La idea de escribir sobre este tema me vino después de una charla con una persona que me atiende de mis problemas de artrosis.
Hablando de las elecciones que habían tenido lugar hacía poco, este muchacho me señaló, con mucha vehemencia, sus críticas a un sistema político y económico que ya no tenía vigencia y que debía ser cambiado, acusando a nuestras generaciones de no darnos cuenta de esa caducidad.
Empecé a pensar en cuanto tenía que ver con este planteo su edad y la generación a la que pertenecía. Ya se me había planteado este tema de lo generacional a la luz de noticias o conversaciones en las que manifestaban actitudes semejantes a la que describo, por lo que decidí conocer algo más sobre el tema.
Esta persona tiene 37 años, o sea que nació después de 1980. Por lo tanto, pertenece a los “Millennials” o generación Y, que son los nacidos entre 1981 y 1996, aunque hay algunas opiniones diversas; en general, se consideran a los primeros años de la década de 1980 como los años de inicio y a los de finales de la década de 1990 y principios de la del 2000 como los años de finalización de la Generación.
Podemos intentar una breve descripción, con algunos elementos predominantes sobre los que hay consenso: son una generación digital, hiperconectada y con altos valores sociales y éticos. Algunos son “hípsters” y otros son más del lado “mainstream”. Pueden abrazar nuevos valores y también ser fans de lo “vintage” y lo “retro”. Se estima que son un 23 o 24% de la población, son el público que se resiste a las empresas, reta al sector bancario para que los conquiste, son creadores de contenido e influyentes entre su público.
Intentaré una breve cronología generacional, usando datos de Wikipedia.
Empezaré con la generación silenciosa, que se refiere a las personas nacidas entre 1928 y 1945. Aclaro que estos estudios se basan en gran manera en EEUU y Europa, y desde allí se amplían los análisis, pero me sirven para la ubicación de las cohortes.
La siguiente es la de los baby boomers (que me incluye), que se refiere generalmente a las personas nacidas entre 1946 y 1964, durante la explosión de natalidad posterior a la Segunda Guerra Mundial, y de ahí su nombre.
La generación X (gen X para abreviar) es la que precede a los milénicos. Se la suele utilizar para los nacidos entre 1965 y 1981. También se la llama Generación MTV.
Después de los Millennials aparece la Generación Z, o sea los Centennials. Entre la mitad de la década de 1990 y mediados de la década de 2000 está su nacimiento, y hay poco consenso sobre su terminación. Se estima que el 23,7 % de la población mundial pertenece a esta cohorte.
Finalmente, tenemos a la Generación Alfa, llamada así por ser la primera que nace completamente en el siglo XXI, la que abarca desde los primeros años de la década de 2010 hasta algún momento de la década actual, según ciertas estimaciones.
A nivel global, la generación del Milenio es una cohorte más amplia que las anteriores. Concretamente, se estima que representan cerca del 24,0% de la población mundial, un tamaño muy superior al de las generaciones X (19,5%) y a la del baby boom (17,0%).
En una estimación rápida, podemos afirmar que Millennials y Centennials representan hoy más del 55% de la población del planeta y que en el 2025 controlarán el 47% de sus fondos. Por lo tanto, creo importante tratar de entenderlas porque es evidente que hay cosas en ellas que las diferencian bastante radicalmente de las anteriores.
Ambas generaciones deberán enfrentar: tasas de desempleo sin precedentes; inestabilidad geopolítica acrecentada por el terrorismo y el auge de los nacionalismos; brecha, fractura y desigualdad social; recesión económica y los efectos de las tecnologías en los antiguos sistemas económicos y de producción y el auge de lo volátil, incierto, complejo y ambiguo.
¿CON QUÉ CUENTAN?
NO ES POCO
El impacto de la tecnología ha generado en ellos nuevas formas de entender la vida. Ahora se comparte todo en internet. La diferencia es que los millenials son inmigrantes digitales. Son los que nacieron en una época analógica (o muy incipientemente informatizada) y emigraron al mundo digital, ahora cotidiano; en cambio, los centennials son nativos digitales, es decir, nacieron en la era de la tecnología y crecieron con ella.
Los millennials y los centennials han llegado para darle un giro al sector educativo: los modelos actuales no se ajustan a sus demandas ni están articulados con lo que las empresas les exigen.
Las nuevas tecnologías y la globalización de los procesos han democratizado el acceso al aprendizaje y ahora cualquiera puede formarse a través de una pantalla. La oferta educativa se amplió y cualquier persona puede especializarse desde su casa.
Tienen un compromiso mucho más férreo con los problemas sociales, medioambientales, políticos y económicos.
¿HAY DIFERENCIAS ENTRE LAS DOS GENERACIONES?
ALGUNAS
Los millennials todavía toleran los modelos empresariales jerárquicos. Están impulsando un cambio de paradigma sin precedentes en el mundo laboral: son estos jóvenes los que exigen a las compañías que se amolden a sus necesidades. El problema es que cuando ingresan en el trabajo de sus sueños “no son felices”.
No dejan la vida en el trabajo, no son “workaholic” (quizás observaron que sus padres sí lo fueron, y lo hacen distinto).
Son emprendedores y creativos, intentan vivir de lo que aman hacer. Son idealistas.
Muy adaptados a la tecnología. La vida virtual es una extensión de la vida real. Sin embargo, conservan algunos códigos de privacidad en relación a lo que exponen o no en Internet (a diferencia de los Centennials, que comparten todo).
Los Centennialls son más impacientes, más competitivos y tecnológicos que sus antecesores y buscan que la formación que reciben tenga utilidad real en su futuro laboral, de cara al contexto de globalización en el que se desarrollan.
Se espera que impulsen los sistemas de economía colaborativa y rompan con la estructura piramidal al interior de las empresas.
Aman viajar, conocer el mundo, y subir las fotos a las redes sociales.
Permanecen en sus trabajos un promedio de dos años, a diferencia de la Generación X y los Baby Boomers (más estables). Es por eso que las empresas enloquecen armando políticas de “fidelización”.
Autodidactas (aprenden por tutoriales), creativos (incorporan rápido nuevos conocimientos y relacionan bien) y sobreinformados (alta propensión al consumo de información y entretenimiento).
Les preocupa encontrar una vocación acorde a sus gustos, conocerse a sí mismos y aceptar las diferencias, en un mundo cada vez más globalizado.
¿DEBILIDADES?
LAS TIENEN
La generación Y tiene poca autoestima y necesita el reconocimiento que les brinda un like en las redes sociales. Es la generación más propensa al suicidio. Los centennials son más realistas porque tienen mayor capacidad y rapidez en el análisis de datos, aunque siguen recurriendo a internet para buscar la aceptación del resto y no se despegan de su smartphone.
A los Millennials la revista Time los catalogó en 2014 como la generación del yo-yo-yo, y es la más propensa a la frustración.
Es cierto que, más allá de que la duración de las cohortes demográficas sea de más o menos veinte años, la cantidad y calidad de las cosas que suceden en ese intervalo se ha modificado en gran manera en los últimos cincuenta años.
Por lo tanto, si bien podemos observar continuidades y semejanzas entre estas generaciones –y, claro, con la Alfa-, la brecha con las anteriores es amplia, y cualitativamente profunda.
He tratado de hacer un paneo de las cohortes que, de alguna manera, conviven en el mundo contemporáneo. Normalmente, sigo la metodología que aprendí como estudiante y ensayista, con citas detalladas y rigurosidad académica, pero se me hizo dificultoso en este tema con fuentes de diversos tipos, así que solo voy a citar un trabajo en PDF que me pareció claro y útil. Se trata de “LOS MILLENNIALS Y CENTENNIALS: DESAFIOS PARA LA EDUCACIÓN” de la CONFEDERACIÓN INTERNACIONAL DE EDUCACIÓN CATÓLICA (CIEC). También he consultado Wikipedia y la BBC, entre otras fuentes.
