LAS POESÍAS DE MI VIDA

LAS POESÍAS DE MI VIDA

ADOLFO ARIZA

El 9 de noviembre presenté este libro de poemas en el hermoso Espacio Cultural Le Parc, en Guaymallén, Mendoza.

De paso, quiero agradecer a la gente que trabaja allí, y a sus autoridades, que posibilitaron un evento exitoso con generosidad y buena disposición; y también dejar un deseo de que las próximas autoridades lo usen con toda la plenitud que merece su hermoso diseño e infraestructura.

Voy a contar una breve síntesis del acto, para que se entienda la plenitud que me llenó –y sigue llenando- el alma.

Usamos la hermosa sala Tito Francia, el nombre de un enorme guitarrista mendocino.

Después de instalarnos, abrió el evento el locutor que, casualmente, había sido alumno mío hace bastantes años, y por eso, además, de mucha capacidad, puso un afecto que me emocionó (la primera de un montón de emociones).

La presentación del poemario lo hizo Mabel Agresti, Profesora, Licenciada y Doctora en Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo.

Por los 70 integramos ambos el equipo de trabajo de mi maestro Rodolfo Borello, dedicado a Literatura Argentina. Éramos un equipo muy joven, y ella, creo que era la menor. Primero, en el ’75, con la avanzada de la derecha, empezaron a echarnos, tarea que fue completada por el golpe cívico militar.

Afortunadamente, Mabel no fue afectada, y siguió en la Facultad hasta su jubilación.

Fue un gusto que hiciera esa presentación que me hizo ver aspectos de mi poesía que no había advertido.

Después me tocó a mí, e hice algunos comentarios sobre el proceso de producción del poemario, porque fue algo bastante poco habitual.

Hace alrededor de un año, en una reunión familiar, me puse a charlar con Celina, otra profesora de Literatura, bastante más joven, y, además, poeta. Casi no nos hemos visto después, pero intercambiamos escritos, los comentamos y generamos una buena relación alrededor de la poesía.

En cierto momento, me dijo, por chat: – ¿Por qué no publicás un poemario?

Me cayó la ficha, seguí dando vueltas al tema, releyendo algunas viejas poesías, y escribiendo otras.

Algo después, Delia, otra profesora de Literatura, con la que compartí todo el secundario en el Colegio Universitario Central y la carrera de profesor, me insistió también en que publicara poesías.

Transcribí las poesías manuscritas que mi esposa, Marta, había guardado y salvado de que se perdieran, y escribí otras hasta que en cierto momento supe que mi libro de poemas estaba escrito, y que debía publicarlo.

El evento siguió con la lectura de algunos poemas, y canciones por otro amigo, que cada vez canta mejor, Germán Gutiérrez.

Mi esposa, Marta, leyó Dijiste te quiero y mi hija Andrea, también profesora de Lengua, ¿Se puede navegar la tristeza?

Aclaro –para no repetir- que las restantes lectoras también son profesoras de Literatura.

Con las que leyeron después compartimos muchos años de trabajo escolar y de gran amistad: Cristina leyó El sol se moría por el cielo quieto y Ana Gabriela lo hizo con Solo.

Finalmente, Laura –también actriz- leyó Se deslizó… (uno de los pocos poemas eróticos que he escrito y, si bien no me es un estilo cercano, me resultó muy bello hacerlo).

Cerramos con un video que produjimos con Cristina y Pamela, el equipo que me acompañó en esta producción, y que terminó con el tema Cantares (Machado y Serrat, mejor manera de cerrar la noche no había).

“Caminante, son tus huellas

el camino y nada más;

caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.

Al andar se hace camino

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino

sino estelas en la mar…”

Terminé el evento diciendo que iba a seguir haciendo camino “verso a verso”.

Así seguiré, y finalizo la entrada con el poema que cierra el libro, y que lo llena de sentido hacia atrás y hacia la vida que sigue:

Fue un lampo

“Fue un lampo…, sí, un brillo fugaz, un resplandor súbito, hiriente

sin dolor

Inesperado de siglos ancestrales, deseado desde

antes, estalló delicadamente,

en la garganta,

es la roja serpiente de raso renacida, como nueva,

pero eterna.

Nacieron metáforas no conocidas, suspiros olvidados,

sueños que cantaron con la voz de mi tiempo.

Fue el Aleph de Borges, el punto perfecto, etéreo y

denso de toda densidad.

Entonces…, no fue un lampo, porque fue eterno.

Sí lo fue, fue fugaz, y persiste, porque las metáforas

titilan en el cielo.

Son estrellas que me sobrevivirán, palabras de luz,

engarzadas en el cielo.

El lampo sigue latiendo, corazón de agua estelar.

¡Qué me importa que fuera fugaz!

Me toco el corazón, y late,

me miro los dedos que escriben, y está ahí, debajo de

las uñas, y brotan imágenes.

Inmortal me siento, y lo soy.

Gracias, lampo, mi amor nació en vos, como poesía.”

Adolfo Ariza

Junio 2023

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#poesíaargentina #rodolfoariz #lapoesiademivida

EL OSCURO, DE DANIEL MOYANO POR ADOLFO ARIZA

EL OSCURO, DE DANIEL MOYANO POR ADOLFO ARIZA

Hace falta una mínima biografía al comenzar ya que lo autobiográfico tiene un peso muy importante en toda su obra.

Nace en Buenos Aires en 1930, queda huérfano a los seis años y va a vivir a Córdoba, primero con parientes y luego en un reformatorio para menores; en 1959 se radica en La Rioja, donde desarrolla actividad como periodista, músico y escritor. Es en esa provincia en donde realizo su producción literaria: Artistas de variedades (1960); La lombriz (1964); El fuego interrumpido (1967); La ciudad de Beatriz; -colecciones de cuentos- y las novelas El oscuro (1968) (Primer premio del concurso de novela Primera Plana-Sudamericana) y Una luz muy lejana (1966).

Al leer El oscuro de Moyano, lo primero que se advierte es que nos hallamos frente a una obra compleja y de no muy fácil lectura. Esto es, una obra que no nos permite descuidarnos al leerla, bajo el riesgo de perdernos en el gran mundo que nos presenta.

El lector que conozca la obra anterior de Moyano encontrará en esta novela temas ya comunes en su constelación temática; por ejemplo, El Monstruo y otros cuentos, lo que obliga a pensar en un problema profundamente arraigado. En una palabra, la aparición del padre como elemento determinante en la vida de sus hijos, o la búsqueda de salvación, no en sentido metafísico sino material, no son meros temas, sino preocupaciones constantes del autor.

Todos estos temas, junto con otros que son en cierta manera nuevos, se estructuran complicadamente, en una forma que podríamos calificar como un rompecabezas, sin que ello signifique oscuridad impenetrable, sino más bien una construcción complicada, en la que cada pieza se ajusta paulatinamente con las otras, pero no en forma ordenada y cronológica, sino que son los recuerdos de los diferentes personajes los que las traen a la superficie de desarrollo de la obra.

