran grupos conservadores porque les irrita que CFK y el
kirchnerismo tengan un papel destacado en la alianza de gobierno.
O sea, la
obsesión patológica con CFK y, fundamentalmente, lo que ella representa en
términos de disputa histórica por el tipo de proyecto de país, no respeta ni el
riesgo de vidas por la pandemia global.
Si se analiza la
historia argentina, se descubre que los sectores reaccionarios no han respetado
la vida, más bien son cultores de la muerte de los desvalidos, vulnerables y
rebeldes: el combate a los gauchos, la matanza de comunidades indígenas en la
Campaña del Desierto, la persecución y muerte de anarquistas y socialistas a
principios del siglo pasado, el “Viva el cáncer” de Evita, el
bombardeo a civiles en la Plaza de Mayo, los fusilamientos de José León Suárez,
hasta la muerte y desaparición de miles de personas en la última dictadura
militar.
¿Por qué sería diferente ahora con la pandemia del
coronavirus?
Ahora bien, es
evidente que la economía está sufriendo y mucho con la cuarentena. Pero no sólo
sufre la economía argentina; la economía mundial ha colapsado.
Cada uno de los
países en crisis está viendo cómo encontrar una “nueva normalidad” en
el funcionamiento de la economía. También se la está buscando en Argentina.
Mientras, el Estado tiene que mejorar en rapidez y eficacia la inmensa red de
contención previsional, social y económica (empresas y trabajadores) que se
diseñó para la emergencia.
Es una obviedad
que la cuarentena tiene costos económicos, pero la apertura como la piden los
anticuarentena también los tiene. La economía no se recuperaría si se terminara
de un día al otro el aislamiento social preventivo y obligatorio en la región
del AMBA. El aumento exponencial de contagios y el crecimiento geométrico de
muertos siguientes paralizaría también a la economía.
Es necesario ir
adaptando el funcionamiento del sistema económico a esta nueva realidad en los
lugares de trabajo y en los medios de transporte.
Nadie se enamora
de la cuarentena. Es una mentira más que se suma a la extensa lista de fake
news del dispositivo mediático dominante. La estrategia argentina fue preparar
el sistema de salud luego del desastre dejado por los gobiernos de Mauricio
Macri y María Eugenia Vidal, para luego ir abriendo con prudencia en los
lugares donde hay pocos o ningún caso y concentrando la atención en el Área
Metropolitana porque es la zona de más riesgo.
Se sabe que la
cuarentena no es la solución; es un paliativo. La solución es una vacuna o un
tratamiento que baje radicalmente la mortalidad del coronavirus. Todavía no hay
vacuna ni ese tipo de tratamiento médico.
Somos
contemporáneos de un evento extraordinario, como es esta pandemia global. No es
algo que se elige; es una crisis con la que se tiene que aprender a convivir,
situación personal y emocional que no es fácil, pero que exige reafirmar que el
camino en sociedad no es el individual del sálvese quien pueda, sino el
colectivo de cuidarse para cuidarnos y de ser solidario con el otro.
Ya nada se puede
analizar con conceptos del diecinueve, no el siglo sino el año.
Intentaré listar
los temas que no pueden dejar de ser tenidos en cuenta a pesar de que las
respuestas todavía no están disponibles.
Desde hace tiempo
las mentes más abiertas vienen insistiendo que hay que escuchar a las ciencias
duras, que no son infalibles pero que son más confiables que diversos gurúes
que pululan por ahí y hasta gobiernan países.
Paradójico es que
el capitalismo que nació con ella y la promovió, se encierre ahora en su
burbuja de intereses corporativos y ganancias inmediatas.
¿Y qué nos advierte la ciencia?
Que esta no es
una pandemia sino una era de pandemias. Pandemias provocadas en gran medida por
nuestra tóxica relación con la naturaleza y diseminadas por la descontrolada
globalización.
Por lo tanto, las
naciones con vocación de dominación van a priorizar ciertas garantías que les
permitan afrontarlas de la mejor manera posible.
Soberanía
alimentaria, farmacéutica y sanitaria serán esenciales. Hay que tenerlo en
cuenta para prever cómo impactará en nuestro país.
El tema del transporte,
tanto de pasajeros como de cargas, será revaluado. Su papel en la crisis
climática y en la propagación de virus es probable que haga que se utilice con
mayor prudencia.
