No es común
encontrar cosas estas en el MDZ, pero esta nota es muy interesante. El autor
aclara que sus observaciones no tienen valor de predicción, pero me parecen un
buen aporte a la comprensión del mundo de hoy.
Es cierto que el
análisis se centra en EEUU, pero estos patrones generacionales son interesantes
para entender cómo se han tomado decisiones en ese país y el mundo.
En estas épocas, en que abundan las opiniones y teorías
sobre cómo será el mundo después de la pandemia una nota bien fundamentada, sin
pretensiones de boom para los medios, es útil. Para mí lo fue, espero que para
ustedes también.
Nueva
advertencia del historiador que predijo una grave crisis en 2020
Hace más de 20
años Neil Howe predijo que Estados Unidos viviría una crisis que llegaría a su
clímax en el año 2020. Asegura que en tiempos como el actual ha sido cuando
Estados Unidos se ha embarcado en grandes guerras.
Su vaticinio no
lo hizo mirando una bola de cristal sino sobre la base de una controvertida
teoría que este historiador, economista y demógrafo desarrolló en la década de
1990 junto a su colega William Strauss.
Estudiando la
historia de EE.UU. desde 1584, estos autores encontraron una serie de patrones
que les permitieron explicar la evolución histórica de ese país a partir de los
cambios generacionales.
El resultado se
plasmó en su libro Generations (“Generaciones”), de 1991, que dejó
una huella duradera en personalidades tan dispares como el expresidente de
EE.UU. Bill Clinton y Steve Bannon, exjefe de estrategia y antiguo hombre de
confianza de Donald Trump.
Seis años más
tarde, Howe y Strauss -quienes también son los responsables de haber acuñado el
término de generación millennial para referirse a los nacidos a partir de 1982-
publicaron otro libro, The Fourth Turning (“El cuarto giro”), en el
que expandían su teoría.
En el libro
postulaban que la historia estadounidense (y de otros países desarrollados)
avanza en ciclos de cuatro cambios generacionales recurrentes que llevan a que
cada 80-90 años se presente una crisis de gran magnitud como la que se produjo
durante la Guerra Civil o en el período de la Gran Depresión y la II Guerra
Mundial.
Entonces, los
autores vaticinaron literalmente que “viene el invierno” y anunciaron
una crisis que tendría su clímax en 2020.
Howe, quien en la
actualidad trabaja como jefe de demografía de la consultora Hedgeye Risk
Management, habló con BBC Mundo sobre ese vaticinio en el contexto de la crisis
del coronavirus.
A continuación,
ofrecemos una versión sintetizada de la conversación.
En sus libros
usted predijo que en algún momento de 2020 en Estados Unidos ocurriría una gran
crisis comparable a la de la Independencia o a la de la Guerra Civil. ¿Se
parece esta pandemia por el coronavirus a la crisis que estaba esperando?
Lo que sugerimos
es que la historia, no solo en EE.UU., sino también en muchas otras partes del
mundo está impulsada por un ciclo de generaciones que se repite. Es casi como
las estaciones del año. Cada período dura aproximadamente una generación, unos
20, 22 o 23 años más o menos.
Cada cuatro de
estos periodos -lo que llamamos el Cuarto Giro- se produce aproximadamente
entre 80 y 90 años después del comienzo de los primeros tres.
Eso realmente se
alinea muy bien con las grandes crisis cívicas recurrentes en la historia de
Estados Unidos: la Revolución Gloriosa, la Revolución Estadounidense, la Guerra
Civil, la Segunda Guerra Mundial y la Gran Depresión.
Y ahora aquí
estamos de nuevo.
En la década de
1990 decíamos que estábamos en lo que llamamos el Tercer Giro, un período de
gran individualismo que llegaría a su fin en algún momento de la primera década
del siglo XXI.
Y que, si eso
sucedía cerca de 2010, el nuevo ciclo probablemente duraría hasta 2030 y sería
una era de crisis que duraría una generación, un poco como el New Deal y la II
Guerra Mundial, que realmente comenzó desde finales de los años 1920 hasta
finales de la década de 1940.
Nosotros
sugerimos que la parte más agitada de esa era comenzaría en la década de 2020.
Entonces, un punto de inflexión crítico sería el año 2020.
Ahora, por
nuestra forma de ver el futuro, el Cuarto Giro probablemente arrancó con la
gran crisis financiera y la Gran Recesión, que comenzó en 2008-2009.
Entonces,
ocurrieron grandes cambios en la actitud de las personas en Estados Unidos
hacia el globalismo, la desigualdad de ingresos y el populismo, etc.
Creo que este es
el comienzo de la segunda mitad de esa era, que es el año 2020. Y tal como
sucede, la crisis del confinamiento por la pandemia coincide perfectamente con
el comienzo del clímax de esta era.
Entonces, (la
referencia a) 2020 se debe a que es la segunda década de la era de la crisis en
la que ocurre la mayor parte de la acción.
Ustedes hablaban de cuatro tipos distintos de generaciones. ¿Puede explicar
esta idea?
Hay cuatro tipos
diferentes de generaciones, nosotros los llamamos arquetipos. Uno para cada
giro o era, entendidos como estos periodos de unos 20 años.
El Primer Giro se
parece más a la primavera, es una era posterior a la crisis. En Estados Unidos
ocurrió desde la mitad de la década de 1940 hasta principios de los años 60.
Fue un período de
instituciones fuertes y un gran sentido del progreso nacional. Un momento en el
que el individualismo, los inconformistas e incluso las minorías étnicas
raciales eran dejados de lado. Una era de gran cultura mayoritaria. Y esto es
típico de una era posterior a la crisis.
El Segundo Giro
es un despertar. Es como el verano.
Es un momento en
el que, especialmente por la nueva generación nacida después de la última
crisis, todos quieren deshacerse de las obligaciones sociales y redescubrir su
individualidad, su propio sentido de la pasión.
Son períodos de
agitación, muy creativos y de transformación en la cultura, en los valores y en
lo religioso, como ocurrió en los años 60 y 70.
Patrones de cambio generacional en Estados Unidos Teoría de Howe y Strauss
Primer Giro Generación silenciosa, nacidos entre
1925 y 1942
Segundo Giro Generación de los Baby Boomers,
nacidos entre 1943 y 1960
Tercer Giro Generación X, nacidos entre 1961 y
1981
Cuarto Giro Generación Milenial, nacidos entre
1982 y 2004
Source: The
Fourth Turning
El Tercer Giro
toma las lecciones del reciente despertar sobre la necesidad de consentir al
individuo.
En Estados Unidos
comenzó a principios de los años 80 y duró hasta principios de los 2000. Se
inició con la revolución Reagan: menos impuestos, menos regulación, más
tolerancia ante una mayor desigualdad y ante las diferencias entre los
individuos; y menos énfasis en la cohesión social.
Las décadas del
Tercer Giro, como las de 1980, 1920 o 1850, son períodos de cinismo y malos
modales. La gente vive su vida de la forma que quiere, independientemente de la
comunidad. Todos estamos orgullosos de nosotros mismos como individuos, pero
estamos muy desalentados con respecto a nuestra identidad cívica.
El Cuarto Giro es
un período de crisis política y social cuando nos reinventamos cívicamente y
renacemos como comunidad nacional.
De alguna manera
ominosa, diría que hasta ahora en Estados Unidos estos siempre han sido
períodos de guerra total. Todas las guerras totales en EE.UU. han ocurrido
durante el Cuarto Giro. Y en cada Cuarto Giro ha habido una de estas
confrontaciones.
No predigo que
vaya a ocurrir una guerra total, pero sí creo que la guerra expresa o refleja
parte de la urgencia comunitaria que típicamente vemos en estas crisis: el
populismo se fortalece, la comunidad comienza a exigir mucho más a sus
ciudadanos, las libertades individuales se debilitan.
Estas cosas
suceden durante estos períodos que, por cierto, no ocurren solo en Estados
Unidos.
Este nuevo
crecimiento del populismo y el autoritarismo se produce en gran parte del
mundo: en partes de Europa y, particularmente, en Europa del Este; en el sur y
el este de Asia.
Si miras
alrededor ves que esto es así. Líderes populistas que apelan a la mayoría
etnocéntrica de su comunidad.
Este es un
período peligroso en la historia. Y creo que, desde la II Guerra Mundial, gran
parte del mundo está en un ciclo generacional muy similar.
Si usted fuera a aplicar su tesis generacional al momento actual ¿qué
diría?, ¿qué estamos viendo? Y, más importante aún ¿qué ocurrirá a partir de
ahora?
No estoy en el
negocio de predecir eventos reales. Lo que hago es predecir estados de ánimo
sociales, lo que hace que ciertos tipos de eventos sean más probables.
Lo que sí predigo
es que, a medida que avance el 2020, veremos un aumento en los llamados de
ambos partidos (Republicano y Demócrata) para que el gobierno haga más en lugar
de menos.
Basta con mirar
la crisis del coronavirus. Ahora todos son socialistas. Nunca he visto tal
transformación: en el Congreso no queda un solo legislador que sea conservador
en términos fiscales. Incluso en el lado republicano, todos están pidiendo más
billones.
Probablemente
tendremos otra ley de estímulo a la economía con más billones en subsidios para
negocios, para trabajadores, para todos.
Ya estamos
volviendo a dar prioridad a la comunidad y, al final, esto costará dinero real.
Esto no vendrá con una tasa de interés del 0%. Más tarde, alguien tendrá que
renunciar a algo para pagar esto.
Es eso o
tendremos tasas de interés cero para siempre y nuestra economía nunca volverá a
crecer. Y, por supuesto, esa sería una situación aún más sombría, lo que
provocaría un descontento aún mayor.
Entonces, creo
que ya estamos lanzados. Ya hemos entrado en la segunda mitad del Cuarto Giro
con esta reciente pandemia y la respuesta de las políticas públicas a la misma.
También creo que
las elecciones de 2020 serán un evento muy disputado y que van a transformar
Estados Unidos, cualquiera que sea el lado que gane.
En estos momentos
parece probable que sea el Partido Demócrata, pero todavía faltan varios meses.
Hay muchas posibilidades.
Si los demócratas
ganan y exprimen su ventaja, creo que incluso podríamos correr el riesgo de
secesión en Estados Unidos. Creo que tal vez habrá algunos estados no van a
acompañar (al gobierno federal).
