Estaba leyendo un libro que recomendó Alejandro Bercovich en “Brotes verdes”, se llama ¡Contrahegemonía ya!, de Nancy Fraser (Siglo veintiuno, 2019), cuyo subtítulo es Por un populismo progresista que enfrente al neoliberalismo. En esa tarea, me encontré en el Dipló con una entrevista al brillante Álvaro García Linera, ex vicepresidente de Bolivia acompañando a Evo Morales (2006-2019) (https://www.eldiplo.org/notas-web/hoy-el-neoliberalismo-es-el-defensor-de-un-mundo-en-retroceso-no-un-constructor-de-futuro/).
De ambas lecturas surgió la posibilidad de volver a presentar una nueva entrada sobre el tema del neoliberalismo sobre el que ya hecho algún aporte.
Desde hace un buen tiempo se viene anunciando, desde más de un sector, el fin del neo liberalismo, en parte por sus nefastas consecuencias para el mundo -por lo menos, para más del 90% de él-, en parte por su agotamiento como modelo (¿lo ha sido realmente?) y por las reacciones que ha desatado, como lo vivimos en América Latina (Chile, Colombia, Ecuador son ejemplos cercanos)
Sin embargo, como dice la cita falsamente atribuida a Zorrilla de San Martín; “Los muertos que vos matáis gozan de buen salud”, que no será buena salud, pero la realidad es que este neo liberalismo sigue decidiendo gran parte de nuestras vidas.
Por eso, me resultó interesante la lectura de Fraser. Voy a rescatar algunas de sus afirmaciones:
“A primera vista, la crisis de nuestros días parece ser política. Su expresión más espectacular está aquí mismo, en los Estados Unidos: Donald Trump, su elección, su presidencia y la disputa que la rodea. Pero no faltan situaciones análogas en otros lugares: la debacle del brexit en el Reino Unido; la menguante legitimidad de la Unión Europea y la desintegración de los partidos socialdemócratas y de centroderecha que abogaban por ella; también la bonanza creciente de los partidos racistas y antiinmigrantes en el norte y el centro-este de Europa, más el surgimiento de fuerzas autoritarias, entre ellas algunas que pueden calificarse de protofascistas, en América Latina, Asia y el Pacífico. Nuestra crisis política, si de eso se trata, no es solo estadounidense, sino global.” (Op. Cit., p. 21, 22)
Me pareció una buena y sintética descripción de la situación global, que no deja dudas sobre la existencia, no nueva, pero sí, acentuada, de la situación de crisis.
Fraser amplía su afirmación, y nos pone frente a otro rasgo de la realidad actual:
…todos estos fenómenos tienen una característica en común. Todos implican un debilitamiento drástico, si no, un liso y llano derrumbe, de la autoridad de las clases y los partidos políticos establecidos. Es como si multitudes de personas en todo el mundo hubiesen dejado de creer en el sentido común imperante que apuntaló la dominación política durante las últimas décadas. Como si esas personas hubieran perdido la confianza en la buena fe de las élites y buscaran nuevas ideologías, organizaciones y liderazgos.” (p. 22)
La cita que voy a hacer ahora contiene, tal vez, lo más terrible, porque no es solo lo que ha pasado y/o está pasando, sino lo que puede pasar, siempre que no acertemos en lo que ella llama medidas contra hegemónicas:
“Los fenómenos mencionados constituyen la faceta específicamente política de una crisis más amplia y proteica que presenta otros aspectos -el económico, el ecológico y el social- que, tomados en conjunto, dan por resultado una crisis general. Lejos de ser sectorial, la crisis política no puede entenderse al margen de los bloqueos a los que responde en otras instituciones, aparentemente no políticas. En los Estados Unidos esos bloqueos incluyen la metástasis de las finanzas; la proliferación de “McEmpleos” precarios en el sector de servicios; el incremento imparable de la deuda de los consumidores para permitir la compra de baratijas producidas en otros lugares; el crecimiento conjunto de las emisiones de dióxido de carbono, los climas extremos y el negacionismo de la crisis climática; el encarcelamiento masivo de personas de determinadas categorías raciales y la violencia policial sistémica, además de un estrés en aumento que afecta la vida familiar y comunitaria, debido en parte a la prolongación de la jornada laboral y la disminución de las ayudas sociales. En conjunto, estas fuerzas socavan desde hace algún tiempo nuestro orden social sin producir un terremoto político. Ahora, sin embargo, todo puede suceder. En el extendido rechazo hacia la manera habitual de hacer política, una crisis sistémica objetiva ha encontrado su voz política subjetiva. La faceta política de nuestra crisis general es una crisis de hegemonía.” (p. 23, 24)
Si leemos con cuidado, veremos que esos “bloqueos” también se dan por estos lares. ¿O no encontramos deliverys en moto o bicicleta por todos lados? ¿No son McEmpleos? ¿Uber, Cabify?
Me resultó interesante la siguiente afirmación:
“Al menos desde mediados del siglo XX, la hegemonía capitalista se forjó en los Estados Unidos y en Europa mediante la combinación de dos aspectos diferentes del bien y la justicia: uno centrado en la distribución, otro en el reconocimiento. El aspecto distributivo indica cómo la sociedad debería asignar los bienes divisibles, en especial el ingreso. Este aspecto remite a la estructura económica de la sociedad y también, aunque de manera indirecta, a sus divisiones de clases. El aspecto del reconocimiento expresa cómo la sociedad debería atribuir el respeto y la estima, que son las marcas morales de la pertenencia y la integración.” (P. 25)
Los dos aspectos que subrayo me parecen una manera clara de comprender cómo actúa el neoliberalismo, en cualquiera de sus variantes. El problema es que, al final, más allá de las declaraciones edulcoradas con que quieren vendérnoslas, han terminado en financiarización y meritocracia.
O sea, destrucción de la industria y todo lo que agrega valor a los productos básicos que necesitan los países centrales y sus corporaciones y profundización de las actividades especulativas que enriquecen al 1% dueño de la mayoría de las riquezas del mundo.
O sea, reducción de las oportunidades para gran parte de la sociedad, sin educación ni salud públicas, y trasladar la responsabilidad del fracaso individual a la falta de entusiasmo y comprensión de cómo se triunfa en este mundo duro.
Afortunadamente, hubo otro modelo –por eso, la descalificación del peronismo, llamándolo populismo para disimular un poquito-, que nos ha dejado educación pública, incluso superior y universitaria, y que hoy, por ejemplo, en Mendoza, los hospitales públicos ofrezcan mejor atención que la mayoría de las clínicas privadas.
Es el mismo modelo que impulsó la Ciencia, la Técnica y la Tecnología que nos permiten tener satélites o producir vacunas y remedios anti covid.
También es el que permitió un desarrollo industrial –todavía insuficiente, y mayormente de industria liviana y media- pero que genera empleo de calidad superior al de los servicios precarizados.
No era mi idea la de extenderme tanto en los textos de Frazer, pero no es fácil analizar brevemente un tema tan importante como éste.
Además, la entrevista de José Natanson a García Linera es un complemento ideal a las afirmaciones de Fraser porque nos acerca nuestra realidad latinoamericana de hoy y hacia el futuro.
Seleccionaré algunas respuestas de G. Linera que me parecen un aporte a nuestra comprensión del mundo en el que vivimos y en el que podremos vivir.
“… ¿Cómo describirías la situación de América Latina hoy?
Yo no hablaría de un fin del ciclo progresista sino de un proceso por oleadas. En efecto, hubo una primera oleada muy fuerte que comenzó en 1999, en el 2000, y que llevó al poder a una serie de líderes y partidos y movimientos de izquierda. Ya desde 2014, 2015, señalábamos que se venía una ofensiva conservadora, una contraoleada neoliberal, aunque también decíamos que iba a ser muy difícil que permaneciera, que se estabilizara. Y efectivamente desde hace dos o tres años asistimos a un repliegue de esa ofensiva conservadora y un nuevo ascenso de los progresismos.