Teletrabajo, peatonalización
de los centros urbanos, transporte público, exportaciones de bienes de alto
valor agregado y tecnológicos, promoción de consumos locales, siguiendo las
pautas del movimiento gastronómico Kilómetro Cero, entre tantas otras medidas.
Los puntos
calientes de los contagios del coronavirus han sido las metrópolis altamente
densificadas. Ya hay personas y familias que están pensando en mudarse a
ciudades medianas o pequeñas. Internet nos permite estar conectados e
informados prácticamente en todos lados, lo que disminuye ciertos atractivos de
las grandes ciudades. Ya se está hablando de desurbanización y por supuesto
también de desdensificación, hasta hace poco uno de los postulados de la
mayoría de los urbanistas, más enamorados de la moda que de la calidad de vida
de los habitantes.
Otro problema que
las estadísticas han señalado claramente es que los más pobres se contagian y
mueren más por el coronavirus. Hay un factor que está asociado: enfermedades
previas. Ahora bien, ¿por qué los pobres tienen más enfermedades previas, aún
en gente joven? Más allá de lo obvio: peor atención sanitaria, hay otro factor
poco destacado: la malnutrición que provoca obesidad, diabetes e hipertensión.
Contra lo que la sensibilidad social, alentada por los intereses de las grandes
corporaciones de la industria alimenticia, supone, no es el hambre sino el
consumo de comestibles ultraprocesados que por su accesibilidad precio e
impacto publicitario son una parte fundamental de la dieta de estos sectores.
Enfrentarnos a estos enormes intereses será imprescindible para garantizar nuestra
salud.
Otro tema que el
virus contribuyó a resaltar son los adultos mayores. ¿Qué hacemos con una
población que en algunos países llega a una cuarta parte del total? Para
algunos, si están jubilados son un gasto, si siguen trabajando impiden el acceso
de los jóvenes al mercado laboral. Los adultos mayores no son un gasto son una
inversión que la sociedad ya realizó y debe aprovechar. Hay que pensar qué
papel tendrán porque la mayoría se encuentra en óptimas condiciones de seguir
aportando al bien común.
Mientras tanto la
crisis climática sigue acortando nuestros plazos, la presión demográfica en
África, algunos países asiáticos y centroamericanos, agravada por las
consecuencias catastróficas del calentamiento global se hará sentir cada vez
más en Europa y Estados Unidos.
A pesar de este
panorama casi apocalíptico, hay soluciones que dependen de la voluntad política
mayoritaria.
El feminismo es
una herramienta poderosísima. Educar a las mujeres es una de las inversiones
que más resultados produce. Terminar con el patriarcalismo es cambiar nuestro
modo de relación con la naturaleza.
Frente a la
desigualdad social y la falta de empleo, la economía social si fuera subsidiada
del modo en que se subsidia a las petroleras, podría ser una de varias
alternativas.
Menos
productivismo menos consumismo podría ser igual a más trabajo, menos pobreza y
mejor calidad de vida.
Pensar que obtendremos
resultados diferentes con las mismas recetas es la definición de la locura.
Esta nota del
Diario Los Andes que agrego abajo encara un tema crucial para Mendoza: el uso
del territorio mendocino.
Me ha parecido un
buen aporte, por eso lo rescato, pero quiero agregar algo a este replanteo de
nuestra ruralidad. Hay otro aspecto que se ha hecho evidente en el contexto de
la pandemia del coronavirus: la aglomeración en ciudades de manera no
sostenible ni sustentable, como sucede en las villas de la CABA. No voy a
entrar en la descripción de esos ambientes, porque los hemos visto hasta el
cansancio por estos días, pero es claro que la vida en ellas no responde a los
parámetros de calidad mínimos para una existencia razonablemente plena.
No voy a entrar
en temas técnicos sobre los que no tengo formación, pero está claro que Mendoza
no ha desarrollado un proyecto político (ni este Gobierno, ni sus predecesores)
que tienda a mejorar la sostenibilidad ni la sustentabilidad de sus urbes.
Más adelante: “Lo
sostenible es lo que se abastece a sí mismo y garantiza su continuidad en el
tiempo. En este caso, se refiere a la capacidad de las ciudades para
desarrollarse bajo criterios ecológicos y de igualdad social.”
