LA SEQUÍA ES UNO DE LOS PROBLEMAS MÁS GRAVES DE MENDOZA

LA SEQUÍA ES UNO DE LOS PROBLEMAS MÁS GRAVES DE MENDOZA

El título de la entrada es el epígrafe de la imagen con que esta nota de opinión aparece en el Diario Los Andes.

La imagen es de la sequía en Lavalle, y podría ser de muchos otros lugares de Mendoza.

Trabajé con el autor de la nota cuando fui funcionario de la UNCuyo entre 2002 y 2014, y tengo muy buena opinión de él, tanto por su nivel científico como personal, y por su compromiso con la sociedad.

Vengo incluyendo el problema de la sostenibilidad ambiental en el mundo en más de una entrada, por ejemplo, en https://www.miradasdesdemendoza.com.ar/2020/09/02/empecemos-a-hablar-de-ecocidio-antes-de-que-sea-demasiado-tarde/.

Esta nota de Alberto Molina pone sobre la mesa este tema en Mendoza, y queda en claro la urgencia de enfrentarlo desde todos/as nosotros/as, empezando por los dirigentes sociales y políticos mendocinos, que desde hace tiempo no comprenden qué pasa en Mendoza, y son cómplices de estemos así.

Solo una cita de la nota:

“Es necesario crear un nuevo escenario de condiciones y oportunidades en Mendoza. Será una tarea plural, multisectorial, de profundos diálogos en las divergencias y valientes construcciones en las coincidencias. Con amplia participación social, desde abajo. Con un propósito y objetivos claramente definidos en el marco de la sostenibilidad ambiental, la creación de valor público y de crecimiento transformador. La profundidad de la crisis socioecológica que estamos atravesando no admite propuestas o caminos unilaterales.”

Adhiero a esto, aunque la decadencia de Mendoza en muchos sentidos dificulta el optimismo.

Seguiré luchando por una Mendoza mejor, como parte de una Argentina y un mundo mejor.

CONFÍO EN LA VICTORIA DE TODOS/AS LOS LAS QUE QUEREMOS ESTO.

Mendoza: “No mires para arriba”

https://www.losandes.com.ar/opinion/mendoza-no-mires-para-arriba/

Crear un nuevo escenario en Mendoza será una tarea plural, multisectorial, de profundos diálogos en las divergencias como en las coincidencias.

Alberto C. Molina

Sábado, 15 de enero de 202200:02 hs

El reciente estreno mundial de la película “No mires para arriba” sobre la crisis climática, puede ser una oportunidad para reflexionar sobre la situación socioambiental de Mendoza. Así como la necesidad de construir una gobernanza innovadora que articule con nuevos modos las capacidades del Estado provincial, las grandes potencialidades de nuestros sectores económicos, productivos y religue un entramado ciudadano altamente sensible a los temas ecológicos.

La nueva película de plataforma protagonizada por Meryl Streep, Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence ha generado desde su reciente estreno diversidad de críticas. Sin ánimo de hacer un análisis de la misma, resulta oportuno tomar la problemática planteada por el film para explorar los principales desafíos de la política provincial ante la crisis que atraviesa la provincia.

No miren arriba

La población de Mendoza, asentada en un 95% sobre menos del 4% del territorio provincial, convive cada vez más problemáticamente con una concentración de la riqueza, pobreza e indigencia crecientes, emergencia hídrica y desequilibrios territoriales. En palabras de Laudato Si´, “una verdadera crisis socioecológica” profundizada además por la pandemia. Pero, al igual que en la película, esta realidad no está instalada con fuerza en la agenda pública.

Los doce años de crisis hídrica, dada la escasez de nevadas y precipitaciones, se ven agravados por una gestión del agua que aún no puede revertir su ineficiencia e inequidad en el acceso al derecho, tanto para nuestros sistemas productivos como para la demanda creciente de consumo humano. Ello en un contexto que los científicos han denominado de “megasequía” por ser el periodo seco de mayor duración y extensión territorial del siglo XX y sin precedentes durante los últimos 620 años en la Región de los Andes.

Así como en la película se construye una consigna alternativa: “¡Sí, mira hacia arriba!” la misma implicaría en Mendoza observar nuestros glaciares y montañas de nieve escasa, nuestros cielos extremos: con granizadas estruendosas –que se han cobrado más de 7.000 hectáreas productivas estos meses- o las sequías severas en nuestro secano que debilitan la producción ganadera y sobre todo la vida y el arraigo de miles de familias, con un impacto y presión sobre el Área Metropolitana a mediano plazo.

También podríamos decir “¡Mira a tu lado!” si queremos conocer la dimensión social de nuestra crisis: 44% de la población de Mendoza es pobre, superando el promedio nacional y el nivel de indigencia es del 8,5%, según el informe elaborado por el Observatorio de la Deuda Social de la UCA.

Pero mirar no basta, debemos implicarnos. Resulta urgente iniciar un proceso de transición justa en la provincia, que nos permita redefinir nuestros sistemas y modos de vida a la velocidad que la crisis nos impone.

HACIA UNA GOBERNANZA DISRUPTIVA

Es necesario crear un nuevo escenario de condiciones y oportunidades en Mendoza. Será una tarea plural, multisectorial, de profundos diálogos en las divergencias y valientes construcciones en las coincidencias. Con amplia participación social, desde abajo. Con un propósito y objetivos claramente definidos en el marco de la sostenibilidad ambiental, la creación de valor público y de crecimiento transformador. La profundidad de la crisis socioecológica que estamos atravesando no admite propuestas o caminos unilaterales.

La provincia se destaca por la potencialidad de sus sectores económicos, productivos y un fuerte entramado de organizaciones sociales y ciudadanas que deben protagonizar un nuevo esquema de gobernanza. Donde el Estado provincial asuma el papel que le corresponde propiciando una articulación virtuosa interna, con el gobierno central y las provincias de la región. ¿Cuál es el vínculo estratégico que tenemos con las provincias vecinas, con quienes compartimos en gran parte los mismos desafíos socioambientales?

El ecosistema innovador, debe superar los ámbitos de la ciencia y la tecnología. Debe permear una nueva estructura y dinámica del Estado local, que incremente el valor de las cadenas productivas. Un nuevo Estado provincial fuerte, presente, que se desate de la ortodoxia económica del pasado, de ideologías reduccionistas que ponen el acento en restricciones fiscales más que en su rol clave para la promoción de una provincia endeudada, empobrecida y que debe encontrar un nuevo rumbo centrado en el desarrollo humano integral.

En este camino hay plataformas institucionales a ser revitalizadas, que puede servir como base para un “moonshot”, un salto transgresor en las esferas públicas y privadas, en palabras de la economista Mariana Mazzucato. Reconstruir el Consejo Provincial de Ordenamiento Territorial y su Agencia aún acéfala y sin la representación establecida por ley. Reconducir el Consejo Económico, Ambiental y Social (CEAS) que no tuvo avances concretos, como lo mostró un informe de Los Andes semanas atrás.

Recuperar la capacidad de liderazgo, con nuevos diálogos y metodologías representativas de todos los territorios y departamentos. Dando voz y protagonismo real a nuestros pueblos originarios, mujeres, diversidades, jóvenes, trabajadores/as, emprendedores/as, religiones y cultura.

“Esto no puede esperar” resulta una de las frases más insistentes del largometraje. El status quo y la inercia institucional en nuestra provincia están creando un presente insostenible que también le fallará a las generaciones futuras. La innovación ya no es una alternativa. Es una necesidad para la vida en Mendoza.

*El autor es docente investigador UNCuyo. Director del Centro de Estudios y Desarrollo de Políticas Públicas INTEGRAR. Especialista en ordenamiento territorial.

TENEMOS QUE ENCONTRAR LOS MODOS DE ACORDAR SOBRE LOS TEMAS QUE ARGENTINA NECESITA

TENEMOS QUE ENCONTRAR LOS MODOS DE ACORDAR SOBRE LOS TEMAS QUE ARGENTINA NECESITA

Este 2022 empieza algo extraño. Venía escribiendo poco de temas políticos, y apareció la nota de Alemán, y salió una entrada que me gustó sobre un tema clave: la autonomía de tomar decisiones geopolíticas sin que el Mercado nos imponga hacer cosas que perjudican a la sociedad en su conjunto.

Ahora me encuentro con este editorial del Pepe Natanson sobre los sucesos que se han desarrollado en Chubut a partir de la aprobación del proyecto de zonificación minera para dos Departamentos de la meseta central chubutense.

Hubo serios incidentes, con movilizaciones en las ciudades de Comodoro Rivadavia, Rawson, Trelew y Puerto Madryn, y el gobernador, Mariano Arcioni, tuvo que derogar la ley y llamar a un plebiscito, para parar la reacción popular contra la medida.

Lo interesante de la nota de Natanson es que, a partir de esta situación local, y de la convocatoria a un plebiscito, plantea un conflictivo tema nacional y supra nacional: el de la minería extractiva, y por necesaria ampliación, la explotación de los recursos naturales por corporaciones internacionales, las enormes ganancias que obtienen y el daño ambiental que producen.

El análisis se centra en lo que es un modo democrático (el plebiscito) de salir una confrontación antigua, que ha generado planteos fundamentalistas y que no ha ayudado a mejorar la vida de esa región de Chubut. Por supuesto, esta situación no es solo de esa Provincia. Pasé por Famatina cuando se producían los cortes contra la explotación minera, recuerdo que los manifestantes nos saludaban, cuando les comentábamos que éramos de Mendoza, porque sabían de nuestras defensas del agua como patrimonio de los mendocinos. No hace mucho hubo una marcha en Mendoza, relacionada con el tema de la Ley 7722 que tiene como principal objetivo garantizar el recurso hídrico en los procesos mineros prohibiendo la utilización de ciertas sustancias químicas.

Claro que recordamos uno de los eslóganes de estas manifestaciones populares: “El agua vale más que el oro”, y lo defendemos, pero entre estos dos puntos extremos, hay situaciones que deben de ser consideradas, y es lo que plantea Natanson.

Los habitantes de esa meseta central de Chubut estaban a favor de los proyectos mineros porque no participan de la explotación petrolera de la costa –también contaminante, y que está teniendo cuestionamientos- ni del turismo del oeste.

Un planteo semejante hizo Malargüe en Mendoza defendiendo proyectos mineros.

San Juan ha crecido económicamente apoyando la explotación minera, y la sociedad sanjuanina apoya en las elecciones a los Gobiernos que han desarrollado esta política.

Sabemos que ha habido errores y descuidos que han provocado daño ambiental, y la propuesta de Chubut –no la he leído- asumía algunos cuidados que antes no se han tenido. Sin embargo, hubo una reacción violenta que obligó al Gobernador a echar marcha atrás con la medida, pero nunca un análisis completo, participativo, de todos los sectores que pueden aportar al tema, que permitiera llegar a una propuesta consensuada que superara el conflicto.

No es fácil que esto ocurra: las posiciones están radicalizadas. Los grupos ambientalistas no admiten discusiones, y los grupos empresarios –muchos transnacionales- ejercen su poder para imponer prácticas extractivas, sean cuidadosas con el medio ambiente o no.

Natanson plantea lo siguiente:

“En otros editoriales nos referimos a los perjuicios que ocasiona esta perspectiva cancelatoria, enfocada especialmente en actividades que, como la minería, la agricultura de alta productividad o los hidrocarburos, constituyen las únicas oportunidades de las que dispone la economía argentina para generar en el corto plazo las divisas que necesita para funcionar. No volveremos sobre el tema, pero sí agregaremos que este enfoque tampoco contribuye a abordar uno de los tantos problemas de desarrollo que enfrenta el país y que constituye el eje de esta edición de el Dipló: la desigualdad territorial, reflejada en datos como la concentración de la economía (los cinco distritos más importantes generan el 76 por ciento del PIB) y la desigualdad por habitante (si el PIB per cápita de la región pampeana equivale a 1, el del Noroeste es de 0,84 y el del Noreste es de 0,66). En líneas generales, Argentina exhibe un desequilibrio territorial más pronunciado que otros países con similares grados de desarrollo, como Chile y Uruguay, e incluso que los otros dos países federales de América Latina: el ingreso per cápita de la provincia más rica (Santa Cruz) es 8,6 veces mayor que el de la más pobre (Formosa), mientras que en Brasil la ratio es 7,2 veces (Brasilia contra Maranhao) y en México 6,2 (Ciudad de México contra Chiapas) (8). El hecho de que estas diferencias se hayan mantenido estables o incluso profundizado a lo largo de las décadas –bajo gobiernos autoritarios, democráticos, neoliberales, desarrollistas, nuevamente neoliberales…– confirma que se trata de un problema estructural de nuestro modelo de desarrollo.”

Esto es tan real como la defensa del medio ambiente, y deberíamos tratar de encontrar una solución, porque necesitamos otros recursos que no sean solo la exportación de productos primarios como la soja o el maíz; si no los conseguimos, la pobreza seguirá creciendo y eso también afecta a argentinos/as.

El turismo es una opción muy válida, y Argentina es un país lleno de bellezas naturales y actividades turísticas posibles, pero que también contaminan, y todos conocemos daños producidos por turistas; sin embargo, a nadie se le ocurriría prohibir el turismo porque genera muchos recursos y trabajo para la gente.

Por eso, es muy valorable la búsqueda de Natanson de alternativas democráticas para encontrar los acuerdos imprescindibles que permitan resolver los conflictos que nos perjudican.

Por supuesto, el modo que se ha arraigado en Argentina para solucionar divergencias no ayuda a avanzar en esas búsquedas.

La “grieta”, profundizada como método de ganancia política, es un problema, porque ha politizado mal temas que se pueden analizar desde lo que necesita Argentina en su conjunto.

Por esto, es importante el intento de Pepe, y recomiendo la lectura de su nota a los que piensen que debemos avanzar en mejores prácticas políticas, en función de un proyecto de país mejor para la mayoría de los argentinos.

Chubut: ambientalismo y plebiscito

Por José Natanson

https://www.eldiplo.org/271-el-fracaso-del-federalismo/chubut-ambientalismo-y-plebiscito/

Con un origen lejano que se remonta a las polis de la Grecia antigua y la República Romana (el doctor Grondona diría: plebiscito viene de plebis citum, llamar a la plebe), el plebiscito o referéndum comenzó a definirse, en su versión actual, durante los años posteriores a la Revolución Francesa, convocado por primera vez para validar la Constitución del Año III y luego para refrendar el ascenso de Napoleón Bonaparte, que utilizó este mecanismo para ratificar la Constitución pos golpe del 18 Brumario, más tarde para hacerse nombrar cónsul vitalicio y finalmente emperador.

Desde su nacimiento hace 25 siglos hasta hoy, el país que mejor ha logrado incorporar la democracia directa a su dinámica política habitual es Suiza. Por la cultura cívica de su sociedad, por la singularidad de su organización cantonal o por la temprana influencia revolucionaria (el primer referéndum federal suizo tuvo lugar en 1802 para aprobar la Constitución Helvética), Suiza es el gran ejemplo de la aplicación de plebiscitos en el mundo, a punto tal que un tercio de todos los que se realizaron en la historia se concretaron allí (el último, hace tres semanas, para aprobar el pasaporte Covid) (1).