Ahora voy a tratar de sintetizar, para terminar la entrada, algunas opiniones nacidas de mi visión y experiencia personal.
Estas generaciones, nacidas y desarrolladas con la vertiginosidad del mundo contemporáneo, no terminan de entender que la humanidad tiene una historia mucho más larga.
De muchas maneras seguimos siendo cazadores y recolectores, o sea, el sistema de sustento del Paleolítico y Mesolítico, practicado aún por algunos pueblos. La caza y recolección fue la primera adaptación de la humanidad que se llevó a cabo con éxito, ocupando al menos el 90% de la historia de la humanidad. La especie humana, desde su existencia hace 300.000 años hasta hace diez mil años, sobrevivió de esta manera, y es lo que nuestro inconsciente guarda, por eso, seguimos manteniendo las formas de vida que nos aseguran la supervivencia: luchar o huir, reproducirnos, alimentarnos, hacer reserva de lo que nos permite vivir.
Más allá de que manejamos tecnología impensada hace no tantos años, la sociedad no es tan distinta como ellos creen, y necesitamos que entiendan esto, que no caigan en la soberbia, porque en gran manera, su éxito generacional y el de todos/as los/las que seguimos habitando el planeta depende de un esfuerzo conjunto –de ellos/as y nuestro- porque la misma existencia de la especie está en real peligro, y no lejano.
Es real que a las cohortes anteriores nos cuesta entender y valorar algunas cosas para ellos evidentes, pero estamos en el mismo barco, y no creo posible salir de las situaciones que nos amenazan sin una comprensión y labor conjunta de lo que sucede y las soluciones posibles.
No solo estamos hablando de participación simbólica, sino efectiva, porque tenemos conocimientos y criterios válidos para el mundo actual. Muchos/as de los baby boomers estamos en actividad y nuestra experiencia es necesaria y tan valiosa como las de los millennials y centennials.
Un tema central es que parte de los problemas actuales tiene que ver con los poderes económicos concentrados, junto con los Gobiernos cooptados por ese proyecto injusto que sumerge en pobreza a una enorme parte de la sociedad y que destruye el medio ambiente, mientras desarrolla proyectos de turismo espacial.
No olvidemos que dentro de estos poderes están los medios de comunicación que ayudan a instalar la Matrix que acepta como verdad un importante sector de nuestra clase media urbana y que permite instalar Gobiernos que no tienen en cuenta los intereses de la sociedad, sino los de esos sectores de poder concentrados.
Cambiar esto supone una valoración de la política como único modo válido para transformar la sociedad y una acabada comprensión de sus problemas. El macrismo, en el marco de estrategias globales de los poderes de que hablo arriba, trabajó fuertemente en la descalificación de la política.
Esa estrategia funcionó: muchísima gente afirma que no les interesa la política, que es sucia, sin percibir que lo que existen son políticos ineficaces y/o corruptos, y que, al pensar así, deja abierto el camino para que esas corporaciones concentradas manejen la política en función de sus intereses con la colaboración de Gobiernos amigos o socios.
Conclusión: frente a la difícil situación que vive Argentina, el aporte de estas generaciones es muy importante porque incorporan una vocación de transparencia, idoneidad y honestidad que necesitamos imperiosamente, pero en el marco de la integración de todos los sectores que podamos aportar en ese proceso.
Alguna vez tenemos que romper la secuencia de crisis cíclicas que nos llevan a fracasos sucesivos. Hay otra oportunidad a pesar de todo, pero supeditada al encuentro e integración generosos de la mayoría de los sectores que puedan aportar a ese proceso.
Quiero hacer una reflexión preelectoral, dirigida a quienes votaron al FdT en el 2019.
El macrismo quiere que sintamos que la de mañana es una elección ejecutiva, y ha incrementado hasta el absurdo la estrategia de desprestigio del FdT. Desde el Gobernador queriéndonos asustar con que los mapuches van a invadir la Arístides (cuando lo leí no podía creerlo, tuve vergüenza ajena); Manes (siempre lo consideré una mentira, ahora, además, que es un mal tipo) abrazando a familiares del quiosquero muerto en adelante, hay una larga lista de aportes a lo que siempre fue su estrategia de bandera: que la gente odie al peronismo (les ha funcionado bien, fue un buen aporte de Durán Barba).
Creo que, más allá de los errores -que se están tratando de corregir- este Gobierno es mejor, bastante mejor -teniendo en cuenta que el de Macri fue el peor que conocí- que el anterior.
El título de abajo sobre Europa, que podría ser el de cualquiera de nuestras recurrentes crisis, me ayuda a plantear lo que quiero decirles a los que eligieron al peronismo para salir de la crisis que dejó el macrismo.
EEUU ha tenido el 6,8% de inflación anual, una cifra que no tenía desde 1992, y no podemos aislar a Argentina de esta crisis global a la que nos llevado la pandemia, que no ha terminado ni mucho menos, por lo que tenemos que esperar dificultades importantes en lo económico.
La macro economía está creciendo, y el empleo también, pero no es mi intención defender al Gobierno de esa manera, sino tratando de que la gente vea que, si votó al FdT en el 2019, su voto vale y que sería mejor que lo defienda porque se intenta ir en una dirección necesaria: la de los intereses de la mayoría.
Lo hecho en la pandemia es un buen ejemplo: estamos saliendo de una situación terrible, seguimos vacunando (soy mayor de 70, y pronto podré acceder a una tercera dosis), mientras muchos países no han resuelto el problema, como Alemania.
El problema, si el FdT pierde la elección, es que va a crecer una oposición que no ha hecho nada constructivo en ese papel, como tampoco lo hizo cuando fue Gobierno: por algo no los votaste.
Si gana algún legislador, lo va usar para perjudicar al Gobierno, aunque el costo sea la infelicidad de la gente.
Al Gobierno le quedan dos años de gestión, y creo que serán positivos, a pesar del panorama negro que se visualiza en el mundo. En el 2023 será el momento de evaluar y volver a elegir, esta no es la elección para eso.
Tampoco las opciones electorales justifican una vuelta atrás: la izquierda hace lo de siempre: denunciar y hablar como si tuvieran la verdad absoluta, y después, ser funcionales al anti peronismo; el Partido Verde, una opción interesante y útil en función de la situación crítica del tema ambiental, publica un spot con Vadillo usando un aerosol verde para echarle al kirchnerismo (nunca hablan de peronismo para descalificar más), (¿es todo lo que pueden ofrecer?) ; Milei (no conozco a los candidatos libertarios de otros lugares) es un esperpento incalificable.
De todos modos, Milei va a cerrar con Macri para ser parte una fórmula del 2023, así que no es una opción real: es una versión peor de lo mismo, aunque eso parezca difícil.
No olvidemos que Argentina en el 2019 logró algo muy difícil y valorado por las mentes progresistas de muchas partes: desplazar en su reelección a un Gobierno neoliberal por vías democráticas, aunque tuviera todo el apoyo de los poderes económicos concentrados con todo su aparato mediático, tanto nacionales como extranjeros.
Había separado esta entrevista de abajo a Jun Fujita Hirose porque, aunque compleja, tiene elementos muy interesantes para este momento de Argentina, y la recupero ahora para plantear alternativas que nos permitan como miembros de la sociedad ser agentes de los cambios que inexorablemente deben darse para asegurar la sobrevivencia de la especie.
Entrevista al filósofo y crítico de cine japonés
Jun Fujita Hirose: “El capitalismo está en una etapa de destrucción creativa”
Para Hirose, “en medio de la crisis generada por el coronavirus, el capitalismo se encuentra en una etapa “agónica” y de “destrucción creativa”.”
Dice la entrevista: “En otras palabras: el nuevo coronavirus es el “virus de destrucción creativa” con que se opera la “transición hegemónica” de Estados Unidos a China; el “estallido definitivo de un régimen de acumulación de capital que estaba en crisis permanente desde hace 50 años”.
