LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA ES IMPRESCINDIBLE: MÁS QUE NUNCA

LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA ES IMPRESCINDIBLE: MÁS QUE NUNCA

He mencionado este tema más de una vez en mi blog, por la trascendencia que tiene para América Latina ya que es más evidente que nunca la imposibilidad de que nos desarrollemos y demos a nuestras sociedades la vida digna que merecen sin tener envergadura continental.

Si los países latinoamericanos no nos integramos en un espacio de poder conjunto, no tenemos chance de definir condiciones y estrategias que nos beneficien frente a los centros de poder que, además se mueven con los parámetros de un capitalismo neoliberal depredador del ambiente y de los recursos humanos de nuestros países.

Por eso, me interesó esta nota que recupera un eje permanente de la doctrina de Perón: la unidad latinoamericana. Es llamativo que, a más de sesenta años de su enunciado, este discurso de Perón tenga tanta vigencia, y también que varios países de América Latina estén avanzando en sentido contrario, fomentando y acordando Tratados de Libre Comercio (TLCs) en condiciones de asimetría que solo nos traerán pobreza y destrucción de nuestros recursos materiales y humanos. Es más, el Presidente brasileño ha manifestado su rechazo y desinterés por el Mercosur, por ejemplo.

No será fácil actualizar las condiciones que posibilitaron la propuesta del ABC (Argentina, Brasil y Chile) porque los otros dos países tienen gobiernos neo liberales que buscan complacer a los países centrales, además Chile desde la dictadura de Pinochet y la conducción de los Chicago Boys abrió totalmente su economía y celebró muchos TLCs totalmente incompatibles con un desarrollo industrial propio.

Sin embargo, no hay alternativa: la integración de AL es la única posibilidad de salir de las crisis sociales y políticas que han surgido con gran fuerza y que, en el marco de la pandemia mundial, amenazan con estallidos sociales de imprevisibles dimensiones y consecuencias.

Es cierto que no se ven los líderes –por lo menos en Brasil y Chile- que promuevan políticas en la dirección que mencionamos, pero hay dirigentes que las valoran, y, sobre todo, una enorme ebullición social contra un modelo político y económico que nos ha llenado de pobres.

Nuestra comprensión –hablo de la sociedad activa, sobre todo los más jóvenes, o las mujeres, o todos los sectores que tienen una visión progresista- es clave para que empecemos a caminar en el rumbo que nos permita ponernos de pie y ser países más justos e igualitarios.

Por eso, leamos, comprendamos, hablemos con otros, desarrollemos propuestas y tratemos de organizarnos alrededor de un modelo político superior al que nos propone el capitalismo neo liberal con mentiras que son espejitos de colores y que nos destruyen como sociedad.

La vigencia del ABC de Perón

Por Juan Gabriel Tokatlian

https://www.pagina12.com.ar/276827-la-vigencia-del-abc-de-peron

Mi interés con esta nota es alentar una reflexión estratégica en materia internacional, reflexión que ha estado postergada por tantas urgencias, padecimientos, recelos y perplejidades internas.

Me sirvo para hacerlo del discurso que pronunciara el presidente Juan Domingo Perón en la Escuela Superior de Guerra del 11 de noviembre de 1953, discurso reservado que solo fue hecho público en 1967 y que expone su ideario para la Argentina, Brasil y Chile (ABC).

Es su diagnóstico de aquellos años que “el problema fundamental del futuro es un problema de base y fundamento económicos, y la lucha de futuro será cada vez más económica…En consecuencia, analizando nuestros problemas, podríamos decir que el futuro del mundo, el futuro de los pueblos y el futuro de las naciones estará extraordinariamente influido por la magnitud de las reservas que posean: reservas de alimentos y reservas de materias primas.”

Observa además que: “es indudable que nuestro continente, en especial Sudamérica, es la zona del mundo donde todavía, en razón de su falta de población y de su falta de explotación extractiva, está la mayor reserva de materia prima y alimentos del mundo. Esto nos indicaría que el porvenir es nuestro y que en la futura lucha nosotros marchamos con una extraordinaria ventaja frente a las demás zonas del mundo”. Destaca que “si subsistiesen los pequeños y débiles países” fragmentados serían objeto fácil para ser explotados, por lo que es indispensable evitar la dominación. Por ello, subraya que eso “ha inducido a nuestro gobierno a encarar de frente la posibilidad de una unión real y efectiva de nuestros países, para encarar una vida en común y para planear, también, una defensa futura en común.” Su idea de unidad no es el resultado de una cuestión “abstracta e idealista”: es el producto de intereses específicos, de convergencias razonables con los vecinos y de una mirada de largo aliento.

En esa dirección, Perón afirma que “ponemos toda nuestra voluntad real, efectiva, leal y sincera para que esta unión pueda realizarse en el continente”. Y no se trataba solo de influir a los gobiernos, sino también—y singularmente—“a los pueblos…que son los permanentes, porque los hombres pasan y los gobiernos se suceden, pero los pueblos quedan.”

Razona que países como la Argentina “no pueden tener en el orden de la política internacional objetivos muy activos ni muy grandes; pero tienen que tener algún objetivo.” Y en ese sentido, asevera: “la República Argentina sola, no tiene unidad económica; Brasil solo, no tiene tampoco unidad económica; Chile solo, tampoco tiene unidad económica; pero estos tres países unidos conforman” una formidable unidad económica. Por lo tanto, “toda la política argentina en el orden internacional ha estado orientada hacia la necesidad de esa unión, para que, cuando llegue el momento en que seamos juzgados por nuestros hombres frente a los peligros que esta disociación producirá en el futuro, por lo menos tengamos el justificativo de nuestra propia impotencia para realizarla.”

De esta alocución hay varios puntos que merecen ser destacados. Primero, es un diagnóstico realista de una época. Segundo, denota una comprensión de los fundamentos materiales para eludir la plena dependencia y procurar grados de relativa autonomía internacional. Tercero, manifiesta la vocación de unidad—sin hegemonía–que se resume tanto en la idea como en una práctica unificadora. Cuarto, expresa un sentir promisorio respecto a América del Sur, no exento de una templada auto-estima nacional. Quinto, supone el reconocimiento de que junto a la diplomacia interestatal es esencial alentar y reivindicar la diplomacia entre los pueblos. Sexto, valora la cercanía geográfica, la consolidación de una iniciativa tripartita y su proyección paulatina en el ámbito sudamericano. Y séptimo, expone la convicción de que un objetivo vital de la política exterior debe someterse a la evaluación concreta.

El mundo actual tiene sin duda notables diferencias con aquel que miraba Perón hace 67 años. Sin embargo, hay también continuidades. Hoy es indispensable para el desarrollo nacional la ciencia y la tecnología—sin desdeñar los recursos alimentarios y naturales–, al tiempo que la pugnacidad entre grandes potencias persiste, aunque sea entre actores diferentes a los de la Guerra Fría. Es evidente que la conjunción de fragmentación diplomática, inestabilidad política, fragilidad social y debilidad económica ha llevado a América Latina a ser menos gravitante y más vulnerable; lo cual ha derivado en una mayor dependencia de distintos centros de poder. Sin embargo, también es importante entender mejor las dinámicas socio-políticas del área en las que las aspiraciones progresistas de reforma para la inclusión, la justicia, la sustentabilidad y la autonomía siguen vigentes. La Argentina de entonces–una potencia regional muy relevante–no se asemeja a la de hoy que ha venido padeciendo un declive indisimulable que erosiona su capacidad de proyectar poder, influencia y prestigio. El espíritu asociativo que de tiempo en tiempo ha surgido en América del Sur con el empuje de diversos países según determinadas coyunturas, está muy desdibujado en la actualidad.

En ese contexto, ¿tiene sentido reflexionar hoy sobre el ABC? Las distancias evidentes en las creencias políticas y entre los liderazgos presidenciales en los gobiernos de Buenos Aires, Brasilia y Santiago y las trayectorias históricas entre los tres países ¿impiden re-conceptualizar la idea y su práctica? ¿Es posible recuperar en la actualidad aquel espíritu de unidad económica entre las tres naciones y agregar algún propósito político común entre ellas? ¿Cuál de los tres países puede retomar un intercambio tripartito que permita el florecimiento de un nuevo ABC?

A riesgo de ser controversial sugiero: a) el ABC puede regenerarse si se superan obstáculos dogmáticos, más que ideológicos, en los tres países; b) el ABC sigue teniendo un sentido económico formidable si las naciones quieren evitar la aquiescencia a los más poderosos en el escenario pos-pandemia; c) el ABC puede ser un ancla de estabilidad en una Sudamérica que vivirá un gran torbellino socio-político una vez se logre superar la covid-19; d) el nuevo ABC necesita de sustentación en los tres pueblos; y e) el renovado ABC puede ser promovido por Argentina como parte de una decisión consensual y plural que involucre al gobierno así como a distintos actores políticos, sociales, económicos, científicos, intelectuales e incluso militares.

El ABC de Perón fue en realidad el segundo; el primer ABC fue el de la mediación de la Argentina, Brasil y Chile de 1914 procurando evitar un conflicto entre México y Estados Unidos que, a su turno, facilitó la firma en 1915 de un pacto de no agresión y cooperación exterior entre los tres países. Quizás sea tiempo de concebir un tercer ABC en circunstancias muy diferentes y difíciles a las de los dos anteriores.

Fue en aquel discurso del 1953 que Perón aseveró: “el año 2000 nos va a sorprender o unidos o dominados”. De no actuar con audacia este primer cuarto del siglo XXI nos puede sorprender con otro dilema como naciones: inviables o realizables.

Juan Gabriel Tokatlian es vicerrector de la Universidad Di Tella.

