by ariza_adolfo | Oct 6, 2020 | Temas políticos
El análisis del odio en la sociedad –no solo argentina-, es complejo, y como aparece permanentemente en los hechos, sigue generando elementos muy importantes para entender el mundo de hoy y -lo digo otra vez- para tomar mejores decisiones.
La nueva editorial de Pepe Natanson (https://www.eldiplo.org/256-las-luchas-por-la-tierra/el-hombre-que-piensa-que-todos-piensan-como-el/) en el Dipló vuelve sobre el tema, en parte, porque la anterior recibió una crítica innecesariamente dura, y sin fundamentos, lo que lo llevó a responderla y, en parte, porque resalta algunos aspectos de la historia argentina (con elementos discutibles, aunque no sea la oportunidad de hacerlo).
Lo más importante, a mi juicio, es que avanza en su análisis del fenómeno del odio, además de volver a desarrollar lo que llama “transformación del espacio público” como factor clave para comprender el mundo en que vivimos -cómo compramos y vendemos, cómo nos relacionamos, cómo formamos nuestro pensamiento y emociones-, cuando muestra de qué manera se ha avanzado (como dijo en la editorial de septiembre) en “una hipersegmentación que las redes sociales convertirían más tarde en hiperpersonalización”. O sea, se ha acrecentado el individualismo, vivimos en burbujas que las redes y la información pública llenan de tal manera de lo que nos gusta, que creemos que todo el mundo es así.
No es ocasional, recordemos, entre otras cosas, la bandera de la meritocracia que enarbola con tanto entusiasmo el neo liberalismo y que responde al modelo de explotación laboral de los países centrales: en definitiva, significa que me salvo solo, y que, si me va mal, es solo mi responsabilidad. Por lo tanto, el Estado no debe ayudarme, y de ahí viene la descalificación de los planes sociales que se escucha –junto con otras barbaridades vergonzosas- en las marchas anti Gobierno.
Sin embargo, hoy la pandemia nos enseña, o debería enseñarnos, que no hay salvación individual, como viene diciendo el Papa Francisco.
Voy a citar un párrafo del Editorial porque me parece que afina nuestra comprensión del fenómeno del odio.
“En Las vueltas del odio, Gabriel Giorgi y Ana Kiffer lo explican en estos términos: “El odio político es, fundamentalmente, circulación. Se mueve y se adhiere entre superficies. Busca demarcar un colectivo a partir de un odio común. No siempre lo puede hacer, pero su impulso es el de operar como contagio”. Y agregan: “El odio quiere hacer mundo colectivo, que puede durar un instante, pero eso no importa: quiere trazar las coordenadas de un común a partir de la segregación de un ‘otro’ siempre demasiado próximo. Su lema fundamental podría ser: que ese o esa (o eso, porque el odio deshumaniza) desaparezca de mi vista, para fundar sobre esa desaparición un territorio común”.”
Por eso es tan tajante y violento este odio, porque implica la desaparición del otro, del distinto, del que piensa de otra manera, o es de otra raza, o es sexualmente diverso. Esta desaparición puede ser solo alejamiento (¿guetos? ¿qué se vuelvan a su país?) o desaparición (el Holocausto como ejemplo máximo, pero no aislado).
No es secundaria esta mención del fascismo, porque, aunque nunca desapareció, ha ido tomando auge tanto en Argentina, como fuera de ella.
Natanson recalca que hay odio tanto en sectores o miembros del anti peronismo como del peronismo, pero, citando a Feierstein escribe: “el odio es de doble vía, pero el fascismo está hoy limitado a la derecha.”
Lo terrible de esto, es que la clase media argentina –y mendocina todavía más-, con un alto porcentaje de anti peronistas, se ha ido corriendo a esa derecha, y desde allí se extrae el núcleo duro macrista, el que hoy, a menos de un año de asumir un Gobierno que no agrede y que se ha hecho cargo de las consecuencias del macrismo y de la pandemia, tiene actitudes de odio, incluso violentas y con ánimo destituyente.
Todo va cerrando y haciéndose evidente en la línea de tiempo: la globalización, la concentración de riquezas y poder, el incremento exponencial de las capacidades tecnológicas sin el necesario correlato de desarrollo de la capacidad de uso en favor del mundo y de la sociedad, el agotamiento del modelo mundial, el aumento de las tensiones geopolíticas, el deterioro creciente del medio ambiente, la pandemia…
El panorama da para la desesperanza, pero hay opciones:
Hemos visto en todo el mundo, y mucho en Argentina, acciones solidarias, tanto sectoriales, como personales.
El Gobierno insiste en que no hay salvación individual, y promueve la participación y la organización.
El Papa Francisco firmó este el 3 de octubre, en Asís, su tercera encíclica, “Fratelli tutti” (Hermanos todos), sobre la “fraternidad y la amistad social” y dedicada a la post pandemia; ya Laudato si (una encíclica “ecologista” donde Francisco habla de la “cura de la casa común”, es decir el mundo) fue la que advirtió sobre la crisis climática del planeta y las catástrofes que ponen en peligro la tierra y sus habitantes.
Tenemos opciones, pero la decisión es personal, y aunque todavía el juego se está desarrollando, las cartas están sobre la mesa.
Nadie puede decir –a menos que esté en modo carne de trolls- que no entiende esto, porque vive y padece esta realidad.
El dilema no es peronismo y anti peronismo: es, o trabajo para un mundo mejor para la mayoría de los habitantes, o colaboro, por acción u omisión, con su destrucción. El odio es parte de esta posición.
CADA DECISIÓN DE CADA UNO DE NOSOTROS AVANZA EN UNO DE LOS DOS SENTIDOS, NO ES NEUTRA.
by ariza_adolfo | Sep 17, 2020 | Temas políticos
El tema del odio en la sociedad se ha planteado más de una vez, y sobre todo por estos días por la aparición de varias situaciones de violencia en marchas y banderazos contra el Gobierno.
Por eso, en su editorial de septiembre, José Natanson, director para el Cono Sur de Le Monde diplomatique, se refirió a la utilización del odio como arma política.
Los usos del odio Por José Natanson
https://www.eldiplo.org/255-el-odio-como-arma-politica/los-usos-del-odio/
Considero que es un análisis muy válido de la actualidad de la política, pero ya hemos hablado de este tema antes, porque fue parte de la estrategia electoral del PRO.
Les aconsejo leerlo completo.
En su libro El arte de ganar (2011), Jaime Durán Barba, que fue el conductor de las campañas electorales del PRO, afirmó:
“El electorado está compuesto por simios con sueños racionales que se movilizan emocionalmente. Las elecciones se ganan polarizando al electorado, sembrando el odio hacia el candidato ajeno… Es clave estudiar al votante común, poco informado, ese que dice “no me interesa la política” El papel de los medios es fundamental, no hay que educar a la gente. El reality show venció a la realidad…”
Así lo hizo Trump, que lo entendió bien.
Natanson inicia su nota así:
“Aunque la estela viene de lejos, el origen más cercano de la política del odio puede rastrearse a la crisis financiera del 2008, que a diferencia de los shocks anteriores comenzó en los países desarrollados para desde ahí expandirse al resto del mundo, y cuyo impacto todavía se siente. Si hasta aquel momento los efectos negativos de la globalización neoliberal, sobre todo el aumento de la desigualdad, eran vistos por muchos como daños colaterales inevitables, la crisis terminó con la idea de la globalización como promesa: para amplios sectores de la sociedad, ya no había nada que esperar de ella.”