…
“Cuando observás lo que está pasando en el mundo te das cuenta de que tenés que estar del lado chino para seguir tu crecimiento. Cuatro, cinco meses después del comienzo de la pandemia, Estados Unidos, Brasil, Japón acabaron por aceptar la existencia del fenómeno. Hay una formación de consensos de todas las economías del mundo”.
En este contexto que define Hirose, se observan algunos hechos diferenciales de etapas anteriores:
“A su vez, en el momento actual se están formando “dos grandes máquinas de guerra en paralelo” y en su alianza el autor encuentra un potencial revolucionario: se trata de “lxs trabajadorxs metropolitanxs abandonadxs por los viejos capitales en destrucción y los pueblos minoritarios en lucha para defender sus territorios contra las explotaciones neoextractivistas organizadas por los nuevos capitales en transformación”. “
Lo novedoso también, dentro de la problemática indicada antes, es que Hirose continúa analizando el tema desde la situación latinoamericana. Concretamente, se fija en Chile.
“Desde la aparición del zapatismo en 1994 hasta el actual proceso constituyente chileno no cesan de multiplicarse experiencias políticas verdaderamente innovadoras en América latina”, sugiere. Hace 20 años que en su país se encarga de “presentar nuevas prácticas y teorías latinoamericanas, dado que hay muy poca gente que lo haga”. Junto al colectivo Situaciones publicó el único libro en japonés sobre el desarrollo de “los nuevos movimientos en Argentina en la primera mitad de los años 2000”; y es el autor del primer texto en japonés sobre Ni Una Menos. Aprendió español en París, cuando vivía en una residencia universitaria junto a estudiantes mexicanos.
“Lxs trabajadorxs metropolitanxs devienen-revolucionarios cuando entran en alianza con los pueblos minoritarios, dado que la formación de los nuevos capitales corresponde perfectamente al interés de clase de lxs primerxs, por cuanto les crea nuevos empleos…”
En este planteo del tema del devenir revolucionario, aparece otro sector cuyo desarrollo consideré, desde antes de leer a Hirose, el fenómeno más transformador de esta última etapa de la humanidad: el feminismo.
“-Por un lado, desde mediados de los años 2010, el feminismo constituye el movimiento social y político más potente en el ámbito metropolitano en muchas partes del mundo y en América latina en particular. Por otro lado, las mujeres indígenas y afrodescendientes latinoamericanas luchan contra el colonialismo neoextractivista bajo el lema: “¡No se puede descolonizar sin despatriarcalizar!”. En Chile, lxs metropolitanxs devienen-mujer al aire de Lastesis, al mismo tiempo lo devienen los pueblos indígenas. A través del devenir-mujer lxs metropolitanxs se componen con los pueblos indígenas en un gran movimiento destituyente y constituyente. En Mil mesetas Deleuze y Guattari dicen que “todos los devenires comienzan o pasan por el devenir-mujer” (una forma del devenir-minoritario, en la cual los hombres se arrancan junto con las mujeres de la binaridad patriarcal de lo masculino-mayoritario y lo femenino-minoritario). Todo esto explica cómo lxs chilenxs llegaron a elegir a una mujer mapuche, Elisa Loncon, como presidenta de su asamblea constituyente.”
Siempre creímos que en América Latina estaba la clave para un mundo mejor, y en esto el feminismo está cumpliendo un papel fundamental.
Si hablamos de la necesidad de un devenir revolucionario para superar la situación a que nos ha llevado el neocapitalismo y los poderes concentrados, el feminismo es la carta brava para ese logro.
Se plantea en la entrevista:
“- ¿Cómo sería una revolución en el contexto actual?
-Si actualmente la supervivencia del capitalismo depende de la formación de nuevos capitales industriales y ésta última depende del desarrollo de explotaciones extractivistas, su pregunta se puede traducir en la de cómo impedir que se lleven a cabo los proyectos extractivistas en todas partes del mundo. Esos proyectos no se realizan cuando rechazamos todxs trabajar para ellos. ¿Cómo podemos llegar a tal rechazo generalizado? Cuando liberamos nuestro deseo de su subordinación a la lógica del interés, es decir, cuando todxs devenimos-revolucionarios. Es esa subordinación la que nos hace desear entrar o quedarnos en las relaciones salariales con el capital. En resumen, la revolución no se hace sin nuestro devenir-revolucionario.”
La tarea no es sencilla, a la luz de la realidad. En el párrafo final, Hirose plantea la salida en relación con las indispensables sostenibilidad y sustentabilidad que requiere el mundo:
“Podemos decir lo mismo en lo que respecta a la cuestión medioambiental: los acuerdos internacionales de protección ambiental pueden perfectamente coexistir con las actividades que los ponen en suspenso o ignoran, tales como las explotaciones extractivistas en el sistema capitalista. Definiendo el capitalismo como axiomática, Deleuze y Guattari lo presentan como un conjunto de problemas para los cuales no hay soluciones más que creativas. Lxs humanitarixs, por ejemplo, deben hacer un esfuerzo más, el cual consistirá en crear una solución más general que la de la universalización de los derechos humanos. Lo mismo para lxs ecologistas, que deben ir más allá de su lucha por los axiomas verdes y crear una solución más general, capaz de imponer un límite absoluto a la axiomática capitalista misma.”
O sea que lo que estamos haciendo no alcanza, es más, podría ir en contra de sus objetivos, en la medida en que lleguemos a creer que estamos realmente transformando el mundo, y, en realidad, serían ser acciones cosméticas bajo las cuales todo sigue igual, o peor –como podemos observarlo hoy.
Se me ocurren un par de reflexiones, aquí y ahora, o sea en Argentina, y América Latina.
Aunque de la muerte del Capitalismo se viene hablando hace bastante, solo tenemos en claro las consecuencias de su existencia, pero sería muy difícil anunciar cuál sería el final, ni cuándo sucedería.
Lo que sí tengo en claro es la necesidad de trabajar para que ese fin se produzca de la manera menos traumática posible, aquí retomo los que dice Hirose.
Habrá transformación real, solo “cuando todxs devenimos-revolucionarios”.
No estamos hablando en el sentido histórico de lucha armada, que conocemos y hemos vivido, sino de la comprensión de lo que nos sucede como sociedad global y local, y, a partir de allí, de la determinación de buscar, promover y defender hasta sus últimas consecuencias los acuerdos que permitan avanzar en la solución permanente y creativa de los problemas que están destruyendo la humanidad y el ambiente.
Frente a este planteo, se visualiza un problema creciente: el avance de sectores de derecha, en diferente grado, incluso fascistas y violentos.
Podría dar ejemplos, bastante cercanos, como el golpe de Añez en Bolivia, o Bolsonaro, pero, si observamos los resultados de las PASO, tenemos la posibilidad cierta de que figuras radicalizadas de derecha logren lugares en el Poder Legislativo de nuestro país.
Estos personajes conservadores, que incluso cuestionan al feminismo, que defienden la mano dura contra los movimientos sociales y como medio para combatir la delincuencia, no van a apoyar este “devenir revolucionario”, todo lo contrario.
Por lo tanto, hay que entender que es la sociedad es la que deberá generar los movimientos y acciones que necesitamos para avanzar hacia la transformación que se plantea. Deberá plantear a los/las políticos/as la necesidad de que propongan –como condición para ser votados- proyectos y medidas que permitan mejorar nuestra vida, pero eso supone no comprar candidatos de bajo nivel político. Por ejemplo, he visto una propaganda de Vadillo, un político que ha tenido actitudes interesantes, con un aerosol anti K, como elemento de atracción para que lo voten. Más allá de lo berreta que es el spot, que un candidato del Partido Verde no tenga nada mejor que proponer que hay que barrer al kirchnerismo para mejorar el país, es de una pobreza política extrema. ¿Nada mejor puede proponer el Partido Verde?