¿QUÉ HACEMOS PARA DEFENDER UNA PATRIA MÁS JUSTA PARA LA MAYORÍA DE LOS/LAS ARGENTINOS/AS? LA ELECCIÓN QUE HICIMOS ESTÁ EN RIESGO

¿QUÉ HACEMOS PARA DEFENDER UNA PATRIA MÁS JUSTA PARA LA MAYORÍA DE LOS/LAS ARGENTINOS/AS? LA ELECCIÓN QUE HICIMOS ESTÁ EN RIESGO

El día en que el Frente de Todos ganó las elecciones y Macri salió a hablar con un discurso conciliador y amplio, tan contrario a su práctica, tuve la clara visión de que empezaba la campaña para recuperar el poder, sin reflexión ni mea culpa.

En realidad, habían comenzado con esta estrategia cuando las PASO les hicieron comprender que iban a perder el poder, solo han ido adaptándola a las circunstancias, fundamentalmente atentos a cualquier suceso que les permita desgastar al Gobierno.

Es evidente que es una guerra sin cuartel, sin mayor respeto de las normas éticas, ni de la democracia, ni de los valores republicanos que han enarbolado como bandera para atacar a un Gobierno democrático que está tratando de poner un país devastado por ese mismo macrismo.

Por esa convicción que tengo, comparto esta dura nota de Atilio Borón que trata que comprendamos en qué encrucijada nos encontramos los/las argentinos/as.

Tal vez no comparta todo lo que pone Borón, pero me interesa que se destaque lo que dice el título: es una batalla decisiva en la que nos jugamos el modelo de país por el que votamos el año pasado.

Somos más, el macrismo residual se ha corrido más hacia la derecha, y es un núcleo duro que daría la vida porque el peronismo desapareciera para siempre. Como dijo Byung Chul Han: el éxito de la derecha es que la gente se haya identificado con sus valores y los defienda como propios… (cito de memoria). Afortunadamente Argentina supo elegir una opción que tiene que ver con el pensamiento del Peronismo y de los populismos latinoamericanos.

HAGAMOS TODO LO QUE ESTÉ A NUESTRO ALCANCE PARA DEFENDER LO QUE ELEGIMOS: UN PAÍS MÁS JUSTO PARA LA MAYORÍA DE LOS/LAS HABITANTES DE ARGENTINA.

La batalla decisiva: el gobierno contra el poder

Jun 23, 2020

https://atilioboron.com.ar/la-batalla-decisiva-el-gobierno-contra-el-poder/

La cuarentena y el caso Vicentin han exacerbado las ansias revanchistas y desestabilizadoras de la derecha que recurriendo a sus formidables oligopolios mediáticos -inagotables usinas de desinformación y manipulación de cerebros y corazones- y a su infantería de combate partidario trata de maniatar al gobierno, provocar su parálisis y, ¿por qué no?, su dimisión. Sería una ingenuidad pensar que una ofensiva tan furiosa y tan bien concertada pueda tener otra cosa que no fuese un objetivo de máxima. Suena un tanto exagerado pero la historia argentina enseña que los grupos dominantes rara vez movilizan sus recursos y destinan tanto tiempo y energía si no es por el premio mayor. Aquí lo que está en juego no es una concejalía o una subsecretaría sino lisa y llanamente el pronto retorno a la Casa Rosada.

El presidente Alberto Fernández ha sido blanco de un encarnizado ataque, en donde se mezclan insultos personales, descalificaciones y burlas, siguiendo meticulosamente los consejos que Eugene Sharp formulara en el manual de golpes de Estado que redactara para la CIA. [1] Partamos de la base que si alguien abre el buscador de Google con esta frase: “Alberto Fernández dictador” encontrará más de cuatro millones de resultados. Basta con recorrer las primeras páginas para comprobar la gravedad y extensión de tan maligna caracterización. Para el megaempresario Martín Varsavsky “Alberto tiene «un pequeño dictador escondido», y lo mismo opinan el diputado nacional del radicalismo Alejandro Cacace, el abogado Carlos Maslaton, Elisa Carrió y las lumbreras que acuñaron el término “infectadura”, amén de tantos otras y otros para los cuales el dictador no está oculto, sino que se exhibe con toda su prepotencia a plena luz del día. Para combatir a un dictador Sharp aconseja, aparte de muchas otras medidas, “practicar la desobediencia civil, acosar a funcionarios, burlarse de ellos, difundir sátiras que ridiculicen al gobernante, despliegue de banderas y colores simbólicos, gestos groseros, no-cooperación administrativa, etcétera.” Es decir, las medidas e iniciativas que proponen los ideólogos de la “infectadura” y están llevando a cabo los líderes de la “oposición democrática” en las últimas semanas.

Al día de hoy el presidente se encuentra objetivamente a la defensiva: el “periodismo de guerra” ejercido por órganos que son cualquier cosa menos periodísticos trabaja a destajo para desacreditarlo y deslegitimarlo ante los ojos de la población. El objetivo: erosionar por completo su autoridad y preparar la siniestra figura del “vacío de poder”, tantas veces utilizada en la historia de Latinoamérica para justificar golpes de Estado. Mientras, la pandemia prosigue su curso y la prolongada cuarentena es cada vez más difícil de sostener. Para las clases y capas populares quedarse en casa no es una opción realista o eficaz, sea por el hacinamiento de sus viviendas y barrios y por la naturaleza de sus medios de vida que las obligan a salir a diario a la calle a conseguir unos pesos. Algunos sectores de las capas medias pueden adaptarse a los rigores de la cuarentena, pero un prolongado encierro en un pequeño departamento para un grupo familiar de cuatro o cinco personas puede tener consecuencias psicológicas y médicas muy graves, aparte de las económicas. En resumen: una situación que puede, pasado tanto tiempo, desquiciar a una sociedad por más integrada que ésta sea.

Para paliar estos efectos se requiere de un Estado potente, dotado de los recursos necesarios para enfrentar en simultáneo un triple desafío: combatir la pandemia en los hospitales, asegurar la efectividad de la cuarentena y hacer llegar a millones de hogares el dinero o los bienes (alimentación, medicamentos, etcétera) necesarios para sobrevivir bajo estas durísimas condiciones. Dinero para quienes están en la informalidad; para los precarizados, o para los que conservaron sus empleos, pero se encuentran suspendidos y sólo reciben parte de su salario; dinero para sostener el consumo de los desocupados y también para las miles de pymes que se encuentran al borde de la bancarrota si es que no cayeron en ella. Y el problema es que las arcas del Estado están exhaustas por el enorme esfuerzo ya hecho en estos meses, agravado por la caída a pique de la recaudación fiscal y por las gravosas secuelas de “la otra pandemia”, la producida por los cuatro años del desastroso gobierno de Cambiemos.

Derrotada la pandemia, aún quedará en pie tener que lidiar con una crisis económica que todo indica no será de fácil o pronta resolución. En Estados Unidos se extenderá hasta finales del 2021, según lo declarara Jerome Powell, el Chairman del Federal Reserve Board. Pensar en una inmediata recuperación del nivel de actividad económica en la Argentina es una expresión de deseos más que el resultado de un sobrio análisis de la realidad. Téngase en cuenta que en nuestro país la pandemia difícilmente será controlada antes de septiembre, y ojalá que no más tarde. Luego, muy lentamente se podrá salir a circular por las calles para comenzar a normalizar la vida económica y las actividades escolares, culturales y recreativas.

La gente querrá trabajar, pero cerca de un tercio de las pymes, las grandes dadoras de empleo en la Argentina, habrá cerrado sus puertas, muchas de ellas de forma definitiva. Poner en marcha los motores de la economía requerirá, tanto en Estados Unidos como en la Argentina, una enorme inyección financiera por parte del Estado. Así lo expresó Powell para su país, y no será diferente sino aún más necesario en la Argentina. Sin esta ayuda buena parte de esas pymes habrán desaparecido para siempre. Otras sobrevivirán, pero a condición de que cuenten con una generosa ayuda del gobierno. Y el problema es que no habrá mucho incentivo para producir y contratar trabajadores porque la gente sólo tendrá dinero para adquirir lo más esencial. O sea, una crisis que de modo simultáneo incide por el lado de la oferta y de la demanda.

Por lo tanto, habrá que contar con extraordinarios recursos financieros para subsidiar a la oferta, a fin de que las empresas reinicien sus actividades; e incentivar la demanda, para que la gente tenga dinero y pueda comprar lo que necesite. Esta fue la exitosa receta de John M. Keynes para combatir a la Gran Depresión de los años treintas. Lo anterior requiere un enorme crecimiento del presupuesto del sector público. ¿Qué hacer? El endeudamiento externo no es opción porque esa fuente está cegada desde finales del gobierno de Mauricio Macri. La emisión incontrolada desataría una peligrosa espiral inflacionaria que en la Argentina acabó con varios gobiernos. Las empresas públicas, pocas, no generan ganancias como para sostener este renovado nivel de gasto público. Entonces, ¿no hay dinero? Sí lo hay, porque en la Argentina como en toda Latinoamérica el problema no es la pobreza sino la riqueza, concentrada en muy pocas manos y fuente inagotable de cuantas dictaduras asolaron a la región. Por eso habrá que hacer que el Congreso apruebe, con la mayor urgencia, una reforma tributaria integral en línea con la que existe en los países europeos o en Corea del Sur donde, por ejemplo, los intereses devengados por los plazos fijos pagan un impuesto que varía según el monto de la rentabilidad entre el 14 y el 25 por ciento mientras que en la Argentina no pagan ni un centavo. Aquí, el impuesto a las Ganancias … ¡lo pagan los asalariados! Por consiguiente, hay mucha tela para cortar en materia impositiva haciendo que las grandes fortunas paguen impuestos como lo harían en otros países, cosa que le aporten al Estado los recursos necesarios para enfrentar un desafío de inéditas proporciones. Si los opositores en el Congreso obstaculizan este plan, habrá que extremar los recursos para persuadirlos de que deben acompañar esta iniciativa o hacerse cargo de la catástrofe que se produciría en caso de persistir en su negativa. Obviamente, lloverán las críticas sobre el gobierno nacional pero mucho peores podrían ser las que caerían si, a causa de la impotencia estatal, los muertos se cuenten por decenas de miles, la desocupación llegue a varios millones, las empresas estén arruinadas y la gente no tenga dinero siquiera para comer.