Quiero agregar que en Argentina hubo un hito equivalente al 2008 europeo: la crisis del 2001. Desde el “corralito” hubo un proceso que culminó en una revuelta popular y en la renuncia del Presidente Fernando de la Rúa. El grito de que “Se vayan todos” fue el símbolo del desencanto de las clases medias urbanas con la clase política. El odio y el rencor que se generó entonces (recuerdo con total nitidez a la gente rompiendo vidrieras de Bancos) no se disipó nunca, y sobre esa realidad trabajó la estrategia macrista que conceptualizó Durán Barba.
A esto se agrega lo que describe Natanson:
“Las transformaciones del ecosistema mediático agudizaron este panorama. Lejos de la etapa de la radio y televisión de masas, cuando tres o cuatro canales y estaciones se disputaban una audiencia amplia y por lo tanto buscaban posiciones más moderadas, la multiplicación de emisores –radios FM, canales de cable, sitios web, blogs– produjo una fragmentación del público en grupos más pequeños, compactos y separados entre sí, una hipersegmentación que las redes sociales convertirían más tarde en hiperpersonalización. Las redes son en esencia empresas de publicidad cuya rentabilidad depende de que pasemos dentro de ellas la mayor cantidad de tiempo posible, lo que las lleva a ofrecernos información que nos haga sentir “cognitivamente cómodos”, es decir información con la que estemos de acuerdo. Aplicando la lógica predictiva, el algoritmo nos encasilla y nos sumerge en un mundo en el que pareciera que todos piensan como nosotros, …”
No hace falta mucha perspicacia para reconocer estos elementos en la realidad argentina. Miremos el uso de las redes por equipos de trolls y bots para movilizar a esos sectores ya sensibilizados y dispuestos a cualquier cosa contra el Gobierno peronista al que claramente odian. Siempre hubo anti peronistas, en una gama diversa, y tampoco estas actitudes maniqueas profundas son nuevas en política (unitarios y federales, por ejemplo), pero hay un contexto distinto, como describe Natanson.
Es un rebrote fascista que, como en otras ocasiones, aprovecha situaciones de zozobra y/o desencanto –con base real, pero a veces amplificados desde afuera- en las sociedades. Natanson pone ejemplos: los campesinos e inmigrantes franceses o la clase media argentina, y cierra “pero en todos los casos la percepción es la misma: desilusión, resentimiento y una intensa idea de injusticia.”
Sin embargo, creo que lo más relevante para nuestra vida en sociedad es esto:
“Sin embargo, a diferencia del fascismo clásico, las fuerzas del odio hoy no buscan generar una nueva comunidad, no pretenden reconstruir el Lebensraum exterminando a los judíos de Europa, sino ampliar el margen para el ejercicio de la libertad individual sin interferencias: desde educar a mis hijos sin que el Estado me imponga una educación sexual integral (ESI) hasta salir a la calle y contagiarme de coronavirus si eso es lo que quiero, tal la noción extrema de libertad que guía estos reclamos (aun cuando la ESI apunte a generar las condiciones para una sociedad más democrática y cuando la cuarentena busque garantizar la capacidad de atención del sistema de salud). En contraste con el fascismo histórico, se trata de una propuesta profundamente anti-comunitaria, que conecta directamente con el individualismo exacerbado de las sociedades contemporáneas”
Lo que destaco es terrible, porque tiene que ver con la convivencia y la armonía social, que ya se ha venido deteriorando de manera alarmante.
Y acá nos interpela una realidad, que se relaciona con algo que también planteó Natanson: la “dilución del centro político”, y es la derechización fascistoide de grupos políticos (parte de la UCR que acordó con el PRO para formar Cambiemos, por ejemplo, o los libertarios) y de un sector de la clase media urbana. Son los que piden mano dura a las fuerzas policiales, o rechazan la diversidad (claro, el feminismo es un blanco preferencial).
“Pero no hay que confundirse, no se trata de una vuelta a la Edad Media. Aunque en una mirada superficial puedan parecer arcaicas, se trata de tendencias muy actuales. Por lo pronto, las fuerzas del odio han descubierto mucho antes que las corrientes democráticas las oportunidades que abren las redes sociales y las apps de mensajes para difundir consignas en las que la verdad ha pasado a ser un resabio del pasado, mediante operaciones de “desinformación organizada” tan capciosas como efectivas.”
El mejor ejemplo es el de Tik Tok, que de red social de adolescentes que subían bailecitos y bromas tontas, ha pasado a ser una herramienta valiosísima para proyectos de derecha como el de Trump, por ejemplo.
Reconozcamos esta realidad, pero no la naturalicemos. El macrismo tuvo muchos errores (más allá de éxitos electorales que lo hicieron aparecer como una propuesta valiosa y moderna), pero uno –cualitativamente hablando- que para mí se destaca es la elección, que sigue presente, lamentablemente, del uso del odio como herramienta de construcción de poder.
Así se intentó destruir a los que aparecían como rivales políticos, o como útiles para esos “enemigos” (que no lo son), para hacer prevalecer su lugar de poder social, económico -y, claro, político.
Es un daño enorme a la estructura real y espiritual de la sociedad argentina y, por lo tanto, imperdonable. NO LO OLVIDEMOS NUNCA.
by ariza_adolfo | Sep 2, 2020 | Temas políticos
Hace poco, mientras preparaba mi último comentario de libros en este blog (https://www.miradasdesdemendoza.com.ar/2020/08/29/distancia-de-rescate-de-samanta-schweblin-por-adolfo-ariza/), en el que un elemento narrativo fundamental es el envenenamiento por uso de pesticidas, en Mendoza hubo una manifestación “en contra del modelo agroindustrial que ha desarrollado, sin ética ni misericordia, el capitalismo neo liberal que se instaló desde los ’90, y que está poniendo a la raza humana en riesgo de extinción” (me estoy auto citando).
Se sumaron las dos situaciones, y ayer apareció esta nota:
“Tenemos poco tiempo por delante para decidir si la vida humana organizada sobrevivirá en la Tierra o sucumbirá a la amenaza de un desastre ambiental”, agregó Chomsky.
https://www.pagina12.com.ar/288631-noam-chomsky-tenemos-poco-tiempo-para-decidir-si-la-vida-hum
Adicionalmente, encontré la nota de Clarín que voy a compartir más abajo con ustedes, que habla directamente de ecocidio, y pensé que, a pesar de que había publicado alguna entrada antes, debía ir por más, porque no hay otra alternativa. Me acordé de otro libro, lo hojeé y localicé la cita siguiente:
“Además, estamos acercándonos rápidamente a varios puntos de inflexión, más allá de los cuales incluso una reducción espectacular de las emisiones de gases de efecto invernadero, no bastará para invertir la tendencia y evitar una tragedia mundial. Por ejemplo, a medida que el calentamiento global funde las capas de hielo polares, se refleja menos luz solar desde nuestro planeta al espacio exterior. Ello significa que la Tierra absorbe más calor, que las temperaturas aumentan todavía más y que el hielo se funde con mayor rapidez.
Una vez que este bucle retroactivo traspase un umbral crítico alcanzará un impulso irrefrenable, y todo el hielo de las regiones polares se derretirá, aunque los humanos dejen de quemar carbón, petróleo y gas.” (Yuval Harari, 21 lecciones para el siglo XXI, p. 139).
Espero que esta entrada ayude en algo en esta lucha que debiera ser una gesta mundial, porque, de no ser así, no va a cambiar la situación que plantea la nota de New York Times.
Me comprometo a continuar colaborando en todo lo que esté a mi alcance para triunfar en esta guerra, que voy a calificar como épica porque deberá ser la hazaña que salve a la humanidad.