Es una nota que vale
la pena leer para tener una mejor comprensión no solo de la ruralidad, sino
también de lo que necesitamos requerir a nuestra sociedad, y a quienes aspiren
a su conducción política.
El Gran Mendoza
no da para mucho más, y si observamos el modo en que ha crecido, lo podemos
comprobar sin mayor dificultad. Es cierto que, si se concretaran algunos temas
pendientes, algunos poco probables: sistema de transporte colectivo, una
avenida de circunvalación, red de agua potable y cloacas, etc., esto podría
mejorar, pero ya –a mi criterio- es tarde para reparaciones, hace falta algo
más integral y perdurable.
Repito lo que he
dicho varias veces: no hemos tenido Gobiernos con proyectos políticos que
merezcan ese nombre. Pongo como ejemplo el viaducto sobre Vicente Zapata: más
allá de que permite superar mejor el nudo vial en la circulación Norte Sur y
viceversa, solo ha servido para aumentar la cantidad de vehículos que entran a
la ciudad. Podría citar otros de Gobiernos diversos, pero es suficiente para demostrar
lo que afirmo.
Se ha hecho un
avance cualitativamente muy importante, que es la Ley de Ordenamiento
Territorial, sancionada en el 2017, después de ocho años de trabajo
colaborativo muy destacable.
Hay Municipios
que han elaborado –o están elaborando- sus propios planes de Ordenamiento
Territorial, pero no es lo mismo que un proyecto político de un Gobierno, ya
sea para ejecutarlo o como propuesta electoral.
En general, se
trabaja en estos Planes de OT con seriedad, se termina desarrollando una
propuesta local de OT, se la presenta en un acto público, pero de ahí de que el
Municipio ajuste todas sus acciones a esa propuesta, hay una larga distancia.
Está claro que
planificar es más fácil que llevar a la práctica, pero también que se sigue
gobernando sin un plan de envergadura. O sea que no se llega al Gobierno por
presentar la mejor propuesta política y social.
Por lo tanto, la
sociedad debería plantearse que, si no cambia su actitud y criterio,
informándose bien y con la objetividad posible –nada fácil en esta Argentina de
medios direccionados y bandas sectarias de trolls- para decidir qué es lo mejor para nosotros/as
y la sociedad en su conjunto, estos problemas de sustentabilidad y sostenibilidad
no terminarán, por el contrario, se agudizarán.
Por lo menos miremos nuestra realidad cercana: si tenemos
problemas con el agua y/o las cloacas, si el acceso a nuestras casas es muy
difícil, si no tenemos caleros automáticos accesibles, si no hay conectividad,
o es muy mala, si no tenemos acceso a viviendas dignas y económicamente accesibles,
o si falta –o es deficiente- cualquier otro servicio o elemento de la infraestructura
que tenga que ver con una “ciudad sostenible” en una Provincia sustentable,
anotémoslo, y hagámoslo conocer a los espacios políticos para que digan cómo
solucionarían esas carencias si llegan al Gobierno.
Si no lo hacemos, nos seguirán diciendo algunas frases
vacías, más o menos llamativas, y seguirán haciendo lo mismo que han venido
haciendo los Gobiernos hasta ahora: poco, y sin un plan maestro que sea parte
de una estrategia de desarrollo que se mantenga en décadas.
SI NO LO HACEMOS, SIGAMOS HACIENDO POLÍTICA EN LAS REDES, Y PAVADAS EN TIK TOK, PERO NO NOS QUEJEMOS DE LOS POLÍTICOS: SON COMO SON PORQUE LA SOCIEDAD NI GENERA POLÍTICOS MEJORES, NI ACTÚA PARA QUE LA REALIDAD SEA DISTINTA Y MEJOR.
De la ciudad
“respirable” a la ruralidad sustentable
Desde la urbe
siempre vimos al desierto y al oasis del que formamos parte como espacios
“proveedores” de alimentos o petróleo.
Por Eduardo A.
Sosa – Licenciado en Gestión Ambiental
Quiero efectuar
un pequeño aporte a la nota del arquitecto Diego Kotlik de fecha 11 de mayo del
corriente, que tan bien expone lo que debería ser Mendoza en el ordenamiento de
su territorio una vez que esta pandemia pase o sus efectos se reduzcan.
