by ariza_adolfo | Nov 3, 2020 | Literatura comentada
Tenía esta novela en mi biblioteca, pero no la había leído, no sé por qué, ya que el tema de la revolución mexicana me interesó mucho siempre. La hojeé y decidí leerla, primero, por lo que acabo de decir, y segundo, porque me pareció una visión distinta de ese periodo, la visión de una mujer que relata su vida dentro de la turbulenta historia de México, elevando la figura de la mujer frente a ese mundo machista y patriarcal.
Ángeles Mastretta nació el 9 de octubre de 1949 en Puebla, México, donde vivió hasta los diecisiete años en que se mudó a la Ciudad de México. “… siempre se ha caracterizado por ser una defensora del feminismo, lo que se refleja en la mayoría de sus obras. Además, ha fundado y organizado grupos tales como la Unión de Mujeres Antimachistas en la Ciudad de México.” (Wikipedia)
Dentro de esta concepción se moldea la figura de Catalina Guzmán, una joven menor de quince años, de posición económica baja, que no conoce nada de la vida, a quien se le presenta el General Andrés Ascencio, que tiene más de treinta años, y le propone que se vaya con él. Ella aceptó porque “quería que le pasaran cosas”.
Arráncame la vida, de 1985, es la primera novela de Mastretta y recibió el Premio Mazatlán.
La novela es el relato de Catalina (Catín, le decía a veces Ascencio), de la vida de ambos, de sus familias y amigos, y de esa etapa de la política de México.
Es una narración muy llevadera e intensa, que nos pone dentro del mundo mexicano, sus costumbres, sus paisajes –rural y urbano-, su habla (a veces hay que buscar alguna palabra o giro, pero no incomoda porque nos ayuda a conocer ese país variado y bello).
El General parece el centro de la novela, pero no lo es: Catalina lo es. Todo nos llega por sus ojos, por sus sentimientos, y por la personalidad que va construyendo a lo largo de la narración.
Como Stéfano, que comenté hace poco, Arráncame la vida es una “novela de aprendizaje”. Repito lo que puse entonces: es una narración en la que el protagonista evoluciona, construye su personalidad y es un héroe que tiene que superar obstáculos y afrontar riesgos. Catalina evoluciona de una casi niña a una mujer madura, que participa en la vida política de General, con actividades propias, que hace de Primera Dama, y que, finalmente, puede manejar todas las riquezas mal habidas del General.
Es la evolución deseada de la mujer mexicana. Cuando fui a México, hace varios años, me llamó la atención el machismo desembozado y grosero de su televisión, aunque desde 1947 la mujer mexicana ya tenía derecho a voto y la oportunidad a expresar públicamente su voz o sus ideas y sus pensamientos. Sin embargo, en la vida cotidiana es otra cosa, sobre todo para los/las argentinos/as, acostumbrados a otro tipo de presencia femenina.
La novela se desarrolla alrededor de 1949. En esos momentos se desarrolla la institucionalización que siguió a la Revolución mexicana, y muestra a los personajes encargados de la consolidación del Estado.
El General Ascencio – Maximino Ávila Camacho en la vida real, porque muchos de los personajes de la novela existieron en la realidad- era uno de los políticos surgidos de esa Revolución, que comenzó en 1910, con una rebelión encabezada por Francisco Madero y motivada por la explotación capitalista y las injusticias sociales. La bandera era la reforma agraria soñada por muchos pequeños agricultores y poblaciones originarias que habían sido despojadas de sus tierras.
La unificación de las corrientes revolucionarias creó, en el año 1929, el Partido Nacional Revolucionario (PRN). Más tarde sirvió como base para el Partido Revolucionario Institucional (PRI), abandonando los principios revolucionarios de 1910.
Sin embargo, después de algunos años de la constitución, los campesinos fueron perdiendo muchas de las tierras que habían conquistado.
La lucha de los campesinos mexicanos por la tierra se extiende hasta los días actuales, como sucede, además, en otros países de América latina. En México, en la última década del siglo XX, esa lucha fue la retomada de forma más intensa con la creación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en la provincia de Chiapas. El nombre de ese movimiento es un homenaje a Emiliano Zapata, uno de los líderes más expresivos de la Revolución de 1910, y que es recordado como el que no traicionó sus compromisos con las causas populares.
En cambio, Ascencio es uno de los jefes militares que usaron el proceso revolucionario para su beneficio personal, tanto económico como político, olvidando las necesidades del pueblo.
