EL AVANCE DEL FASCISMO: SITUACIÓN Y ALTERNATIVAS

EL AVANCE DEL FASCISMO: SITUACIÓN Y ALTERNATIVAS

Encontré esta nota de abajo y me interesó el título: “El neoliberalismo es una de las fuentes del ascenso de las formas fascistas y autoritarias”.

https://www.eldiplo.org/notas-web/el-neoliberalismo-es-una-de-las-fuentes-del-ascenso-de-las-formas-fascistas-y-autoritarias/

Estoy muy atento a este tema del fascismo en la sociedad de hoy, porque creo que –mirando la realidad global y la nacional- es una amenaza para los proyectos democráticos que ha logrado duramente, en forma embrionaria en muchos casos, la humanidad.

Lo que resulta muy evidente es que, en esta tendencia hacia proyectos de derecha –con una gran gama de opciones-, es muy difícil hacer una caracterización que las agrupe razonablemente.

Hay una nota en Página 12 que es un buen ejemplo de lo que digo, es un conjunto de ensayos y entrevistas reunidos en el libro Neofascismo:

Intelectuales advierten sobre el avance de la extrema derecha  (https://www.pagina12.com.ar/426651-intelectuales-advierten-sobre-el-avance-de-la-extrema-derech?utm_source=FB&fbclid=IwAR2IoVjSWcNEZCQgsEBUGv4RVI79o-xTREBRvmxD71A3QZvqNZmCrSOOuw8)

Se lee allí:

“Un libro de reciente publicación reúne una serie de ensayos y entrevistas que tienen como protagonistas a intelectuales como Judith Butler, Chantal Mouffe, Alain Badiou, Alvaro García Linera, Noam Chomsky, entre otros. Se llama Neofascismo, un nombre que es poco preciso para definir el amplísimo arco de la extrema derecha actual, pero sirve para ofrecerle al lector un marco de inteligibilidad. Un punto de partida. Decir de Bolsonaro que es un “neofacho” puede ser una inexactitud en términos de teoría política, pero casi todo el mundo entiende de qué se está hablando.”

Es cierto lo que dice, pero establecer puntos de contacto que nos permitan una comprensión de la situación es muy complejo. Trump, Bolsonaro, el caso húngaro, Milei, por dar algunos ejemplos, expresan una gran gama de modos y pensamientos difíciles de agrupar con coherencia.

La misma nota lo sintetiza así:

“La extrema derecha global asume una doble condición, desconcertante, por cierto: es un cambalache y avanza. Frente a una izquierda o centro izquierda acomplejada, a la defensiva, liberalizada, las fuerzas más reaccionarias crecen en su autoestima y encarnan, para millones de personas en todo el mundo, una ilusoria idea de “progreso”. En sus amplias reden conviven la Biblia y el calefón: los hay globalifóbicos, anti musulmanes, euroescépticos, xenófobos, anti derechos de las minorías sexuales, pro LGTB, ultra católicos, cristianos evangelistas, anti establishment, veneradores de la liberalización total de la economía, etc. La tendencia mayoritaria refleja un cambio de paradigma respecto de la extrema derecha clásica: la cuestión racial va perdiendo peso frente a las más diversas formas de la llamada “batalla cultural”.”

Esa expresión “batalla cultural” es clave, porque esa amplitud –difusa, en más de un sentido- permite que toda esa diversidad aparezca con una consistencia que no es real, aunque eso no disminuya los riesgos que suponen la llegada de alguno/a de ellos/as al poder.

Inclusive es complejo precisar cómo va a seguir el proceso: Milei, que logró algunas importantes convocatorias, ha aumentado en pocos días un 10% su imagen negativa, aparentemente a causa de sus desaforadas, casi cercanas a lo delictivo, declaraciones.

Creo que mucho de esto se da porque esta aceptación de la derecha se monta en el descontento –real, pero también fogoneado por los medios que actúan en función de intereses corporativos y de baja política- que se manifiesta en un gran porcentaje de los países del mundo.

En la nota que mencioné primero, se lee, en relación con EEUU y el libro En las ruinas del neoliberalismo. El ascenso de las políticas antidemocráticas en Occidente, “Tenemos que pensar que la expresión “las ruinas” refiere a algo que ya está viejo pero que, sin embargo, no terminó. Uso el término “ruinas” porque aún estamos viviendo en el neoliberalismo, el neoliberalismo no ha terminado, pero está en un proceso de decadencia. Muchas cosas se están derrumbando o arruinando. En el aspecto económico, el neoliberalismo dispersó y dislocó a las comunidades, las regulaciones estatales desaparecieron y muchas empresas locales fueron sustituidas por empresas globales. Todo esto redundó en que millones de personas en todo el mundo empeoraron su situación, quedaron en la precariedad. Nunca, desde la Gran Depresión, la clase trabajadora estadounidense había estado en una situación de tanta debilidad y con un futuro tan complicado. Estas son las ruinas económicas del neoliberalismo.”

Entonces, si fracasan los partidos políticos en darnos una forma de vida justa y deseable, si “22 hombres tienen más dinero que todas las mujeres de África”, tipos como Milei, que nos ofrecen soluciones incomprobables y sin sentido pueden aparecer como una alternativa viable.

Si no, no se puede entender que haya gente que se embandere en la anulación del Estado, en momentos en que la pandemia ha demostrado que los Gobiernos estatales –y no las corporaciones- son los que han permitido empezar a salir de la mayor tragedia sanitaria que ha vivido la humanidad.

Resulta difícil de entender que se defienda la desaparición de los controles cuando las corporaciones internacionales han abusado de sus posiciones dominantes para enriquecerse escandalosamente y no dudan en, por ejemplo, desforestar el mundo para ganar dinero.

En realidad, esta “liberalización” –casi paradojalmente, la palabra libertad y sus derivados aparecen a cada rato- en realidad no es mucho más que una regresión a etapas superadas por la humanidad. Por ejemplo, los blancos del interior de EEUU temen que van a llegar a ser minoría –la tendencia es esa- y se defienden como en el “Far West”.

Hay un rasgo que atraviesa a estos movimientos: un anticomunismo visceral y violento. Esto es irracional, no estamos en los ’50, no hay casi comunismo, y no hay proyectos geopolíticos que tiendan a establecer esta ideología en el mundo.

El mundo es capitalista, y sí hay proyectos de poder geopolítico, como el de la OTAN, o China, pero no tiene sentido utilizar –o darle valor- al anticomunismo como una bandera de lucha. Lo que sí está claro que esta idea ha sido fogoneada también desde más de un lugar.

Frente a esta situación, creo que es central que, quienes creemos en avanzar hacia un mundo más justo, con acceso a los derechos del hombre que permitan una vida que merezca llamarse así, tenemos que pensar en qué haremos para no seguir perdiendo frente a los poderes concentrados de las corporaciones y su aparato de comunicación.

En la primera entrevista, Wendy Gago responde a las siguientes preguntas:

“En el libro hablás de alimentar perspectivas de izquierda, ¿cómo podría repensarse una noción de libertad que no quede conjugada en términos de una libertad ingenua o rápidamente capturada en términos liberales y que, tampoco, sea absorbida por la idea de libertad que el neoliberalismo ha logrado acoplar con la de seguridad?