La excepcional gravedad de esta situación obligará al gobierno a hacer lo que este país debió haber hecho hace muchos años. El gravamen extraordinario a la riqueza que, al día de hoy, 23 de junio de 2020, no tiene “estado parlamentario” deberá ser tratado por la Cámara de Diputados sin más dilaciones. Pero ese “aporte” apenas si servirá para aliviar la situación por un par de meses, siempre y cuando se lo apruebe en las próximas semanas. Porque la ayuda que llega a destiempo no es ayuda. Por cierto, esto acrecentará la gritería de los poderes fácticos que no ahorrarán denuncias y urdirán todo tipo de operaciones para desgastar a la “dictadura” de Alberto Fernández. Habrá que hacer oídos sordos al alboroto porque cualquier esfuerzo que se haga por aquietar los fervores del “sicariato mediático” y las tropas de asalto de la derecha sólo servirá para que ambos redoblen su ofensiva. La política del apaciguamiento tiene poquísimas chances de éxito en política. La ensayaron los gobiernos del Reino Unido y Francia en los Acuerdos de Münich de 1938 para atemperar el belicismo de Hitler y sólo sirvieron para enfervorizar aún más su afán de conquista. Y ya sabemos cómo terminó esa historia. Y regresando nuestro país recordemos lo que le ocurrió al gobierno de Raúl Alfonsín, salvajemente atacado también por los mercados y las grandes corporaciones. Tras la renuncia de Juan V. Sourrouille, el nuevo Ministro de Economía Juan C. Pugliese trató de calmar los ánimos de las fieras del mercado hablándoles desde el corazón y aquellos le respondieron con la gélida frialdad del bolsillo. Pocos meses después Alfonsín tuvo que terminar anticipadamente su mandato y entregar la banda presidencial a Carlos S. Menem.

En una hora tan especial como ésta vale la pena recordar estos antecedentes históricos que demuestran la futilidad de la política del apaciguamiento con quienes libran una guerra contra la “dictadura” albertista. Pero también hay que buscar inspiración en los escritos de uno de los más lúcidos analistas de la política de todos los tiempos. Hablo de Nicolás Maquiavelo, por supuesto. En uno de los pasajes más luminosos de El Príncipe decía que el gobernante “dispone, para defenderse, de dos recursos: la ley y la fuerza. El primero es propio de hombres, y el segundo corresponde esencialmente a los animales. Pero como a menudo no basta el primero es preciso recurrir al segundo. Le es, por ende, indispensable a un príncipe saber hacer buen uso de uno y de otro, ya simultánea o bien sucesivamente.” En la Argentina el poder Ejecutivo no puede crear impuestos porque tal iniciativa es prerrogativa de la Cámara de Diputados. Y como ya dijimos, ésta no se ha visto particularmente motivada a tomar cartas en el asunto. La parsimonia de una buena parte de sus miembros exhala un inocultable tufillo destituyente. Ante el bloqueo con que tropieza el funcionamiento basado en la ley el gobierno, necesitado de recursos para enfrentar la pandemia y la crisis económica, tendrá que apelar a su único otro recurso: la fuerza. Esto pese a que Alberto Fernández ha dado pruebas de ser el presidente más propenso al diálogo desde la restauración democrática, pero lo cierto es que para que el Estado pueda contar con los recursos que requiere para librar aquellas dos grandes batallas necesita el consentimiento de una oposición que ha dado sobradas muestras de preferir el enfrentamiento y la diatriba a un acuerdo de gobernabilidad.

Como anotaba Maquiavelo, el hecho de que un gobernante no pueda, o no lo dejen, gobernar con las leyes no lo exime de su responsabilidad de garantizar el bienestar público apelando a la fuerza cuando sea indispensable, algo a lo cual el presidente es refractario. Pero por imperio de las circunstancias, “la fortuna”, como decía el florentino, no tiene otras opciones. Esa fuerza propia de los animales encuentra en Maquiavelo una ulterior diferenciación cuando distingue entre zorros y leones. Muchos príncipes, decía, creen que la fuerza del león les posibilitará cortar de un tajo el nudo gordiano que los paraliza. Pero se equivocan si creen que basta con la fortaleza del león para remover los obstáculos que lo atribulan porque resulta que aquél tiene la fuerza, pero carece de la astucia del zorro para eludir las trampas que les tienden sus inescrupulosos enemigos. Tampoco es útil adoptar indefinidamente la táctica favorita del zorro, sagaz para rehuir el enfrentamiento con sus enemigos y sortear todas las celadas, pero llegado el momento de la verdad necesita también él contar con una dosis de fuerza que no tiene. Por consiguiente, el buen gobernante debe saber “ser zorro, para conocer las trampas, y león, para espantar a los lobos.” Arturo Frondizi hizo de las artes del zorro su único recurso de gobierno, y fue derrocado por un golpe militar; Juan Carlos Onganía apeló exclusivamente a la fuerza y fue volteado por una enorme insurrección popular. Otro tanto le ocurrió a Leopoldo F. Galtieri. El buen gobernante, en la imagen de la filosofía política clásica, debe ser como el centauro: mitad caballo y mitad hombre. Tener la fuerza del primero, pero guiada por la racionalidad del segundo; es decir, la fuerza del león y la astucia del zorro.

¿Cómo se traduce éste consejo en la Argentina de hoy? Creo que del siguiente modo: el gobierno tendrá que hacer valer los poderes concentrados en el Ejecutivo nacional de una república (federal apenas en el nombre) y lograr que los gobernadores de las provincias convenzan a sus diputados de aprobar con la mayor urgencia el proyecto del “aporte” aplicado a las 12.000 fortunas más grandes de la Argentina. No sólo eso: también de que deberán abocarse, sin más dilaciones, para consensuar una reforma tributaria que resuelva permanentemente y no sólo “por única vez” el tema ya señalado por Juan B. Alberdi hace casi dos siglos: la construcción de sólidas bases financieras para un Estado nacional agobiado con responsabilidades crecientes y que, en un futuro inmediato, serán cada vez más gravosas. Para esto el presidente deberá utilizar una cambiante amalgama de persuasión y coerción, tal como lo han hecho todos los gobiernos del mundo en situaciones parecidas. Recordar que Abraham Lincoln logró los votos que necesitaba para alcanzar los dos tercios necesarios en el Congreso para abolir la esclavitud no precisamente respetando los buenos modales, la “corrección política” o la ética kantiana. Apeló a la fuerza, pero combinada con la astucia y el conocimiento que tenía de su gente para lograr el objetivo supremo de su gestión como presidente.

Tiempos excepcionales como los que estamos viviendo requieren políticas que se apartan de las normas convencionales. Esta es la visión de un analista político que desea que el gobierno lleve a buen puerto la nave de la Argentina en medio de una “tormenta perfecta” producto de la combinación de pandemia y crisis económica y que es consciente que desde la presidencia la visión de estos asuntos y el diagnóstico de los desafíos podrían ser diferentes. Pero quien esto escribe sabe también que tiene la responsabilidad ética y política de dar a conocer estas opiniones. Callarlas sería un acto de cobardía o de imperdonable deslealtad. Es preferible dar la voz de alerta antes de una posible tragedia y no tener después que lamentarse por su silencio cuando tendría que haber hablado. No caben dudas de que el gobierno está librando una guerra en dos frentes: contra el Covid-19 y contra una oposición destituyente cuya finalidad es poner fin al gobierno del Frente de Todos para acabar con el “populismo” de una vez para siempre. En esto no puede caber engaño alguno y dado que la profunda vocación dialoguista del presidente tropieza con un muro infranqueable llega entonces el turno del león. Y si éste no aparece a tiempo la Argentina se enfrentaría a un escenario peor que el que padeciera en el 2001-2002.  Un león que pueda poner en fuga a la conspiración destituyente tendrá que apoyarse en “la calle”, como los señalara Maquiavelo en varios de sus escritos. La movilización, organización y concientización del campo popular será lo único que terminará empoderando al gobierno para librar un combate decisivo contra el Covid-19 y la reacción de una derecha retrógrada y corrupta que ha hecho de la defensa de una banda de estafadores como el directorio de Vicentin su única propuesta de salida a la crisis. No tiene más nada que ofrecer. Y sería fatal para este país que esa gente regresara a la Casa Rosada.

El pueblo es por ahora un coro silencioso, desmovilizado por la cuarentena. Pero llegado el momento puede irrumpir como en sus más gloriosas jornadas y romper el cerco creado en torno al gobierno e impulsarlo a avanzar por aquellas grandes alamedas que evocara Salvador Allende para impulsar las reformas que exigen los retos actuales. Sin esta potencia plebeya que se manifiesta en las calles el gobierno podría sucumbir ante el peso descomunal del poder. Porque, a no confundirse: una cosa es el gobierno y otra muy distinta el poder. Y éste sigue estando en manos de los capitalistas con sus enormes riquezas, sus gigantescas empresas, la protección incondicional de “la embajada”, sus grandes medios de “confusión y manipulación de masas” y una justicia que fue complaciente con la infamia mayúscula de una “mesa judicial” instalada en la Casa Rosada y las operaciones de espionaje a opositores organizada por el muy “democrático y republicano” gobierno de Mauricio Macri. Será una lucha decisiva: el gobierno popular, que tiene los votos y gran parte de la opinión pública, pero que para gobernar necesita tener la calle, contra el poder del establishment, que tiene todo lo demás. No pasará mucho tiempo antes de que conozcamos el veredicto de este enfrentamiento, crucial para el futuro de la Argentina.