Hay mucha narrativa sobre la novela de la Revolución mexicana. Tengo una colección de dos tomos con novelas sobre este tema. Lo que más destaco de todo eso es: Los de abajo de Mariano Azuela y, sobre todo, dos obras monumentales: la colección de cuentos El llano en llamas (Nos han dado la tierra es una perfecta síntesis de lo que recibieron los campesinos, mejor, de lo que no recibieron) de Juan Rulfo y La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes. Ahora agrego Arráncame la vida, que es una excelente novela, que vale la pena leer.
Es muy interesante cómo muestra Mastretta esta etapa de la vida de México a través de la de Ascencio y del relato, fresco y vívido, de Catalina.
Sometida a los mandatos de su marido y ocupándose de actividades ligadas al hogar; Catalina vive momentos cruciales para su formación y construcción como persona, desempeñando distintos roles: esposa, amante, madre, cómplice y finalmente viuda. Toda la historia es narrada desde la perspectiva de Catalina, eterna observadora de las acciones de su marido.
Es interesante observar cómo el tema del feminismo que milita la autora, nunca se hace explícito en la novela, pero es factor central de su éxito.
Un rasgo más: el bolero funciona como intertexto en la novela. De hecho, Arráncame la vida es el nombre de un tango canción de Agustín Lara el que, incluso, tiene una aparición fugaz en la narración.
Entre 1930 y 1960 el bolero tuvo gran auge en México, por eso, aparece en la novela, como un rasgo del país, pero con valor narrativo. La novela redistribuye el intertexto musical, de manera que ella misma se teje como un bolero: una historia de amor centrada en la búsqueda del otro.
He tocado, con no mucho orden, varios aspectos que me han parecido válidos para recomendar la lectura de esta novela. En realidad, la diversidad de las riquezas de la narración: tema, personajes, contexto histórico, tempo narrativo, recursos estilísticos, hicieron difícil la selección, sobre todo cuando no se quiere caer ni en la descripción elogiosa, ni en un trabajo crítico, sino en un comentario de un lector especializado.
Por lo tanto, lo mejor que pueden hacer es leerla. Vale la pena.
by ariza_adolfo | Oct 14, 2020 | Literatura comentada
María Teresa Andruetto egresó de la carrera de Letras de la Universidad Nacional de Córdoba.
Algunos de sus libros son Tama (Premio Luis Tejeda 1992), La mujer en cuestión (Primer Premio Novela Nacional de las Artes 2002) y los poemas Palabras al rescoldo y Kodak. En esta editorial publicó para niños y jóvenes El anillo encantado, Huellas en la arena, La mujer vampiro y La niña, el corazón y la casa.
En 2011, Andruetto fue seleccionada autora representante por la Argentina para el premio Hans Christian Andersen.
Me ha pasado algo poco habitual con esta novela: hay poquísima información sobre ella y su autora, aunque Andruetto ya tiene una trayectoria importante. Es más, la información que incluyo la saqué de la contraportada del libro.
Completo el resto del texto de esta contraportada:
“Inspirada en el viaje de su propio padre, que emigró de Italia a la Argentina, Andruetto relata la historia de un naufragio, una larga aventura y por fin, el cumplimiento de una promesa.
Dice la autora, “Si un libro puede ser un modo de conocer, una manera de penetrar en el mundo y buscar el sitio que nos corresponde en él, Stefano me permitió recuperar la sensación de hambre, desarraigo, extrañamiento, de hombres y mujeres que un día se marchan de su tierra en busca de una vida mejor”. “
Del epílogo de la novela, a cargo, de la autora, saco un dato más: “Soy hija de un partisano que llegó desde el norte de Italia a la Argentina, en 1948”. Según Wikipedia, “La Resistencia italiana o Resistencia partisana (en italiano, Resistenza italiana o partigiana) fue un movimiento armado de oposición al fascismo y a las tropas de ocupación nazis instaladas en Italia durante la Segunda Guerra Mundial.”
La novela está llena de estas referencias a la realidad, sea histórica, geográfica, o sociológica. Por ejemplo, Stéfano (Stefanin, le decía la madre, y me recuerda a una italiana que fue vecina mía en Las Heras: Lina Deblasi, que así llamaba a sus hijos.), vivía con su madre en Airasca, una comuna italiana de la Ciudad metropolitana de Turín, región de Piamonte.
Su padre había muerto en la Batalla del Piave (junio de 1918), una victoria decisiva del ejército italiano durante la Primera Guerra Mundial frente al del Imperio austrohúngaro.
Así lo cuenta Stéfano: “Dicen que el agua corrió encarnada de tanto llevarse la sangre de los soldados, también la de mi padre.”