Por supuesto,
esto ya sucedió antes en la historia del país.
¿Cree realmente que las cosas pueden llegar tan lejos?
Esto es menos
probable si los republicanos ganan, porque creo que los demócratas piensan que
controlan la clase que dirige las instituciones nacionales.
Siempre pensé que
era más posible si los demócratas ganan: imagine si hay una regulación o algún
nuevo impuesto y varios estados rojos (republicanos) dicen “no vamos a
pagar eso, no vamos a seguir adelante”.
Eso plantea un
problema real y es interesante cómo el gobierno nacional puede enfrentar ese
dilema: si no hace cumplir esa regla, se debilita permanentemente. Este es un
problema real. Este es el momento de la verdad.
Pueden ocurrir
muchas otras cosas. La generación millennial, que siente que nunca alcanzará el
nivel de vida de sus padres, puede, a través del voto, llevar hacia un cambio
completo de nuestras instituciones económicas.
Esto, como ocurre
siempre, desatará una cierta oposición.
Este momento se
parece mucho a la década de 1930: ruptura de alianzas internacionales, aumento
de los autócratas en todo el mundo, auge del populismo y un enorme descontento
por la situación económica que conduce hacia grandes transformaciones de los
gobiernos y, en última instancia, hacia una redefinición completa de la
ciudadanía y de las propias instituciones públicas.
Con respecto a las próximas elecciones, según su teoría generacional,
deberíamos enfrentar un choque entre los baby boomers y la generación
millennial. Pero, en cambio, tenemos a Joe Biden y a Donald Trump…
El líder no es
realmente importante.
Biden es
interesante porque es miembro de la generación silenciosa, la primera en la
historia de Estados Unidos que nunca llegó a la Casa Blanca. Pasamos de George
Bush padre, que fue miembro de la generación G.I. que luchó en la II Guerra
Mundial, a Bill Clinton, que nació después de ese conflicto (boomer).
Es la primera vez
que una generación entera ha sido dejada de lado en términos de liderazgo
nacional.
Llama la atención
que los estadounidenses, en un momento de mayor crisis, miren con mayor favor a
un miembro de una generación que siempre creyó en el compromiso y el consenso.
La generación silenciosa
creció durante la crisis y llegó a la mayoría de edad durante el Primer Giro,
así que siempre han sido muy reacios al riesgo. Les ha ido muy bien
económicamente. Siempre juegan conforme a las reglas.
No ayudaron a
construir el sistema porque aún eran niños, pero siempre han sido leales y
nunca se cansaron de servir al sistema.
Siempre han sido
buenos ciudadanos, a diferencia de los boomers que llegaron a la mayoría de
edad destrozando el sistema.
Llama la atención que la otra alternativa en el Partido Demócrata era
Bernie Sanders, un miembro de la generación silenciosa que era muy popular
entre los millennials.
Sanders estaba
feliz con los millennials. Biden no es tan popular entre ellos, particularmente
entre los millennials blancos.
Él no era el candidato
favorito de nadie, quizá con la excepción de los afroestadounidenses mayores
que tienden a estar un poco más a la izquierda en política económica y en
asuntos relacionados con los derechos civiles y la justicia social, pero que
también son muy conservadores culturalmente.
Es cierto que
Biden goza de un apoyo tibio, pero es muy interesante que los demócratas
tomaron una decisión muy consciente de apoyar unánimemente a este candidato que
quizá no era su primera opción. Pero dijeron: “Vamos a movernos juntos,
vamos a cambiar Estados Unidos, vamos a reemplazar a Donald Trump”.
Si encuestas a
los millennials en el Partido Demócrata, te dirán que Biden no era su primera
opción para muchos de ellos, pero casi todos votarán por él. Aquí también hay
un enorme contraste partidista.
Creo que en las
elecciones de 2020 ellos van a romper todos los récords de participación de
adultos jóvenes y estimo que increíblemente dos tercios de los menores de 30
años de edad votarán por los demócratas.
En todo caso, aún deberíamos esperar un choque entre los millennials y los
baby boomers…
Los millennials sienten
que quieren un gran cambio del liderazgo de los boomers en las instituciones
públicas. Creo que hay un sentimiento generalizado, también en la generación X,
de que los boomers no son muy competentes como líderes cívicos.
Sin embargo, en
la vida personal y familiar nunca hemos visto una generación tan cercana a sus
hijos adultos jóvenes.
Los millennials y
los boomers están extremadamente unidos en sus vidas familiares. Viven juntos
mucho más que otras generaciones y no es solo por necesidad económica.
Los boomers
siempre fueron muy protectores y afectuosos con sus hijos millennials, que
siempre piden consejo a sus padres.
Sus críticos argumentan que usted y Strauss redujeron la historia
estadounidense a una fórmula matemática y también que su teoría no pudo explicar
eventos importantes como el 11 de septiembre. ¿Qué dice al respecto?
Si le preguntas a
muchos historiadores académicos, dirán que la historia es una tendencia lineal
continua de declive o caída, lo que creo que es poco creíble, o completamente
aleatorio o caótica, en cuyo caso es irrelevante.
Yo no trato de
predecir cada evento. Intento predecir movimientos básicos en los que se hace
más probable que sucedan cosas.
En la década de
1990, uno de los grandes competidores a nuestra visión sobre el futuro era
Francis Fukuyama con “El fin de la historia”.
Según él, los
estados-nación se desvanecerían y viviríamos indefinidamente en una especie de
capitalismo de mercado con individuos que solo competirían entre sí a través de
las fronteras. Y ese era el final de la historia.
Diría que si ese
es el estándar con el que nos comparan, creo que hicimos un mejor pronóstico.
Usted acuñó el
término millennial cuando los primeros miembros de esa generación eran niños
pequeños. ¿Cuál grande es la brecha entre lo que esperaba de ellos y cómo ellos
son en realidad?
Cuando miras
hacia atrás a cómo la gente pensaba sobre los jóvenes a finales de los 80 y
principios de los 90, creo que predijimos correctamente algunos cambios enormes
que para todos parecían completamente imposibles o improbables.
Cuando comenzó la
década de 1990, la generación X ni siquiera tenía un nombre.
Doug Coupland
finalmente les dio un nombre en 1992-93 y finalmente nos acostumbramos a la
generación X y todos pensaron que había una tendencia en la juventud hacia el
nihilismo, el cinismo y al aumento de la violencia.
Nosotros vimos un
aumento continuo en la tasa de criminalidad. En realidad, alcanzó su punto
máximo en 1984-85.
Vimos muchachos
cada vez más distanciados de su familia, en una especie de cultura desesperada
y completamente apáticos en términos cívicos. Ya sabes que el lema de la
Generación X es “funciona para mí”.
También vimos
chicos que estaban desprotegidos desde una edad temprana, que se criaban solos.
Esa es la
historia de vida de la Generación X. Ellos crecieron durante la revolución del
divorcio y no le importaban a nadie. Todo el mundo los pateó hasta la calle y
allí se vieron obligados a navegar por la vida por sí mismos.
Así, resultaron
ferozmente independientes, individualistas, algo cínicos, un poco salvajes y
poco socializados. Esa era la imagen de un adulto joven a principios de la
década de 1990.
Entonces, salimos
con un libro que representa con precisión a la generación X, pero dijimos que
venía una nueva generación y que históricamente ya antes habíamos visto este
cambio.
Después de cada
“despertar” viene este pánico moral sobre los niños. Y luego, de
repente, la próxima generación es mucho más protectora.
Cuando llegamos
al año 2000 y los millennials comienzan a alcanzar la mayoría de edad,
predijimos que cambiarían completamente la imagen de los jóvenes: estarían
mucho más cerca de sus padres, serían mucho más reacios al riesgo.
Dijimos que la
tasa de criminalidad bajaría, que estarían más interesados en educarse y en
obtener títulos y que estarían más orientados hacia la comunidad. En última
instancia, se involucrarían mucho más en la política. Serían más optimistas
sobre el futuro. Y se considerarían especiales.
Se demostró que
teníamos razón. Y puedo decir que a principios de los 90 todos pensaron que lo
que predijimos sobre los millennials parecía increíble.
La tasa de
delitos violentos en Estados Unidos ha bajado 75% desde a principios y mediados
de los años noventa. Eso se debe principalmente a los millennials. Creo que
acertamos con esa generación.
Una cosa que
predijimos que tardó mucho en cumplirse fue lo de su participación en política.
Incluso hasta hace poco la gente se quejaba porque “los millennials no
votan”.
Bueno, ahora lo
hacen, así que creo que incluso esa predicción está comenzando a cumplirse.
Creo que los
millennials van a cambiar la cara de nuestra vida cívica. Históricamente,
durante un “despertar” vemos que la sociedad cambia el mundo interno
de valores y la cultura.
Pero durante una
crisis cambiamos el mundo exterior de la economía, la infraestructura y la
política. Creo que ahí es donde los millennials serán mucho más decisivos.
Usted ha dicho que cada edad de oro comienza con una gran crisis. Así que
ahora supongo que podríamos ser optimistas…
Las edades
doradas casi siempre se refieren a una época después de una crisis que se
resolvió con éxito e integró a la sociedad en un nuevo tipo dinámico de
comunidad.
Eso generalmente
le permite a la sociedad lanzar esta era dorada que a menudo las sociedades recuerdan
como el momento en el que todos esperaban progresar y tener un futuro mejor.
Eso, ciertamente,
no es algo que caracterice a Estados Unidos hoy.
Tomé una de las
consignas enarboladas en los banderazos y caravanazos de hoy porque es un buen
pie para presentar esta nota de Página 12. Hace un rato un contacto de Facebook
al que le encanta cuestionar mis posteos, me reprochó que usara muchas notas de
ese medio para mis blogs y posteos. Le contesté que, aunque busco en diversos
medios, es en Página 12 donde encuentro material diferente del que la mayoría
de los canales de aire y de cable y medios digitales ofrecen.
Esto es lo que
pasa con el tema de Vicentín, como con el de la cuarentena, o situación
económica, o cualquier noticia que se preste para desgastar al Gobierno.
La nota de
Bruschtein muestra todos los aspectos que están confluyendo en esta movida que
incita y promueve el macrismo. Recordemos que Patricia Bullrich llamó a
transformarla en la Resolución 126, tratando que el campo en su conjunto salga
a cortar rutas.