Si bien es cierto
que una enorme mayoría de la población mendocina vive en urbes, hay un extenso
espacio rural que espera medidas urgentes de organización para poder subsistir
frente al avance de lo urbano, el acelerado cambio de uso del suelo
rural-agrícola, las recurrentes crisis económicas de la producción agropecuaria
y el avance sobre el piedemonte, solo por nombrar algunas causas de los
desequilibrios territoriales.
El futuro de
Mendoza no solo está en el adecuado diseño de sus ciudades sino también en la
preservación complementaria de la ruralidad, de un buen vivir que debe
incorporar la modernización y los progresos que son comunes en las urbes, pero
también la reconversión hacia cultivos más ecológicos y orientados a la
búsqueda de nuevos mercados, el desarrollo de emprendimientos de alto valor
agregado, la creación de pymes ligadas a nuevos gustos del consumidor como el
cultivo y comercialización de verduras y frutas orgánicas, la promoción de las
energías renovables y de la eco-eficiencia, el cuidado de los valores de la
ruralidad que son muy codiciados cuando uno vive en las ciudades y desea
retener parte de esa mística del campo, el fomento del turismo ecológico y
rural ligados a la belleza y la cultura del oasis, el apoyo a cultivos y ferias
locales y tantas otras iniciativas de desarrollo que pueden intentarse.
Esta nueva
ruralidad también va de la mano de infraestructura y equipamiento que debe
proveer el Estado en función ya no de los intereses políticos o las urgencias,
sino en la planificación territorial participativa y en alianzas con sectores
de la economía que se benefician con las mismas.
Esto también
incluye una nueva mirada de las tierras áridas, vistas como desiertos por la
mayoría pero que posee una extraordinaria diversidad biológica e incontables
bellezas para proteger y utilizar racionalmente.
Desde la urbe
siempre vimos al desierto y al oasis del que formamos parte como espacios
“proveedores” no solo de alimentos sino de maderas, petróleo o materiales para
nuestras viviendas, pero nunca los integramos a nuestro vivir cotidiano como
comunidad.
Pienso que es
hora de revalorizar la ruralidad y ordenarla convenientemente para que los
miles de mendocinos que viven en ella puedan permanecer allí y proyectarse en
un futuro que no implique abandonar sus tierras, sus sueños y pasar a
convertirse en la masa de refugiados económicos y ambientales que pueblan las
periferias de nuestros aglomerados urbanos.
Si el gobierno
provincial se activa y desarrolla todos los planes y actividades que prevé la
ley de ordenamiento territorial y el Plan Provincial de Ordenamiento
Territorial que duerme desde su aprobación en 2017, este futuro será posible.
Sin mucha
originalidad, he elaborado varias entradas sobe el coronavirus y el
difícilmente predecible mundo posterior.
Algunas tienen
que ver con que América Latina tiene mucho que decir en función de una
propuesta que avance hacia un mundo mejor y más justo para no volver a esa
“normalidad” inicua, insostenible e insustentable con la que llegamos a la
pandemia.
Un ejemplo: la
organización caritativa británica Oxfam afirmó que 82% del dinero que se generó
en el mundo en 2017 fue al 1% más rico de la población global. Estos
porcentajes han recibido críticas, pero sean 8, 42 o 61 las personas que tienen
la misma cantidad de dinero que la mitad del mundo, esto sigue siendo una
desigualdad enorme alrededor del mundo.
También podríamos
hablar de la devastación del medio ambiente o de cualquiera de los temas que
afligen a la humanidad, los que evidentemente van a empeorar con la pandemia.
Por eso, empecé a
publicar entradas que tengan que ver con el “populismo latinoamericano”, y quiero
establecer un hilo cronológico con las que avanzan en este sentido:
LA
ECONOMÍA PARA FRANCISCO
DESPUÉS
DE LA PANDEMIA – Humberto Podetti
EL
MUNDO DESPUÉS DEL CORONAVIRUS
EL
PROYECTO PERONISTA VALE PARA AMÉRICA LATINA PARA DESPUÉS DEL CORONAVIRUS
OTRO
APORTE PARA SEGUIR PENSANDO EL MUNDO Y ARGENTINA
Walden Bello es autor
de “Desglobalización: ideas para una nueva economía mundial”, plantea
alternativas, desde la izquierda, porque cree que hay una coyuntura de cambio
de esa “normalidad” que critica por lo que habla de “las posibilidades que se
ofrecen sin por ello esconder los límites de una transformación que, asegura,
depende de la acción de las fuerzas progresistas y de la reconfiguración del
Sur como actor renovado.”
