Tomé una de las
consignas enarboladas en los banderazos y caravanazos de hoy porque es un buen
pie para presentar esta nota de Página 12. Hace un rato un contacto de Facebook
al que le encanta cuestionar mis posteos, me reprochó que usara muchas notas de
ese medio para mis blogs y posteos. Le contesté que, aunque busco en diversos
medios, es en Página 12 donde encuentro material diferente del que la mayoría
de los canales de aire y de cable y medios digitales ofrecen.
Esto es lo que
pasa con el tema de Vicentín, como con el de la cuarentena, o situación
económica, o cualquier noticia que se preste para desgastar al Gobierno.
La nota de
Bruschtein muestra todos los aspectos que están confluyendo en esta movida que
incita y promueve el macrismo. Recordemos que Patricia Bullrich llamó a
transformarla en la Resolución 126, tratando que el campo en su conjunto salga
a cortar rutas.
Claro, no es tan
sencillo: mucha gente no comparte este uso de la situación de la mega empresa
en concurso por mala y fraudulenta gestión para dañar a un Gobierno que está
tratando de sacar al país de las situaciones más críticas que uno puede
recordar, ni tampoco hay unanimidad de las organizaciones del campo.
Es cierto que el
macrismo concentrado y fervientemente anti peronista adhirió a la medida como se
opondría a cualquier otra que tomara este Gobierno, pero, si no fuera por la
difusión sesgada que le dan los medios que menciono arriba, no tendría dimensión
tan significativa.
De todos modos,
está claro que la oposición del macrismo es total, y sin la menor intención de construir
hechos políticos, sino de perjudicar lo más posible al Gobierno, sin ningún mea
culpa del papel que tienen en la situación de Argentina, Vicentín incluido.
La idea es la siempre: que el que quiera entender mejor
lo que nos pasa, tenga elementos para hacerlo.
Cambiemos y el
radicalismo PRO se abroquelaron contra la expropiación de la corporación
Vicentin que fue su mayor respaldo económico en las campañas electorales, con
lo cual aparece como si la empresa hubiera comprado esa defensa. O sea: si
cualquier millonario aporta lo suficiente a la campaña de una fuerza política,
compra impunidad para recibir créditos irregulares del Banco Nación para
después no pagarlos. La operativa se realizó cuando ellos eran gobierno y el
titular del banco que la autorizó, Javier González Fraga, está relacionado con
esa fuerza. Ante el fallo judicial contrario, el gobierno retrocedió de su
impulso inicial de expropiar y se plantea, junto con el gobernador santafesino
Omar Perotti, el desplazamiento del directorio actual y una intervención
judicial que designe un Órgano Interventor de la megaempresa.
La defensa de
Vicentin que hacen el radicalismo PRO y Cambiemos tiene los pies de barro:
defienden a quien les dio mucho dinero para que fueran gobierno. Y cuando fueron
gobierno, ellos le dieron mucha plata en condiciones de favoritismo,
saltándose, los reglamentos del Nación. Y ahora volvieron a defenderlo.
Un banco privado
nunca hubiera prestado 300 millones de dólares en esas condiciones. Y, de
hacerlo, ahora estaría quebrado. El Nación no quiebra porque tiene respaldo del
Estado. El PRO y Cambiemos, beneficiados por el dinero de Vicentin, tienen
responsabilidad en el desfalco al Nación, a los demás bancos y a las
cooperativas y productores rurales, porque era su gobierno y sus funcionarios.
Pero, amparados por la complicidad de las corporaciones mediáticas, disfrazan
su defensa del turbio negociado con acusaciones de “inconstitucionalidad”.
Vicentín es mucho
más que un conglomerado económico. Se respalda en ese poderío para proyectar su
influencia sobre todo en la política, pero también en los medios y en la
Justicia. La operatoria solamente hubiera podido funcionar amparada en esa
trama vigorosa de influencias. Ahora, en coincidencia con los directivos que
los financiaron, ese bloque demoledor de política, funcionarios judiciales,
periodistas y corporaciones mediáticas se puso en movimiento para rechazar la
expropiación propuesta por el gobierno.
El juez de la
convocatoria de acreedores de Vicentin, Fabián Lorenzini, a cargo del tribunal
Civil y Comercial de Reconquista, repuso en sus funciones al directorio de la
empresa y designó a los interventores del gobierno nacional como simples
veedores.
Es un directorio
que le mintió sobre la situación de la empresa a sus mismos accionistas, gran
parte de los cuales se han presentado ahora como perjudicados ante la justicia.
Es el mismo directorio que mientras declaraba que no podía pagar sus deudas,
vendía una de sus empresas en el exterior y recaudaba 120 millones de dólares.
Frente a la
contraofensiva judicial y política del directorio de Vicentin, el gobierno, a
través de la Dirección de Personas Jurídicas de la provincia de Santa Fe
propuso ahora que la justicia designe una intervención y planteó que la
encabece Roberto Gabriel Delgado, quien era el interventor designado por el
decreto que rechazó el juez.
