Hace un par de años, viajé a Europa y estuve unos días en Roma, alojado en la zona del Tuscolano, a unos 20 minutos de Termini, la estación romana de ferrocarril.

Es una zona comercial de bastante actividad, con una importante cantidad de negocios atendidos por extranjeros (paquistaníes, africanos).

Me llamó la atención ver pocos italianos con la estampa clásica que uno conoce de ellos, y también que, en general, eran gente grande.

Pensé que cuánto tiempo faltaría para que el perfil poblacional de Italia se modificara para siempre. Cerca de Termini vi edificios totalmente ocupados por africanos poco amistosos, y, hasta en Venecia me encontré inmigrantes africanos, obviamente ilegales, vendiendo baratijas en la calle.

Me gusta el fútbol, y recuerdo los equipos europeos a lo largo del tiempo. Tomo como ejemplo a Inglaterra. Si mi memoria no falla, en el Mundial de 1966 (donde los piratas hicieron honor a su historia), no había ningún jugador negro en el equipo, en 1986 había un par (recuerdo a John Barnes, en el partido con Argentina, que me hizo transpirar). Acabo de googlear equipo inglés actual, y conté diez jugadores de color.

En Francia, Bélgica, y otros países europeos colonialistas pasa lo mismo. Fueron colonizadores crueles, duros y rapiñadores. Ganaron mucho territorio y dinero, pero se poblaron de europeos de color. Eran ciudadanos de segunda, pero europeos de toda legalidad.

Después se agregaron los inmigrantes que buscaban –y buscan, aun a costa de la vida- huir de la pobreza, el hambre y las guerras. En esto, tampoco Europa, y su aliado EEUU (no olvidemos la OTAN) son inocentes, sino al contrario.

Entonces, este horror de la extrema derecha europea que encarna este escritor francés cuyo artículo voy a compartir con ustedes es, por lo menos, desvergonzado, pero no creo que esos facciosos –como los ejemplares locales que están envalentonados en América Latina- se preocupen por ningún detalle moral.

Es interesante conocer los procesos de formación y desarrollo de las ideologías que subyacen –o algo más- en los procesos sociales y políticos que nos afectan porque nos ayuda a entender lo que está sucediendo y tomar mejores decisiones.

De todos modos, según el autor, ese riesgo de reemplazo total de la población europea original por los provenientes de otras etnias no es real, pero ha tomado un alto valor simbólico para esas minorías de derecha.

Sin embargo, se me ocurre que hay un factor que Febbro no incorpora, y que es la concentración urbana de estos inmigrantes que van a las ciudades a buscar de qué vivir. Recuerdo los disturbios de hace unos años en ciudades de Francia, y eran protagonizados por personas de color.

Estos hechos urbanos, como las marchas y disturbios latinoamericanos de los que reclaman por siglos de injusticia social, tienen alto impacto mediático, y suelen ser tema de relatos generalmente sesgados y descalificadores de los sectores populares.

Es un tema para estudiar y desarrollar, y esta nota de Febbro es un buen punto de partida. Ojalá les sirva e interese.

El Gran Reemplazo, la idea de Renaud Camus para la extrema derecha

Por Eduardo Febbro

https://www.pagina12.com.ar/233464-el-gran-reemplazo-la-idea-de-renaud-camus-para-la-extrema-de

Aquellos que se denominan los “patriotas” tienen une convicción irrevocable: el “gran reemplazo” de las sociedades occidentales está en curso,” es real y visible en Francia y si no tenemos cuidado nuestra nación se apagará en poco tiempo”. La frase antes citada figuraba en el portal internet de un grupúsculo de extrema derecha, AFO (Acción de fuerzas operacionales) que en 2018 fue desmantelado cuando estaba cerca de cometer una serie de atentados contra los musulmanes de Francia (envenenamiento de la comida). Antaño restringida a una estrechísima galaxia ultra, la idea del “gran reemplazo” ha impregnado a las extremas derechas del mundo y hecho de su autor, Renaud Camus, un apóstol de la cruzada contra las sociedades multiculturales. Nada parecía destinar a este aristocrático escritor gay, cuyos libros fueron celebrados en los años 80 por su calidad, a convertirse en el ícono mundial de los extremistas de las ultraderechas. El enunciado es de una simpleza que, para muchos, resultó hipnotizadora: la pura cepa de la sociedad francesa, su vínculo más “tradicional”, está desapareciendo en beneficio de “un gran reemplazo” cuyos protagonistas son ciudadanos no europeos, entiéndase, musulmanes. Renaud Camus es una de las figuras que componen el triángulo de los intelectuales franceses que, desde los años 70, forjaron el zócalo del renacimiento de las ultraderechas: Alain de Benoist, el ideólogo fundador de la Nueva Derecha y pilar de la derecha alternativa norteamericana: Jean Raspail, autor de la novela El Campamento de los Santos (1973) donde el autor narra el desembarco de un millón de miserables de piel oscura en las costas de Francia. Y Renaud Camus. Dos de sus libros, De l’in-nocence. Abécédaire (2010) y Le Grand Remplacement (2011) desarrollan la temática del Reemplazo de las sociedades blancas occidentales.