En América Latina, el país que más referéndums ha celebrado es Uruguay, otro Estado pequeño y de fuerte cultura cívica, a partir del impulso inicial de José Batlle y Ordóñez, que conoció de primera mano la experiencia suiza en dos célebres viajes y buscó trasladarla a su país: desde el primer plebiscito constitucional en 1917, Uruguay ha celebrado 30 consultas nacionales sobre temas tan diversos como las privatizaciones y la edad de imputabilidad de los menores, y de hecho en estos días discute la “Ley de urgente consideración” impulsada por el gobierno de Luis Lacalle Pou, que contempla la ampliación de los márgenes de actuación policial y el aumento de las penas para delitos de narcotráfico, y que se someterá al voto popular el próximo 27 de marzo.

Chubut no es Suiza –ni, para el caso, Uruguay– y, ciertamente, Mariano Arcioni no es Napoleón, pero el anuncio de la convocatoria a un plebiscito para que los chubutenses decidan si aceptan la minería en dos departamentos ubicados en la meseta central de la provincia puede ser una vía para desatar un nudo que ya lleva 18 años, cuando una consulta popular en Esquel frenó el proyecto de instalar una mina de oro cerca de la localidad.

Quince días atrás, la Legislatura había aprobado la “Ley de zonificación”, que estableció en qué partes del territorio queda habilitada la explotación minera. La discusión estaba pendiente desde el 2003, cuando, en la estela de la movilización anti-minería de Esquel, se sancionó una ley que prohibió la minería a cielo abierto en toda la provincia, pero también ordenó que, en un plazo de 120 días, se analizara cuáles áreas quedarían exceptuadas. Dieciocho años después, la Legislatura se puso al día y tras un fuerte debate decidió habilitar la minería en Gastre y Telsen, 2 de los 16 departamentos en los que está dividida la provincia, además de establecer una serie de controles ambientales y sociales estrictos y ratificar la prohibición al uso de soluciones cianuradas contemplada en la norma del 2003 (2). La votación generó una intensa movilización popular en las principales ciudades de Chubut (no en la meseta), que llegaron a la quema de edificios públicos y fueron respondidas con una feroz represión policial. Pocos días después, Arcioni retrocedió: impulsó la derogación de la ley y anunció el plebiscito.

A diferencia de la cordillera, donde prospera el turismo de alta gama, y la costa, donde se asientan las explotaciones hidrocarburíferas, el turismo de ballenas y la pesca, la meseta central chubutense constituye una enorme extensión geográfica escasamente poblada y desprovista de recursos naturales, actividades productivas o cualquier herramienta para empujar el desarrollo, apenas algo de ganadería ovina y cría de guanacos. El Proyecto Navidad, de la Pan American Silver, prevé una inversión de 1.200 millones de dólares a lo largo de 18 años y la creación de unos 2.800 empleos (800 directos). Pero la discusión es política. Con apenas 6.000 habitantes, la meseta carece de influencia en el poder provincial; no tiene, por ejemplo, un representante en la Legislatura. Sin embargo, sus habitantes se han manifestado en varias ocasiones a favor de la habilitación de la minería, tal como explica la dirigente del PJ local Marina Barrera, que viene realizando grandes esfuerzos por hacer escuchar la voz de los pobladores de la meseta, y como ratifica el hecho de que los intendentes de Gastre y Telsen también pidieran la aprobación del proyecto.

El plebiscito, decíamos, puede ser una herramienta para destrabar este conflicto, pero también genera dudas. En primer lugar, la jurisdicción. En una primera mirada, parece razonable que, como propuso Arcioni, sean todos los chubutenses quienes definan. Desde la reforma constitucional del 94, los dueños de los recursos naturales asentados en sus territorios son los Estados provinciales, y las eventuales rentas o regalías percibidas por su explotación se derivan al fisco de la provincia. Más allá del aspecto legal, hay también buenas razones políticas: en Chubut se desarrollan otras actividades económicas con un potencial de daño ambiental equivalente al de la minería, notoriamente la explotación petrolera en el Golfo de San Jorge, que también contribuye a las finanzas provinciales. Parece entonces lógico que un habitante de Comodoro Rivadavia, que “paga el precio” del daño ambiental en su ciudad –y aporta regalías al erario provincial– decida sobre lo que ocurre en otras zonas de su provincia.

Sin embargo, el antecedente inmediato, recordado por las organizaciones ambientalistas como una gesta popular, se resolvió de otra forma. En 2003, cuando se discutió la instalación de una mina de oro en Esquel, la consulta popular convocada por iniciativa de los vecinos incluyó solo a los habitantes de la ciudad, unas 11.000 personas. ¿Deberían votar ahora solo los ciudadanos de Gastre y Telsen? La debilidad política de la meseta es tal que la alternativa ni siquiera fue considerada: no fue contemplada por Arcioni ni, mucho menos, por las organizaciones anti-mineras de las ciudades, ubicadas a 200 y hasta 300 kilómetros de donde se situaría el Proyecto Navidad.

Pero hay más: muchas de estas organizaciones se manifestaron incluso en contra del plebiscito provincial. Cristina Agüero, licenciada en Ciencias Ambientales e integrante de la organización “No a la mina”, rechazó la iniciativa con el argumento de que el tema ya se había plebiscitado… en Esquel (3). Pablo Lada, miembro de las Asambleas Ciudadanas de Chubut, calificó al plebiscito como “la tomada de pelo más grande que haya escuchado en mi vida”, en tanto la corriente ecofeminista Marabunta afirmó: “No al plebiscito ilegítimo” (4). La diputada Myriam Bregman también se opuso a consultar a los chubutenses: “el plebiscito lo hizo la calle”, señaló. El influencer ambientalista Inti Bonomo se expresó en la misma línea: “ya hubo un plebiscito y el 83% dijo que no” (5). El abogado Enrique Viale prefiere solo los plebiscitos en los que gana su posición: luego de elogiar la consulta popular de Esquel, explicó que “nosotros creemos que los derechos ambientales no se plebiscitan” (6). Por último, en una muestra de su disposición a aceptar los debates democráticos, la franquicia argentina de Greenpeace afirmó: “No necesitamos un plebiscito para una ley nefasta y perjudicial” (7).

Espejo envenenado

Los plebiscitos están lejos de ser una solución mágica. Al constituir en esencia un juego de suma cero, en el que todo lo que gana un bando lo pierde el otro, no permiten negociar concesiones cruzadas o explorar soluciones intermedias, como sucede con la construcción de acuerdos parlamentarios, más lentos, pero más seguros, ni permiten contemplar los intereses de las minorías. La democracia es el reino de los sub-óptimos y los referéndums son exactamente lo contrario: un juego en el que el ganador se lleva todo. Pero además la experiencia demuestra que, en contextos crispados, pequeños grupos hiperactivos son capaces de ejercer una influencia, breve pero determinante, sobre las grandes mayorías, que luego de votar ya no pueden arrepentirse. Como en el Brexit, muchas veces se vota pensando en una cosa (la inmigración) cuando en realidad la que se define es otra (la permanencia en la Unión Europea).

Sin embargo, el plebiscito también tiene sus ventajas. Si alude a un tema de interés real y no es un simple mecanismo de validación de las elites, suele abrir un amplio debate público, obliga a los grupos enfrentados a un esfuerzo de pedagogía y activa la participación de la ciudadanía, que se involucra de manera directa en la discusión. Sobre todo, dota de legitimidad al resultado, que queda blindado. Si la diferencia es amplia, el plebiscito desempata.

En el caso que nos ocupa, una consulta popular o un plebiscito podrían ser la vía adecuada para que los habitantes de la meseta o los chubutenses decidan si habilitan el Proyecto Navidad o se inclinan por las posiciones del ambientalismo bobo, al que entendemos como una corriente, minoritaria pero ruidosa, al interior del movimiento ecologista, que no plantea más controles ambientales ni una regulación más estricta ni una mayor imbricación con los productores locales ni una rediscusión impositiva ni una diversificación productiva que impida la cooptación del Estado por parte de las empresas (todas cosas que merecen ser tenidas en cuenta), sino, simplemente, la prohibición total, con consignas tan argumentativas como “No es no”. Como en Gualeguaychú, donde la asamblea que había mantenido cortado durante tres años el puente internacional se opuso al plebiscito sugerido por el ex gobernador Jorge Busti, en Chubut también rechazan la consulta.

En otros editoriales nos referimos a los perjuicios que ocasiona esta perspectiva cancelatoria, enfocada especialmente en actividades que, como la minería, la agricultura de alta productividad o los hidrocarburos, constituyen las únicas oportunidades de las que dispone la economía argentina para generar en el corto plazo las divisas que necesita para funcionar. No volveremos sobre el tema, pero sí agregaremos que este enfoque tampoco contribuye a abordar uno de los tantos problemas de desarrollo que enfrenta el país y que constituye el eje de esta edición de el Dipló: la desigualdad territorial, reflejada en datos como la concentración de la economía (los cinco distritos más importantes generan el 76 por ciento del PIB) y la desigualdad por habitante (si el PIB per cápita de la región pampeana equivale a 1, el del Noroeste es de 0,84 y el del Noreste es de 0,66). En líneas generales, Argentina exhibe un desequilibrio territorial más pronunciado que otros países con similares grados de desarrollo, como Chile y Uruguay, e incluso que los otros dos países federales de América Latina: el ingreso per cápita de la provincia más rica (Santa Cruz) es 8,6 veces mayor que el de la más pobre (Formosa), mientras que en Brasil la ratio es 7,2 veces (Brasilia contra Maranhao) y en México 6,2 (Ciudad de México contra Chiapas) (8). El hecho de que estas diferencias se hayan mantenido estables o incluso profundizado a lo largo de las décadas –bajo gobiernos autoritarios, democráticos, neoliberales, desarrollistas, nuevamente neoliberales…– confirma que se trata de un problema estructural de nuestro modelo de desarrollo.

Chubut no es una provincia pobre. Su PIB per cápita es similar al del resto de las provincias patagónicas, explicado en buena medida por el petróleo. Pero acumula niveles insoportables de deuda en dólares y vive virtualmente quebrada, en medio de frecuentes conflictos con los docentes y los empleados públicos. La desigualdad al interior de la provincia es significativa, entre las localidades más prósperas de la cordillera y la costa y la pobreza de la meseta. Esto hace que la mayoría de los jóvenes que nacieron allí emigren apenas cumplen la mayoría de edad, lo que suma presión al mercado laboral del conglomerado Trelew- Rawson, el de desempleo más alto de toda la Patagonia (9). Y aquí la paradoja: de acuerdo a datos oficiales, la minería metalífera es la segunda actividad más formalizada de la economía (con 90% de trabajo formal, solo detrás de los hidrocarburos) y la que paga los segundos salarios más altos (192.000 pesos brutos en 2020, contra un promedio del sector formal de 68.000) (10). No debería llamar la atención que los gremios mineros –y la Uocra y Camioneros, expectantes de los puestos indirectos– se expresaran a favor del proyecto.

Maticemos antes de concluir. El ambientalismo, ya lo dijimos, es una perspectiva política fundamental para repensar la relación de la sociedad con el medio ambiente. En particular, ha contribuido a mejorar las condiciones de seguridad y regulación de la actividad minera en las últimas décadas. Por otra parte, la crisis económica crónica que atraviesa Chubut no es responsabilidad de las organizaciones anti-mineras sino de la pésima gestión financiera de sus gobernadores y de la debilidad política de Arcioni, que llegó al poder tras la muerte del caudillo Mario Das Neves y nunca logró consolidar su liderazgo. Sin embargo, la diversificación de la estructura productiva, hoy concentrada en la explotación hidrocarburífera, que explica el 40% del PIB de la provincia, podría contribuir a un crecimiento más equilibrado, que morigere la dependencia de los precios del petróleo e impulse el desarrollo en la meseta. Quizás así Chubut podría acercarse a San Juan, su eterno espejo envenenado, que gracias a un temprano impulso a la minería acumula una década y media de alto crecimiento con estabilidad política, logró bajar la pobreza (tenía 10% más pobres que la media nacional antes del auge minero y hoy tiene 4 puntos menos) y supera al resto de las provincias argentinas en los rankings de creación de empleo privado.

1. Eva Sáenz Royo, “La regulación y la práctica del referéndum en Suiza: un análisis desde las críticas a la institución del referéndum”, Revista de Estudios Políticos, Nº 171, Madrid, enero-marzo de 2016.

2. https://www.agenciapacourondo.com.ar/debates/marina-barrera-en-la-meseta-central-donde-esta-prevista-la-mineria-la-gente-esta-favor-pero

3. https://futurock.fm/cristina-aguero-a-arcioni-le-hicimos-el-plebiscito-gratis-en-la-calle-y-la-respuesta-fue-no/

4. https://twitter.com/MarabuntaArg/status/1473289459273662464

5. https://twitter.com/Intibonomo/status/1473003045634166793

6. https://www.redaccion.com.ar/chubutazo-preguntas-y-respuestas-sobre-el-intento-de-habilitar-la-megamineria/

7. https://twitter.com/GreenpeaceArg/status/1473271650405736458

8. Víctor J. Elías, “La desigualdad territorial en la Argentina”, Foreign Affairs en español, Vol. 9, Nº 1.

9. https://www.elchubut.com.ar/nota/2021-12-21-22-12-0-el-conglomerado-trelew-rawson-sigue-siendo-el-de-mayor-desempleo-de-toda-la-patagonia

10. https://twitter.com/danyscht/status/1358195435547074560?lang=es

2022: TENEMOS QUE CONTROLAR AL MERCADO O ESTAMOS PERDIDOS

2022: TENEMOS QUE CONTROLAR AL MERCADO O ESTAMOS PERDIDOS

En realidad, no tenía intenciones de publicar nada en mi blog, porque estoy con otras muchas cosas, y una novela a medio leer desde hace diez días, pero me encontré esta nota de Jorge Alemán, y cambié de opinión.

Covid: una mutación política

Por Jorge Alemán

31 de diciembre de 2021 – 01:17

https://www.pagina12.com.ar/392609-covid-una-mutacion-politica

No es un tema novedoso el del COVID en el medio de la grieta de derechas e izquierdas, o progresismos, o el de la situación del capitalismo neoliberal, y su posible fin de ciclo o decadencia; inclusive me he acercado a él en este blog más de una vez, pero es interesante y agudo el planteo de Alemán sobre este silencioso final de la pandemia como producto de la imposición –justamente- de ese poder neo liberal y del mercado

Dice la nota:

“De este modo, podemos apreciar que frente al virus de Omicron y con el pretexto de que genera una “enfermedad leve” se han terminado privilegiando las exigencias del Mercado.