Él es el protagonista, y el narrador, y lo hace en primera persona, aunque también utiliza la tercera persona. Otro recurso central es el uso del diálogo, con la madre, antes y después de irse de su casa, y con Ema, una mujer a la que menciona, como interlocutora, durante toda la narración, aunque no sepamos quién es hasta el final, y otros personajes. No daré más datos porque ese suspenso es parte del tempo narrativo de la obra, pero es muy interesante el manejo de los recursos que menciono en un avance cronológico, que es permanentemente interrumpido por flashbacks de su vida. Esas vueltas instantáneas y rápidas al pasado logran que nunca se pierda la referencia al pasado, a su vida en Italia, a la madre que lo esperaba inútilmente.
Acá voy a mencionar un aspecto que saltó de mis lecturas de niño y adolescente: esta historia de un muchachito italiano que se embarca rumbo a Argentina en busca de una persona me sonó en la memoria (incluso recuerdo la tapa de la novela en la colección Robin Hood). Se trata de Corazón: Diario de un niño, escrita por el autor italiano Edmundo de Amicis en 1886. En ella se cuentan, en forma de diario, las vivencias de un niño italiano, originario de Turín, llamado Enrique.
¿Por qué establecí la relación?
Porque ese Diario incluye, dentro las varias narraciones breves que lo integran, a Marco, de los Apeninos a los Andes,que narra la historia del extenso y complicado viaje de un niño de trece años, Marco, desde Italia hacia Argentina, en busca de su madre, que había emigrado a nuestro país dos años antes para poder trabajar y poder dar una mejor vida a sus hijos.
No pretendo establecer relaciones que la autora no ha mencionado, pero me llamó la atención que ambos salieran –obvio, en barco- del Norte de Italia (Stéfano, de Génova) y, aunque este viene en busca de una vida mejor, también tiene como encargo de su madre buscar a su amiga, Chiara Martino, algo que parece secundario, pero termina siendo central. Y, por supuesto, el hecho de dejar Italia en busca de una salvación, como conocemos tantas historias.
Hay otra relación que es inevitable: el nombre de Stéfano. Es el título de una obra de teatro de Armando Discépolo (1887-1971) -creador del Grotesco criollo y autor de varias obras clásicas del teatro argentino-, que muestra la historia de un músico inmigrante italiano que busca triunfar en Argentina. También el Stéfano de Andruetto aprende a tocar el saxo con un instrumento que le regaló “el turco Rasú” (cuántos “turcos” he conocido en Mendoza, inmigrantes árabes, generalmente dedicados al comercio), y vive mucho tiempo de eso.
Me arriesgo un poco más:
En el Stéfano-drama el protagonista fracasa y Stéfano-novela está jalonada de fracasos, la mayoría relacionados con el protagonista que busca su camino y deja caer a las personas que lo quieren: Agnese, la madre; las mujeres posibles que quedaron en el camino: Tersa, Lina; Aldo Moretti, el músico. Sin embargo, hay una luz al final que esperanza, como en la obra de teatro: la persistencia en la búsqueda porque finalmente habrá un logro que lo premiará.
Finalmente, está el tema del género, mejor del subgénero, porque es una novela, sin dudas. No es un diario como Marco, de los Apeninos a los Andes, pero hay una línea cronológica, y un crecimiento en edad y aprendizaje.
Por eso, me voy a inclinar el subgénero novela de aprendizaje, aunque muy matizado.
¿Qué es una novela de aprendizaje?
Una narración en la que el protagonista evoluciona, construye su personalidad y es un héroe que tiene que superar obstáculos y afrontar riesgos.
Así es Stéfano, el de Andruetto.
La nostalgia
Es una novela de inmigrantes, de gente que debió dejar su patria en busca de algo que no tenía. Esa ausencia duele, y ese dolor –nostalgia- en gallego es morriña y en portugués, saudades. Por eso la novela suena como la música de los marineros en el puerto.
Entre la gente que esperaba para subir al barco que los traería a América, sonaba una mandolina y cantaban:
Amore scrivimi
non lasciarmi più in pena
O sea:
Amor escríbeme
no me dejes más con dolor
Esa es la nostalgia, que etimológicamente significa el dolor del regreso.
Busqué la letra y encontré -en una magnífica versión de Mina- un tango canzone de 1936, que se llama Scrivimi.
Cuántas cosas en esta novela de no muchas páginas, que merece ser leída.
SE LAS RECOMIENDO.
by ariza_adolfo | Oct 2, 2020 | Literatura comentada
Antonio Tabucchi (Pisa, 1943 – Lisboa, 2012) está considerado el mejor escritor italiano de su generación y goza de un amplio prestigio internacional.
Sostiene Pereira es de 1994. La novela está ambientada en la ciudad de Lisboa en 1938, en pleno régimen del dictador Salazar.