Los polemistas radicales, algunos líderes del partido de extrema derecha Reagrupamiento Nacional (ex Frente Nacional), ciertos intelectuales y candidatos de esa corriente han convertido el libro de Camus en su manual de cabecera. La novela Sumisión, de ese idolatrado inocuo que es Michel Houellebecq, narra el ascenso al poder de los islamistas en Francia (La Fraternidad musulmana). Ese relato fue inspirado por las conversaciones que Houellebecq mantuvo con Camus. La teoría del ultraconservador consta de dos ejes: por un lado, según el autor, los datos demográficos (falsos) muestran que la inmigración masiva y la fecundidad elevada de las poblaciones no europeas están superando a la población originaria y, por consiguiente, imponiendo su religión y su cultura a todo el continente; por el otro, si esto es posible se debe a que una clase de dirigentes “remplazistas” ha organizado deliberadamente los flujos migratorios masivos con el fin de que emerja un nuevo hombre, desprovisto de todas las particularidades nacionales (étnicas y culturales). Ello, alega el autor, con el único propósito de modelar una suerte de individuo sin ataduras, intercambiable en cualquier circunstancia y dispuesto a ser un lacayo nómada al servicio de la globalización. La influencia de Renaud Camus ha sobrepasado las fronteras francesas. Su Gran Reemplazo figura en la tapa del manifiesto publicado en internet (The Great Replacement) por el terrorista australiano Brenton Tarrant que el 15 de marzo de 2019 asesinó a 51 personas en la mezquita de Christchurch, en Nueva Zelandia. En ese texto de 74 páginas, Tarrant sostiene que, luego de un viaje a través de Francia, se convenció de que era urgente pasar al acto porque hay “invasores por todos lados”. La misma idea del invasor reemplazante aparece en el texto que el supremacista blanco Patrick Wood Crusius publicó en internet antes de perpetrar la matanza en el Walmart de El Paso (3 de agosto de 2019) que dejó un saldo de 22 muertos. El manifiesto The Inconvenient Truth hablaba de “la invasión hispánica de Texas”.

Los libros de Renaud Camus no contienen llamados a la violencia o a la eliminación, pero han sido interpretados así por una minoría radicalizada que se nutre de su prosa altamente racista y dura, por la que ya fue condenado por “incitación al odio”. Camus puede evocar con total impunidad el “genocidio por sustitución”, acusar a los musulmanes de “colonizadores” o de ser el “brazo armado de la conquista”. Para alguien que se dice pacifista, sus palabras son un incendio. Para Camus, quienes asesinan son “locos”,” idiotas”,” descontrolados” y él no debe ser considerado “cómplice” de esas matanzas. No obstante, su obra ha tenido un poderoso alcance contaminante, tanto más cuanto que los estragos de la globalización sensibilizan a sus lectores antes ideas complotistas sobre la existencia de un “remplazismo global”, o aquella acerca de la meta secreta escondida en el corazón del capitalismo: convertir a cada ser humano en un consumidor “remplazable”. Renaud Camus sostiene que basta con pasearse por Francia y por Europa y “observar la realidad del Reemplazo”. El subjetivismo es completo. Las estadísticas francesas contradicen la veracidad de esa observación. En total, 12% de la población francesa es de origen extranjero. Las cifras están muy lejos de probar su teoría. Sin embargo, los estudios de opinión muestran que un segmento consistente de la sociedad sí cree en que hay un Reemplazo en curso, y que este está organizado como un complot. La fundación Jean-Jaurés, Conspiracy Watch y la encuestadora IFOP realizaron un estudio (2018) sobre el impacto del complotismo: una persona de cada cuatro compartía la idea según la cual “la inmigración ha sido organizada deliberadamente por las elites políticas, intelectuales y mediáticas con la meta final de remplazar a la población europea por una población inmigrada”.

Camus es un heredero de las etnoobsesiones que la extrema derecha europea desarrolló desde finales del Siglo XIX. El autor de El Gran Reemplazo, en pleno Siglo XXI, modernizó el objeto del odio: antes los judíos, ahora los africanos y los musulmanes. Los líderes políticos más importantes de la extrema derecha se cuidan de no emplear el término “gran reemplazo” pero tejen sus retóricas en torno a ese concepto. En vez de “reemplazo” pueden decir, como Marion Marechal Le Pen, que la inmigración pone en tela de juicio “la continuidad histórica” de Francia. Renaud Camus ha alimentado la circulación de un consistente flujo de libros escritos a partir de su teoría, incluso por autores que antes fueron de izquierda. Es el caso del hoy racista y purista conservador Alain Finkielkraut, autor de La Identidad Infeliz”. Sumisión, de Michel Houellebecq, es una extensión bajo forma de ficción de los desvelos de Camus. El Gran Reemplazo es puro humo, una inanidad llena de miedos, percepciones fugitivas, nostalgias por un mundo blanco y católico que la colonización alteró, emociones que adquieren el estatuto de ciencia demográfica y que pueden funcionar como un manual para los soldados al servicio del odio.

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