Este ajuste progresivo lo realiza Moyano por medio de un prolijo racconto del pasado de la pareja central, Víctor y Margarita. En este sentido, el primer capítulo es sintético, allí el problema fundamental de la novela es expuesto por Víctor. Luego, en los capítulos siguientes, el mismo Víctor o algún otro personaje, lo explicitan llevándolo al pasado o desarrollándolo en el presente. Al terminar la novela todo el cuadro se completa eficientemente. Ningún cabo queda suelto, todo está allí, salvo la solución, porque esta no depende del autor; por esto, se limita a mostrar una forma de vida que fracasó, la verdad solo queda insinuada, puede ser así, no se sabe.

En una palabra, en la obra se desarrolla el problema de un hombre que quiere dirigir su vida por medio de un rígido molde: el orden que nos salva del mal exterior. Ese es Víctor, un soldado, por lo tanto, no es de extrañar que el orden y el respeto por las jerarquías, sean valores determinantes en su vida. Pero estos rasgos están llevados hasta extremos enfermizos. Precisamente esto es lo que lo lleva a fracasar y caer en el mal que creía evitar.

En toda la obra hay una búsqueda de formas de vida que nos pueden salvar -ya hablamos de que el problema de la salvación era capital-: una ya la hemos mostrado, es la de Víctor, otra la de Margarita, su esposa, otra la de su padre, que es el más aproximado a la verdad y el que tiene más rasgos autobiográficos del autor, por ejemplo, el amor a la música. Este personaje dice en cierto momento que la salvación está en el amor que nos lleva a la unidad con otra persona y justifica la vida. De esto se desprende que salvarse, para Moyano, es justificar la vida, pero esto el autor solo lo plantea a nivel de deseo, no de realidad, como algo que sería muy importante realizar, pero que no se sabe si es posible hacerlo.

Acá aparece otro tema ya mencionado, el tema de la infancia. El niño está indefenso en el mundo adulto, primordialmente influido por el padre, que es el que hasta determina su vida posterior, mientras la madre es solo un lejano recuerdo, lleno de bondad a veces, pero sin posibilidades de actuar sobre él. Paralelamente, encontramos la aparición del mundo mágico de la niñez, el mundo de objetos sobrenaturales -el cometa, por ejemplo- que son el ámbito propio del niño, pero se pueden prolongar fuera de la infancia, en la adolescencia o en la adultez.

Con esto, Moyano deja sentada su posición respecto de la importancia de la niñez en la vida interior del hombre, y hasta cierto punto, su creencia de que en la generalidad de los casos los niños son infelices y, de alguna manera, de allí deviene su incapacidad posterior de vivir plenamente. En todo esto hay mucho de autobiográfico y quizás represente la explicación de gran parte de la obra de Moyano.

Dijimos anteriormente que la novela apoya su avance en una prolija técnica del racconto. Esta implica el recuerdo, la búsqueda en la memoria, lo que es importante porque aquí está la justificación del título de la obra. Los recuerdos de Víctor o de los demás personajes son extraídos desde lo profundo de cada uno, desde el oscuro adonde nadie puede llegar, salvo uno mismo y siempre que esté dispuesto a ver cuál es la verdadera realidad interior que a menudo es mucho más desagradable de lo que uno piensa.

Ese oscuro, esa fuente interna de aguas negras, es impenetrable para los demás y la comprueba Víctor cuando quiere averiguar el pasado de su esposa buscando un pecado que no puede encontrar.

De tal manera, la verdadera realidad que Moyano quiere mostrar no es la realidad exterior, sino la interior de cada uno de los personajes. Y en esa realidad interior se halla el hilo que conduce la obra.

Esta estructura aparentemente desordenada, tiene su eje en el empeño profundo de Víctor por demostrar que la vida exterior es precaria, pero lo único que consigue es mostrar que su realidad interior esta falseada, que se basa en valores irreales y que él no puede salvarse y nunca lo podrá.

Un comentario final sobre un tema que me parece interesante, ya que no hay muchas novelas que traten el tema de los militares argentinos. Me acuerdo de Los hombres de a caballo de David Viñas, por ejemplo, pero lo valioso –además del tema- es el modo: la novela está narrada desde el punto de vista de un militar, de su cosmovisión, estructura de pensamiento y valores.

Esto recuerda Víctor (El oscuro, p. 22) en boca de Margarita:

“Lo que pasa es que todo lo que te rodea está mal, nosotros estamos mal, y el mundo entero está mal; solamente el señor coronel es perfecto y está rodeado de imperfecciones; ordenaste la muerte del estudiante y después dijiste que lo que mata es el material, los hombres no matan, el señor coronel no mata; abandonaste a tu padre porque tocaba el tambor y tenía nudos en los dedos, perdiste a tus mejores amigos porque ellos estaban equivocados, porque el respeto a las jerarquías y a la moralidad, y estabas agachado espiándome en el baño por el ojo de la cerradura, yo no sé qué te pasa Víctor, cómo has cambiado tanto en los últimos años, decía uno de los pensamientos de Margarita.”

El coronel quiso resolver su vida personal con los criterios y valores de la vida militar de esa época, y fracasó porque la vida es demasiado rica para reducirla a órdenes propias de un cuartel militar.

Me ha parecido una buena lectura para estas épocas en que desde la derecha se valorizan es tipo de consignas para la vida de la sociedad.

Incluso he visto propagandas políticas que plantean casi como única propuesta el orden como salvación de la patria. Esto es muy parecido al modo en que se vive en un cuartel.

Por eso me parece bueno leer un libro como El oscuro donde el padre le dice a Víctor: “Usted no puede adaptar el mundo a sus pensamientos. En todo caso podrá adaptarlos a él (…) Yo he vivido mucho y nunca he visto eso que usted llama el mal. Amando a la gente me sentí siempre protegido y nunca tuve miedo a nada. Hay que saber enfrentarse a la realidad.” (p. 201)

El mismo Víctor reconoce que si hubiera entendido eso, su vida hubiera sido distinta, pero ya no ocurrirá, como suele pasar en la narrativa de Moyano.

Como pienso como el padre de Víctor, y es una excelente novela, me animo a recomendar su lectura.

Además, vale la pena leer esta novela. Está escrita en un formato narrativo muy original, aparte de la temática que también lo es.

LÉANLO, ES UN LIBRO DISTINTO.

Literatura comentada

#eloscuro #victormoyano #novelaargentina

ARDIENTE PACIENCIA DE ANTONIO SKÁRMETA POR ADOLFO ARIZA

ARDIENTE PACIENCIA DE ANTONIO SKÁRMETA POR ADOLFO ARIZA

Esta novela estaba en mi biblioteca, no sé muy bien desde hace cuando, pero no la había leído. Un día, mirando mis libros, la encontré junto otro libro del mismo autor que sí había leído, y con mucho interés, porque me pareció una buena manera de meternos en el derrocamiento y asesinato de Salvador Allende: una colección de cuentos bien narrados, con mucha intensidad.

Esa colección de cuentos se llama Tiro libre, fue publicada en Argentina dos meses antes del Golpe de Pinochet, y nunca circuló en Chile.