Debo reconocer, con no poca vergüenza, que no conocía a este autor ni a su obra, a pesar de mi condición de Profesor y Licenciado en Literatura. Disfruto mucho este re encuentro con la lectura de obras literarias –mi primera vocación, como ya lo he dicho- por haber decidido escribir comentarlas en mi blog. Además, la novela –algo extraña, singular e intensa- tiene varios elementos significativos:
- El análisis histórico político, no solo de Portugal, sino de Europa, en una etapa previa a la Segunda Guerra Mundial (la Guerra Civil española, el fascismo italiano);
- El proceso de evolución personal desde una vida chata, sin compromisos ni sueños, hasta la decisión de jugarse totalmente, dejando paso a “otro yo hegemónico de la confederación de las almas”, de acuerdo con la teoría psicológica que le explica el Dr. Cardoso, el médico que conoció en una clínica talasoterápica. Sentí que, de alguna manera, todos/as nos hacemos cuestionamientos de ese tipo: “…es como si sintiera deseos de arrepentirme de mi vida, no sé si me explico.”, le decía Pereira al Dr. Cardozo. O sea, empieza a preguntarse: ¿No habrá otra vida para elegir?;
- La descripción de Portugal, sobre todo de Lisboa: en parte porque es un país que me gusta mucho, y que quiero visitar alguna vez, pero sobre todo porque nos pone dentro del escenario –no es casual esta palabra, como ya lo veremos después- de la acción, de una manera muy efectiva, casi como transpirando igual que Pereira al subir una calle empinada;
- La controversia literaria, ligada a la oposición entre el fascismo de la dictadura del gobierno de Portugal, que apoya a los nacionalistas españoles en la Guerra Civil, como lo hicieron Italia y Alemania (¿recuerdan Guernica?), entre los poetas nacionalistas portugueses y escritores franceses, como Daudet, solo por su nacionalidad.
Uno de los aspectos más interesantes de la novela es el modo en que se desenvuelve el avance narrativo:
El autor, Tabucchi, es el narrador, que no es omnisciente, que acompaña a Pereira y a los otros personajes.
Narra en tercera persona, pero cuenta lo que dice Pereira, como lo muestra muchísimas veces (desde el título “Sostiene Pereira”).
O sea que Pereira narra en estilo indirecto, a través de Tabucchi. Incluso a veces, aparece participando directamente en diálogos, al igual que otros personajes, de la misma manera que el autor: “¿Por qué dijo eso Pereira? ¿Porque le daba pena Monteiro Rossi?”. Pero inmediatamente le devuelve la palabra al personaje: “Pereira no lo sabe, sostiene.”
Este juego de estilo directo e indirecto entre los personajes y el autor se repite en toda la novela. Si me hubieran dicho a priori que en una novela todo el relato se desarrollaba así, probablemente hubiera tenido dudas de su eficacia narrativa, pero Tabucchi lo resuelve con total solvencia, logrando un tempo narrativo brillante.
Transcribo un párrafo como ejemplo: “Entró un hombrecillo pequeño y delgado. Llevaba el pelo cortado a cepillo, tenía un par de bigotitos rubios y vestía una chaqueta azul. (Tabucchi) Señor Pereira, dijo Monteiro Rossi, le presento a mi primo Bruno Rossi …” “En qué idioma debemos hablar, preguntó Pereira.” Los personajes intervienen en la narración con sus diálogos, aunque sean en estilo indirecto.
Se me ocurre que este modo de narrar acerca lo narrativo a lo dramático, poniéndonos frente a la acción misma, como en el teatro, donde, cuando se abre el telón, se instala un mundo ficticio, pero real para nosotros mientras dure la escena. Subimos las calles transpirando como Pereira, olemos el olor a frito que había en las escaleras de la redacción por culpa de la portera, como Pereira.
Otro elemento que colabora con esto es el modo en que el autor describe. Portugal era muy importante para Tabucchi: pasaba la mitad del año allí y decía que tenía dos patrias. Describe, concisa y precisamente, el paisaje de Lisboa, sus calles, sus restaurantes, los edificios; también lo hace con las Termas de Buçaco, cerca de Coimbra, o la clínica talasoterápica en Parade. Todas esas descripciones, como las de personas (la de Marta, la novia de Monteiro Rossi, es magnífica), o las oficinas, nos meten en la acción, y colaboran con el clima de suspense que se mantiene durante toda la narración.
Soy lector de novelas policiales, y me he acostumbrado a tratar de anticipar el desenlace. En la novela, presentí el tipo de situación a la que iba a tener que enfrentarse Pereira, pero no es una debilidad narrativa, porque me llegué a sentir angustiado por su suerte, y por cómo iba a resolver la disyuntiva que se le planteaba a su vida misma.