¿Cuál sería, entonces, la forma de libertad capaz de escapar a estas dos?

Lo más importante para lxs estadounidenses –y no creo que sea necesariamente el mismo desafío que afrontan brasileñxs, argentinxs o chilenxs, porque ustedes tienen una tradición más robusta en materia de socialismo y de democracia social, tanto en términos intelectuales, como en un nivel más popular– es que la izquierda pueda explicar y hacer circular, en términos muy sencillos, una noción de libertad que conecte con el corazón del socialismo. Una noción de libertad que incluya ser libres de carencias, ser libres de la desesperación y de la precariedad, ser libres del desamparo de no tener vivienda. “Libertad de”, pero también “libertad para”: libertad para realizar nuestros sueños, y no solo sobrevivir; libertad para elegir, no simplemente abortar o con quién dormir –que es importante–, sino también libertad para construir vidas, construir comunidades y mundos en los que todos queramos vivir. Si no trabajamos inmediatamente en la resignificación de la libertad, para hacer de ella un concepto que afirme las visiones de la izquierda, para alejarla de esa clase de iteración libertaria, agresiva, antisocial y antiestatal, perderemos esta batalla.”

La investigadora va más allá, y propone estrategias de acción política y social para ganar la batalla:

“Los movimientos sociales de izquierda, los populismos de izquierda no pueden permitir que toda la energía de los movimientos sociales sea desviada hacia política legislativa y electoral, donde sería neutralizada y diluida. En lugar de eso, los movimientos tienen que volver a las calles, tienen que volver a la organización y a organizar a la gente que todavía no participa. Por ejemplo, la población latinx a lo largo de la frontera de Texas, que apoyó fuertemente a Trump –en parte, porque son familias de segunda y tercera generación que, en muchos casos, trabajan para ICE, nuestra agencia de deportación, o son emprendedores, o tienen negocios por cuenta propia– fue organizada y movilizada por el Partido Republicano, apelando a la idea de libertad, a valores sociales conservadores y al miedo a lo que los demócratas les iban a hacer. Mientras tanto, los movimientos sociales y el Partido Demócrata ni siquiera se les acercaron. Los movimientos sociales necesitan crecer, tienen que salir de sus burbujas, salir a organizar. Hablo de la organización convencional, del tipo de organización que sale de Facebook y de las redes sociales y va al encuentro de los seres humanos en sus barrios, en sus casas, en sus comunidades, donde éstas personas viven y, movilizándolas por mundos mejores, se vuelve parte de esas comunidades. Si esto no pasa, los movimientos sociales seguirán siendo un estímulo eficaz para la política electoral, pero no van a tener realmente poder para hacer valer sus demandas, ni van a crecer más allá de la población básicamente urbana a la que ya llegan hoy.”

Esto vale, aunque no sea la única posibilidad de acción política, y lo hemos visto en Chile. Sería impensable que Boric hubiera llegado a la Presidencia y se hubiera avanzado en la reforma constitucional, sin la lucha –dura y sangrienta- que dio el pueblo chileno en las calles.

Ahora bien, el ejemplo de Chile sirve también para demostrar lo que dije antes: las calles sirvieron para llegar al Gobierno, pero no alcanzan para gobernar: ahora es la política la que debe consolidar un poder rodeado de acechanzas de los fuertes sectores de la derecha chilena, con sus apoyos extra nacionales.

Hay que derrotar al fascismo, cualquiera que sea su versión, con militancia, organización social y acción política.

Esto vale para Argentina, aunque estemos en medio de situación muy crítica, pero llena de posibilidades hacia adelante:

  • el manejo de la pandemia (aunque hay que lograr que los cuatro millones de argentinos/as que tienen una sola dosis se vacunen);
  • la recuperación económica que ha hecho crecer el empleo (aunque la pobreza amplificada por la inflación sea terrible aún);
  • el desarrollo científico tecnológico que nos permite crecer, y producir elementos para mejorar la vida y la economía de nuestro país, y también exportar productos de alto valor agregado;
  • la disponibilidad de riquezas naturales: alimentos, combustibles, minerales altamente requeridos en el mundo de hoy (esto se valoriza más con lo del punto anterior);
  • los avances en el reconocimiento y desarrollo de políticas adecuadas de los Derechos Humanos, tanto individuales como sociales (a pesar de todo, somos un país de avanzada en este tema);
  • las organizaciones de la sociedad, muchas surgidas por las crisis, como la del 2001, y que son garantía de que hay ámbitos de la vida que tendrán que ser respetados, inclusive por los Gobiernos.

Gago desarrolla algo que ya hemos mencionado: el fascismo medra en el desencanto social.

“Porque muchas de estas personas de las que he estado hablando, que viven en la precariedad, sienten que la libertad es lo único que les queda, es lo único que creen tener. Se sienten abandonadas y desechadas; con tantas cosas que pasan en el mundo, se sienten bombardeadas por poderes que no comprenden; sienten que son objeto de desprecio por parte de un mundo más sofisticado; y se aferran a eso que llaman libertad, pero nosotrxs tenemos que resignificar esa libertad. La libertad tiene que cifrar no solo solidaridad social y bienestar social, sino también la capacidad de vivir vidas en un ambiente sostenible y protegido que hoy está en un tremendo peligro. Este es el modo en que nos concierne la libertad.”

Esa sensación de precariedad es muy contagiosa, y los medios la aumentan persistentemente: recordemos la cantidad de notas y entrevistas relacionadas con la gente que se va o quiere irse de país. Tal vez hayan disminuido un poco ahora, porque están dedicados a la escasez de gasoil, pero es difícil para nuestra clase media urbana mantener la esperanza con este bombardeo de noticias desalentadoras.

No hablo que se escondan los problemas, pero también pasan cosas positivas en nuestro país y en el mundo, y conocerlas ayudaría a sobrellevar la dura realidad argentina.

La lucha contra el fascismo y el neoliberalismo que le ha abierto –y lo sigue haciendo- el camino al fascismo, es una lucha por un humanismo contemporáneo que asuma todos los avances de la humanidad y proponga una vida mejor, más igualitaria y justa, para la mayoría de las personas.

TENEMOS QUE TENER UN LUGAR EN ESA DURA LUCHA, SI ES POSIBLE EN LA PRIMERA LÍNEA DE COMBATE, PORQUE NOS JUGAMOS TODO: LO QUE TENEMOS Y LO QUE NOS FALTA.

#neoliberalismo # fascismo

LA MORAL HUMANA ESTÁ REZAGADA A LOS AVANCES TECNOLÓGICOS

LA MORAL HUMANA ESTÁ REZAGADA A LOS AVANCES TECNOLÓGICOS

Había leído la opinión de Noam Chomsky a que alude Zaffaroni en https://www.pagina12.com.ar/422407-raul-zaffaroni-la-moral-humana-esta-rezagada-a-los-avances-t.

Conozco el pensamiento de Chomsky, y me interesó la recuperación de Zaffaroni porque tiene que ver con un tema –me he dedicado mucho a lo tecnológico- sobre el que he reflexionado más de una vez: la distancia entre la evolución tecnológica de la humanidad y su capacidad para usarla para que este sea un mundo mejor.