No se trata ya del negacionismo delirante de las ultraderechas ni de los antivacunas, es un negacionismo resignado y realista que sube desde abajo, que es deseado por amplios sectores, y como una marea acompaña el movimiento de los gobiernos. Así como ya parece concluirse que la enfermedad es leve y que morirán los de riesgo o los desafortunados, a su vez ya se acepta que la “gente” no da más, que ya no existe una posibilidad real de restricciones serías, y que por tanto se debe aprender a vivir bajo las condiciones de un nuevo giro más radical del neodarwinismo capitalista.”

Esto es lo que se observa hoy en Argentina y en otros lugares: Israel ha apostado a que se contagien todos/as los/las que tengan que contagiarse para cerrar el tema de la pandemia. Es cierto que la mayoría de los que terminan internados/as, no se han vacunado, por desinterés, por alguna postura negacionista, o alguna otra causa, lo que nos libera de culpa.

Alemán lo sintetiza así, y es lo que considero novedoso:

“En cierta forma, es un triunfo de las derechas, que siempre supieron que tarde o temprano los imperativos de la economía, la precariedad de las vidas que solo se pueden refugiar en trabajos erráticos, y los cálculos egoístas del goce que actualmente impregnan el tejido de las masas terminarían imponiéndose.”

El autor califica este hecho de “nihilismo”, y queda la duda de si es triunfo de verdad, o una demostración de un poder remanente, pero tan poderoso como para imponer una visión de una Matrix siempre nefasta para el conjunto de la sociedad.

Es el relato que se ha impuesto, sin que casi nos demos cuenta, ni nos genere rechazo. Al final, no es más que una versión coloreada y edulcorada de lo que Macri decía: “Que se mueran los que tienen que morirse.”

Por supuesto, es difícil encontrar otras alternativas posibles, aunque es inevitable destacar que la vacunación en el mundo ha reproducido las asimetrías y modos de comprensión y acción que hacen que el mundo sea hoy como es, al borde de su destrucción por ser fruto de un modelo insostenible e insustentable.

Es más, esa exhibición obscena de poder llevó a que “Los miembros del G20 han recibido 15 veces más dosis de vacunas contra la COVID-19 per cápita que los países de África Subsahariana” (https://www.unicef.org/es/comunicados-prensa/miembros-g20-han-recibido-15-veces-mas-dosis-vacunas-covid19-per-capita-africa-subsahariana)

Por eso, la nota llega a la conclusión sobre la inevitabilidad y necesidad imperiosa de terminar con este modelo injusto y suicida.

“Nunca como ahora, y esta Pandemia es una demostración cabal, para la humanidad había sido tan urgente frenar la marcha del tren enloquecido del Capital.”

Como es un planteo que he hecho más de una vez, cada vez con más convencimiento, no quiero terminar el año sin agregar un aporte más para los que quieran entender mejor el mundo y la sociedad en que vivimos.

Es mi deseo que en este 2022 podamos avanzar en la construcción de un mundo mejor y más justo y que todos/as los que queremos esto, logremos construir el poder político necesario para avanzar en ese sentido.

Una vez más lo digo:

NOS VA LA VIDA EN ELLO.

LAS AVENTURAS DE LA CHINA IRON DE GABRIELA CABEZÓN CÁMARA POR ADOLFO ARIZA

LAS AVENTURAS DE LA CHINA IRON DE GABRIELA CABEZÓN CÁMARA POR ADOLFO ARIZA

Es la primera obra de esta autora que leo. También me la recomendó mi hija, pero anduvo dando vueltas por mi escritorio un par de meses, porque siempre hubo urgencias.

No es una escritora nueva, aunque yo no la conociera, ni sin fama. Veamos:

Gabriela Cabezón Cámara (San Isidro, Buenos Aires, 4 de noviembre de 1968) es una escritora y periodista argentina. Se la considera una de las figuras más importantes de la literatura latinoamericana contemporánea, además de ser una destacada intelectual y activista feminista.

Ha publicado dos novelas: La Virgen Cabeza y Las aventuras de la China Iron, cuya versión en inglés fue nominada al prestigioso Premio Booker Internacional. Entre las principales influencias que definieron su vocación y estilo, Cabezón Cámara ha reconocido a Patricia Highsmith, Rodolfo Walsh, Nestor Perlongher y Osvaldo Lamborghini.

Trabajé mucho en mi etapa de la F. F. y Letras sobre el tema de la gauchesca dentro del contexto de la Argentina de la segunda mitad del siglo XIX. También estudié el tema de Civilización y barbarie a partir de Hernández y Sarmiento. O sea, que de lo que habla la novela de Cabezón Cámara me era muy conocido y trabajado. No por ello me resultó menos sorprendente su narración.

Es una novela de menos de doscientas páginas, pero de una magnitud literaria enorme. Es como el cofre que llevaba en la carreta la inglesa con la que se va la China por la pampa, que parecía un pozo insondable del que nunca terminaban de salir objetos, muchos casi maravillosos.

¿QUIÉNES SON LAS PROTAGONISTAS?

Son dos mujeres: la China Iron (la joven mujer de Martín Fierro, que quedó sola cuando a Fierro se lo llevaron en una de las levas que hacía el Gobierno para arrear gauchos a los fortines de la frontera con los indios) y Liz, una escocesa que busca a su marido, que también había sido levantado en una leva.

La China (con mayúscula), o Josephine Star Iron (como la llamó Liz (Iron por Fierro, y Star porque le hubiera gustado llamarse Estreya, como su perro)) o Tararira, nombre que se da a sí misma en el final de la transformación de su vida ya en el mundo del río Paraná, es la muchacha solo mencionada como la china en el Martín Fierro, quien la había ganado en una partida de truco cuando tenía solo solo doce años.

Ella no busca a Fierro como Liz busca a su marido, al contrario, está escapando, incluso ha abandonado a sus hijos en el pobre rancho en que vivía, dejándolos a cargo de una pareja de viejos.

Las dos comienzan un viaje de exploración por la pampa argentina de finales del siglo XIX: van en una carreta tirada por bueyes, con el perro de la China, Estreya, y un gaucho medio indio, astuto y leal, llamado Rosa (Rosario).

Se hace necesaria una primera consideración técnica: es un relato de viaje.

Este es un género literario en el que el autor escribe acerca de uno de sus viajes, de las personas que en él ha encontrado o conocido, de las emociones sentidas o aquello que ha visto o aprendido. Puede estar basado en hechos reales o ser una construcción especulativa o ficticia, pero en el transcurso del viaje se dan transformaciones en la vida y el ser mismo del viajero.

El tema del viaje es un tópico reiterado en la literatura universal. La Odisea de Homero es un relato épico de viaje, por ejemplo.

Es evidente que en muchos casos estas transformaciones son un proceso de aprendizaje, lo que nos lleva a otro género: el de las novelas de aprendizaje

La novela de formación o novela de aprendizaje es un género literario que narra la transición de la niñez a la vida adulta. Se denominó Bildungsroman en alemán, y fue acuñado por el filólogo Johann Karl Simon Morgenstern en 1819.

O sea que, de movida, la novela participa de dos géneros que tienen que ver con búsquedas personales, con ir de un lugar a otro, con migrar, no solo físicamente.

Otro rasgo clave: es una migración de dos mujeres que muy poco tenían que ver entre ellas, salvo el género y la decisión de buscar más allá del horizonte.

Esta migración llega a convertirse en una idea que viaja y cambia, como el río y sus afluentes, “como una dinámica del existir, como lo otro del ser, como la alteridad que significa una perspectiva nueva, que es feminista, pero la trasciende como renovada concepción del mundo y el modo de ser en el mundo. Migración como cambio permanente.” (https://www.escritores.org/recursos-para-escritores/recursos-1/colaboraciones/29082-las-aventuras-de-la-china-iron-de-gabriela-cabezon-camara).

Recordemos lo de activista feminista.

Es inevitable que la novela tenga una fuerte impronta ideológica, llevada con sutileza la mayor parte de la novela, pero, que, al final, cuando termina (o sigue) el viaje entre las islas de Paraná –lugar idílico y perfecto-, se instala con fuerza y devora lo narrativo.

¿QUÉ IDEAS?

La idea de libertad, a partir de una concepción sexual resueltamente liberadora, cobra otro sentido también en la mirada sobre el sitio del hombre y la mujer en el universo y más precisamente, en ese universo que imagina y construye el deseo libre. El desierto cede al deslizamiento del lenguaje y es, en la Tercera Parte, una “tierra adentro”, un adentro acuático que es, ahora, “paraíso”. Dice la China: “Hay que vernos, pero no nos van a ver”. Ya han salido del plano en que los hombres pueden alcanzarlas. Están en mundo cuasi perfecto, primigenio, esencial.

Están en un ecosistema femenino. Tal vez la cita siguiente aporte algo más, pero lo que está claro es que es una novela atrapante, aunque que no fácil, porque es un planteo a fondo, desde las búsquedas del mundo de hoy:

“Lo que distingue a la mujer del hombre, no es tanto su afinidad con la naturaleza por las funciones orgánico-naturales que cumple como mujer (gestación, maternidad, cuidado de la casa y la progenie), sino en su resistencia a subsumirse dentro de un orden plenamente racional, su amalgama de inteligencia y sensibilidad y su renuncia a doblegar las emociones y sentimientos bajo el régimen de la lógica racional” (Leff Enrique, Ecofeminismo, el género del ambiente. Polis, Revista latinoamericana. 9-2004 (2/10/2012))

En ese viaje se despliega la visión de Cabezón Cámara de esa Argentina en camino a su institucionalización (1880, la Capitalización de Buenos Aires, la época en que se publica la segunda parte del Martín Fierro (La Vuelta de Martín Fierro es 1879)).

¿QUÉ HABÍA NARRADO HERNÁNDEZ EN EL GAUCHO MARTÍN FIERRO EN 1872?

Wikipedia dice: “En «La ida», Martín Fierro es un gaucho trabajador al que la injusticia social del contexto histórico lo vuelve un «gaucho matrero» —es decir: un gaucho fuera de la ley.”

Esa fue la denuncia de Hernández en La ida, una obra central para entender esa etapa del país: la vida desgraciada de los gauchos por la política del Gobierno (en esos años el Presidente era Sarmiento al que va dirigida su crítica) y los abusos de los terratenientes, jefes del ejército, policía y otros cómplices.

Hernández era parte de esa clase dirigente que quería consolidar un proyecto de país para Argentina, que tiene que ver con parte de los ideales de Mayo, y que se consolida en la Generación del 80, pero que rechazaba lo que dijo Sarmiento en una carta a Mitre: “…no trate de economizar sangre de gauchos. Éste es un abono necesario, útil al país. La sangre es lo único que esos salvajes tienen de humanos”.

La visión de Cabezón Cámara de Hernández es muy negativa. A su estancia llega la carreta de Liz y la China, y las recibe un hombre viejo, un borrachín, que solo sabe hablar de cómo habría que hacer para transformar ese mundo bárbaro y primitivo en algo civilizado y progresista.

Esa etapa del viaje es terrible y brutal, y las mujeres huyen llevándose lo que necesitan para desarrollar el proyecto que buscan, aunque no lo supieran todavía, y que se manifiesta al final.

Poco se salva de ese mundo pampeano de los gauchos: China es una luz de esperanza, que busca y ve otras cosas, sobre todo en la naturaleza, en esa pampa dura, inclemente, pero llena de vida.

EL PAISAJE EN LA NOVELA

No es común encontrar en la narrativa descripciones como las de la novela: no son breves, pero son como meterse en la tierra, en las plantas, en los animales, en el cielo y las nubes, y describir desde ahí la esencialidad de la naturaleza, que es femenina, como Liz y la China.

Así llegan a las tolderías, y se instalan con los indios asimilándose a su vida dura, pero bella en la narración de autora, un mundo lleno de color, luminoso y radiante, con hombres y mujeres que viven en libertad, donde se aman libremente sin las limitaciones del mundo patriarcal que la autora denuncia.

Es un paraíso –distinto de lo que conocemos en otras narraciones que describen las tolderías y la vida que se desarrollaba allí, como Una excursión a los indios ranqueles de Lucio V. Mansilla o La guerra al malón del Comandante Prado.

El tema de indio en la literatura argentina de esa época merece algunas aclaraciones: en la literatura romántica aparece, como modelo, en Atala de Chateaubriand (1801). Allí se lo presenta como el buen salvaje, que recoge la creencia de que los seres humanos, en su estado natural, son desinteresados, pacíficos y tranquilos, y que males como la codicia, la ansiedad y la violencia son producto de la civilización, como planteó Rosseau.

Sin embargo, los románticos argentinos no consideran así a los indios. Recordemos La cautiva de Esteban Echeverría (1837). Nuestros escritores de esa época son antes que escritores, hombres de la política (Wilde, Sarmiento, Hernández y otros) que tenían como modelo cultural a Francia, y económico a Inglaterra. Por lo tanto, los indios no eran seres irreales, eran quienes habitaban las pampas, y significaban un obstáculo para su proyecto agroexportador.

Por eso, Hernández, aunque defiende al gaucho, descalifica al indio, mostrándolo como un ser violento y brutal.

Cabezón Cámara ataca esta visión en la novela presentando al indio como un ser ideal, utópico. Ya estamos en la tercera y última parte de la novela: Tierra adentro, donde el viaje termina en el Paraná, en el agua, donde todo se mueve y cambia, sin fronteras geográficas, ni de género, ni de especie (“la risa se nos salía de los pulmones a todos los animales de la carreta”), ni de lengua.

En toda la novela aparecen mezcladas frases en castellano y en otras lenguas. Primero, el inglés de Liz, después, el mapuche. En la última etapa, los viajeros son los Iñchiñ, pronombre en mapuche que significa nosotros dos, una manera de llamar a un pueblo nuevo, fantasma, inasible, que puede estar en cualquier parte, que va estar con total seguridad, pero al que veremos si ellos lo quieren. También en esta última etapa será el guaraní la lengua que exprese la esencialidad y la belleza de ese mundo nuevo: Yvyra son los árboles o el bosque; Fierro es Kurusú Fierro, su nombre de mujer por Cruz, el amor perdido; ysyry es el río, el Paraná que es el ámbito final y perfecto al que llegaron después de la pampa. Es el Paraná y sus afluentes, y la naturaleza elemental pampeana se transformará en la riqueza de la vida en las islas y sus canales y habitantes: es una naturaleza que explota como la China y el grupo de los migrantes.

Esta transformación de Fierro se narra en una reversión de las coplas del Martín Fierro, no solo en lo estilístico: la estrofa hernandiana tenía seis versos de rima abbccb, o sea el primer verso libre; el Fierro de Cabezón Cámara también escribe versos, pero ya el primer verso no es libre, pero hay cambios más profundos. Dice Fierro:

Cuando llegamos acá

Nos fabricamos un toldo,

Como lo hacen tantos otros,

Con unos cueros de potro,

Con su sala y su cocina

Fuimos felices con Cruz.

En estos aspectos la autora plantea la sexualidad de una manera totalmente distinta de la tradicional, no solo del siglo XIX, sino de hoy.

Son varias escenas de erotismo y sexo explícito en la novela: la primera, entre Liz y la China, es de una fuerza y belleza difíciles de describir.

Hay que leer la novela, ya lo digo.