El organismo
interventor controlará la empresa mientras dure el concurso de acreedores, o
sea más que los dos meses que se había planteado en el decreto. El gobernador
Perotti expresó que este mecanismo sustituye la idea de expropiar. Desde el
gobierno nacional se insistió que el viejo directorio será desplazado y que el
Estado tendrá intervención y decisión en la estructura que se genere.
El banderazo que
se convocó para hoy forma parte de esa ofensiva de la oposición en defensa de
la corporación que los financió. Aprovecha el malestar creado por la cuarentena
y se constituye al mismo tiempo en una convocatoria para transgredirla en el
peor momento de transmisión de la enfermedad. Los infectados ya son dos mil por
día y los sistemas de salud están en un nivel de alarma amarilla, con más de la
mitad de las camas ocupadas.
En la propaganda
dan a entender que el gobierno amenaza la propiedad de las personas. Por el contrario,
el control estatal trata de resguardar la propiedad de toda la sociedad,
representada en una empresa pública –que es de todos, esta sí. Y también
resguarda la propiedad que le fue expropiada por Vicentín a miles de pequeños y
medianos productores de Córdoba y Santa Fe.
El banderazo es
un acto bisagra en la relación de la oposición con el gobierno porque muestra
la decisión de salir como lo hicieron durante la resolución 125. La
movilización tiene en ese sentido un componente antiperonista muy fuerte que
excede al conflicto con Vicentín. Esa es la parte del voto que nunca cambió y
que respaldó a Mauricio Macri.
Pero también
cabalga sobre el malestar que crea la cuarentena en sectores adonde no llegó la
ayuda estatal, por retraso, por burocracia o porque no estaba contemplado. Y
también hay cansancio en parte de los que han sostenido el aislamiento.
El acto romperá
una cuarentena que ha sido tomada como ejemplo en todo el mundo. El prestigioso
periódico norteamericano The Nation, contrastó esta semana las políticas
sanitarias de Alberto Fernández con la de Jair Bolsonaro.
No hay Vicentin
sin soberanía fluvial, marítima y logística | Modelo nacional que deje atrás la
política portuaria alineada con el trazado geopolítico de las multinacionales
Los muertos por
corona virus en Argentina están llegando a los mil. En Brasil, sin cuarentena,
ya llegan a los 50 mil. Aun haciendo equivalencias por la diferencia de
habitantes, las cifras del país vecino son muchísimo más altas y terroríficas.
Sectores del macrismo cuestionan esta decisión por las pérdidas en la economía.
Es cierto, el
PBI, en la comparación interanual, cayó algo más del 11 por ciento. Lo que
ocultan los críticos de la cuarentena es que en Brasil, sin aislamiento, la
caída de la economía ha sido aún más abrupta: más del 15 por ciento. La
cuarentena de este gobierno salvó miles de vida y al mismo tiempo atenuó la
caída de la economía con medidas dentro de sus recursos limitados.
La pandemia puso
en crisis todos los postulados que aplicó Mauricio Macri. La meritocracia en
términos de pandemia es la de Bolsonaro: que se salven los más aptos. En
cambio, el gobierno argentino priorizó la responsabilidad social, es decir, la
respuesta comunitaria, que el individualismo neoliberal desprecia.
El gobierno de
Macri con los radicales PRO perjudicó la salud pública. Convirtió al Ministerio
de Salud en Secretaría y redujo su presupuesto en más del 25 por ciento. El
gobierno kirchnerista había dejado 13 hospitales prácticamente terminados en
todo el país, siete de ellos en el conurbano que ahora serían decisivos en la
lucha contra la pandemia.
A algunos sólo le
faltó el equipamiento y todos tenían más del 80 por ciento de la obra avanzada.
La gobernadora María Eugenia Vidal dijo que no iba a poner un peso en
hospitales y se negó a terminarlos. Dijeron que inaugurar hospitales era pura
demagogia. Pero ahora muchos de los que la votaron deberán atenderse en los
hospitales que ha construido el gobierno, sobre la base de los que ya estaban.
Se dijo que la
creación de universidades en el conurbano era demagogia “porque los pobres no
van a la universidad”. Y esas universidades, junto con científicos y técnicos
del CONICET han desarrollado kits de testeo para detectar masivamente a los
enfermos. Está prevista su exportación porque son más baratos que los
extranjeros. Se desarrolló un suero para atenuar los síntomas de la enfermedad
y bajar su índice de mortalidad y se construyeron respiradores más baratos y
sencillos que los anteriores.
Más que “defender
la propiedad”, la carga antiperonista de la convocatoria al “banderazo” busca
volver a un país sin cuarentena, sin hospitales, ni científicos, ni
universidades públicas.
Me llamó la atención el título de la nota, y la leí con cuidado, aunque no es corta. Bunge se caracteriza por sus declaraciones provocadoras, y tiene adeptos y detractores.
La nota alterna
elogios y críticas al peronismo -a Argentina también-, y me interesaron algunos
fragmentos que reproduzco, pero está el link para el que le interese leerla
completa.
Estoy de acuerdo
con la afirmación que sirve de título, aunque seguramente los anti peronistas protestarían
con ganas. El otro día veía unas encuestas en la que le preguntaban a
peronistas y macristas a quién nunca votarían: el 14% de los peronistas eligió
al macrismo, pero el 72% de los macristas mencionaron al peronismo. O sea que
el macrismo es centralmente antiperonista lo que garantiza el rechazo a una
afirmación como la del título, y asegura que la “grieta” se va a mantener.