Creo que la sociedad viene votando bien: no le gustó el macrismo, y no lo votó; estaba desconforme con la situación económica que no ha mejorado, sobre todo para los más vulnerables, y no fue a votar, o votó otras opciones.
Espero que en estas elecciones sigamos así.
Hay que reconocer que es muy difícil tener elementos objetivos para sacar conclusiones válidas sobre lo que pasa en Argentina, pero hay que intentarlo. El objetivo de este blog es colaborar en que mejore la comprensión de que hablo.
Creo que nuestro “devenir revolucionario” tiene que ver con esto: entender, no dejar que no nos engañen, participar en las actividades de las organizaciones o grupos que proponen hacer cosas frente a lo que nos sirve o perjudica, incluso ser protagonistas de nuevas acciones.
Por ejemplo, no compremos la propaganda de plataformas o franquicias que son estrategias de los poderes económicos concentrados para precarizar el trabajo, como UBER o CABIFY en el campo del transporte.
Hay muchos lugares de trabajo y/o lucha, busquemos el nuestro: nos va la vida en ello.
Esta nota del siempre claro Raúl Zaffaroni me gustó mucho porque resuelve un tema siempre polémico: conflicto o no conflicto en la política (también vale para la vida).
Es cierto que pareciera que resolver un proyecto político sin conflicto, solo por consenso, es lo ideal, y no es la idea ensalzar el conflicto como estrategia central y permanente, pero la historia del mundo muestra que las transformaciones difícilmente se den solo por consenso, porque el status quo y sus interesen no van a ceder sus posiciones sin defenderlas.
Copio un párrafo de la nota:
“Es más que obvio que no siempre se sale bien parado del conflicto, pero el 48% que en 2019 votó contra los que estaban destruyendo el país, lo hizo siguiendo la bandera de una fuerza política nacional y popular, enmarcada históricamente en el movimiento emancipador que postula como objetivos estratégicos la soberanía política, la independencia económica y la justicia social.”
No voy a copiar muchas citas, todo lo contrario, porque lo importante es la lectura de la nota, y quiero partir de ella para aportar algunas ideas.
Como siempre, busco darle a la gente que me pueda leer bases para poder encontrar elementos objetivos de juicio que le permitan tomar las mejores decisiones posibles, partiendo de la base de que hay una gran dificultad para conocer lo que realmente sucede aquí, y en el mundo.
El planteo de los dos modelos que hicieron el Presidente y la Vicepresidente es verdadero, sin dudas. Es la manifestación argentina de lo que sucede en el mundo, con los matices que surjan en cada lugar.
Tampoco es nuevo: si no, ¿cuál es el sentido del título del libro que escribió D. F. Sarmiento en 1845: “Facundo o civilización y barbarie en las pampas argentinas “?
En alguna entrada dije que el 17 de octubre de 1945, cuando nació el peronismo, nació, simultáneamente, el anti peronismo.
También hubo anti yrigoyenistas que salieron a festejar el golpe de Uriburu el 6 de septiembre de 1930. Una de las primeras cosas que hizo este Gobierno de facto fue intervenir la U. Nacional del Litoral, así que está claro que la metodología de los que se oponen a los Gobiernos que defienden las causas de las mayorías tampoco son novedosas.
Sabemos que Macri no quería más Universidades públicas, como tampoco Vidal, así que debemos hacernos cargo de que la Educación pública que permite a los/las argentinos/as tener estudios universitarios gratuitos pertenece al modelo que propugna el actual Gobierno de la Argentina, no al que propone el macrismo.
Sería un insulto a la inteligencia de la gente seguir abundando en ejemplos. Tenemos cuatro años de Gobierno macrista llenos de ellos.
Entonces, el conflicto entre los dos modelos está, como siempre en nuestra historia.
“La pobreza y la pobreza extrema alcanzaron en 2020 en América Latina niveles que no se han observado en los últimos 12 y 20 años, respectivamente, así como un empeoramiento de los índices de desigualdad en la región y en las tasas de ocupación y participación laboral, sobre todo en las mujeres, debido a la pandemia del COVID-19 y pese a las medidas de protección social de emergencia que los países han adoptado para frenarla, informó hoy la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).” (https://www.cepal.org/es/comunicados/pandemia-provoca-aumento-niveles-pobreza-sin-precedentes-ultimas-decadas-impacta).
Tenemos las herramientas democráticas para hacer algo que mejore esta situación, que puede llevarnos a situaciones terminales, al igual que el deterioro ambiental, que es elegir Gobiernos que busquen el bienestar de las mayorías, no los acuerdos injustos, que acentúan la desigualdad y la pobreza.
Por supuesto, después están los aciertos y errores de los Gobiernos, cualesquiera que sean. No voy a entrar a analizar al actual, porque no es el objetivo de la nota, además de ser un tema trillado, más allá de que no nos sirva demasiado, pero estamos a mitad de un mandato, tal vez el más difícil que haya conocido, por lo tanto, no tendría sentido –y les hablo a los/las que lo votaron- retirarle el apoyo electoral al Gobierno y dejarlo en manos de una oposición que solo sabe destruir y falsear.
Esta crisis política que estamos transcurriendo demuestra que en el FdT hay capacidad de crítica, y estamos empezando una nueva etapa, que, si es exitosa, hará mejor nuestra vida; por lo tanto, quitarle capacidad de resolución por pérdida de mayoría legislativa, sería bastante suicida.
Incluso tenemos un lapso de un poco menos de dos meses para evaluar los resultados y perspectivas de esta etapa de la gestión. Por lo que estoy viendo, tienden a corregir los errores que le han reclamado al Gobierno, por lo tanto, unido a que estamos saliendo del periodo crítico de la pandemia, creo que seguramente veremos mejoras en nuestra calidad de vida, por lo menos, incipientemente.
De paso, hasta ahora hemos logrado contener la variante Delta, y no tenemos otra ola, como tienen muchos países. Lo digo como ejemplo de que hay que tratar de analizar todos los aspectos de la gestión para no dejarnos llevar por la propaganda. Hoy se levantó la obligatoriedad de usar el barbijo en espacios abiertos, y sin aglomeraciones, y el Gobierno de la CABA, con el explícito apoyo de Clarín, no lo va implementar. Resulta extraño que el mismo Gobierno que mantuvo abiertas en escuelas, en las peores circunstancias posibles, ahora sea cauteloso.
Conclusión: antes de votar traten de tener buena información, y no voten por bronca o por amor. En las PASO el voto fue útil, y el mensaje llegó, ahora busquemos otros criterios, para que el voto nos sirva a nosotros/as, no a quienes no buscan el bien común.
En 2023 será el momento de la evaluación de la gestión y de la elección de nuevos actores.
E. Raúl Zaffaroni sostiene en esta nota que uno de los factores que incidieron en la derrota electoral del Frente de Todos en las primarias es el desencanto como consecuencia de no afrontar los múltiples conflictos que el poder económico, judicial y mediático le planteó desde el comienzo de su gestión. Zaffaroni afirma que el movimiento nacional y popular – que es el gran dinamizador del cambio en la sociedad argentina – siempre se vigorizó en la lucha en defensa de los sectores populares. Y esa defensa es resolución de problemas enfrentando los conflictos que producen.
Por E. Raúl Zaffaroni (para La Tecl@ Eñe)
Siempre es fácil criticar desde la tribuna a los que corren tras la pelota en el campo de juego. Si bien hay periodistas deportivos responsables que ilustran porque saben técnicamente lo que dicen, no cualquier “hincha” desde la tribuna reviste esas condiciones.
Pero una “goleada” como la del domingo impacta emocionalmente y la invitación a recomponerse y seguir adelante, no excluye que, sin caer en el juicio fácil ni pretender ningún monopolio de la verdad, haya algún “hincha” capaz de aportar algo, porque también desde la tribuna se tiene una visión más completa de la cancha y, en una de esas, en el entretiempo, es posible soplarle algo al técnico, que contribuya a revertir la situación, máxime cuando el riesgo futuro es el de un desastre de mayores dimensiones todavía que el que se recibió en 2019.