[1] De la Dictadura a la Democracia (Boston: 1993), pp. 83 y ss.

PROYECCIONES DESDE EL PASADO Y SUS CRISIS: ¿SIRVEN?

PROYECCIONES DESDE EL PASADO Y SUS CRISIS: ¿SIRVEN?

No es común encontrar cosas estas en el MDZ, pero esta nota es muy interesante. El autor aclara que sus observaciones no tienen valor de predicción, pero me parecen un buen aporte a la comprensión del mundo de hoy.

Es cierto que el análisis se centra en EEUU, pero estos patrones generacionales son interesantes para entender cómo se han tomado decisiones en ese país y el mundo.

En estas épocas, en que abundan las opiniones y teorías sobre cómo será el mundo después de la pandemia una nota bien fundamentada, sin pretensiones de boom para los medios, es útil. Para mí lo fue, espero que para ustedes también.

Nueva advertencia del historiador que predijo una grave crisis en 2020

Hace más de 20 años Neil Howe predijo que Estados Unidos viviría una crisis que llegaría a su clímax en el año 2020. Asegura que en tiempos como el actual ha sido cuando Estados Unidos se ha embarcado en grandes guerras.

BBC Mundo

https://www.mdzol.com/bbc-mundo/2020/6/24/nueva-advertencia-del-historiador-que-predijo-una-grave-crisis-en-2020-87713.html

MIÉRCOLES, 24 DE JUNIO DE 2020 · 08:59

Su vaticinio no lo hizo mirando una bola de cristal sino sobre la base de una controvertida teoría que este historiador, economista y demógrafo desarrolló en la década de 1990 junto a su colega William Strauss.

Estudiando la historia de EE.UU. desde 1584, estos autores encontraron una serie de patrones que les permitieron explicar la evolución histórica de ese país a partir de los cambios generacionales.

El resultado se plasmó en su libro Generations (“Generaciones”), de 1991, que dejó una huella duradera en personalidades tan dispares como el expresidente de EE.UU. Bill Clinton y Steve Bannon, exjefe de estrategia y antiguo hombre de confianza de Donald Trump.

Seis años más tarde, Howe y Strauss -quienes también son los responsables de haber acuñado el término de generación millennial para referirse a los nacidos a partir de 1982- publicaron otro libro, The Fourth Turning (“El cuarto giro”), en el que expandían su teoría.

En el libro postulaban que la historia estadounidense (y de otros países desarrollados) avanza en ciclos de cuatro cambios generacionales recurrentes que llevan a que cada 80-90 años se presente una crisis de gran magnitud como la que se produjo durante la Guerra Civil o en el período de la Gran Depresión y la II Guerra Mundial.

Entonces, los autores vaticinaron literalmente que “viene el invierno” y anunciaron una crisis que tendría su clímax en 2020.

Howe, quien en la actualidad trabaja como jefe de demografía de la consultora Hedgeye Risk Management, habló con BBC Mundo sobre ese vaticinio en el contexto de la crisis del coronavirus.

A continuación, ofrecemos una versión sintetizada de la conversación.

En sus libros usted predijo que en algún momento de 2020 en Estados Unidos ocurriría una gran crisis comparable a la de la Independencia o a la de la Guerra Civil. ¿Se parece esta pandemia por el coronavirus a la crisis que estaba esperando?

Lo que sugerimos es que la historia, no solo en EE.UU., sino también en muchas otras partes del mundo está impulsada por un ciclo de generaciones que se repite. Es casi como las estaciones del año. Cada período dura aproximadamente una generación, unos 20, 22 o 23 años más o menos.

Cada cuatro de estos periodos -lo que llamamos el Cuarto Giro- se produce aproximadamente entre 80 y 90 años después del comienzo de los primeros tres.

Eso realmente se alinea muy bien con las grandes crisis cívicas recurrentes en la historia de Estados Unidos: la Revolución Gloriosa, la Revolución Estadounidense, la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial y la Gran Depresión.

Y ahora aquí estamos de nuevo.

En la década de 1990 decíamos que estábamos en lo que llamamos el Tercer Giro, un período de gran individualismo que llegaría a su fin en algún momento de la primera década del siglo XXI.

Y que, si eso sucedía cerca de 2010, el nuevo ciclo probablemente duraría hasta 2030 y sería una era de crisis que duraría una generación, un poco como el New Deal y la II Guerra Mundial, que realmente comenzó desde finales de los años 1920 hasta finales de la década de 1940.

Nosotros sugerimos que la parte más agitada de esa era comenzaría en la década de 2020. Entonces, un punto de inflexión crítico sería el año 2020.

Ahora, por nuestra forma de ver el futuro, el Cuarto Giro probablemente arrancó con la gran crisis financiera y la Gran Recesión, que comenzó en 2008-2009.

Entonces, ocurrieron grandes cambios en la actitud de las personas en Estados Unidos hacia el globalismo, la desigualdad de ingresos y el populismo, etc.

Creo que este es el comienzo de la segunda mitad de esa era, que es el año 2020. Y tal como sucede, la crisis del confinamiento por la pandemia coincide perfectamente con el comienzo del clímax de esta era.

Entonces, (la referencia a) 2020 se debe a que es la segunda década de la era de la crisis en la que ocurre la mayor parte de la acción.

Ustedes hablaban de cuatro tipos distintos de generaciones. ¿Puede explicar esta idea?

Hay cuatro tipos diferentes de generaciones, nosotros los llamamos arquetipos. Uno para cada giro o era, entendidos como estos periodos de unos 20 años.

El Primer Giro se parece más a la primavera, es una era posterior a la crisis. En Estados Unidos ocurrió desde la mitad de la década de 1940 hasta principios de los años 60.

Fue un período de instituciones fuertes y un gran sentido del progreso nacional. Un momento en el que el individualismo, los inconformistas e incluso las minorías étnicas raciales eran dejados de lado. Una era de gran cultura mayoritaria. Y esto es típico de una era posterior a la crisis.

El Segundo Giro es un despertar. Es como el verano.

Es un momento en el que, especialmente por la nueva generación nacida después de la última crisis, todos quieren deshacerse de las obligaciones sociales y redescubrir su individualidad, su propio sentido de la pasión.

Son períodos de agitación, muy creativos y de transformación en la cultura, en los valores y en lo religioso, como ocurrió en los años 60 y 70.

Patrones de cambio generacional en Estados Unidos Teoría de Howe y Strauss

Primer Giro Generación silenciosa, nacidos entre 1925 y 1942

Segundo Giro Generación de los Baby Boomers, nacidos entre 1943 y 1960

Tercer Giro Generación X, nacidos entre 1961 y 1981

Cuarto Giro Generación Milenial, nacidos entre 1982 y 2004

Source: The Fourth Turning

El Tercer Giro toma las lecciones del reciente despertar sobre la necesidad de consentir al individuo.

En Estados Unidos comenzó a principios de los años 80 y duró hasta principios de los 2000. Se inició con la revolución Reagan: menos impuestos, menos regulación, más tolerancia ante una mayor desigualdad y ante las diferencias entre los individuos; y menos énfasis en la cohesión social.

Las décadas del Tercer Giro, como las de 1980, 1920 o 1850, son períodos de cinismo y malos modales. La gente vive su vida de la forma que quiere, independientemente de la comunidad. Todos estamos orgullosos de nosotros mismos como individuos, pero estamos muy desalentados con respecto a nuestra identidad cívica.

El Cuarto Giro es un período de crisis política y social cuando nos reinventamos cívicamente y renacemos como comunidad nacional.

De alguna manera ominosa, diría que hasta ahora en Estados Unidos estos siempre han sido períodos de guerra total. Todas las guerras totales en EE.UU. han ocurrido durante el Cuarto Giro. Y en cada Cuarto Giro ha habido una de estas confrontaciones.

No predigo que vaya a ocurrir una guerra total, pero sí creo que la guerra expresa o refleja parte de la urgencia comunitaria que típicamente vemos en estas crisis: el populismo se fortalece, la comunidad comienza a exigir mucho más a sus ciudadanos, las libertades individuales se debilitan.

Estas cosas suceden durante estos períodos que, por cierto, no ocurren solo en Estados Unidos.

Este nuevo crecimiento del populismo y el autoritarismo se produce en gran parte del mundo: en partes de Europa y, particularmente, en Europa del Este; en el sur y el este de Asia.

Si miras alrededor ves que esto es así. Líderes populistas que apelan a la mayoría etnocéntrica de su comunidad.

Este es un período peligroso en la historia. Y creo que, desde la II Guerra Mundial, gran parte del mundo está en un ciclo generacional muy similar.

Si usted fuera a aplicar su tesis generacional al momento actual ¿qué diría?, ¿qué estamos viendo? Y, más importante aún ¿qué ocurrirá a partir de ahora?

No estoy en el negocio de predecir eventos reales. Lo que hago es predecir estados de ánimo sociales, lo que hace que ciertos tipos de eventos sean más probables.

Lo que sí predigo es que, a medida que avance el 2020, veremos un aumento en los llamados de ambos partidos (Republicano y Demócrata) para que el gobierno haga más en lugar de menos.

Basta con mirar la crisis del coronavirus. Ahora todos son socialistas. Nunca he visto tal transformación: en el Congreso no queda un solo legislador que sea conservador en términos fiscales. Incluso en el lado republicano, todos están pidiendo más billones.