¿Este nuevo ciclo progresista se va a imponer?
No lo sé, pero no es una resaca del ciclo progresista anterior sino una nueva oleada, algo que conserva parte de lo anterior pero también es distinto. Esto se ve en los cambios de signo político en Argentina, México, Bolivia, Perú, pero también en el ciclo de intensa protesta social que se vive en países como Chile, Ecuador o Colombia. Incluso más allá de los resultados electorales: en Ecuador ganó la derecha, pero eso no significa que esta oleada se haya detenido.
¿Es un progresismo igual al anterior?
… Lo que hay es una expresión fundamentalmente de un hecho político-electoral, no tanto de movimientos sociales o protestas populares. La otra característica de esta segunda oleada progresista es que está liderada por dirigentes moderados. Esto no necesariamente es un defecto; es una cualidad de la época, una cualidad de la estructura progresista. No estamos ante liderazgos carismáticos y excepcionales como antes.
¿Los casos de Alberto Fernández y Luis Arce nos permiten hablar de un “progresismo por delegación”?
Es una cualidad de las estructuras progresistas, de su capacidad para leer la época y adaptarse, encontrar dirigentes acordes al momento. Son dirigentes que tienen otra manera de llevar adelante las cosas, son menos arriesgados, pero porque no son resultado, como antes, de un proceso casi insurreccional, sino básicamente porque surgen de procesos electorales, en algunos casos muy condicionados.
¿Qué tienen enfrente?
Fuerzas conservadoras radicalizadas. El contraoleaje conservador que se inicia en 2014-2015 no es un neoliberalismo triunfante, bonachón, optimista, como podía ser el de los 90. Es un neoliberalismo rabioso, que carga un discurso más racializado, menos pluralista, más violento. Incluso capaz, en países como Bolivia, de un discurso y una acción golpistas. Aunque en algunos países ensaye posturas más moderadas, con los años vamos viendo que la derecha deja el centro y se acerca a la extrema derecha, abandona el centro, tanto en lo económico como en lo político y cultural. Es una novedad.
¿A qué atribuís este giro a la derecha de la derecha?
A que surge en un momento de declive histórico planetario de las hegemonías neoliberales, lo que no quita que puedan volver a ganar elecciones, a veces al filo de las posibilidades, como en Ecuador, desatando emotividades cada vez más primarias, acciones cada vez más autoritarias. Esto ayuda a entender algo que habíamos previsto sobre la contraoleada conservadora. Decíamos que iba a ser temporal, porque estaba claro que el mundo neoliberal estaba en un tiempo de declinación moral e ideológica, estaba dejando atrás el optimismo histórico, ya no entusiasmaba. Hoy el neoliberalismo se presenta solo como defensor de un mundo en retroceso, no como constructor de futuro, como en los 90. Ese discurso se desvaneció y entonces la contraoleada era necesariamente de pies cortos, de miradas cortas, porque el neoliberalismo actual es un neoliberalismo cansado, con signos de decrepitud.
¿El contexto histórico entonces ayuda a este nuevo ciclo progresista?
Sí. Estamos en un contexto mundial más favorable. Muchos de los temas que discutíamos en América Latina en 2007, 2008 o 2009 son los temas que se discuten en Estados Unidos y Europa: el rol del Estado, la necesidad de construir ciertas redes de protección, cierto nacionalismo económico que proteja el mercado interno. Son temas que inició el progresismo latinoamericano y que ahora encuentran un ambiente mundial más tolerante.
¿La agenda tiene que ser la misma que en los años 2000?
Por un lado, sí, porque muchos problemas permanecen e incluso se han agravado a partir de la llegada de fuerzas conservadoras y de la crisis económica de la pandemia. Pero también hay que incorporar nuevas miradas, agendas y temas. El progresismo de la primera oleada fue encontrando un límite, mostrando contradicciones, debilidades. Este nuevo ambiente mundial más favorable a los temas progresistas le puede brindar una renovación de su agenda, algo así como un nuevo conjunto de transformaciones y reformas.
…
Pienso que deberían ser reformas muy segmentadas por país, más necesarias que nunca por la agudeza de la crisis. Hemos decrecido nueve puntos en los últimos años, retrocedido diez años. No alcanza con volver a hacer lo mismo que antes, que además ya había comenzado a mostrar sus límites. La pandemia jugó un papel catalizador de múltiples crisis. En Bolivia, por ejemplo, el tema sigue siendo el mismo, aunque las medidas sean diferentes. ¿Cuál es el tema que enfrentan los progresismos? De dónde saldrán los recursos para enfrentar la debacle económica, el aumento del déficit, el cierre de la economía obligado por la pandemia, la recuperación de las empresas zombies, la construcción de nuevas redes de protección, el apoyo a los trabajadores. Para salir de la etapa de emergencia va a haber que generar recursos.
… ¿Cuál sería el camino hoy?
Hay que pensar en una segunda oleada de nacionalizaciones, entendida como el control de fuentes de elevados excedentes. Eso, por un lado. Por otro, avanzar en políticas tributarias más audaces; el número de multimillonarios aumentó en América Latina en estos años. Pero la gravedad del hueco, de la crisis en la que estamos, es tan grande que se requieren grandes esfuerzos, intentar que vuelva a la economía la riqueza latinoamericana depositada fuera de los países, a veces en paraísos fiscales. Implementar amnistías tributarias que ayuden a la repatriación o medidas que generen incentivos y obliguen a traer ese dinero. Y, también, un nuevo enfoque en la integración, trabajar en acuerdos comerciales temáticos, puntuales y muy prácticos. En el ciclo anterior tuvimos una mirada de integración, en tiempos de Lula, Evo, Correa, Chávez, Néstor, que logró un acercamiento y coordinación política muy importantes. Pero ahora necesitamos avanzar en cosas concretas y específicas para darle materialidad a la integración. No ya grandes acuerdos sino líneas prácticas, en una, dos o tres áreas, que vinculen cadenas específicas, para fabricar en conjunto una computadora o una máquina o lo que sea. Crear un área, que funcione, y pasar a la segunda, la tercera y la cuarta…
…
Futuro abierto…
Un tiempo histórico que no se puede prever. No hay un fin adonde llegar, no hay un futuro claro. La cualidad de este momento es la superposición de ideas, propuestas, elites con opiniones diferentes. Estamos en un período, esperemos que no muy largo, en el que va a haber varias propuestas en disputa, no hay una gran propuesta de largo aliento. Y esto es así porque el nuevo horizonte no se construye sólo en América Latina, se va a constituir a nivel mundial.
…
Entonces esta década va a estar marcada por la incertidumbre, incluso el caos. Los momentos liminares visibilizan el cansancio de la hegemonía neoliberal, aunque aún no tenga sustituto. Por eso muchas sociedades viven este desasosiego, esta situación de incertidumbre y miedo: cuando uno deja de tener un destino ordenado y una imaginación clara de futuro. Esperemos que cuando se abran los corazones y las mentes de la gente el progresismo se imponga. “
Las dos referencias elegidas coinciden en la incertidumbre como rasgo del mundo –como lo ha sido en toda la modernidad, por lo demás- y deberemos aceptar esto, y no angustiarnos, porque para salir de esta situación hacen falta nuestra comprensión de ella, nuestro posicionamiento en una actitud progresista –lo contrario de lo que ha hecho una buena parte de la sociedad urbana mendocina, por ejemplo- y una inquebrantable decisión de avanzar hacia un mundo mejor para nuestros descendientes de toda América Latina.
Hace dos o tres años me invitaron a la fiesta celebraba el inicio de Año Nuevo del Sur, en el Teatro Independencia.