Hemos hablado del viaje, y ese viaje es hacia la libertad, completa, sin matrices patriarcales, lo que incluye, claro, al sexo.

Las aventuras de la China Iron cuestiona y reformula no sólo la historia del poema gauchesco de Hernández, sino también los modos de escritura propios del siglo XIX, con una mirada femenina, una nueva sensibilidad que vive la alteridad no como amenaza sino como exploración, como posibilidad de aprendizaje de una perspectiva nueva, de encuentro.

El jurado del Booker Prize lo definió con precisión: “Maravillosa reelaboración feminista y queer de un mito fundacional americano (…) con un lenguaje y una perspectiva tan frescos que cambian 180 grados la idea de lo que una nueva nación americana podría ser.”

Queer es un término tomado del inglés que se define como «extraño» o «poco usual». Se relaciona con una identidad sexual o de género que no corresponde a las ideas establecidas de sexualidad y género. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en el documento publicado en noviembre de 2015, afirma que existen diferentes aproximaciones al término queer como categoría identitaria. Por un lado, es utilizado como “término paraguas” por la gama de orientaciones sexuales e identidades que van mucho más allá de “LGBT”. Asimismo, el concepto “género queer” es un término general para las personas cuya identidad de género no está incluida o trasciende la dicotomía hombre/mujer.

En la actualidad describe una corriente de pensamiento y una actitud vital que alienta a actuar con libertad de género, afectos y sexualidades.

En este punto de una demasiado larga entrada, debo confesar que he sido preso de mi propia metáfora: la del cofre. Nunca termino de sacar cosas, como Liz, y queda mucho más, como para escribir un ensayo no breve.

¿QUÉ QUEDA?

Por ejemplo, la figura de la cautiva que forma parte del mundo de Gabriela Cabezón Cámara, escritora que, hasta ahora, ha releído ese mito fundacional de la literatura argentina desde dos perspectivas. En Beya (2011) escribió sobre la violencia de los cuerpos. Ahora, en el clásico viaje del héroe, la protagonista atraviesa un doloroso camino hasta lograr su liberación.

Pero, me detendré acá, incluso he escrito demasiado para el objetivo inicial de colaborar con la lectura de la novela. Me llevó puesto esta novela bella y distinta, y mi viejo amor por el tema del gaucho.

De todos modos, sin ninguna duda, léanla, es un punto de inflexión en la vida de un lector/a.

HAY QUE COMPRENDER QUÉ SON LOS MILLENNIALS Y SU IMPORTANCIA PARA ARGENTINA

HAY QUE COMPRENDER QUÉ SON LOS MILLENNIALS Y SU IMPORTANCIA PARA ARGENTINA

La idea de escribir sobre este tema me vino después de una charla con una persona que me atiende de mis problemas de artrosis.

Hablando de las elecciones que habían tenido lugar hacía poco, este muchacho me señaló, con mucha vehemencia, sus críticas a un sistema político y económico que ya no tenía vigencia y que debía ser cambiado, acusando a nuestras generaciones de no darnos cuenta de esa caducidad.

Empecé a pensar en cuanto tenía que ver con este planteo su edad y la generación a la que pertenecía. Ya se me había planteado este tema de lo generacional a la luz de noticias o conversaciones en las que manifestaban actitudes semejantes a la que describo, por lo que decidí conocer algo más sobre el tema.

Esta persona tiene 37 años, o sea que nació después de 1980. Por lo tanto, pertenece a los “Millennials” o generación Y, que son los nacidos entre 1981 y 1996, aunque hay algunas opiniones diversas; en general, se consideran a los primeros años de la década de 1980 como los años de inicio y a los de finales de la década de 1990 y principios de la del 2000 como los años de finalización de la Generación.

Podemos intentar una breve descripción, con algunos elementos predominantes sobre los que hay consenso: son una generación digital, hiperconectada y con altos valores sociales y éticos. Algunos son “hípsters” y otros son más del lado “mainstream”. Pueden abrazar nuevos valores y también ser fans de lo “vintage” y lo “retro”. Se estima que son un 23 o 24% de la población, son el público que se resiste a las empresas, reta al sector bancario para que los conquiste, son creadores de contenido e influyentes entre su público.

Intentaré una breve cronología generacional, usando datos de Wikipedia.

Empezaré con la generación silenciosa, que se refiere a las personas nacidas entre 1928 y 1945. Aclaro que estos estudios se basan en gran manera en EEUU y Europa, y desde allí se amplían los análisis, pero me sirven para la ubicación de las cohortes.

La siguiente es la de los baby boomers (que me incluye), que se refiere generalmente a las personas nacidas entre 1946 y 1964, durante la explosión de natalidad posterior a la Segunda Guerra Mundial, y de ahí su nombre.

La generación X (gen X para abreviar) es la que precede a los milénicos. Se la suele utilizar para los nacidos entre 1965 y 1981. También se la llama Generación MTV.

Después de los Millennials aparece la Generación Z, o sea los Centennials. Entre la mitad de la década de 1990 y mediados de la década de 2000 está su nacimiento, y hay poco consenso sobre su terminación. Se estima que el 23,7 % de la población mundial pertenece a esta cohorte.

Finalmente, tenemos a la Generación Alfa, llamada así por ser la primera que nace completamente en el siglo XXI, la que abarca desde los primeros años de la década de 2010 hasta algún momento de la década actual, según ciertas estimaciones.

A nivel global, la generación del Milenio es una cohorte más amplia que las anteriores. Concretamente, se estima que representan cerca del 24,0% de la población mundial, un tamaño muy superior al de las generaciones X (19,5%) y a la del baby boom (17,0%).

En una estimación rápida, podemos afirmar que Millennials y Centennials representan hoy más del 55% de la población del planeta y que en el 2025 controlarán el 47% de sus fondos. Por lo tanto, creo importante tratar de entenderlas porque es evidente que hay cosas en ellas que las diferencian bastante radicalmente de las anteriores.

Ambas generaciones deberán enfrentar: tasas de desempleo sin precedentes; inestabilidad geopolítica acrecentada por el terrorismo y el auge de los nacionalismos; brecha, fractura y desigualdad social; recesión económica y los efectos de las tecnologías en los antiguos sistemas económicos y de producción y el auge de lo volátil, incierto, complejo y ambiguo.

¿CON QUÉ CUENTAN?

NO ES POCO

El impacto de la tecnología ha generado en ellos nuevas formas de entender la vida. Ahora se comparte todo en internet. La diferencia es que los millenials son inmigrantes digitales. Son los que nacieron en una época analógica (o muy incipientemente informatizada) y emigraron al mundo digital, ahora cotidiano; en cambio, los centennials son nativos digitales, es decir, nacieron en la era de la tecnología y crecieron con ella.

Los millennials y los centennials han llegado para darle un giro al sector educativo: los modelos actuales no se ajustan a sus demandas ni están articulados con lo que las empresas les exigen.

Las nuevas tecnologías y la globalización de los procesos han democratizado el acceso al aprendizaje y ahora cualquiera puede formarse a través de una pantalla. La oferta educativa se amplió y cualquier persona puede especializarse desde su casa.

Tienen un compromiso mucho más férreo con los problemas sociales, medioambientales, políticos y económicos.

¿HAY DIFERENCIAS ENTRE LAS DOS GENERACIONES?

ALGUNAS

Los millennials todavía toleran los modelos empresariales jerárquicos. Están impulsando un cambio de paradigma sin precedentes en el mundo laboral: son estos jóvenes los que exigen a las compañías que se amolden a sus necesidades. El problema es que cuando ingresan en el trabajo de sus sueños “no son felices”.

No dejan la vida en el trabajo, no son “workaholic” (quizás observaron que sus padres sí lo fueron, y lo hacen distinto).

Son emprendedores y creativos, intentan vivir de lo que aman hacer. Son idealistas.

Muy adaptados a la tecnología. La vida virtual es una extensión de la vida real. Sin embargo, conservan algunos códigos de privacidad en relación a lo que exponen o no en Internet (a diferencia de los Centennials, que comparten todo).

Los Centennialls son más impacientes, más competitivos y tecnológicos que sus antecesores y buscan que la formación que reciben tenga utilidad real en su futuro laboral, de cara al contexto de globalización en el que se desarrollan.

Se espera que impulsen los sistemas de economía colaborativa y rompan con la estructura piramidal al interior de las empresas.

Aman viajar, conocer el mundo, y subir las fotos a las redes sociales.

Permanecen en sus trabajos un promedio de dos años, a diferencia de la Generación X y los Baby Boomers (más estables). Es por eso que las empresas enloquecen armando políticas de “fidelización”.

Autodidactas (aprenden por tutoriales), creativos (incorporan rápido nuevos conocimientos y relacionan bien) y sobreinformados (alta propensión al consumo de información y entretenimiento).

Les preocupa encontrar una vocación acorde a sus gustos, conocerse a sí mismos y aceptar las diferencias, en un mundo cada vez más globalizado.

¿DEBILIDADES?

LAS TIENEN

La generación Y tiene poca autoestima y necesita el reconocimiento que les brinda un like en las redes sociales. Es la generación más propensa al suicidio. Los centennials son más realistas porque tienen mayor capacidad y rapidez en el análisis de datos, aunque siguen recurriendo a internet para buscar la aceptación del resto y no se despegan de su smartphone.

A los Millennials la revista Time los catalogó en 2014 como la generación del yo-yo-yo, y es la más propensa a la frustración.

Es cierto que, más allá de que la duración de las cohortes demográficas sea de más o menos veinte años, la cantidad y calidad de las cosas que suceden en ese intervalo se ha modificado en gran manera en los últimos cincuenta años.

Por lo tanto, si bien podemos observar continuidades y semejanzas entre estas generaciones –y, claro, con la Alfa-, la brecha con las anteriores es amplia, y cualitativamente profunda.

He tratado de hacer un paneo de las cohortes que, de alguna manera, conviven en el mundo contemporáneo. Normalmente, sigo la metodología que aprendí como estudiante y ensayista, con citas detalladas y rigurosidad académica, pero se me hizo dificultoso en este tema con fuentes de diversos tipos, así que solo voy a citar un trabajo en PDF que me pareció claro y útil. Se trata de “LOS MILLENNIALS Y CENTENNIALS: DESAFIOS PARA LA EDUCACIÓN” de la CONFEDERACIÓN INTERNACIONAL DE EDUCACIÓN CATÓLICA (CIEC). También he consultado Wikipedia y la BBC, entre otras fuentes.

Ahora voy a tratar de sintetizar, para terminar la entrada, algunas opiniones nacidas de mi visión y experiencia personal.

Estas generaciones, nacidas y desarrolladas con la vertiginosidad del mundo contemporáneo, no terminan de entender que la humanidad tiene una historia mucho más larga.

De muchas maneras seguimos siendo cazadores y recolectores, o sea, el sistema de sustento del Paleolítico y Mesolítico, practicado aún por algunos pueblos. La caza y recolección fue la primera adaptación de la humanidad que se llevó a cabo con éxito, ocupando al menos el 90% de la historia de la humanidad. La especie humana, desde su existencia hace 300.000 años hasta hace diez mil años, sobrevivió de esta manera, y es lo que nuestro inconsciente guarda, por eso, seguimos manteniendo las formas de vida que nos aseguran la supervivencia: luchar o huir, reproducirnos, alimentarnos, hacer reserva de lo que nos permite vivir.

Más allá de que manejamos tecnología impensada hace no tantos años, la sociedad no es tan distinta como ellos creen, y necesitamos que entiendan esto, que no caigan en la soberbia, porque en gran manera, su éxito generacional y el de todos/as los/las que seguimos habitando el planeta depende de un esfuerzo conjunto –de ellos/as y nuestro- porque la misma existencia de la especie está en real peligro, y no lejano.

Es real que a las cohortes anteriores nos cuesta entender y valorar algunas cosas para ellos evidentes, pero estamos en el mismo barco, y no creo posible salir de las situaciones que nos amenazan sin una comprensión y labor conjunta de lo que sucede y las soluciones posibles.

No solo estamos hablando de participación simbólica, sino efectiva, porque tenemos conocimientos y criterios válidos para el mundo actual. Muchos/as de los baby boomers estamos en actividad y nuestra experiencia es necesaria y tan valiosa como las de los millennials y centennials.

Un tema central es que parte de los problemas actuales tiene que ver con los poderes económicos concentrados, junto con los Gobiernos cooptados por ese proyecto injusto que sumerge en pobreza a una enorme parte de la sociedad y que destruye el medio ambiente, mientras desarrolla proyectos de turismo espacial.

No olvidemos que dentro de estos poderes están los medios de comunicación que ayudan a instalar la Matrix que acepta como verdad un importante sector de nuestra clase media urbana y que permite instalar Gobiernos que no tienen en cuenta los intereses de la sociedad, sino los de esos sectores de poder concentrados.

Cambiar esto supone una valoración de la política como único modo válido para transformar la sociedad y una acabada comprensión de sus problemas. El macrismo, en el marco de estrategias globales de los poderes de que hablo arriba, trabajó fuertemente en la descalificación de la política.

Esa estrategia funcionó: muchísima gente afirma que no les interesa la política, que es sucia, sin percibir que lo que existen son políticos ineficaces y/o corruptos, y que, al pensar así, deja abierto el camino para que esas corporaciones concentradas manejen la política en función de sus intereses con la colaboración de Gobiernos amigos o socios.

Conclusión: frente a la difícil situación que vive Argentina, el aporte de estas generaciones es muy importante porque incorporan una vocación de transparencia, idoneidad y honestidad que necesitamos imperiosamente, pero en el marco de la integración de todos los sectores que podamos aportar en ese proceso.

Alguna vez tenemos que romper la secuencia de crisis cíclicas que nos llevan a fracasos sucesivos. Hay otra oportunidad a pesar de todo, pero supeditada al encuentro e integración generosos de la mayoría de los sectores que puedan aportar a ese proceso.

CARTA ABIERTA A LOS QUE VOTARON AL FdT EN EL 2019

CARTA ABIERTA A LOS QUE VOTARON AL FdT EN EL 2019

Quiero hacer una reflexión preelectoral, dirigida a quienes votaron al FdT en el 2019.

El macrismo quiere que sintamos que la de mañana es una elección ejecutiva, y ha incrementado hasta el absurdo la estrategia de desprestigio del FdT. Desde el Gobernador queriéndonos asustar con que los mapuches van a invadir la Arístides (cuando lo leí no podía creerlo, tuve vergüenza ajena); Manes (siempre lo consideré una mentira, ahora, además, que es un mal tipo) abrazando a familiares del quiosquero muerto en adelante, hay una larga lista de aportes a lo que siempre fue su estrategia de bandera: que la gente odie al peronismo (les ha funcionado bien, fue un buen aporte de Durán Barba).

Creo que, más allá de los errores -que se están tratando de corregir- este Gobierno es mejor, bastante mejor -teniendo en cuenta que el de Macri fue el peor que conocí- que el anterior.