Vistas las cosas con la mayor frialdad posible dentro de lo humanamente exigible, ante todo no cabe duda que las dos pandemias -la del neoliberalismo y la del virus- dejaron una catástrofe, que es el contexto en que se debió gobernar en estos dos últimos años. A eso se sumó una situación institucional que no facilita las cosas, es decir, sin mayoría propia asegurada en las Cámaras del Congreso, con una justicia montada en parte “a dedo” con los “jueces propios” del “lawfare”, un ministerio público descabezado en manos de un funcionario a la medida de la oposición y una Corte Suprema en la vereda opuesta, no es precisamente el ideal. En lo económico, una deuda astronómica que se debe negociar esquivando “ajustes”. En lo social una marcada concentración de riqueza, con jubilaciones y pensiones por debajo de la línea de pobreza, inflación y descontrol de precios de alimentos, no son para nada buenos indicadores de mínima justicia social, teniendo en cuenta que en los cuatro años previos se había acentuado mucho la estratificación y consiguiente desigualdad social. En lo político, las cosas tampoco son sencillas, porque se cuenta con una fuerza política “frentista” que, si bien goza de una sana heterogeneidad y tiene una militancia envidiable, algunas veces parece agrupar más por el pánico que por el amor.
Todo ese paquete de elementos negativos lo cierra el moño del partido político de medios –llamado “medios hegemónicos”- y una oposición desalmada y jugada por los intereses financieros, que no respeta el menor y más elemental límite ético y a veces ni siquiera humano.
Pero sin perjuicio de todo lo anterior –que sólo alguien privado de los cinco sentidos podría negar- también debe reconocerse que, para el electorado, se hicieron algunas cosas mal o no se hicieron, y la reacción fue un garrotazo electoral que obliga a escuchar la “vox populi” y a pensar seriamente qué dice.
Esto último es ahora una verdad poco discutible, porque es obvio que algo determinó que una parte del 48% del 2019 decidiese dispersarse en forma que, desde un frio cálculo lógico no resulta racional, porque no se explica que quienes más sufren voten a quienes proponen derogar la indemnización por despido y emiten juicios elitistas desde Palermo, o bien no voten y les dejen el campo libre.
Pero esto no significa que esa parte del electorado sea “irracional” ni que se “corra a la derecha fascista”. Estas afirmaciones superficiales son falsas, implican una subestimación ofensiva a nuestro pueblo, que fue el mismo que votó hace dos años, y además son formuladas sin tener en cuenta que “derecha” e “izquierda” son conceptos que deben matizarse en una región victimizada por el tardocolonialismo financiero con disfraz “liberal”.
Estas simplezas olvidan que la “bronca” contra la injusticia no sale de la razón sino de la esfera emocional o afectiva, que hace que cuando alguien sienta una profunda “bronca”, le tire al otro con lo que tiene más a mano.
Es cierto que lo más determinante fue la economía, que privilegió lo macroeconómico en desmedro de lo “micro”, tal como lo señalan algunos protagonistas en sus primeras reacciones, pues por lo que sea, lo cierto es que no se logró revertir la pobreza que dejó la pandemia neoliberal. En consecuencia, no sólo será necesario escuchar mejor, sino resolver el problema. Pero para eso, entre otras cosas, también será necesario plantarse frente a los “formadores” de precios y, con toda seguridad, eso generará un conflicto.
También generaría un conflicto de máxima resonancia plantarse frente a una Corte Suprema que pondrá todos los obstáculos imaginables e inimaginables a cualquier medida económica fuerte, como lo demostró al asumir el papel de máxima autoridad científica en epidemiología y al no importarle que se haya condenado a alguien en base al dicho de un testigo sobornado. No menos estruendo conflictivo causaría confrontar con los jueces del “lawfare”, que continúan alegremente su campaña persecutoria con presos políticos y procesos inventados.
Más grave aún sería el conflicto que generaría restablecer la vigencia de la “ley de medios”, pues se volvería loco el partido político único del monopolio mediático (versión folklórica de trozos del “Pravda” y del “Völkischer Beobachter” con “chimichurri”) que todos los días lanza las peores infamias y hace circular las “fake news” más escandalosas e insólitas, hasta tomar impunemente cualquier veneno por televisión.
Es verdad que no conviene abrir todos los frentes de lucha y menos generar conflictos gratuitos, pero la cuestión es que los problemas existen y no es posible resolverlos sin pisarle algún pie a alguien y generar un conflicto. Es inevitable optar entre “conflicto y solución” y “no conflicto y no solución”.
Es más que obvio que no siempre se sale bien parado del conflicto, pero el 48% que en 2019 votó contra los que estaban destruyendo el país, lo hizo siguiendo la bandera de una fuerza política nacional y popular, enmarcada históricamente en el movimiento emancipador que postula como objetivos estratégicos la soberanía política, la independencia económica y la justicia social.
El movimiento nacional y popular argentino tuvo luces y sombras, alguna “agachada” en que vendió las “joyas de la abuela”, pero incluso en esos malos momentos nunca descuidó la microeconomía y, cuando hubo que remontar el desastre, retomó la épica del conflicto. Perón, Eva Perón, Néstor y Cristina no le tuvieron miedo al conflicto, que es inevitable para resolver problemas. Y a lo largo de casi ochenta años hubo confrontaciones que dieron lugar a triunfos y derrotas. ¡Vaya si hubo batallas perdidas en la lucha! Pero también otras ganadas, por cierto, y por suerte muchas.
Los sociólogos suelen dividirse entre “sistémicos” y “conflictivistas”. Hay quienes conciben a la sociedad como un “sistema” asentado sobre el “consenso”, y otros como un conjunto de grupos en conflicto con cierto equilibrio inestable. Ninguna de ambas visiones es verificable, pero se trata de algo así como dos armarios en que cada sociólogo ubica los hechos sociales y desde allí los explica. En esto, ambos tienen dificultades, porque los organicistas o “sistémicos” no pueden explicar bien la dinámica de las sociedades, y los “conflictivistas” tampoco los elementos de permanencia. Pero lo único cierto es que el “conflicto” es el motor de los cambios sociales y, como ninguna sociedad humana es estática, el conflicto es inherente a toda sociedad.
El movimiento nacional y popular fue siempre de lucha y, como en sus momentos de mayor brillo, para resolver problemas no escatimó plantear conflictos, fue el gran dinamizador del cambio en la sociedad argentina. Incluso cuando no tuvo éxito, igualmente planteó bien el conflicto, con posiciones claras, de modo que todos entendieran que si no se pudo no fue por falta de vocación de cambio, sino que “si ahora no fue, será en la próxima” y la lucha sigue.
Esa lucha política siempre es por derechos, porque éstos nunca se obtienen por “consenso” ni por cesión graciosa, sino por conflicto. No se trata de hacer lo imposible, sino de hacer lo posible y esforzarse para que lo imposible sea posible y, si no lo fuere, que quede claro que se planteó el conflicto y que se seguirá luchando sin temor, porque el conflicto es lo que atrae y encolumna, no sólo a los jóvenes sino a todos, pues marca el camino de lucha por los derechos y de paso, también hace que a la hora de obtenerlos se valoren y se cuiden más.
Nadie tiene la flauta mágica para encantar, pero tampoco se lo hace con la invocación del “consenso”, en especial cuando no puede haberlo, porque es imposible consensuar con un contrincante que no cesa de dar trompadas y rodillazos por debajo del cinturón ante la mirada distraída de un árbitro que juega para el otro. Es imposible “acordar” nada en estas condiciones.