El Teatro estaba lleno, fue una fiesta inolvidable, y terminamos en el foyer cantando todos juntos durante un rato largo.
Sin embargo, lo más importante para mí fue comprender el significado que debía tener para nosotros el solsticio de invierno como lo es para los pueblos originarios, no sólo del sur.
Este año ocurrirá a las 3:32 am, y la pandemia no nos permitirá encontrarnos y cantar y bailar para celebrar el momento en que tenemos que empezar a “preparar la tierra, sembrar, buscar las semillas apropiadas para cada región”, porque comienza el ciclo del cultivo de la tierra, o sea el año nuevo.
No voy a entrar a analizar el hecho de por qué festejamos tradicionalmente el Año Nuevo el 1 de enero, es más, seguiré haciéndolo, pero quiero resaltar el hecho entrañable y necesario de comenzar a crecer juntos como lo que somos: semillas de una misma tierra.
Ese debe ser el espíritu que nos llene el alma y que una nuestras manos para avanzar en la construcción de una América del Sur como la que propone el Consenso de Cusco.
“El Consenso del Cusco es un conjunto de principios y propuestas, establecido por acuerdo de los doce países de América del Sur en diversos documentos, y convertidos en un programa común el 8 de diciembre de 2004, al fundarse en el Cusco la Comunidad de Naciones Sudamericanas. El 23 de marzo de 2008 adquirieron carácter constitucional, al quedar incorporados al Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Sudamericanas, firmado en Brasilia.” (Este es uno de los muy valiosos aportes de Humberto Podetti.)
Es la única manera en que nuestros pueblos podrán salir del estado de postergación y pobreza que nos asuela (también puede ser asola, pero me gusta más con diptongo).
No hay otra manera de enfrentar a “la sociedad global del mercado que produce el derecho que regula más del 70 % del comercio mundial, sin intervención de parlamento alguno, ni de jueces constitucionales o de tratados o acuerdos internacionales.” (Humberto Podetti, Tiempo, espacio y sentido en el proyecto de Estado continental sudamericano)
Es esa sociedad la que ha desarrollado este capitalismo neoliberal inicuo y depredador que quiere quedarse con nuestras riquezas, tanto materiales como espirituales.
Es también la que trata de imponer Gobiernos cipayos que sirvan para enriquecerse descomunalmente, aunque nos hundan en la miseria y en la devastación ambiental.
Hace un par de años, más o menos, parecía que ese era un destino inevitable para nuestros países. Hoy la situación es otra, y se ha llegado a ella por la vía democrática.
Argentina es un buen ejemplo, con un Gobierno que avanza –como puede, pero avanza- en un proyecto nacional y popular.
Bolivia rechazó una propuesta fascista y de derecha y Arce ha tomado medidas contra lo que intentó la golpista Añez.
Chile está por comenzar el proceso de redacción de la Constitución que reemplazará la que dejó Pinochet.
Sin embargo, todo esto y algunos hechos más, podrían ser ineficaces si nuestros países de América del Sur no logran consolidar un proyecto de Estado continental que nos dé la capacidad de enfrentar el enorme poder de la sociedad global de mercado, que incluso controla los medios de comunicación más poderosos.
El MERCOSUR, y la UNASUR (que menciono arriba) son herramientas válidas para la integración de los países sudamericanos, por eso, el Gobierno de Macri (como el de Chile) los abandonaron para concretar Tratados de Libre Comercio (TLCs) que no son aconsejables entre países con asimetrías de poder económico, porque los países pobres pierden siempre.
Tal como dice Ulises Naranjo:
“Las semillas con el primer sol del amanecer iniciarán su camino para convertirse en frutos. Nosotros debiéramos hacer lo mismo.”
HAGAMOS LO MISMO
Festejar y agradecer: hoy comienza el Año Nuevo en el Hemisferio Sur
El solsticio de invierno se inicia en la agonía de esta tarde, a las 18.43, cuando se inicia la noche más larga, de cara al amanecer de nuestro primer sol del año. Ahora, sí, momento de brindar en familia. Todo comienza con el inicio del ciclo de las estaciones: ¡Feliz año Nuevo!
ULISES NARANJO
SÁBADO, 20 DE JUNIO DE 2020 · 07:14
El invierno es ese momento del año en el que, paradójicamente, nos despojamos para limpiarnos. El invierno es más íntimo y más honesto: en invierno nos purificamos, nos limpiamos, nos liberamos y comenzamos a transitar el ciclo que habrá de durar, horas más o menos, 365 días. Las semillas lo saben y, por eso, lo sabían nuestros antiguos. La ocasión, a merced de una pandemia, es más que propicia para el retiro y el análisis. Hay silencio alrededor, deberíamos aprovecharlo.
Solsticio: los huarpes, por ejemplo, celebraban -y celebran los que quedan y aquellos que los respetan y se reconocen en parte en ellos- el Wetripantu, compartido con los mapuches y puelches. La fiesta se iniciaba la noche del solsticio de invierno, el momento del año en que, en el Hemisferio Sur, estamos más alejados del sol. Entonces, aquellos habitantes originarios de Mendoza y la región, al borde del río, el mismo que nos sigue dando vida, pasaban la noche y esperaban el primer sol, con semillas, con fuego y con historias, sabiduría oral trasmitida a los niños. Era una fiesta colectiva, familiar, y de pleno contacto con la naturaleza.
No es nueva. Se trata de una celebración ancestral y planetaria, de una reunión familiar para reconocerse, trasmitir valores y conocimientos y hasta para purificarse con baños de agua helada llegada desde la cordillera.
No es una fiesta exclusiva de nuestros pagos: lo mismo hacen en el Hemisferio Norte cuando les toca su solsticio invernal, a fines de diciembre. Sólo porque tienen el poder de construcción de lo real, ellos determinaron que entonces comienza el año del planeta, en consonancia con sus fiestas de la cosecha, sus “wetripantus”, que guardan otros nombres como la Fiesta de San Juan y sus hogueras en España y todo Europa (Fogueiras de São João, Jonsok, Sankthans, Midsommar, Juhannus, Midsummer), el mismo Inti Raymi incaico y hasta, bien atrás en el tiempo, las dionisíacas griegas -y las saturnales latinas- que dieron origen al arte tal como lo conocemos. Verán, entonces, lo importantes que son.
Tanto éxito tenían desde siempre las fiestas de la cosecha y el solsticio invernal, que la Iglesia Católica decidió imponer la Navidad -el cumpleaños de Jesús- para esos días de diciembre y colgarse así de la volada planetaria exigida desde el Norte.
Ahora, hoy mismo, es cuando nosotros debiéramos comer las garrapiñadas, turrones, mantecoles, maní con chocolate y otros productos fuertes en calorías que ponemos en la mesa imitando a los del Norte. Ahora, es cuando debiéramos enviar postales con nieve por todos lados y, en lugar de renos, algún guanaco, un cóndor, una liebre o una trucha.
No es una cuestión de personalidad. Es una cuestión de poder que asumimos sin mayores conflictos. Somos copiones, pero porque aceptamos, sin más, las formas del poder que nos son impuestas.
El Año Nuevo del Sur en Mendoza
Hace 18 años, un queridísimo e inolvidable amigo de muchos de nosotros, el músico Valdo Delgado, tomó la iniciativa para crear en la provincia el Año Nuevo del Sur, una celebración multiartística, con un fuerte mensaje de reconocimiento a nuestro lugar en el mundo.
– El Norte no está arriba y el Sur no está abajo, decía Valdo, charango mayor del exquisito grupo Miles de Años, o, tal vez, este escriba lo está inventando.