En cambio, Ardiente paciencia es una novela corta que fue publicada en 1985 por la Editorial Sudamericana en Buenos Aires.

“Es en Alemania donde (Skármeta) construyó la historia del cartero de Neruda: primero para la radio alemana y luego como un guion. Es el desarrollo de la película homónima que el autor había estrenado en 1983. La historia aparece como libro bajo el título de Ardiente paciencia, en 1985, pero luego del triunfo de la película de Michael Radford pasa a llamarse El cartero de Neruda. Esta obra ha tenido un éxito enorme, ha sido traducida a una treintena de lenguas, adaptada al cine, el teatro y la radio: “Existen más de cien versiones en el mundo”, asegura Skármeta. El compositor mexicano Daniel Catán creó una ópera basada en ella (él mismo escribió el libreto) que fue estrenada en la Ópera de Los Ángeles bajo el título de Il Postino con Plácido Domingo como Neruda y Cristina Gallardo-Domas como Matilde.” (Wikipedia)

No es un hecho muy común que una novela sea posterior a una película, pero tiene que ver con la historia del autor, como lo explica la misma Wikipedia: “Apasionado del séptimo arte, Skármeta ha escrito varios guiones, dirigido al menos dos películas y actuado en cinco. En 1973 escribió el primer guion -Victoria- para el director alemán Peter Lilienthal, quien dirigió el filme homónimo galardonado en 1974 con un premio en el Festival de Películas para Televisión de Baden-Baden.”

La biografía continúa, pero esto alcanza para la caracterización del escritor y explicar la belleza audiovisual de Ardiente paciencia.

Aquí se hace necesaria una aclaración: este análisis se hace desde mi visión y experiencia de mendocino que, como muchos otros, conocemos bastante a Chile, su idiosincrasia e historia.

Por eso, no me sorprende la invasión de tours de compras de turistas chilenos. Los he visto varias veces en otras épocas. De hecho, el reciente “Deme dos” de argentinos que cruzaban la cordillera a comprar de todo (hoy, cubiertas), no es más que uno de los tantos ejemplos de viajes de compras en ambos sentidos que conocemos en la historia de los dos países.

Por esa relación con Chile, el golpe de septiembre de 1973 de Pinochet es tan fuerte en mi memoria como en el libro, porque tiene que ver con el fin de la historia del joven Mario Jiménez –el cartero-, arrestado, como tantos/as otros/as por las fuerzas pinochetistas.

Ese día –uno de los más tristes de mi vida- estábamos en la casa de mi maestro Rodolfo Borello, en Godoy Cruz (hablo del equipo de Literatura Argentina de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo, que desapareció por la acción de los militares argentinos del Proceso de Reorganización Nacional, que continuaron la senda genocida de los golpistas chilenos), y era un velorio.

Una de nuestras compañeras de la carrera de Literatura, en pareja con un muchacho chileno, nos fue devuelta en un cajón poco tiempo después.

Hago esta digresión porque me parece importante para comprender mejor el contexto de la novela, y el valor de su canto de erotismo y poesía, en medio de la muerte y sufrimiento de tantos/as chilenos/as en eso que se ha llamado también “los años de plomo”, de los que hay muchos episodios en el siglo XX, en Europa y América Latina.

Mario Jiménez era un joven de 17 años, y la novela narra su relación con Pablo Neruda, al que admira profundamente, a pesar de no ser un lector previo. Sin embargo, llega a la esencia de la poesía a través de esta relación y su inmersión –es más que lectura- en el mundo poético de Neruda.

“La historia de se desarrolla en la localidad de Isla Negra, en Valparaíso, Chile, una zona portuaria y agrícola, no es una isla, y debe su nombre a que el poeta Neruda se refería a esa zona como Isla Negra, siendo rebautizada con ese nombre, anteriormente era conocida como Quebrada de Calbín. En ese poblado, según el relato del escritor Antonio Skármeta, vivía el joven Mario Jiménez, el cartero del pueblo.” (https://enciclopedias.com/c-erotismo/ardiente-paciencia/)

Es la narración de dos vidas entrelazadas –la del cartero y Neruda-, el que muere el 23 de septiembre de 1973, pocos días después del golpe de Estado-, y esas historias tejen una narración sencilla, muy coloquial (llena de los modismos del habla de Chile), que me llenó de ternura a pesar del desenlace trágico.

No voy a exagerar cuando digo que la novela es una metáfora, muy audiovisual, si cabe la adjetivación, de la poesía, quizás en una comprensión total del valor de su esencialidad.

Pero es una esencialidad relacionada con la vida del hombre, su ser y sus luchas, como lo entendió Neruda.

Así lo expresa Gabriel Celaya, en el poema La poesía es un arma cargada de futuro (Cantos Íberos, 1955).

“Son palabras que todos repetimos sintiendo / como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. / Son lo más necesario: lo que no tiene nombre. / Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.”

En la novela se toma el momento en que Neruda dice el discurso que dio en ocasión de que le fue conferido el Premio Nobel de Literatura:

“Hace hoy cien años exactos, un pobre y espléndido poeta, el más atroz de los desesperados, escribió esta profecía: ‘A l’aurore, armés d’une ardente patience, nous entrerons aux splendides villes’, ‘Al amanecer, armados de una ardiente paciencia, entraremos a las espléndidas ciudades.’

“Yo creo en esa profecía de Rimbaud, el vidente.

Yo vengo de una oscura provincia, de un país separado de los otros por la tajante geografía. Fui el más abandonado de los poetas y mi poesía fue regional, dolorosa y lluviosa. Pero tuve siempre la confianza en el hombre. No perdí jamás la esperanza. Por eso he llegado hasta aquí con mi poesía y mi bandera.

“En conclusión, debo decir a los hombres de buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas, que el entero porvenir fue expresado en esta frase de Rimbaud: solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.

“Así la poesía no habrá cantado en vano;”

En el pueblito de San Antonio lo escuchaba mucha gente en una fiesta que organizó Mario, y que culminó con la narración con un ruidoso orgasmo en la misma cocina, y de pie.

Del discurso pasamos a lo que Mario consideró el mejor fin de la fiesta, y que Beatriz acompañó con su bella y pujante sexualidad:

“Y acto seguido promulgó un orgasmo tan estruendoso, burbujeante, desaforado, bizarro, bárbaro y apocalíptico que los gallos creyeron que había amanecido y empezaron a cacarear con las crestas inflamadas, que los perros confundieron el aullido con la sirena del nocturno al sur y le ladraron a la luna como siguiendo un incomprensible convenio, que el compañero Rodríguez ocupado en mojar la oreja de una universitaria comunista con la ronca saliva de un tango de Gardel tuvo la sensación de que una tumba le cortaba el aire en la garganta …

Doce segundos después de esta profecía, cuando los oídos de toda la concurrencia sobria, ebria, o inconsciente, apuntaban hacia la cocina como si un poderoso magneto los absorbiese, y mientras Alarcón y Guzmán simulaban limpiarse las sudorosas palmas en las camisetas antes de irrumpir en un trémulo acompañamiento, despegó el orgasmo de Beatriz hacia la noche sideral con una cadencia que inspiró a las parejas de las dunas (“uno como ese, mijito”, le pidió la turista al telegrafista), que puso escarlatas y fulgurantes las orejas de la viuda, y que le inspiró las siguientes palabras al cura párroco en su desvelo de la torre: “magnificat, stába, pange lingua, diez irae, benedictus, kirieleisón, angélica.”