Probablemente tendremos otra ley de estímulo a la economía con más billones en subsidios para negocios, para trabajadores, para todos.

Ya estamos volviendo a dar prioridad a la comunidad y, al final, esto costará dinero real. Esto no vendrá con una tasa de interés del 0%. Más tarde, alguien tendrá que renunciar a algo para pagar esto.

Es eso o tendremos tasas de interés cero para siempre y nuestra economía nunca volverá a crecer. Y, por supuesto, esa sería una situación aún más sombría, lo que provocaría un descontento aún mayor.

Entonces, creo que ya estamos lanzados. Ya hemos entrado en la segunda mitad del Cuarto Giro con esta reciente pandemia y la respuesta de las políticas públicas a la misma.

También creo que las elecciones de 2020 serán un evento muy disputado y que van a transformar Estados Unidos, cualquiera que sea el lado que gane.

En estos momentos parece probable que sea el Partido Demócrata, pero todavía faltan varios meses. Hay muchas posibilidades.

Si los demócratas ganan y exprimen su ventaja, creo que incluso podríamos correr el riesgo de secesión en Estados Unidos. Creo que tal vez habrá algunos estados no van a acompañar (al gobierno federal).

Por supuesto, esto ya sucedió antes en la historia del país.

¿Cree realmente que las cosas pueden llegar tan lejos?

Esto es menos probable si los republicanos ganan, porque creo que los demócratas piensan que controlan la clase que dirige las instituciones nacionales.

Siempre pensé que era más posible si los demócratas ganan: imagine si hay una regulación o algún nuevo impuesto y varios estados rojos (republicanos) dicen “no vamos a pagar eso, no vamos a seguir adelante”.

Eso plantea un problema real y es interesante cómo el gobierno nacional puede enfrentar ese dilema: si no hace cumplir esa regla, se debilita permanentemente. Este es un problema real. Este es el momento de la verdad.

Pueden ocurrir muchas otras cosas. La generación millennial, que siente que nunca alcanzará el nivel de vida de sus padres, puede, a través del voto, llevar hacia un cambio completo de nuestras instituciones económicas.

Esto, como ocurre siempre, desatará una cierta oposición.

Este momento se parece mucho a la década de 1930: ruptura de alianzas internacionales, aumento de los autócratas en todo el mundo, auge del populismo y un enorme descontento por la situación económica que conduce hacia grandes transformaciones de los gobiernos y, en última instancia, hacia una redefinición completa de la ciudadanía y de las propias instituciones públicas.

Con respecto a las próximas elecciones, según su teoría generacional, deberíamos enfrentar un choque entre los baby boomers y la generación millennial. Pero, en cambio, tenemos a Joe Biden y a Donald Trump…

El líder no es realmente importante.

Biden es interesante porque es miembro de la generación silenciosa, la primera en la historia de Estados Unidos que nunca llegó a la Casa Blanca. Pasamos de George Bush padre, que fue miembro de la generación G.I. que luchó en la II Guerra Mundial, a Bill Clinton, que nació después de ese conflicto (boomer).

Es la primera vez que una generación entera ha sido dejada de lado en términos de liderazgo nacional.

Llama la atención que los estadounidenses, en un momento de mayor crisis, miren con mayor favor a un miembro de una generación que siempre creyó en el compromiso y el consenso.

La generación silenciosa creció durante la crisis y llegó a la mayoría de edad durante el Primer Giro, así que siempre han sido muy reacios al riesgo. Les ha ido muy bien económicamente. Siempre juegan conforme a las reglas.

No ayudaron a construir el sistema porque aún eran niños, pero siempre han sido leales y nunca se cansaron de servir al sistema.

Siempre han sido buenos ciudadanos, a diferencia de los boomers que llegaron a la mayoría de edad destrozando el sistema.

Llama la atención que la otra alternativa en el Partido Demócrata era Bernie Sanders, un miembro de la generación silenciosa que era muy popular entre los millennials.

Sanders estaba feliz con los millennials. Biden no es tan popular entre ellos, particularmente entre los millennials blancos.

Él no era el candidato favorito de nadie, quizá con la excepción de los afroestadounidenses mayores que tienden a estar un poco más a la izquierda en política económica y en asuntos relacionados con los derechos civiles y la justicia social, pero que también son muy conservadores culturalmente.

Es cierto que Biden goza de un apoyo tibio, pero es muy interesante que los demócratas tomaron una decisión muy consciente de apoyar unánimemente a este candidato que quizá no era su primera opción. Pero dijeron: “Vamos a movernos juntos, vamos a cambiar Estados Unidos, vamos a reemplazar a Donald Trump”.

Si encuestas a los millennials en el Partido Demócrata, te dirán que Biden no era su primera opción para muchos de ellos, pero casi todos votarán por él. Aquí también hay un enorme contraste partidista.

Creo que en las elecciones de 2020 ellos van a romper todos los récords de participación de adultos jóvenes y estimo que increíblemente dos tercios de los menores de 30 años de edad votarán por los demócratas.

En todo caso, aún deberíamos esperar un choque entre los millennials y los baby boomers…

Los millennials sienten que quieren un gran cambio del liderazgo de los boomers en las instituciones públicas. Creo que hay un sentimiento generalizado, también en la generación X, de que los boomers no son muy competentes como líderes cívicos.

Sin embargo, en la vida personal y familiar nunca hemos visto una generación tan cercana a sus hijos adultos jóvenes.

Los millennials y los boomers están extremadamente unidos en sus vidas familiares. Viven juntos mucho más que otras generaciones y no es solo por necesidad económica.

Los boomers siempre fueron muy protectores y afectuosos con sus hijos millennials, que siempre piden consejo a sus padres.

Sus críticos argumentan que usted y Strauss redujeron la historia estadounidense a una fórmula matemática y también que su teoría no pudo explicar eventos importantes como el 11 de septiembre. ¿Qué dice al respecto?

Si le preguntas a muchos historiadores académicos, dirán que la historia es una tendencia lineal continua de declive o caída, lo que creo que es poco creíble, o completamente aleatorio o caótica, en cuyo caso es irrelevante.

Yo no trato de predecir cada evento. Intento predecir movimientos básicos en los que se hace más probable que sucedan cosas.

En la década de 1990, uno de los grandes competidores a nuestra visión sobre el futuro era Francis Fukuyama con “El fin de la historia”.

Según él, los estados-nación se desvanecerían y viviríamos indefinidamente en una especie de capitalismo de mercado con individuos que solo competirían entre sí a través de las fronteras. Y ese era el final de la historia.

Diría que si ese es el estándar con el que nos comparan, creo que hicimos un mejor pronóstico.

Usted acuñó el término millennial cuando los primeros miembros de esa generación eran niños pequeños. ¿Cuál grande es la brecha entre lo que esperaba de ellos y cómo ellos son en realidad?

Cuando miras hacia atrás a cómo la gente pensaba sobre los jóvenes a finales de los 80 y principios de los 90, creo que predijimos correctamente algunos cambios enormes que para todos parecían completamente imposibles o improbables.

Cuando comenzó la década de 1990, la generación X ni siquiera tenía un nombre.

Doug Coupland finalmente les dio un nombre en 1992-93 y finalmente nos acostumbramos a la generación X y todos pensaron que había una tendencia en la juventud hacia el nihilismo, el cinismo y al aumento de la violencia.

Nosotros vimos un aumento continuo en la tasa de criminalidad. En realidad, alcanzó su punto máximo en 1984-85.

Vimos muchachos cada vez más distanciados de su familia, en una especie de cultura desesperada y completamente apáticos en términos cívicos. Ya sabes que el lema de la Generación X es “funciona para mí”.

También vimos chicos que estaban desprotegidos desde una edad temprana, que se criaban solos.

Esa es la historia de vida de la Generación X. Ellos crecieron durante la revolución del divorcio y no le importaban a nadie. Todo el mundo los pateó hasta la calle y allí se vieron obligados a navegar por la vida por sí mismos.

Así, resultaron ferozmente independientes, individualistas, algo cínicos, un poco salvajes y poco socializados. Esa era la imagen de un adulto joven a principios de la década de 1990.

Entonces, salimos con un libro que representa con precisión a la generación X, pero dijimos que venía una nueva generación y que históricamente ya antes habíamos visto este cambio.

Después de cada “despertar” viene este pánico moral sobre los niños. Y luego, de repente, la próxima generación es mucho más protectora.

Cuando llegamos al año 2000 y los millennials comienzan a alcanzar la mayoría de edad, predijimos que cambiarían completamente la imagen de los jóvenes: estarían mucho más cerca de sus padres, serían mucho más reacios al riesgo.

Dijimos que la tasa de criminalidad bajaría, que estarían más interesados en educarse y en obtener títulos y que estarían más orientados hacia la comunidad. En última instancia, se involucrarían mucho más en la política. Serían más optimistas sobre el futuro. Y se considerarían especiales.

Se demostró que teníamos razón. Y puedo decir que a principios de los 90 todos pensaron que lo que predijimos sobre los millennials parecía increíble.

La tasa de delitos violentos en Estados Unidos ha bajado 75% desde a principios y mediados de los años noventa. Eso se debe principalmente a los millennials. Creo que acertamos con esa generación.

Una cosa que predijimos que tardó mucho en cumplirse fue lo de su participación en política. Incluso hasta hace poco la gente se quejaba porque “los millennials no votan”.

Bueno, ahora lo hacen, así que creo que incluso esa predicción está comenzando a cumplirse.

Creo que los millennials van a cambiar la cara de nuestra vida cívica. Históricamente, durante un “despertar” vemos que la sociedad cambia el mundo interno de valores y la cultura.

Pero durante una crisis cambiamos el mundo exterior de la economía, la infraestructura y la política. Creo que ahí es donde los millennials serán mucho más decisivos.