Así surgió una fiesta que logró reunir en escena, a lo largo de los años, a notables como : Liliana Bodoc. Luisa Calcumil, Máximo Arias, Gladys Ravalle, Mariú Carreras, Daniel Ciancio, Fausto Marañón, Osvaldo Chiavazza, Hernán Paz, Ulises Naranjo, Laura Morales, Natacha Gabrielli, María Godoy, Fabián “Tutuca” Castellani, Martín Montero, Gabriela Simón, Gabliela Psenda, Alejandro Rotta, Miles de Años, Chakana, Ensamble Eduardo Pinto, Trío: Öesch-Alcaraz-Patiño, Sandra Amaya, Analía Garcetti, Alejandra Bermejillo, Mariana Matta, Camino al Pachacuti, Markama, Huynamarka, Willi Fabre, Coco Best, Leo Martinez, Francisca Figueroa, Nahuel Jofre, Cristina Pérez, comparsas de candombe y sikuris de Mendoza entre otros.
El Año Nuevo del Sur tiene un núcleo duro de trabajo, herederos de aquella fogata que encendió Valdo Delado. Ellos son los talentosos artistas Sebastián Alcaráz, Eugenia Moreno, Quique Öesch, Raúl Rivero, Miguel Ángel Purpora y Carlos Canale. Año a año, invitan a distintos cultores y, en el Teatro Independencia, ofrecen una de las celebraciones más encantadoras que tiene Mendoza.
El solsticio y la pandemia
Imaginarán que, este año, no habrá teatro, pero sí celebración familiar. “El Año Nuevo del Sur marca una renovación en la relación de la Tierra con el sol. Es volver al punto donde el sol se encuentra lo más alejado de la tierra”, dicen los organizadores.
“El espectáculo, que ya va por su XVIII edición en Mendoza, es una invitación a vivenciar la comunicación con la naturaleza y armonizarnos con el lugar y el tiempo que nos tocan vivir. Preparar la tierra, sembrar, buscar las semillas apropiadas para cada región, nos da la pauta que el año recién está por comenzar. Es absurdo dar por comienzo cuando los frutos están en nuestras manos, como ocurre en diciembre”, completan.
Por eso, en plena pandemia del coronavirus Covid-19, este año se han limitado a difundir material audiovisual y a invitar a celebrarlo íntimamente, en los hogares, pero con el mismo espíritu de nuestros mayores: purificación, sabiduría, comunicación, propósitos y, por supuesto, agradecimiento.
Las semillas con el primer sol del amanecer iniciarán su camino para convertirse en frutos. Nosotros debiéramos hacer lo mismo.
Son muy impactantes los datos que recopila la nota de Bustelo, así que decidí elaborar una entrada con ella, a pesar de no compartir las descalificaciones que contiene.
No es que no crea que la clase política no tiene muchas deficiencias, aunque mi análisis de estas difiera con las que han buscado instalar los medios –la mayoría- que han colaborado en la instalación de los Gobiernos neoliberales, aquí, y en muchos lugares, sobre todo en América desde el Río Grande hacia abajo (lo que no es casual).
Ayer Cristina, en su discurso público –sus apariciones siempre ponen cosas patas arriba- dijo algo que comparto:
“En el mundo de la anti política, los políticos “son todos iguales”. Bueno no. No son todos iguales. No somos todos iguales.”
Más allá de todos los encendidos e indignados comentarios que puedan disparar estas palabras en una parte de nuestra clase media urbana, quiero destacar la ineficacia de ese concepto de igualdad. Si son todos iguales -malos, buenos o regulares-, eso no nos sirve para saber a qué atenernos y diferenciar a quienes nos gobiernan o podrían hacerlo. En realidad, solo le sirve al capitalismo neoliberal y sus seguidores y/o secuaces para que la gente desprecie a la política y a los/las políticos/as, y les deje el campo libre para que hagan lo que quieren, que siempre perjudica a la mayoría de la sociedad, sobre todo a los/las más vulnerables, como lo han realizado en Chile, Perú, Argentina (la lista no termina).
Hay que analizar la información, no comprar siempre en el mismo medio, porque, si no, somos presa fácil para los que quieren engañarnos. Ver qué hacen, qué no hacen, qué dicen, qué no, y tener memoria. Después, decidir en función de eso, que no sea lo mismo ser bueno o malo.
Con eso, la política va a ser mejor, seguramente.
También estoy de acuerdo con otro comentario de Cristina:
“Hay que dejar la vacuna y la pandemia afuera de la disputa política”.
Por más obvio que sea, es real, si vemos cómo se ha manejado la oposición respecto de la política del Gobierno con la pandemia: cuarentena, vacunas (antes la vacuna rusa no, que envenena, ahora, faltan vacunas), creo que sería bueno –pero difícil que pase- que se tomara conciencia de que, en un tema de salud pública tan grave como este, hace falta una actitud política más solidaria y patriótica en serio.
Tampoco comparto la descalificación de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo, una institución con una larga trayectoria de trabajo académico y de investigación de calidad. Incluso suena extraño y sesgado el comentario.
Escrito esto, como dicen ahora en los medios, vuelvo a resaltar la importancia de conocer estos datos tremendos. Aquí sí coincido con Bustelo, en la responsabilidad del peronismo y la UCR mendocinos, porque esta decadencia comenzó hace bastante, es más, diría que ambos espacios políticos le deben a Mendoza un buen Gobierno, que no le han sabido dar desde la vuelta a la democracia, más allá de los aciertos de cada uno de ellos (estaría bueno un estudio lo más objetivo posible sobre esta etapa).
Los datos hablan por sí solos: hoy Mendoza es la provincia más pobre de Cuyo. Quienes hemos vivido lo suficiente para ello, sabemos lo que fue antes: la provincia más importante del oeste argentino.
La conciencia de esta situación tiene que llevarnos a cambiar de actitud: hemos pasado de nuestro conservadurismo de siempre a acercarnos a un fascismo de derecha que vota en contra de todo lo que le suene a peronista (o populista, como le han metido en la cabeza que es el demonio hecho política), y no repare en votar cualquier medida, aunque lo perjudique, o a cualquier candidato, aunque no tenga trayectoria ni hechos que lo justifiquen.
SERÍA SALUDABLE PARA MENDOZA QUE CAMBIÁRAMOS ESTA MANERA DE ANALIZAR LA REALIDAD. LOS DATOS DE ESTA NOTA DEMUESTRAN QUE ESTAMOS MUY MAL ,Y VAMOS PEOR.
Siempre es bueno tener indicadores a mano para saber en qué hay que mejorar, sobre todo en materia social; algo que, por lo general, los legisladores (nacionales y provinciales), así como la mayoría de los funcionarios, intendentes y concejales, no tienen muy en cuenta o vergonzosamente los desconocen.
La deuda social, un concepto acuñado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina que depende de la Universidad Católica Argentina (UCA), sirve para explicar el déficit que tenemos como sociedad. Esa institución comenzó a trabajar en distintos indicadores sociales desde 2001 y avanzó en la definición teórica de deuda social. Tomamos su idea en esta nota para reflejar lo que sucede en nuestra provincia. Aquí tenemos a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo, que no hace nada parecido: están en otra cosa. Al igual que los legisladores nacionales y provinciales, que están tuiteando, pero nunca van a escribir un tuit con alguno de estos datos, porque los desconocen. Y es sobre estos datos sobre lo que deberíamos estar discutiendo también, más allá de la pandemia. Mendoza viene con serios problemas desde hace varios años y en esto están los dos partidos mayoritarios de la provincia y sus respectivas gestiones involucradas, e incluyo también lo que han hecho o dejado de hacer los legisladores nacionales y provinciales. Ellos actúan como si su gestión no fuera evaluada por estos indicadores, pero sepan que son responsables también de lo que pasa en la provincia, con la realidad que tenemos.
El listado que publicamos en esta nota está realizado con datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económica dependiente del Ministerio de Economía y Energía de Mendoza y del Observatorio de la UCA.