Sin embargo, el
peronismo es lo que nos hace diferentes, aunque hay otras expresiones de
populismo latinoamericano semejantes. La diferencia es que el peronismo ha sido
–y vuelve a serlo- Gobierno, y Bunge menciona algunas de las políticas y hechos
positivos que hay en Argentina desarrolladas por los Gobiernos peronistas. Si
analizamos, por ejemplo, el papel que tienen las organizaciones gremiales, podremos
ver una diferencia clave respecto de otros países.
Me parece
importante destacar el concepto del título, porque muchas cosas que el neo
liberalismo capitalista que intentó gobernarnos descalificó e intentó erradicar
son las que nos permiten desarrollar un país más justo para la mayoría de los
argentinos, aunque la pobreza alcance niveles tremendos.
Comprendamos al peronismo para valorar y defender todo lo
que nos hace un mejor país. Cambiemos lo que no sirva para eso, pero no
aceptemos que nos quiten la educación y la salud públicas, o una jubilación
justa, o un proyecto económico que genere el trabajo que necesitamos.
Es lo único útil en esta etapa crucial y difícil:
entender qué es lo mejor para el país, pero mirálo vos, no dejés que ningún
programa de televisión te maneje la opinión. Buscá otras miradas, otros
criterios.
De última, tiene
que ver con tu vida y la de los tuyos. Vale la pena.
“El que no entiende el peronismo no entiende la Argentina”
“-Éramos tan
apasionadamente antiperonistas que no fuimos capaces de hacer un análisis
objetivo del peronismo. Más aún, usábamos categorías políticas europeas.
Creíamos que el peronismo era una forma de fascismo. Y no lo es: es original,
es un tipo de populismo. Creíamos también que Perón era bruto. Es falso. Era
inteligente, no sólo habilidoso, y tenía cultura histórica, al fin y al cabo,
era profesor de historia militar en el Colegio Militar. Lo menospreciamos y por
eso no lo entendemos. Gino Germani, que fue el fundador de la sociología
moderna en la Argentina, se fue del país en 1966 y al año siguiente me visitó
en Montreal. Le pregunté: “¿Por qué te fuiste de la Argentina? ¿Por la
persecución? No -me dijo-, me fui porque fui incapaz de entender al peronismo.
Todavía hoy no lo entiendo”. Y es así: quien no entiende al peronismo no
entiende el país.”
…
“-Algunos
imaginaron que la crisis financiera internacional iba a permitir que surgiera
un capitalismo distinto, más “sensible”. ¿Estamos a tiempo de esperar
algo semejante?
-Hubo cosas positivas y negativas. Hay que empezar por
averiguar por qué China y la India son los dos únicos países en el mundo cuya
economía ha crecido en los últimos doce meses. Ambos son proteccionistas y no
son neoliberales. La India se ha salvado de los tsunamis financieros, en
particular, porque regula el mercado financiero y no permite las
especulaciones. Y a China le falta democracia, pero también está avanzando en
ciencia y técnica a pasos agigantados. A propósito de esto, ¿sabe cómo se manejan
las finanzas internacionales en este momento? Hay un cuento que lo ilustra. En
un pueblo turístico de Europa, llega de pronto un alemán muy rico al único
hotel del lugar, deja en el mostrador un billete de cien euros y le dice al
dueño: “Me gusta mucho el lugar y quiero estudiar la posibilidad de pasar
una semana acá. ¿Me permite mirar las habitaciones?” “Sí, suba, las
habitaciones están todas abiertas”, le responde el dueño del hotel, que
sale corriendo y le lleva el billete de cien euros al carnicero para saldar una
deuda. El carnicero sale corriendo con el billete para pagarle al proveedor de
alimentos para sus cerdos. A su vez, el proveedor de alimentos para cerdos va
corriendo con ese billete y le paga a la prostituta una deuda por sus servicios.
La prostituta toma el mismo billete de cien euros y lo deja en el mostrador del
hotel para pagar la deuda que tiene por haber alquilado las habitaciones.
Entonces, al cabo de un rato, baja el turista alemán y le dice al dueño del
hotel que no le gusta ninguna de sus habitaciones, toma el billete y se va. Han
transcurrido nada más que cinco minutos, nadie hizo nada, nadie produjo nada,
pero todo el mundo está feliz porque todas las deudas han sido saldadas
(risas). En esto consisten las grandes finanzas. Detrás de estas grandes
manipulaciones no hay nada. Hay gente que se arruina, pero nadie se beneficia.
Es monstruoso.”
Día del Escritor. Se festeja cada 13
de junio, en conmemoración al nacimiento del autor argentino Leopoldo Lugones
(1874-1938). La fecha fue propuesta por la Sociedad Argentina de Escritores,
fundada por el propio Leopoldo Lugones, diez años antes de su suicidio.
Cuando caí en la cuenta de la fecha, se me ocurrió compartirla en
Facebook y la hice con el posteo que copio abajo.