El título de abajo sobre Europa, que podría ser el de cualquiera de nuestras recurrentes crisis, me ayuda a plantear lo que quiero decirles a los que eligieron al peronismo para salir de la crisis que dejó el macrismo.

https://www.eleconomista.es/economia/noticias/11444669/10/21/El-panico-a-un-posible-desabastecimiento-agrava-el-colapso-de-los-puertos-y-las-cadenas-de-suministro.html

EEUU ha tenido el 6,8% de inflación anual, una cifra que no tenía desde 1992, y no podemos aislar a Argentina de esta crisis global a la que nos llevado la pandemia, que no ha terminado ni mucho menos, por lo que tenemos que esperar dificultades importantes en lo económico.

La macro economía está creciendo, y el empleo también, pero no es mi intención defender al Gobierno de esa manera, sino tratando de que la gente vea que, si votó al FdT en el 2019, su voto vale y que sería mejor que lo defienda porque se intenta ir en una dirección necesaria: la de los intereses de la mayoría.

Lo hecho en la pandemia es un buen ejemplo: estamos saliendo de una situación terrible, seguimos vacunando (soy mayor de 70, y pronto podré acceder a una tercera dosis), mientras muchos países no han resuelto el problema, como Alemania.

El problema, si el FdT pierde la elección, es que va a crecer una oposición que no ha hecho nada constructivo en ese papel, como tampoco lo hizo cuando fue Gobierno: por algo no los votaste.

Si gana algún legislador, lo va usar para perjudicar al Gobierno, aunque el costo sea la infelicidad de la gente.

Al Gobierno le quedan dos años de gestión, y creo que serán positivos, a pesar del panorama negro que se visualiza en el mundo. En el 2023 será el momento de evaluar y volver a elegir, esta no es la elección para eso.

Tampoco las opciones electorales justifican una vuelta atrás: la izquierda hace lo de siempre: denunciar y hablar como si tuvieran la verdad absoluta, y después, ser funcionales al anti peronismo; el Partido Verde, una opción interesante y útil en función de la situación crítica del tema ambiental, publica un spot con Vadillo usando un aerosol verde para echarle al kirchnerismo (nunca hablan de peronismo para descalificar más), (¿es todo lo que pueden ofrecer?) ; Milei (no conozco a los candidatos libertarios de otros lugares) es un esperpento incalificable.

De todos modos, Milei va a cerrar con Macri para ser parte una fórmula del 2023, así que no es una opción real: es una versión peor de lo mismo, aunque eso parezca difícil.

No olvidemos que Argentina en el 2019 logró algo muy difícil y valorado por las mentes progresistas de muchas partes: desplazar en su reelección a un Gobierno neoliberal por vías democráticas, aunque tuviera todo el apoyo de los poderes económicos concentrados con todo su aparato mediático, tanto nacionales como extranjeros.

El mismo Macri acaba de reconocer que el FMI (un hecho ilegal) le prestó plata –que pagaremos todos- para que ganara su reelección (https://www.pagina12.com.ar/381231-mauricio-macri-sigue-con-sus-confesiones-sobre-la-plata-del-).

No olvidemos todo esto, y, si votaste al FdT, mantené tu voto, para que haga lo que querías que hicieras en los próximos años.

EXIGÍSELO, ES UNA POSIBILIDAD REAL.

NOVELAS DE TERROR: ¿QUÉ ES EL MAL HOY? TODOS LOS DEMONIOS ESTÁN AQUÍ DE MARCELO FIGUERAS POR ADOLFO ARIZA.

NOVELAS DE TERROR: ¿QUÉ ES EL MAL HOY? TODOS LOS DEMONIOS ESTÁN AQUÍ DE MARCELO FIGUERAS POR ADOLFO ARIZA.

Es una novela de terror. Tengo poca experiencia en este subgénero de la novela, y aquí debo hacer una digresión personal:

Cuando era niño, -tal vez diez años- escuchaba todas las tardes, por radio, una novela de Tarzán, el Rey de la selva, mientras tomaba el café con leche. En mi casa de Las Heras, teníamos una radio bien grande, de madera, sobre la heladera, frente a la mesa de la cocina. Un día, empezó un capítulo que tenía que ver con algunos seres sobrenaturales de los que recuerdo sus quejidos fantasmales. Me asusté mucho, apagué la radio y no volví a escuchar la novela de Tarzán.

Supongo que por eso –yo, un lector total, ya entonces- no leí casi nunca novelas de terror, salvo una ojeada a Frankestein. Evité el género, incluso, y más, en el cine.

Casualmente, si existiera la casualidad, dentro de las lecturas elegidas para este blog, leí y comenté

DISTANCIA DE RESCATE DE SAMANTA SCHWEBLIN (https://www.miradasdesdemendoza.com.ar/2020/08/29/distancia-de-rescate-de-samanta-schweblin-por-adolfo-ariza/)

y

ÉSTE ES EL MAR DE MARIANA ENRÍQUEZ (https://www.miradasdesdemendoza.com.ar/2021/03/22/este-es-el-mar-de-mariana-enriquez-por-adolfo-ariza/)

Ahora, después terminar de leer la novela de Figueras, encontré una entrevista suya en Página 12 (https://www.pagina12.com.ar/371822-marcelo-figueras-publica-todos-los-demonios-estan-aqui), en la que dice:

“-El peso del género de terror en la literatura argentina contemporánea es cada vez más evidente. Lo atribuyo a que vamos cayendo en la cuenta de que pocos géneros se prestan mejor a contar la experiencia vivida en este país durante el último medio siglo. Con la excepción de un par de interregnos, estuvimos casi todo el tiempo inmersos en una de terror. Es lo que ya vienen haciendo desde algún tiempo autoras como Samanta Schweblin y Mariana Enríquez: abrirnos los ojos para que entendamos que nuestra sociedad no conoce nada parecido a lo que podríamos llamar “normalidad”. Nuestra norma, en todo caso, es la crueldad de los más poderosos y lo siniestro que se oculta detrás de lo mundano.”

Fue un relámpago en mi cabeza: vislumbrar una propuesta distinta para las novelas de terror, no tanto en lo histórico, sino en lo contemporáneo y argentino, aquí y ahora.

Esta, su octava novela, se desarrolla en un escenario de terror también: Buenos Aires de finales de 2001, en las once semanas terribles que antecedieron al estallido del 19 y 20 de diciembre, todavía vívidos en la memoria de los argentinos/as.

Volveremos sobre esto, después de hacer algunos comentarios sobre lo que son las novelas de terror.

Si intentáramos definir el subgénero por el propósito –teniendo en cuenta de que hay muchas alternativas y mezclas que impiden definiciones rigurosas-, podríamos decir que explora situaciones terroríficas que despiertan en el lector temores ocultos. Esas situaciones pueden ser naturales o sobrenaturales.

Hay que diferenciar entre horror y terror literario.

El terror es el sentimiento de temor que tiene lugar antes de que pasen las cosas. La lectura produce en nosotros ideas y especulaciones sin que aparezca algo terrible que lo justifique. En cambio, el horror es el sentimiento que nos invade después de que suceden los hechos, en los que algo o alguien –un monstruo o criatura- se sale de las reglas del mundo que la rodea.

Ambos coexisten, o pueden coexistir, en las novelas de terror, y se puede considerar el horror y el terror como niveles. Stephen King –al que sigue Figueras después de leer, cuando niño, Salem’s Lot (La hora del vampiro), su segunda novela- añade un tercer nivel, aún más terrible para el lector: la repulsión. Aquí aparecen cuerpos destrozados, asesinos demenciales y feroces, sangre y líquidos y olores repugnantes.

¿QUÉ ELEMENTOS CARACTERIZAN A ESTAS NOVELAS?

  • Deben cultivar el miedo, poniéndonos enfrente de hechos inquietantes, que despierten nuestros propios temores.
  • Tienen que crear y mantener atmósferas que nos hagan sentir permanentemente que algo terrible u horrible está por pasar.
  • Muchas veces incluyen elementos o presencias sobrenaturales, como vampiros, brujas, fantasmas, zombies y extraterrestres.

¿SE DAN ELEMENTOS COMO ESTOS EN LAS NOVELAS QUE HE MENCIONADO?

En Enríquez, por ejemplo, están las musas y el supra y el inframundo; en Schweblin, el curanderismo rural y la transmigración de almas, pero en Todos los demonios están aquí es donde se da un mundo de terror más complejo y profundo, lleno de acotaciones teológicas y filosóficas.

La obra se desarrolla, además de en ese Buenos Aires en explosión, en una isla del Tigre, una especie de sucursal del infierno –eso lo vamos descubriendo junto con el protagonista-narrador de la novela (Tomás Pons)- hasta quedar inmersos en un mundo sobrenatural y horroroso.

Como es una novela de avance policial, en la que no sabemos cuál será el desenlace, diré muy poco sobre lo que sucede en la narración, pero sí les aseguro que el terror y el horror nos van rodeando mientras leemos hasta formar un nube algodonosa y pegajosa.

En esa isla, en una mansión antigua, funciona un instituto neurosiquiátrico en el que entra a trabajar el psiquiatra Tomás Pons, que va a ir descubriendo que no es una institución común, sino todo lo contrario, en la que él y toda su historia familiar se van a ver involucrados.

Un aspecto central de la novela, que es su eje, y el verdadero monstruo, es el Mal. Según la ideología de los que crearon esa institución neurosiquiátrica, dentro de una concepción tomista, es la Privatio boni, la ausencia del bien (“La ausencia del bien, también conocida como teoría de la privación del mal, es una doctrina teológica y filosófica en la que el mal, a diferencia del bien, es insustancial, por lo que pensar en él como una entidad es engañoso. En cambio, el mal es más bien la ausencia o la falta de bien” (Wikipedia (inglés)).

Figueras no piensa así, cree que hay malos concretos –de antes, como Hitler o Stalin, o contemporáneos como Videla o los que condenan a la gente al sufrimiento como Cavallo o las fuerzas represoras, en ese 2001 de la novela. Esos malos –tantos son- tienen que ir al infierno.

¿Dónde está el infierno?

Copio una de las citas en el comienzo de la segunda parte: El infierno está vacío y todos los demonios están aquí Wililiam Shakespeare.

Por supuesto, si hablamos del infierno, es difícil eludir La Divina Comedia de Dante Alighieri. En uno de los arcos de la mansión neurosiquiátrica, se puede leer:

Lasciate ogni speranza, voi ch’intrate (CIII, 9) (La divina comedia) (Dejen toda esperanza, los que entren)

Sin embargo, el Mal y el infierno están en muchos lugares, además del neurosiquiátrico del Tigre, que tiene un valor metafórico.

Están en las calles de Buenos Aires, en la crisis del 2001, y también en mucha gente, que son como nosotros.

Dice Figueras en la entrevista:

“… me parece que es uno de los motores del libro, es eso de qué es el mal en el mundo contemporáneo. Nosotros fuimos educados en una idea muy definida del mal, que tenía que ver con los pecados y las jerarquías de réferis espirituales, que en general eran los curas y la autoridad eclesial, que te decían si te ibas a salvar o no. El tiempo ha pasado, hemos crecido, … y también está la sensación de que el infierno es una fantasía más, como cualquier otra. Ya no pensamos en términos del mal como una fuerza actual. De ahí que me gustara pensar en qué siento que puede ser el mal en este mundo. De ahí que pensé en la indiferencia”.

Habla también de que no podemos salvarnos solos. “… Porque si se empieza a pudrir mal va a ser muy difícil que alguien se salve, incluyendo a Elon Musk,”

En Distancia de rescate también aparece el Mal que afecta a la sociedad. Dije en mi blog: “podríamos arriesgar que se trata de una de las primeras novelas argentinas en ocuparse del campo como escenario en el siglo XXI, de la transformación de ese espacio verde y bucólico de los siglos XIX y XX en pesadilla agrotóxica, y no sería tan errado”

Y sobre Este el mar, escribí: “Enríquez ve, como derivación de esa crítica social, a la ciudad también como una catedral de cemento y horrores. Decía en’Marea nocturna’ que su relación con el terror es un perfecto reflejo de la vida anónima e insensible en las ciudades: éstas y su ritmo acelerado te obligan a dejar que lo terrible, aunque suceda a nuestro alrededor, siga su curso. Y de ese modo te distancias del otro, del diferente.”

Figueras terminó de escribir la novela durante la pandemia.

“Pocas cosas más propias del género de terror que una epidemia descontrolada –dice Figueras-. Hay cantidad de narrativas con ese tema, como el Diario del año de la peste de Daniel Defoe, o “La máscara de la muerte roja” de Edgar Allan Poe, que es uno de mis cuentos favoritos y perfectamente podría referir a la Argentina de los últimos cincuenta años, con ese grupo de ricos que se encierra en un palacio lleno de vituallas y piensan que por eso la peste se va a detener del lado de afuera de la muralla, mientras los pobres mueren y ellos danzan y beben y comen pantagruélicamente. Este contexto de terrorífica incertidumbre me parece que fue una buena caja de resonancia para trabajar esta novela”.

O sea que las “situaciones terroríficas que despiertan en el lector temores ocultos” son aprovechadas para montar sobre ellas hechos –no menos terroríficos- pero que son lo negativo y terrible de la realidad cotidiana.

Esta vuelta de tuerca me parece muy interesante porque esos aspectos quedan realzados de una manera distinta, y llegan a nosotros con un impacto que, de otra manera, no lo tendrían y hasta quizás permanecerían ignorados.

Cuando Tomás, el protagonista narrador, y dos miembros del geriátrico -Instituto Jenseits (Más allá, en alemán)- corren por los túneles del subterráneo en el centro de Buenos Aires debajo de donde se desarrollan los tumultos populares con gases, caballos, tiros, barricadas en llamas, muertos y heridos, sentimos que estamos de verdad en el infierno que se desató en Argentina en el 2001.

Es más que una metáfora, es la realidad misma que, con el terror se nos mete debajo de la piel, y ya no podremos olvidarlo jamás.

Me ha parecido que esto es lo más relevante de esta novela que recomiendo fuertemente leer, aunque no te guste el género de terror. Es una experiencia fuerte, y vale la pena.

No he querido comentar otros aspectos importantes de la novela: el manejo del suspenso, la creación de personajes que, aunque extraños, tienen una realidad a veces espeluznante, las descripciones del paisaje (Buenos Aires, el Tigre) que ambientan perfectamente el terror de la acción, etc. Lo he evitado porque ya se ha estirado mucho la longitud de la entrada, y porque voy a apostar a que lean la obra.

Es una obra culta, llena de referencias a películas, a la Historia, a filósofos, a pintores. Más de una vez tuve que googlear temas, como lo de la Privatio boni, que menciono arriba, pero no se pierde el interés por la narración, al contrario, gana en profundidad y sentido.

TODAVÍA EN ARGENTINA NO HEMOS SALIDO DEL INFIERNO: LOS POBRES SIGUEN ESTANDO AHÍ, Y LOS RICOS –QUE DANTE PONDRÍA EN ALGÚN CÍRCULO HORRENDO, JUNTO CON LOS OTROS RESPONSABLES DE NUESTROS PESARES- TAMBIÉN.