Sobre el tema de la guerra Rusia-Ucrania hay demasiado escrito y dicho, sobre todo porque el mayor porcentaje es relato falso y sesgado (para el lado que sea) propio de esta guerra híbrida –un concepto que fue utilizado por primera vez a principios de los años 2000, y que consiste en una estrategia (o varias) de confrontación que no pasa necesariamente por un combate de tipo militar- en la que los medios de comunicación y las redes sociales desempeñan un rol central. Por lo tanto, solo mencionaré mis conclusiones, que son previas a la lectura de la nota.

Esta invasión –que tiene un largo proceso previo- es una cabal demostración de que la humanidad no ha superado a la violencia bélica como modo de resolver diferencias geopolíticas (la lista de conflictos armados sucedidos es muy larga y sobra para demostrar lo que digo).

Hay una afirmación muy conocida: “La guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, una gestión de las mismas por otros medios” (ensayo de Carl von Clausewitz (1832)), que se podría analizar también en el sentido de que llegar a ese instrumento político que significa violencia, destrucción, muerte, desplazamiento de poblaciones civiles y todo lo que conocemos en demasía, demuestra el abandono de otros instrumentos como la negociación, el diálogo, y los acuerdos propios de la etapa de la historia humana que se supone que estamos viviendo.

O sea, demuestra un fracaso y un retroceso en épocas de desarrollos científicos, tecnológicos, aun espirituales, que no impiden que el hombre siga siendo básicamente un cavernícola. Nuestro inconsciente, nuestra mente más antigua, se sigue manejando con las reacciones básicas de sus inicios: pelear (si cree que puede imponer su fuerza); huir (si no), reproducirse, alimentarse (de eso depende la sobrevivencia de la especie).

Ahora bien, este análisis es válido para la guerra Rusia-Ucrania, pero también para todas las intervenciones de la OTAN, como las de las guerras de Kosovo, Afganistán y Libia. No hay diferencia, pero si vemos el enorme despliegue propagandístico y las baterías de medidas tomadas contra Rusia por la OTAN con la complicidad de organismos internacionales de los que se podría esperar una actitud objetiva tendiente a buscar paz y armonía internacional y no apoyar a uno de los bandos.

Esta situación en las relaciones geopolíticas de los hombres (y mujeres) no es muy distinta de lo que vemos en niveles más limitados en la sociedad, y en las mismas relaciones personales.

Junto con la enorme evolución tecnológica y científica de la humanidad, cuya velocidad de transformación se acelera cada vez más, vemos una enorme degradación del mundo: en lo social, hambrunas, pueblos que emigran buscando una mínima calidad de vida; en el medio ambiente que avanza casi inexorablemente al colapso; en lo económico, con corporaciones cada vez más concentradas y poderosas a las que solo les interesa la ganancia material.

No es muy factible que las minorías dirigenciales que han hecho todo lo posible para que estemos en esta situación, cambien por sí mismas. Si tuvieran las condiciones para ser mejores, lo serían.

Es cierto que hay muchas personas que rechazan este estado de cosas y reclaman –incluso luchan- un mundo mejor.

El Papa Francisco ha hecho grandes esfuerzos para denunciar estas injusticias (sus Encíclicas, Laudato Si, Lumen Fidei y Fratelli tutti son documentos claros y trascendentes).

Pienso que debería darse un cambio de actitud social para encontrar alguna salida a esta situación. Hoy un enorme sector de la sociedad que acepta este estado de cosas sin lucha, sin buscar información que revele los crímenes de lesa humanidad que se comenten, sin intentar agruparse con quienes buscan lo mismo, sin generar líderes sociales y políticos que encabecen movimientos en direcciones distintas de lo que se da hoy.

Justamente, decidí escribir esta entrada para hacer un aporte en búsqueda de un mundo mejor. Es cierto que parece ingenuo creer que una nota en Internet puede significar algo en la lucha contra los enormes poderes que gobiernan el mundo, pero esa actitud derrotista sería aceptar que no hay opción, que el mundo está perdido (hay un grado de exageración, pero no tanta).

ES LA DECISIÓN PERSONAL QUE HAY QUE TOMAR, YO LA HE TOMADO, Y QUIERO COLABORAR CON QUE OTROS HAGAN LO MISMO.

Una reflexión sobre el análisis de Noam Chomsky

Raúl Zaffaroni: “La moral humana está rezagada a los avances tecnológicos”

El exjuez de la Corte Suprema de Justicia trazó un paralelismo entre la guerra en Ucrania y la primera guerra mundial. 

18 de mayo de 2022 – 09:05

https://www.pagina12.com.ar/422407-raul-zaffaroni-la-moral-humana-esta-rezagada-a-los-avances-t

En su columna semanal en AM750 Raúl Zaffaroni reflexionó sobre las últimas declaraciones del pensador Noam Chomsky que analizó la guerra en Europa, el rol de los Estados Unidos y el futuro de la humanidad y trazó un paralelismo con lo que le dijo Hipólito Yrigoyen a Herbert Hoover cuando se inauguró la primera comunicación telefónica entre Washington y Buenos Aires.

En una entrevista que fue publicada esta semana, el lingüista, filósofo y politólogo estadounidense criticó la política externa de los Estados Unidos y su participación en las distintas guerras.

En ese sentido, Chomsky realizó dos clasificaciones sobre los responsables de las relaciones exteriores norteamericanos. Por un lado, habló de los negociadores; y por el otro lado, de los desangradores. “Hoy los desangradores ocupan puestos máximos”, sentenció el pensador.

Luego, Chomsky sostuvo que Estados Unidos no quiere una salida diplomática en el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia y advirtió que está situación abre la puerta a la guerra nuclear. Por este motivo, el filósofo y politólogo consideró que la guerra hizo que la humanidad viva un retroceso en “las pocas y limitadas medidas” que se habían tomado para la protección del medioambiente.

“Es probable que la humanidad se vaya por el lado de una muerte lenta, por medio de envenenamiento del planeta. La esperanza de que haya un mundo habitable requiere que dejemos de usar combustibles fósiles y avanzar con firmeza hacia su propia eliminación. El efecto de la guerra actual es poner fin a las de por sí limitadas iniciativas existentes, y de hecho revertirlas y acelerar la carrera hacia el suicidio”, expresó Chomsky.

El pensador norteamericano dijo que esta “carrera hacia el suicidio” comenzó a verse con claridad en agosto de 1945 cuando Estados Unidos lanzó una bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima.

Según Comsky, ese día aportó dos lecciones: por un lado, que la inteligencia humana, en su gloria, se acercaba a la capacidad de destruirlo todo, y segundo la capacidad moral humana iba muy rezagada a los avances tecnológicos.

“Lo que señala Chomsky es sumamente interesante y preocupante. La alta inteligencia técnica no va pareja con el progreso moral de la humanidad”, reflexionó Zaffaroni.

La primera comunicación telefónica entre Hipólito Yrigoyen a Herbert Hoover

Tras repasar las declaraciones de Chomsky, el exjuez de la Corte Suprema trazó un paralelismo entre el pensamiento del pensador norteamericano y el presidente argentino Hipólito Yrigoyen.

Para eso recordó lo que Yrigoyen le dijo a su par estadounidense Herbert Hoover en la primera comunicación telefónica entre Buenos Aires y Washington que se realizó el 30 de abril de 1929, después de la primera guerra mundial.