Quizá el único acuerdo básico que, pese a algún balazo de 22 y algún bombazo, todavía se respeta bastante –en comparación con otros países de la región- es la no violencia física, porque la verbal y escrita se perdió hace mucho y el respeto al “otro” no se diga. Ojalá sigamos conservando ese límite mínimo y nos esforcemos por hacerlo, porque los del otro lado, desde 1930 en adelante no fueron precisamente Gandhi, sino que hasta el día antes de irse del gobierno contrabandearon armas para que la dictadura boliviana masacrase a sus ciudadanos pobres.
El pueblo observa y percibe que, mientras sufre con las jubilaciones y salarios de miseria, se evita el conflicto, cuidando no ofrecer muchos flancos de ataque a la tribuna de doctrina “gorila” y al pulpo mediático del partido único.
Esto no significa negar lo positivo hecho en estos dos años, porque es innegable que se hicieron cosas. La primera es que si en 2019 ese 48% no hubiese votado como lo hizo, hoy se habrían muerto “los que tenían que morirse” y tendríamos tres veces más muertos, conforme al criterio de que los “débiles” deben desaparecer, al estilo del viejo Spencer, resucitado y maquillado por nuestro neoliberalismo “prêt à porter”.
Es innegable que se hicieron cosas muy positivas en estos dos años, pero con el “no hagan ola” se quisieron captar a quienes no habían sido parte del 48% en el 2019 y, como siempre sucede en estos casos, no se encanta a los “otros” y se desencanta a los propios, porque el encanto se produce con el conflicto, que convoca y genera el sentimiento de pertenencia, de comunidad de lucha por los derechos. En la carrera “se ven los pingos” y, aunque se salga averiado, las banderas quedan en alto y la lucha sigue, porque es la esencia misma de la política.
Cuidado que con esto no se debe entender que la esencia de la política sea elegir al “otro” al que aniquilar, como decía el nazi Carl Schmitt. No, en modo alguno, no se trata de “aniquilar” a nadie, pero sí de luchar, de competir, de estar en la cancha o en el “ring”, tratando de ganar, no de “aniquilar” ni destruir. Quien pretenda hacer lo de Schmitt es un criminal degenerado al que hay que sacar del juego de la política y meterlo en la cárcel, porque el conflicto no es una lucha entre asesinos, sino entre competidores. La política es eso, competencia conflictiva, y deja de ser tal cuando se la entiende como mera “administración”, aunque sea prolija.
Por esa razón, sin duda habrá que resolver los problemas de los más humildes, pero para eso será inevitable entrar en conflicto con fuertes poderes fácticos, con el partido político único de medios y también con el árbitro que juega en contra. Nadie sabe si se saldrá bien o mal del conflicto, pero hay que plantearlo y así se recuperará la épica de lo nacional y popular.
El pueblo no es injusto y, por eso, no es verdad que el voto de quienes no repitieron el de 2019 fue un “voto castigo”, no lo fue, pero fue un “voto desencanto”. Perón convocando a los sindicatos o lanzando la campaña contra la especulación, Evita desafiando a la oligarquía, Néstor denunciando a la “mayoría automática”, bajando el cuadro o confrontando con el supuesto “campo”, no esquivaron los conflictos y justamente por eso señalaron caminos, sumaron, generaron lazos empáticos de solidaridad, pertenencia y comunidad, en una palabra, encantaron.
Un movimiento popular y nacional que durante ochenta años luchó, ganó y perdió, pero siempre confrontó, sufrió las peores derrotas y se rehízo, padeció las “agachadas” de sus propios y supo recuperar su identidad, si de pronto muestra temor al conflicto, no puede menos que desencantar. Ese es el problema y, además, si los conflictos que esquiva son los que hacen a la microeconomía y de paso deja a sus compañeros presos o procesados, el desencanto es aún más inevitable.
Por otra parte, la comunicación en el reducido espacio de poder mediático que se pudo retener, no fue la mejor. No era imaginable que en 1945 el peronismo centrase su publicidad en mostrar las internas entre los radicales “unionistas” e “intransigentes” de aquel momento.
Ahora, si por un lado se quiso organizar un grupo de meditación y al frente le montaron un “ring”, no fue lo más sensato centrar la atención en el “ring” opositor, porque siempre ese espectáculo atrae más público y, al final, lo que se hace es dar publicidad a los boxeadores.
Desde la tribuna –sin pretensión de verdad, sólo como opinión de “hincha” observador- estamos seguros que se remontará el cachetazo, porque lo nacional y popular se renueva, pero nunca desaparece, pero para eso será necesario “reencantar”, lo que presupone ponerse a confrontar en serio.
Sólo así los jóvenes y los no jóvenes saldrán de una “apatía” que no es tal, sino puro desencanto, porque mientras padecen injustamente no se les muestra ningún camino ni se los convoca a ninguna lucha por sus derechos y se muestra temor al conflicto ineludible. Por eso se “embroncan” y tiran con lo que tienen a mano, que no son más que los “boxeadores” del “ring” opositor, previamente publicitados por los propios.
En las elecciones del domingo 12 de septiembre me pasó algo inusual: el resultado me sorprendió. En la previa no había mucha información firme: pocas encuestas, variables que uno no sabía cómo se definirían, por ejemplo, el modo en que votarían los vacunados, el hecho de que las PASO son elecciones de medio término con particularidades difíciles de anticipar en estas circunstancias inéditas, pero desde el sábado comenzaron a filtrarse de datos de fuentes confiables que auguraban alrededor de cuatro puntos de ventaja para el FdT, lo que fue confirmándose en la tarde del domingo.
Por eso, cuando Wado de Pedro anunció que estaban los resultados del 60% de las mesas, y vi la ventaja de JxC –que nunca se modificó- quedé sorprendido.
Hace un rato encontré esta nota en Página 12:
PASO 2021: los encuestadores y las razones de la caída del voto peronista
“En la previa de las PASO hubo muy pocas encuestas: las fuerzas políticas se reservaron el dinero para las elecciones de noviembre. Aun así, todos los sondeos de Provincia de Buenos Aires daban arriba al Frente de Todos (FdT) por cuatro o cinco puntos. El propio domingo hubo dos encuestas en boca de urna.
La del oficialismo la hizo el CEOP, que encabeza Roberto Bacman: adelantaba siete puntos a favor de Victoria Tolosa Paz-Daniel Gollan. La de Juntos por el Cambio (JxC) no tiene autor conocido. Pero a las 18, desde las oficinas de Horacio Rodríguez Larreta enviaron el pronóstico final: 38,6 por ciento para el FdT y 34,7 para la sumatoria de las dos listas de JxC. La fuerza amarilla no quiso revelar quién hizo la encuesta, pero le asignaba el triunfo por cuatro puntos al peronismo.
Bacman –en diálogo con Página/12– sostuvo que “evidentemente hay un fenómeno profundo que las encuestas no sirvieron para detectar. No hubo error en el voto de JxC: pronosticamos 36 y fue 38, seguramente porque Facundo Manes consiguió dos puntos más de lo que analizamos. También fuimos precisos en el bajo voto de Florencio Randazzo y José Luis Espert, además de los cinco puntos de la izquierda. El gran problema fue el voto del peronismo. Es evidente que hubo una masa de votantes del FDT que no fue a votar. Y no lo hizo por bronca, por descontento, porque no recibió ninguna de las asistencias que hubo frente a la covid, porque perdió su trabajo o changa y, en el tercer cordón, la lluvia de diez días seguidos, también jugó un papel en el ausentismo o en el voto en blanco de ese voto que siempre fue para el peronismo.
Parece obvio que no hubo dolo –manipulación– en los diagnósticos porque el encuestador de Juntos no tendría razón para perjudicar a la misma fuerza que lo contrató. Es decir que la cuestión es más de fondo: las encuestas están con graves problemas –no es de ahora– para percibir lo que sucede en determinados escenarios políticos y cuando hay situaciones de bastante paridad.