QUE LA LECTURA NOS AYUDE A BUSCAR SALIDAS PARA NUESTRA PATRIA Y EL MUNDO, PORQUE EL PARÁISO TAMBIÉN EXISTE.

EL MUNDO NOS NECESITA PARA SEGUIR SIENDO VIABLE: INVOLUCRÉMONOS.

EL MUNDO NOS NECESITA PARA SEGUIR SIENDO VIABLE: INVOLUCRÉMONOS.

Había separado esta entrevista de abajo a Jun Fujita Hirose porque, aunque compleja, tiene elementos muy interesantes para este momento de Argentina, y la recupero ahora para plantear alternativas que nos permitan como miembros de la sociedad ser agentes de los cambios que inexorablemente deben darse para asegurar la sobrevivencia de la especie.

Entrevista al filósofo y crítico de cine japonés

Jun Fujita Hirose: “El capitalismo está en una etapa de destrucción creativa”

https://www.pagina12.com.ar/367518-jun-fujita-hirose-el-capitalismo-esta-en-una-etapa-de-destru?utm_source=FB&fbclid=IwAR09CKR3A3qnUmY0eRMlmuAIAnHI0xSJKWR_3SMQ0mIbMDNuPKPDsjV2Ag8

Para Hirose, “en medio de la crisis generada por el coronavirus, el capitalismo se encuentra en una etapa “agónica” y de “destrucción creativa”.”

Dice la entrevista: “En otras palabras: el nuevo coronavirus es el “virus de destrucción creativa” con que se opera la “transición hegemónica” de Estados Unidos a China; el “estallido definitivo de un régimen de acumulación de capital que estaba en crisis permanente desde hace 50 años”.

“Cuando observás lo que está pasando en el mundo te das cuenta de que tenés que estar del lado chino para seguir tu crecimiento. Cuatro, cinco meses después del comienzo de la pandemia, Estados Unidos, Brasil, Japón acabaron por aceptar la existencia del fenómeno. Hay una formación de consensos de todas las economías del mundo”.

En este contexto que define Hirose, se observan algunos hechos diferenciales de etapas anteriores:

“A su vez, en el momento actual se están formando “dos grandes máquinas de guerra en paralelo” y en su alianza el autor encuentra un potencial revolucionario: se trata de “lxs trabajadorxs metropolitanxs abandonadxs por los viejos capitales en destrucción y los pueblos minoritarios en lucha para defender sus territorios contra las explotaciones neoextractivistas organizadas por los nuevos capitales en transformación”. “

Lo novedoso también, dentro de la problemática indicada antes, es que Hirose continúa analizando el tema desde la situación latinoamericana. Concretamente, se fija en Chile.

“Desde la aparición del zapatismo en 1994 hasta el actual proceso constituyente chileno no cesan de multiplicarse experiencias políticas verdaderamente innovadoras en América latina”, sugiere. Hace 20 años que en su país se encarga de “presentar nuevas prácticas y teorías latinoamericanas, dado que hay muy poca gente que lo haga”. Junto al colectivo Situaciones publicó el único libro en japonés sobre el desarrollo de “los nuevos movimientos en Argentina en la primera mitad de los años 2000”; y es el autor del primer texto en japonés sobre Ni Una Menos. Aprendió español en París, cuando vivía en una residencia universitaria junto a estudiantes mexicanos.

“Lxs trabajadorxs metropolitanxs devienen-revolucionarios cuando entran en alianza con los pueblos minoritarios, dado que la formación de los nuevos capitales corresponde perfectamente al interés de clase de lxs primerxs, por cuanto les crea nuevos empleos…”

En este planteo del tema del devenir revolucionario, aparece otro sector cuyo desarrollo consideré, desde antes de leer a Hirose, el fenómeno más transformador de esta última etapa de la humanidad: el feminismo.

“-Por un lado, desde mediados de los años 2010, el feminismo constituye el movimiento social y político más potente en el ámbito metropolitano en muchas partes del mundo y en América latina en particular. Por otro lado, las mujeres indígenas y afrodescendientes latinoamericanas luchan contra el colonialismo neoextractivista bajo el lema: “¡No se puede descolonizar sin despatriarcalizar!”. En Chile, lxs metropolitanxs devienen-mujer al aire de Lastesis, al mismo tiempo lo devienen los pueblos indígenas. A través del devenir-mujer lxs metropolitanxs se componen con los pueblos indígenas en un gran movimiento destituyente y constituyente. En Mil mesetas Deleuze y Guattari dicen que “todos los devenires comienzan o pasan por el devenir-mujer” (una forma del devenir-minoritario, en la cual los hombres se arrancan junto con las mujeres de la binaridad patriarcal de lo masculino-mayoritario y lo femenino-minoritario). Todo esto explica cómo lxs chilenxs llegaron a elegir a una mujer mapuche, Elisa Loncon, como presidenta de su asamblea constituyente.”

Siempre creímos que en América Latina estaba la clave para un mundo mejor, y en esto el feminismo está cumpliendo un papel fundamental.

Si hablamos de la necesidad de un devenir revolucionario para superar la situación a que nos ha llevado el neocapitalismo y los poderes concentrados, el feminismo es la carta brava para ese logro.

Se plantea en la entrevista:

“- ¿Cómo sería una revolución en el contexto actual?

-Si actualmente la supervivencia del capitalismo depende de la formación de nuevos capitales industriales y ésta última depende del desarrollo de explotaciones extractivistas, su pregunta se puede traducir en la de cómo impedir que se lleven a cabo los proyectos extractivistas en todas partes del mundo. Esos proyectos no se realizan cuando rechazamos todxs trabajar para ellos. ¿Cómo podemos llegar a tal rechazo generalizado? Cuando liberamos nuestro deseo de su subordinación a la lógica del interés, es decir, cuando todxs devenimos-revolucionarios. Es esa subordinación la que nos hace desear entrar o quedarnos en las relaciones salariales con el capital. En resumen, la revolución no se hace sin nuestro devenir-revolucionario.”

La tarea no es sencilla, a la luz de la realidad. En el párrafo final, Hirose plantea la salida en relación con las indispensables sostenibilidad y sustentabilidad que requiere el mundo:

“Podemos decir lo mismo en lo que respecta a la cuestión medioambiental: los acuerdos internacionales de protección ambiental pueden perfectamente coexistir con las actividades que los ponen en suspenso o ignoran, tales como las explotaciones extractivistas en el sistema capitalista. Definiendo el capitalismo como axiomática, Deleuze y Guattari lo presentan como un conjunto de problemas para los cuales no hay soluciones más que creativas. Lxs humanitarixs, por ejemplo, deben hacer un esfuerzo más, el cual consistirá en crear una solución más general que la de la universalización de los derechos humanos. Lo mismo para lxs ecologistas, que deben ir más allá de su lucha por los axiomas verdes y crear una solución más general, capaz de imponer un límite absoluto a la axiomática capitalista misma.”

O sea que lo que estamos haciendo no alcanza, es más, podría ir en contra de sus objetivos, en la medida en que lleguemos a creer que estamos realmente transformando el mundo, y, en realidad, serían ser acciones cosméticas bajo las cuales todo sigue igual, o peor –como podemos observarlo hoy.

Se me ocurren un par de reflexiones, aquí y ahora, o sea en Argentina, y América Latina.

Aunque de la muerte del Capitalismo se viene hablando hace bastante, solo tenemos en claro las consecuencias de su existencia, pero sería muy difícil anunciar cuál sería el final, ni cuándo sucedería.

Lo que sí tengo en claro es la necesidad de trabajar para que ese fin se produzca de la manera menos traumática posible, aquí retomo los que dice Hirose.

Habrá transformación real, solo “cuando todxs devenimos-revolucionarios”.

No estamos hablando en el sentido histórico de lucha armada, que conocemos y hemos vivido, sino de la comprensión de lo que nos sucede como sociedad global y local, y, a partir de allí, de la determinación de buscar, promover y defender hasta sus últimas consecuencias los acuerdos que permitan avanzar en la solución permanente y creativa de los problemas que están destruyendo la humanidad y el ambiente.

Frente a este planteo, se visualiza un problema creciente: el avance de sectores de derecha, en diferente grado, incluso fascistas y violentos.

Podría dar ejemplos, bastante cercanos, como el golpe de Añez en Bolivia, o Bolsonaro, pero, si observamos los resultados de las PASO, tenemos la posibilidad cierta de que figuras radicalizadas de derecha logren lugares en el Poder Legislativo de nuestro país.

Estos personajes conservadores, que incluso cuestionan al feminismo, que defienden la mano dura contra los movimientos sociales y como medio para combatir la delincuencia, no van a apoyar este “devenir revolucionario”, todo lo contrario.

Por lo tanto, hay que entender que es la sociedad es la que deberá generar los movimientos y acciones que necesitamos para avanzar hacia la transformación que se plantea. Deberá plantear a los/las políticos/as la necesidad de que propongan –como condición para ser votados- proyectos y medidas que permitan mejorar nuestra vida, pero eso supone no comprar candidatos de bajo nivel político. Por ejemplo, he visto una propaganda de Vadillo, un político que ha tenido actitudes interesantes, con un aerosol anti K, como elemento de atracción para que lo voten. Más allá de lo berreta que es el spot, que un candidato del Partido Verde no tenga nada mejor que proponer que hay que barrer al kirchnerismo para mejorar el país, es de una pobreza política extrema. ¿Nada mejor puede proponer el Partido Verde?

Creo que la sociedad viene votando bien: no le gustó el macrismo, y no lo votó; estaba desconforme con la situación económica que no ha mejorado, sobre todo para los más vulnerables, y no fue a votar, o votó otras opciones.

Espero que en estas elecciones sigamos así.

Hay que reconocer que es muy difícil tener elementos objetivos para sacar conclusiones válidas sobre lo que pasa en Argentina, pero hay que intentarlo. El objetivo de este blog es colaborar en que mejore la comprensión de que hablo.

Creo que nuestro “devenir revolucionario” tiene que ver con esto: entender, no dejar que no nos engañen, participar en las actividades de las organizaciones o grupos que proponen hacer cosas frente a lo que nos sirve o perjudica, incluso ser protagonistas de nuevas acciones.

Por ejemplo, no compremos la propaganda de plataformas o franquicias que son estrategias de los poderes económicos concentrados para precarizar el trabajo, como UBER o CABIFY en el campo del transporte.

Hay muchos lugares de trabajo y/o lucha, busquemos el nuestro: nos va la vida en ello.

LOS PICHICIEGOS DE FOGWILL POR ADOLFO ARIZA

LOS PICHICIEGOS DE FOGWILL POR ADOLFO ARIZA

Compré este libro en el 2014 para mi hija que lo tenía como lectura en una materia del Normal donde estudiaba Profesorado en Lengua. Hace unos días me lo trajo para leerlo y publicar una entrada en este blog.

No había leído nada de Fogwill, sociólogo, publicista y definitivamente irreverente escritor, que decía: “Creía en mí, no en la literatura””.

Esto es muy importante porque no es un escritor común:

“Y por lo general, por no decir casi siempre, el yo de Fogwill (potente, disruptivo, cáustico, fascinante, intimidatorio, encantatorio, perturbador, rotundo) es empleado como punta de avanzada de su literatura. Fogwill funcionaba como una especie de agente de su propia obra, en los múltiples sentidos de la palabra agente: el etimológico (el que la llevaba, el que la impulsaba, el que la empujaba hacia delante), el profesional (gestor editorial, negociador de contratos, difusor general, representante), el del mundo del espionaje (operar, a la vista o en sigilo, tramar y conspirar, infiltrarse)”. (https://www.infobae.com/cultura/2020/08/21/el-legado-de-fogwill-entre-el-buen-realismo-la-sensibilidad-de-las-palabras-y-la-leyenda-personal/)

Esto hace que esta novela, que transcurre en las Islas Malvinas antes del fin de la guerra, tenga particularidades que hacen que su lectura sea muy recomendable.

Es una novela importante dentro de la literatura nacional, y Fogwill, como decide presentarse con solo el apellido (como Platón, dijo) es un autor de una vasta obra de poesías, novelas y cuentos, desde un poemario, en 1979, El efecto de la realidad (empieza a escribir de grande, ya que había nacido en 1941) hasta la póstuma Estados alterados, de2021 (muere en el 2010).

“En 2010, cuando la Argentina festejaba el Bicentenario, el Centro Cultural Haroldo Conti montó la muestra “200 años 200 libros” y, entre el Facundo y El Aleph, entre El limonero real y La invención de Morel, aparecía incuestionable y altivo un ejemplar de Los Pichiciegos. Era de la primera edición, la de De la Flor, que decía “pichy-cyegos” y tenía una portada que simulaba la etiqueta del licor que tomaban los soldados en Malvinas.

La guerra nunca lo abandonó del todo a Fogwill. Volvió a ella varias veces después de Los pichi. Tal vez porque, como escribió en el cuento “El arte de la novela”, la guerra es una experiencia contemporánea inevitable para cualquier escritor. “Siempre había pensado que intercalar los efectos de una guerra convencional en un relato convencional era una posibilidad ajena a cualquier pequeño escritor argentino, y sin embargo allí estaba la guerra, intercalada, tan respetuosa del realismo como cualquiera de las guerras que se leen en las novelas extranjeras de la década del cuarenta”.” (https://www.infobae.com/cultura/2021/09/19/fogwill-reediciones-e-ineditos-para-seguir-leyendo-al-gran-provocador-de-la-literatura-argentina/)

Es muy buena la presentación que hace de su novela porque la saca del molde en que caemos, casi inevitablemente, los/las argentinos/as cuando nos enfrentamos a Malvinas. Yo viví la guerra, y aunque nunca defendí la posición bélica, sentí rencor y rabia (como la mayoría, creo) hacia los piratas y usurpadores ingleses.

“Sobre Los Pichiciegos (que transcurre mayormente en una cueva malvinense improvisada por desertores del ejército), por ejemplo, dice: “Pretendía ser un trabajo hacia el habla argentina. Pero no sé si lo logró. Ya en esa época para mí la nación no era más que la lengua. En los 80 yo decía que podría escribir de nuevo Pichiciegos sin Guerra de las Malvinas: no era una novela sobre la guerra”.” (https://socompa.info/entrevista/ser-escritor-es-fracasar-en-la-vida/).

En esa misma entrevista, leemos: “Para escribir Los Pichiciegos, Fogwill declaró haber usado su conocimiento del frío (solía navegar por los mares del sur), de la colimba y de los pibes. Pero la sustancia que regula todas las acciones a lo largo de la novela es el miedo. “Yo viví años con miedo, loco. Está bien que era un miedo anestesiado, pero era miedo al fin. Yo había sido trotskista, y una vez los milicos tuvieron secuestrado durante meses a un tipo que vivía un piso debajo mío, pensando que era yo. En los últimos años de mi carrera empresaria yo vivía con miedo, me mangueaban de todos lados, me buscó la cana durante un mes. Cuando caí preso se me pasaron todos los miedos. En la cárcel fui el tipo más libre del mundo.”