En esa comunicación, Hoover ponderó al teléfono como una tecnología que iba a facilitar la comunicación y la unión entre los países. Yrigoyen, con cierto escepticismo, le respondió que para él la uniformidad del pensar y sentir humanos no debía afirmarse en los adelantos de las ciencias exactas y positivas, sino en los conceptos que, como inspiraciones celestiales, deben constituir la realidad de la vida.

“Cuando creíamos que la humanidad estaba completamente asegurada bajo sus propias garantías morales fuimos sorprendidos por una hecatombe tal que nada ni nadie podía referirla en toda su magnitud”, dijo Yrigoyen refiriéndose a la primera guerra mundial.

“Ante semejante catástrofe era justamente imperativo creer que sobre ella recaería la más profunda condenación señalando el renacimiento de una vida más espiritual y más sensitiva. Por lo que sintetizo esta grata conversación reafirmando mis evangélicos credos de que los hombres deben ser sagrados para los hombres y los pueblos para los pueblos y en común con cierto reconstruir la labor de los siglos sobre la base de una cultura y una civilización más ideal, de más solidad confraternidad y más en armonía con los mandatos de la divina providencia”, agregó el presidente argentino.

“Se mantiene aquella observación de Yrigoyen. Avanzamos tecnológicamente pero no avanzamos como humanos a la misma velocidad. Estamos atrasados en eso”, completó Zaffaroni.

INFOCRACIA DE BYUNG-CHUL HAN POR ADOLFO ARIZA

INFOCRACIA DE BYUNG-CHUL HAN POR ADOLFO ARIZA

Este libro no es una novela, como las que vengo trabajando en mis entradas. Lo mencionó Alejandro Bercovich en Brotes verdes por C5N, y lo compré porque es un tema que siempre me interesó.

“Byung-Chul Han (o Pyong-Chol Han) (Seúl, 1959) es un filósofo y ensayista surcoreano experto en estudios culturales y profesor de la Universidad de las Artes de Berlín. Escribe en alemán y está considerado como uno de los filósofos más destacados del pensamiento contemporáneo por su crítica al capitalismo, la sociedad del trabajo, la tecnología y la hipertransparencia.” (Wikipedia)

Es un pensador interesante. Tiene varios libros, además de muchos otros escritos. Les comparto algunos títulos, que muestran los temas –muy centrales- que aborda:

La sociedad del cansancio

La sociedad de la transparencia

La expulsión de lo distinto

Psicopolítica

La agonía de eros

En el enjambre

El aroma del tiempo

La salvación de lo bello

Es un libro pequeño, y me pareció una buena lectura para esta época en que estamos viviendo en una coctelera de información y hechos de los cuales solo tenemos versiones sesgadas y/o parciales, y/o falsas.

Tratar de entender nuestro mundo me parece clave, a pesar de lo difícil que sea, para intentar sobrevivir en todos los sentidos en momentos en que los riesgos de fin de nuestro mundo conocido parecen –son- reales y no imaginarios.

El subtítulo que leemos en la tapa es muy directo: La digitalización y la crisis de la democracia.

En la contraportada hay frases como las de abajo, debajo de un título terminante: “El régimen de la información es una nueva forma de gobierno.”

“Hoy la digitalización también afecta a la esfera política y provoca graves trastornos en el proceso democrático. Las campañas electorales son guerras de información que se libran con todos los medios tecnológicos y psicológicos imaginables.”

Se analiza el uso de los bots y los trolls, y toda la parafernalia con que cuenta el capitalismo, los partidos políticos y los medios de información para que creamos en cosas que no son verdad, inclusive involucionando de los relatos a solo información.

Los argentinos conocemos esto porque acá, como en otros lugares, se usaron estos recursos como estrategias electorales exitosas porque Macri llegó a la Presidencia de la Nación, tal vez no solo por ellas, pero que fueron centrales en ese proceso.

Una lectura atenta del libro nos ayudaría a entender los porqués de este enorme poder que sigue creciendo. Esa comprensión me parece fundamental para tratar de determinar qué podríamos hacer como ciudadanos expuestos y casi indefensos frente a lo que Byung-Chul Han llama “régimen de la información”.

Así lo define el filósofo coreano:

“Llamamos «régimen de la información» a la forma de dominio en la que la información y su procesamiento mediante algoritmos e inteligencia artificial determinan de modo decisivo los procesos sociales, económicos y políticos. A diferencia de régimen de la disciplina, no se explotan cuerpos y energías, sino información y datos. El factor decisivo, para obtener el poder no es ahora la posesión de medios de producción, sino el acceso a la información, que se utiliza para la vigilancia psicopolítica y el control y pronóstico del comportamiento. El régimen de la información está acoplado al capitalismo de la información, que hoy deviene en un capitalismo de la vigilancia y que degrada a las personas a la condición de datos y ganado consumidor.” (Infocracia La digitalización y la crisis de la democracia, Buenos Aires, Taurus, 2022. El régimen de la información, p.9)

Es bastante terrible la lectura de las conclusiones del filósofo; mucho más, por la conciencia que tenemos de que, en gran manera, son verdad, y que lo único que tenemos como arma de defensa es la posibilidad de desarrollar conciencia para colaborar en la conformación y crecimiento de una masa crítica de ciudadanos que contrarresten en sí mismos y en su entorno los efectos de la acción de este “capitalismo de la información”.

A riesgo de que piensen que he caigo en el tremendismo (justificado por lo tremendo de la situación), voy a agregar otra cita que dimensiona el mundo en que vivimos.

“Un nuevo nihilismo se extiende en nuestros días. No se debe a que las creencias religiosas o los valores tradicionales estén perdiendo su validez. Ya hemos superado ese nihilismo de los valores que Nietzsche anunció con expresiones como «Dios ha muerto» o la «transvaloración de todos los valores». El nuevo nihilismo es un fenómeno del siglo XXI. Es fruto de las distorsiones patológicas de la sociedad de la información. Se alza cuando perdemos la fe en la propia verdad. En la era de las fake news, la desinformación y la teoría de la conspiración, la realidad y las verdades fácticas se han esfumado. La información circula ahora, completamente desconectada de la realidad, en un espacio hiperreal. Se pierde la creencia en la facticidad. Vivimos en un universo desfactificado. Junto con las verdades fácticas desaparece también el mundo común al que podríamos referirnos con nuestras acciones.” (Op. Cit., La crisis de la verdad, p.71-72.)

Tal vez haga falta cierto conocimiento y comprensión filosófica (que yo no tengo) para entender acabadamente el planteo del libro, en el que se cita a Foucault, Arendt, Habermas, Postman. Conozco a esos autores solo por sus nombres y por citas, pero creo que pude entender razonablemente el texto (lo que no es poco, dada mi intrínseca dificultad para enfrentar los textos filosóficos).

Por eso, no dudé en incluir este libro en mis entradas. La situación del mundo de hoy, y su involución creciente (concuerdo con el coreano), justifica todo el esfuerzo posible para comprender esa realidad que mucha gente ni sospecha, mientras vive alegremente sin cuestionar nada, creyendo que esta banalidad y superficialidad son buenas y que hay que acomodarse a ellas.