Los que realizan los sondeos presenciales se encuentran con accesos difíciles en barrios de clase media y también en los más humildes. Las telefónicas tienen problemas ante la paulatina desaparición de los fijos, sobre todo en hogares de bajos recursos; en los celulares, la gente es reacia a contestar y el uso de muestras de las redes recién está en sus comienzos.
Los consultores, en general, afirman que tienen factores de corrección para cada uno de los métodos. En las bocas de urna –hechas a la salida de los colegios– el gran problema es interpretar a los que se niegan a contestar.
Entre los encuestadores hay unanimidad en que el problema mayor fue la detección de la caída del voto peronista. Lo que sacó JxC se parece a lo obtenido a nivel nacional en 2017 y 2019: cerca del 40 por ciento nacional.”
Que JxC no saque más del 40% histórico, cuando llevás dos años terribles de Gobierno, es un dato importante; es más, diría que, arrojando una mirada histórica a lo que vivió Argentina (como el mundo), podría haber sido peor.
Por supuesto, JxC lo venderá como un enorme triunfo y el preanuncio de la derrota del FdT en noviembre y en el 2023, como marcan los manuales, pero tenemos que tratar de ver lo mejor posible la realidad en que vivimos.
En la misma nota se mencionan varios comentarios de algunos consultores sobre lo que pasó:
“Mucho votante del FdT está enojado porque se frustró la expectativa de cambio en la economía. Influyó la pandemia, pero están decepcionados” (Bacman).
El núcleo duro se mantuvo firme y comprendió la pandemia. Pero hay un núcleo más volátil, que votó sucesivamente a Sergio Massa, Francisco De Narváez o Florencio Randazzo que esta vez no fue a votar” (Facundo Nejamkis).
Las consecuencias de la pandemia fueron notorias, entre ellas la no-presencialidad escolar. Fue muy difícil de manejar para las familias. Buena parte de los alumnos apenas se manejaban con un celular y las maestras tuvieron dificultades. Es distinto a las posibilidades en los países desarrollados. Desorganizó muchísimo” (Nejamkis).
Si se perdió en La Pampa y en todas las provincias limítrofes, Buenos Aires, Mendoza, Córdoba, significa que hay un tema económico más general y, además, una cuestión con la política hacia el campo. Se prometió encender la economía y no se pudo por la pandemia y también por falencias en la ejecución. Se prometió unir a los argentinos y no se pudo avanzar: hubo momentos con Horacio Rodríguez Larreta, pero se terminó frustrando” (Hugo Haime).
Es muy difícil con el asado a mil pesos. Eso es parte de la demanda económica insatisfecha. Desde ya que la pandemia repercute negativamente, pero hubo desaciertos en la conducción” (Analía Del Franco)”
También se pueden mencionar factores más difíciles de dimensionar, como la fiesta de Olivos, pero son negativos y suman en contra del Gobierno.
Me parece importante el hecho de que en el FdT no había que dirimir candidaturas, y en JxC, sí, lo que le dio más interés a la participación y a la emisión del voto. En la nota lo plantean así:
“También hay otros dos factores más estructurales señalados por los encuestadores. Las competencias en Juntos por el Cambio, entre Diego Santilli y Facundo Manes; María Eugenia Vidal y Ricardo López Murphy; Luis Juez y Mario Negri y varias otras competencias en distintos distritos, potenciaron a la alianza. Hicieron más atractivo el voto: “Hubo mucha oferta”, definieron.
Del otro lado, se afirma que muchos intendentes del peronismo exhibieron cierta pasividad: “Estamos mirando”, argumentaron. No se jugaban demasiado en las PASO, sí se jugarán la integración de los consejos deliberantes en noviembre.”
De todas esas opiniones, la de Bacman me parece un análisis correcto:
“El gran problema fue el voto del peronismo. Es evidente que hubo una masa de votantes del FDT que no fue a votar. Y no lo hizo por bronca, por descontento, porque no recibió ninguna de las asistencias que hubo frente a la covid, porque perdió su trabajo o changa y, en el tercer cordón, la lluvia de diez días seguidos, también jugó un papel en el ausentismo o en el voto en blanco de ese voto que siempre fue para el peronismo”.
Otro tema que habría que analizar es por qué el éxito de la vacunación no movió más la balanza para el lado del Gobierno. Está claro que la gente valora mucho la vacuna anti covid, pero en la elección no lo tuvo como determinante.
Es real que no es fácil entusiasmar para votar en las PASO de término medio, y si, como en Mendoza hay decepción y desánimo por la conducción del peronismo local, todavía peor. No le peleamos nunca nada al cornejismo, que tiene muchísimo por lo que dar cuentas, como la gestión de salud y educación, o la deuda en dólares que tomó para la Provincia, y nos conformamos con ser la segunda fuerza local, y con que algunos dirigentes tuvieran los cargos entrables.
ESO NO ES LO TENÍA QUE HACER EL PERONISMO, Y LOS/LAS COMPAÑEROS/AS LO SENTÍAN ASÍ.
Pienso que es imposible negar que hubo un voto bronca en las elecciones, pero, si en Mendoza el FdT perdió en dos municipios y Cambiemos en tres, hay que tener cuidado con las generalizaciones excesivas.
Acabo de escuchar que el dólar blue bajó tres pesos, que en el Mercado subieron las acciones y los bonos, y bajó el Riesgo País. Algún análisis plantea que ya están celebrando que el Gobierno perderá las elecciones de noviembre. Tal vez sea así, pero lo que sí creo es que están apostando a que el Gobierno tenga que cerrar un acuerdo con el FMI aceptando sus condiciones, como, por ejemplo, eliminar la indemnización por despido, que es lo que viene empujando el macrismo (Larreta y Manes). Esto es lo que no hay que hacer, porque es lo que haría el macrismo, y no llegamos al Gobierno para eso.
No hay que volverse loco/a. Hoy he leído a aparentes compañeros abundar sobre lo que no hizo el Gobierno y lo que debe hacer. Aparte de que ahora cualquiera habla, una cosa es tomar las medidas que necesitan los sectores más vulnerables de la sociedad (la clase media también, como los jubilados), y otra plantear estrategias inviables.
Por ejemplo, necesitamos un sistema legal y financiero que permita que la gente pueda tener un lugar para vivir y trabajar (no falta tierra en Argentina), pero otra cosa sería proponer una Reforma agraria que les permita a los sectores conservadores (desde el macrismo hacia la derecha) levantar banderas contra el Gobierno calificándolo de comunista, además seguramente tendría muchísimas trabas legales que la harían imposible.
Por lo tanto, además de las medidas de corto plazo que mejoren la situación de los sectores más vulnerables, hay que profundizar las que hagan a Argentina un país más justo y equitativo.
“Están en juego dos modelos de país”: fue la arenga final de Alberto Fernández y Cristina Kirchner en el cierre de campaña del FdT. Es verdad, y es lo que los/las argentinos/as deben comprender que se juega en las elecciones, en todas las que vienen.
Los que apoyan al modelo que destruyó a país con el macrismo, no son mucho más que el 40% que mencioné antes; así que tenemos trabajar, en dos direcciones: una, que seamos el Gobierno que prometimos y que nuestra condición de peronistas nos exige; otra, en que quede claro que el modelo que propugnamos es mejor, y apunta a la felicidad del pueblo.
Hace un rato hablé con un precandidato triunfador del FdT para Guaymallén y coincidimos que había que poner todo lo que haga falta para las elecciones de noviembre, y después, recuperar un peronismo que le ofrezca a los/las mendocinos/as una propuesta que nos saque de la decadencia en que hemos caído porque nuestros Gobiernos –tal vez desde el retorno a la democracia- no han desarrollado proyectos políticos que hayan diversificado la economía, que nos hayan permitido tener una red vial idónea, que hayan desarrollado un plan para no estar permanentemente en crisis hídrica.