Los datos también permiten definir políticas para atacar los problemas de los más necesitados y, además, saber si esas acciones han tenido algún resultado concreto, es decir si se mejoró o no el indicador que se eligió mejorar. Aquí van los números.
60,8% de pobreza infantil, según la medición de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec correspondiente al segundo semestre de 2020. Es un muy mal indicador, porque pone a Mendoza en el ránking de las 10 provincias con mayor cantidad de niños pobres y con un número que la catapulta al primer puesto en Cuyo. Esto implica que tiene un porcentaje de pobreza infantil de 5 puntos más altos que San Luis (55,1%) y casi 10 puntos arriba de San Juan (51,0%). En 2019, la pobreza infantil llegaba al 55,8% y había 127.396 niños en esa situación, así que se suma.
44% de pobreza en el Gran Mendoza, según la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, correspondiente al segundo semestre del 2020. El porcentaje de 2019, también en el segundo semestre, era del 38,6%; del 30,7% en 2018, del 26,4% en 2017 y del 33,5% en 2016. Como vemos, la pobreza no deja de subir desde 2018. Hoy hay 451.644 personas pobres en Mendoza, 58.361 personas más que en 2019, cuando había 393.283 pobres. Y hay más de 200.000 personas más que en 2017, cuando el número llegaba a 248.905 personas.
En este indicador tampoco estamos bien con relación a las provincias de Cuyo. Según la medición de 2020, tenemos casi 4 puntos más que el Gran San Luis (40,6) y casi 10 puntos más que el Gran San Juan (34,8%). Y, además, estamos entre las cuatro provincias del país con más pobres.
42,4% de pobreza en toda la provincia de Mendoza, según datos de la Encuesta de Condiciones de Vida de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE), correspondiente a 2020. Para la repartición que depende del Ministerio de Economía y Energía, el porcentaje casi no subió a pesar de la pandemia, ya que en 2019 el número de pobreza era del 42,1%. En 2018, la pobreza era del 36,2%; en el 2017, del 27,1% y en 2016, del 35,3%, para toda la provincia según la DEIE.
36,7% es la pobreza multidimensional en Mendoza, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina sede Mendoza dependiente de la Universidad Católica Argentina (UCA), son 456.573 personas en la medición para 2020. Desde el Observatorio explican que la medición de la pobreza multidimensional surge de vincular las dimensiones de justo bienestar y derechos sociales, a través de una matriz que describe diferentes tipos y grados de privaciones y de desigualdad social. Así es como se definen cuatro categorías: los que no son pobres por ingresos, pero presentan carencias en dimensiones de derechos; los que tienen ingresos por debajo de la línea de pobreza y no presentan dimensiones con carencia en derechos sociales y económicos; los que no son pobres por ingresos, pero presentan una o más dimensiones de derechos vulnerados. La cuarta es la de la pobreza multidimensional, que en Mendoza llega al 36,7% de la población: son pobres por ingresos y presentan una o dos carencias de derechos.
12,4% es la pobreza estructural en Mendoza, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina, sede Mendoza de la UCA, para la medición 2020. Esto representa a 154.264 personas y es otra de las categorías de pobreza que determina el Observatorio. Es el porcentaje de pobreza que se va consolidando y que cuesta bajar.
26,1%, con inseguridad alimentaria. Son 324.702 personas que pasan hambre y disminuyeron involuntariamente la cantidad de veces que comen en los últimos 12 meses, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina, sede Mendoza de la UCA. También tienen problemas para acceder a la salud y a medicamentos.
31,9%, no tienen ingresos por empleo registrado ni por jubilación o pensiones contributivas en Mendoza. Son los trabajadores informales o que realizan changas y llegan a unas 396.858 personas, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina sede Mendoza de la UCA.
13,3%, no asiste a instituciones educativas o tienen rezago educativo, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina, sede Mendoza de la UCA. En el hogar hay por lo menos un niño o adolescente de entre 4 y 17 años de edad que no asiste a la escuela, o algún adulto de 18 años sin secundario ni asistencia. Esto implica que unas 165.461 personas están alejadas de la educación y será mucho más difícil que puedan tener un empleo de calidad o lograr ingresos como para no caer en la pobreza o en la indigencia, ellos y su familia.
18% (223.932 personas) tienen problemas con su vivienda, ya sea porque es inadecuada en su tipo o materiales, o tiene déficit en el servicio sanitario o falta de espacio según el Observatorio de la Deuda Social Argentina, sede Mendoza de la UCA. Es decir que padecen hacinamiento (residen más de tres personas por cuarto) y habitan en casillas o ranchos. Los problemas de vivienda se agravaron durante la pandemia, además, porque también bajó el ritmo de construcción del Instituto Provincial de la Vivienda. En 2019 se terminaron 2.078 viviendas. que es el ritmo promedio en Mendoza, pero en 2020 cayó a 844.
Caraduras
Aquí están los datos que reflejan bastante lo que sucede con la realidad social de Mendoza. Veremos si empresarios, políticos, académicos y demás instituciones comienzan a realizar acciones concretas para solucionar una realidad que cada vez será peor. Es increíble, pero las personas que se ponen un comedor social o un merendero generalmente no tienen recursos, pero entienden que algo deben hacer para ayudar, y están haciendo más por la gente con necesidades urgentes que los legisladores nacionales y provinciales. Esto representa un desastre de la dirigencia política que tiene Mendoza: los muestra como son y en algún punto explica por qué la provincia está como está.
Subo esta nota de Arturo Somoza por un par de razones: el primero, y central, es que es un excelente aporte sobre el tema de Portezuelo del Viento, el segundo, porque refleja una clara visión de las cosas que necesita una Mendoza que hoy está en una tremenda crisis por la decadencia de su economía, por el retroceso de su política, por la falta de liderazgos que marquen una trayectoria que nos permita volver a ser la Provincia pujante que conocimos.
Como siempre el objetivo es colaborar para que los ciudadanos de Mendoza comprendan la dimensión del problema en que vivimos, y que requiere que cambiemos las conductas que han contribuido a llegar a esta situación.
Ojalá que este tipo de aportes fueran útiles para que el Gobierno revise, no solo el tema de este dique y el uso del capital disponible, sino para que analice las causas de que hoy tengamos más pobreza que San Juan y San Luis, por ejemplo.
Los invito a leer la nota: es sintética, y tiene menciones que tienen que ver con una política integral para Mendoza que resuelva los problemas estructurales que padecemos. Es el caso de “desarrollo de medianas ciudades en equilibrio con espacios verdes y con cinturones agrícolas para seguridad y sostenibilidad alimentaria”. Recuerdo que esto lo planteó Somoza en una charla en San Rafael, hace más de diez años, y es un planteo profundo para el desarrollo de un proyecto de territorialización de la Provincia, que cada vez está peor en ese sentido, como lo comprobamos los que vivimos en el área metropolitana del Oasis Norte (los otros también).
A pesar de la situación que estamos viviendo, es necesario que pensemos en qué Mendoza queremos para nosotros y los que vengan después. No hablo solo de una reflexión individual, que es el inicio, sino sobre todo de que nos encontremos todos/as los/las que queremos un país válido para la mayoría de sus habitantes para producir cooperativamente un proyecto para la Provincia.
Esto es fundamental para luego requerir a los que quieran ser Gobierno un plan que para todos/as los/las mendocinos/as vuelvan a tener la esperanza de que una Provincia mejor es real y posible.
Hay muchos/as mendocinos/as que pueden aportar ideas y propuestas teóricas que permitan construir una mejor propuesta para la vida de los argentinos/as.
Trabajar para ello, además.
Lo que hace falta es que tomemos la decisión de participar en esta construcción, que nos conectemos, que nos encontremos, aun en lo virtual, que constituyamos masa crítica de ideas y personas organizadas, para que seamos muchos los que luchemos por una Patria a la altura de nuestra Historia.
