SOL DESDE EL SOL
SOL DESDE EL SOL
Sol, para nuestra vida desde siempre, desde los siglos,
desde la tierra, desde la sangre que no deja de latir nunca.
Caminá, sol, mis manos te siguen, hasta el cenit.
SOL DESDE EL SOL
Sol, para nuestra vida desde siempre, desde los siglos,
desde la tierra, desde la sangre que no deja de latir nunca.
Caminá, sol, mis manos te siguen, hasta el cenit.
Por Adolfo Ariza
“Contreras, según cuentan los vecinos de La Gloria, fue parte de los sacerdotes tercermundistas, ese grupo de religiosos católicos que vivían entre los sectores más desafortunados.
El sacerdote llegó en 1991 al barrio La Gloria. Ya era una época en la que violencia dominaba una parte del barrio, pero eso no le importó al sacerdote.
“Contreras nos enseñó la simpleza del trabajo con los chicos, superando estructuras impuestas por la iglesia”, explicó Patricia, quien supo vivir en el barrio La Gloria e incluso fue catequista durante parte de la época en que el cura estuvo a cargo de la parroquia.
“Cuando llegó al barrio La Gloria, Contreras comenzó a buscar jóvenes para poder trabajar con ellos, logró entre otras cosas la construcción de salones para dar catequesis y realizar actividades con los chicos y jóvenes, además ayudó en la instalación de la radio comunitaria Cuyum, donde tenía su propio programa”, recordó Patricia.
“Es una novela que la pensé hace muchos años, la idea que le dio origen fue trabajar con el terremoto de 1861 en Mendoza, porque estaba tratando de contar cómo se vive y se piensa en una ciudad que se funda sobre otra que se ha caído completamente, cómo funciona eso.
LÉER NOTA COMPLETA :: Fecha de publicación 9/04/2024
ADOLFO ARIZA
El 9 de noviembre presenté este libro de poemas en el hermoso Espacio Cultural Le Parc, en Guaymallén, Mendoza.
De paso, quiero agradecer a la gente que trabaja allí, y a sus autoridades, que posibilitaron un evento exitoso con generosidad y buena disposición; y también dejar un deseo de que las próximas autoridades lo usen con toda la plenitud que merece su hermoso diseño e infraestructura.
Voy a contar una breve síntesis del acto, para que se entienda la plenitud que me llenó –y sigue llenando- el alma.
Usamos la hermosa sala Tito Francia, el nombre de un enorme guitarrista mendocino.
Después de instalarnos, abrió el evento el locutor que, casualmente, había sido alumno mío hace bastantes años, y por eso, además, de mucha capacidad, puso un afecto que me emocionó (la primera de un montón de emociones).
La presentación del poemario lo hizo Mabel Agresti, Profesora, Licenciada y Doctora en Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo.
Por los 70 integramos ambos el equipo de trabajo de mi maestro Rodolfo Borello, dedicado a Literatura Argentina. Éramos un equipo muy joven, y ella, creo que era la menor. Primero, en el ’75, con la avanzada de la derecha, empezaron a echarnos, tarea que fue completada por el golpe cívico militar.
Afortunadamente, Mabel no fue afectada, y siguió en la Facultad hasta su jubilación.
Fue un gusto que hiciera esa presentación que me hizo ver aspectos de mi poesía que no había advertido.
Después me tocó a mí, e hice algunos comentarios sobre el proceso de producción del poemario, porque fue algo bastante poco habitual.
Hace alrededor de un año, en una reunión familiar, me puse a charlar con Celina, otra profesora de Literatura, bastante más joven, y, además, poeta. Casi no nos hemos visto después, pero intercambiamos escritos, los comentamos y generamos una buena relación alrededor de la poesía.
En cierto momento, me dijo, por chat: – ¿Por qué no publicás un poemario?
Me cayó la ficha, seguí dando vueltas al tema, releyendo algunas viejas poesías, y escribiendo otras.
Algo después, Delia, otra profesora de Literatura, con la que compartí todo el secundario en el Colegio Universitario Central y la carrera de profesor, me insistió también en que publicara poesías.