O sea, también a mis hijos/as, nietos/as y bisnieta. Por eso me pongo a velar las armas, como los caballeros medievales, para conseguir el triunfo final.
Los ambientalistas promueven crear la figura del ‘ecocidio’ como delito penal
https://www.clarin.com/new-york-times-international-weekly/ambientalistas-promueven-crear-figura-ecocidio-delito-penal_0_yrsA8b1Gg.html
Desde agosto, mientras enormes extensiones del bosque tropical del Amazonas se han reducido a cenizas y la indignación se intensifica, un grupo de abogados y activistas han estado promoviendo una idea radical. Un día, dentro de unos cuantos años, imaginan que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, sea llevado a La Haya para ser enjuiciado por ecocidio, un término que ampliamente se entiende como la destrucción deliberada y generalizada del medio ambiente. Y esperan que la ofensa, a la larga, sea vista a la par con otros crímenes de lesa humanidad.
Actualmente no hay un delito internacional que pueda ser usado para hacer criminalmente responsables a los líderes mundiales y ejecutivos de corporaciones de las catástrofes ecológicas que resulten en los desplazamientos masivos y disminuciones poblacionales asociados con los crímenes de guerra. Pero los ambientalistas dicen que el mundo debería tratar al ecocidio como un crimen contra la humanidad ahora que se hacen patentes las amenazas inminentes presentadas por un planeta cada vez más caliente.
En Bolsonaro han llegado a ver algo así como un villano ideal hecho a medida para un caso legal de prueba.
“(Bolsonaro) se ha convertido en un símbolo de la necesidad de un crimen de ecocidio”, dijo Jojo Mehta, cofundadora de Stop Ecocide (Paren el Ecocidio), un grupo que busca darle a la Corte Penal Internacional de La Haya la jurisdicción para procesar a líderes y negocios que conscientemente causan un amplio daño ambiental.
El primer llamado prominente a prohibir el ecocidio fue hecho en 1972 por el Primer Ministro de Suecia, Olaf Palme, anfitrión de la primera cumbre importante de Naciones Unidas sobre medio ambiente. En su discurso en la conferencia, Palme argumentó que el mundo necesitaba urgentemente un enfoque unificado para salvaguardar el medio ambiente. “El aire que respiramos no es propiedad de ninguna nación”, dijo. “Los grandes océanos no están divididos por fronteras nacionales; son nuestra propiedad común”.
La noción tuvo poca adhesión, y Palme murió en 1986 habiendo logrado pocos avances para establecer principios vinculantes para proteger el medio ambiente.
Durante los 80 y 90, los diplomáticos consideraron incluir al ecocidio como un delito grave mientras debatían con las autoridades de la Corte Penal Internacional, que fue establecida principalmente para procesar los crímenes de guerra. Pero cuando el documento constitutivo de la Corte, conocido como el Estatuto de Roma, entró en vigor en 2002, el lenguaje que habría criminalizado la destrucción ambiental a gran escala había sido eliminado por la insistencia de importantes naciones productoras de petróleo.
En 2016, el principal fiscal de la Corte señaló un interés en dar prioridad a casos dentro de su jurisdicción que incluyeran la “destrucción del medio ambiente, la explotación ilegal de recursos naturales o el desposeimiento ilegal de tierras”.
Esa acción llegó mientras los activistas sentaban las bases para un cambio trascendental en la jurisdicción de la Corte. Su plan es lograr que un Estado que sea parte del Estatuto de Roma proponga una enmienda a su acta constitutiva estableciendo el ecocidio como un crimen contra la paz. Al menos dos terceras partes de los países que son signatarios del Estatuto de Roma tendrían que respaldar la iniciativa para prohibir el ecocidio para que la Corte obtenga un mandato expandido, y aun entonces aplicaría sólo a países que aceptaran la enmienda. No obstante, podría cambiar la opinión mundial respecto de la destrucción ambiental.
Los activistas dicen que no faltan culpables que podrían ser enjuiciados si el mundo decidiera prohibir el ecocidio. Pero pocos son tan fascinantes como Bolsonaro, un ex capitán del Ejército de extrema derecha que en su campaña prometió hacer retroceder los derechos de las tierras de los pueblos indígenas y abrir áreas protegidas de la Amazonia a la minería, la agricultura y la explotación forestal.
Bolsonaro es un potencial acusado porque ha sido desdeñoso de las leyes ambientales de su país. Prometió poner fin a las multas emitidas por la agencia que hace cumplir las leyes ambientales. Se queja de que la Constitución de 1988 de Brasil separó demasiada tierra para comunidades indígenas que “no hablan nuestro idioma”.
Desde que Bolsonaro asumió el cargo en enero, la deforestación en la Amazonia se ha elevado de manera significativa, preparando el camino para los miles de incendios que empezaron a arder en agosto.
El mes pasado, enfrentando la presión internacional y un boicot a algunas exportaciones brasileñas, Bolsonaro ordenó una operación militar para extinguir los incendios en el Amazonas. Pero el mensaje del gobierno ha sido que la angustia mundial por el Amazonas es una intromisión injustificada en la soberanía de Brasil.
Eloísa Machado, profesora de Leyes en la Universidad Fundação Getúlio Vargas en San Pablo, señaló que el hecho de que Bolsonaro desmantelara las protecciones ambientales, lo que ha devastado a las comunidades indígenas de la Amazonia, podría cumplir ya con los criterios de crímenes de lesa humanidad en el marco de la ley internacional existente. Dijo que podría equivaler a genocidio. Ella y un equipo de eruditos están redactando una queja que la Corte Penal Internacional podría utilizar como plan para abrir una investigación contra Brasil.
En el mejor de los casos, los activistas dicen que tomaría unos cuantos años reunir el apoyo que necesitan para enmendar el Estatuto de Roma. Pero elevar el perfil del debate sobre la penalización del ecocidio podría avanzar un largo trecho para moldear la evaluación de riesgos de corporaciones y líderes mundiales que hasta ahora han considerado los desastres ambientales principalmente como pesadillas de relaciones públicas.
“Utilizamos la ley criminal como la línea entre lo que nuestra cultura acepta y lo que no”, dijo Mehta. “Una vez que se tiene una ley criminal establecida, uno empieza a cambiar la cultura”.
© 2019 The New York Times
by ariza_adolfo | Ago 8, 2020 | Temas políticos
A esta altura de la pandemia, está claro para la mayoría de nosotros/as la dificultad que supondría tener certezas importantes sobre ella.
Por supuesto, lo más difícil es saber cómo va a ser su evolución, teniendo en cuenta los rebrotes que se han producido en varios países, y unido a eso cómo va a ser el mundo post pandemia.
Por eso, me interesó mucho esta nota:
El discreto desencanto de la burguesía
Paula Bach
http://www.laizquierdadiario.com/El-discreto-desencanto-de-la-burguesia
Aunque no termino de comprender el sentido del título, me pareció un aporte sólido para entender todo lo que no sabemos cómo va a ser.
Sugiero leerla completa, pero, como es larga, intentaré compartir con uds. algunas ideas que me surgen de su lectura.