Dejé unas horas el escrito, y volví, a ver qué podía agregar. Y siento que está bien, que está todo ahí: poesía, revolución, erotismo, vida en plenitud, las penas de América Latina, una narración bella y plena.

Y la poesía de Neruda.

Me parece un buen momento para leer esta novela, hoy, cuando hay muchos jóvenes que no vivieron estas épocas, como mis nietos/as de los cuales el mayor nació en 1990, en democracia, que se encuentran frente a proclamas libertarias con cantos a las derechas políticas, hoy cercanas o parte de planteos fascistas y violentos.

Aconsejo leer la novela en estos momentos, en los que muchos/as han olvidado el mal terrible que el fascismo ha hecho al mundo, apoyado por corporaciones económicas liberales y antidemocráticas.

Porque en estos mismos momentos, la novela nos pone frente a cómo vivir la existencia humana para el bien del mundo y en armonía con el universo. Y allí aparece la poesía, ese barco que puede navegar esa existencia hacia lo esencial, hacia el universo que fluye, con ardiente paciencia.

LÉANLA.

Literatura Comentada

LA CASA DE CENIZA DE ABELARDO CASTILLO POR ADOLFO ARIZA

LA CASA DE CENIZA DE ABELARDO CASTILLO POR ADOLFO ARIZA

Recién leí esta novela (Buenos Aires, 1968), en enero de 2023, porque me la regaló mi hija. Nuevamente debo confesar, con vergüenza, que no conocía al autor, a pesar de lo que dice su biografía:

“Practicó todos los géneros literarios con igual brillantez: es sin duda uno de los maestros del cuento latinoamericano, sus novelas son deslumbrantes, sus obras de teatro revitalizaron la escena argentina en los años 60 y lo mismo puede decirse de las tres revistas que dirigió: El Grillo de Papel, El Escarabajo de Oro y El Ornitorrinco. Escribió los siguientes libros: Las otras puertas (cuentos, 1961), El otro Judas (teatro, 1961), Israfel (teatro, 1964), Cuentos crueles (cuentos, 1966), La casa de ceniza (novela, 1968), Sobre las piedras de Jericó (teatro, 1968), Las panteras y el templo (cuentos, 1976), El señor Brecht en el Salón Dorado (teatro, 1982), El que tiene sed (novela, 1985), Las palabras y los días (ensayos, 1989), Crónica de un iniciado (novela, 1991), Las maquinarias de la noche (cuentos, 1992), Ser escritor (ensayo, 1997), El oficio de mentir (entrevista, 1998), El Evangelio según Van Hutten (novela, 1999), El espejo que tiembla (cuentos, 2005), Desconsideraciones (ensayos, 2010) y los monumentales dos tomos de sus Diarios (2014 y 2019). Sus libros han sido traducidos a catorce idiomas.”

El autor la caracteriza así en el posfacio:

“Escribí la primera versión de este largo cuento o de esta nouvelle al fin de la adolescencia. La terminé en 1956. Tenía veintiún años, estaba en el servicio militar y habitaba el mundo gótico de Poe. La casa de los Usher y las habitaciones desniveladas del colegio de William Wilson, están, notoriamente, en el origen arquitectónico de La casa de ceniza; mi edad cuando la imaginé y mi incapacidad para la vida castrense son acaso su explicación psicológica. Nunca pensé seriamente en publicar esta historia, nunca la sentí como un hecho literario sino más bien como un homenaje o una despedida. Releyéndola, descubrí que me es menos ajena de lo que yo sospechaba: he encontrado en ella una idea análoga a la de El candelabro de plata; he visto, no sin asombro, párrafos idénticos a los que años más tarde imaginé inventar en Israfel.”

Incluso, la nota de Liliana Heker de la contratapa (es la autora del prólogo –brillante- de la novela) completa un panorama certero de la obra:

“La sombra tutelar de Edgar Allan Poe sobrevuela esta novela gótica en sus elementos más visibles: una mansión espectral, una muchacha hermosa, un artista enamorado hasta el desvarío y un secreto que amenaza continuamente el relato. Sin embargo, su trama nunca apela a lo sobrenatural o a lo fantástico. Simplemente nos arrima hasta el borde de la locura a través de la elocuencia sin escrúpulos de su protagonista. El artista torturado que aparece en estas páginas volverá a aparecer una y otra vez en la obra de Abelardo Castillo como ganzúa y llave maestra para entender su concepción del arte y la relación entre este y la vida.”

Está escrita en primera persona, como La caída de la casa Usher, y podríamos seguir encontrando similitudes y referencias, pero prefiero aconsejar su lectura: es una novela que se vive tan tremendamente como el ambiente en que se desarrolla y que le da nombre y la protagoniza, tanto como Wenzel, el pintor genial y maniático, incomprensible muchas veces, que diseña (junto con el judío europeo, comerciante en cuadros, que pone su fortuna a disposición del proyecto) la casa preparada para ser finalmente de ceniza.

Está claro que el artista torturado, genial y decadente, es el centro narrativo que impulsa todos los elementos que se desarrollan: la pintura (como en Dorian Grey le permite detener el futuro y lo hace sentir un dios que maneja la vida y muerte), la construcción de la casa, un laberinto bello e infernal, sin explicación (es maravilloso, dentro de lo fantástico, como un cuento de hadas), el amor por Isa, un ser de luz al que quiere preservar de la destrucción del tiempo.

El narrador en primera persona que cuenta la novela a un personaje de apellido Castillo es un espectador privilegiado de los sucesos que va tratando de comprender, así como al sentido de lo que busca Wenzel (el nombre se lo pone él, porque no lo tenía). Esa sucesión de descubrimientos que no sabemos si son reales. Él mismo dice “Un demente nos soñaba”.

Los límites entre la realidad, sea real o pintada, (también, real, por momentos), son imposibles de precisar: son sueños de un loco, imágenes de muerte que siguen viviendo, pero pueden envejecer y destruirse.

Es una novela atormentada, lo que no es una novedad en la obra de Castillo, y sentimos esa opresión que nos rodea, es más, diría que, si no la sentimos, no hay posibilidad de comprender lo que leemos.

Sería un error analizarla como una obra de juventud: es cierto que Castillo la escribió joven, pero la siguió corrigiendo porque era un obsesivo perfeccionista (Wenzel también lo era), incluso la releyó mucho y encontró cosas que después aparecen en otras obras.

Debo reconocer un problema central para producir una nota más profunda: no haber leído más de la obra de Castillo, pero la idea de este blog era esa, con sus ventajas y desventajas.

La caracterización de la novela como gótica me impulsa a agregar algo sobre este tema.