Transcribí las poesías manuscritas que mi esposa, Marta, había guardado y salvado de que se perdieran, y escribí otras hasta que en cierto momento supe que mi libro de poemas estaba escrito, y que debía publicarlo.
El evento siguió con la lectura de algunos poemas, y canciones por otro amigo, que cada vez canta mejor, Germán Gutiérrez.
Mi esposa, Marta, leyó Dijiste te quiero y mi hija Andrea, también profesora de Lengua, ¿Se puede navegar la tristeza?
Aclaro –para no repetir- que las restantes lectoras también son profesoras de Literatura.
Con las que leyeron después compartimos muchos años de trabajo escolar y de gran amistad: Cristina leyó El sol se moría por el cielo quieto y Ana Gabriela lo hizo con Solo.
Finalmente, Laura –también actriz- leyó Se deslizó… (uno de los pocos poemas eróticos que he escrito y, si bien no me es un estilo cercano, me resultó muy bello hacerlo).
Cerramos con un video que produjimos con Cristina y Pamela, el equipo que me acompañó en esta producción, y que terminó con el tema Cantares (Machado y Serrat, mejor manera de cerrar la noche no había).
“Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar…”
Terminé el evento diciendo que iba a seguir haciendo camino “verso a verso”.
Así seguiré, y finalizo la entrada con el poema que cierra el libro, y que lo llena de sentido hacia atrás y hacia la vida que sigue:
Fue un lampo
“Fue un lampo…, sí, un brillo fugaz, un resplandor súbito, hiriente
sin dolor
Inesperado de siglos ancestrales, deseado desde
antes, estalló delicadamente,
en la garganta,
es la roja serpiente de raso renacida, como nueva,
pero eterna.
Nacieron metáforas no conocidas, suspiros olvidados,
sueños que cantaron con la voz de mi tiempo.
Fue el Aleph de Borges, el punto perfecto, etéreo y
denso de toda densidad.
Entonces…, no fue un lampo, porque fue eterno.
Sí lo fue, fue fugaz, y persiste, porque las metáforas
titilan en el cielo.
Son estrellas que me sobrevivirán, palabras de luz,
engarzadas en el cielo.
El lampo sigue latiendo, corazón de agua estelar.
¡Qué me importa que fuera fugaz!
Me toco el corazón, y late,
me miro los dedos que escriben, y está ahí, debajo de
las uñas, y brotan imágenes.
Inmortal me siento, y lo soy.
Gracias, lampo, mi amor nació en vos, como poesía.”
Adolfo Ariza
Junio 2023
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#poesíaargentina #rodolfoariz #lapoesiademivida
Hace falta una mínima biografía al comenzar ya que lo autobiográfico tiene un peso muy importante en toda su obra.
Nace en Buenos Aires en 1930, queda huérfano a los seis años y va a vivir a Córdoba, primero con parientes y luego en un reformatorio para menores; en 1959 se radica en La Rioja, donde desarrolla actividad como periodista, músico y escritor. Es en esa provincia en donde realizo su producción literaria: Artistas de variedades (1960); La lombriz (1964); El fuego interrumpido (1967); La ciudad de Beatriz; -colecciones de cuentos- y las novelas El oscuro (1968) (Primer premio del concurso de novela Primera Plana-Sudamericana) y Una luz muy lejana (1966).
Al leer El oscuro de Moyano, lo primero que se advierte es que nos hallamos frente a una obra compleja y de no muy fácil lectura. Esto es, una obra que no nos permite descuidarnos al leerla, bajo el riesgo de perdernos en el gran mundo que nos presenta.
El lector que conozca la obra anterior de Moyano encontrará en esta novela temas ya comunes en su constelación temática; por ejemplo, El Monstruo y otros cuentos, lo que obliga a pensar en un problema profundamente arraigado. En una palabra, la aparición del padre como elemento determinante en la vida de sus hijos, o la búsqueda de salvación, no en sentido metafísico sino material, no son meros temas, sino preocupaciones constantes del autor.