Usted ha dicho que cada edad de oro comienza con una gran crisis. Así que ahora supongo que podríamos ser optimistas…

Las edades doradas casi siempre se refieren a una época después de una crisis que se resolvió con éxito e integró a la sociedad en un nuevo tipo dinámico de comunidad.

Eso generalmente le permite a la sociedad lanzar esta era dorada que a menudo las sociedades recuerdan como el momento en el que todos esperaban progresar y tener un futuro mejor.

Eso, ciertamente, no es algo que caracterice a Estados Unidos hoy.

BANDERAZO “EN DEFENSA DE LA PROPIEDAD PRIVADA”. ¿POR QUÉ?

BANDERAZO “EN DEFENSA DE LA PROPIEDAD PRIVADA”. ¿POR QUÉ?

Tomé una de las consignas enarboladas en los banderazos y caravanazos de hoy porque es un buen pie para presentar esta nota de Página 12. Hace un rato un contacto de Facebook al que le encanta cuestionar mis posteos, me reprochó que usara muchas notas de ese medio para mis blogs y posteos. Le contesté que, aunque busco en diversos medios, es en Página 12 donde encuentro material diferente del que la mayoría de los canales de aire y de cable y medios digitales ofrecen.

Esto es lo que pasa con el tema de Vicentín, como con el de la cuarentena, o situación económica, o cualquier noticia que se preste para desgastar al Gobierno.

La nota de Bruschtein muestra todos los aspectos que están confluyendo en esta movida que incita y promueve el macrismo. Recordemos que Patricia Bullrich llamó a transformarla en la Resolución 126, tratando que el campo en su conjunto salga a cortar rutas.

Claro, no es tan sencillo: mucha gente no comparte este uso de la situación de la mega empresa en concurso por mala y fraudulenta gestión para dañar a un Gobierno que está tratando de sacar al país de las situaciones más críticas que uno puede recordar, ni tampoco hay unanimidad de las organizaciones del campo.

Es cierto que el macrismo concentrado y fervientemente anti peronista adhirió a la medida como se opondría a cualquier otra que tomara este Gobierno, pero, si no fuera por la difusión sesgada que le dan los medios que menciono arriba, no tendría dimensión tan significativa.

De todos modos, está claro que la oposición del macrismo es total, y sin la menor intención de construir hechos políticos, sino de perjudicar lo más posible al Gobierno, sin ningún mea culpa del papel que tienen en la situación de Argentina, Vicentín incluido.

La idea es la siempre: que el que quiera entender mejor lo que nos pasa, tenga elementos para hacerlo.

ESPERO QUE LES SIRVA

El banderazo por Vicentín: La fuerza del dinero

Por Luis Bruschtein

https://www.pagina12.com.ar/273425-el-banderazo-por-vicentin-la-fuerza-del-dinero

Cambiemos y el radicalismo PRO se abroquelaron contra la expropiación de la corporación Vicentin que fue su mayor respaldo económico en las campañas electorales, con lo cual aparece como si la empresa hubiera comprado esa defensa. O sea: si cualquier millonario aporta lo suficiente a la campaña de una fuerza política, compra impunidad para recibir créditos irregulares del Banco Nación para después no pagarlos. La operativa se realizó cuando ellos eran gobierno y el titular del banco que la autorizó, Javier González Fraga, está relacionado con esa fuerza. Ante el fallo judicial contrario, el gobierno retrocedió de su impulso inicial de expropiar y se plantea, junto con el gobernador santafesino Omar Perotti, el desplazamiento del directorio actual y una intervención judicial que designe un Órgano Interventor de la megaempresa.

La defensa de Vicentin que hacen el radicalismo PRO y Cambiemos tiene los pies de barro: defienden a quien les dio mucho dinero para que fueran gobierno. Y cuando fueron gobierno, ellos le dieron mucha plata en condiciones de favoritismo, saltándose, los reglamentos del Nación. Y ahora volvieron a defenderlo.

Un banco privado nunca hubiera prestado 300 millones de dólares en esas condiciones. Y, de hacerlo, ahora estaría quebrado. El Nación no quiebra porque tiene respaldo del Estado. El PRO y Cambiemos, beneficiados por el dinero de Vicentin, tienen responsabilidad en el desfalco al Nación, a los demás bancos y a las cooperativas y productores rurales, porque era su gobierno y sus funcionarios. Pero, amparados por la complicidad de las corporaciones mediáticas, disfrazan su defensa del turbio negociado con acusaciones de “inconstitucionalidad”.

Vicentín es mucho más que un conglomerado económico. Se respalda en ese poderío para proyectar su influencia sobre todo en la política, pero también en los medios y en la Justicia. La operatoria solamente hubiera podido funcionar amparada en esa trama vigorosa de influencias. Ahora, en coincidencia con los directivos que los financiaron, ese bloque demoledor de política, funcionarios judiciales, periodistas y corporaciones mediáticas se puso en movimiento para rechazar la expropiación propuesta por el gobierno.

El juez de la convocatoria de acreedores de Vicentin, Fabián Lorenzini, a cargo del tribunal Civil y Comercial de Reconquista, repuso en sus funciones al directorio de la empresa y designó a los interventores del gobierno nacional como simples veedores.

Es un directorio que le mintió sobre la situación de la empresa a sus mismos accionistas, gran parte de los cuales se han presentado ahora como perjudicados ante la justicia. Es el mismo directorio que mientras declaraba que no podía pagar sus deudas, vendía una de sus empresas en el exterior y recaudaba 120 millones de dólares.

Frente a la contraofensiva judicial y política del directorio de Vicentin, el gobierno, a través de la Dirección de Personas Jurídicas de la provincia de Santa Fe propuso ahora que la justicia designe una intervención y planteó que la encabece Roberto Gabriel Delgado, quien era el interventor designado por el decreto que rechazó el juez.

El organismo interventor controlará la empresa mientras dure el concurso de acreedores, o sea más que los dos meses que se había planteado en el decreto. El gobernador Perotti expresó que este mecanismo sustituye la idea de expropiar. Desde el gobierno nacional se insistió que el viejo directorio será desplazado y que el Estado tendrá intervención y decisión en la estructura que se genere.

El banderazo que se convocó para hoy forma parte de esa ofensiva de la oposición en defensa de la corporación que los financió. Aprovecha el malestar creado por la cuarentena y se constituye al mismo tiempo en una convocatoria para transgredirla en el peor momento de transmisión de la enfermedad. Los infectados ya son dos mil por día y los sistemas de salud están en un nivel de alarma amarilla, con más de la mitad de las camas ocupadas.

En la propaganda dan a entender que el gobierno amenaza la propiedad de las personas. Por el contrario, el control estatal trata de resguardar la propiedad de toda la sociedad, representada en una empresa pública –que es de todos, esta sí. Y también resguarda la propiedad que le fue expropiada por Vicentín a miles de pequeños y medianos productores de Córdoba y Santa Fe.

El banderazo es un acto bisagra en la relación de la oposición con el gobierno porque muestra la decisión de salir como lo hicieron durante la resolución 125. La movilización tiene en ese sentido un componente antiperonista muy fuerte que excede al conflicto con Vicentín. Esa es la parte del voto que nunca cambió y que respaldó a Mauricio Macri.

Pero también cabalga sobre el malestar que crea la cuarentena en sectores adonde no llegó la ayuda estatal, por retraso, por burocracia o porque no estaba contemplado. Y también hay cansancio en parte de los que han sostenido el aislamiento.

El acto romperá una cuarentena que ha sido tomada como ejemplo en todo el mundo. El prestigioso periódico norteamericano The Nation, contrastó esta semana las políticas sanitarias de Alberto Fernández con la de Jair Bolsonaro.

No hay Vicentin sin soberanía fluvial, marítima y logística | Modelo nacional que deje atrás la política portuaria alineada con el trazado geopolítico de las multinacionales

Los muertos por corona virus en Argentina están llegando a los mil. En Brasil, sin cuarentena, ya llegan a los 50 mil. Aun haciendo equivalencias por la diferencia de habitantes, las cifras del país vecino son muchísimo más altas y terroríficas. Sectores del macrismo cuestionan esta decisión por las pérdidas en la economía.

Es cierto, el PBI, en la comparación interanual, cayó algo más del 11 por ciento. Lo que ocultan los críticos de la cuarentena es que en Brasil, sin aislamiento, la caída de la economía ha sido aún más abrupta: más del 15 por ciento. La cuarentena de este gobierno salvó miles de vida y al mismo tiempo atenuó la caída de la economía con medidas dentro de sus recursos limitados.

La pandemia puso en crisis todos los postulados que aplicó Mauricio Macri. La meritocracia en términos de pandemia es la de Bolsonaro: que se salven los más aptos. En cambio, el gobierno argentino priorizó la responsabilidad social, es decir, la respuesta comunitaria, que el individualismo neoliberal desprecia.

El gobierno de Macri con los radicales PRO perjudicó la salud pública. Convirtió al Ministerio de Salud en Secretaría y redujo su presupuesto en más del 25 por ciento. El gobierno kirchnerista había dejado 13 hospitales prácticamente terminados en todo el país, siete de ellos en el conurbano que ahora serían decisivos en la lucha contra la pandemia.

A algunos sólo le faltó el equipamiento y todos tenían más del 80 por ciento de la obra avanzada. La gobernadora María Eugenia Vidal dijo que no iba a poner un peso en hospitales y se negó a terminarlos. Dijeron que inaugurar hospitales era pura demagogia. Pero ahora muchos de los que la votaron deberán atenderse en los hospitales que ha construido el gobierno, sobre la base de los que ya estaban.