Comienzo con una cita textual:
“Lo cierto es que los brotes y rebrotes de un virus –con comportamientos aún desconocidos por las ciencias médicas– paralizaron en una porción significativa a la economía capitalista mundial, poniendo en acto una crisis peor que la de 2008/9 y la más profunda desde la Gran Depresión de la década del ‘30. Una cuestión que ya es manifiesta en términos de caída del PBI global o del empleo –en lo observable hasta el momento, al menos, en países como Estados Unidos o España– y aún está por verse en lo relativo a la contracción del crecimiento del comercio mundial. Como resultado, el planeta está preñado de una incertidumbre profunda, mezcla de catástrofe en apariencia “natural” con hecatombe económica que pone al desnudo la vulnerabilidad del sistema. Un sistema que a pesar del desarrollo de las “redes neuronales”, la robótica y los niveles alcanzados por la manipulación genética –que por momentos lo hacían lucir invencible– queda sometido a opciones que más bien parecen de la Edad Media.”
Esta síntesis de la situación de la economía es buena, y lo cierto de esa incertidumbre es que nos espera una etapa de una crisis económica inédita a nivel mundial.
Ahora, he leído algunas opiniones sobre que una consecuencia esperable es la del fin del capitalismo como sistema político económico. Si bien lo que aparece realmente en cuestión es su versión neoliberal insostenible e insustentable, me parece ingenuo pensar que ese sistema va a ser reemplazado por algo que no tenemos mucha idea de cómo sería, más allá de algunas ilusiones sin mayor consistencia.
Sin embargo, hay aspectos que están en la base de la vida de nuestras sociedades, que se verán claramente afectados. De hecho, las sucesivas crisis económicas recientes ya han tenido consecuencias. La autora nos dice: “En términos más generales, la constatación de la debilidad del crecimiento económico y de la inversión “real” junto con el incremento de todo tipo de deudas –personales, públicas, corporativas–, la “amenaza” tecnológica y el aumento acelerado de la desigualdad, trasciende distintas vertientes ideológicas y emerge como una suerte de “nueva normalidad”. Una de sus consecuencias más inquietantes reside en la destrucción de las “clases medias” –eufemismo que normalmente se emplea para hacer referencia a amplios sectores de las clases trabajadoras – o de su símbolo más acabado, el “sueño americano”, como base necesaria de sustentación de las “democracias capitalistas””.
Este es un peligro real y –en una fase aguda- inédito. Esto se hace evidente en otro párrafo:
“Lo cierto es que la debilidad económica post crisis 2008/9 aniquiló el sustituto débil de “progreso” ofrecido por el neoliberalismo a cambio de la “globalización” y la destrucción de las conquistas del llamado “Estado de Bienestar”. De alguna manera y en particular en el curso de las décadas del ‘90 y ‘2000, la proliferación del crédito al consumo –incluidas las hipotecas subprime–, la mitigación de la desigualdad entre países –habilitada por el ascenso de los llamados BRICS–, la reducción relativa de la pobreza –entendida en los términos del Banco Mundial –, el “sueño chino”, el indio y hasta cierto punto el brasileño, entre otros, actuaron como factores compensatorios frente al incremento –global y al interior de la mayoría de los países– de la desigualdad. Este “intercambio satánico” es lo que, en el curso de la última década, se fue diluyendo primero en el “centro” y más tarde en la “periferia”.”
Este fue el camino y no caben muchas dudas de que seguramente empeorará –aunque aquí hay que aclarar que habrá diferencias entre países y aun regiones.
Otro análisis que ha surgido es a partir de dos aspectos que se han dado en paralelo ante la pandemia: el fracaso del capitalismo neo liberal ya comentado, y la intervención estatal. Un ejemplo de Bach: “La Unión Europea, incluso, acaba de aprobar un “plan anticrisis” de 750 mil millones de euros financiados con deuda común y dirigidos, bajo la modalidad de préstamos y subsidios, a los países más afectados del bloque.” EEUU ha inyectado millones a la economía del país, y Argentina también ha destinado fuertes sumas para paliar los efectos de la pandemia y la crisis económica que dejó el Gobierno de Macri.
Estas situaciones han generado una revaloración del papel del Estado en la vida de los países después de los años de campañas de desprestigio de las corporaciones y los Gobiernos neoliberales. Podría creerse que vamos a volver a un nuevo “Estado de Bienestar” (como después de la Segunda Guerra Mundial), y he escuchado voces esperanzadas en este sentido, pero no parece tan lineal ni sencillo.
Merece análisis el tema del “fin del trabajo” (“…en tanto tendencia y como sustrato de la eliminación progresiva del valor, los precios y la propiedad privada de los medios de producción…”)
Es muy interesante lo que dice Bach sobre este tema, y que merece que el sector de la clase media argentina que ha aceptado alegremente las plataformas como un avance valioso sin mayor análisis de su impacto en la vida de mucho/as argentinos/as revise esta actitud. Hoy encontré una noticia con el siguiente título: “Mercado Libre y Rapipago imputados por prácticas abusivas y publicidad engañosa.” La mayoría de nosotros conoce anécdotas con situaciones semejantes. Sería bueno leer el párrafo siguiente para comprender la realidad delas cosas.
“Por su parte, la letánica y lacerante distopía del “fin del trabajo” –una especie de estocada final a la idea de “progreso”– adquiere una muy particular triple manifestación en el contexto de la crisis pandémica. Por un lado, la pérdida directa de millones de puestos de trabajo no aparece asociada al “desempleo tecnológico” sino al Gran Confinamiento como imagen de la fusión entre la enfermedad y la crisis económica. Por el otro, las “cuarentenas”, en tanto elemento central de paralización económica, actúan como prueba definitiva y “auto percepción” global de que –al menos por el momento– los trabajadores y no los robots fungen como la fuerza fundamental que mueve la economía. Finalmente, y muy significativo, las “empresas tecnológicas” –entre ellas PayPal, Alphabet, Facebook, Tencent, Tesla, Apple, Microsoft, Amazon– son las que más incrementaron su capitalización bursátil bajo condiciones de pandemia. También el boom alcanzó a otras menores como Rappi, Globo o Pedidos Ya, de entrega de comida a domicilio. Pero, lejos de expulsar trabajo, estas empresas emergen como núcleos del llamado “trabajo esencial” y se consolidan como áreas de vanguardia de la precarización laboral. Incluso aquellos “unicornios” [15] que despidieron trabajadores, no lo hicieron en función del reemplazo tecnológico sino de su reestructuración debida a la propia crisis.”
Bach concluye su nota así: “Más allá de las medidas inmediatas –que variarán también según los ritmos de la pandemia, la crisis y las diversas tensiones que se jueguen en los escenarios electorales– es de esperar que bajo las condiciones de su realidad actual el capital refuerce la agresividad. De hecho, ya lo estamos presenciando a través de las nuevas modalidades de flexibilización laboral implementadas bajo la excusa de la pandemia. Del mismo modo, ni bien sea posible, volverán a emerger nuevos intentos de reformas previsionales con la excusa de los enormes déficits fiscales acumulados. A su vez, los límites del neoliberalismo que se expresan –en gran medida– en contradicciones crecientes entre los Estados, es muy probable que conduzcan a diversas expresiones de mayor belicismo, aunque no podamos definir sus expresiones concretas. Es de esperar que la ausencia de una “estrategia de reemplazo” y la gran dependencia económica que aún guarda la relación chino-norteamericana se traduzca, entre otras cosas, en una ofensiva más violenta estadounidense no solo para doblegar a China como competidor sino también para incrementar la libertad de acción de sus capitales en el país. Los métodos a utilizar como así también los resultados, están abiertos. Pero sean cuales fueren los escenarios, caben pocas dudas de que no es un panorama de “estatismo reformista” el que se abre para el período próximo. Asumir estas circunstancias constituye un elemento fundamental de la preparación y la estrategia necesarias para actuar en próximos acontecimientos si se desean evitar nuevas catástrofes para los trabajadores y los sectores populares, es decir, para la enorme mayoría de la humanidad.”