EMPECEMOS LEYENDO LA NOTA QUE SUBO, PENSEMOS EN CÓMO ESTAMOS, PONGÁMONOS DE PIE, NO NOS RESIGNEMOS, MENDOZA PUEDE SER MEJOR.
A propósito de Portezuelo del Viento: la necedad de no ver que el escenario cambió
Portezuelo del Viento no debe hacerse con fondos provinciales porque no tiene rentabilidad intrínseca, no mejora la ecuación energética de la provincia y tiene un solo oferente con una propuesta que excede largamente el valor de referencia.
El Gobierno de Mendoza se ha empecinado en hacer una obra de infraestructura que no va reactivar la economía de Mendoza; que impedirá el trasvase de aguas al Río Atuel; que no tiene rentabilidad intrínseca; que no mejora la ecuación energética de la provincia; sin cofinanciación; que tiene un sólo oferente con una propuesta que excede largamente el valor de referencia y lo que es peor, que no contempla la realidad actual, de grave endeudamiento estatal en dólares, de declinación prolongada de la economía provincial y de ausencia de fondos anticíclicos para reactivación.
Esta es la última oportunidad de Mendoza en al menos una década, de utilizar los fondos propios de 1.023 millones de dólares que se reciben de Nación, en una fuerte dinamización de la actividad económica en actividades multiplicadoras: infraestructura de riego, agua potable y reúso de efluentes, interconexión provincial de dobles vías, construcción de viviendas en toda la provincia, energía distribuida como microturbinas en cauces de riego, redes de conectividad, promoción de exportaciones, apalancamiento de negocios, etc.
No se considera en nada el cambio drástico del escenario nacional y mundial, que han producido el cambio climático y la pandemia.
Sin la posibilidad de configurar ese escenario con claridad, se pueden leer los vectores que lo determinarán: reconfiguración del modelo urbano densificado por otro más amigable con el ambiente; desarrollo de medianas ciudades en equilibrio con espacios verdes y con cinturones agrícolas para seguridad y sostenibilidad alimentaria; construcción de rutas seguras de doble vía y anillos de circunvalación; ampliación y modernización del Corredor del Mercosur al Pacífico; conectividad electrónica en toda la provincia; reconfiguración del comercio y de servicios de distribución de mercaderías por el uso de internet y sus redes; rediseño del turismo; mecanización y automatización de la agricultura de punta; asociativismo de los pequeños productores y agricultura familiar, acercando los alimentos a los consumidores; fuerte vinculación entre la tecnología y la producción y los servicios y varias dimensiones más que deben dar lugar a un Plan Estratégico de Reordenamiento Provincial, consensuado socialmente para la próxima década.
El estudio de Harza-Issa de 1998-2000 propone como mejor opción la construcción de una presa en La Estrechura por beneficios como: menor costo, posibilidad de realizar un trasvase más sencillo y económico, mucho menor impacto en la Laguna de Llancanelo, mayores posibilidades de desarrollo turístico, a lo que se agrega veinte años después la constatación del impacto climático en el régimen hídrico (disminución dramática de los glaciares, mayor influencia de las corrientes de la niña y el niño en las precipitaciones).
Es inédito el actual ciclo de una década con precipitaciones menores a la media anual y con gran variabilidad, por lo que no se garantiza el llenado en el tiempo calculado del vaso de Portezuelo del Viento y se empeora la ecuación económica.
Ahora es el momento de invertir en ahorrar agua disminuyendo la infiltración por conducción y mejorando la eficiencia de riego parcelario en todos los oasis de la provincia.
La propuesta de construcción de Portezuelo del Viento sería financiada enteramente por nuestra provincia, subsidiando la ampliación de la superficie regadía de las otras cuatro provincias, que no aportarán nada a la regulación de caudales que generaría y además evitarán dar acuerdo a un futuro trasvase de aguas al Atuel.
Todavía hay tiempo para optar por priorizar un modelo de desarrollo provincial equilibrado territorialmente, sostenible ambiental y socialmente y con mirada al futuro, frente a un elefante blanco que será por muchos años el símbolo de un grave error estratégico.
*El autor es Ingeniero agrónomo. Ex rector de la UNCuyo.
El Contador Roberto Feletti fue viceministro de Economía de la Nación (2009-2011) y vicepresidente del Banco de la Nación Argentina (2006-2009), además de otros antecedentes importantes. Conjuga dos aspectos claves a mi entender: ser un economista muy bien formado y tener una concepción no ortodoxa de la economía, sino que defiende lo nacional y popular, no en forma declamativa, sino práctica y posible.
Después está la actualidad del tema: los ataques de la oligarquía que no acepta que los pueblos de América Latina rechacen las propuestas neoliberales que parecieron quedarse con el poder, pero que solo lograron empobrecer más a una región que se cuenta entre las más desiguales del mundo.
Y viene con todo el enorme poder que ha acumulado: las corporaciones (lo que incluye a los medios que la integran), la “mesa judicial” como se llamó con el macrismo, organizaciones internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA) con el descarado Luis Almagro al frente o el FMI que pone a disposición de Chile U$D 24.000 millones. La lista podría proseguir, pero alcanza para demostrar que lo que plantea la nota es real.
Si miramos lo que sucede en Chile y Colombia tendremos una visión trágica, terrible, pero real de cómo quieren acallar las reacciones sociales ante las injusticias –no nuevas- de los Gobiernos y cómo las atacan: balas de gomas en los ojos, violencia sexual, muertos por balas de plomo. Son fuerzas de seguridad liberadas para reprimir y disciplinar a como dé lugar las legítimas aspiraciones de las sociedades latinoamericanas.
Esto no es nuevo, pero es duro volver a épocas que creíamos superadas, además la nueva versión es más virulenta e inclemente aún. Quieren terminar para siempre con los proyectos nacionales y populares.
Brasil es el sitio clave: Lula encabeza las preferencias, pero habrá que ver si Bolsonaro y la derecha anti democrática no termina de sacarse la careta (casi ni falta que hace) e impide el proceso democrático.
Creo que un es buen texto para comprender la realidad de América Latina que parece estar retornando a un modelo de Gobiernos populares y progresistas, con sentido nacional y latinoamericano; sin embargo, aunque hay una vocación integradora y de diálogo en ellos, la reacción de las derechas oligárquicas y poderosas, claramente fascistas, es fuerte y evidente. Con ellas es imposible no enfrentarse, no de manera violenta (que les encantaría para justificar su cruel represión), sino desde la democracia y la acción organizada de las mayorías populares.
Por eso, hay que seguir atentamente los hechos próximos: no es descabellado pensar en que se busquen alternativas golpistas para imponer sus objetivos.
En ese caso, habrá que salir a defender los Gobiernos (o propuestas) populares y democráticos. No hay otra alternativa, porque en esa defensa se juega nuestro futuro.
RECOMIENDO QUE LEAN LA NOTA Y ANALICEN EN QUÉ SITUACIÓN ESTAMOS.
DE LA COMPRENSIÓN, REFLEXIÓN Y ACCIÓN DE TODOS/AS DEPENDE LA VIDA QUE VIVIREMOS.
Sudamérica convulsiona: el dilema de los gobiernos progresistas moderados vs. la oligarquía antidemocrática
Hace unos meses, desde esta columna describimos las tensiones que atravesaba nuestro continente. Conflictos preexistentes al virus, pero catalizados por éste al sincerar las profundas desigualdades acumuladas y la exigencia de un rol estatal potente para asegurar la provisión de bienes esenciales.
Por ROBERTO FELETTI
También enunciamos que las élites oligárquicas no vacilarían en producir rupturas en el estado de derecho si advertían que el orden vigente no les permitía conducir los destinos de sus países para preservar sus intereses en un mundo turbulento.