Todos estos temas, junto con otros que son en cierta manera nuevos, se estructuran complicadamente, en una forma que podríamos calificar como un rompecabezas, sin que ello signifique oscuridad impenetrable, sino más bien una construcción complicada, en la que cada pieza se ajusta paulatinamente con las otras, pero no en forma ordenada y cronológica, sino que son los recuerdos de los diferentes personajes los que las traen a la superficie de desarrollo de la obra.
Este ajuste progresivo lo realiza Moyano por medio de un prolijo racconto del pasado de la pareja central, Víctor y Margarita. En este sentido, el primer capítulo es sintético, allí el problema fundamental de la novela es expuesto por Víctor. Luego, en los capítulos siguientes, el mismo Víctor o algún otro personaje, lo explicitan llevándolo al pasado o desarrollándolo en el presente. Al terminar la novela todo el cuadro se completa eficientemente. Ningún cabo queda suelto, todo está allí, salvo la solución, porque esta no depende del autor; por esto, se limita a mostrar una forma de vida que fracasó, la verdad solo queda insinuada, puede ser así, no se sabe.
En una palabra, en la obra se desarrolla el problema de un hombre que quiere dirigir su vida por medio de un rígido molde: el orden que nos salva del mal exterior. Ese es Víctor, un soldado, por lo tanto, no es de extrañar que el orden y el respeto por las jerarquías, sean valores determinantes en su vida. Pero estos rasgos están llevados hasta extremos enfermizos. Precisamente esto es lo que lo lleva a fracasar y caer en el mal que creía evitar.
En toda la obra hay una búsqueda de formas de vida que nos pueden salvar -ya hablamos de que el problema de la salvación era capital-: una ya la hemos mostrado, es la de Víctor, otra la de Margarita, su esposa, otra la de su padre, que es el más aproximado a la verdad y el que tiene más rasgos autobiográficos del autor, por ejemplo, el amor a la música. Este personaje dice en cierto momento que la salvación está en el amor que nos lleva a la unidad con otra persona y justifica la vida. De esto se desprende que salvarse, para Moyano, es justificar la vida, pero esto el autor solo lo plantea a nivel de deseo, no de realidad, como algo que sería muy importante realizar, pero que no se sabe si es posible hacerlo.
Acá aparece otro tema ya mencionado, el tema de la infancia. El niño está indefenso en el mundo adulto, primordialmente influido por el padre, que es el que hasta determina su vida posterior, mientras la madre es solo un lejano recuerdo, lleno de bondad a veces, pero sin posibilidades de actuar sobre él. Paralelamente, encontramos la aparición del mundo mágico de la niñez, el mundo de objetos sobrenaturales -el cometa, por ejemplo- que son el ámbito propio del niño, pero se pueden prolongar fuera de la infancia, en la adolescencia o en la adultez.
Con esto, Moyano deja sentada su posición respecto de la importancia de la niñez en la vida interior del hombre, y hasta cierto punto, su creencia de que en la generalidad de los casos los niños son infelices y, de alguna manera, de allí deviene su incapacidad posterior de vivir plenamente. En todo esto hay mucho de autobiográfico y quizás represente la explicación de gran parte de la obra de Moyano.
Dijimos anteriormente que la novela apoya su avance en una prolija técnica del racconto. Esta implica el recuerdo, la búsqueda en la memoria, lo que es importante porque aquí está la justificación del título de la obra. Los recuerdos de Víctor o de los demás personajes son extraídos desde lo profundo de cada uno, desde el oscuro adonde nadie puede llegar, salvo uno mismo y siempre que esté dispuesto a ver cuál es la verdadera realidad interior que a menudo es mucho más desagradable de lo que uno piensa.
Ese oscuro, esa fuente interna de aguas negras, es impenetrable para los demás y la comprueba Víctor cuando quiere averiguar el pasado de su esposa buscando un pecado que no puede encontrar.