Todo esto parecería abundar en el sentido de algunas visiones apocalípticas para la post pandemia, siempre dentro de este marco incierto en el que nos hallamos; sin embargo, y mirando a Argentina- creo que tenemos algunas oportunidades que no tienen muchos otros países.
Esto parece absurdo a poco que miremos los indicadores económicos del país: el Gobierno asumió en medio de una enorme crisis, jaqueado por una deuda externa impagable, y casi inmediatamente la pandemia sumió al mundo en una situación no vivida antes.
Pero, también hay otros elementos de juicio relevantes (sin intentar ser exhaustivos): acaba de lograrse un acuerdo con los bonistas con los que se tiene deuda bajo legislación extranjera; el Gobierno conserva una importante imagen positiva para la sociedad (comparemos con otros Gobiernos para dimensionar mejor esto); se están lanzando importantes medidas para recuperar el consumo y el empleo (Plan Procrear, por ejemplo); tenemos un sistema científico tecnológico que resistió el embate macrista y que participa de varios proyectos valiosos e innovadores; hay un desarrollo e infraestructura industrial que no tienen otros países latinoamericanos –ciertamente golpeado, pero recuperable- con mano de obra especializada, que puede trabajar en un plazo breve.
No es la idea desarrollar posibles escenarios futuros, en los que hay varios factores que no sabemos cómo van a evolucionar.
Por ejemplo, de qué manera el sector financiero –seguramente el más beneficiado por el Gobierno de Macri- va a participar dentro del plan económico del Gobierno. Casi siempre ha actuado para beneficiar sus intereses, dentro y fuera de las leyes.
Otro ejemplo: el Gobierno lanzó la Reforma Judicial, que cuenta con el consenso de gran parte de la sociedad que es muy crítica con el accionar de la justicia, pero recibió el ataque a fondo de parte de la corporación judicial.
Si tenemos en cuenta que la oposición del macrismo duro –tuiteros seriales- desde la votación de las PASO del 2019 ha sido feroz, y sin ninguna intención constructiva, con el apoyo de los medios de siempre y de los trolls que siguen trabajando con bastante eficacia, está claro que no será nada fácil salir adelante.
SIN EMBARGO, NO HAY ALTERNATIVA, ESTÁ EN JUEGO LA SOCIEDAD QUE SUPIMOS CONSEGUIR, CON EDUCACIÓN Y SALUD PÚBLICA, CON TRABAJO PARA MAYORÍA DE LOS/AS ARGENTINOS/AS, CON UNA JUSTICIA EFICIENTE Y OBJETIVA.
ESE CUARTO DE LA SOCIEDAD QUE RECHAZA AL PERONISMO SEGUIRÁ EN ESA ACTITUD, PERO HAY QUE TRABAJAR PARA EL RESTO, Y TRATAR DE QUE COMPRENDAN QUE ESA UNIDAD SOCIAL, CON EL FRENTE POLÍTICO QUE GOBIERNA AL FRENTE, NOS PERMITIRÁ TRIUNFAR AUN FRENTE A TODO ESE PODER NACIONAL E INTERNACIONAL. CONFIEMOS EN NOSOTROS/AS, ASÍ COMO GANAMOS EN LAS ELECCIONES, SEGUIREMOS GANANDO EN CADA LUGAR EN QUE LA PATRIA ESTÉ EN JUEGO.
by ariza_adolfo | Jul 31, 2020 | Temas políticos
Mis dos últimas entradas en el blog hacían referencia a lo que menciono en el título.
En una (QUE LA REALIDAD NO NOS IMPONGA UNA AGENDA https://www.miradasdesdemendoza.com.ar/2020/07/25/que-la-realidad-no-nos-imponga-una-agenda/) quise destacar la necesidad de que la sociedad cuente con un plan de acción que genere expectativas positivas en estos difíciles momentos; en la otra (UNA AUTORIDAD POLÍTICA UNIVERSAL: COMPROMISO PARA TODOS Y TODAS https://www.miradasdesdemendoza.com.ar/2020/07/29/una-autoridad-politica-universal-compromiso-para-todos-y-todas/) compartí la propuesta de Francisco destinada a enunciar la necesidad de esa autoridad que permite recuperar a la humanidad de esta situación crítica, que apunta a ser terminal.
Ahora, encontré esta nota de Opinión en el Diario Los Andes y creo que en ella se cruzan las propuestas que menciono.
El Lic. Gispert analiza, clara, crítica y concisamente, la difícil situación de Mendoza, tanto en lo institucional, como en lo político y económico. También destaca que las entidades empresarias que reúnen a las pymes mendocinas no han sabido enfrentar orgánicamente las distintas alternativas negativas que se han venido dando desde hace tiempo, y que se acentuaron en los últimos años.
Y acá se encuentran los dos temas que menciono arriba: las crisis no se refieren solo a situaciones macro, que deben resolverse en estructuras internacionales o en el ámbito del Gobierno nacional, sino también a lo sectorial.
Esa autoridad mundial también se construye de abajo hacia arriba y si las pymes mendocinas logran los consensos necesarios para definir una agenda de su sector, es mucho más probable que sus iniciativas, propuestas y reclamos sean tenidos en cuenta.
EN DEFINITIVA, LA POLÍTICA SUPONE DESARROLLAR EL PODER NECESARIO PARA CONSEGUIR LOS OBJETIVOS QUE EL PROYECTO QUIERE LOGRAR.
PARA QUE LA SOCIEDAD EN SU CONJUNTO TENGA UNA VIDA MEJOR Y MÁS DIGNA NECESITAMOS QUE HAYA UN PROYECTO POLÍTICO QUE QUIERA QUE ESO SE DÉ Y QUE TENGA EL PODER SUFICIENTE PARA CONSEGUIRLO.
ESTO NO DEPENDE SOLO DE LOS GOBIERNOS, YA SEAN NACIONALES, PROVINCIALES O MUNICIPALES, SINO DE LA MISMA SOCIEDAD Y DE SU CAPACIDAD DE ORGANIZACIÓN Y LUCHA (EN EL MEJOR SENTIDO) EN FUNCIÓN DE SUS INTERESES LEGÍTIMOS Y VIRTUOSOS.
ESO TIENEN QUE ENTENDER LAS PYMES DE MENDOZA EN ESTE CASO. SI NO LO HACEN –COMO VIENE OCURRIENDO- ES MUY DIFÍCIL QUE NUESTRA PROVINCIA VUELVA A SER UN BUEN LUGAR PARA QUE VIVAN LA MAYORÍA DE LOS/LAS MENDOCINOS/AS.
La grieta empresaria, el debate necesario
Juan Manuel Gispert
https://www.losandes.com.ar/opinion/la-grieta-empresaria-el-debate-necesario/
La cruda realidad se impone. Mendoza, con un Estado sobre-endeudado, pasó de representar el 3.8% al 2.8% del PBI. Llegó la hora que las pymes de Mendoza construyamos nuestra propia agenda, que se articula con los intereses de la mayoría de los mendocinos.
Históricamente la Argentina se debate entre dos modelos de desarrollo y esto suscita una profunda discusión en el empresariado nacional, constituyendo una verdadera “grieta”. Siempre se planteó la necesidad de contar con “reglas de juego claras”, pero sin acuerdo sobre cuáles debían ser. Definir un modelo de desarrollo significa abordar la discusión sobre el tipo de cambio, la función del Estado, la función de la banca y la tasa de interés, el poder adquisitivo de los salarios, el nivel de ocupación, entre otros debates.