Álvaro García Linera recientemente expresó que el retorno de los movimientos nacionales, populares y progresistas, que reaparecieron con inusitada vitalidad poniendo un freno a lo que parecía una década sellada de conservadurismo, ha asumido características más moderadas que las de principios de siglo.
No obstante, el intelectual y político boliviano advirtió que el golpe propinado a las oligarquías por esta rápida recuperación las había tornado más duras en sus posiciones y acentuado sus históricos rasgos antidemocráticos.
La moderación de las corrientes populares es respondida entonces por la virulencia oligárquica
La descripción de este escenario obliga a reflexionar que la moderación de las corrientes populares es respondida entonces por la virulencia oligárquica, llevando el conflicto a todos los planos de la vida diaria, incluido el espacio público. Consecuentemente, es difícil pensar un discurrir democrático e institucional en este marco.
En los primeros quince años del siglo XXI, el liderazgo de los Gobiernos nacionales y populares descansó en el inicio en los países del litoral atlántico suramericano (Argentina-Brasil-Venezuela), que aglutinaron voluntades para rechazar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en el 2005 y fundar la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) como bloque de integración continental que acumularía éxitos políticos y económicos a lo largo de una década
Como contracara, un trío de países con costas en el océano Pacífico (Colombia-Perú-Chile) se destacaron por ser refractarios a la iniciativa UNASUR, consolidando acuerdos de libre-comercio extracontinente y promoviendo posturas políticas concordantes con la Organización de Estados Americanos (OEA), tributarias de líneas de acción impulsadas por los EE.UU.
Colombia, Perú y Chile tienen en común haber padecido largos ciclos de dictaduras y/o democracias restringidas por acuerdos superestructurales de las élites políticas, autonomizadas de las demandas populares, que impedían una vida institucional plena.
Se atribuye esta realidad a prolongados conflictos con formaciones guerrilleras en el caso de Colombia y Perú, o de haber experimentado un gobierno que intentó la transición al socialismo por una vía pacífica en el caso de Chile.
Estos hechos, que desembocaron en períodos de enfrentamiento y autoritarismo sangrientos, fueron hábilmente utilizados por la oligarquía para impedir el desarrollo de movimientos nacionales, populares y democráticos. Cualquier reclamo de masas valía el estigma del retorno a un pasado violento.
En Chile primero y ahora en Colombia se han producido sublevaciones sociales de alcance impreciso, pero que revelan la vocación de una generación de romper con el pasado de resignación a una estratificación rígida de la sociedad.
La respuesta de la oligarquía fue en ambos casos la violencia. Muertos y desaparecidos, razzias nocturnas, represión en las calles, constituyen el denominador común de la respuesta a los reclamos populares de colombianos y chilenos.
La OEA presidida por Luis Almagro organiza seminarios y hace declaraciones para preservar la intangibilidad de los jueces en la región, poder no votado y que vulnera con sus fallos la institucionalidad de los gobiernos nacionales, populares y democráticos. Fallos que persiguen a líderes populares en el marco del denominado “lawfare” y/o entorpecen las decisiones de las administraciones electas por el voto popular.
En Perú, después de años de carecer de un gobierno votado en las urnas, el socialista popular Pedro Castillo ha llegado a la segunda vuelta electoral, enfrentando a la hija del dictador Fujimori. Castillo, de origen trabajador, profesor y dirigente sindical, ha generado expectativas en los sectores más humildes. “Ha llegado la hora de los cholos” manifiestan en el pueblo. La maquinaria de estigmatización mediática, propalación de “fake news” y presión internacional operan en estas horas en Perú.
Esta reversión en los países bañados por el Pacífico impacta en todo el continente y derrama tensiones hacia el Atlántico.
En Brasil se libra la batalla decisiva. El desmonte del andamiaje represivo judicial sobre Lula hasta ahora abre un camino de recuperación popular del gigante continental. El recorrido hasta las elecciones presidenciales del 2022 es largo y los riesgos de virulencia antidemocrática están presentes en forma constante.
Es difícil imaginar que se afirmen procesos populares en Suramérica sólo sustentados en un derrotero electoral y de vigencia institucional plena. El desafío que plantea la oligarquía es precisamente de desconocimiento frontal de la democracia.
La presencia en las calles, a pesar de la pandemia, para defender la Constitución y las Instituciones va a crecer como necesidad. El acto de la coalición peronista en Ensenada es sin duda la respuesta al avasallamiento de las decisiones del Gobierno constitucional perpetrada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
EL informe – La pandemia de coronavirus “podría haberse evitado”, la conclusión de expertos contratados por la OMS– me ha resultado muy interesante porque permite conocer mejor lo que ha pasado y está pasando en relación con la pandemia de COVID 19.
No es la primera vez que digo que mi intención central con este blog es tratar de ayudar a la gente a comprender mejor la realidad en la que vivimos. Está claro que es un objetivo difícil de cumplir, mucho más en Argentina, donde las estrategias políticas (por darle un nombre) y los medios de comunicación que responden a las corporaciones que quieren que un modelo neoliberal se instale en Argentina, trabajan permanentemente para desprestigiar todo lo que tenga que ver con un proyecto nacional y popular, en primer lugar, al Gobierno. Es cierto que pasa en otros lugares y que más de un Gobierno ha llegado al poder en gran medida por su acción (como Peña Nieto en México, y otros) y por el uso de estrategias jurídicas en que el law fare ocupa lugar destacado (en Brasil, con Lula, por ejemplo), pero eso mismo da una dimensión de su poder e intenciones.
Extraigamos un par de párrafos:
“El informe no señala a ningún culpable, sino que apunta “a una gran cantidad de fracasos, lagunas y retrasos en la preparación y la respuesta” a la pandemia, subrayó Sirleaf al presentar el informe en conferencia de prensa.
“Es evidente que la combinación de malas decisiones estratégicas, de una falta de voluntad para abordar las desigualdades y de un sistema mal coordinado, creó un cóctel tóxico que ha permitido a la pandemia convertirse en una crisis humana catastrófica”, dijeron los expertos en el informe.”
Esto ya es un avance después de Presidentes que hablaban del “virus chino”, o en Argentina, la “vacuna rusa”; Y lo es, sobre todo, porque es imprescindible manejarnos con información objetiva y verificable. A partir de ahí podremos tomar mejores decisiones en lo cotidiano y general, incluyendo lo electoral.
Ahora bien, si leemos con cuidado los factores que menciona el comité de expertos (los subrayo), que después describe como “retrasos, vacilaciones y negaciones”, vemos que tienen su origen en situaciones estructurales del mundo de hoy, como la falta de sustentabilidad ambiental que nos está poniendo en riesgo de extinción y la desigualdad social que sumerge en la pobreza y la indigencia a muchos millones de habitantes.
Lo que quiero destacar es que, si bien la propuesta es muy válida, podría ser cosmética, si no se resuelven los factores estructurales que causan los problemas.
La propuesta es: “la creación de un Consejo Mundial de Lucha contra las Amenazas Sanitarias, así como el establecimiento de un nuevo sistema mundial de vigilancia basado en una “transparencia total” en el que la OMS no esté obligada a esperar la aprobación de los países miembros para publicar información importante.”
Salvo la de la “transparencia total”, que es y ha sido evitada siempre por diversos Gobiernos, grupos y personas, son medidas instrumentales, pero lo que se necesitan son las buenas decisiones estratégicas, la voluntad para terminar con las desigualdades y la eficiente coordinación del sistema, lo que supondría actitudes distintas de las que vemos habitualmente.
Lo explico con un ejemplo: hace unos días dos contingentes de jubilados de Gral. Alvear viajaron a Mar del Plata (ciudad con muchos casos positivos) en ómnibus con bastantes pasajeros, aunque las empresas de transporte digan que toman todos los recaudos sanitarios. Cuando volvieron hubo quince (sobre diez y nueve) casos positivos con la variante de Manaos. Se tuvo que cerrar el ingreso y egreso del Departamento.
