Siempre tuve críticas a Arturo Lafalla. Me pareció una gestión despareja: quiso reformar la Policía, y había cosas buenas en la propuesta, aunque no fue continuada por Gobiernos posteriores, y hoy, Cornejo, en línea con Macri Bullrich, ha retrocedido en conceptos que tenían que ver con el pensamiento moderno sobre los DDHH y el delito, pero también cerró el Banco de Mendoza.

Más allá de esta evaluación, es un político formado, y que sigue la realidad nacional y mendocina con atención, y con una mirada desde principios peronistas en relación con la justicia social, la independencia económica y la soberanía política.

Hoy, 29 de agosto de 2019, publicó en el Diario Los Andes la nota de opinión que reproduzco abajo porque me parece un análisis realista, aunque duro, de la vitivinicultura mendocina. Conozco esta realidad, y es como describe Lafalla: un sector concentrado, con muchos capitales extranjeros, que gana y prospera (el enoturismo es un ejemplo de eso), y una gran mayoría de pequeños productores que apenas sobreviven, o que han abandonado sus plantaciones.

Pienso que la solución que plantea la nota es válida, pero parcial, y se necesitaría desarrollar un proyecto político más integral. Es posible, la vitivinicultura es un sector con alta organización, que cuenta con un PEVI, que fue adelantado respecto de otros sectores económicos.

Está claro que lo central es este PROYECTO POLÍTICO, y hay que reclamarlo al próximo Gobierno, porque el Gobernador Cornejo es responsable, por esa condición, de esta triste situación de nuestra industria madre.

Cornejo fue adalid del macrismo, y descalificó permanentemente a los Gobiernos peronistas desde una cruzada anti populista que no condice con las ideas del Radicalismo, y será parte, creo, de las revisiones internas que generará, sin duda, este fracaso político terrible de todo el macrismo, UCR incluida. Hoy hay sectores del Radicalismo, que, fieles a su ideario, apoyan las fórmulas del Frente Para Todos. Es saludable para la democracia y la política que así sea.

Ya bastante dura es la vida del viñatero, pendiente del granizo, de la helada, la inflación, para que, además, los Gobiernos no le den el apoyo que merece.

La odisea de los giles (la de los viñateros mendocinos)

Por Arturo Lafalla – Abogado – Exgobernador de Mendoza

https://www.losandes.com.ar/article/view?slug=la-odisea-de-los-giles-la-de-los-vinateros-mendocinos-por-arturo-lafalla

La excelente película argentina narra la historia de unos pocos habitantes humildes del interior a los que, en la época del “corralito”, un inescrupuloso gerente de banco asociado con un abogado se apropia “legítimamente” de sus ahorros.

Con decisión los damnificados luchan por recuperar sus dólares que estaban destinados a reabrir bajo el régimen cooperativo una antigua acopiadora de granos abandonada del pueblo en que vivían. Esa es su “odisea”.

Nuestros viñateros, los giles de la película

Algo similar, se me ocurre, les pasa a nuestros viñateros. El fruto de su esfuerzo, el precio de la uva, está destinado invariablemente a continuar con el cultivo. Esto es volver a podar, abonar, curar, regar, etc. hasta la nueva cosecha y además reconvertir y tecnificar el viñedo. De lo contrario se quedan fuera de “mercado”. Esto es, se vuelven “ineficientes” porque la calidad y/o cantidad de la uva que producen no cubre los costos y por ende “game-over”; en criollo, están fundidos y deben vender y dedicarse a otra cosa. Obviamente la renta para su subsistencia o ahorro es una variable que el “mercado” no contempla.

¿Qué ha pasado con el precio de la uva?

Analicemos según datos de Bolsa de Comercio Mza y en el siguiente orden:  Año, varietal, origen, precio por Kilo, kilos cosechados, valor del dólar

* 2015, bonarda, Rivadavia, $2,13, u$s0,23, cc 1.169.900, $9,25

* 2016, idem, $4, 85, u$s0, 31, cc 1.095.500, $15, 23

* 2017, idem, $10, 24, u$s0, 58, cc 2.358.300, $17, 57

* 2018, idem, $9, 04, u$s0, 29, cc 1.425.200, $30, 61

* 2019, idem, $5, 84, u$s0, 10, cc 2.402.500, $58, 07

Paciente lector, haga las cuentas que quiera y deme por favor una explicación “racional” de estos valores. Las dos cosechas de mayor volumen 2,3/2,4 millones de kilos fueron los dos extremos en precio en dólar, ¡¡¡casi 6 veces de diferencia!!! ¿El vino que Ud pagó para consumir sufrió esta variación de precio? ¿El consumo per cápita o volumen de exportación sufrieron estos cambios? Rotundamente no, pero ese es el “mercado” ¿no? Entonces si no fue el mercado el que determinó estos cambios, ¿quién los generó?