PUES NO, HAY QUE REACCIONAR, HAY QUE DESARROLLAR ESTRATEGIAS PROPIAS, HAY QUE JUNTARSE CON GENTE PARA CHARLAR DE ESTE PROBLEMA.

HAY QUE USAR LAS REDES PARA COMPARTIR VERDADES, DENUNCIAR LAS FAKE NEWS.

NO TENER MIEDO DE LO QUE DIGAN, AUN DE LAS AGRESIONES, PORQUE ES PROBABLE QUE LAS HAYA.

ASÍ SEA.

UTOPÍA NECESARIA: EL VALOR DE UNA MONEDA SURAMERICANA

UTOPÍA NECESARIA: EL VALOR DE UNA MONEDA SURAMERICANA

Cuando encontré la nota de abajo (en portugués), recordé cuándo, hace algunos años, impulsábamos un proyecto de integración americana.

La creación de una moneda suramericana puede acelerar la integración regional

Por Fernando Haddad y Gabriel Galípolo

https://www.nodal.am/2022/04/la-creacion-de-una-moneda-suramericana-puede-acelerar-la-integracion-regional-por-fernando-haddad-ye-gabriel-galipolo/

Voy a citar un documento que me hizo llegar mi amigo Humberto Podetti (gran impulsor de ese tipo de proyectos), y que era preparatorio de unas Jornadas suramericanas sobre UNASUR en la Universidad Nacional de Tucumán.

En los Fundamentos se leía: “El siglo XXI ha acumulado evidencia abrumadora acerca de la necesidad de construir organismos regionales para que los estados nacionales –con excepción de los que tienen escala continental- puedan participar con alguna capacidad de negociación e influencia en el sistema global.” … “América del Sur inició en el año 2000, por convocatoria del presidente Fernando Enrique Cardozo de Brasil, la formación de una organización política continental. Mediante idéntica convocatoria se reunieron luego todos los estados de América latina en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC.”

Más abajo recuerda otros organismos suramericanos: “… en los 16 años transcurridos desde ese primer encuentro de presidentes y jefes de gobierno suramericanos sin presencia de potencias extranjeras, se ha consolidado la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR, que integran los doce estados de América del Sur.”

Es cierto que a los Gobiernos de orientación neo liberal, como el de Macri, o Conde en Colombia, no les interesaba esto, sino preferían impulsar Tratados de Libre Comercio (TLCs) en condiciones de asimetría que los hacían muy desfavorables para América Latina; además la situación global por la pandemia y, ahora, por la guerra de Rusia y Ucrania, hacen parecer ilusoria la integración latinoamericana, pero, no se puede esperar que soplen vientos favorables porque, en primer lugar, no tenemos alternativa, y, en segundo, porque la realidad se transforma con la búsqueda de consensos, y para eso hay que proponer y buscar puntos de referencia y objetivos comunes.

Lo que propone la nota tiene que ver con esto. Así comienza: (las traducciones son mías)

“La creación de una moneda sudamericana puede impulsar el proceso de integración regional, marcado por un ritmo lento y momentos de retroceso, y fortalecer la soberanía monetaria de los países sudamericanos, que enfrentan limitaciones económicas derivadas de la fragilidad internacional de sus monedas.”

El planteo es totalmente válido y nos es conocido porque es lo que hizo la Unión Europea con el Euro. Se puede argüir que el Brexit y otras situaciones parecen cuestionar el planteo, pero no es así. Además, si fuera por las situaciones políticas, el mismo dólar está muy cuestionado como moneda internacional, y no sabemos cómo va a terminar ese proceso.

El análisis de la nota es muy actual, y acentúa la falta de alternativas para AL: “El reciente conflicto entre Rusia y Ucrania ha reavivado viejos temores que se habían disipado al final de la Guerra Fría. La posibilidad de una guerra entre potencias nucleares sigue amenazando la existencia humana, y el irrespeto a la soberanía nacional acosa a los Estados que no tienen la misma potencia bélica.”

En este contexto de incertidumbre global, es imprescindible que AL avance en estrategias que busquen la constitución y consolidación de un bloque continental.

Nuestros países tienen debilidades estructurales que deberíamos superar. Los autores nos lo explican así:

“Al igual que en las amenazas de guerra, las reservas internacionales funcionan como una defensa de las monedas nacionales, incluso para desalentar los ataques. Sin embargo, como países emergentes o en vías de desarrollo, en diferentes grados, todos todavía sufrimos limitaciones económicas derivadas de la fragilidad internacional de nuestras monedas.”

Brasil ha empezado a resolver este problema, y nos sirve: “La experiencia monetaria brasileña, como la implementación exitosa de la URV (Unidad de Valor Real), puede proporcionar un paradigma para la creación de una nueva moneda digital sudamericana (SUR), capaz de fortalecer la región.”

Es obvio que esta propuesta solo sería realizable en el marco de consensos de los países suramericanos, pero como ya hemos visto hay antecedentes y estructuras de discusión y acuerdo en funcionamiento. En estos momentos, Boric, el recientemente asumido Presidente de Chile está en Argentina en su primera visita internacional y temas como este son propios de esas agendas. Si Lula alcanza la presidencia de Brasil las posibilidades aumentan mucho.

De cualquier manera, hay que hablar de estas cosas para aumentar la masa crítica de gente que entienda lo que necesita América Latina. Eso mejora las posibilidades de que realmente ocurra, ESTE ES MOTIVO DE ESTA NOTA. LÉANLA, ES UN PORTUGUÉS COMPRENSIBLE, Y TENEMOS QUE ENTENDER LO QUE NECESITAMOS LOS SURAMERICANOS: NUESTRO FUTURO ESTÁ EN JUEGO Y HACEN FALTA HOMBRES Y MUJERES QUE TENGAN CONCIENCIA CRÍTICA Y CORAZÓN LATINOAMERICANO

ESCOLARIZACIÓN, APRENDIZAJE Y LO QUE NECESITA LA SOCIEDAD: SITUACIÓN DE HOY

ESCOLARIZACIÓN, APRENDIZAJE Y LO QUE NECESITA LA SOCIEDAD: SITUACIÓN DE HOY

Voy explicar las razones por las que elegí la nota de abajo para una entrada:

¿HAY LUGAR PARA LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL EN LAS ESCUELAS?

LA FANTASÍA DE ENSEÑAR EL FUTURO

https://www.revistaanfibia.com/la-fantasia-de-ensenar-el-futuro-inteligencia-artificial/?fbclid=IwAR3CDsnourxwCe89yhNAsPts8-FyhEHqA8vZ3K_Uw57ifyfj-6EDsTPD944

En primer lugar, porque me pareció que mostraba una interesante comprensión del modo en qué se forman los saberes académicos –que no es lo mismo que los escolarizados o escolarizables- y evita los lugares comunes y clásicos que nos solemos encontrar en teorías pedagógicas.

“Flavia Terigi, una de las pedagogas más lúcidas de nuestro país, lo describe así: “La escuela transmite un saber que no produce; y para poder llevar adelante ese trabajo de transmisión, produce un saber que no es reconocido como tal”. Así, sostiene, se descontextualiza el saber de su ámbito de producción (la academia) y se lo recontextualiza en la escuela, generando un saber nuevo, original, sui generis, que socialmente no es reconocido (ni ese saber, ni la función de los docentes como especialistas en esa tarea).”