De tal manera, la verdadera realidad que Moyano quiere mostrar no es la realidad exterior, sino la interior de cada uno de los personajes. Y en esa realidad interior se halla el hilo que conduce la obra.
Esta estructura aparentemente desordenada, tiene su eje en el empeño profundo de Víctor por demostrar que la vida exterior es precaria, pero lo único que consigue es mostrar que su realidad interior esta falseada, que se basa en valores irreales y que él no puede salvarse y nunca lo podrá.
Un comentario final sobre un tema que me parece interesante, ya que no hay muchas novelas que traten el tema de los militares argentinos. Me acuerdo de Los hombres de a caballo de David Viñas, por ejemplo, pero lo valioso –además del tema- es el modo: la novela está narrada desde el punto de vista de un militar, de su cosmovisión, estructura de pensamiento y valores.
Esto recuerda Víctor (El oscuro, p. 22) en boca de Margarita:
“Lo que pasa es que todo lo que te rodea está mal, nosotros estamos mal, y el mundo entero está mal; solamente el señor coronel es perfecto y está rodeado de imperfecciones; ordenaste la muerte del estudiante y después dijiste que lo que mata es el material, los hombres no matan, el señor coronel no mata; abandonaste a tu padre porque tocaba el tambor y tenía nudos en los dedos, perdiste a tus mejores amigos porque ellos estaban equivocados, porque el respeto a las jerarquías y a la moralidad, y estabas agachado espiándome en el baño por el ojo de la cerradura, yo no sé qué te pasa Víctor, cómo has cambiado tanto en los últimos años, decía uno de los pensamientos de Margarita.”
El coronel quiso resolver su vida personal con los criterios y valores de la vida militar de esa época, y fracasó porque la vida es demasiado rica para reducirla a órdenes propias de un cuartel militar.
Me ha parecido una buena lectura para estas épocas en que desde la derecha se valorizan es tipo de consignas para la vida de la sociedad.
Incluso he visto propagandas políticas que plantean casi como única propuesta el orden como salvación de la patria. Esto es muy parecido al modo en que se vive en un cuartel.
Por eso me parece bueno leer un libro como El oscuro donde el padre le dice a Víctor: “Usted no puede adaptar el mundo a sus pensamientos. En todo caso podrá adaptarlos a él (…) Yo he vivido mucho y nunca he visto eso que usted llama el mal. Amando a la gente me sentí siempre protegido y nunca tuve miedo a nada. Hay que saber enfrentarse a la realidad.” (p. 201)
El mismo Víctor reconoce que si hubiera entendido eso, su vida hubiera sido distinta, pero ya no ocurrirá, como suele pasar en la narrativa de Moyano.
Como pienso como el padre de Víctor, y es una excelente novela, me animo a recomendar su lectura.
Además, vale la pena leer esta novela. Está escrita en un formato narrativo muy original, aparte de la temática que también lo es.
LÉANLO, ES UN LIBRO DISTINTO.
#eloscuro #victormoyano #novelaargentina
Esta novela estaba en mi biblioteca, no sé muy bien desde hace cuando, pero no la había leído. Un día, mirando mis libros, la encontré junto otro libro del mismo autor que sí había leído, y con mucho interés, porque me pareció una buena manera de meternos en el derrocamiento y asesinato de Salvador Allende: una colección de cuentos bien narrados, con mucha intensidad.
Esa colección de cuentos se llama Tiro libre, fue publicada en Argentina dos meses antes del Golpe de Pinochet, y nunca circuló en Chile.
En cambio, Ardiente paciencia es una novela corta que fue publicada en 1985 por la Editorial Sudamericana en Buenos Aires.