Si Ud hubiera tenido algún dinerito para ahorro, ¿lo hubiera invertido en una viña? Los viñateros y tantos otros sí.

La provincia “ordenada”

Esto ocurre en la provincia “ordenada” de la que hace gala el gobernador Cornejo. ¿Qué entenderá por “ordenada” nuestro Gobernador? ¿O los giles son tan giles que no entran en las “cuentas ordenadas”?

Recientemente, hubo algún escándalo público por el salario del Superintendente de Irrigación, al que están atados los sueldos de menor jerarquía. Hace falta el producido bruto de 24 has de bonarda de Rivadavia para abonar el salario anual de quien es el encargado de organizar la distribución del agua para que los giles de esta historia rieguen sus cultivos.

Nadie diría que todo esto es justo, ni conveniente, ni deseable. Es por cierto “legal” y/o consecuencia de las reglas del “mercado”.

El mercado y las reglas existentes

Volvamos al razonamiento, entiendo lo del mercado, lo de las reglas existentes. De ninguna manera, en esta historia, se me ocurriría afirmar que hay un problema de buenos y malos, y que el mismo se resuelve con una guerra. Nunca las guerras resuelven ningún problema, que quede claro, pero tampoco se puede pretender que los giles sigan siendo giles hasta que se mueran mientras los gobiernos miran para otro lado. Estos temas de alta conflictividad y que nos involucra a todos los debe resolver la Política. Es un problema de sistema, de sistema de funcionamiento económico, en el que se privilegia la renta financiera por sobre la actividad productiva.

Este gobierno que tenemos ha utilizado insistentemente herramientas para intentar recobrar el necesario, indispensable diría, equilibrio macroeconómico. El resultado ha redundado en un inmenso beneficio para la especulación financiera por sobre la renta de la producción, con el agravante de que ha duplicado la inflación, quintuplicado el endeudamiento y profundizado gravemente la recesión económica, sin poder olvidar que aumentó mas de seis puntos la pobreza.

Pruebas al canto, ¿en estos cuatro años quiénes perdieron y quiénes ganaron? Ganaron los capitales (no importa el monto) destinados a la especulación financiera, perdieron (no importa el monto) los que invirtieron en producir.

La odisea de los giles

No se trata ahora, como en la película, que los giles se queden con la torta. Se trata de encontrar un sistema en el que, el que haga el esfuerzo del trabajo y la producción sistemática, en este caso, aceptando que su uva tiene que adecuarse a lo que el consumidor quiere, reciba una retribución que le permite continuar su explotación y vivir.

Con ello dejaría de ser un gil, nada más, ¡¡ni nada menos!!

Es un problema de sistema. Tengo el convencimiento, sin ser experto en la materia, que para modificar este perverso sistema generador de giles como nuestros sufridos viñateros, el gran instrumento es el sistema impositivo. Uno que estimule, promueva, aliente la inversión productiva, la solidaridad, la desconcentración de riqueza y desaliente la concentración, la renta financiera, obviamente en un respeto absoluto de las libertades ciudadanas que garantiza sabiamente nuestra Constitución.

Esta es la tarea de la Política, de los políticos, no armar guerras de buenos contra malos, que nunca sabemos quiénes son los unos y los otros, sino encontrar soluciones, armar un sistema de funcionamiento económico que equilibre las distintas fuerzas productivas que una sociedad libremente genera y necesita. En términos muy antiguos una armonización entre el capital y el trabajo donde se priorice el desarrollo humano integral por sobre la acumulación de capital y su exhibición obscena, donde se priorice conjuntamente con el imparable y espectacular avance tecnológico en todas las áreas que el mismo no se desvincule del ya mencionado desarrollo humano integral.