Se dijo que la creación de universidades en el conurbano era demagogia “porque los pobres no van a la universidad”. Y esas universidades, junto con científicos y técnicos del CONICET han desarrollado kits de testeo para detectar masivamente a los enfermos. Está prevista su exportación porque son más baratos que los extranjeros. Se desarrolló un suero para atenuar los síntomas de la enfermedad y bajar su índice de mortalidad y se construyeron respiradores más baratos y sencillos que los anteriores.

Más que “defender la propiedad”, la carga antiperonista de la convocatoria al “banderazo” busca volver a un país sin cuarentena, sin hospitales, ni científicos, ni universidades públicas.

“EL QUE NO ENTIENDE EL PERONISMO NO ENTIENDE LA ARGENTINA” – Mario Bunge

“EL QUE NO ENTIENDE EL PERONISMO NO ENTIENDE LA ARGENTINA” – Mario Bunge

Me llamó la atención el título de la nota, y la leí con cuidado, aunque no es corta. Bunge se caracteriza por sus declaraciones provocadoras, y tiene adeptos y detractores.

La nota alterna elogios y críticas al peronismo -a Argentina también-, y me interesaron algunos fragmentos que reproduzco, pero está el link para el que le interese leerla completa.

Estoy de acuerdo con la afirmación que sirve de título, aunque seguramente los anti peronistas protestarían con ganas. El otro día veía unas encuestas en la que le preguntaban a peronistas y macristas a quién nunca votarían: el 14% de los peronistas eligió al macrismo, pero el 72% de los macristas mencionaron al peronismo. O sea que el macrismo es centralmente antiperonista lo que garantiza el rechazo a una afirmación como la del título, y asegura que la “grieta” se va a mantener.

Sin embargo, el peronismo es lo que nos hace diferentes, aunque hay otras expresiones de populismo latinoamericano semejantes. La diferencia es que el peronismo ha sido –y vuelve a serlo- Gobierno, y Bunge menciona algunas de las políticas y hechos positivos que hay en Argentina desarrolladas por los Gobiernos peronistas. Si analizamos, por ejemplo, el papel que tienen las organizaciones gremiales, podremos ver una diferencia clave respecto de otros países.

Me parece importante destacar el concepto del título, porque muchas cosas que el neo liberalismo capitalista que intentó gobernarnos descalificó e intentó erradicar son las que nos permiten desarrollar un país más justo para la mayoría de los argentinos, aunque la pobreza alcance niveles tremendos.

Comprendamos al peronismo para valorar y defender todo lo que nos hace un mejor país. Cambiemos lo que no sirva para eso, pero no aceptemos que nos quiten la educación y la salud públicas, o una jubilación justa, o un proyecto económico que genere el trabajo que necesitamos.

Es lo único útil en esta etapa crucial y difícil: entender qué es lo mejor para el país, pero mirálo vos, no dejés que ningún programa de televisión te maneje la opinión. Buscá otras miradas, otros criterios.

De última, tiene que ver con tu vida y la de los tuyos. Vale la pena.

“El que no entiende el peronismo no entiende la Argentina”

https://www.lanacion.com.ar/opinion/el-que-no-entiende-el-peronismo-no-entiende-la-argentina-nid1245326?fbclid=IwAR0b27SfW5akyZF_XMFGl1k01TuGKDmbBzpYerZ7MJhKC4sWd6Szd28HNAQ

21 de marzo de 2010 

Mario Bunge (físico, filósofo y epistemólogo)

“-Éramos tan apasionadamente antiperonistas que no fuimos capaces de hacer un análisis objetivo del peronismo. Más aún, usábamos categorías políticas europeas. Creíamos que el peronismo era una forma de fascismo. Y no lo es: es original, es un tipo de populismo. Creíamos también que Perón era bruto. Es falso. Era inteligente, no sólo habilidoso, y tenía cultura histórica, al fin y al cabo, era profesor de historia militar en el Colegio Militar. Lo menospreciamos y por eso no lo entendemos. Gino Germani, que fue el fundador de la sociología moderna en la Argentina, se fue del país en 1966 y al año siguiente me visitó en Montreal. Le pregunté: “¿Por qué te fuiste de la Argentina? ¿Por la persecución? No -me dijo-, me fui porque fui incapaz de entender al peronismo. Todavía hoy no lo entiendo”. Y es así: quien no entiende al peronismo no entiende el país.”

“-Algunos imaginaron que la crisis financiera internacional iba a permitir que surgiera un capitalismo distinto, más “sensible”. ¿Estamos a tiempo de esperar algo semejante? -Hubo cosas positivas y negativas. Hay que empezar por averiguar por qué China y la India son los dos únicos países en el mundo cuya economía ha crecido en los últimos doce meses. Ambos son proteccionistas y no son neoliberales. La India se ha salvado de los tsunamis financieros, en particular, porque regula el mercado financiero y no permite las especulaciones. Y a China le falta democracia, pero también está avanzando en ciencia y técnica a pasos agigantados. A propósito de esto, ¿sabe cómo se manejan las finanzas internacionales en este momento? Hay un cuento que lo ilustra. En un pueblo turístico de Europa, llega de pronto un alemán muy rico al único hotel del lugar, deja en el mostrador un billete de cien euros y le dice al dueño: “Me gusta mucho el lugar y quiero estudiar la posibilidad de pasar una semana acá. ¿Me permite mirar las habitaciones?” “Sí, suba, las habitaciones están todas abiertas”, le responde el dueño del hotel, que sale corriendo y le lleva el billete de cien euros al carnicero para saldar una deuda. El carnicero sale corriendo con el billete para pagarle al proveedor de alimentos para sus cerdos. A su vez, el proveedor de alimentos para cerdos va corriendo con ese billete y le paga a la prostituta una deuda por sus servicios. La prostituta toma el mismo billete de cien euros y lo deja en el mostrador del hotel para pagar la deuda que tiene por haber alquilado las habitaciones. Entonces, al cabo de un rato, baja el turista alemán y le dice al dueño del hotel que no le gusta ninguna de sus habitaciones, toma el billete y se va. Han transcurrido nada más que cinco minutos, nadie hizo nada, nadie produjo nada, pero todo el mundo está feliz porque todas las deudas han sido saldadas (risas). En esto consisten las grandes finanzas. Detrás de estas grandes manipulaciones no hay nada. Hay gente que se arruina, pero nadie se beneficia. Es monstruoso.”

¿CÓMO TIENE QUE SER LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN LA “NUEVA NORMALIDAD”

¿CÓMO TIENE QUE SER LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN LA “NUEVA NORMALIDAD”

La frase “nueva normalidad” se escucha por todos lados, aunque no se sepa qué será, y si se la podrá llamar normalidad, por lo menos en el sentido que tenía.

Se multiplican los opinólogos que hablan de que se había escondido la basura debajo de la alfombra y que la pandemia ha sacado todas esas miserias a la luz.

Resulta llamativo que Luis Rosales, aggiornado columnista de América, opine esto cuando fue candidato a Vicepresidente de Espert, que cuestionó el neo liberalismo de Macri porque había sido demasiado tibio y no había tomado medidas que nos hubieran sumergido, aún más, en el desempleo y la pobreza.

Sin embargo, muchos/as habíamos cuestionado y/o denunciado las desigualdades y asimetrías del mundo, y, sobre todo, de América Latina.

Ya los pueblos latinoamericanos habían salido a reclamar un cambio del sistema que les proporcionara mejores condiciones de vida: ingresos dignos, educación, salud, etc. Eso pasó en Chile, Ecuador, Colombia, y ahora, en Brasil.

Sin embargo, el problema no es solo lo económico, porque el tema de la participación ciudadana es clave, y la nota de Rocío Annunziata es útil para que empecemos a pensar en eso y en cómo podremos mejorarla, cualitativa y cuantitativamente, en el mundo después del coronavirus, y, en lo posible, empezar con acciones concretas ahora porque no será fácil lograr que los que propiciaron aquella normalidad injusta y desigual renuncien a sus negativos logros.

SEAMOS REALISTAS: EL MUNDO FUE –Y ES- ASÍ PORQUE ALGUNOS POCOS TRABAJARON PARA ELLO, Y OTROS MUCHOS LO PERMITIERON.

LA GRIETA EXISTIÓ SIEMPRE, POR LO MENOS TRABAJEMOS PARA QUE LOS QUE ESTÁN EN EL LUGAR EN QUE SE SUFRE MÁS SEAN MENOS.

PARA ESO, HACE FALTA MÁS Y MEJOR PARTICIPACIÓN CIUDADANA.

¿Democracia en pausa?

LA NUEVA NORMALIDAD DE LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA

Por Rocío Annunziata Ilustración Sebastián Angresano

https://revistaanfibia.com/ensayo/la-nueva-normalidad-de-la-participacion-ciudadana/

Desde los ’80 hasta la pandemia del Covid-19, las políticas de participación ciudadana se multiplicaron al punto de ser una marca de nuestra región hacia el mundo. La pausa obligada por el aislamiento social plantea nuevos desafíos para que este espacio no se vacíe y reafirme su sentido de justicia social. Rocío Annunziata transcribe la memoria del debate Ciudadanía y Pandemia: ¿la democracia en pausa? del proyecto Partícipes, organizado por Fundación Avina y Revista Anfibia.

Cuando pensamos en la idea de “participación ciudadana” es inevitable imaginar una reunión de muchas personas en contacto unas con otras, ocupando un espacio público y dialogando “cara a cara”. Participación y aislamiento social no combinan nada bien. Por eso, entre las tantas actividades que parecen haber sido puestas en pausa por la pandemia del COVID-19, ésta es una de las que más inquietudes genera a quienes esperan la reactivación en la nueva normalidad.