Claro, no es tan
sencillo: mucha gente no comparte este uso de la situación de la mega empresa
en concurso por mala y fraudulenta gestión para dañar a un Gobierno que está
tratando de sacar al país de las situaciones más críticas que uno puede
recordar, ni tampoco hay unanimidad de las organizaciones del campo.
Es cierto que el
macrismo concentrado y fervientemente anti peronista adhirió a la medida como se
opondría a cualquier otra que tomara este Gobierno, pero, si no fuera por la
difusión sesgada que le dan los medios que menciono arriba, no tendría dimensión
tan significativa.
De todos modos,
está claro que la oposición del macrismo es total, y sin la menor intención de construir
hechos políticos, sino de perjudicar lo más posible al Gobierno, sin ningún mea
culpa del papel que tienen en la situación de Argentina, Vicentín incluido.
La idea es la siempre: que el que quiera entender mejor
lo que nos pasa, tenga elementos para hacerlo.
Cambiemos y el
radicalismo PRO se abroquelaron contra la expropiación de la corporación
Vicentin que fue su mayor respaldo económico en las campañas electorales, con
lo cual aparece como si la empresa hubiera comprado esa defensa. O sea: si
cualquier millonario aporta lo suficiente a la campaña de una fuerza política,
compra impunidad para recibir créditos irregulares del Banco Nación para
después no pagarlos. La operativa se realizó cuando ellos eran gobierno y el
titular del banco que la autorizó, Javier González Fraga, está relacionado con
esa fuerza. Ante el fallo judicial contrario, el gobierno retrocedió de su
impulso inicial de expropiar y se plantea, junto con el gobernador santafesino
Omar Perotti, el desplazamiento del directorio actual y una intervención
judicial que designe un Órgano Interventor de la megaempresa.
La defensa de
Vicentin que hacen el radicalismo PRO y Cambiemos tiene los pies de barro:
defienden a quien les dio mucho dinero para que fueran gobierno. Y cuando fueron
gobierno, ellos le dieron mucha plata en condiciones de favoritismo,
saltándose, los reglamentos del Nación. Y ahora volvieron a defenderlo.
Un banco privado
nunca hubiera prestado 300 millones de dólares en esas condiciones. Y, de
hacerlo, ahora estaría quebrado. El Nación no quiebra porque tiene respaldo del
Estado. El PRO y Cambiemos, beneficiados por el dinero de Vicentin, tienen
responsabilidad en el desfalco al Nación, a los demás bancos y a las
cooperativas y productores rurales, porque era su gobierno y sus funcionarios.
Pero, amparados por la complicidad de las corporaciones mediáticas, disfrazan
su defensa del turbio negociado con acusaciones de “inconstitucionalidad”.
Vicentín es mucho
más que un conglomerado económico. Se respalda en ese poderío para proyectar su
influencia sobre todo en la política, pero también en los medios y en la
Justicia. La operatoria solamente hubiera podido funcionar amparada en esa
trama vigorosa de influencias. Ahora, en coincidencia con los directivos que
los financiaron, ese bloque demoledor de política, funcionarios judiciales,
periodistas y corporaciones mediáticas se puso en movimiento para rechazar la
expropiación propuesta por el gobierno.
El juez de la
convocatoria de acreedores de Vicentin, Fabián Lorenzini, a cargo del tribunal
Civil y Comercial de Reconquista, repuso en sus funciones al directorio de la
empresa y designó a los interventores del gobierno nacional como simples
veedores.
Es un directorio
que le mintió sobre la situación de la empresa a sus mismos accionistas, gran
parte de los cuales se han presentado ahora como perjudicados ante la justicia.
Es el mismo directorio que mientras declaraba que no podía pagar sus deudas,
vendía una de sus empresas en el exterior y recaudaba 120 millones de dólares.
Frente a la
contraofensiva judicial y política del directorio de Vicentin, el gobierno, a
través de la Dirección de Personas Jurídicas de la provincia de Santa Fe
propuso ahora que la justicia designe una intervención y planteó que la
encabece Roberto Gabriel Delgado, quien era el interventor designado por el
decreto que rechazó el juez.
El organismo
interventor controlará la empresa mientras dure el concurso de acreedores, o
sea más que los dos meses que se había planteado en el decreto. El gobernador
Perotti expresó que este mecanismo sustituye la idea de expropiar. Desde el
gobierno nacional se insistió que el viejo directorio será desplazado y que el
Estado tendrá intervención y decisión en la estructura que se genere.
El banderazo que
se convocó para hoy forma parte de esa ofensiva de la oposición en defensa de
la corporación que los financió. Aprovecha el malestar creado por la cuarentena
y se constituye al mismo tiempo en una convocatoria para transgredirla en el
peor momento de transmisión de la enfermedad. Los infectados ya son dos mil por
día y los sistemas de salud están en un nivel de alarma amarilla, con más de la
mitad de las camas ocupadas.
En la propaganda
dan a entender que el gobierno amenaza la propiedad de las personas. Por el contrario,
el control estatal trata de resguardar la propiedad de toda la sociedad,
representada en una empresa pública –que es de todos, esta sí. Y también
resguarda la propiedad que le fue expropiada por Vicentín a miles de pequeños y
medianos productores de Córdoba y Santa Fe.
El banderazo es
un acto bisagra en la relación de la oposición con el gobierno porque muestra
la decisión de salir como lo hicieron durante la resolución 125. La
movilización tiene en ese sentido un componente antiperonista muy fuerte que
excede al conflicto con Vicentín. Esa es la parte del voto que nunca cambió y
que respaldó a Mauricio Macri.
Pero también
cabalga sobre el malestar que crea la cuarentena en sectores adonde no llegó la
ayuda estatal, por retraso, por burocracia o porque no estaba contemplado. Y
también hay cansancio en parte de los que han sostenido el aislamiento.
El acto romperá
una cuarentena que ha sido tomada como ejemplo en todo el mundo. El prestigioso
periódico norteamericano The Nation, contrastó esta semana las políticas
sanitarias de Alberto Fernández con la de Jair Bolsonaro.
No hay Vicentin
sin soberanía fluvial, marítima y logística | Modelo nacional que deje atrás la
política portuaria alineada con el trazado geopolítico de las multinacionales
Los muertos por
corona virus en Argentina están llegando a los mil. En Brasil, sin cuarentena,
ya llegan a los 50 mil. Aun haciendo equivalencias por la diferencia de
habitantes, las cifras del país vecino son muchísimo más altas y terroríficas.
Sectores del macrismo cuestionan esta decisión por las pérdidas en la economía.
Es cierto, el
PBI, en la comparación interanual, cayó algo más del 11 por ciento. Lo que
ocultan los críticos de la cuarentena es que en Brasil, sin aislamiento, la
caída de la economía ha sido aún más abrupta: más del 15 por ciento. La
cuarentena de este gobierno salvó miles de vida y al mismo tiempo atenuó la
caída de la economía con medidas dentro de sus recursos limitados.
La pandemia puso
en crisis todos los postulados que aplicó Mauricio Macri. La meritocracia en
términos de pandemia es la de Bolsonaro: que se salven los más aptos. En
cambio, el gobierno argentino priorizó la responsabilidad social, es decir, la
respuesta comunitaria, que el individualismo neoliberal desprecia.
El gobierno de
Macri con los radicales PRO perjudicó la salud pública. Convirtió al Ministerio
de Salud en Secretaría y redujo su presupuesto en más del 25 por ciento. El
gobierno kirchnerista había dejado 13 hospitales prácticamente terminados en
todo el país, siete de ellos en el conurbano que ahora serían decisivos en la
lucha contra la pandemia.
A algunos sólo le
faltó el equipamiento y todos tenían más del 80 por ciento de la obra avanzada.
La gobernadora María Eugenia Vidal dijo que no iba a poner un peso en
hospitales y se negó a terminarlos. Dijeron que inaugurar hospitales era pura
demagogia. Pero ahora muchos de los que la votaron deberán atenderse en los
hospitales que ha construido el gobierno, sobre la base de los que ya estaban.
Se dijo que la
creación de universidades en el conurbano era demagogia “porque los pobres no
van a la universidad”. Y esas universidades, junto con científicos y técnicos
del CONICET han desarrollado kits de testeo para detectar masivamente a los
enfermos. Está prevista su exportación porque son más baratos que los
extranjeros. Se desarrolló un suero para atenuar los síntomas de la enfermedad
y bajar su índice de mortalidad y se construyeron respiradores más baratos y
sencillos que los anteriores.
Más que “defender
la propiedad”, la carga antiperonista de la convocatoria al “banderazo” busca
volver a un país sin cuarentena, sin hospitales, ni científicos, ni
universidades públicas.
Me llamó la atención el título de la nota, y la leí con cuidado, aunque no es corta. Bunge se caracteriza por sus declaraciones provocadoras, y tiene adeptos y detractores.
La nota alterna
elogios y críticas al peronismo -a Argentina también-, y me interesaron algunos
fragmentos que reproduzco, pero está el link para el que le interese leerla
completa.
Estoy de acuerdo
con la afirmación que sirve de título, aunque seguramente los anti peronistas protestarían
con ganas. El otro día veía unas encuestas en la que le preguntaban a
peronistas y macristas a quién nunca votarían: el 14% de los peronistas eligió
al macrismo, pero el 72% de los macristas mencionaron al peronismo. O sea que
el macrismo es centralmente antiperonista lo que garantiza el rechazo a una
afirmación como la del título, y asegura que la “grieta” se va a mantener.
Sin embargo, el
peronismo es lo que nos hace diferentes, aunque hay otras expresiones de
populismo latinoamericano semejantes. La diferencia es que el peronismo ha sido
–y vuelve a serlo- Gobierno, y Bunge menciona algunas de las políticas y hechos
positivos que hay en Argentina desarrolladas por los Gobiernos peronistas. Si
analizamos, por ejemplo, el papel que tienen las organizaciones gremiales, podremos
ver una diferencia clave respecto de otros países.
Me parece
importante destacar el concepto del título, porque muchas cosas que el neo
liberalismo capitalista que intentó gobernarnos descalificó e intentó erradicar
son las que nos permiten desarrollar un país más justo para la mayoría de los
argentinos, aunque la pobreza alcance niveles tremendos.