Las grandes empresas, representadas en las instituciones del G-6, con intereses en el mercado externo y las finanzas internacionales como los bancos, la gran industria y los grandes agroexportadores (3% de las empresas argentinas) tienen claridad sobre el modelo productivo que pretenden: Dólar alto, “sueldos competitivos” (bajos), mínima tributación, liberalización del mercado de capitales y un Estado mínimo.
Con una intensa actividad política y de lobby, el establishment impuso políticas públicas regresivas como fueron la quita de retenciones, y de subsidios, liberalización de importaciones, mega-devaluaciones, salida del “cepo” vía Lebacs y un fenomenal proceso de valorización financiera.
Del otro lado, están las empresas vinculadas al mercado interno como el comercio, la industria, pequeños productores, en síntesis, la mayoría de las pymes del país (97% del empresariado nacional y responsables del 70% del empleo). Pero ya sea por su nivel de atomización empresaria y gremial o por falta de conciencia histórica, no cuentan con el mismo nivel de organización ni de definición sobre el modelo productivo y terminan siendo conducidos políticamente por las grandes entidades mencionadas en el párrafo anterior.
El sector vinculado al mercado interno, necesita de sueldos con alto poder adquisitivo para tener un mercado pujante, tasas de interés bajas para invertir, una banca pública que apalanque su crecimiento y un Estado que acompañe el desarrollo integral de todos los sectores con valor agregado y que ayude a abrir mercados para la exportación.
Pensar el desarrollo de la Argentina en toda su potencialidad requiere integrar a ambos sectores a un plan de desarrollo nacional.
Mendoza no es ajena a este debate nacional. La falta de acuerdos mínimos respecto de qué matriz productiva queremos, ha profundizado el estancamiento en la que se encuentra sumida desde hace ya mucho tiempo.
Mientras el G6 imponía su agenda en la política económica nacional de los últimos años destruyendo el tejido pyme del interior, las entidades empresarias que representan a las pymes de Mendoza no estuvimos a la altura de las circunstancias. No nos expresamos de forma firme sobre las tasas de interés al 120%, sobre un endeudamiento externo que financió la transferencia de riqueza al exterior, sobre mega devaluaciones que destruyeron el mercado interno, sobre los beneficios fiscales a los grandes agroexportadores y ninguno para los productores del interior. A pesar de dichos silencios y en contradicción de sus propios intereses, semanas atrás, 33 entidades empresarias de la provincia suscribieron en conjunto un documento que era una réplica de la posición del G6 sobre la intervención de Vicentin. Desde el punto de vista del G6 es totalmente entendible, Vicentin es parte de ellos; las pymes mendocinas no.
Otra manifestación mendocina de la debilidad institucional de las pequeñas y medianas empresas, es el caso de Portezuelo del Viento. Es probable que la “obra del siglo” se construya, pero con una participación ínfima o muy minoritaria de nuestras pymes.
En Mendoza, donde deberíamos profundizar el debate sobre la ampliación de la matriz productiva para salir de una crisis histórica, se impone el desopilante e inconstitucional debate sobre el Mendoexit promovido por nada menos que nuestro ex-gobernador. Por el contrario, muchos de nosotros pensamos que deberíamos estar discutiendo cómo nos integramos mejor al país, ya que hace décadas que Mendoza viene decreciendo en comparación con nuestras provincias vecinas y el país en general.
La cruda realidad se impone. Mendoza, con un Estado sobre-endeudado, pasó de representar el 3.8% al 2.8% del PBI. Llegó la hora que las pymes de Mendoza construyamos nuestra propia agenda, que se articula con los intereses de la mayoría de los mendocinos. Profundicemos el debate en términos de desarrollo, y rápidamente pasemos a la acción.
* Licenciado en Ciencia Política y Administración Pública. Miembro FEM_y AEM.
by ariza_adolfo | Jul 29, 2020 | Temas políticos
El Dr. Humberto Podetti me hizo llegar este importante documento. Desde hace bastante estamos viendo como los Gobiernos –tanto de países centrales como de periféricos-, avanzan en sentido contrario de los intereses de la humanidad.
Extraigo una cita del documento que comparto:
“Nos preguntamos si luego de esta crisis… ¿Seguirá la economía del trabajo esclavo, semi esclavo, indigno, infantil? ¿La exclusión de la sociedad de millones de personas? ¿Seguirá la depredación de la naturaleza? ¿La contaminación del agua, la tierra, el aire? ¿Seguirá destruyéndose la vida en todas sus formas? ¿Seguirá la economía global, regional y nacional en la que las grandes empresas y las grandes naciones imponen las condiciones del comercio, las más de las veces con cláusulas abusivas?”
De la respuesta a estos interrogantes depende nuestro futuro –no tan lejano- y tal vez la supervivencia de la raza humana.
Por eso, aunque parezca utópica, la propuesta de Francisco es crucial, y esta circunstancia límite de la pandemia es una oportunidad para echar a rodar una bola de nieve que siga creciendo, aunque lleve años lograr masa crítica.
No es nuevo el reclamo de la Iglesia católica sobre la necesidad de una autoridad política universal con el objetivo de lograr “el bien común de todos los pueblos” (Pacem in terris, 1963), pero la gravedad de la crisis mundial en sus diversos aspectos hace imperioso redoblar esfuerzos para que haya una oportunidad mejor de vida para la sociedad.
Me parece un documento de lectura necesaria, y de reflexión profunda, y, mucho más, de inicio de acciones para que se logren avances en ese sentido.
DECLARO QUE ESE ES MI COMPROMISO, Y LES PIDO QUE SEA EL DE USTEDES TAMBIÉN.
Reflexión de la Comisión Nacional de Justicia y Paz en relación al Magisterio de la Iglesia acerca de la necesidad de constituir una autoridad política universal
Julio 2020
“…para gobernar la economía mundial, para sanear las economías afectadas por la crisis, para prevenir su empeoramiento y mayores desequilibrios consiguientes, para lograr un oportuno desarme integral, la seguridad alimenticia y la paz, para garantizar la salvaguardia del ambiente y regular los flujos migratorios, urge la presencia de una verdadera Autoridad política mundial.” (Francisco, Laudato Si´, 175)
1. Situación de la humanidad y la naturaleza
La grave pandemia que vive el mundo se prolongará hasta que se descubran la vacuna para evitar nuevos contagios y las medicinas para curar a los enfermos. Aún luego subsistirá el riesgo de una nueva pandemia por las mutaciones del virus o la aparición de nuevos virus, de acuerdo a la OMS.
Simultáneamente el planeta afronta situaciones que “provocan el gemido de la hermana tierra, que se une al gemido de los abandonados del mundo, con un clamor que nos reclama otro rumbo” y se manifiesta con signos concretos, amenazantes, como el crecimiento global del hambre y la pobreza, en este momento agravada por el aislamiento preventivo; la inequitativa distribución que deja afuera a la mayoría, cada vez más lejos del bienestar de una minoría feliz (EG, 56); el maltrato y las laceraciones a nuestra casa común, las mayores de los últimos dos siglos; en el despliegue de una ideología dominante e individualista que se repliega sobre sí misma negando el valor de todo lo que no responda a sus intereses; de nuevas formas de poder derivadas de un paradigma tecno económico que terminarán arrasando no solo con la política sino también con la libertad y la justicia (LS, 53).