“Estoy pensando en el Día del Escritor, aunque primero fui lector, y mi
viejo me enseñó a leer a los 5 años con el Patoruzú y el Pato Donald, para que
no le secara la cabeza para que me los leyera. La de escritor es mi segunda y
central vocación. La dejé de lado porque me parecía una forma muy mediada
-depende de que me lean- de modificar la realidad. Por eso, fui Profesor -otra
forma mediada, pero más concreta- e hice siempre política: la manera más bella
de colaborar con que el mundo sea mejor. Feliz Día, escritores (lo estoy siendo
en este momento).”
A partir de ahí, se empezaron a mover cosas dentro de mí, recordando mi
vida y esa vocación esencial.
Unos días antes había encontrado esta nota en Página 12:
En la nota se relata la
visita de Canetti a la Mellah en Marrakesh. Me impactaron un par de párrafos:
“En aquella plaza de la Mellah, entre mercaderes
tuertos que vendían un solo limón reseco o un puñado de piedras, Canetti vio a
unos niños recitando aplicadamente el alfabeto hebreo con su joven maestro y
una decena de metros más allá a los cuenteros, rodeados de gente en un doble
círculo que seguía el relato pendiente de cada palabra. Su admiración ante
semejante poder narrativo fue inmediata. “Los sentí como hermanos más viejos y
más sabios. Yo hacía o quería hacer algo así, pero en lugar de vivir de la
confianza de mi relato lo había hipotecado todo a la pluma y al papel, a la
elucubración interior, solitaria, pusilánime. En cambio, ellos, desprovistos de
libros y de todo conocimiento superfluo, sin ambiciones ni sed de prestigio,
ejercían con impune plenitud la magia de nuestro oficio”.
Unos pasos más
allá, Canetti se reconcilia con la pluma y el papel cuando ve, acomodados
contra la pared de la recova, a los escribientes. No hacen nada por atraer a la
gente, están ahí sentados, enjutos, con su pequeño escritorio delante, a cierta
distancia unos de otros para tener intimidad cuando un cliente se les sienta
enfrente y contrata sus servicios. “Escuchaban con una rara intensidad, ajenos
al bullicio de la plaza. Esperaban al final sin escribir una palabra, luego se
quedaban con la mirada perdida meditando cómo expresar cabalmente lo que les
pedían escribir. Desde mi lugar no oía nada, sólo veía la electricidad de la
transmigración de esos susurros en palabra escrita. Y el increíble cambio de
los rostros cuando el escribiente leía lo que había escrito”.
Ese encuentro con el
sentido inicial y esencial de ser narrador me llevó a mi propio encuentro y lo revivió
de una manera profunda. Inmediatamente surgió en mí una figura muy antigua: el
aedo. Recordé un tema dado al rendir algún Griego en la Facultad de Filosofía
de la UNCuyo: “El aedo en la poesía homérica”. Este personaje –memoria de las
epopeyas de la comunidad, como el bardo celta o el payador argentino- siempre
fue muy fuerte en mí como representación del valor de ser escritor. Y fue un
nuevo remezón en este encuentro con aquella vocación que nació conmigo.
Mientras buscaba la nota
sobre Canetti, encontré –sin la menor posibilidad de casualidad- con esta nota
en Página 12:
El inicio decía: “El autor de Adán Buenosayres tuvo una vida marcada por las letras y el compromiso político. Como poeta, novelista y dramaturgo, dejó una vasta obra que inspiró a generaciones de literatos. Como peronista, fue funcionario en Educación y sufrió́ el ostracismo de la proscripción.”
Leí el Adán Buenosayres
como texto en Literatura Argentina II. Una obra monumental, distinta de todo lo
que había leído, pero mi aprecio por Marechal también se debió a que era uno de
los pocos grandes escritores argentinos que era peronista. No entraré en
analizar ese tema, pero siempre valoré esa actitud que lo diferenciaba del
cenáculo del mundo cultural nacional. Había que tener valor para eso, porque
significaba quedar fuera del sistema, y casi condenado al ostracismo.
Fue el golpe final para
el reencuentro: Marechal, además de lo dicho, era un buscador metafísico (ya
había escrito Ascenso y descenso del alma por la belleza) con una profunda
religiosidad católica.
Evidentemente, en un par
de días había recorrido los más de 70 años de mi vida, y frente a mí, se
erguían una máquina de escribir y un libro.
Recordé que mi primer y único
cuento lo escribí en una Lettera y todos los libros y escritos que pasaron por
mis manos, y tuve que hacerme cargo de que, en el Día del Escritor, tenía que
ponerme de pie y seguir el llamado de lo esencial y profundo de mi vida.
SER ESCRITOR NO ES LO
ÚNICO QUE CONSTITUYE LA MISIÓN QUE ME TRAJO A ESTE PLANO, PERO FUE SIEMPRE
CENTRAL.
La frase “nueva
normalidad” se escucha por todos lados, aunque no se sepa qué será, y si se la
podrá llamar normalidad, por lo menos en el sentido que tenía.
Se multiplican
los opinólogos que hablan de que se había escondido la basura debajo de la
alfombra y que la pandemia ha sacado todas esas miserias a la luz.