“La narrativa gótica es un género literario originado en Inglaterra a finales del siglo XVIII, relacionado con el género de terror. La narrativa o ficción gótica, que es ampliamente conocida por el subgénero del terror gótico, es un género o modo de literatura y cine que combina la ficción y el horror, la muerte y, en ocasiones, el romance.” (Wikipedia)

Muchas de esas historias se enmarcaban en la época medieval, o bien la acción tenía lugar en un castillo, mansión o abadía de este estilo arquitectónico. Lo intrincado de estos, llenos de pasadizos, huecos oscuros y habitaciones deshabitadas, se prestaba a crear ambientes inquietantes.

¿Cómo es la narrativa gótica de La casa de ceniza?

No deja de ser un mundo inquietante, extraño, en el que se entra y sale de lo paranormal sin entender por qué, y nunca sabemos si estamos viviendo –y creyendo que es la realidad- en el mundo de un loco, de su mente, sus ideas, sus creaciones: sus cuadros, la misma casa.

Insisto, genéricamente es una novela maravillosa, como los cuentos de hadas, donde todo es posible y no lo cuestionamos.

No es el ambiente medieval, y el terror lo crea Castillo desde la vida del pintor y su atormentada mente y su visión terrible del mundo.

En estas épocas, en que ha habido un florecimiento de las novelas de terror –excelentes, por lo demás- es muy interesante acercarse a leer esta novela de Castillo.

Personalmente, ya he abordado el tema en las siguientes entradas:

DISTANCIA DE RESCATE DE SAMANTA SCHWEBLIN (https://www.miradasdesdemendoza.com.ar/2020/08/29/distancia-de-rescate-de-samanta-schweblin-por-adolfo-ariza/)

y

ÉSTE ES EL MAR DE MARIANA ENRÍQUEZ (https://www.miradasdesdemendoza.com.ar/2021/03/22/este-es-el-mar-de-mariana-enriquez-por-adolfo-ariza/)

Incluso me interesé por el género de terror en:

NOVELAS DE TERROR: ¿QUÉ ES EL MAL HOY?

TODOS LOS DEMONIOS ESTÁN AQUÍ DE MARCELO FIGUERAS POR ADOLFO ARIZA

https://www.miradasdesdemendoza.com.ar/2021/11/10/novelas-de-terror-que-es-el-mal-hoy-todos-los-demonios-estan-aqui-de-marcelo-figueras-por-adolfo-ariza/

Por eso, invito a los que les gusta este género, o les interese empezar a leerlo, a que lean esta novela.

Como suelo escribir. VALE LA PENA

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ACERCA DE RODERER DE GUILLERMO MARTÍNEZ POR ADOLFO ARIZA

ACERCA DE RODERER DE GUILLERMO MARTÍNEZ POR ADOLFO ARIZA

Mi hija me regaló Acerca de Roderer de Guillermo Martínez (Bahía Blanca, 1962), publicado en 1993, y que es su primera novela.

Ya había leído otras novelas de Martínez: Yo también tuve una novia bisexual (2011), Crímenes imperceptibles (2008), que fue llevada al cine por Álex de la Iglesia como Los crímenes de Oxford y La muerte lenta de Luciana B (2007), que fue adaptada por el director argentino Sebastián Schindel en la película La ira de Dios.

Esperaba una novela semejante a las que había leído. De Crímenes imperceptibles, Wikipedia dice: “novela de trama policial, que conjuga elementos tomados de la filosofía, matemática y otras ramas del saber, al narrar los actos de un asesino múltiple, cuyos crímenes siguen una serie aritmética, con intrigas, ambigüedades, lógica y teoremas matemáticos involucrados.

En la obra aparecen algunos sesgos ligeramente autobiográficos, dado que los protagonistas son un joven matemático argentino becado en Oxford y su profesor, un eminente especialista en lógica.

A lo largo de toda la novela, existen una serie de elementos simbólicos que, en tanto símbolos, remiten al lenguaje matemático, al álgebra y a la lógica, dentro de una estructura narrativa de policial inglés clásico.”

De La muerte lenta de Luciana B leo una sinopsis de Librenta:

“Diez años después, nada queda en Luciana de la muchacha alegre y seductora a la que el famoso escritor Kloster dictaba sus novelas. Tras la trágica muerte de su novio y, después, uno a uno, las de sus seres más queridos, Luciana vive aterrorizada, atenta a cada sombra, cada persona que pasa a su lado, con la sospecha de que esas muertes son parte de una venganza metódica urdida en su contra, un círculo que sólo se cerrará con la séptima víctima. En la desesperación más absoluta, recurre a la única persona capaz de adentrarse en el siniestro universo de Kloster. Los cuadernos de notas de Henry James y una Biblia de Scofield serán claves en un pasaje sin retorno a la región más primitiva del mal.

¿Podría un asesino simular cuidadosamente el azar, concebir una geometría de muertes y quedar impune? ¿Cuál es el castigo para el que nos ha despojado de todo y nos ha causado el máximo dolor?”

Hay elementos comunes en estas dos novelas: son policiales, o sea que, en ellas se usa la observación, el análisis y la deducción para resolver un enigma, normalmente un crimen, y encontrar al autor y el móvil; también hay referencia a las matemáticas y a la filosofía, particularmente a la Lógica.

Acerca de Roderer es distinta, no hay un crimen a resolver en el inicio, pero sí un camino hacia una muerte personal, que se va haciendo inevitable, aunque no lo sepamos hasta el final. Sin embargo, la narración construye un camino de suspenso hacia el desenlace de una manera propia de la novela policial.

El comentario de La muerte lenta de Luciana B menciona al mal y acá encontramos un tema que hay que mencionar para comentar Acerca de Roderer.

El mismo autor dice en Literatura y racionalidad, publicado en La Nación, en 1994:

“Así, la racionalidad es un proceso. Un proceso que avanza entre contradicciones, aproximaciones sucesivas, límites difusos y teorías siempre precarias, siempre provisorias, en la tierra de nadie de la realidad.

Mirando por un momento las cosas de este modo, mirando a la razón como una facultad viva y cambiante, tiene sentido preguntarse si no será posible refundar el entendimiento sobre una nueva forma de racionalidad, más ampliada, más sutil, más potente, que escape por igual a Kant y a Gödel y de la cual la razón filosófica tal como se conoció hasta ahora sea un caso “limitado” y particular. Mi novela Acerca de Roderer es una ficción en torno a esta pregunta, que equivale en el fondo a preguntarse sobre la posibilidad o imposibilidad de reinstalar una visión prometeica en esta época de pactos fáusticos.”

Esta afirmación contextualiza con claridad la novela que quiero comentar. Y hace necesario desarrollar el tema de los mitos de Fausto y Prometeo, tan presentes en la historia de la cultura occidental.

“En la mitología griega, Prometeo (en griego antiguo Προμηθεύς, ‘previsión’, ‘prospección’) es el titán amigo de los mortales, honrado principalmente por robar el fuego de los dioses en el tallo de una cañaheja, darlo a los hombres para su uso y posteriormente ser castigado por Zeus por este motivo.” (Wikipedia)

Esto trajo a la sociedad beneficios importantes para su prosperidad. De allí, que el adjetivo prometeico sirva para calificar a aquella persona cuya actitud le da al Hombre conocimientos transcendentes que elevan su espíritu hacia lo épico; lo ético o lo místico, mejorando su condición y haciéndolo mejor.