En la décima edición italiana, Tabucchi agrega una nota en la que cuenta cómo conoció a Pereira y cómo llegó a escribir su vida. Allí dice: “Aquella tarde de septiembre comprendí vagamente que un ánima que erraba en el espacio del éter me necesitaba para relatarse, para describir una elección, un tormento, una vida. En ese privilegiado espacio que precede al momento del sueño, y que para mí es el espacio más idóneo para recibir las visitas de mis personajes, le dije que volviera de nuevo, que se confiase a mí, que me contara su historia. Volvió y yo encontré para él de inmediato un nombre: Pereira.”
Esta nota tiene valor propio, describe cómo un personaje busca a un autor que escriba su vida, que lo materialice en el ámbito eterno de una novela y cómo el autor llega a escribirla.
“Y en el verano del noventa y tres, cuando Pereira se había convertido en amigo mío y me había relatado su historia, yo pude escribirla.”
Esta nota, solo por sí misma, justificaría que leyeran la novela, pero toda ella vale la pena. Háganlo.
Como si fuera poco, la película que se hace basada en esta novela (1996) tiene como protagonista nada menos que al gran Marcello Mastroianni, poco antes de morir.
No es una novela común, pero es muy recomendable, y eso es lo que hago.
by ariza_adolfo | Sep 11, 2020 | Literatura comentada
Conocí (sí, eso fue) a Liliana Bodoc cuando leí Los días del venado, la primera novela de la trilogía de épica latinoamericana que se llamó La saga de los confines. (los otros son Los días de la sombra y Los días del fuego), allá por el 2000.
Me gustó mucho y la empecé a usar como libro de lectura con mis alumnos de Lengua. En años posteriores fui agregando las otras novelas de la saga (aclaro que mis alumnos/as leían seis libros por año).
No recuerdo si conocí (personalmente) primero a Liliana o a Jorge, su esposo, del que tomó el apellido como escritora, pero sé que la invité a dar una charla a mis alumnos/as que habían leído sus obras. Aceptó –como siempre- con todo entusiasmo. Para los chicos/as fue una experiencia inolvidable. Nunca habían conocido a una escritora de verdad, y les encantó su modo de entender la literatura, como algo encarnado en la vida de la gente, sobre todo de América Latina, con la mirada puesta en la justicia social.
He leído casi toda su obra, y creo que Liliana es una de las mayores escritoras contemporáneas que he conocido, por eso, cuando leí Elisa, la rosa inesperada, después de la muerte de Liliana, fue un golpe muy fuerte, tan fuerte como cuando la inhumamos en el Memorial.
Me abracé a Elisa, como ya no podía hacer con Liliana, y quiero compartirla con uds.
“Hay que andar por el mundo como si no importara
sin preguntar el nombre del pájaro y la planta,
ni al capitán del buque, adónde lleva el agua.
Mirar al otro lado del que todos señalan,
que es allí donde crece la rosa inesperada.”
Estos versos son con los que comienza esta novela juvenil y son del poema “Canción de guía”, de Conrado Nalé Roxlo.
Como siempre, no voy a anticipar el argumento, pero diré que Elisa es una adolescente rubia que vive con su abuela en una villa de Santa Fe, rodeada de negros y de cumbia, abandonada por sus padres, y llena de rencor por ese mundo que rechaza.
Desde allí comienza el viaje, pleno de peligros y malos tratos, al Norte, donde pasará situaciones terribles, donde la acecharán los diablos, a Tilcara; allí una voz de niña de piedra y el silbido de un viejo la rescatarán del peligro. Volverá a Santa Fe, al origen repudiado, ahora la posibilidad de la salvación.
Llevaba la marca de la soledad, la que la ponía en manos del peligro, de los diablos. “Soledad de la pena, soledad de los pobres”, la llamó.
¿Apareció la rosa inesperada? ¿O es la cumbia inesperada, la rechazada, que nace en las palabras que escribe, en la “cantata villera” que la pone a resguardo de los diablos?
“Mamá cumbia”, la que le escribe a su madre, Irene, es la síntesis del fin del viaje:
“Cumbia, sacáme de acá,
Lleváme lejos
Que está el diablo ofreciendo caramelos.”
La cumbia es la rosa inesperada, la que la salva porque la reconcilia con su origen, condición imprescindible para hallar la felicidad.
En una entrevista que le hicieron alumnos/as de Santa Fe, cuando presentó el libro allí, en el Taller El Lecturón. Santa Fe, agosto de 2017, dijo:
“Primera novela que no quise escribir, que me salió a buscar.”
No es autobiográfica, pero tiene temas que le eran cercanos. Es una novela de mujeres, como fin de un proceso personal en el que las mujeres fueron buscando y encontrando un lugar protagónico. Por eso, aparece el tema de la trata de mujeres y la soledad y exposición que se dan en la vida de muchas mujeres, como el sacrificio silencioso de Rufina, su abuela.