Resulta llamativo
que Luis Rosales, aggiornado columnista de América, opine esto cuando fue
candidato a Vicepresidente de Espert, que cuestionó el neo liberalismo de Macri
porque había sido demasiado tibio y no había tomado medidas que nos hubieran
sumergido, aún más, en el desempleo y la pobreza.
Sin embargo,
muchos/as habíamos cuestionado y/o denunciado las desigualdades y asimetrías
del mundo, y, sobre todo, de América Latina.
Ya los pueblos
latinoamericanos habían salido a reclamar un cambio del sistema que les
proporcionara mejores condiciones de vida: ingresos dignos, educación, salud,
etc. Eso pasó en Chile, Ecuador, Colombia, y ahora, en Brasil.
Sin embargo, el
problema no es solo lo económico, porque el tema de la participación ciudadana
es clave, y la nota de Rocío Annunziata es útil para que empecemos a pensar en
eso y en cómo podremos mejorarla, cualitativa y cuantitativamente, en el mundo
después del coronavirus, y, en lo posible, empezar con acciones concretas ahora
porque no será fácil lograr que los que propiciaron aquella normalidad injusta
y desigual renuncien a sus negativos logros.
SEAMOS
REALISTAS: EL MUNDO FUE –Y ES- ASÍ PORQUE ALGUNOS POCOS TRABAJARON PARA ELLO, Y
OTROS MUCHOS LO PERMITIERON.
LA GRIETA
EXISTIÓ SIEMPRE, POR LO MENOS TRABAJEMOS PARA QUE LOS QUE ESTÁN EN EL LUGAR EN
QUE SE SUFRE MÁS SEAN MENOS.
PARA ESO, HACE
FALTA MÁS Y MEJOR PARTICIPACIÓN CIUDADANA.
¿Democracia en
pausa?
LA NUEVA
NORMALIDAD DE LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA
Por Rocío
Annunziata Ilustración Sebastián Angresano
Desde los ’80
hasta la pandemia del Covid-19, las políticas de participación ciudadana se
multiplicaron al punto de ser una marca de nuestra región hacia el mundo. La
pausa obligada por el aislamiento social plantea nuevos desafíos para que este
espacio no se vacíe y reafirme su sentido de justicia social. Rocío Annunziata
transcribe la memoria del debate Ciudadanía y Pandemia: ¿la democracia en
pausa? del proyecto Partícipes, organizado por Fundación Avina y Revista
Anfibia.
Cuando pensamos
en la idea de “participación ciudadana” es inevitable imaginar una reunión de
muchas personas en contacto unas con otras, ocupando un espacio público y
dialogando “cara a cara”. Participación y aislamiento social no combinan nada
bien. Por eso, entre las tantas actividades que parecen haber sido puestas en
pausa por la pandemia del COVID-19, ésta es una de las que más inquietudes
genera a quienes esperan la reactivación en la nueva normalidad.
Las instituciones
participativas -instancias promovidas por los gobiernos, sobre todo de nivel
local, que invitan a la ciudadanía a tener voz-, no hicieron más que
multiplicarse desde las primeras experiencias latinoamericanas de fines de los
ochenta, las que pusieron a la región en el lugar del laboratorio de innovación
por excelencia en esta materia. América Latina fue emulada por otros
continentes, y la expansión de estas prácticas cruzó colores políticos y
etiquetas partidarias. Por mencionar sólo el ejemplo de la institución
participativa más conocida, el Atlas Mundial de Presupuesto Participativo
editado por Nelson Dias, Sahsil Enríquez y Simone Júlio cuenta más de 11.600
experiencias en todo el mundo en 2019.
¿Qué futuro tiene
la participación ciudadana en las ciudades? ¿Cómo retomar los desafíos
pendientes y los que surgen a partir de esta coyuntura? ¿Qué pueden hacer las
ONGs y los gobiernos locales en este contexto? Estas preguntas estructuraron el
encuentro Ciudadanía y Pandemia: ¿la democracia en pausa?, organizado por
Fundación Avina y Revista Anfibia en el marco del Proyecto Partícipes, el 19 y
el 21 de mayo de 2020. Participaron más de 300 miembros de organizaciones de la
sociedad civil de Córdoba, Rosario, Mendoza y Buenos Aires, funcionarios
locales y público general.
1 La “antigua normalidad” participativa no era
ideal
Una de las
primeras impresiones que surgen ante la pregunta sobre lo que la pandemia puso
en pausa al interrumpir las instancias participativas implementadas en las
ciudades es que la normalidad de la participación que conocíamos no era
perfecta. ¿Cómo estábamos antes del COVID-19?
Lo primero que
habría que decir es que la “normalidad” de las instituciones participativas era
seguir expandiéndose. Hay que reconocerlo: muchos las impulsaban como
verdaderos insumos para sus políticas, otros como una mera estrategia de
imagen. Lo cierto es que la tendencia señalaba la inclusión creciente de este
tipo de instancias en los gobiernos locales. Una prueba de ello es la
pregnancia que tuvo el paradigma del Gobierno Abierto en la gestión pública.