Es muy difícil que con esas conductas se pueda mejorar la situación sanitaria. Y hay otros ejemplos: viajes de egresados, fiestas clandestinas, etc.
Ex profeso, no he querido entrar en el tema del uso político de la pandemia porque las redes sociales y los medios de comunicación están llenos de ejemplos.
Está claro que guiarse por las publicaciones de organismos científicos es mucho mejor que hacerlo por los medios de comunicación en los que han proliferado versiones infundadas y tendenciosas sobre lo relacionado con la pandemia; así quedan en claro los aspectos que en verdad son la causa de la terrible situación del mundo (la nota la describe como el “verdadero “Chernobyl del siglo XXI””), no solo de Argentina.
Por lo tanto, creo que la única actitud, no solo desde la ética ciudadana (para Argentina y el mundo), sino desde un básico sentido de supervivencia, es informarse con la mayor objetividad posible y tomar las decisiones que colaboran y permiten que mayoría de las personas tengan la mejor vida que merecen.
No es tan sencillo a la vista de lo que ha sucedido y sigue sucediendo y que menciono arriba. Argentina es buen ejemplo de lo que pasa cuando los dirigentes políticos (y sociales) priorizan lo electoral –pareciera que piensan que es lo único que vale como actividad y sentido de la política- sobre la salud y la vida de la gente.
Nuevamente evito los juicios de valor porque es ese no es mi objetivo, no porque no sean importantes, en realidad, creo central que se produzcan, siempre que sean válidos, pero, mientras la justicia no demuestre que no es el peor poder de la democracia, los juicios que importan serán difíciles de realizar.
La nota habla de que “La pandemia de coronavirus “podría haberse evitado”, lo que es contra fáctico, porque es lo que no sucedió.
Si no queremos que sucedan otras tragedias globales como la pandemia, tenemos que modificar nuestras conductas, nuestros modos de informarnos, nuestros criterios de análisis.
En alguna entrada (no me acuerdo de cuál) comenté este tema de la grieta; ahora solo diré que no es nueva como representación de la división entre quienes defendemos un proyecto a favor de las mayorías y quienes tratan que el mundo sea bueno para pocos.
El macrismo usó este tema como estrategia electoral (llamarla política es demasiado), porque su gurú, Jaime Durán Barba, lo planteaba explícitamente. Lo recuerdo otra vez: en “El arte de ganar”, afirmó que “el electorado está compuesto por simios con sueños racionales que se movilizan emocionalmente. “En otro momento afirma que “las elecciones se ganan polarizando al electorado, sembrando el odio hacia el candidato ajeno” y que “es clave estudiar al votante común, poco informado, ese que dice ‘no me interesa la política””.
El problema es la gente que compró esto como una verdad revelada y se transformó no solo en votante del PRO, sino en odiadora del peronismo y todo lo que sonara a “populismo” según el relato que le impusieron por todos lados (medios propios y redes mediante).
Sé que muchas de esas personas (las he visto en marchas contra el Gobierno gritándole a un notero de C5N, “Ya van a tener miedo”) no tienen marcha atrás en esta posición frente a otros seres humanos (argentinos/as y de otras nacionalidades) y grupos sociales. Esto sucede sobre todo en los/las de más edad, pero hay que plantearlo porque es un defecto enorme para la construcción de una Argentina y un mundo mejor.
NO NOS SIRVE ODIARNOS PORQUE ESTAMOS FRENTE A UN PROBLEMA COMÚN QUE DEBEREMOS SUPERAR DE MANERA SOLIDARIA. HE ESCUCHADO Y LEÍDO MUCHAS VECES EN LOS MEDIOS: “AL VIRUS LO VENCEMOS ENTRE TODOS”,” NO HAY SALVACIÓN PERSONAL” Y OTRAS FRASES BELLAS.
BIEN, SON VERDADERAS, PERO TENEMOS QUE ENCARNARLAS, SI NO, ESTAMOS BAILANDO ARRIBA DEL TITANIC.
Y EL TITANIC SE HUNDIÓ
La pandemia de coronavirus “podría haberse evitado”, la conclusión de expertos contratados por la OMS
Expertos contratados por la OMS señalaron que la pandemia de coronavirus “podría haberse evitado”
La pandemia de coronavirus “podría haberse evitado”. Esa es la conclusión a la que llegaron expertos independientes contratados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para investigar el origen del SARS-CoV-2, que ya provocó la muerte de más de 3,3 millones de personas y ha destruido la economía mundial.
En un informe publicado este miércoles en la sede de la OMS en Ginebra, Suiza, el panel independiente denunció que la pandemia es el verdadero “Chernobyl del siglo XXI” y pidió reformas urgentes de los sistemas de alerta y prevención.
“La situación en la que nos encontramos hoy podría haberse evitado”, dijo una de las copresidentas del panel, Ellen Johnson Sirleaf, expresidenta de Liberia.
El informe no señala a ningún culpable, sino que apunta “a una gran cantidad de fracasos, lagunas y retrasos en la preparación y la respuesta” a la pandemia, subrayó Sirleaf al presentar el informe en conferencia de prensa.
“Es evidente que la combinación de malas decisiones estratégicas, de una falta de voluntad para abordar las desigualdades y de un sistema mal coordinado, creó un cóctel tóxico que ha permitido a la pandemia convertirse en una crisis humana catastrófica”, dijeron los expertos en el informe.
Establecido por el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, en aplicación de una resolución adoptada en mayo de 2020 por los Estados miembros de la organización, el grupo independiente, formado por 13 expertos, pasó los últimos ocho meses examinando la propagación de la pandemia y las medidas tomadas por el organismo sanitario y los países para enfrentarla.
La creación del panel fue en respuesta a las críticas vertidas hacia a la OMS, el organismo de salud de la ONU, por su demora en recomendar las mascarillas y por presuntamente haber sido complaciente con China cuando detectó por primera vez el coronavirus y haber tardado en declarar el estado de emergencia sanitaria mundial.
“Podemos decir que hubo retrasos en China, pero los hubo en todas partes”, comentó la exprimera ministra de Nueva Zelanda Helen Clark, quien copreside el grupo de expertos.
Los expertos estuvieron de acuerdo con que “transcurrió demasiado tiempo”, entre la notificación de un foco epidémico de neumonía de origen desconocido en la segunda quincena de diciembre de 2019 y la declaración, el 30 de enero por la OMS, de una emergencia de salud pública de alcance internacional, el más alto nivel de alarma.
Para los investigadores, esta alerta podría haberse emitido ocho días antes, cuando se reunió por primera vez el Comité de Emergencia de la OMS.
No obstante, aunque la OMS hubiera declarado la emergencia sanitaria una semana antes, las cosas no habrían cambiado mucho ante la “inacción de tantos países”, admitió Clark, en referencia a que no fue hasta el 11 de marzo, cuando la OMS calificó la situación de pandemia, que los gobiernos comprendieron realmente el peligro.
En definitiva, “retrasos, vacilaciones y negaciones” permitieron a la epidemia y luego a la pandemia eclosionar, concluye el informe.
Para evitar que se repita esta situación, el informe propone la creación de un Consejo Mundial de Lucha contra las Amenazas Sanitarias, así como el establecimiento de un nuevo sistema mundial de vigilancia basado en una “transparencia total” en el que la OMS no esté obligada a esperar la aprobación de los países miembros para publicar información importante.
Además, llama a los países ricos a proporcionar, de aquí a 2022, unos 2.000 millones de dosis de vacunas -al menos 1.000 millones de ellas antes de septiembre- para poner fin a la propagación de la covid-19.
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