Sus planteos son
concurrentes con el sentido de lo que hemos compartido en el hilo que pongo
arriba.
Analiza: “Creo
que las posibilidades que ofrece el momento, la coyuntura, son el resultado de
dos cosas: la crisis objetiva del sistema y la fuerza subjetiva que puede
actuar sobre esta crisis. Mi sensación es que la crisis financiera mundial de
2008 fue una profunda crisis del capitalismo, pero el elemento subjetivo aún no
había alcanzado una masa crítica. Debido al crecimiento impulsado por los
gastos del consumidor y financiado con deuda, la crisis sorprendió a la gente,
pero no creo que se hayan alejado tanto del sistema. Hoy es diferente. El nivel
de descontento y alienación con el neoliberalismo es muy alto en el Norte
global debido a la incapacidad de las élites arraigadas para enfrentar el
declive, mejorar los niveles de vida y tratar la desigualdad vertiginosa en los
años que siguieron a la crisis financiera. En el Sur global la crisis de
legitimidad ya había afectado al neoliberalismo y la globalización y sus
instituciones clave, como la Unión Europea, el Banco Mundial, el Fondo
Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio, incluso antes
de la crisis de 2008. La pandemia del covid-19 surgió a través de un sistema
económico global ya desestabilizado que sufría una profunda crisis de
legitimidad. La gente tenía la sensación de que las cosas estaban realmente de
fuera de control. La ira, la frustración y la sensación de que las elites y los
poderes gobernantes perdieron el control, y que el sistema se fue al diablo
está muy extendida hoy, en contraste con las secuelas inmediatas de la crisis
de 2008. Es este torbellino, es precisamente este elemento subjetivo el que
debe ser aprovechado por las fuerzas políticas. El sistema global, por
supuesto, intentará recuperar la “vieja normalidad”, como lo
demuestra la infame teleconferencia de Goldman Sachs, cuyos participantes
acordaron que no hubo una crisis sistémica inducida por covid-19 y que lo
importante es garantizar una vuelta prolija al orden anterior al covid-19. Pero
no hay que obligar al genio a que vuelva a la botella. Simplemente hay
demasiada ira, demasiado resentimiento, demasiada inseguridad que se han
desatado, y solo la izquierda y la extrema derecha están en condiciones de
aprovechar esta tormenta subjetiva. Entonces, sí, el impulso es hacia un
sistema post-capitalista o, en cualquier caso, post-neoliberal, y la pregunta
clave es ¿quién será capaz de aprovechar toda esa ira desatada y dirigirla?”
Me pareció una
excelente reseña de la evolución de la crisis y de la dura e insostenible
realidad actual.
Febbro le
plantea:
“-El fracaso de la democracia liberal para mejorar
la vida de las personas y la igualdad ha llevado a la aparición de movimientos
populistas en todo el mundo. En cierto sentido, la extrema derecha secuestró la
desglobalización. Esta crisis ha expuesto como nunca antes la gran fractura del
mundo. ¿El escenario posterior al virus puede ser una oportunidad mucho mejor
para que la extrema derecha llegue al poder?”
Esta es la
respuesta de Bello:
“-Desafortunadamente,
es la extrema derecha la que está mejor posicionada para aprovechar el
descontento global porque, incluso antes de Covid-19, los partidos de extrema
derecha ya eran elementos claves de las posiciones y programas anti
neoliberales promovidas por la izquierda independiente. Por ejemplo, la crítica
de la globalización, la expansión del “estado de bienestar” y una
mayor intervención estatal en la economía. Lo que hizo la extrema derecha fue
plantearlos como un paradigma propio. En Europa, los partidos de derecha
radical abandonaron parte de los viejos programas neoliberales que abogaban por
una mayor liberalización y menos impuestos que habían apoyado y se pusieron a
decir que estaban a favor del Estado de bienestar y de una mayor protección de
la economía nacional ante los compromisos internacionales. Pero claro, sólo en
beneficio de las personas con el “color de piel correcto”, la
“cultura correcta”, la población étnica “correcta”, la
“religión correcta”. Esencialmente, es la vieja fórmula “nacional
socialista” inclusiva de clase, pero racial y culturalmente excluyente. La
extrema derecha oportunista está, desafortunadamente, por delante de la
izquierda en este momento. El amplio movimiento progresivo tendrá que moverse
más rápido y asegurarse de que los socialdemócratas desacreditados en Europa y
los demócratas de Obama y Biden en los Estados Unidos no vuelvan a canalizar la
política hacia un nuevo compromiso con un neoliberalismo moribundo. Si esto
sucede, entonces esa escena escalofriante que aparece en la película Cabaret,
donde la gente común que apoya a los nazis canta “El futuro nos
pertenece”, casi con seguridad se hará realidad.”