Que ésta fuera la
tendencia no implica que todos esos espacios fueran igual de fuertes, genuinos
y transformadores. En algunos casos, la normalización y masificación del
paradigma iba de la mano de prácticas muy debilitadas. Por eso la versión más
desplegada por el mundo en estos años es la que identifica la participación
ciudadana con una herramienta administrativa y despolitizada para conocer las
preferencias de la gente y gestionar con mayor eficiencia. Lo que se venía
viendo cada vez menos, en cambio, era la puesta en marcha de instancias
participativas que fomentaran la creatividad social, el debate y el conflicto,
y que tuvieran un horizonte de justicia social.
Esto nos
reconduce a dos temas que surgieron en los webinar de Partícipes. 1) Muchas
veces las instancias participativas están contenidas en normativas virtuosas y
tienen un diseño institucional que hace suponer que habrá una participación
sustantiva, pero en la práctica la capacidad de estos espacios de involucrar a
los ciudadanos y considerar sus propuestas realmente es muy baja. Virginia
Romanutti, de Nuestra Córdoba, citaba el ejemplo de las Juntas de Participación
Vecinal de Córdoba para ilustrar instituciones bien diseñadas que no se
traducen en buenas experiencias.
2) Las
instituciones participativas tienden a estar orientadas hacia las demandas
individuales y cuesta pensarlas como ejercicios colectivos, como advertía Luis
Cardoso, de Acción Colectiva. La concepción mayormente administrativa de las
instancias de participación que surgen “desde arriba” se corresponde con
formatos de participación fragmentada, que privilegian que cada participante se
lleve algo del proceso, cristalizándose en inquietudes poco diferenciadas de
reclamos individuales. Un tema de larga data es que el participante convocado
suele ser más el vecino que el ciudadano.
2. La pausa no son cinco minutos
¿Qué
consecuencias están teniendo la pandemia y el aislamiento social sobre las
instituciones participativas? En el mundo y en Argentina, las miles que estaban
funcionando quedaron en suspenso. La reunión de personas en espacios públicos
no está a la orden del día, por prohibiciones explícitas o por prudencia
sanitaria. A este inconveniente indiscutible se suma el hecho de que, en
Argentina, muchas gestiones gubernamentales acababan de asumir cuando llegó la
pandemia y estaban recién ideando sus nuevos ámbitos participativos o
analizando el estado de las instituciones heredadas.
En las
situaciones de excepción los gobiernos tienden a cerrarse y a centralizar las
decisiones. Como se advirtió en este encuentro, el argumento de que sería
irresponsable o imposible planificar políticas en esta situación de crisis y
urgencia es esgrimido por los funcionarios. ¿Cuán factible es escuchar muchas
voces para decidir en este contexto? Facundo Heras –de Nuestra Mendoza- explicó
que los gobiernos supieron dialogar muy bien con los sectores económicos en la
creación de protocolos para habilitar actividades, y que ésto prueba que
podrían dialogar de igual modo con las organizaciones comunitarias para atender
a las necesidades de los territorios, como las ollas populares.
La combinación de
aislamiento social, desconfianza interpersonal y gobiernos que se cierran puede
significar un golpe muy duro para las instituciones participativas, que siempre
han estado caracterizadas, incluso en la normalidad, por una gran volatilidad y
dependencia de los cambios de gestión. Lo más probable es que la gran mayoría
de estas instancias no se recuperen en el corto plazo.
3 ¿La “nueva normalidad” será digital?
Una de las
estrategias posibles para enfrentar la pausa sería “digitalizarlo” todo, como
sucede con mucho de nuestras vidas cotidianas. La incorporación de nuevas
tecnologías para la participación en las ciudades ya venía en aumento, pero hoy
puede presentarse como una alternativa salvadora. Así lo contaban los
funcionarios que intervinieron en el segundo encuentro de Partícipes. Godoy
Cruz (Mendoza) está buscando convertir su Presupuesto Participativo en un
Presupuesto Participativo online, con el apoyo del Proyecto Cónsul, una
plataforma creada por la gestión anterior del Ayuntamiento de Madrid. Este es
también el modelo con el que se desarrolla desde 2017 BAElige, que permite cada
año a los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires decidir el destino de 600 millones
de pesos. Rosario, la ciudad argentina cuyas instituciones participativas se
han hecho famosas en el mundo, ensaya realizar las reuniones de sus consejos
barriales por Zoom.
La posibilidad
que brindan las herramientas virtuales están también influyendo en formas de
participación que promueven los gobiernos locales más allá de las instituciones
participativas propiamente dichas: la comunicación directa con los vecinos a la
que apunta Rosario, o el programa de voluntariado Mayores Cuidados que impulsó CABA
son buenas ilustraciones. En todo caso, miembros de equipos de gestión de los
gobiernos locales coinciden en que los recursos virtuales o digitales formarán
parte del paisaje de la “nueva normalidad” de la participación.