Comprendamos al peronismo para valorar y defender todo lo
que nos hace un mejor país. Cambiemos lo que no sirva para eso, pero no
aceptemos que nos quiten la educación y la salud públicas, o una jubilación
justa, o un proyecto económico que genere el trabajo que necesitamos.
Es lo único útil en esta etapa crucial y difícil:
entender qué es lo mejor para el país, pero mirálo vos, no dejés que ningún
programa de televisión te maneje la opinión. Buscá otras miradas, otros
criterios.
De última, tiene
que ver con tu vida y la de los tuyos. Vale la pena.
“El que no entiende el peronismo no entiende la Argentina”
“-Éramos tan
apasionadamente antiperonistas que no fuimos capaces de hacer un análisis
objetivo del peronismo. Más aún, usábamos categorías políticas europeas.
Creíamos que el peronismo era una forma de fascismo. Y no lo es: es original,
es un tipo de populismo. Creíamos también que Perón era bruto. Es falso. Era
inteligente, no sólo habilidoso, y tenía cultura histórica, al fin y al cabo,
era profesor de historia militar en el Colegio Militar. Lo menospreciamos y por
eso no lo entendemos. Gino Germani, que fue el fundador de la sociología
moderna en la Argentina, se fue del país en 1966 y al año siguiente me visitó
en Montreal. Le pregunté: “¿Por qué te fuiste de la Argentina? ¿Por la
persecución? No -me dijo-, me fui porque fui incapaz de entender al peronismo.
Todavía hoy no lo entiendo”. Y es así: quien no entiende al peronismo no
entiende el país.”
…
“-Algunos
imaginaron que la crisis financiera internacional iba a permitir que surgiera
un capitalismo distinto, más “sensible”. ¿Estamos a tiempo de esperar
algo semejante?
-Hubo cosas positivas y negativas. Hay que empezar por
averiguar por qué China y la India son los dos únicos países en el mundo cuya
economía ha crecido en los últimos doce meses. Ambos son proteccionistas y no
son neoliberales. La India se ha salvado de los tsunamis financieros, en
particular, porque regula el mercado financiero y no permite las
especulaciones. Y a China le falta democracia, pero también está avanzando en
ciencia y técnica a pasos agigantados. A propósito de esto, ¿sabe cómo se manejan
las finanzas internacionales en este momento? Hay un cuento que lo ilustra. En
un pueblo turístico de Europa, llega de pronto un alemán muy rico al único
hotel del lugar, deja en el mostrador un billete de cien euros y le dice al
dueño: “Me gusta mucho el lugar y quiero estudiar la posibilidad de pasar
una semana acá. ¿Me permite mirar las habitaciones?” “Sí, suba, las
habitaciones están todas abiertas”, le responde el dueño del hotel, que
sale corriendo y le lleva el billete de cien euros al carnicero para saldar una
deuda. El carnicero sale corriendo con el billete para pagarle al proveedor de
alimentos para sus cerdos. A su vez, el proveedor de alimentos para cerdos va
corriendo con ese billete y le paga a la prostituta una deuda por sus servicios.
La prostituta toma el mismo billete de cien euros y lo deja en el mostrador del
hotel para pagar la deuda que tiene por haber alquilado las habitaciones.
Entonces, al cabo de un rato, baja el turista alemán y le dice al dueño del
hotel que no le gusta ninguna de sus habitaciones, toma el billete y se va. Han
transcurrido nada más que cinco minutos, nadie hizo nada, nadie produjo nada,
pero todo el mundo está feliz porque todas las deudas han sido saldadas
(risas). En esto consisten las grandes finanzas. Detrás de estas grandes
manipulaciones no hay nada. Hay gente que se arruina, pero nadie se beneficia.
Es monstruoso.”
Día del Escritor. Se festeja cada 13
de junio, en conmemoración al nacimiento del autor argentino Leopoldo Lugones
(1874-1938). La fecha fue propuesta por la Sociedad Argentina de Escritores,
fundada por el propio Leopoldo Lugones, diez años antes de su suicidio.
Cuando caí en la cuenta de la fecha, se me ocurrió compartirla en
Facebook y la hice con el posteo que copio abajo.
“Estoy pensando en el Día del Escritor, aunque primero fui lector, y mi
viejo me enseñó a leer a los 5 años con el Patoruzú y el Pato Donald, para que
no le secara la cabeza para que me los leyera. La de escritor es mi segunda y
central vocación. La dejé de lado porque me parecía una forma muy mediada
-depende de que me lean- de modificar la realidad. Por eso, fui Profesor -otra
forma mediada, pero más concreta- e hice siempre política: la manera más bella
de colaborar con que el mundo sea mejor. Feliz Día, escritores (lo estoy siendo
en este momento).”
A partir de ahí, se empezaron a mover cosas dentro de mí, recordando mi
vida y esa vocación esencial.
Unos días antes había encontrado esta nota en Página 12:
En la nota se relata la
visita de Canetti a la Mellah en Marrakesh. Me impactaron un par de párrafos:
“En aquella plaza de la Mellah, entre mercaderes
tuertos que vendían un solo limón reseco o un puñado de piedras, Canetti vio a
unos niños recitando aplicadamente el alfabeto hebreo con su joven maestro y
una decena de metros más allá a los cuenteros, rodeados de gente en un doble
círculo que seguía el relato pendiente de cada palabra. Su admiración ante
semejante poder narrativo fue inmediata. “Los sentí como hermanos más viejos y
más sabios. Yo hacía o quería hacer algo así, pero en lugar de vivir de la
confianza de mi relato lo había hipotecado todo a la pluma y al papel, a la
elucubración interior, solitaria, pusilánime. En cambio, ellos, desprovistos de
libros y de todo conocimiento superfluo, sin ambiciones ni sed de prestigio,
ejercían con impune plenitud la magia de nuestro oficio”.
Unos pasos más
allá, Canetti se reconcilia con la pluma y el papel cuando ve, acomodados
contra la pared de la recova, a los escribientes. No hacen nada por atraer a la
gente, están ahí sentados, enjutos, con su pequeño escritorio delante, a cierta
distancia unos de otros para tener intimidad cuando un cliente se les sienta
enfrente y contrata sus servicios. “Escuchaban con una rara intensidad, ajenos
al bullicio de la plaza. Esperaban al final sin escribir una palabra, luego se
quedaban con la mirada perdida meditando cómo expresar cabalmente lo que les
pedían escribir. Desde mi lugar no oía nada, sólo veía la electricidad de la
transmigración de esos susurros en palabra escrita. Y el increíble cambio de
los rostros cuando el escribiente leía lo que había escrito”.
Ese encuentro con el
sentido inicial y esencial de ser narrador me llevó a mi propio encuentro y lo revivió
de una manera profunda. Inmediatamente surgió en mí una figura muy antigua: el
aedo. Recordé un tema dado al rendir algún Griego en la Facultad de Filosofía
de la UNCuyo: “El aedo en la poesía homérica”. Este personaje –memoria de las
epopeyas de la comunidad, como el bardo celta o el payador argentino- siempre
fue muy fuerte en mí como representación del valor de ser escritor. Y fue un
nuevo remezón en este encuentro con aquella vocación que nació conmigo.
Mientras buscaba la nota
sobre Canetti, encontré –sin la menor posibilidad de casualidad- con esta nota
en Página 12:
El inicio decía: “El autor de Adán Buenosayres tuvo una vida marcada por las letras y el compromiso político. Como poeta, novelista y dramaturgo, dejó una vasta obra que inspiró a generaciones de literatos. Como peronista, fue funcionario en Educación y sufrió́ el ostracismo de la proscripción.”
Leí el Adán Buenosayres
como texto en Literatura Argentina II. Una obra monumental, distinta de todo lo
que había leído, pero mi aprecio por Marechal también se debió a que era uno de
los pocos grandes escritores argentinos que era peronista. No entraré en
analizar ese tema, pero siempre valoré esa actitud que lo diferenciaba del
cenáculo del mundo cultural nacional. Había que tener valor para eso, porque
significaba quedar fuera del sistema, y casi condenado al ostracismo.
Fue el golpe final para
el reencuentro: Marechal, además de lo dicho, era un buscador metafísico (ya
había escrito Ascenso y descenso del alma por la belleza) con una profunda
religiosidad católica.
Evidentemente, en un par
de días había recorrido los más de 70 años de mi vida, y frente a mí, se
erguían una máquina de escribir y un libro.
Recordé que mi primer y único
cuento lo escribí en una Lettera y todos los libros y escritos que pasaron por
mis manos, y tuve que hacerme cargo de que, en el Día del Escritor, tenía que
ponerme de pie y seguir el llamado de lo esencial y profundo de mi vida.
SER ESCRITOR NO ES LO
ÚNICO QUE CONSTITUYE LA MISIÓN QUE ME TRAJO A ESTE PLANO, PERO FUE SIEMPRE
CENTRAL.
La frase “nueva
normalidad” se escucha por todos lados, aunque no se sepa qué será, y si se la
podrá llamar normalidad, por lo menos en el sentido que tenía.
Se multiplican
los opinólogos que hablan de que se había escondido la basura debajo de la
alfombra y que la pandemia ha sacado todas esas miserias a la luz.
Resulta llamativo
que Luis Rosales, aggiornado columnista de América, opine esto cuando fue
candidato a Vicepresidente de Espert, que cuestionó el neo liberalismo de Macri
porque había sido demasiado tibio y no había tomado medidas que nos hubieran
sumergido, aún más, en el desempleo y la pobreza.
Sin embargo,
muchos/as habíamos cuestionado y/o denunciado las desigualdades y asimetrías
del mundo, y, sobre todo, de América Latina.
Ya los pueblos
latinoamericanos habían salido a reclamar un cambio del sistema que les
proporcionara mejores condiciones de vida: ingresos dignos, educación, salud,
etc. Eso pasó en Chile, Ecuador, Colombia, y ahora, en Brasil.
Sin embargo, el
problema no es solo lo económico, porque el tema de la participación ciudadana
es clave, y la nota de Rocío Annunziata es útil para que empecemos a pensar en
eso y en cómo podremos mejorarla, cualitativa y cuantitativamente, en el mundo
después del coronavirus, y, en lo posible, empezar con acciones concretas ahora
porque no será fácil lograr que los que propiciaron aquella normalidad injusta
y desigual renuncien a sus negativos logros.