Hice la cita
anterior porque se puede aplicar con bastante justeza a Argentina, y lo vemos
desde que el macrismo perdió las elecciones. A pesar de que la mayoría de los
argentinos y argentinas apoya al Gobierno peronista que asumió en diciembre
(aunque parece que hubiera pasado una década de eso), esa minoría lo ataca
permanentemente para desgastarlo, apoyada por los medios de comunicación
dominantes y de los equipos de trolls remanentes de la gestión macrista.
La nota es larga,
por eso no la incluí entera, pero recomiendo leerla completa. Solo seleccionaré
algunos párrafos que me parecen útiles en el sentido que expliqué al comienzo.
Otra pregunta:
“–Usted acuñó la palabra desglobalización en su
libro, “Desglobalización: Ideas para una nueva economía mundial”.
¿Siente en este momento que las condiciones son mejores para hacer realidad esa
desglobalización teorizada en el libro?
—Sí, por
ejemplo, la locura de las cadenas de
suministro mundiales demostró que era completamente inoperante durante la
crisis del coronavirus. Debido a los cálculos neoliberales basados en la
reducción del costo unitario de producción, las élites corporativas, con el
consentimiento de sus gobiernos, transfirieron gran parte de sus instalaciones
industriales a China, de modo que cuando la producción china se detuvo durante
la crisis de covid-19, muchos países carecían de componentes industriales
claves y descubrieron que incluso producir máscaras y otros equipos de
protección del personal era algo de lo que ya no eran capaces. Al mismo tiempo,
la interrupción inducida por covid-19 de la cadena de suministro agrícola
mundial amenaza con una hambruna generalizada. En varios países del Norte
global y del Sur global se ha permitido que sus sectores agrícolas locales se
marchiten. Entre el 30 y el 50 por ciento de los alimentos que se consumen en
China, el sudeste asiático y América Latina ahora no se producen localmente,
sino que son suministrados por cadenas de suministro agroalimentarias mundiales
y regionales. Creo que habrá un movimiento hacia una mayor autosuficiencia en
la producción industrial y agrícola. La
pregunta es si tales estrategias serán desarrolladas por regímenes de derecha o
gobiernos progresistas.”
Finalmente:
“-De los quince pilares incluidos en su concepto
de desglobalización, ¿cuáles cree que son más urgentes de ahora en adelante?
-Creo que lo más
urgente es la reorientación de la producción hacia el mercado interno y
desvincular la producción local de las cadenas de suministro mundiales a través
de una política comercial progresiva, una política industrial agresiva y una
política agrícola que promueva la autosuficiencia alimentaria y la soberanía
alimentaria. Nuevamente, es importante que tales políticas sean emprendidas por
progresistas y no por nacionalistas de derecha que las utilizarán
principalmente para servir a los intereses del grupo étnico y cultural
dominante contra las minorías y los migrantes.”
Es muy importante que comprendamos todo lo que planteamos
en este hilo porque no podemos dejarlo en manos de los que lideran la política,
las organizaciones, y todos los sectores de la sociedad, porque hace falta que
los pueblos se hagan cargo de esta situación crucial de la humanidad y del
país.
Muchos/as de los dirigentes tienen que ver con esa
“normalidad” inviable, y solo cambiará la dirección de las políticas cuando la
sociedad asuma la necesidad de esas transformaciones y presione para que esos
dirigentes (y otros/as, mejor) las hagan realidad.
INFORMÉMONOS,
COMPRENDAMOS, HABLEMOS ENTRE NOSOTROS/AS, ORGANICÉMONOS, UNÁMONOS. NO PERDAMOS
LA OPORTUNIDAD, NO SABEMOS SI HABRÁ OTRA.SOBRE
TANTO DOLOR Y MUERTE CONSTRUYAMOS UN MUNDO MEJOR.
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