ASÍ QUE DEJEMOS DE HACER POLÍTICA EN LAS REDES, SAQUEMOS EL “BASTÓN DE MARISCAL” QUE DEBERÍAMOS TENER EN NUESTRAS MOCHILAS, SAQUEMOS PECHO Y HASTA LA VICTORIA SIEMPRE.
Estaba apagando la computadora, y vi de pasada el título de abajo en Página 12, sin dudar lo ubiqué porque tiene que ver con un tema que he tocado más de una vez: el poder de las corporaciones y el modo en que están llevando a la humanidad al abismo.
“El economista griego y ex ministro de Finanzas de Grecia Yanis Varoufakis publicó “El tecnofeudalismo se está apoderando” (mejor, tomando el control), en Project Syndicate, texto que permite profundizar el análisis acerca de lo que está pasando en la economía con la expansión de las corporaciones.
Es un interesante aporte para eludir análisis rústicos que circulan y para escapar de las vulgaridades de la secta de economistas ortodoxos. Varoufakis afirma que “así como el capitalismo desplazó al feudalismo de forma gradual, subrepticia, hasta que un día la mayor parte de las relaciones humanas se basaron en el mercado y el feudalismo fue barrido, el capitalismo actual está siendo derrocado por un nuevo modo económico: el tecnofeudalismo”.”
Se refiere a un proceso que ha hecho que los gigantes tecnológicos tengan tanto dinero en efectivo que puedan hacer prácticamente lo que quieran sin que les importen los sistemas tradicionales de control del sistema capitalista, como los Bancos Centrales.
Así lo explican:
“El estudio del FMI describe que las empresas con mayor poder de mercado responden menos a las acciones de la política monetaria debido a que contabilizan ganancias abultadas.
Esas utilidades, que se incrementaron pese a la tragedia de la pandemia o, para ser precisos, las aumentaron gracias a la pandemia, hacen que esas empresas sean menos sensibles a los cambios en las condiciones de acceso al financiamiento por decisiones de las bancas centrales.
Esos economistas fondomonetaristas ponen por ejemplo que, en marzo de 2021, Apple tenía más de 200.000 millones de dólares en efectivo y en inversiones en acciones y bonos, mientras que Alphabet (Google) tenía más de 150.000 millones de dólares.”
Podemos comprobar esta expansión de las plataformas digitales sin llegar a esos ejemplos enormes, miremos la proliferación y competencia de las plataformas –en gran medida transnacionales- a nuestro alrededor en diversos rubros: transporte de pasajeros, deliveries, inversiones, educación, comercio.
Está claro que han contribuido en la concentración del poder corporativo en detrimento de empresas pequeñas, o emprendedores personales, como son los taxistas frete a Uber y a Cabify, por ejemplo.
Piensen que, en cierto momento, no se podía ni ubicar en Buenos Aires al responsable de Uber que representaba a una plataforma internacional sin problemas en invertir a pérdida el tiempo que haga falta hasta que sus competidores se fundan y desaparezcan y quedar dueños del mercado.
También colaboran en la precarización del trabajo. Pensemos en los que hacen delivery: los llaman emprendedores, pero tienen que poner su vehículo, ni tienen cobertura social y laboral.
No es loco rescatar el término feudalismo: hay un retroceso de las condiciones, no solo laborales, sino de vida. Esto se acentuó con la pandemia, pero no para todos:
“La pandemia dejó al descubierto la actual fase histórica del capitalismo concentrado cuando, por primera vez, una extraordinaria crisis económica-financiera global no afectó en forma negativa el negocio bursátil.
Por el contrario, el índice promedio de las principales bolsas mundiales está en niveles record, mientras las economías se derrumbaron y están tratando de recuperar lo perdido, la desocupación se ha disparado y el drama sanitario y social ha sido fulminante.”
Los ricos se hicieron más ricos. Oxfam Internacional dice: “La recesión ya ha acabado para los más ricos. Desde el inicio de la pandemia, la fortuna de los 10 hombres más ricos del mundo ha aumentado en medio billón de dólares, una cifra que financiaría con creces una vacuna universal para la COVID-19 y que garantizaría que nadie cayese en la pobreza como resultado de la pandemia. Al mismo tiempo, la pandemia ha desencadenado la peor crisis laboral en más de 90 años, y cientos de millones de personas se encuentran subempleadas o sin trabajo.” (https://www.oxfam.org/es/notas-prensa/los-mega-ricos-han-recuperado-las-perdidas-ocasionadas-por-la-pandemia-en-un-tiempo)
Ahora bien, hay un hecho importante para analizar: a pesar del esfuerzo de las propagandas en contra del Estado que han desarrollado los neoliberales en Argentina (y en toda América Latina) estigmatizando los populismos (con poca seriedad y respaldo académico), el Estado ha salido fortalecido en la visión de la sociedad.
Hasta The Economist lo plantea (“Después de la enfermedad. El largo adiós a la covid-19): “… durante la pandemia, los gobiernos han sido el principal canal de información, los que establecieron las reglas, fueron la fuente principal de dinero en efectivo y, finalmente, se han convertido en los proveedores exclusivos de vacunas.
Calcula que los Estados de los países ricos pagaron 90 centavos por cada dólar de producción perdida.”
Por eso importa no dar valor a la oposición argentina y los medios aliados (plataformas de comunicaciones que concentran la mayoría de las empresas locales) que militan una versión atrasada de la realidad. El Estado es el único que puede enfrentar a esas corporaciones que parecen modernas, pero que nos acercan a ese feudalismo que denuncia Zaiat.
Si no lo creen, vean lo que ha hecho Biden:
“El gobierno demócrata de Joe Biden decidió intervenir en este escenario de expansión económica y de poder de las corporaciones.
El 9 de julio pasado, Biden firmó una orden ejecutiva (decreto) con 72 medidas que busca limitar el poder de las grandes compañías para que bajen los precios de los productos y aumente la competencia.
Los sectores alcanzados van desde tecnología y transporte hasta salud y bancos, pasando por la agricultura y el negocio farmacéutico.
Biden quiere reforzar la aplicación de las leyes antimonopolio para combatir “prácticas anticompetitivas”. Apunta, por ejemplo, a las fusiones o adquisiciones, algo común entre gigantes tecnológicos como Facebook, Google, Apple y Amazon.
El objetivo expuesto por Biden es potenciar una mayor competitividad en la economía estadounidense, así como lograr “precios más bajos y aumentos de salarios”.
“No más tolerancia a las acciones abusivas de los monopolios. No más fusiones perversas que conducen a despidos masivos, precios más altos y menos opciones para los trabajadores y consumidores”, afirmó Biden.”
La recuperación de la economía que ha comenzado en Argentina tiene mucho que ver con las medidas que ha tomado el Estado, a pesar del daño que generado la pandemia, como en el resto del mundo.
La conclusión de la nota es lo que quiero resaltar porque es la clave, y es lo tenemos que entender:
“El desafío para economías periféricas como la argentina, en este mundo en transformación y de pospandemia, es no caer en las trampas de recetas tradicionales de la ortodoxia, y encontrar espacios para el desarrollo nacional entre las fisuras de esta nueva y compleja etapa de la globalización.”
Me parece que queda en claro lo que podemos hacer, y que siempre han sido los objetivos de mis entradas: comprender la realidad y tomar la mejor decisión posible para nuestro país y sociedad.
No naturalicemos estas prácticas abusivas como que “el mundo ahora es así”, aunque es cierto: es así porque las corporaciones que se enriquecen, mientras el mundo se empobrece, hacen lo que le conviene a su poder concentrado, aunque tengan que desforestar la Amazonía.
Lo que intenta Biden en EEUU, es lo que hay que hacer acá, de la mejor manera posible, y como sociedad debemos apoyarlo y votar al que nos asegure esa vocación porque es lo que nos conviene.
Lean la nota entera, Zaiat escribe, en general, buenas notas, y esta lo es.
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