En otro momento dijo: “Este libro me llevó a transitar caminos que no tenía previstos. Cambiar de planes. Aquí hay incluso una modalidad de relato fantástico por el que yo no había transitado nunca. Por eso creo que este libro es como una bisagra.”
En Elisa había experiencias personales: el Viaje a Tilcara fue una de ellas. Allí se enferma, como dice en una entrevista “de una enfermedad violenta, no solo física, sino espiritual y moralmente”, como Elisa. Se siente sola, como Elisa.
La novela nace de la idea de una novela de viajes, por eso la bitácora (www.elviajedelilianabodoc.com.ar), aunque la vuelta a Santa Fe surge un par de años después, de su vida, de su infancia santafesina y de sus visitas posteriores.
Es una novela de viajes porque reúne sus condiciones claves: ser documental y literaria.
Como el que comenzó Liliana Bodoc hace alrededor de veinte años, el mismo que la llevó a Tilcara, de donde escapó de los diablos, como Elisa.
Su muerte la llevó a otro viaje, en otro plano. Siempre enfrenté el dolor de su muerte con la convicción de que tenía que tener un sentido dentro de lo que siempre buscó: las palabras que crearan un mundo mejor que el que la historia nos había dado
El mundo que crean las palabras de Liliana Bodoc es un universo complejo, con civilizaciones enteras, con hechos, símbolos, sueños, seres fantásticos, o no tanto.
Con Elisa accede al mundo más circunscripto de las mujeres de toda edad, con todas sus problemáticas, en Argentina, ahora: la búsqueda de la felicidad, el despertar de la sexualidad, el conocimiento de sí mismas y la construcción de la identidad en la adolescencia; pero también la trata de personas y la violencia sexual.
Más circunscripto, pero no menor.
Si no han leído otras obras de Liliana, empiecen por esta: será como caer como Alicia en el País de las Maravillas en un pozo que te lleva un mundo nuevo, hacia otras vidas, incluida la propia: Vale la pena.
by ariza_adolfo | Ago 29, 2020 | Literatura comentada
Es la primera novela de Samanta Schweblin (Ciudad de Buenos Aires; 1978), publicada en 2014 por Penguin Random House. Desde 2012 reside en Berlín, donde escribe y dicta talleres literarios.
Compré este libro hace un tiempo porque lo vi recomendado en algún lado, pero quedó en mi mesa de luz, y ahora lo elegí como el segundo libro para comentar.
Distancia de rescate, de Samanta Schweblin, es una nouvelle, o novela corta. La autora no se considera novelista, sino cuentista, y esta obra es una demostración de ese argumento. Su narración es, intrínsecamente, un cuento. Más precisamente, un cuento de terror.
Este tipo de cuento generalmente es una historia de ficción, aunque puede ser real. Se enfoca en los patrones de miedo, suspenso, produciendo sensaciones de terror y escalofrío. La misión es provocar inquietud y desasosiego.
Esto se percibe desde el primer momento en Distancia de rescate. Es inevitable una sensación de inquietud, incluso necesité parar la lectura un par de veces para tomar aire y descansar un poco. Ahora bien, lo llamativo es que el avance narrativo usa como recurso el diálogo, la conversación, entre Amanda, la madre de la pequeña Nina, y David, hijo de Clara, junto con las mismas Clara y Nina. A ellos se suman el esposo de Clara y el padre de Amanda, especialmente en el diálogo con el que concluye el relato, aunque el final sea abierto, no tanto en los hechos, sino en la proyección de las situaciones de la novela en el tiempo y en el espacio. O sea, el desasosiego no va a desaparecer cuando cerremos el libro, porque hay cosas sobre las que no terminamos de saber lo que pasó, o que no tienen una explicación en la realidad, y porque no podemos dejar de sentir que en verdad hay algo amenazante, y nos incluye.
Es una forma no convencional de narrar, porque no es fácil mantener el ritmo narrativo con el diálogo de los personajes, como si fuera una obra de teatro, pero Schweblin lo logra, y logra que se instale ese “mundo flotante” del que habla Henri Gouhier (La obra teatral), por el que, desde que se levanta el telón y hasta que se baja, se instala un mundo que los espectadores creemos que es real (si es verosímil, claro) y lo vivimos así: odiamos al villano, sufrimos con el dolor de los personajes, etc. Ahora bien, lo llamativo es que lo logra sin el escenario, sin esa habitación de tres paredes donde toman vida las obras teatrales. Incluso sentimos una tensión semejante a la que se da cuando un drama alcanza el clímax. La diferencia es que, en Distancia de rescate, cuando se cierra el telón, nos queda la sensación de que algo terrible sigue pasando.