Gracias a Dios no todo es oscuridad y hay luces que anuncian la posibilidad de un amanecer. En muchas partes renace la naturaleza ante la forzada reducción de actividades impuesta por la pandemia; se multiplican muestras de solidaridad y creatividad ante situaciones hasta el momento desconocidas; toma fuerza el coraje en tantas personas que no dan vuelta la cara ante las adversidades y se comprometen en el cuidado de enfermos y con la preservación de la vida, aún con peligro de la propia.
Nos preguntamos si luego de esta crisis… ¿Seguirá la economía del trabajo esclavo, semi esclavo, indigno, infantil? ¿La exclusión de la sociedad de millones de personas? ¿Seguirá la depredación de la naturaleza? ¿La contaminación del agua, la tierra, el aire? ¿Seguirá destruyéndose la vida en todas sus formas? ¿Seguirá la economía global, regional y nacional en la que las grandes empresas y las grandes naciones imponen las condiciones del comercio, las más de las veces con cláusulas abusivas?
El futuro nos exige nuevas respuestas. Otro mundo es posible si estamos dispuestos a retomar el camino de un humanismo basado en la fraternidad y la solidaridad. Por cierto, serán necesarios muchos cambios que no lograrán las personas y los países cada uno por su lado. No será posible sin una globalización de la solidaridad, acuerdos firmes y organismos mundiales con capacidad de aplicarlas.
2. La respuesta: el año Laudato Si’ 2020/2021 y el decenio de Jubileo universal 2021/2031
El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral ha respondido al desafío convocando a todos los habitantes del planeta a crear un “nuevo paradigma de un mundo más solidario, fraterno, pacífico y sostenible” (DSDHI, Laudato si’ Año Aniversario Especial 2020-2021). Y nos ha recordado a todos que “esta crisis es una oportunidad única para transformar la destrucción que nos rodea en una nueva forma de vivir”.
La Iglesia nos invita a vivir este año y el decenio 2021/2031 “una experiencia de verdadero Kairós que se traducirá en un tiempo de ‘Jubileo’ para la Tierra, para la humanidad y para todas las criaturas de Dios”.
En 2021 serán invitadas un cierto número de instituciones a comenzar un camino de siete años de ecología integral. En 2022 se invitará a un nuevo grupo del doble del anterior. Cada año del nuevo decenio se creará una nueva red Laudato Si’ que crezca exponencialmente. De ese modo se espera “llegar a la ‘masa crítica´ necesaria para la transformación radical de la sociedad invocada por el Papa Francisco en Laudato Si’”.
El Programa destaca que “la urgencia de la situación requiere respuestas inmediatas, holísticas y unificadas en todos los niveles: local, regional, nacional e internacional”.
3. La urgente necesidad de crear una Autoridad Política Mundial
Una de esas respuestas en el nivel internacional es la constitución de una Autoridad política mundial (LS, 175). El reclamo de Francisco recoge una petición en la que nuestra Iglesia insiste desde hace casi sesenta años.
Ya en 1963, en una situación del planeta y de la humanidad menos grave que la de nuestros días, San Juan XXIII pidió al mundo que “como el bien común de todos los pueblos plantea problemas que afectan a todas las naciones, y como semejantes problemas solamente puede afrontarlos una autoridad pública cuyo poder, estructura y medios sean suficientemente amplios y cuyo radio de acción tenga un alcance mundial, resulta, en consecuencia, que, por imposición del mismo orden moral, es preciso constituir una autoridad pública general” (Pacem in terris, 137).
Dos años después, el Concilio Vaticano II insistió en la necesidad del “establecimiento de una autoridad pública universal reconocida por todos, con poder eficaz para garantizar la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos” (Constitución Gaudium et spes, 82).
San Pablo VI en 1967, reiteró el reclamo en Populorum progressio, recordando el discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas, en el que les preguntó a los jefes de estado y gobiernos del mundo: “Vuestra vocación es la de hacer fraternizar no solamente a algunos pueblos, sino a todos los pueblos… ¿Quién no ve la necesidad de llegar así progresivamente a instaurar una autoridad mundial que pueda actuar eficazmente en el terreno jurídico y en el de la política?” (Populorum progressio, 78).
San Juan Pablo II en 2003 sumó su voz a la de sus predecesores: “Ante un mundo que se hacía cada vez más interdependiente y global, el Papa Juan XXIII sugirió que el concepto de bien común debía formularse con una perspectiva mundial. Para ser correcto, debía referirse al concepto de «bien común universal». Una de las consecuencias de esta evolución era la exigencia evidente de que hubiera una autoridad pública a nivel internacional, que pudiese disponer de capacidad efectiva para promover este bien común universal. Esta autoridad, añadía enseguida el Papa, no debería instituirse mediante la coacción, sino sólo a través del consenso de las naciones. Debería tratarse de un organismo que tuviese como «objetivo fundamental el reconocimiento, el respeto, la tutela y la promoción de los derechos de la persona” (XXXVI Jornada Mundial de la Paz, 5).
En 2005, el entonces Consejo Pontificio de Justicia y Paz, hoy incorporado al DSDHI, publicó el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, en el que se recogió la petición inicial de San Juan XXII, el Concilio Vaticano II y San Pablo VI: “La solicitud por lograr una ordenada y pacífica convivencia de la familia humana impulsa al Magisterio a destacar la exigencia de instituir ‘una autoridad pública universal’ reconocida por todos, con poder eficaz para garantizar la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos. En el curso de la historia, no obstante, los cambios de perspectiva de diversas épocas, se ha advertido constantemente la necesidad de una autoridad semejante para responder a los problemas de dimensión mundial que presenta la búsqueda del bien común” (Compendio DS, 441).
Benedicto XVI sostuvo con fuerza la necesidad en 2009: “urge la presencia de una verdadera Autoridad política mundial” (Caritas in veritate, 67). Y Francisco la retomó en Laudato Si’, señalando, hace ya cinco años, la misma urgencia que reclamaba su predecesor, respondiendo al clamor de la naturaleza y al clamor de los pobres ante un mundo gobernado por el paradigma tecnocrático.
4. El valor de las organizaciones internacionales
En el proceso de formación de la Autoridad política mundial, la DSI ha destacado el significativo papel cumplido por las organizaciones internacionales. En el párrafo 440 señala: “La Iglesia favorece el camino hacia una auténtica «comunidad» internacional, que ha asumido una dirección precisa mediante la institución de la Organización de las Naciones Unidas en 1945. Esta organización «ha contribuido a promover notablemente el respeto de la dignidad humana, la libertad de los pueblos y la exigencia del desarrollo, preparando el terreno cultural e institucional sobre el cual construir la paz». La doctrina social, en general, considera positivo el papel de las Organizaciones intergubernamentales, en particular de las que actúan en sectores específicos, si bien ha expresado reservas cuando afrontan los problemas de forma incorrecta. El Magisterio recomienda que la acción de los Organismos internacionales responda a las necesidades humanas en la vida social y en los ambientes relevantes para la convivencia pacífica y ordenada de las Naciones y de los pueblos.”
5. Naturaleza y características de la Autoridad política mundial
San Juan XXIII describió la naturaleza y características que debe tener la Autoridad política mundial. “La autoridad general, cuyo poder debe alcanzar vigencia en el mundo entero y poseer medios idóneos para conducir al bien común universal, ha de establecerse con el consentimiento de todas las naciones y no imponerse por la fuerza. La razón de esta necesidad reside en que, debiendo tal autoridad desempeñar eficazmente su función, es menester que sea imparcial para todos, ajena por completo a los partidismos y dirigida al bien común de todos los pueblos. Porque si las grandes potencias impusieran por la fuerza esta autoridad mundial, con razón sería de temer que sirviese al provecho de unas cuantas o estuviese del lado de una nación determinada, y por ello el valor y la eficacia de su actividad quedarían comprometidos” (Pacem in terris, 138).