En segundo, porque aborda un tema que no es nuevo, aunque sí lo son los saberes o contenidos que se proponen como necesarios (a veces imprescindibles) para que sean enseñados en la escuela.

Así comienza la nota:

“Hay una fantasía generalizada de que la escuela debe incorporar materias que enseñen educación financiera, tecnología blockchain o diseño de motores de inteligencia artificial. “Ahí está el futuro”, repiten, como si el presente fuera esclavo de ese futuro y no su condición de posibilidad.”

En general, esto siempre ha sido así: proponer temas que se ponen de moda como lo que debe enseñar la escuela y no las asignaturas obsoletas e inservibles que enseñamos (paso a la primera persona porque lo viví personalmente cuando daba clase).

Hoy esto es más complejo todavía por la incidencia de la tecnología, muchas veces ligada a intereses económicos, y por la velocidad con que aquella evoluciona y se transforma.

En otra entrada (https://www.miradasdesdemendoza.com.ar/2021/11/23/hay-que-comprender-que-son-los-millennials-y-su-importancia-para-argentina/), traté el tema de lo que piensan los chicos/as de hoy de la necesidad para la vida de cursar estudios y tener títulos habilitantes que les permitan asegurar su futuro.

Esto lo había vivido personalmente cuando traté de convencer a algún nieto de que completara estudios superiores que había dejado incompletos. Comprobé que estas generaciones no ven al sistema educativo como el único sistema donde pueden aprender. Piensan así, y me cito:

“Los millennials y los centennials han llegado para darle un giro al sector educativo: los modelos actuales no se ajustan a sus demandas ni están articulados con lo que las empresas les exigen.

Las nuevas tecnologías y la globalización de los procesos han democratizado el acceso al aprendizaje y ahora cualquiera puede formarse a través de una pantalla. La oferta educativa se amplió y cualquier persona puede especializarse desde su casa.”

Otro punto es que, en general, estos contenidos que se proponen para la escuela son más propios de la Educación No Formal que de la Formal. Es cierto que esta es una clasificación vieja, pero es válida.

Leemos en Wikipedia: “Educación no formal: “comprende toda actividad organizada, sistemática, educativa, realizada fuera del marco del sistema oficial, para facilitar determinadas clases de aprendizaje a subgrupos particulares de la población, tanto adultos como niños.”

Por esa época, circa 1974, se entendían como temas propios para este tipo de Educación “los programas de extensión agrícola y de capacitación de agricultores, los programas de alfabetización de adultos, la formación acelerada impartida fuera de la enseñanza oficial, etc.” (En la misma nota de Wikipedia).

Muchos/as la consideraban un modo de compensar las deficiencias de la Educación Formal, pero pienso que más bien se trata de espacios diferentes, útiles para situaciones distintas, y cada uno con su valor propio.

Siempre esos aprendizajes tuvieron origen público y privado, con diversas alternativas, pero en la mayoría de los casos había que pagar para realizarlos; en el caso de las instituciones públicas porque eran una fuente de ingresos no presupuestaria, y en el de las privadas porque eran ofrecidos por institutos o academias que se dedicaban a eso.

Personalmente, tuve un instituto de secretariado que daba cursos anuales de secretariado ejecutivo como salida laboral. Todavía encuentro chicas trabajando gracias a esos cursos.

Está claro, como decían Les Luthiers que “parecido no es lo mismo”. Hoy el permanente surgimiento de novedades, por empuje tecnológico y financiero, como se dice en la nota: “tecnología blockchain o diseño de motores de inteligencia artificial”, hace a los contenidos dinámicos y de rápida obsolescencia.

Tengamos en cuenta que en muchos países la educación está desregulada del Estado, que era parte del proyecto de Menem para su reelección, y que afortunadamente la sociedad argentina no avaló.

Esto es un hecho importante porque la Educación es un enorme negocio, y al estar desregulada pasa a ser un bien de comercio más, con lo cual nos encontramos con una enorme oferta de calidad muy diversa y, en muchos casos, de discutible utilidad.

En este contexto hay que comprender lo que plantea la nota:

“Pues bien, ¿qué hay de estas nuevas tecnologías que hemos sacralizado y que creemos que deben entrar urgente a la escuela? Si bien las bases que dieron origen a su surgimiento tuvieron el mismo recorrido de validación científica, su uso actual, masivo, está directamente a las órdenes de la rentabilidad y la lógica mercantil. No es que queremos que se enseñe blockchain o criptomonedas en la escuela porque creamos que son saberes que conllevan debates maduros y que son objetos culturales valiosos de ser transmitidos. Queremos que se enseñe porque, hoy mismo, creemos que de esa forma se va a ganar más plata. Pero uno de los grandes problemas es que ese el uso masivo de estas tecnologías -y, fundamentalmente, su perfeccionamiento- está al servicio de unas pocas grandes empresas. Que no comparten sus avances porque la propiedad privada intelectual es la clave de sus modelos de negocios…”

El avance del modelo neoliberal en el marco (y gracias a) de la globalización conlleva un enorme aumento del poder corporativo, con grupos transnacionales, aliado con varios Estados que actúan con un claro apoyo a este proyecto, tan discutible, por lo demás.

En ese marco resulta muy complejo y casi imposible para el hombre o mujer de a pie saber el verdadero valor de lo que le ofrecen muchas veces como la panacea universal con posibilidades casi mágicas.

En realidad, ese es otro problema, que se agrega al de la dificultad para hacer escolarizables los contenidos que trata la nota.

Así lo plantea el autor:

“Tengo la idea de que no hay forma de incorporar en la escuela “materias” que se dediquen a enseñar cómo diseñar motores con inteligencia artificial o blockchain, o entrenar en el uso de criptomonedas. No hay forma, creo, de que contenidos de esas características sean “escolarizables”. Vale hacer una aclaración importantísima: sí son “escolarizables” esos temas en tanto productos sociales objetos de análisis, o sea, reflexionar en el aula sobre los impactos de sus usos, sus alcances, limitaciones, peligros. Eso sí es imperioso que se trabaje en la escuela. No es necesaria una materia: tenemos Geografía, Historia, Matemática, Informática, Economía, Formación Ética y Ciudadana y talleres interdisciplinares que pueden abordar cómo nos paramos como ciudadanos frente a estos desafíos. Sin embargo, se insiste mucho con este tema: como humanidad debemos correr detrás de estas tecnologías, domarlas lo antes posible antes de que se nos escape de las manos su ominosa y acechante inteligencia artificial que dará vuelta la taba. Le tenemos miedo a la técnica, parece que ya decidimos caer derrotados ante su poder. El filósofo Jacques Ellul dijo, en 1973, que “no es la técnica la que nos esclaviza, sino lo sagrado transferido a la técnica”.”