Pero no todas las
realidades son adaptables a la virtualización o digitalización de sus
instancias participativas. La localidad de Maipú (Mendoza), por ejemplo, viene
trabajando con un Presupuesto Participativo orientado a las áreas rurales que
difícilmente podría transformarse en online. No solo es una cuestión de brecha
y conexión. En lo que se refiere a la digitalización de las instituciones
participativas la biblioteca está dividida. Algunos expertos se preocupan por
si las herramientas digitales tienden a eliminar los momentos de deliberación y
debate: es posible hacer propuestas online, es posible votar proyectos online,
pero es mucho más difícil discutir ideas y llegar a propuestas colectivas si
falta el encuentro “cara a cara”. En este sentido, uno de los desafíos para el
futuro de las instituciones participativas será que la incorporación de lo
digital no vaya en detrimento de instancias capaces de producir deliberación.
4. Puede ser una pausa creativa
El paréntesis en
el que se encuentran las instituciones participativas puede representar también
una oportunidad, una pausa creativa en la que surjan herramientas que terminen
por mejorar algunos aspectos de la “antigua normalidad” de la participación.
Otro ejemplo: quizás los Presupuestos Participativos digitales atraen una
participación social más numerosa, y no sólo a quienes participan siempre, que
disponen del tiempo para trasladarse y estar, como notan en la ciudad de Godoy
Cruz.
Aquí está la otra
parte de la biblioteca: la participación online puede ser más inclusiva en la
medida en que se integra más fácilmente a la vida cotidiana y no exige la
presencia física en horarios imposibles para muchos. Otro ejemplo es el que
acabamos de mencionar de los encuentros de consejos barriales por Zoom; ¿podrán
estos formatos revertir la difícil relación entre lo online y la deliberación?
Encontrar formas para mantener latentes las instancias participativas es el imperativo actual. Pero a la vez podemos usar la pausa para repensar la normalidad. Como sostuvo Matías Bianchi, de Asuntos del Sur, citando a Bruno Latour: “si todo está en crisis, podemos rediscutir todo”.
En la primera
conversación Estrategias de la sociedad civil para sostener la participación
ciudadana (19/5/2020) estuvieron Virginia Romanutti de Red Ciudadana Nuestra
Córdoba (Córdoba); Matías Bianchi de Asuntos del Sur (Buenos Aires); Luis
Cardoso de Acción Colectiva (Rosario) y Facundo Heras de Nuestra Mendoza
(Mendoza). Moderó Hinde Pomeraniec.
En la segunda
conversación Los gobiernos locales ante las demandas ciudadanas de participación
(21/5/2020) disertaron Alejandra Torres (Secretaria de Planeamiento,
Modernización y Relaciones Internacionales de Córdoba); Fernando Straface
(Secretario General de Relaciones Internacionales de CABA); Laura Bartolacci
(Subsecretaría de vinculación ciudadana de Rosario); Martín Appiolaza (Director
de Prevención, Participación Comunitaria y Derechos Humanos de la Municipalidad
de Godoy Cruz, Mendoza) y Gabriela Riveros (Directora de Planificación
Estratégica de Municipalidad de Maipú, Mendoza). Moderó Hinde Pomeraniec.
He elegido esta nota de Zaiat porque es categórica en
cuanto a la descripción de esta fuerte movida del macrismo residual, los medios
amigos y los trolls y bots que manejan la campaña en las redes.
Creo que es un sector minoritario de la sociedad el que
apoya esta embestida contra la estrategia que, hasta ahora, nos ha venido
guardando de vivir situaciones trágicas como otros países del mundo, pero esta
campaña –que incluye noticias falsas de revueltas populares- le da una
dimensión mucho mayor.
No estoy minimizando la dura situación que vive Argentina
como gran parte del mundo, sino que la gente sigue bancando la cuarentena
porque cree que es lo mejor que se puede hacer para preservar la salud pública.
Con esta entrada intento colaborar con esa gente que está
sufriendo tanto, para que no se desanime por creer que tanto sacrificio es en
vano, y piense que el Gobierno está equivocado y que hay que romper la
cuarentena.
NO ES ASÍ, Y EN
LA ENORME MAYORÍA DEL PAÍS, COMO EN MENDOZA, LA CANTIDAD DE INFECTADOS ES BAJA,
Y SE ESTÁ AVANZANDO EN LA APERTURA, PERO CON LA NECESARIA PRUDENCIA QUE
REQUIERE LA SITUACIÓN.
NO CREAMOS A
QUIENES NO LES IMPORTAN LOS MUERTOS QUE COSTARÍA ESA APERTURA IRRESPONSABLE.
Dispositivo
mediático de confusión sobre la situación social, política y económica del
aislamiento social
Campaña
anticuarentena, fake news y culto a la muerte
La militancia
anticuarentena, que lidera el Grupo Clarín con sus diarios, radios y canales de
televisión, seguido por La Nación, el Grupo América e Infobae, es tan irresponsable
socialmente como mezquina en términos políticos e ignorante de la cuestión
económica. Desprecian el destino sanitario de las personas mayores y de los
grupos socioeconómicos vulnerables.
Por Alfredo Zaiat
Es tan potente el
dispositivo mediático del poder económico que es necesario hacer aclaraciones
obvias.
Quién puede estar contento o cómodo cuando se alteró en forma tan
fuerte la rutina y los vínculos personales y familiares.
Quién puede estar feliz si por la cuarentena y por precaución no se está
viendo a los padres ni hay reuniones con amigos.
Quién no está angustiado, ansioso y preocupado por la violenta alteración
de la vida cotidiana.