Fogwill no habla como un escritor convencional, no lo es: cuando le hacen un planteo literario, sobre el género de sus cuentos, dice: “–No, no, yo escribo, loco, no tengo problema con los géneros.”

Es deliberadamente irreverente y disruptivo, porque elige ser diferente, como persona, escritor e intelectual.

Leamos cómo lo explica él:

“–Las grandes editoriales son el camino más rápido a la mesa de saldo. De sus libros buenos venden cuatrocientos, y encima casi todos son malos. Pero de golpe les ofrecen tres o cuatro mil mangos a pibes que están en la lona y agarran; van a la mesa de saldo al par de meses y así es como los desgastan.

–Salvo si uno está consagrado…

–No, no: salvo si uno es una máquina de hacerse propaganda, como soy yo.

–¿Eso le viene de su carrera como publicista? [Fogwill, asesor de marketing, fue responsable de los horóscopos Bazooka e inventó nada menos que el eslogan “El sabor del encuentro”.]

–No, no. Es la personalidad. Hay grandes escritores que en la cancha pueden ser virulentos peleadores y después en la literatura tienen miedo. ¿Pero de qué? ¿De fracasar? Si ser escritor ya es fracasar. ¿Qué peor te puede pasar? ¿Cuál sería el éxito de un escritor? ¿Ganar el premio nacional, 1.500 mangos por mes? ¿La jubilación de un sargento?” (Entrevista citada)

Sigue:

“Ser escritor es fracasar en la vida. Casi todos terminan mendigando la beca, el pequeño premio. Una mina para casarse quiere un tipo que tenga no esta mierda [y golpea el volante], sino de Volkswagen Gol para arriba, y que pueda comprar departamentos; y los escritores no pueden, terminan, de viejitos, en el mejor de los casos, ganando luca y media por mes del premio nacional, el que es profesor a lo sumo otra luca, y si los editores les pagan dos libros por año son diez lucas, o sea 3.300 pesos por mes, y con eso no se paga ni el seguro de uno de esos autos.”

Finalmente:

“–Escribir para mí es pensar. Es cierto, aunque sea pensar sobre la frase (y no sé si hay maneras de pensar fuera de una frase). Y escribo para no ser escrito, para no ser narrado por el discurso social que circula y tengo que repetir. Y ahora siento que a medida que voy escribiendo, que sale un libro nuevo, o que tengo un texto nuevo satisfactorio (porque los libros no me importan una mierda, acá todos hablan de los libros y nadie de los textos), siento que obtengo una victoria, porque no es algo que me mandaron. A mí me haría muy feliz ganar un premio grande, como el Cervantes, de 250 mil euros, sería muy feliz. Pero si yo pudiera hacer un libro bueno, pero un libro bueno-bueno, como El discurso vacío, de Mario Levrero, sería más feliz.”

Este es el escritor que escribe Los pichiciegos. No es tan común que el mismo autor entregue tantos elementos válidos sobre su vida y obra. Es lúcido e implacable sobre la realidad en la que produce sus obras.

Esto es lo que dice de la novela:

“Lo que más impide es el poder editorial, que obliga a escribir cosas legibles. Los buenos libros son ilegibles; Los Pichiciegos, al salir, era casi ilegible. Las faltas sintácticas de los personajes fueron censuradas en La Nación diciendo que se notaba que la novela fue escrita muy rápido. Algunas cosas eran demasiado obvias en ese momento, como la derrota argentina. Pero otras cosas eran impensables, como el retorno democrático, anunciado en la novela. A la semana de haberla escrito, la llevé a varias editoriales. Durán, dueño de la editorial española Legasa, que editaba a [Jorge] Asís, me dijo que la editaba instantáneamente, desafiando el poder de los milicos, si yo le agregaba un acto heroico por parte de los pichis, heroico por la patria. Y los de Galerna me ofrecieron cualquier plata para pedalearme, mientras mandaban un tipo a hacer entrevistas que desembocaron en el libro Los chicos de la guerra, con el que se llenaron de plata. Como si un pibe de 18 años que tiene que matar fuera un chico, ¡por dios! Llamarlos chicos, y poner a las asociaciones de psicólogos al servicio de “curarlos” fue una maniobra para desmalvinizar a la Argentina. Los estigmatizaron de arranque, por eso la tasa de suicidios es mayor que entre los leucémicos y sidosos terminales.”

Lúcido y terrible, y esta es la sensación que tenemos al leer la novela: Malvinas es un mundo bipolar: arriba, las islas, los soldados ingleses, los Sea Harrier en el cielo: una muerte que puede llegar en cualquier momento; abajo, esa red de cuevas donde habitan los pichis, que es un mundo extraño, de pesadilla, pero poblado con gente común: los pibes de la guerra (sí, eran pibes), venidos de las provincias, mal preparados, mal vestidos y comidos.

¿Cómo es ese mundo?

“-Igual no sé … Posiblemente parecido … -le dije, casi preguntando.

-No. Ni parecido es: pensá en el frío. Pensá en el miedo. Pensá en la mierda pegada contra la ropa. Pensá en la oscuridad y pensá en la luz que cuando te asomás te hace doler los ojos. Eso -me insistía- no tiene nada que ver con lo que pasa aquí. -Y señalaba la ventana.

O tiene que ver: hablar del miedo, por ejemplo.

El miedo: el miedo no es igual. El miedo cambia. Hay miedos y miedos. Una cosa es el miedo a algo -a una patrulla que te puede cruzar, a una bala perdida-, y otra distinta es el miedo de siempre, que está ahí, atrás de todo. Vas con ese miedo, natural, constante, repechando la cuesta, medio ahogado, sin aire, cargado de bidones y de bolsas y se aparece una patrulla, y encima del miedo que traés aparece otro miedo, un miedo fuerte pero chico, como un clavito que te entró en el medio de la lastimadura. Hay dos miedos: el miedo a algo, y el miedo al miedo, ese que siempre llevás y que nunca vas a poder sacarte desde el momento en que empezó.

Despertarse con miedo y pensar que después vas a tener más miedo, es miedo doble: uno carga su miedo y espera que venga el otro, el del momento, para darse el gusto de sentir un alivio cuando ese miedo chico -a un bombardeo, a una patrulla- pase, porque esos siempre pasan, y el otro miedo no, nunca pasa, se queda.

¿Y ahora? -guié

Tampoco, ya no, tampoco –dijo y me miró- ¿Entendés?

-Sí -respondí convencido.

-No. ¡No me entendés! Seguro a vos alguna vez habrán estado a punto de boletearte, fuiste preso, tuviste dolores en una muela, o se te murió tu viejo. Entonces, vos, por eso, te pensás que sabés. Pero vos no sabés. Vos no sabés. (Pags. 94-95)

Allí vivían, enterrados como los pichiciegos:

“-¿Qué…? ¿Nunca comieron pichiciegos … ? -averiguaba el santiagueño-. Allí -preguntaba a todos-, ¿no comen pichiciegos?

Había porteños, formoseños, bahienses, sanjuaninos: nadie había oído hablar del pichiciego. El santiagueño les contó:

El pichi es un bicho que vive abajo de la tierra. Hace cuevas Tiene cáscara dura -una caparazón- y no ve. Anda de noche. Vos lo agarrás, lo das vuelta, y nunca sabe enderezarse, se queda pataleando panza arriba. ¡Es rico, más rico que la vizcacha!” (Pág. 27)

Hay una narración en tercera persona, pero de alguien que está ahí, (un pichi) y otra del que toma notas de lo que pasa y lo escribe, o sea el autor (Quique Fogwill) (un pichi que desaparece de la novela).

Está muy presente la realidad argentina, de eso hablan los pichis (a uno le dicen Galtieri) desde las limitaciones culturales propias de colimbas. Es un video de ese terrible momento de Argentina.

Fogwill busca lo argentino en su novela, como quizás en toda su obra (no la he leído como para opinar) y la echa sobre nosotros, como la nieve –“pegajosa, pastosa”- que describe en el inicio de la novela, y nos invade y enmudece.

Es un mundo muy duro el que muestra el cáustico Fogwill, y es más que una etapa de nuestro país, porque allí está la Argentina esencial de la época.

Novela dura como la misma guerra: solo queda el narrador, y la guerra llega a su fin. No hay salvación, y decide caminar –una decisión tomada al azar- hacia el pueblo, sin ningún propósito.

Sin embargo, no es un pesimista: por ejemplo, Fogwill cree en la democracia para Argentina y le entusiasma criar hijos, aun de viejo.

Algunos catalogan su obra de realismo social, con personajes que son prototipos de una dimensión social a la que representan; sin embargo, en aquella suelen ingresar, como las monjas en Los pichiciegos, elementos inexplicables, a veces fantasmales. Esto podría hacernos pensar que su obra es fantástica: de hecho, las cuevas en Malvinas son un mundo ficticio, por momentos irreal o imposible, pero no lo sentimos así.

La ficción se impone, que es lo que quiere Fogwill, porque él es el personaje de su obra, y así queda instalada, y así la vivimos, como el pichi que decide caminar porque ya nadie puede decidir, porque la guerra terminó con todo.

Creo en la validez del mito de Fogwill, en lo que él mismo construyó, difundió y promovió, con todos sus excesos y virtudes. Alguna definición de mito dice: “Historia imaginaria que altera las verdaderas cualidades de una persona o de una cosa y les da más valor del que tienen en realidad.”

Pero creemos en el mito, no en la realidad.

En Malvinas viven los pichiciegos, seres fantasmales en un mundo fantasmal, en el marco de una guerra sin sentido, y cuando esta termina, también desaparecen. Son un grupo de argentinos bien reales, prototipos de un país y de una época, que quedan enterrados sin ruido ni lágrimas. Terminó su etapa.

He leído la novela y releído muchas veces sus páginas en la escritura de esta entrada, y cada vez surgieron detalles no percibidos, comentarios que habría que entender más profundamente.

Por algo hay varios críticos que consideran a Los pichiciegos una de las novelas más potentes de la literatura argentina. Al principio me pareció que esto era exagerado, pero ahora, cerrando esta entrada, he cambiado de opinión.

HAY QUE LEERLA. ES UNA NOVELA DISTINTA, LLENA DE ARGENTINA Y DE ARGENTINOS/AS. VALE LA PENA.

LÉANLA Y SAQUEN SU CONCLUSIÓN.

DISENSO Y CONSENSO EN POLÍTICA, Y CÓMO ACOMPAÑARLO A FAVOR DE NOSOTROS/AS

DISENSO Y CONSENSO EN POLÍTICA, Y CÓMO ACOMPAÑARLO A FAVOR DE NOSOTROS/AS

Esta nota del siempre claro Raúl Zaffaroni me gustó mucho porque resuelve un tema siempre polémico: conflicto o no conflicto en la política (también vale para la vida).

Es cierto que pareciera que resolver un proyecto político sin conflicto, solo por consenso, es lo ideal, y no es la idea ensalzar el conflicto como estrategia central y permanente, pero la historia del mundo muestra que las transformaciones difícilmente se den solo por consenso, porque el status quo y sus interesen no van a ceder sus posiciones sin defenderlas.

Copio un párrafo de la nota:

“Es más que obvio que no siempre se sale bien parado del conflicto, pero el 48% que en 2019 votó contra los que estaban destruyendo el país, lo hizo siguiendo la bandera de una fuerza política nacional y popular, enmarcada históricamente en el movimiento emancipador que postula como objetivos estratégicos la soberanía política, la independencia económica y la justicia social.”

No voy a copiar muchas citas, todo lo contrario, porque lo importante es la lectura de la nota, y quiero partir de ella para aportar algunas ideas.

Como siempre, busco darle a la gente que me pueda leer bases para poder encontrar elementos objetivos de juicio que le permitan tomar las mejores decisiones posibles, partiendo de la base de que hay una gran dificultad para conocer lo que realmente sucede aquí, y en el mundo.

El planteo de los dos modelos que hicieron el Presidente y la Vicepresidente es verdadero, sin dudas. Es la manifestación argentina de lo que sucede en el mundo, con los matices que surjan en cada lugar.

Tampoco es nuevo: si no, ¿cuál es el sentido del título del libro que escribió D. F. Sarmiento en 1845: “Facundo o civilización y barbarie en las pampas argentinas “?

En alguna entrada dije que el 17 de octubre de 1945, cuando nació el peronismo, nació, simultáneamente, el anti peronismo.

También hubo anti yrigoyenistas que salieron a festejar el golpe de Uriburu el 6 de septiembre de 1930. Una de las primeras cosas que hizo este Gobierno de facto fue intervenir la U. Nacional del Litoral, así que está claro que la metodología de los que se oponen a los Gobiernos que defienden las causas de las mayorías tampoco son novedosas.

Sabemos que Macri no quería más Universidades públicas, como tampoco Vidal, así que debemos hacernos cargo de que la Educación pública que permite a los/las argentinos/as tener estudios universitarios gratuitos pertenece al modelo que propugna el actual Gobierno de la Argentina, no al que propone el macrismo.

Sería un insulto a la inteligencia de la gente seguir abundando en ejemplos. Tenemos cuatro años de Gobierno macrista llenos de ellos.

Entonces, el conflicto entre los dos modelos está, como siempre en nuestra historia.

“La pobreza y la pobreza extrema alcanzaron en 2020 en América Latina niveles que no se han observado en los últimos 12 y 20 años, respectivamente, así como un empeoramiento de los índices de desigualdad en la región y en las tasas de ocupación y participación laboral, sobre todo en las mujeres, debido a la pandemia del COVID-19 y pese a las medidas de protección social de emergencia que los países han adoptado para frenarla, informó hoy la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).” (https://www.cepal.org/es/comunicados/pandemia-provoca-aumento-niveles-pobreza-sin-precedentes-ultimas-decadas-impacta).

Tenemos las herramientas democráticas para hacer algo que mejore esta situación, que puede llevarnos a situaciones terminales, al igual que el deterioro ambiental, que es elegir Gobiernos que busquen el bienestar de las mayorías, no los acuerdos injustos, que acentúan la desigualdad y la pobreza.

Por supuesto, después están los aciertos y errores de los Gobiernos, cualesquiera que sean. No voy a entrar a analizar al actual, porque no es el objetivo de la nota, además de ser un tema trillado, más allá de que no nos sirva demasiado, pero estamos a mitad de un mandato, tal vez el más difícil que haya conocido, por lo tanto, no tendría sentido –y les hablo a los/las que lo votaron- retirarle el apoyo electoral al Gobierno y dejarlo en manos de una oposición que solo sabe destruir y falsear.

Esta crisis política que estamos transcurriendo demuestra que en el FdT hay capacidad de crítica, y estamos empezando una nueva etapa, que, si es exitosa, hará mejor nuestra vida; por lo tanto, quitarle capacidad de resolución por pérdida de mayoría legislativa, sería bastante suicida.

Incluso tenemos un lapso de un poco menos de dos meses para evaluar los resultados y perspectivas de esta etapa de la gestión. Por lo que estoy viendo, tienden a corregir los errores que le han reclamado al Gobierno, por lo tanto, unido a que estamos saliendo del periodo crítico de la pandemia, creo que seguramente veremos mejoras en nuestra calidad de vida, por lo menos, incipientemente.