SEAMOS
REALISTAS: EL MUNDO FUE –Y ES- ASÍ PORQUE ALGUNOS POCOS TRABAJARON PARA ELLO, Y
OTROS MUCHOS LO PERMITIERON.
LA GRIETA
EXISTIÓ SIEMPRE, POR LO MENOS TRABAJEMOS PARA QUE LOS QUE ESTÁN EN EL LUGAR EN
QUE SE SUFRE MÁS SEAN MENOS.
PARA ESO, HACE
FALTA MÁS Y MEJOR PARTICIPACIÓN CIUDADANA.
¿Democracia en
pausa?
LA NUEVA
NORMALIDAD DE LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA
Por Rocío
Annunziata Ilustración Sebastián Angresano
Desde los ’80
hasta la pandemia del Covid-19, las políticas de participación ciudadana se
multiplicaron al punto de ser una marca de nuestra región hacia el mundo. La
pausa obligada por el aislamiento social plantea nuevos desafíos para que este
espacio no se vacíe y reafirme su sentido de justicia social. Rocío Annunziata
transcribe la memoria del debate Ciudadanía y Pandemia: ¿la democracia en
pausa? del proyecto Partícipes, organizado por Fundación Avina y Revista
Anfibia.
Cuando pensamos
en la idea de “participación ciudadana” es inevitable imaginar una reunión de
muchas personas en contacto unas con otras, ocupando un espacio público y
dialogando “cara a cara”. Participación y aislamiento social no combinan nada
bien. Por eso, entre las tantas actividades que parecen haber sido puestas en
pausa por la pandemia del COVID-19, ésta es una de las que más inquietudes
genera a quienes esperan la reactivación en la nueva normalidad.
Las instituciones
participativas -instancias promovidas por los gobiernos, sobre todo de nivel
local, que invitan a la ciudadanía a tener voz-, no hicieron más que
multiplicarse desde las primeras experiencias latinoamericanas de fines de los
ochenta, las que pusieron a la región en el lugar del laboratorio de innovación
por excelencia en esta materia. América Latina fue emulada por otros
continentes, y la expansión de estas prácticas cruzó colores políticos y
etiquetas partidarias. Por mencionar sólo el ejemplo de la institución
participativa más conocida, el Atlas Mundial de Presupuesto Participativo
editado por Nelson Dias, Sahsil Enríquez y Simone Júlio cuenta más de 11.600
experiencias en todo el mundo en 2019.
¿Qué futuro tiene
la participación ciudadana en las ciudades? ¿Cómo retomar los desafíos
pendientes y los que surgen a partir de esta coyuntura? ¿Qué pueden hacer las
ONGs y los gobiernos locales en este contexto? Estas preguntas estructuraron el
encuentro Ciudadanía y Pandemia: ¿la democracia en pausa?, organizado por
Fundación Avina y Revista Anfibia en el marco del Proyecto Partícipes, el 19 y
el 21 de mayo de 2020. Participaron más de 300 miembros de organizaciones de la
sociedad civil de Córdoba, Rosario, Mendoza y Buenos Aires, funcionarios
locales y público general.
1 La “antigua normalidad” participativa no era
ideal
Una de las
primeras impresiones que surgen ante la pregunta sobre lo que la pandemia puso
en pausa al interrumpir las instancias participativas implementadas en las
ciudades es que la normalidad de la participación que conocíamos no era
perfecta. ¿Cómo estábamos antes del COVID-19?
Lo primero que
habría que decir es que la “normalidad” de las instituciones participativas era
seguir expandiéndose. Hay que reconocerlo: muchos las impulsaban como
verdaderos insumos para sus políticas, otros como una mera estrategia de
imagen. Lo cierto es que la tendencia señalaba la inclusión creciente de este
tipo de instancias en los gobiernos locales. Una prueba de ello es la
pregnancia que tuvo el paradigma del Gobierno Abierto en la gestión pública.
Que ésta fuera la
tendencia no implica que todos esos espacios fueran igual de fuertes, genuinos
y transformadores. En algunos casos, la normalización y masificación del
paradigma iba de la mano de prácticas muy debilitadas. Por eso la versión más
desplegada por el mundo en estos años es la que identifica la participación
ciudadana con una herramienta administrativa y despolitizada para conocer las
preferencias de la gente y gestionar con mayor eficiencia. Lo que se venía
viendo cada vez menos, en cambio, era la puesta en marcha de instancias
participativas que fomentaran la creatividad social, el debate y el conflicto,
y que tuvieran un horizonte de justicia social.
Esto nos
reconduce a dos temas que surgieron en los webinar de Partícipes. 1) Muchas
veces las instancias participativas están contenidas en normativas virtuosas y
tienen un diseño institucional que hace suponer que habrá una participación
sustantiva, pero en la práctica la capacidad de estos espacios de involucrar a
los ciudadanos y considerar sus propuestas realmente es muy baja. Virginia
Romanutti, de Nuestra Córdoba, citaba el ejemplo de las Juntas de Participación
Vecinal de Córdoba para ilustrar instituciones bien diseñadas que no se
traducen en buenas experiencias.
2) Las
instituciones participativas tienden a estar orientadas hacia las demandas
individuales y cuesta pensarlas como ejercicios colectivos, como advertía Luis
Cardoso, de Acción Colectiva. La concepción mayormente administrativa de las
instancias de participación que surgen “desde arriba” se corresponde con
formatos de participación fragmentada, que privilegian que cada participante se
lleve algo del proceso, cristalizándose en inquietudes poco diferenciadas de
reclamos individuales. Un tema de larga data es que el participante convocado
suele ser más el vecino que el ciudadano.
2. La pausa no son cinco minutos
¿Qué
consecuencias están teniendo la pandemia y el aislamiento social sobre las
instituciones participativas? En el mundo y en Argentina, las miles que estaban
funcionando quedaron en suspenso. La reunión de personas en espacios públicos
no está a la orden del día, por prohibiciones explícitas o por prudencia
sanitaria. A este inconveniente indiscutible se suma el hecho de que, en
Argentina, muchas gestiones gubernamentales acababan de asumir cuando llegó la
pandemia y estaban recién ideando sus nuevos ámbitos participativos o
analizando el estado de las instituciones heredadas.
En las
situaciones de excepción los gobiernos tienden a cerrarse y a centralizar las
decisiones. Como se advirtió en este encuentro, el argumento de que sería
irresponsable o imposible planificar políticas en esta situación de crisis y
urgencia es esgrimido por los funcionarios. ¿Cuán factible es escuchar muchas
voces para decidir en este contexto? Facundo Heras –de Nuestra Mendoza- explicó
que los gobiernos supieron dialogar muy bien con los sectores económicos en la
creación de protocolos para habilitar actividades, y que ésto prueba que
podrían dialogar de igual modo con las organizaciones comunitarias para atender
a las necesidades de los territorios, como las ollas populares.
La combinación de
aislamiento social, desconfianza interpersonal y gobiernos que se cierran puede
significar un golpe muy duro para las instituciones participativas, que siempre
han estado caracterizadas, incluso en la normalidad, por una gran volatilidad y
dependencia de los cambios de gestión. Lo más probable es que la gran mayoría
de estas instancias no se recuperen en el corto plazo.
3 ¿La “nueva normalidad” será digital?
Una de las
estrategias posibles para enfrentar la pausa sería “digitalizarlo” todo, como
sucede con mucho de nuestras vidas cotidianas. La incorporación de nuevas
tecnologías para la participación en las ciudades ya venía en aumento, pero hoy
puede presentarse como una alternativa salvadora. Así lo contaban los
funcionarios que intervinieron en el segundo encuentro de Partícipes. Godoy
Cruz (Mendoza) está buscando convertir su Presupuesto Participativo en un
Presupuesto Participativo online, con el apoyo del Proyecto Cónsul, una
plataforma creada por la gestión anterior del Ayuntamiento de Madrid. Este es
también el modelo con el que se desarrolla desde 2017 BAElige, que permite cada
año a los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires decidir el destino de 600 millones
de pesos. Rosario, la ciudad argentina cuyas instituciones participativas se
han hecho famosas en el mundo, ensaya realizar las reuniones de sus consejos
barriales por Zoom.
La posibilidad
que brindan las herramientas virtuales están también influyendo en formas de
participación que promueven los gobiernos locales más allá de las instituciones
participativas propiamente dichas: la comunicación directa con los vecinos a la
que apunta Rosario, o el programa de voluntariado Mayores Cuidados que impulsó CABA
son buenas ilustraciones. En todo caso, miembros de equipos de gestión de los
gobiernos locales coinciden en que los recursos virtuales o digitales formarán
parte del paisaje de la “nueva normalidad” de la participación.
Pero no todas las
realidades son adaptables a la virtualización o digitalización de sus
instancias participativas. La localidad de Maipú (Mendoza), por ejemplo, viene
trabajando con un Presupuesto Participativo orientado a las áreas rurales que
difícilmente podría transformarse en online. No solo es una cuestión de brecha
y conexión. En lo que se refiere a la digitalización de las instituciones
participativas la biblioteca está dividida. Algunos expertos se preocupan por
si las herramientas digitales tienden a eliminar los momentos de deliberación y
debate: es posible hacer propuestas online, es posible votar proyectos online,
pero es mucho más difícil discutir ideas y llegar a propuestas colectivas si
falta el encuentro “cara a cara”. En este sentido, uno de los desafíos para el
futuro de las instituciones participativas será que la incorporación de lo
digital no vaya en detrimento de instancias capaces de producir deliberación.
4. Puede ser una pausa creativa
El paréntesis en
el que se encuentran las instituciones participativas puede representar también
una oportunidad, una pausa creativa en la que surjan herramientas que terminen
por mejorar algunos aspectos de la “antigua normalidad” de la participación.
Otro ejemplo: quizás los Presupuestos Participativos digitales atraen una
participación social más numerosa, y no sólo a quienes participan siempre, que
disponen del tiempo para trasladarse y estar, como notan en la ciudad de Godoy
Cruz.
Aquí está la otra
parte de la biblioteca: la participación online puede ser más inclusiva en la
medida en que se integra más fácilmente a la vida cotidiana y no exige la
presencia física en horarios imposibles para muchos. Otro ejemplo es el que
acabamos de mencionar de los encuentros de consejos barriales por Zoom; ¿podrán
estos formatos revertir la difícil relación entre lo online y la deliberación?