“Es en Alemania donde (Skármeta) construyó la historia del cartero de Neruda: primero para la radio alemana y luego como un guion. Es el desarrollo de la película homónima que el autor había estrenado en 1983. La historia aparece como libro bajo el título de Ardiente paciencia, en 1985, pero luego del triunfo de la película de Michael Radford pasa a llamarse El cartero de Neruda. Esta obra ha tenido un éxito enorme, ha sido traducida a una treintena de lenguas, adaptada al cine, el teatro y la radio: “Existen más de cien versiones en el mundo”, asegura Skármeta. El compositor mexicano Daniel Catán creó una ópera basada en ella (él mismo escribió el libreto) que fue estrenada en la Ópera de Los Ángeles bajo el título de Il Postino con Plácido Domingo como Neruda y Cristina Gallardo-Domas como Matilde.” (Wikipedia)
No es un hecho muy común que una novela sea posterior a una película, pero tiene que ver con la historia del autor, como lo explica la misma Wikipedia: “Apasionado del séptimo arte, Skármeta ha escrito varios guiones, dirigido al menos dos películas y actuado en cinco. En 1973 escribió el primer guion -Victoria- para el director alemán Peter Lilienthal, quien dirigió el filme homónimo galardonado en 1974 con un premio en el Festival de Películas para Televisión de Baden-Baden.”
La biografía continúa, pero esto alcanza para la caracterización del escritor y explicar la belleza audiovisual de Ardiente paciencia.
Aquí se hace necesaria una aclaración: este análisis se hace desde mi visión y experiencia de mendocino que, como muchos otros, conocemos bastante a Chile, su idiosincrasia e historia.
Por eso, no me sorprende la invasión de tours de compras de turistas chilenos. Los he visto varias veces en otras épocas. De hecho, el reciente “Deme dos” de argentinos que cruzaban la cordillera a comprar de todo (hoy, cubiertas), no es más que uno de los tantos ejemplos de viajes de compras en ambos sentidos que conocemos en la historia de los dos países.
Por esa relación con Chile, el golpe de septiembre de 1973 de Pinochet es tan fuerte en mi memoria como en el libro, porque tiene que ver con el fin de la historia del joven Mario Jiménez –el cartero-, arrestado, como tantos/as otros/as por las fuerzas pinochetistas.
Ese día –uno de los más tristes de mi vida- estábamos en la casa de mi maestro Rodolfo Borello, en Godoy Cruz (hablo del equipo de Literatura Argentina de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo, que desapareció por la acción de los militares argentinos del Proceso de Reorganización Nacional, que continuaron la senda genocida de los golpistas chilenos), y era un velorio.
Una de nuestras compañeras de la carrera de Literatura, en pareja con un muchacho chileno, nos fue devuelta en un cajón poco tiempo después.
Hago esta digresión porque me parece importante para comprender mejor el contexto de la novela, y el valor de su canto de erotismo y poesía, en medio de la muerte y sufrimiento de tantos/as chilenos/as en eso que se ha llamado también “los años de plomo”, de los que hay muchos episodios en el siglo XX, en Europa y América Latina.
Mario Jiménez era un joven de 17 años, y la novela narra su relación con Pablo Neruda, al que admira profundamente, a pesar de no ser un lector previo. Sin embargo, llega a la esencia de la poesía a través de esta relación y su inmersión –es más que lectura- en el mundo poético de Neruda.
“La historia de se desarrolla en la localidad de Isla Negra, en Valparaíso, Chile, una zona portuaria y agrícola, no es una isla, y debe su nombre a que el poeta Neruda se refería a esa zona como Isla Negra, siendo rebautizada con ese nombre, anteriormente era conocida como Quebrada de Calbín. En ese poblado, según el relato del escritor Antonio Skármeta, vivía el joven Mario Jiménez, el cartero del pueblo.” (https://enciclopedias.com/c-erotismo/ardiente-paciencia/)
Es la narración de dos vidas entrelazadas –la del cartero y Neruda-, el que muere el 23 de septiembre de 1973, pocos días después del golpe de Estado-, y esas historias tejen una narración sencilla, muy coloquial (llena de los modismos del habla de Chile), que me llenó de ternura a pesar del desenlace trágico.
No voy a exagerar cuando digo que la novela es una metáfora, muy audiovisual, si cabe la adjetivación, de la poesía, quizás en una comprensión total del valor de su esencialidad.
Pero es una esencialidad relacionada con la vida del hombre, su ser y sus luchas, como lo entendió Neruda.