Es tan evidente
el hastío por esas restricciones que genera incomodidad tener que aclararlas
para señalar que la campaña
anticuarentena, que lidera el Grupo Clarín con sus diarios, radios y
canales de televisión, seguido por La Nación, el Grupo América e Infobae, es
tan irresponsable socialmente como mezquina en términos políticos e ignorante
de la cuestión económica.
Todo es debatible
en democracia, pero no se transita el sendero de la racionalidad, en caso de
ser bienintencionados, y de la honestidad intelectual, en muchos otros
dedicados al entretenimiento periodístico, cuando se hace gala de la soberbia
de la ignorancia al desafiar la evidencia científica y empírica. La
controversia con la militancia social y periodística anticuarentena se parece a
las discusiones delirantes con grupos terraplanistas y antivacunas.
Con fake news y
apelando a la angustia personal por la cuarentena, lo que hacen es una
provocación abierta a que una parte de la sociedad, atrapada por el cansancio,
el miedo económico y la confusión, termine despreciando el destino sanitario de
las personas mayores y de los grupos socioeconómicos vulnerables.
Trabajan para que
la mayoría de la sociedad acepte que los adultos mayores y pobres se mueran por
coronavirus. Esto es lo que ha sucedido en Suecia, Italia, España, que han
dejado morir a las personas mayores contagiadas porque sus respectivos sistemas
sanitarios han colapsado; o en Estados Unidos y en Brasil, donde el coronavirus
se concentra en pobres e inmigrantes.
Existen datos
objetivos, irrefutables, que muestran cuál es el saldo sanitario de la opción
anticuarentena. El saldo es un desastre humanitario, fosas comunes, cementerios
desbordados y, además, derrumbe económico.
La sociedad
argentina posee una larga y rica historia de movilizaciones y resistencias
sociales y políticas que no soportaría cantidades de contagiados y muertes como
se anotan diariamente en Brasil, Chile, Perú, Italia, España, Gran Bretaña o
Estados Unidos.
El objetivo
político de los militantes anticuarentena es erosionar entonces la elevada
aceptación social y política que hoy tiene el gobierno de Alberto Fernández. La
campaña la lideran grupos conservadores porque les irrita que CFK y el
kirchnerismo tengan un papel destacado en la alianza de gobierno.
O sea, la
obsesión patológica con CFK y, fundamentalmente, lo que ella representa en
términos de disputa histórica por el tipo de proyecto de país, no respeta ni el
riesgo de vidas por la pandemia global.
Si se analiza la
historia argentina, se descubre que los sectores reaccionarios no han respetado
la vida, más bien son cultores de la muerte de los desvalidos, vulnerables y
rebeldes: el combate a los gauchos, la matanza de comunidades indígenas en la
Campaña del Desierto, la persecución y muerte de anarquistas y socialistas a
principios del siglo pasado, el “Viva el cáncer” de Evita, el
bombardeo a civiles en la Plaza de Mayo, los fusilamientos de José León Suárez,
hasta la muerte y desaparición de miles de personas en la última dictadura
militar.
¿Por qué sería diferente ahora con la pandemia del
coronavirus?
Ahora bien, es
evidente que la economía está sufriendo y mucho con la cuarentena. Pero no sólo
sufre la economía argentina; la economía mundial ha colapsado.
Cada uno de los
países en crisis está viendo cómo encontrar una “nueva normalidad” en
el funcionamiento de la economía. También se la está buscando en Argentina.
Mientras, el Estado tiene que mejorar en rapidez y eficacia la inmensa red de
contención previsional, social y económica (empresas y trabajadores) que se
diseñó para la emergencia.
Es una obviedad
que la cuarentena tiene costos económicos, pero la apertura como la piden los
anticuarentena también los tiene. La economía no se recuperaría si se terminara
de un día al otro el aislamiento social preventivo y obligatorio en la región
del AMBA. El aumento exponencial de contagios y el crecimiento geométrico de
muertos siguientes paralizaría también a la economía.
Es necesario ir
adaptando el funcionamiento del sistema económico a esta nueva realidad en los
lugares de trabajo y en los medios de transporte.
Nadie se enamora
de la cuarentena. Es una mentira más que se suma a la extensa lista de fake
news del dispositivo mediático dominante. La estrategia argentina fue preparar
el sistema de salud luego del desastre dejado por los gobiernos de Mauricio
Macri y María Eugenia Vidal, para luego ir abriendo con prudencia en los
lugares donde hay pocos o ningún caso y concentrando la atención en el Área
Metropolitana porque es la zona de más riesgo.
Se sabe que la
cuarentena no es la solución; es un paliativo. La solución es una vacuna o un
tratamiento que baje radicalmente la mortalidad del coronavirus. Todavía no hay
vacuna ni ese tipo de tratamiento médico.
Somos
contemporáneos de un evento extraordinario, como es esta pandemia global. No es
algo que se elige; es una crisis con la que se tiene que aprender a convivir,
situación personal y emocional que no es fácil, pero que exige reafirmar que el
camino en sociedad no es el individual del sálvese quien pueda, sino el
colectivo de cuidarse para cuidarnos y de ser solidario con el otro.
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