Es obvio que recomiendo leer la nota completa, y despacio, porque no tiene desperdicio, así que solo agregaré algunas conclusiones:

No le pidamos a la escuela que se haga cargo de emergentes que no son su objetivo: sí pidámosle que sea lo más eficiente posible en la gestión de los aprendizajes que son su responsabilidad. La nota lo pide así:

“La escuela es, a la vez que el último bastión de un encuentro relativamente igualitario de otredades, el primer encuentro profundo de las nuevas generaciones con la cultura que heredarán y que desconocen por completo, parafraseando a Hannah Arendt. En esa operación, la escuela es un muestrario vivo y dinámico del legado cultural, y no sabemos qué harán nuestres alumnes con él. Tal vez pretendan monetizarlo, incluso. Pero nuestro deber es enseñarle lo que la ciencia pública ha producido a lo largo de los siglos. En el caso de los nuevos medios digitales, ¿esas bases no están ya en disciplinas como la Matemática y la Informática? ¿Por qué tenemos que llegar a su aplicación última, cuando incluso está en pleno debate y sus lógicas de funcionamiento, en general, están ultraprivatizadas?”

Lo que sí debería proveer el sistema educativo a sus agentes educativos es la formación y la capacidad de comprensión del valor de las NTICs en la sociedad para que puedan guiar a los/las alumnos/as en la búsqueda de aquellos contenidos tecnológicos que les son útiles, si les interesan.

También debería equilibrar la formación tecnológica de los/las alumnos/as para que la mayoría pueda acceder a los contenidos y recursos que necesite. En la escuela eso es muy dispar: los/las que les interesan estos temas tienen una muy alta formación, incluso más de lo que la escuela requiere, y los/las que no, muchas veces ignoran lo básico.

Lo que sí es seguro es que –tanto como padres, agentes de la educación, o simplemente miembros de la sociedad- debemos interesarnos en que tengamos acceso a los contenidos tecnológicos que necesitamos para vivir de la mejor manera posible, lo que incluye lo laboral.

ESTA NOTA AYUDA A ESO.

UCRANIA: UN APORTE PARA LA COMPRENSIÓN DE LA SITUACIÓN GEOPOLÍTICA

UCRANIA: UN APORTE PARA LA COMPRENSIÓN DE LA SITUACIÓN GEOPOLÍTICA

Habitualmente construyo mis entradas a partir de un texto –nota, noticia- que comento con aportes personales.

Ahora bien, el tema de Ucrania, Rusia y EEUU ha tomado tal preponderancia y peligrosa actualidad que, cuando encontré esta nota de El cohete a la Luna, decidí que era más útil que eso publicarla y estimular su lectura.

La nota comienza analizando la escalada de notas, noticias, rumores, medias verdades o mentiras desembozadas que han estallado en los medios y en redes a partir de las visitas y acuerdos del presidente Fernández a Rusia y China.

No sabemos qué impacto tendrá este acercamiento de Argentina con Rusia y China en los EEUU, aunque ya se manifestaron críticas. Tampoco intentaría hacer futurología sobre las consecuencias de esta nueva estrategia, ni evaluar el acierto o error de ella, pero en este contexto de crisis mundial es difícil pensar que no tenga un impacto importante, para bien o para mal.

Lo que no se puede negar –sin intentar defender los contenidos de la nota que, son obviamente opinables y/o discutibles- es que la descripción de la política exterior de EUA tiene muchos elementos no rebatibles. De hecho, hemos padecido su actuación durante la guerra la guerra de Malvinas (y no es ilusorio pensar que le hubiera sido mucho más difícil el triunfo a Inglaterra sin el apoyo de EUA y algún amigo latinoamericano).

Sería difícil para cualquiera con algún atisbo de objetividad y seriedad negar la “voracidad” –como titula el autor de la nota- del país del norte.

Incluso, si no fuera que la historia la escriben los que ganan, no hay manera de no calificar de genocidio a los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki.

En estos días hemos escuchado los anuncios de invasión de Rusia a Ucrania –miembro implícito de la OTAN- que no tienen hasta hora correlato con la realidad.

Parece innegable que el principal impulsor de este ambiente pro bélico es, justamente, EUA, para provocar un nuevo Afganistán sin muchos escrúpulos acerca de los daños y el riesgo de una conflagración de fin imprevisible.

Por lo tanto, recomiendo la lectura de la nota completa: es un aporte a la comprensión de la difícil realidad nacional e internacional.

UNA VORACIDAD INSACIABLE

Rusia denunció la presencia ‎en Ucrania de mercenarios estadounidenses con armas químicas.

POR MARIO DE CASAS FEB 13, 2022

https://www.elcohetealaluna.com/una-voracidad-insaciable/

Visitas que incomodan

La decisiva compra de vacunas al comienzo de la pandemia y las recientes visitas del Presidente Fernández a Rusia y China dispararon manifestaciones reveladoras de un notable grado de ideologización, fruto de la efectividad del aparato de manipulación cultural norteamericano, que despliega diversas narrativas con un elemento común: la denuncia —explícita o no— de amenazas a la seguridad nacional de Estados Unidos por parte de países que no responden a su hegemonía, y la pretensión de que el imperio se empeña en proteger a cualquier región o país que a juicio del mismo imperio se encuentra bajo amenaza de esos mismos Estados. La alianza estratégica entre la Federación Rusa —potencia militar— y China —cuyo desarrollo tecnológico y expansión comercial desvelan a Washington— se ha convertido en el principal objeto de ataque de la maquinaria imperial.

El periplo presidencial se produjo en momentos de alta tensión entre Estados Unidos y Rusia con epicentro en Ucrania, un conflicto geográficamente lejano pero derivado de un proceso que desmiente el ubicuo relato yanqui, por cuanto exhibe dramáticamente esa característica invariable del comportamiento norteamericano, que concibe una única manera de vincularse con el resto del mundo: a través de la relación dominador-dominado, que puede y debe lograrse por las buenas o por las malas, apelando a dispositivos que abarcan desde la sumisión voluntaria de terceros países hasta el uso abierto del aparato militar, pasando por el endeudamiento y lo que se conoce como lawfare. Estos 2 últimos mecanismos han sido profusamente analizados entre nosotros debido a que los países de la región han padecido y padecen su aplicación.

No ha ocurrido lo mismo con la crisis de Ucrania. Ni bien el Presidente Alberto Fernández en su encuentro con el Presidente ruso Vladímir Putin ratificó el acuerdo estratégico integral alcanzado durante el segundo gobierno de Cristina, y agregó que la Argentina debía superar su fuerte dependencia con Estados Unidos, aparecieron las reacciones. Entre los escandalizados se destaca el último canciller del macrismo, Jorge Faurie, quien afirmó en su cuenta de Twitter que las declaraciones del Presidente en Moscú fueron “incomprensibles e injustificadas desde la perspectiva de los intereses argentinos” y se alarmó porque “abren la puerta para que la región pueda ser escenario de enfrentamientos y tensiones a escala global”. El ex canciller sostuvo además que “el diálogo con Rusia, que es una autocracia que no respeta libertades individuales, de opinión o prensa… ¿de qué sirve al país? De algún modo condona un escenario de conflicto como el que tiene Rusia con Ucrania, la OTAN y Estados Unidos”. En otras palabras, Rusia constituye una amenaza no solo para Ucrania sino para nuestra región, afortunadamente protegida por la OTAN y la CIA. No olvidemos que la Alianza Atlántica tiene una base militar con componentes nucleares en nuestras Malvinas.