De paso, hasta ahora hemos logrado contener la variante Delta, y no tenemos otra ola, como tienen muchos países. Lo digo como ejemplo de que hay que tratar de analizar todos los aspectos de la gestión para no dejarnos llevar por la propaganda. Hoy se levantó la obligatoriedad de usar el barbijo en espacios abiertos, y sin aglomeraciones, y el Gobierno de la CABA, con el explícito apoyo de Clarín, no lo va implementar. Resulta extraño que el mismo Gobierno que mantuvo abiertas en escuelas, en las peores circunstancias posibles, ahora sea cauteloso.

Conclusión: antes de votar traten de tener buena información, y no voten por bronca o por amor. En las PASO el voto fue útil, y el mensaje llegó, ahora busquemos otros criterios, para que el voto nos sirva a nosotros/as, no a quienes no buscan el bien común.

En 2023 será el momento de la evaluación de la gestión y de la elección de nuevos actores.

ESTAMOS VOTANDO BIEN, SIGAMOS HACÉNDOLO.

Encanto y desencanto

E. Raúl Zaffaroni sostiene en esta nota que uno de los factores que incidieron en la derrota electoral del Frente de Todos en las primarias es el desencanto como consecuencia de no afrontar los múltiples conflictos que el poder económico, judicial y mediático le planteó desde el comienzo de su gestión. Zaffaroni afirma que el movimiento nacional y popular – que es el gran dinamizador del cambio en la sociedad argentina – siempre se vigorizó en la lucha en defensa de los sectores populares. Y esa defensa es resolución de problemas enfrentando los conflictos que producen.

Por E. Raúl Zaffaroni (para La Tecl@ Eñe)

Siempre es fácil criticar desde la tribuna a los que corren tras la pelota en el campo de juego. Si bien hay periodistas deportivos responsables que ilustran porque saben técnicamente lo que dicen, no cualquier “hincha” desde la tribuna reviste esas condiciones.

Pero una “goleada” como la del domingo impacta emocionalmente y la invitación a recomponerse y seguir adelante, no excluye que, sin caer en el juicio fácil ni pretender ningún monopolio de la verdad, haya algún “hincha” capaz de aportar algo, porque también desde la tribuna se tiene una visión más completa de la cancha y, en una de esas, en el entretiempo, es posible soplarle algo al técnico, que contribuya a revertir la situación, máxime cuando el riesgo futuro es el de un desastre de mayores dimensiones todavía que el que se recibió en 2019.

Vistas las cosas con la mayor frialdad posible dentro de lo humanamente exigible, ante todo no cabe duda que las dos pandemias -la del neoliberalismo y la del virus-  dejaron una catástrofe, que es el contexto en que se debió gobernar en estos dos últimos años. A eso se sumó una situación institucional que no facilita las cosas, es decir, sin mayoría propia asegurada en las Cámaras del Congreso, con una justicia montada en parte “a dedo” con los “jueces propios” del “lawfare”, un ministerio público descabezado en manos de un funcionario a la medida de la oposición y una Corte Suprema en la vereda opuesta, no es precisamente el ideal. En lo económico, una deuda astronómica que se debe negociar esquivando “ajustes”. En lo social una marcada concentración de riqueza, con jubilaciones y pensiones por debajo de la línea de pobreza, inflación y descontrol de precios de alimentos, no son para nada buenos indicadores de mínima justicia social, teniendo en cuenta que en los cuatro años previos se había acentuado mucho la estratificación y consiguiente desigualdad social. En lo político, las cosas tampoco son sencillas, porque se cuenta con una fuerza política “frentista” que, si bien goza de una sana heterogeneidad y tiene una militancia envidiable, algunas veces parece agrupar más por el pánico que por el amor.

Todo ese paquete de elementos negativos lo cierra el moño del partido político de medios –llamado “medios hegemónicos”- y una oposición desalmada y jugada por los intereses financieros, que no respeta el menor y más elemental límite ético y a veces ni siquiera humano.

Pero sin perjuicio de todo lo anterior –que sólo alguien privado de los cinco sentidos podría negar- también debe reconocerse que, para el electorado, se hicieron algunas cosas mal o no se hicieron, y la reacción fue un garrotazo electoral que obliga a escuchar la “vox populi” y a pensar seriamente qué dice. 

Esto último es ahora una verdad poco discutible, porque es obvio que algo determinó que una parte del 48% del 2019 decidiese dispersarse en forma que, desde un frio cálculo lógico no resulta racional, porque no se explica que quienes más sufren voten a quienes proponen derogar la indemnización por despido y emiten juicios elitistas desde Palermo, o bien no voten y les dejen el campo libre. 

Pero esto no significa que esa parte del electorado sea “irracional” ni que se “corra a la derecha fascista”. Estas afirmaciones superficiales son falsas, implican una subestimación ofensiva a nuestro pueblo, que fue el mismo que votó hace dos años, y además son formuladas sin tener en cuenta que “derecha” e “izquierda” son conceptos que deben matizarse en una región victimizada por el tardocolonialismo financiero con disfraz “liberal”. 

Estas simplezas olvidan que la “bronca” contra la injusticia no sale de la razón sino de la esfera emocional o afectiva, que hace que cuando alguien sienta una profunda “bronca”, le tire al otro con lo que tiene más a mano.

Es cierto que lo más determinante fue la economía, que privilegió lo macroeconómico en desmedro de lo “micro”, tal como lo señalan algunos protagonistas en sus primeras reacciones, pues por lo que sea, lo cierto es que no se logró revertir la pobreza que dejó la pandemia neoliberal. En consecuencia, no sólo será necesario escuchar mejor, sino resolver el problema. Pero para eso, entre otras cosas, también será necesario plantarse frente a los “formadores” de precios y, con toda seguridad, eso generará un conflicto.

También generaría un conflicto de máxima resonancia plantarse frente a una Corte Suprema que pondrá todos los obstáculos imaginables e inimaginables a cualquier medida económica fuerte, como lo demostró al asumir el papel de máxima autoridad científica en epidemiología y al no importarle que se haya condenado a alguien en base al dicho de un testigo sobornado. No menos estruendo conflictivo causaría confrontar con los jueces del “lawfare”, que continúan alegremente su campaña persecutoria con presos políticos y procesos inventados. 

Más grave aún sería el conflicto que generaría restablecer la vigencia de la “ley de medios”, pues se volvería loco el partido político único del monopolio mediático (versión folklórica de trozos del “Pravda” y del “Völkischer Beobachter” con “chimichurri”) que todos los días lanza las peores infamias y hace circular las “fake news” más escandalosas e insólitas, hasta tomar impunemente cualquier veneno por televisión. 

Es verdad que no conviene abrir todos los frentes de lucha y menos generar conflictos gratuitos, pero la cuestión es que los problemas existen y no es posible resolverlos sin pisarle algún pie a alguien y generar un conflicto. Es inevitable optar entre “conflicto y solución” y “no conflicto y no solución”.

Es más que obvio que no siempre se sale bien parado del conflicto, pero el 48% que en 2019 votó contra los que estaban destruyendo el país, lo hizo siguiendo la bandera de una fuerza política nacional y popular, enmarcada históricamente en el movimiento emancipador que postula como objetivos estratégicos la soberanía política, la independencia económica y la justicia social.

El movimiento nacional y popular argentino tuvo luces y sombras, alguna “agachada” en que vendió las “joyas de la abuela”, pero incluso en esos malos momentos nunca descuidó la microeconomía y, cuando hubo que remontar el desastre, retomó la épica del conflicto. Perón, Eva Perón, Néstor y Cristina no le tuvieron miedo al conflicto, que es inevitable para resolver problemas. Y a lo largo de casi ochenta años hubo confrontaciones que dieron lugar a triunfos y derrotas. ¡Vaya si hubo batallas perdidas en la lucha! Pero también otras ganadas, por cierto, y por suerte muchas.

Los sociólogos suelen dividirse entre “sistémicos” y “conflictivistas”. Hay quienes conciben a la sociedad como un “sistema” asentado sobre el “consenso”, y otros como un conjunto de grupos en conflicto con cierto equilibrio inestable. Ninguna de ambas visiones es verificable, pero se trata de algo así como dos armarios en que cada sociólogo ubica los hechos sociales y desde allí los explica. En esto, ambos tienen dificultades, porque los organicistas o “sistémicos” no pueden explicar bien la dinámica de las sociedades, y los “conflictivistas” tampoco los elementos de permanencia. Pero lo único cierto es que el “conflicto” es el motor de los cambios sociales y, como ninguna sociedad humana es estática, el conflicto es inherente a toda sociedad. 

El movimiento nacional y popular fue siempre de lucha y, como en sus momentos de mayor brillo, para resolver problemas no escatimó plantear conflictos, fue el gran dinamizador del cambio en la sociedad argentina. Incluso cuando no tuvo éxito, igualmente planteó bien el conflicto, con posiciones claras, de modo que todos entendieran que si no se pudo no fue por falta de vocación de cambio, sino que “si ahora no fue, será en la próxima” y la lucha sigue.

Esa lucha política siempre es por derechos, porque éstos nunca se obtienen por “consenso” ni por cesión graciosa, sino por conflicto. No se trata de hacer lo imposible, sino de hacer lo posible y esforzarse para que lo imposible sea posible y, si no lo fuere, que quede claro que se planteó el conflicto y que se seguirá luchando sin temor, porque el conflicto es lo que atrae y encolumna, no sólo a los jóvenes sino a todos, pues marca el camino de lucha por los derechos y de paso, también hace que a la hora de obtenerlos se valoren y se cuiden más. 

Nadie tiene la flauta mágica para encantar, pero tampoco se lo hace con la invocación del “consenso”, en especial cuando no puede haberlo, porque es imposible consensuar con un contrincante que no cesa de dar trompadas y rodillazos por debajo del cinturón ante la mirada distraída de un árbitro que juega para el otro. Es imposible “acordar” nada en estas condiciones.

Quizá el único acuerdo básico que, pese a algún balazo de 22 y algún bombazo, todavía se respeta bastante –en comparación con otros países de la región- es la no violencia física, porque la verbal y escrita se perdió hace mucho y el respeto al “otro” no se diga. Ojalá sigamos conservando ese límite mínimo y nos esforcemos por hacerlo, porque los del otro lado, desde 1930 en adelante no fueron precisamente Gandhi, sino que hasta el día antes de irse del gobierno contrabandearon armas para que la dictadura boliviana masacrase a sus ciudadanos pobres.   

El pueblo observa y percibe que, mientras sufre con las jubilaciones y salarios de miseria, se evita el conflicto, cuidando no ofrecer muchos flancos de ataque a la tribuna de doctrina “gorila” y al pulpo mediático del partido único.

Esto no significa negar lo positivo hecho en estos dos años, porque es innegable que se hicieron cosas. La primera es que si en 2019 ese 48% no hubiese votado como lo hizo, hoy se habrían muerto “los que tenían que morirse” y tendríamos tres veces más muertos, conforme al criterio de que los “débiles” deben desaparecer, al estilo del viejo Spencer, resucitado y maquillado por nuestro neoliberalismo “prêt à porter”.

Es innegable que se hicieron cosas muy positivas en estos dos años, pero con el “no hagan ola” se quisieron captar a quienes no habían sido parte del 48% en el 2019 y, como siempre sucede en estos casos, no se encanta a los “otros” y se desencanta a los propios, porque el encanto se produce con el conflicto, que convoca y genera el sentimiento de pertenencia, de comunidad de lucha por los derechos. En la carrera “se ven los pingos” y, aunque se salga averiado, las banderas quedan en alto y la lucha sigue, porque es la esencia misma de la política.

Cuidado que con esto no se debe entender que la esencia de la política sea elegir al “otro” al que aniquilar, como decía el nazi Carl Schmitt. No, en modo alguno, no se trata de “aniquilar” a nadie, pero sí de luchar, de competir, de estar en la cancha o en el “ring”, tratando de ganar, no de “aniquilar” ni destruir. Quien pretenda hacer lo de Schmitt es un criminal degenerado al que hay que sacar del juego de la política y meterlo en la cárcel, porque el conflicto no es una lucha entre asesinos, sino entre competidores. La política es eso, competencia conflictiva, y deja de ser tal cuando se la entiende como mera “administración”, aunque sea prolija.

Por esa razón, sin duda habrá que resolver los problemas de los más humildes, pero para eso será inevitable entrar en conflicto con fuertes poderes fácticos, con el partido político único de medios y también con el árbitro que juega en contra. Nadie sabe si se saldrá bien o mal del conflicto, pero hay que plantearlo y así se recuperará la épica de lo nacional y popular.

El pueblo no es injusto y, por eso, no es verdad que el voto de quienes no repitieron el de 2019 fue un “voto castigo”, no lo fue, pero fue un “voto desencanto”. Perón convocando a los sindicatos o lanzando la campaña contra la especulación, Evita desafiando a la oligarquía, Néstor denunciando a la “mayoría automática”, bajando el cuadro o confrontando con el supuesto “campo”, no esquivaron los conflictos y justamente por eso señalaron caminos, sumaron, generaron lazos empáticos de solidaridad, pertenencia y comunidad, en una palabra, encantaron. 

Un movimiento popular y nacional que durante ochenta años luchó, ganó y perdió, pero siempre confrontó, sufrió las peores derrotas y se rehízo, padeció las “agachadas” de sus propios y supo recuperar su identidad, si de pronto muestra temor al conflicto, no puede menos que desencantar. Ese es el problema y, además, si los conflictos que esquiva son los que hacen a la microeconomía y de paso deja a sus compañeros presos o procesados, el desencanto es aún más inevitable.

Por otra parte, la comunicación en el reducido espacio de poder mediático que se pudo retener, no fue la mejor. No era imaginable que en 1945 el peronismo centrase su publicidad en mostrar las internas entre los radicales “unionistas” e “intransigentes” de aquel momento.

Ahora, si por un lado se quiso organizar un grupo de meditación y al frente le montaron un “ring”, no fue lo más sensato centrar la atención en el “ring” opositor, porque siempre ese espectáculo atrae más público y, al final, lo que se hace es dar publicidad a los boxeadores.

Desde la tribuna –sin pretensión de verdad, sólo como opinión de “hincha” observador- estamos seguros que se remontará el cachetazo, porque lo nacional y popular se renueva, pero nunca desaparece, pero para eso será necesario “reencantar”, lo que presupone ponerse a confrontar en serio.

Sólo así los jóvenes y los no jóvenes saldrán de una “apatía” que no es tal, sino puro desencanto, porque mientras padecen injustamente no se les muestra ningún camino ni se los convoca a ninguna lucha por sus derechos y se muestra temor al conflicto ineludible. Por eso se “embroncan” y tiran con lo que tienen a mano, que no son más que los “boxeadores” del “ring” opositor, previamente publicitados por los propios.

Buenos Aires, 16 de septiembre de 2021.

*Profesor Emérito de la UBA.

#GEOPOLITICA

#ELECCIONES