Así lo expresa Gabriel Celaya, en el poema La poesía es un arma cargada de futuro (Cantos Íberos, 1955).
“Son palabras que todos repetimos sintiendo / como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. / Son lo más necesario: lo que no tiene nombre. / Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.”
En la novela se toma el momento en que Neruda dice el discurso que dio en ocasión de que le fue conferido el Premio Nobel de Literatura:
“Hace hoy cien años exactos, un pobre y espléndido poeta, el más atroz de los desesperados, escribió esta profecía: ‘A l’aurore, armés d’une ardente patience, nous entrerons aux splendides villes’, ‘Al amanecer, armados de una ardiente paciencia, entraremos a las espléndidas ciudades.’
“Yo creo en esa profecía de Rimbaud, el vidente.
Yo vengo de una oscura provincia, de un país separado de los otros por la tajante geografía. Fui el más abandonado de los poetas y mi poesía fue regional, dolorosa y lluviosa. Pero tuve siempre la confianza en el hombre. No perdí jamás la esperanza. Por eso he llegado hasta aquí con mi poesía y mi bandera.
“En conclusión, debo decir a los hombres de buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas, que el entero porvenir fue expresado en esta frase de Rimbaud: solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.
“Así la poesía no habrá cantado en vano;”
En el pueblito de San Antonio lo escuchaba mucha gente en una fiesta que organizó Mario, y que culminó con la narración con un ruidoso orgasmo en la misma cocina, y de pie.
Del discurso pasamos a lo que Mario consideró el mejor fin de la fiesta, y que Beatriz acompañó con su bella y pujante sexualidad:
“Y acto seguido promulgó un orgasmo tan estruendoso, burbujeante, desaforado, bizarro, bárbaro y apocalíptico que los gallos creyeron que había amanecido y empezaron a cacarear con las crestas inflamadas, que los perros confundieron el aullido con la sirena del nocturno al sur y le ladraron a la luna como siguiendo un incomprensible convenio, que el compañero Rodríguez ocupado en mojar la oreja de una universitaria comunista con la ronca saliva de un tango de Gardel tuvo la sensación de que una tumba le cortaba el aire en la garganta …
Doce segundos después de esta profecía, cuando los oídos de toda la concurrencia sobria, ebria, o inconsciente, apuntaban hacia la cocina como si un poderoso magneto los absorbiese, y mientras Alarcón y Guzmán simulaban limpiarse las sudorosas palmas en las camisetas antes de irrumpir en un trémulo acompañamiento, despegó el orgasmo de Beatriz hacia la noche sideral con una cadencia que inspiró a las parejas de las dunas (“uno como ese, mijito”, le pidió la turista al telegrafista), que puso escarlatas y fulgurantes las orejas de la viuda, y que le inspiró las siguientes palabras al cura párroco en su desvelo de la torre: “magnificat, stába, pange lingua, diez irae, benedictus, kirieleisón, angélica.”
Dejé unas horas el escrito, y volví, a ver qué podía agregar. Y siento que está bien, que está todo ahí: poesía, revolución, erotismo, vida en plenitud, las penas de América Latina, una narración bella y plena.
Y la poesía de Neruda.
Me parece un buen momento para leer esta novela, hoy, cuando hay muchos jóvenes que no vivieron estas épocas, como mis nietos/as de los cuales el mayor nació en 1990, en democracia, que se encuentran frente a proclamas libertarias con cantos a las derechas políticas, hoy cercanas o parte de planteos fascistas y violentos.
Aconsejo leer la novela en estos momentos, en los que muchos/as han olvidado el mal terrible que el fascismo ha hecho al mundo, apoyado por corporaciones económicas liberales y antidemocráticas.
Porque en estos mismos momentos, la novela nos pone frente a cómo vivir la existencia humana para el bien del mundo y en armonía con el universo. Y allí aparece la poesía, ese barco que puede navegar esa existencia hacia lo esencial, hacia el universo que fluye, con ardiente paciencia.
LÉANLA.
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