Encontrar formas para mantener latentes las instancias participativas es el imperativo actual. Pero a la vez podemos usar la pausa para repensar la normalidad. Como sostuvo Matías Bianchi, de Asuntos del Sur, citando a Bruno Latour: “si todo está en crisis, podemos rediscutir todo”.
En la primera
conversación Estrategias de la sociedad civil para sostener la participación
ciudadana (19/5/2020) estuvieron Virginia Romanutti de Red Ciudadana Nuestra
Córdoba (Córdoba); Matías Bianchi de Asuntos del Sur (Buenos Aires); Luis
Cardoso de Acción Colectiva (Rosario) y Facundo Heras de Nuestra Mendoza
(Mendoza). Moderó Hinde Pomeraniec.
En la segunda
conversación Los gobiernos locales ante las demandas ciudadanas de participación
(21/5/2020) disertaron Alejandra Torres (Secretaria de Planeamiento,
Modernización y Relaciones Internacionales de Córdoba); Fernando Straface
(Secretario General de Relaciones Internacionales de CABA); Laura Bartolacci
(Subsecretaría de vinculación ciudadana de Rosario); Martín Appiolaza (Director
de Prevención, Participación Comunitaria y Derechos Humanos de la Municipalidad
de Godoy Cruz, Mendoza) y Gabriela Riveros (Directora de Planificación
Estratégica de Municipalidad de Maipú, Mendoza). Moderó Hinde Pomeraniec.
He elegido esta nota de Zaiat porque es categórica en
cuanto a la descripción de esta fuerte movida del macrismo residual, los medios
amigos y los trolls y bots que manejan la campaña en las redes.
Creo que es un sector minoritario de la sociedad el que
apoya esta embestida contra la estrategia que, hasta ahora, nos ha venido
guardando de vivir situaciones trágicas como otros países del mundo, pero esta
campaña –que incluye noticias falsas de revueltas populares- le da una
dimensión mucho mayor.
No estoy minimizando la dura situación que vive Argentina
como gran parte del mundo, sino que la gente sigue bancando la cuarentena
porque cree que es lo mejor que se puede hacer para preservar la salud pública.
Con esta entrada intento colaborar con esa gente que está
sufriendo tanto, para que no se desanime por creer que tanto sacrificio es en
vano, y piense que el Gobierno está equivocado y que hay que romper la
cuarentena.
NO ES ASÍ, Y EN
LA ENORME MAYORÍA DEL PAÍS, COMO EN MENDOZA, LA CANTIDAD DE INFECTADOS ES BAJA,
Y SE ESTÁ AVANZANDO EN LA APERTURA, PERO CON LA NECESARIA PRUDENCIA QUE
REQUIERE LA SITUACIÓN.
NO CREAMOS A
QUIENES NO LES IMPORTAN LOS MUERTOS QUE COSTARÍA ESA APERTURA IRRESPONSABLE.
Dispositivo
mediático de confusión sobre la situación social, política y económica del
aislamiento social
Campaña
anticuarentena, fake news y culto a la muerte
La militancia
anticuarentena, que lidera el Grupo Clarín con sus diarios, radios y canales de
televisión, seguido por La Nación, el Grupo América e Infobae, es tan irresponsable
socialmente como mezquina en términos políticos e ignorante de la cuestión
económica. Desprecian el destino sanitario de las personas mayores y de los
grupos socioeconómicos vulnerables.
Por Alfredo Zaiat
Es tan potente el
dispositivo mediático del poder económico que es necesario hacer aclaraciones
obvias.
Quién puede estar contento o cómodo cuando se alteró en forma tan
fuerte la rutina y los vínculos personales y familiares.
Quién puede estar feliz si por la cuarentena y por precaución no se está
viendo a los padres ni hay reuniones con amigos.
Quién no está angustiado, ansioso y preocupado por la violenta alteración
de la vida cotidiana.
Es tan evidente
el hastío por esas restricciones que genera incomodidad tener que aclararlas
para señalar que la campaña
anticuarentena, que lidera el Grupo Clarín con sus diarios, radios y
canales de televisión, seguido por La Nación, el Grupo América e Infobae, es
tan irresponsable socialmente como mezquina en términos políticos e ignorante
de la cuestión económica.
Todo es debatible
en democracia, pero no se transita el sendero de la racionalidad, en caso de
ser bienintencionados, y de la honestidad intelectual, en muchos otros
dedicados al entretenimiento periodístico, cuando se hace gala de la soberbia
de la ignorancia al desafiar la evidencia científica y empírica. La
controversia con la militancia social y periodística anticuarentena se parece a
las discusiones delirantes con grupos terraplanistas y antivacunas.
Con fake news y
apelando a la angustia personal por la cuarentena, lo que hacen es una
provocación abierta a que una parte de la sociedad, atrapada por el cansancio,
el miedo económico y la confusión, termine despreciando el destino sanitario de
las personas mayores y de los grupos socioeconómicos vulnerables.
Trabajan para que
la mayoría de la sociedad acepte que los adultos mayores y pobres se mueran por
coronavirus. Esto es lo que ha sucedido en Suecia, Italia, España, que han
dejado morir a las personas mayores contagiadas porque sus respectivos sistemas
sanitarios han colapsado; o en Estados Unidos y en Brasil, donde el coronavirus
se concentra en pobres e inmigrantes.
Existen datos
objetivos, irrefutables, que muestran cuál es el saldo sanitario de la opción
anticuarentena. El saldo es un desastre humanitario, fosas comunes, cementerios
desbordados y, además, derrumbe económico.
La sociedad
argentina posee una larga y rica historia de movilizaciones y resistencias
sociales y políticas que no soportaría cantidades de contagiados y muertes como
se anotan diariamente en Brasil, Chile, Perú, Italia, España, Gran Bretaña o
Estados Unidos.
El objetivo
político de los militantes anticuarentena es erosionar entonces la elevada
aceptación social y política que hoy tiene el gobierno de Alberto Fernández. La
campaña la lideran grupos conservadores porque les irrita que CFK y el
kirchnerismo tengan un papel destacado en la alianza de gobierno.
O sea, la
obsesión patológica con CFK y, fundamentalmente, lo que ella representa en
términos de disputa histórica por el tipo de proyecto de país, no respeta ni el
riesgo de vidas por la pandemia global.
Si se analiza la
historia argentina, se descubre que los sectores reaccionarios no han respetado
la vida, más bien son cultores de la muerte de los desvalidos, vulnerables y
rebeldes: el combate a los gauchos, la matanza de comunidades indígenas en la
Campaña del Desierto, la persecución y muerte de anarquistas y socialistas a
principios del siglo pasado, el “Viva el cáncer” de Evita, el
bombardeo a civiles en la Plaza de Mayo, los fusilamientos de José León Suárez,
hasta la muerte y desaparición de miles de personas en la última dictadura
militar.
¿Por qué sería diferente ahora con la pandemia del
coronavirus?
Ahora bien, es
evidente que la economía está sufriendo y mucho con la cuarentena. Pero no sólo
sufre la economía argentina; la economía mundial ha colapsado.
Cada uno de los
países en crisis está viendo cómo encontrar una “nueva normalidad” en
el funcionamiento de la economía. También se la está buscando en Argentina.
Mientras, el Estado tiene que mejorar en rapidez y eficacia la inmensa red de
contención previsional, social y económica (empresas y trabajadores) que se
diseñó para la emergencia.
Es una obviedad
que la cuarentena tiene costos económicos, pero la apertura como la piden los
anticuarentena también los tiene. La economía no se recuperaría si se terminara
de un día al otro el aislamiento social preventivo y obligatorio en la región
del AMBA. El aumento exponencial de contagios y el crecimiento geométrico de
muertos siguientes paralizaría también a la economía.
Es necesario ir
adaptando el funcionamiento del sistema económico a esta nueva realidad en los
lugares de trabajo y en los medios de transporte.
Nadie se enamora
de la cuarentena. Es una mentira más que se suma a la extensa lista de fake
news del dispositivo mediático dominante. La estrategia argentina fue preparar
el sistema de salud luego del desastre dejado por los gobiernos de Mauricio
Macri y María Eugenia Vidal, para luego ir abriendo con prudencia en los
lugares donde hay pocos o ningún caso y concentrando la atención en el Área
Metropolitana porque es la zona de más riesgo.
Se sabe que la
cuarentena no es la solución; es un paliativo. La solución es una vacuna o un
tratamiento que baje radicalmente la mortalidad del coronavirus. Todavía no hay
vacuna ni ese tipo de tratamiento médico.
Somos
contemporáneos de un evento extraordinario, como es esta pandemia global. No es
algo que se elige; es una crisis con la que se tiene que aprender a convivir,
situación personal y emocional que no es fácil, pero que exige reafirmar que el
camino en sociedad no es el individual del sálvese quien pueda, sino el
colectivo de cuidarse para cuidarnos y de ser solidario con el otro.
Ya nada se puede
analizar con conceptos del diecinueve, no el siglo sino el año.
Intentaré listar
los temas que no pueden dejar de ser tenidos en cuenta a pesar de que las
respuestas todavía no están disponibles.
Desde hace tiempo
las mentes más abiertas vienen insistiendo que hay que escuchar a las ciencias
duras, que no son infalibles pero que son más confiables que diversos gurúes
que pululan por ahí y hasta gobiernan países.
Paradójico es que
el capitalismo que nació con ella y la promovió, se encierre ahora en su
burbuja de intereses corporativos y ganancias inmediatas.
¿Y qué nos advierte la ciencia?
Que esta no es
una pandemia sino una era de pandemias. Pandemias provocadas en gran medida por
nuestra tóxica relación con la naturaleza y diseminadas por la descontrolada
globalización.
Por lo tanto, las
naciones con vocación de dominación van a priorizar ciertas garantías que les
permitan afrontarlas de la mejor manera posible.
Soberanía
alimentaria, farmacéutica y sanitaria serán esenciales. Hay que tenerlo en
cuenta para prever cómo impactará en nuestro país.
El tema del transporte,
tanto de pasajeros como de cargas, será revaluado. Su papel en la crisis
climática y en la propagación de virus es probable que haga que se utilice con
mayor prudencia.
Teletrabajo, peatonalización
de los centros urbanos, transporte público, exportaciones de bienes de alto
valor agregado y tecnológicos, promoción de consumos locales, siguiendo las
pautas del movimiento gastronómico Kilómetro Cero, entre tantas otras medidas.