En cambio, Fausto es “un hombre inteligente y de gran éxito, pero también insatisfecho con su vida, por lo que hace un pacto con el diablo, entregando su alma a cambio del conocimiento ilimitado y los placeres mundanos. La historia de Fausto, que remite directamente al tema de Job (el justo que sufre injustamente), es la base de muchas obras literarias, artísticas, cinematográficas y musicales. “Fausto” y el adjetivo “fáustico” implican una situación en la que una persona ambiciosa renuncia a la integridad moral para alcanzar el poder y el éxito durante un plazo limitado.” (Wikipedia)

O sea que lo fáustico se refiere al hombre que abandona los principios y valores personales para conseguir conocimiento, riqueza u otros beneficios.

Esta visión dicotómica, de algún modo es un planteo de “blanco y negro”, con claras implicancias morales, y tiene que ver con la misma concepción de lo que es –o debiera ser o buscar-el SER humano.

Esta valoración es la que lleva a la búsqueda del fuego de Prometeo que hacen los protagonistas de la novela: Gustavo Roderer y el narrador (nunca supimos su nombre), dos adolescentes que viven en un pueblito imaginario al lado del mar –Puente Viejo- y que se conocen en el Bar Olimpo donde se jugaba al ajedrez –también al billar, un clásico bar argentino de otras épocas.

Se enfrentan al ajedrez –el narrador era un ajedrecista que se preparaba para el Torneo Abierto Anual- y Roderer lo vence sin dificultades.

Luego, explica lo que significaba el ajedrez para él:

“-Es que el ajedrez … -dudó, como si fuera a encogerse de hombros-. Nunca me interesó demasiado. Era sólo un experimento; un modelo. En pequeña escala, por supuesto.”

Su búsqueda era de otro nivel y tiene que ver lo que dijo el autor: es una búsqueda a lo Prometeo, pero un Prometeo de hoy, de esta etapa de la humanidad, con toda la historia del pensamiento como base, y sin límites: un viaje hacia lo desconocido, y aterrador.

Algo más dice el autor:

“El error, siempre el mismo, está en considerar el dominio de lo racional de una manera injustamente estrecha, como un conjunto acabado e inmutable de operaciones lógicas, una especie de tabla definitiva de silogismos; en una palabra, confundir a la razón con la parcela que utilizan, sobre todo, los matemáticos y los científicos. Pero ni siquiera en estos dominios la razón es algo acabado y rígido: así, por ejemplo, Lobachevsky, al negar el quinto postulado de Euclides, no solo expandió la geometría sino también la razón matemática, y en la física contemporánea dar un modelo adecuado para el mundo subatómico equivale a encontrar una lógica suficientemente elástica para explicarlo.” (Literatura y racionalidad,1994)

Gustavo Roderer y el Narrador son los protagonistas-antagonistas que transitan caminos paralelos en sus vidas que se cruzan en un mundo lleno de acechanzas y tentaciones. Ambos buscan realizar sus destinos, el sentido de sus vidas.

Se enfrentan a lo mismo: lo demoníaco y lo maligno, la seducción de las mujeres, las formas precarias de existencia, la droga, la guerra e incluso la muerte, pero sus búsquedas son de distinto orden. Comparten un lapso en el Colegio, al que Roderer acepta ir por obligación, pero sin prestar ninguna atención a sus profesores, lleva sus libros (filosofía, arte, ciencia, historia), lee y anota lo que le interesa.

En cambio, el narrador es un muchacho brillante, que quiere realizarse por los caminos comunes que le ofrece la vida y triunfar en ellos. Elige estudiar Matemáticas (Roderer se lo aconseja porque la Filosofía y la Teología están muertas), se va a estudiar a Buenos Aires y, luego, consigue una beca para Cambridge.

Es claro el sesgo autobiográfico en este personaje como en Crímenes imperceptibles, pero me parece que Roderer es también el autor, y comparte su búsqueda ontológica –que incluye la pregunta de qué es la Ontología.

Es llamativo el hecho de que Roderer alcanza –a costa de sí mismo- a entrever algo de lo que buscaba, pero no sabemos lo que es, salvo que pareciera que entró a un mundo que está más allá y más arriba.

Es Prometeo y Fausto a la vez, y esto último tal vez explica su desenlace trágico, el que, sin embargo, lo haya hecho también Prometeo.

No es casual que esta novela haya sido analizada desde una perspectiva teológica:

“En este ámbito se despliega el conflicto de Roderer como un problema espiritual que atañe específicamente a la esfera del conocimiento y desemboca en la viejísima tentación: ser como Dios, ocupar el lugar de Dios, que concreta lo que se conoce como mysterium iniquitatis. Si bien este hecho está en la intención del protagonista desde el principio, el lector accede al mismo mediante los sucesivos descubrimientos y comentarios del Narrador, quien juega contrapuntísticamente con Roderer. La búsqueda del conocimiento total, “soberbio y virtuoso”, la persecución del logos divino, es realizada por Roderer a través de una lectura y relectura obsesiva de textos de diversa especie, actividad que lo lleva a dejar la educación formal y a vivir en una permanente vigilia pensante.” (Alicia Inés Sarmiento, Acerca de Roderer de Guillermo Martínez: el mysterium iniquitatis en el fin de siglo literario, CUADERNOS DEL CILHA. Nº 7/8 (2005-2006).

Para explicar mysterium iniquitatis (el misterio de la iniquidad o el mal) copiaré esta cita de Juan Pablo II (Audiencia General, 1984):

“Al intentar reconstruir una imagen sintética del pecado, nos servimos también de todo lo que dice de él la variada experiencia del hombre a lo largo de los siglos. Pero no olvidamos que el pecado es en sí mismo un misterio de iniquidad, cuyo comienzo en la historia, y también su desarrollo sucesivo, no se pueden comprender totalmente sin referencia al misterio de Dios-Creador, y en particular del Creador de los seres que están hechos a imagen y semejanza suya. Las palabras del Vaticano II que acabamos de citar, dicen que el misterio del mal y del pecado, el “mysterium iniquitatis”, no puede comprenderse sin referencia al misterio de la redención, al “mysterium paschale” de Jesucristo, como hemos observado desde la primera catequesis de este ciclo.”

Tampoco es casual que el narrador vaya a la casa de Gustavo a buscar un libro ficticio de un autor inexistente, cuyo título es La Visitación y su argumento y la discusión posterior remiten a la novela Doktor Faustus de Thomas Mann. El narrador y Roderer toman un café hablando de ella. Esa conversación es clave para entenderla.

En relación con episodio de un personaje de la novela con una prostituta, Gustavo dice lo siguiente:

“Ese romance con la prostituta, ¿no es un poco decepcionante? Por lo menos, hay que reconocer, es extraño. Extraño, por supuesto, respecto de la personalidad de Lindström, la aventura en sí es muy vulgar, casi un lugar común de la literatura; se nota incluso que a Holdein le incomoda contarla: está narrada, y no por puritanismo, del modo más indirecto posible, y como no puede justificarla termina hablando de una “transformación química” en la naturaleza de Lindström. Toda la historia parece insertada. ¿Pero por qué necesitaba incluirla?