Las instituciones participativas -instancias promovidas por los gobiernos, sobre todo de nivel local, que invitan a la ciudadanía a tener voz-, no hicieron más que multiplicarse desde las primeras experiencias latinoamericanas de fines de los ochenta, las que pusieron a la región en el lugar del laboratorio de innovación por excelencia en esta materia. América Latina fue emulada por otros continentes, y la expansión de estas prácticas cruzó colores políticos y etiquetas partidarias. Por mencionar sólo el ejemplo de la institución participativa más conocida, el Atlas Mundial de Presupuesto Participativo editado por Nelson Dias, Sahsil Enríquez y Simone Júlio cuenta más de 11.600 experiencias en todo el mundo en 2019.

¿Qué futuro tiene la participación ciudadana en las ciudades? ¿Cómo retomar los desafíos pendientes y los que surgen a partir de esta coyuntura? ¿Qué pueden hacer las ONGs y los gobiernos locales en este contexto? Estas preguntas estructuraron el encuentro Ciudadanía y Pandemia: ¿la democracia en pausa?, organizado por Fundación Avina y Revista Anfibia en el marco del Proyecto Partícipes, el 19 y el 21 de mayo de 2020. Participaron más de 300 miembros de organizaciones de la sociedad civil de Córdoba, Rosario, Mendoza y Buenos Aires, funcionarios locales y público general.

1 La “antigua normalidad” participativa no era ideal

Una de las primeras impresiones que surgen ante la pregunta sobre lo que la pandemia puso en pausa al interrumpir las instancias participativas implementadas en las ciudades es que la normalidad de la participación que conocíamos no era perfecta. ¿Cómo estábamos antes del COVID-19?

Lo primero que habría que decir es que la “normalidad” de las instituciones participativas era seguir expandiéndose. Hay que reconocerlo: muchos las impulsaban como verdaderos insumos para sus políticas, otros como una mera estrategia de imagen. Lo cierto es que la tendencia señalaba la inclusión creciente de este tipo de instancias en los gobiernos locales. Una prueba de ello es la pregnancia que tuvo el paradigma del Gobierno Abierto en la gestión pública.

Que ésta fuera la tendencia no implica que todos esos espacios fueran igual de fuertes, genuinos y transformadores. En algunos casos, la normalización y masificación del paradigma iba de la mano de prácticas muy debilitadas. Por eso la versión más desplegada por el mundo en estos años es la que identifica la participación ciudadana con una herramienta administrativa y despolitizada para conocer las preferencias de la gente y gestionar con mayor eficiencia. Lo que se venía viendo cada vez menos, en cambio, era la puesta en marcha de instancias participativas que fomentaran la creatividad social, el debate y el conflicto, y que tuvieran un horizonte de justicia social.

Esto nos reconduce a dos temas que surgieron en los webinar de Partícipes. 1) Muchas veces las instancias participativas están contenidas en normativas virtuosas y tienen un diseño institucional que hace suponer que habrá una participación sustantiva, pero en la práctica la capacidad de estos espacios de involucrar a los ciudadanos y considerar sus propuestas realmente es muy baja. Virginia Romanutti, de Nuestra Córdoba, citaba el ejemplo de las Juntas de Participación Vecinal de Córdoba para ilustrar instituciones bien diseñadas que no se traducen en buenas experiencias.

2) Las instituciones participativas tienden a estar orientadas hacia las demandas individuales y cuesta pensarlas como ejercicios colectivos, como advertía Luis Cardoso, de Acción Colectiva. La concepción mayormente administrativa de las instancias de participación que surgen “desde arriba” se corresponde con formatos de participación fragmentada, que privilegian que cada participante se lleve algo del proceso, cristalizándose en inquietudes poco diferenciadas de reclamos individuales. Un tema de larga data es que el participante convocado suele ser más el vecino que el ciudadano.

2. La pausa no son cinco minutos

¿Qué consecuencias están teniendo la pandemia y el aislamiento social sobre las instituciones participativas? En el mundo y en Argentina, las miles que estaban funcionando quedaron en suspenso. La reunión de personas en espacios públicos no está a la orden del día, por prohibiciones explícitas o por prudencia sanitaria. A este inconveniente indiscutible se suma el hecho de que, en Argentina, muchas gestiones gubernamentales acababan de asumir cuando llegó la pandemia y estaban recién ideando sus nuevos ámbitos participativos o analizando el estado de las instituciones heredadas.

En las situaciones de excepción los gobiernos tienden a cerrarse y a centralizar las decisiones. Como se advirtió en este encuentro, el argumento de que sería irresponsable o imposible planificar políticas en esta situación de crisis y urgencia es esgrimido por los funcionarios. ¿Cuán factible es escuchar muchas voces para decidir en este contexto? Facundo Heras –de Nuestra Mendoza- explicó que los gobiernos supieron dialogar muy bien con los sectores económicos en la creación de protocolos para habilitar actividades, y que ésto prueba que podrían dialogar de igual modo con las organizaciones comunitarias para atender a las necesidades de los territorios, como las ollas populares.

La combinación de aislamiento social, desconfianza interpersonal y gobiernos que se cierran puede significar un golpe muy duro para las instituciones participativas, que siempre han estado caracterizadas, incluso en la normalidad, por una gran volatilidad y dependencia de los cambios de gestión. Lo más probable es que la gran mayoría de estas instancias no se recuperen en el corto plazo.

3 ¿La “nueva normalidad” será digital?

Una de las estrategias posibles para enfrentar la pausa sería “digitalizarlo” todo, como sucede con mucho de nuestras vidas cotidianas. La incorporación de nuevas tecnologías para la participación en las ciudades ya venía en aumento, pero hoy puede presentarse como una alternativa salvadora. Así lo contaban los funcionarios que intervinieron en el segundo encuentro de Partícipes. Godoy Cruz (Mendoza) está buscando convertir su Presupuesto Participativo en un Presupuesto Participativo online, con el apoyo del Proyecto Cónsul, una plataforma creada por la gestión anterior del Ayuntamiento de Madrid. Este es también el modelo con el que se desarrolla desde 2017 BAElige, que permite cada año a los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires decidir el destino de 600 millones de pesos. Rosario, la ciudad argentina cuyas instituciones participativas se han hecho famosas en el mundo, ensaya realizar las reuniones de sus consejos barriales por Zoom.

La posibilidad que brindan las herramientas virtuales están también influyendo en formas de participación que promueven los gobiernos locales más allá de las instituciones participativas propiamente dichas: la comunicación directa con los vecinos a la que apunta Rosario, o el programa de voluntariado Mayores Cuidados que impulsó CABA son buenas ilustraciones. En todo caso, miembros de equipos de gestión de los gobiernos locales coinciden en que los recursos virtuales o digitales formarán parte del paisaje de la “nueva normalidad” de la participación.

Pero no todas las realidades son adaptables a la virtualización o digitalización de sus instancias participativas. La localidad de Maipú (Mendoza), por ejemplo, viene trabajando con un Presupuesto Participativo orientado a las áreas rurales que difícilmente podría transformarse en online. No solo es una cuestión de brecha y conexión. En lo que se refiere a la digitalización de las instituciones participativas la biblioteca está dividida. Algunos expertos se preocupan por si las herramientas digitales tienden a eliminar los momentos de deliberación y debate: es posible hacer propuestas online, es posible votar proyectos online, pero es mucho más difícil discutir ideas y llegar a propuestas colectivas si falta el encuentro “cara a cara”. En este sentido, uno de los desafíos para el futuro de las instituciones participativas será que la incorporación de lo digital no vaya en detrimento de instancias capaces de producir deliberación.

4. Puede ser una pausa creativa

El paréntesis en el que se encuentran las instituciones participativas puede representar también una oportunidad, una pausa creativa en la que surjan herramientas que terminen por mejorar algunos aspectos de la “antigua normalidad” de la participación. Otro ejemplo: quizás los Presupuestos Participativos digitales atraen una participación social más numerosa, y no sólo a quienes participan siempre, que disponen del tiempo para trasladarse y estar, como notan en la ciudad de Godoy Cruz.

Aquí está la otra parte de la biblioteca: la participación online puede ser más inclusiva en la medida en que se integra más fácilmente a la vida cotidiana y no exige la presencia física en horarios imposibles para muchos. Otro ejemplo es el que acabamos de mencionar de los encuentros de consejos barriales por Zoom; ¿podrán estos formatos revertir la difícil relación entre lo online y la deliberación?

Encontrar formas para mantener latentes las instancias participativas es el imperativo actual. Pero a la vez podemos usar la pausa para repensar la normalidad. Como sostuvo Matías Bianchi, de Asuntos del Sur, citando a Bruno Latour: “si todo está en crisis, podemos rediscutir todo”.

En la primera conversación Estrategias de la sociedad civil para sostener la participación ciudadana (19/5/2020) estuvieron Virginia Romanutti de Red Ciudadana Nuestra Córdoba (Córdoba); Matías Bianchi de Asuntos del Sur (Buenos Aires); Luis Cardoso de Acción Colectiva (Rosario) y Facundo Heras de Nuestra Mendoza (Mendoza). Moderó Hinde Pomeraniec.

En la segunda conversación Los gobiernos locales ante las demandas ciudadanas de participación (21/5/2020) disertaron Alejandra Torres (Secretaria de Planeamiento, Modernización y Relaciones Internacionales de Córdoba); Fernando Straface (Secretario General de Relaciones Internacionales de CABA); Laura Bartolacci (Subsecretaría de vinculación ciudadana de Rosario); Martín Appiolaza (Director de Prevención, Participación Comunitaria y Derechos Humanos de la Municipalidad de Godoy Cruz, Mendoza) y Gabriela Riveros (Directora de Planificación Estratégica de Municipalidad de Maipú, Mendoza). Moderó Hinde Pomeraniec.