En el mismo sentido, San Juan Pablo II nos dijo en 1987 que “la humanidad, enfrentada a una etapa nueva y más difícil de su auténtico desarrollo, necesita hoy un grado superior de ordenamiento internacional, al servicio de las sociedades, de las economías y de las culturas del mundo entero” (Sollicitudo rei socialis, 43).
En el Mensaje para la XXXVI Jornada Mundial de la Paz, en 2004, refiriéndose a la propuesta de San Juan XXIII, San Juan Pablo II precisaba que “Es importante evitar tergiversaciones: aquí no se quiere aludir a la constitución de un super estado global. Más bien se piensa subrayar la urgencia de acelerar los procesos ya en acto para responder a la casi universal pregunta sobre modos democráticos en el ejercicio de la autoridad política, sea nacional que internacional, como también a la exigencia de
transparencia y credibilidad a cualquier nivel de la vida pública. Confiando en la bondad presente en el corazón de cada persona, el Papa Juan XXIII quiso valerse de la misma e invitó al mundo entero hacia una visión más noble de la vida pública y del ejercicio de la autoridad pública. Con audacia, animó al mundo a proyectarse más allá del propio estado de desorden actual y a imaginar nuevas formas de orden internacional que estuviesen de acuerdo con la dignidad humana”.
Benedicto XVI precisó otras características: “Esta Autoridad deberá estar regulada por el derecho, atenerse de manera concreta a los principios de subsidiaridad y de solidaridad, estar ordenada a la realización del bien común, comprometerse en la realización de un auténtico desarrollo humano integral inspirado en los valores de la caridad en la verdad. Dicha Autoridad, además, deberá estar reconocida por todos, gozar de poder efectivo para garantizar a cada uno la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos. Obviamente, debe tener la facultad de hacer respetar sus propias decisiones a las diversas partes, así como las medidas de coordinación adoptadas en los diferentes foros internacionales. En efecto, cuando esto falta, el derecho internacional, no obstante, los grandes progresos alcanzados en los diversos campos, correría el riesgo de estar condicionado por los equilibrios de poder entre los más fuertes. El desarrollo integral de los pueblos y la colaboración internacional exigen el establecimiento de un grado superior de ordenamiento internacional de tipo subsidiario para el gobierno de la globalización, que se lleve a cabo finalmente un orden social conforme al orden moral, así como esa relación entre esfera moral y social, entre política y mundo económico y civil, ya previsto en el Estatuto de las Naciones Unidas” (CV, 67).
Por fin, cerrando de modo conclusivo la pregunta acerca de la naturaleza y característica de la necesaria y urgente Autoridad política mundial, Francisco nos dijo en Laudato Sí: “La misma lógica que dificulta tomar decisiones drásticas para invertir la tendencia al calentamiento global es la que no permite cumplir con el objetivo de erradicar la pobreza. Necesitamos una reacción global más responsable, que implica encarar al mismo tiempo la reducción de la contaminación y el desarrollo de los países y regiones pobres. El siglo XXI, mientras mantiene un sistema de gobernanza propio de épocas pasadas, es escenario de un debilitamiento de poder de los Estados nacionales, sobre todo porque la dimensión económico-financiera, de características transnacionales, tiende a predominar sobre la política. En este contexto, se vuelve indispensable la maduración de instituciones internacionales más fuertes y eficazmente organizadas, con autoridades designadas equitativamente por acuerdo entre los gobiernos nacionales, y dotadas de poder para sancionar”. Para alcanzar esos objetivos “urge la presencia de una verdadera Autoridad política mundial” (LS, 175).
6. ¿Es posible lograr el consenso de las naciones y los pueblos para constituir la Autoridad política mundial?
La pregunta decisiva es si es posible alcanzar el consenso necesario para constituirla. Y, en particular, por qué las grandes potencias prestarían el acuerdo a una Autoridad que las limitaría en el ejercicio de su poder, actualmente sin control alguno.
Es muy probable que los trabajadores de los astilleros de Gdansk, Polonia, se hicieran una pregunta semejante en la Navidad de 1979. Eran unas pocas familias que sólo contaban con su pobreza y su dignidad. Enfrentaban al gobierno de Polonia y a la Unión Soviética. Pero respondieron la pregunta fundando el Sindicato Solidaridad. Diez años después, el pueblo berlinés, sumado al torrente nacido de aquel pequeño charco a orillas del Báltico –como recordaba Lech Walesa en Un camino de esperanza– derribó ladrillo a ladrillo el muro que dividía la antigua capital alemana. Las armas empleadas para derrotar en diez años a uno de los ejércitos más poderosos de la historia humana, fueron simples: convicción moral y entereza espiritual. Como recordaba San Juan Pablo II, en 2004, “el hecho de que los Estados casi en todas las partes del mundo se sientan obligados a respetar la idea de los derechos humanos muestra cómo son eficaces los instrumentos de la convicción moral y de la entereza espiritual. Estas fuerzas fueron decisivas en aquella movilización de las conciencias que originó la revolución no violenta de 1989, acontecimiento que determinó la caída del comunismo europeo” (San Juan Pablo II, Mensaje para la XXXVI Jornada Mundial de la Paz, 6, 2004).
Diez años antes San Juan Pablo II había advertido que aún quedaba mucho camino por recorrer. Era 1995, apenas seis años después de la culminación del proceso de Solidaridad. Los poderes del nuevo mundo unipolar, leyendo al revés la demolición popular del muro de Berlín, afirmaban que había llegado el fin de la historia. San Juan Pablo II advirtió al mundo, en cambio, que el progreso científico y tecnológico ha hecho surgir “una verdadera cultura de muerte…promovida por corrientes culturales, económicas y políticas portadoras de una idea de la sociedad basada en la eficiencia” … que permitía hablar “de una guerra de los poderosos contra los débiles” (Evangelium vitae, 4a, 12).
La consecuencia de esa guerra es el mundo de nuestro tiempo, fundado en el paradigma tecnocrático sumamente poderoso, pero también de altos costos y de graves consecuencias. Expresa el enorme y bien defendido muro que separa a buena parte de la humanidad del derecho a tener y ejercer derechos y a vivir en armonía con la naturaleza. Pero ante la convicción moral y la entereza espiritual encarnada en los pueblos no hay sistema suficientemente fuerte ni muros que no puedan ser demolidos.
La pandemia ha hecho visible a los ojos de toda la humanidad la situación del mundo. Simultáneamente ha hecho resonar en todos los espacios el clamor de la naturaleza y el clamor de los pobres y vulnerables. Y ha erosionado el sistema de poder mundial.
Estamos ante una situación excepcional que ha puesto de manifiesto la irracionalidad del sálvese quien pueda. Esta situación exige proponer que los estados medianos y pequeños alcancen un consenso y juntos exijan la constitución de la Autoridad Política Mundial propuesta por la Iglesia Católica. También que todas las religiones del mundo acompañen la propuesta. Y que los pueblos de todas las naciones del mundo, aún de los grandes estados, se pronuncien por su creación.
Nos preguntamos, como también se preguntaba San Juan Pablo II en el ya citado Mensaje para la XXXVI Jornada Mundial de la Paz: ¿No es éste quizás el tiempo en el que todos deben colaborar en la constitución de una nueva organización de toda la familia humana, para asegurar la paz y la armonía entre los pueblos, y promover juntos su progreso integral?
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