-Se explica más adelante -dije yo-: representa la perdición, el acto en que Lindström sacrifica su salvación.

-Se dice eso, es cierto; pero no deja de sonar como una justificación a posteriori, un esfuerzo de astucia para no retroceder ante lo escrito, para salvarlo yendo más allá, y en el fondo sólo consigue empeorar las cosas. Porque el amor puede provocar mil caídas, pero no la perdición. Es un terreno demasiado resguardado por lo divino; en todo abrazo, aun en el que pueda parecer más depravado, hay un vestigio religioso, un eco de la comunión. -No necesito decir lo desconcertantes, lo insólitas que sonaban en su boca palabras como “amor” o “abrazo”. Y sin embargo yo no dejaba de sentirme algo impresionado, porque Roderer, que después de todo tenía la misma edad que yo, parecía saber hondamente de qué estaba hablando. -La perdición -dijo y su voz vibró por un instante, antes de recuperar la frialdad de siempre- se supone que es un acto solitario, a espaldas de todos los hombres; un acto, además, que debe ser tan terrible como para desafiar una misericordia infinita. Hay en realidad una sola ofensa a Dios sin retorno: el intento de suplantarlo

-El asesinato como en Dostoievski –dije yo.

-O el conocimiento –y debió advertir en mí un gesto de sorpresa porque añadió secamente – No por supuesto las cuatro o cinco leyes con que se entretienen los hombres; no las sobras, la cuota de sabiduría tolerada, sino el verdadero conocimiento, el logos, que resguardan juntos el diablo y Dios.”

Eso –el Logos– es lo que busca Gustavo. Es una aventura espiritual – ¿un viaje hacia el Sol, como Ícaro? – en la que parece haber un pacto mediante el cual Roderer consigue tiempo para alcanzar la meta de la iluminación, tiempo que habría de convertirse en el de su propia y breve vida solitaria y enferma, gracias al consumo de opio para alcanzar los estados de mayor lucidez.

No hay manera de que intente ahondar más en esta obra–una nouvelle, en realidad-, aunque quedan varios temas posibles.

Me ha dado mucho trabajo cerrar esta entrada, porque es una narración que cumple el pensamiento del autor, hablando de la novela:

“es un artefacto autónomo, con sus propias leyes y artificios, que no tiene por qué guardar correspondencias con los modos y usos en que se confunden poder y lenguaje en el mundo prosaico y real y político que le toca (al autor) como ciudadano. Cualquier escritor sabe también que debe crear su propio registro, su retórica para cada nuevo libro, como una lengua dentro de la lengua y que esa selección, ese proceso de “extrañamiento” debe independizarse y enfrentar no sólo la lengua del poder, sino también las fuerzas anodinas de la costumbre, el peso de lo “ya hecho”, las diferentes tradiciones, la historia de la literatura.” (2005)

ES UNA NOVELA DISTINTA, QUE VALE LA PENA LEER, AUNQUE TENGA MOMENTOS DE PLANTEOS TEÓRICOS PROFUNDOS, COMO ALGUNOS QUE HE CITADO, PERO ASÍ ES EL TEMA QUE SE ABORDA.

#AcercadeRoderer #GuillermoMartinez

EL DESIERTO DE LOS TÁRTAROS DE DINO BUZZATI POR ADOLFO ARIZA

EL DESIERTO DE LOS TÁRTAROS DE DINO BUZZATI POR ADOLFO ARIZA

Arg-é Bam (ارگ بم en persa, Ciudadela de Bam) era la mayor edificación del mundo realizada con barro moldeado, combinando técnicas como el adobe y el tapial. Se encontraba en Bam, una ciudad de la provincia de Kermán, en el sudeste de Irán. Junto con sus alrededores está considerada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. La enorme ciudadela, situada en la ruta de la seda, fue construida con anterioridad al año 500 a. C. y continuó siendo habitada hasta 1850. No se sabe con certeza la razón por la que fue abandonada.

El 26 de diciembre de 2003 la ciudadela fue destruida casi por completo por un terremoto, junto con gran parte de Bam y sus alrededores. Pocos días después del terremoto, el presidente iraní Mohammad Khatami declaró que la ciudadela sería reconstruida. (Wikipedia)

“El lugar, además, inspiró “El desierto de los tártaros”, una de las grandes obras maestras de la literatura del siglo XX.

La ciudadela, que según algunas fuentes está toda derrumbada, es la famosa Fortaleza Bastiani del libro escrito por Dino Buzzati y publicado en Italia en 1940, símbolo y mito del escenario de la espera existencial en la que se deteriora una vida.” https://cadenaser.com/programa/2021/08/22/un_libro_una_hora/1629619208_421683.html

Allí Valerio Zurlini filmó en 1976 la versión cinematográfica de “El desierto de los tártaros”.

Mi primera impresión, al comenzar la lectura, fue dubitativa: me parecieron largas las descripciones y muy minucioso el relato, como sucede en la cabalgata del oficial Giovanni Drogo, el protagonista, hacia su primer nombramiento en la Fortaleza Bastiani.

Inclusive me llamó la atención el prólogo de Jorge Luis Borges, del que cito el final:

“Este libro, que es acaso su obra maestra y que ha inspirado un hermoso filme de Valerio Zurlini, está regido por el método de la postergación indefinida y infinita, caro a los eleatas y a Kafka. El ámbito de las ficciones de Kafka es deliberadamente gris y mediocre y sabe a burocracia y a tedio. Tal no es el caso de obra. Hay una víspera, pero es la de una enorme batalla, temida y esperada. Dino Buzzati, en estas páginas retrotrae la novela a la epopeya, que fue su manantial. El desierto es real y es simbólico. Está vacío y el héroe espera muchedumbres.”

No veía la epopeya, solo el relato de la vida de los militares en la Fortaleza Bastiani, un lugar perdido entre montañas altísimas, y asomado al desierto del Norte, por el que alguna vez atacarán los tártaros. pueblos enemigos del norte, a los que desde hace muchísimos años no se los ve.

Aquella antigua misión en el presente ha perdido interés por lo que la actividad militar se ha reducido a una rutina repetitiva, casi sin sentido, un mero trámite administrativo de cambios de guardia y protocolos de defensa sin ningún justificativo.

Drogo, como los otros militares que están allí, acepta –inclusive lo elige- vivir y consumir su vida en esa Fortaleza ya descuidada, aunque con buena comida como se menciona en la novela.

A pesar del detalle de la descripción de la fortaleza y del paisaje donde está enclavada, nos queda la sensación de estar ante un espacio difuso, inasible. Podría ser un paisaje alpino, pero esa ventana rodeada de montañas agudas frente a un desierto, que podría ser africano, nunca se siente como real, sino como algo casi imposible.