Los puntos
calientes de los contagios del coronavirus han sido las metrópolis altamente
densificadas. Ya hay personas y familias que están pensando en mudarse a
ciudades medianas o pequeñas. Internet nos permite estar conectados e
informados prácticamente en todos lados, lo que disminuye ciertos atractivos de
las grandes ciudades. Ya se está hablando de desurbanización y por supuesto
también de desdensificación, hasta hace poco uno de los postulados de la
mayoría de los urbanistas, más enamorados de la moda que de la calidad de vida
de los habitantes.
Otro problema que
las estadísticas han señalado claramente es que los más pobres se contagian y
mueren más por el coronavirus. Hay un factor que está asociado: enfermedades
previas. Ahora bien, ¿por qué los pobres tienen más enfermedades previas, aún
en gente joven? Más allá de lo obvio: peor atención sanitaria, hay otro factor
poco destacado: la malnutrición que provoca obesidad, diabetes e hipertensión.
Contra lo que la sensibilidad social, alentada por los intereses de las grandes
corporaciones de la industria alimenticia, supone, no es el hambre sino el
consumo de comestibles ultraprocesados que por su accesibilidad precio e
impacto publicitario son una parte fundamental de la dieta de estos sectores.
Enfrentarnos a estos enormes intereses será imprescindible para garantizar nuestra
salud.
Otro tema que el
virus contribuyó a resaltar son los adultos mayores. ¿Qué hacemos con una
población que en algunos países llega a una cuarta parte del total? Para
algunos, si están jubilados son un gasto, si siguen trabajando impiden el acceso
de los jóvenes al mercado laboral. Los adultos mayores no son un gasto son una
inversión que la sociedad ya realizó y debe aprovechar. Hay que pensar qué
papel tendrán porque la mayoría se encuentra en óptimas condiciones de seguir
aportando al bien común.
Mientras tanto la
crisis climática sigue acortando nuestros plazos, la presión demográfica en
África, algunos países asiáticos y centroamericanos, agravada por las
consecuencias catastróficas del calentamiento global se hará sentir cada vez
más en Europa y Estados Unidos.
A pesar de este
panorama casi apocalíptico, hay soluciones que dependen de la voluntad política
mayoritaria.
El feminismo es
una herramienta poderosísima. Educar a las mujeres es una de las inversiones
que más resultados produce. Terminar con el patriarcalismo es cambiar nuestro
modo de relación con la naturaleza.
Frente a la
desigualdad social y la falta de empleo, la economía social si fuera subsidiada
del modo en que se subsidia a las petroleras, podría ser una de varias
alternativas.
Menos
productivismo menos consumismo podría ser igual a más trabajo, menos pobreza y
mejor calidad de vida.
Pensar que obtendremos
resultados diferentes con las mismas recetas es la definición de la locura.
Esta nota del
Diario Los Andes que agrego abajo encara un tema crucial para Mendoza: el uso
del territorio mendocino.
Me ha parecido un
buen aporte, por eso lo rescato, pero quiero agregar algo a este replanteo de
nuestra ruralidad. Hay otro aspecto que se ha hecho evidente en el contexto de
la pandemia del coronavirus: la aglomeración en ciudades de manera no
sostenible ni sustentable, como sucede en las villas de la CABA. No voy a
entrar en la descripción de esos ambientes, porque los hemos visto hasta el
cansancio por estos días, pero es claro que la vida en ellas no responde a los
parámetros de calidad mínimos para una existencia razonablemente plena.
No voy a entrar
en temas técnicos sobre los que no tengo formación, pero está claro que Mendoza
no ha desarrollado un proyecto político (ni este Gobierno, ni sus predecesores)
que tienda a mejorar la sostenibilidad ni la sustentabilidad de sus urbes.
Más adelante: “Lo
sostenible es lo que se abastece a sí mismo y garantiza su continuidad en el
tiempo. En este caso, se refiere a la capacidad de las ciudades para
desarrollarse bajo criterios ecológicos y de igualdad social.”
Es una nota que vale
la pena leer para tener una mejor comprensión no solo de la ruralidad, sino
también de lo que necesitamos requerir a nuestra sociedad, y a quienes aspiren
a su conducción política.
El Gran Mendoza
no da para mucho más, y si observamos el modo en que ha crecido, lo podemos
comprobar sin mayor dificultad. Es cierto que, si se concretaran algunos temas
pendientes, algunos poco probables: sistema de transporte colectivo, una
avenida de circunvalación, red de agua potable y cloacas, etc., esto podría
mejorar, pero ya –a mi criterio- es tarde para reparaciones, hace falta algo
más integral y perdurable.
Repito lo que he
dicho varias veces: no hemos tenido Gobiernos con proyectos políticos que
merezcan ese nombre. Pongo como ejemplo el viaducto sobre Vicente Zapata: más
allá de que permite superar mejor el nudo vial en la circulación Norte Sur y
viceversa, solo ha servido para aumentar la cantidad de vehículos que entran a
la ciudad. Podría citar otros de Gobiernos diversos, pero es suficiente para demostrar
lo que afirmo.
Se ha hecho un
avance cualitativamente muy importante, que es la Ley de Ordenamiento
Territorial, sancionada en el 2017, después de ocho años de trabajo
colaborativo muy destacable.
Hay Municipios
que han elaborado –o están elaborando- sus propios planes de Ordenamiento
Territorial, pero no es lo mismo que un proyecto político de un Gobierno, ya
sea para ejecutarlo o como propuesta electoral.
En general, se
trabaja en estos Planes de OT con seriedad, se termina desarrollando una
propuesta local de OT, se la presenta en un acto público, pero de ahí de que el
Municipio ajuste todas sus acciones a esa propuesta, hay una larga distancia.
Está claro que
planificar es más fácil que llevar a la práctica, pero también que se sigue
gobernando sin un plan de envergadura. O sea que no se llega al Gobierno por
presentar la mejor propuesta política y social.
Por lo tanto, la
sociedad debería plantearse que, si no cambia su actitud y criterio,
informándose bien y con la objetividad posible –nada fácil en esta Argentina de
medios direccionados y bandas sectarias de trolls- para decidir qué es lo mejor para nosotros/as
y la sociedad en su conjunto, estos problemas de sustentabilidad y sostenibilidad
no terminarán, por el contrario, se agudizarán.
Por lo menos miremos nuestra realidad cercana: si tenemos
problemas con el agua y/o las cloacas, si el acceso a nuestras casas es muy
difícil, si no tenemos caleros automáticos accesibles, si no hay conectividad,
o es muy mala, si no tenemos acceso a viviendas dignas y económicamente accesibles,
o si falta –o es deficiente- cualquier otro servicio o elemento de la infraestructura
que tenga que ver con una “ciudad sostenible” en una Provincia sustentable,
anotémoslo, y hagámoslo conocer a los espacios políticos para que digan cómo
solucionarían esas carencias si llegan al Gobierno.
Si no lo hacemos, nos seguirán diciendo algunas frases
vacías, más o menos llamativas, y seguirán haciendo lo mismo que han venido
haciendo los Gobiernos hasta ahora: poco, y sin un plan maestro que sea parte
de una estrategia de desarrollo que se mantenga en décadas.
SI NO LO HACEMOS, SIGAMOS HACIENDO POLÍTICA EN LAS REDES, Y PAVADAS EN TIK TOK, PERO NO NOS QUEJEMOS DE LOS POLÍTICOS: SON COMO SON PORQUE LA SOCIEDAD NI GENERA POLÍTICOS MEJORES, NI ACTÚA PARA QUE LA REALIDAD SEA DISTINTA Y MEJOR.
De la ciudad
“respirable” a la ruralidad sustentable
Desde la urbe
siempre vimos al desierto y al oasis del que formamos parte como espacios
“proveedores” de alimentos o petróleo.
Por Eduardo A.
Sosa – Licenciado en Gestión Ambiental
Quiero efectuar
un pequeño aporte a la nota del arquitecto Diego Kotlik de fecha 11 de mayo del
corriente, que tan bien expone lo que debería ser Mendoza en el ordenamiento de
su territorio una vez que esta pandemia pase o sus efectos se reduzcan.
Si bien es cierto
que una enorme mayoría de la población mendocina vive en urbes, hay un extenso
espacio rural que espera medidas urgentes de organización para poder subsistir
frente al avance de lo urbano, el acelerado cambio de uso del suelo
rural-agrícola, las recurrentes crisis económicas de la producción agropecuaria
y el avance sobre el piedemonte, solo por nombrar algunas causas de los
desequilibrios territoriales.
El futuro de
Mendoza no solo está en el adecuado diseño de sus ciudades sino también en la
preservación complementaria de la ruralidad, de un buen vivir que debe
incorporar la modernización y los progresos que son comunes en las urbes, pero
también la reconversión hacia cultivos más ecológicos y orientados a la
búsqueda de nuevos mercados, el desarrollo de emprendimientos de alto valor
agregado, la creación de pymes ligadas a nuevos gustos del consumidor como el
cultivo y comercialización de verduras y frutas orgánicas, la promoción de las
energías renovables y de la eco-eficiencia, el cuidado de los valores de la
ruralidad que son muy codiciados cuando uno vive en las ciudades y desea
retener parte de esa mística del campo, el fomento del turismo ecológico y
rural ligados a la belleza y la cultura del oasis, el apoyo a cultivos y ferias
locales y tantas otras iniciativas de desarrollo que pueden intentarse.
Esta nueva
ruralidad también va de la mano de infraestructura y equipamiento que debe
proveer el Estado en función ya no de los intereses políticos o las urgencias,
sino en la planificación territorial participativa y en alianzas con sectores
de la economía que se benefician con las mismas.
Esto también
incluye una nueva mirada de las tierras áridas, vistas como desiertos por la
mayoría pero que posee una extraordinaria diversidad biológica e incontables
bellezas para proteger y utilizar racionalmente.
Desde la urbe
siempre vimos al desierto y al oasis del que formamos parte como espacios
“proveedores” no solo de alimentos sino de maderas, petróleo o materiales para
nuestras viviendas, pero nunca los integramos a nuestro vivir cotidiano como
comunidad.