Ahora Netflix la va a llevar a la pantalla; será interesante ver si logra algo semejante a lo que consiguió Schweblin con la palabra escrita.
Hay en Internet varias notas sobre la novela, algunas demasiado bien escritas –como me dijo alguna vez mi querido Profesor, el Dr. Adolfo Ruiz Díaz-, así que evitaré hacerme el crítico literario, y solo intentaré compartirles mis vivencias de lector.
Por ahí, encontré un párrafo que comparto abajo, y del que no recuerdo su origen, pero no tengo muchas ganas de perder tiempo en buscarlo. Me pareció un aporte interesante:
“El libro tiene una gran cantidad de lecturas. Puede decirse que es una novela sobre la ambigua relación entre madres e hijos, ese amor y adoración que se puede convertir en puro terror y ansiedad. También el tratamiento del campo, de lo rural y bucólico y su transformación en algo peligroso y tóxico. Y quizá el punto más controvertido de esta historia, su punto de género fantástico. Distancia de rescate es un relato de terror, donde el curanderismo rural tiene un papel central en cuanto a conceptos tan extraños como la transmigración de almas.”
Todo eso está en la obra; es más, el título alude a “esa distancia variable que me separa de mi hija”, como dice Amanda y que calcula constantemente a base del tiempo que tardaría en correr hacia su hija y salvarla en caso de un peligro inminente, pero no creo que se limite a esto, tal vez aluda al rescate de algún mundo de los que se presentan en la novela
Leí por ahí que “podríamos arriesgar que se trata de una de las primeras novelas argentinas en ocuparse del campo como escenario en el siglo XXI, de la transformación de ese espacio verde y bucólico de los siglos XIX y XX en pesadilla agrotóxica, y no sería tan errado”.
Esta me parece la lectura central.
En estos días hubo en Mendoza una manifestación en contra del modelo agroindustrial que ha desarrollado, sin ética ni misericordia, el capitalismo neo liberal que se instaló desde los ’90, y que está poniendo a la raza humana en riesgo de extinción. Los reclamos eran:
- Cambios en el modelo agroindustrial
- Participación ciudadana en la toma de decisiones.
- Detener ya la profundización extractivista, la quema de humedales, los desmontes, y el avance de la frontera agropecuaria.
- No al acuerdo de megafactorías porcinas con China ni con nadie.
- No al modelo de agronegocio impulsado por el Consejo Agroindustrial Argentino.
- Transición inmediata hacia un modelo justo, soberano y sostenible de producción de alimentos agroecológicos
Creo que esa es la amenaza que se cierne sobre todos en la novela, y que sigue flotando cuando terminamos de leerla. Sin embargo, no hay nada en Distancia de rescate que la acerque al panfleto, sino que es una excelente novela, que asume el mundo actual y lo convierte en parte de la narración. Vale la pena leerla, se las recomiendo.
No sé el sentido que tenga dentro de este ambiente destructor la curandera de la casa verde, que puede hacer trasmigración de almas, y cuya acción es clave en el desarrollo del conflicto, pero lo que causa las tragedias que suceden en ese espacio rural es la contaminación, supongo de glifosato, porque los campos de soja lo cubren casi todo. Sin embargo, a pesar de esta falta de relación interna, se transforma en actor clave.
Todo eso transcurre en no mucho más cien páginas, después de que Amanda y Nina llegan desde la ciudad al campo, a un lugar de paz y escape; sin embargo, van apareciendo, cruzándose con las vidas de ellas, las presencias siniestras que hemos mencionado.
Si fuera un drama, sería una tragedia, por la muerte de Amanda, pero hay otros elementos que quedan sueltos, y que también son trágicos, como las deformaciones de la gente por los pesticidas. Esto incluye algunos que solo sospechamos: sabemos que el espíritu de David migró, pero no sabemos a qué cuerpo fue, ni qué espíritu llenó su cuerpo. Pero, al final, por algunos gestos que conocimos en otro personaje de la novela, encontramos una pista terrible. No les adelantaré nada más, porque hay que vivir todo lo que pasa en la narración, y eso es lo que les recomiendo.
David menciona muchas veces que hay que buscar lo importante, y les transcribo el párrafo final, cuando el marido de Amanda huye del pueblo hacia la ciudad:
“No ve lo importante: el hilo finalmente suelto, como una mecha encendida en algún lugar; la plaga inmóvil a punto de irritarse.”
Esa plaga –gusanos- nos acecha también a nosotros, eso es lo importante, y es lo que debemos saber.