Tampoco la vida en la Fortaleza parece real: es cierto que la vida militar se muestra con detalle, y Buzzati es un buen escritor, pero nunca nos sentimos convencidos de que todo eso pase de verdad. La gente –como Drogo cuando llega o a la Fortaleza o cuando lo sacan enfermo, muchos años después, en su viaje final-, se mueve a caballo o en carroza, por lo que podría ser en el siglo XIX, pero eso es también parte de la vaguedad que instala la novela. Más bien, todo eso simboliza otra cosa: es una metáfora de cierto tipo de vida que a alguna gente – ¿a toda? – le pasa.

“No hay escenas felices, ni alegres, todo es rigor militar llevado al máximo extremo, que por momentos roza el absurdo.

Estos elementos hacen que la crítica coloque su obra en la misma línea de Kafka. Siempre hay un inocente solitario que es víctima del sistema. Ciudadanos K.

De planteamiento kafkiano, El desierto de los tártaros analiza en profundidad el tema de la postergación, el aplazamiento, la pasividad existencial del individuo, sin lucidez que le permita cuestionarse la posibilidad de estar equivocado. No se atreve a vivir el futuro, como si el tiempo no huyera de su lado, porque para él, ese futuro nunca llega.” (https://elplacerdelalectura.com/2013/02/el-desierto-de-los-tartaros-de-dino-buzzati.html)

Esta síntesis es buena, y, además nos lleva –como Borges- a Kafka.

Es real que la vida de Drogo nos deja esa sensación kafkiana: su vida transcurre –desde ese camino final a la fortaleza hasta su final, cerca de la edad del retiro, solo y enfermo-, sin nada que la haga, en alguna manera, valiosa.

Ya describí el ambiente de la Fortaleza, y esa vida repetitiva, con rutinas absurdas, que incluso llevan a que un guardia mate a otro por no dar una contraseña, también podría analizarse como kafkiana.

Quiero comentar un hecho que me parece relevante: la novela es de 1940, y ese contexto de guerra, después de que el mundo vivió la Primera Guerra –la Gran Guerra, la que iba a terminar con todas las guerras-, la crisis de 1929, la Guerra Civil española, terrible y cruel, y, finalmente, la Segunda Guerra Mundial, hacen que la desesperanza y el pesimismo invadan a la humanidad, y, por supuesto, a los escritores.

Por ejemplo, en Argentina, Alfonsina Storni y Horacio Quiroga (aunque este tenía una enfermedad terminal) se suicidan.

La realidad es que a lo largo de toda la novela sentimos que estamos frente a una realidad patética, melancólica e inquietante. Veamos el final:

“El cuarto se había llenado de obscuridad, sólo con gran esfuerzo se podía distinguir la blancura de la cama y todo lo demás estaba negro. Al cabo de poco saldría la luna.

“¿Tendría tiempo, Drogo, de verla o debería irse antes? La puerta del cuarto palpitaba con un crujido ligero. Tal vez fuera un soplo de viento, un simple remolino de aire de aquellas inestables noches de primavera. Tal vez fuese, en realidad, ella quien entrara, con paso silencioso, y ahora estuviese acercándose al sillón de Drogo. Haciendo fuerza, Giovanni levantó un poco el busto, se arregló con una mano el cuello del uniforme, echó otro vistazo afuera por la ventana, un brevísimo vistazo, para su última ración de estrellas. Después, en la obscuridad, aunque nadie lo viera, sonrió.”

Esta sonrisa, punto final de una vida dilapidada a la espera de la noticia de que, finalmente, llegan los tártaros, es uno de los pocos actos que significan una esperanza de que algo ha valido la pena.

Hay una situación semejante: en una excursión a la montaña para ver si había realmente enemigos, el Teniente Angustina se deja morir de frío, arropado solo con su capote en una posición que le recuerda algo a Drogo:

“Había, en una sala de la Fortaleza, un viejo cuadro que representaba el final del príncipe Sebastián. Mortalmente herido, el príncipe Sebastián yacía en el corazón del bosque, apoyando la espalda en un tronco, con la cabeza un poco abandonada hacia un lado, el capote cayendo en armoniosos pliegues; nada había en la imagen de la desagradable crueldad física de la muerte; y al mirarlo nadie se asombraba de que el pintor le hubiera conservado toda su nobleza y una suma elegancia.”

Y así describe el final de la vida del Teniente Angustina:

“Cuando el viento hizo una pausa, Angustina levantó unos centímetros la cabeza, movió despacio la boca para hablar, le salieron sólo estas dos palabras: «Mañana habría…», y después nada más. Dos palabras sólo, y tan débiles que ni el propio capitán Monti advirtió que había hablado.

Dos palabras, y la cabeza de Angustina se dobló hacia adelante, abandonada a sí misma. Una de sus manos yació blanca y rígida dentro del pliegue del capote, la boca consiguió cerrarse, de nuevo en sus labios fue formándose una sutil sonrisa.”

Se deja morir con la nobleza y el heroísmo que no tenían su triste vida de oficial en la Fortaleza.

Así se cierra el capítulo:

“Al renegar Monti, le respondió sólo, desde el precipicio negro, la voz del viento. «¿Qué querías decir, Angustina? Te has marchado sin terminar la frase; quizá era algo absurdo e insignificante, quizá una absurda esperanza, quizá incluso nada».

¿Alcanza esto para romper la sensación –mejor la certeza- de “la infinita postergación” que menciona Borges?

Tal vez para esa época terrible, lo fuera.

Repito la novela es una metáfora de la vida, en la que aparecen los más hondos problemas de la existencia humana: la seguridad como valor contrapuesto a la libertad (Drogo renuncia a la mujer por la que había sentido amor, para volver a encerrarse en la Fortaleza), la progresiva resignación ante el estrechamiento de las posibilidades vitales de realización, la frustración de las expectativas de hechos excepcionales que cambien el sentido de la existencia.

En este momento del comentario, siento que valió la pena la lectura.

Fue una inmersión en un micro mundo en el que se manifiestan vidas y sus modos de resolver la existencia.

Podrían parecer solo vidas grises y sin sentido, pero muchas vidas son así y, en las épocas de crisis existencial, pueden llegar a la conclusión de que la vida no vale la pena, ya sea que me deje morir, o me suicide, o, como Drogo, transcurra tristemente hasta el fin de sus días.

Esta es una época parecida, en la que cuesta encontrar motivos de esperanza para mantener la vida en alto.

Formar parte de este micro mundo durante la vida de Drogo me ayudó a visualizar el riesgo y las consecuencias de afrontar la vida con pasividad existencial, sin capacidad de plantearse alternativas, ni de tener el valor y la fuerza para realizar una vida mejor.

Tal vez esta sea la epopeya que menciona Borges.

Eso solo justificó la lectura.

Además, es una buena novela, brillantemente escrita, con un manejo excelente de los tempos de la vida de los personajes.

LÉANLA, Y DÉJENSE LLEVAR A ESE MUNDO, OPRESIVO EN MUCHOS MOMENTOS, ES UNA MANERA DE COMPRENDER MEJOR LA VIDA, DE AYER Y DE SIEMPRE.

#ELDESIERTODELOSTARTAROS #DINOBUZZATI