Pienso que es
hora de revalorizar la ruralidad y ordenarla convenientemente para que los
miles de mendocinos que viven en ella puedan permanecer allí y proyectarse en
un futuro que no implique abandonar sus tierras, sus sueños y pasar a
convertirse en la masa de refugiados económicos y ambientales que pueblan las
periferias de nuestros aglomerados urbanos.
Si el gobierno
provincial se activa y desarrolla todos los planes y actividades que prevé la
ley de ordenamiento territorial y el Plan Provincial de Ordenamiento
Territorial que duerme desde su aprobación en 2017, este futuro será posible.
Sin mucha
originalidad, he elaborado varias entradas sobe el coronavirus y el
difícilmente predecible mundo posterior.
Algunas tienen
que ver con que América Latina tiene mucho que decir en función de una
propuesta que avance hacia un mundo mejor y más justo para no volver a esa
“normalidad” inicua, insostenible e insustentable con la que llegamos a la
pandemia.
Un ejemplo: la
organización caritativa británica Oxfam afirmó que 82% del dinero que se generó
en el mundo en 2017 fue al 1% más rico de la población global. Estos
porcentajes han recibido críticas, pero sean 8, 42 o 61 las personas que tienen
la misma cantidad de dinero que la mitad del mundo, esto sigue siendo una
desigualdad enorme alrededor del mundo.
También podríamos
hablar de la devastación del medio ambiente o de cualquiera de los temas que
afligen a la humanidad, los que evidentemente van a empeorar con la pandemia.
Por eso, empecé a
publicar entradas que tengan que ver con el “populismo latinoamericano”, y quiero
establecer un hilo cronológico con las que avanzan en este sentido:
Walden Bello es autor
de “Desglobalización: ideas para una nueva economía mundial”, plantea
alternativas, desde la izquierda, porque cree que hay una coyuntura de cambio
de esa “normalidad” que critica por lo que habla de “las posibilidades que se
ofrecen sin por ello esconder los límites de una transformación que, asegura,
depende de la acción de las fuerzas progresistas y de la reconfiguración del
Sur como actor renovado.”
Sus planteos son
concurrentes con el sentido de lo que hemos compartido en el hilo que pongo
arriba.
Analiza: “Creo
que las posibilidades que ofrece el momento, la coyuntura, son el resultado de
dos cosas: la crisis objetiva del sistema y la fuerza subjetiva que puede
actuar sobre esta crisis. Mi sensación es que la crisis financiera mundial de
2008 fue una profunda crisis del capitalismo, pero el elemento subjetivo aún no
había alcanzado una masa crítica. Debido al crecimiento impulsado por los
gastos del consumidor y financiado con deuda, la crisis sorprendió a la gente,
pero no creo que se hayan alejado tanto del sistema. Hoy es diferente. El nivel
de descontento y alienación con el neoliberalismo es muy alto en el Norte
global debido a la incapacidad de las élites arraigadas para enfrentar el
declive, mejorar los niveles de vida y tratar la desigualdad vertiginosa en los
años que siguieron a la crisis financiera. En el Sur global la crisis de
legitimidad ya había afectado al neoliberalismo y la globalización y sus
instituciones clave, como la Unión Europea, el Banco Mundial, el Fondo
Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio, incluso antes
de la crisis de 2008. La pandemia del covid-19 surgió a través de un sistema
económico global ya desestabilizado que sufría una profunda crisis de
legitimidad. La gente tenía la sensación de que las cosas estaban realmente de
fuera de control. La ira, la frustración y la sensación de que las elites y los
poderes gobernantes perdieron el control, y que el sistema se fue al diablo
está muy extendida hoy, en contraste con las secuelas inmediatas de la crisis
de 2008. Es este torbellino, es precisamente este elemento subjetivo el que
debe ser aprovechado por las fuerzas políticas. El sistema global, por
supuesto, intentará recuperar la “vieja normalidad”, como lo
demuestra la infame teleconferencia de Goldman Sachs, cuyos participantes
acordaron que no hubo una crisis sistémica inducida por covid-19 y que lo
importante es garantizar una vuelta prolija al orden anterior al covid-19. Pero
no hay que obligar al genio a que vuelva a la botella. Simplemente hay
demasiada ira, demasiado resentimiento, demasiada inseguridad que se han
desatado, y solo la izquierda y la extrema derecha están en condiciones de
aprovechar esta tormenta subjetiva. Entonces, sí, el impulso es hacia un
sistema post-capitalista o, en cualquier caso, post-neoliberal, y la pregunta
clave es ¿quién será capaz de aprovechar toda esa ira desatada y dirigirla?”
Me pareció una
excelente reseña de la evolución de la crisis y de la dura e insostenible
realidad actual.
Febbro le
plantea:
“-El fracaso de la democracia liberal para mejorar
la vida de las personas y la igualdad ha llevado a la aparición de movimientos
populistas en todo el mundo. En cierto sentido, la extrema derecha secuestró la
desglobalización. Esta crisis ha expuesto como nunca antes la gran fractura del
mundo. ¿El escenario posterior al virus puede ser una oportunidad mucho mejor
para que la extrema derecha llegue al poder?”
Esta es la
respuesta de Bello:
“-Desafortunadamente,
es la extrema derecha la que está mejor posicionada para aprovechar el
descontento global porque, incluso antes de Covid-19, los partidos de extrema
derecha ya eran elementos claves de las posiciones y programas anti
neoliberales promovidas por la izquierda independiente. Por ejemplo, la crítica
de la globalización, la expansión del “estado de bienestar” y una
mayor intervención estatal en la economía. Lo que hizo la extrema derecha fue
plantearlos como un paradigma propio. En Europa, los partidos de derecha
radical abandonaron parte de los viejos programas neoliberales que abogaban por
una mayor liberalización y menos impuestos que habían apoyado y se pusieron a
decir que estaban a favor del Estado de bienestar y de una mayor protección de
la economía nacional ante los compromisos internacionales. Pero claro, sólo en
beneficio de las personas con el “color de piel correcto”, la
“cultura correcta”, la población étnica “correcta”, la
“religión correcta”. Esencialmente, es la vieja fórmula “nacional
socialista” inclusiva de clase, pero racial y culturalmente excluyente. La
extrema derecha oportunista está, desafortunadamente, por delante de la
izquierda en este momento. El amplio movimiento progresivo tendrá que moverse
más rápido y asegurarse de que los socialdemócratas desacreditados en Europa y
los demócratas de Obama y Biden en los Estados Unidos no vuelvan a canalizar la
política hacia un nuevo compromiso con un neoliberalismo moribundo. Si esto
sucede, entonces esa escena escalofriante que aparece en la película Cabaret,
donde la gente común que apoya a los nazis canta “El futuro nos
pertenece”, casi con seguridad se hará realidad.”
Hice la cita
anterior porque se puede aplicar con bastante justeza a Argentina, y lo vemos
desde que el macrismo perdió las elecciones. A pesar de que la mayoría de los
argentinos y argentinas apoya al Gobierno peronista que asumió en diciembre
(aunque parece que hubiera pasado una década de eso), esa minoría lo ataca
permanentemente para desgastarlo, apoyada por los medios de comunicación
dominantes y de los equipos de trolls remanentes de la gestión macrista.
La nota es larga,
por eso no la incluí entera, pero recomiendo leerla completa. Solo seleccionaré
algunos párrafos que me parecen útiles en el sentido que expliqué al comienzo.
Otra pregunta:
“–Usted acuñó la palabra desglobalización en su
libro, “Desglobalización: Ideas para una nueva economía mundial”.
¿Siente en este momento que las condiciones son mejores para hacer realidad esa
desglobalización teorizada en el libro?
—Sí, por
ejemplo, la locura de las cadenas de
suministro mundiales demostró que era completamente inoperante durante la
crisis del coronavirus. Debido a los cálculos neoliberales basados en la
reducción del costo unitario de producción, las élites corporativas, con el
consentimiento de sus gobiernos, transfirieron gran parte de sus instalaciones
industriales a China, de modo que cuando la producción china se detuvo durante
la crisis de covid-19, muchos países carecían de componentes industriales
claves y descubrieron que incluso producir máscaras y otros equipos de
protección del personal era algo de lo que ya no eran capaces. Al mismo tiempo,
la interrupción inducida por covid-19 de la cadena de suministro agrícola
mundial amenaza con una hambruna generalizada. En varios países del Norte
global y del Sur global se ha permitido que sus sectores agrícolas locales se
marchiten. Entre el 30 y el 50 por ciento de los alimentos que se consumen en
China, el sudeste asiático y América Latina ahora no se producen localmente,
sino que son suministrados por cadenas de suministro agroalimentarias mundiales
y regionales. Creo que habrá un movimiento hacia una mayor autosuficiencia en
la producción industrial y agrícola. La
pregunta es si tales estrategias serán desarrolladas por regímenes de derecha o
gobiernos progresistas.”
Finalmente:
“-De los quince pilares incluidos en su concepto
de desglobalización, ¿cuáles cree que son más urgentes de ahora en adelante?
-Creo que lo más
urgente es la reorientación de la producción hacia el mercado interno y
desvincular la producción local de las cadenas de suministro mundiales a través
de una política comercial progresiva, una política industrial agresiva y una
política agrícola que promueva la autosuficiencia alimentaria y la soberanía
alimentaria. Nuevamente, es importante que tales políticas sean emprendidas por
progresistas y no por nacionalistas de derecha que las utilizarán
principalmente para servir a los intereses del grupo étnico y cultural
dominante contra las minorías y los migrantes.”
Es muy importante que comprendamos todo lo que planteamos
en este hilo porque no podemos dejarlo en manos de los que lideran la política,
las organizaciones, y todos los sectores de la sociedad, porque hace falta que
los pueblos se hagan cargo de esta situación crucial de la humanidad y del
país.
Muchos/as de los dirigentes tienen que ver con esa
“normalidad” inviable, y solo cambiará la dirección de las políticas cuando la
sociedad asuma la necesidad de esas transformaciones y presione para que esos
dirigentes (y otros/as, mejor) las hagan realidad.
INFORMÉMONOS,
COMPRENDAMOS, HABLEMOS ENTRE NOSOTROS/AS, ORGANICÉMONOS, UNÁMONOS. NO PERDAMOS
LA OPORTUNIDAD, NO SABEMOS SI HABRÁ OTRA.SOBRE
TANTO DOLOR Y MUERTE CONSTRUYAMOS UN MUNDO MEJOR.
Comentarios recientes