Espero que la lectura les sea tan apasionante como lo fue para mí, y me gustaría que subieran sus comentarios a este blog. Los espero.
by ariza_adolfo | Ago 18, 2020 | Literatura comentada
Leer :. Introducción a la Categoría de novelas y cuentos comentados: Literatura comentada.:
Soy lector casi antes que nada, y hay un criterio que siempre sostuve: si una novela (el cuento es otra historia) en las diez primeras páginas no nos despierta interés por seguir leyendo, por saber cómo se va resolver el conflicto, por conocer mejor a un personaje, mejor dejar su lectura, por lo menos por un tiempo.
Me enganché con Catedrales desde la dedicatoria y el epígrafe, que marcan el sentido ideológico del texto: el rechazo de las religiones. No estoy tan seguro de si también de la fe. Uno de los dos personajes centrales, Alberto, el padre de la familia en la que se mueve la novela (el otro es Carmen, su hija mayor), en el final, se plantea si la fe tiene validez o no.
Piñeiro tiene oficio de escritora, y construye una buena novela con Catedrales. Vale la pena leerla. Incluso, cuando la cerramos, después de terminarla, nos quedamos con preguntas no sobre la resolución narrativa del conflicto, sino cómo seguiría la historia y sus personajes, que siguen presentes en nosotros.
Está claro que tengo mucho cuidado de no contar la novela. Si una novela no me gusta, no la comentaré, pero, si me gusta, lo haré para colaborar con los que la quieran leer. Comentaré, trataré de destacar aspectos que sirvan para enriquecer la lectura; si conozco algún dato interesante, lo mencionaré, no mucho más que eso.
Soy Licenciado en Literatura, y esa formación debería ayudarme a conseguir estos propósitos.
Aclarado esto, paso de la propuesta ideológica que recorre toda la obra a los personajes de la novela: no todos tienen el mismo interés, sobre todo cuando lo ideológico se impone y alguno se esquematiza, pero Ana, Lía y Carmen, las hijas, (de menor a mayor), Julián, el marido de Carmen, Alberto, el padre, y Mateo, el hijo de Carmen, o sea, la familia, son el eje narrativo de la novela. Se agregan Marcela, la mejor amiga de Ana, y Elmer, un criminalista que investiga la muerte sobre la que se centran la narración y el conflicto, completan la lista de personajes, dándole nombre a los capítulos de la novela.
Esta forma de narrar, en la que cada personaje va relatando parte de la historia, desde su rol y perspectiva, en la que se entrecruzan los hechos, a veces superponiéndose, pero reconstruyendo lo que había estado treinta años sin aclararse, es interesante, y permite visualizar, además, la complejidad psicológica, central en la novela de Piñeiro, que aparece entrelazada con la historia.
Me puse a pensar en el subgénero de esta novela, más por defecto profesional que por necesidad. Les comparto las conclusiones: a veces, como en muchas novelas policiales, el género es claro, más allá de algunos matices. No es el caso de Catedrales,veamos, por ejemplo, el uso de epígrafes. Antes de comenzar la novela, nos encontramos con tres, y cada capítulo tiene el suyo. Son indicaciones del autor, para contextualizar nuestra lectura y el sentido que le daremos a la narración.
También tiene elementos de la novela policíaca (una muerte, detective), pero me voy a inclinar por caracterizarla como thriller psicológico, porque existe suspenso hasta casi el final, aunque no sea al modo de las novelas de crímenes, porque lo que ha determinado la narración ha sucedido y sucede en la mente de los personajes. Estos son los que narran en primera persona los capítulos que llevan sus nombres. Sus pasados, sus creencias (o no creencias), sus miedos, sus fobias, son las que van armando la historia.
Por supuesto, están los hechos, la descripción del espacio donde ellos ocurren, las circunstancias en que sucedieron, pero todo eso navega en los ríos de la mente de los personajes, ríos que confluyen en el desenlace, que no es abierto en sí, pero que nos deja pensando en cómo seguirán las vidas de los sobrevivientes.
Finalmente, algo que me llamó la atención: hay personajes centrales que no logran resolver válidamente los conflictos psicológicos, y esto los lleva cometer acciones erróneas, aun terribles. La muerte de Ana (una pregunta queda bailando en mi cabeza: ¿no fue un crimen?) y los hechos que le siguieron es un ejemplo. No he leído todas las novelas de Piñeiro, salvo Las viudas de los jueves, y sucede algo semejante: un accidente (mejor, suicidio) de tres hombres que no pueden resolver sus vidas en la crisis de fines de los 90’ y principios del siglo XXI. También es común en ambas algún grado de truculencia, sobre todo en Catedrales, pero insisto, es una buena novela, el planteo ideológico es válido, y agrega peso al conflicto.
Espero que la lean, y que agreguen comentarios y opiniones en el blog, así enriquecemos esta opinión entre todos.
Un abrazo
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