La conquista del lejano Este

Tras la caída del muro de Berlín en 1989, el posterior derrumbe del sistema de Estados comunistas, la unificación de Alemania y las disoluciones de la URSS y del Pacto de Varsovia, Occidente se encontraba ante un dilema que se podía visualizar con claridad a la luz de la historia del siglo XX; frente a Rusia, la gran derrotada de la Guerra Fría, dos caminos remitían al tratamiento dado a Alemania al término de las dos guerras interimperiales, más conocidas como guerras mundiales:

  1. la humillación del perdedor al estilo de la paz de Versalles de 1919, o
  2. su integración en una Europa en vías de unificación, como ocurrió con la República Federal de Alemania (RFA).

La experiencia sugería optar por la segunda variante sobre todo porque la Rusia de 1991, como la Alemania de 1945, atravesaba un cambio fundamental al incorporarse al liberalismo político y económico de ese Occidente al que se había enfrentado durante tanto tiempo.

Esa opción correspondía a la lógica gaulliana de una Europa que se extiende “del Atlántico al río Ural”: el hombre que había decidido retirar a Francia de la estructura militar de la OTAN en 1966 para preservarla de la hegemonía de Washington, probablemente hubiera recomendado la disolución de la Alianza Atlántica después de 1991, en beneficio de una seguridad euro-atlántica administrada en el marco de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y apoyada en un sistema de defensa europeo; además se habría fijado como objetivo la integración del conjunto de los países de Europa del Este en la Unión Europea, con Rusia especialmente incluida; y habría visto en la alianza franco-rusa y euro-rusa la forma de lograr un doble nuevo equilibrio: el de Europa frente a una Alemania unificada y el del mundo frente a un Estados Unidos triunfante.

Pero en enero de 1994 el Presidente William Clinton proclamó la voluntad de ampliar la Alianza Atlántica con los ex subordinados europeos de Moscú: confirmó así la concepción de escudo anti ruso de la OTAN en atención a distintos lobbies, pero sobre todo al del complejo industrial-militar, y desató la ira de Rusia. La decisión tomada por Washington estuvo determinada por la voluntad de conjurar la posibilidad de una Rusia integrada en el seno de Europa Central que, en esas condiciones, ya no necesitaría la tutela estratégica de Estados Unidos.

La administración Clinton presentó la decisión como equilibrada, pero en Moscú fue percibida como claramente hostil: era una ampliación de la OTAN hacia el Este compensada por el premio consuelo formalizado en el Acta Fundacional OTAN-Rusia firmada en París en mayo de 1997. Tanto en este ámbito como en el de la ayuda económica a Rusia —lejos de un nuevo plan Marshall y de las necesidades de ese país—, lo resuelto por el gobierno de Clinton podía tener las consecuencias que señaló la oposición estadounidense a la ampliación de la Alianza Atlántica: por un lado, la falta de asistencia a Rusia generaría el riesgo de caos o de la peligrosa aparición del revanchismo; por otro, si había reconstrucción del poderío económico ruso, resucitarían la hegemonía regional de Moscú y la bipolaridad política.

Una doctrina

El 30 de abril de 1998 fue votada la ratificación que exigía los dos tercios del Senado por tratarse de la modificación de un tratado internacional. Incluía una muy extensa resolución que contenía instrucciones sobre la evolución de la OTAN y la nueva doctrina estratégica elaborada por Washington. Los aspectos salientes de ese texto fundamental son los siguientes:

  • La razón principal invocada para justificar la ampliación es “la posibilidad de resurgimiento de una potencia hegemónica que confronte con Europa” e intente invadir Polonia, Hungría o República Checa.
  • Las decisiones y acciones de la OTAN son independientes de cualquier otro foro intergubernamental: ONU, OSCE, Cooperación Euroatlántica, etc.
  • Rusia no tiene derecho alguno de veto sobre las decisiones de la Alianza Atlántica, ni siquiera en el seno del Consejo Conjunto Permanente OTAN-Rusia.
  • La OTAN puede comprometerse en misiones más allá de su propio territorio si hay consenso entre sus miembros sobre la existencia de una amenaza para sus intereses.
  • El liderazgo de Estados Unidos en la OTAN se concreta con la presencia de sus oficiales a cargo de los más altos mandos.

Estas fueron las directrices en base a las cuales se fabricó el conflicto con centro en Ucrania.

Europa ante el enemigo inventado

En enero pasado, el Departamento de Estado ordenó la evacuación de familias y de una parte del personal de la embajada de Estados Unidos en Kiev, afirmando que se trata de una “medida de precaución frente a una posible invasión rusa en Ucrania”. También elevó al nivel 4 de riesgo —el más alto— la advertencia a los ciudadanos estadounidenses para que no vayan a Ucrania. Inmediatamente después, el ministerio de Exteriores del Reino Unido anunció la retirada del personal de la embajada británica en Kiev con el mismo argumento que Estados Unidos.

Con esos actos de guerra psicológica se instauró el clima de alarma que induce a creer que la Federación Rusa está a punto de invadir Ucrania y las repúblicas bálticas —Lituania, Letonia y Estonia—, y se preparó el terreno para una peligrosa escalada contra Rusia de Estados Unidos, la OTAN e incluso países como Suecia, que pertenecen a la Unión Europea pero no a la OTAN.

Suecia desplegó tropas en disposición de combate y vehículos blindados en la isla de Gotland, ‎situada en el Mar Báltico a 90 kilómetros de la costa oriental sueca. Según el ministerio sueco ‎de Defensa, se trata de defender la isla de amenazantes buques rusos de desembarco que navegan ‎cerca de ella. ‎Al Este de la isla de Gotland, Letonia está en estado de alerta —igual que ‎Lituania y Estonia— frente al enemigo imaginario. ‎Como “defensa contra la amenaza rusa”, la OTAN ha desplegado cuatro batallones multinacionales ‎en las tres repúblicas bálticas y en Polonia. Pero las repúblicas bálticas todavía no se sienten suficientemente “protegidas por la ‎presencia reforzada de la OTAN”: el ministro de Defensa de Letonia acaba de pedir una ‎presencia militar estadounidense permanente en su país. Como en el guión de una película de ‎Hollywood, los expertos explican que las tropas de Estados Unidos no llegarían a tiempo desde ‎Alemania para detener a los tanques rusos y que, después de haber ocupado las tres repúblicas ‎bálticas, las fuerzas blindadas rusas las aislarían de la Unión Europea y de la OTAN apoderándose ‎del corredor de Suwalki, entre Polonia y Lituania.

Ucrania, que más que socio ya es de hecho miembro de la OTAN, aparece ‎en todo esto como actor principal en el papel de país agredido. El gobierno ucraniano asegura —sin ofrecer pruebas— haber sido blanco de un ciberataque ‎que atribuye a Rusia, entonces la OTAN corre —junto con la Unión Europea— en auxilio de ‎Ucrania para librar una guerra cibernética. Al mismo tiempo, convoyes ferroviarios especiales están transportando tanques de asalto estadounidenses desde ‎Polonia hacia Ucrania, cuyas fuerzas armadas son entrenadas desde hace años por consejeros militares e instructores estadounidenses, que las conducen con el ‎respaldo de sus colegas de la OTAN.

Una vasta experiencia

Mientras tanto, Washington denuncia que Ucrania está rodeada de fuerzas rusas y, previendo un cierre del aprovisionamiento de gas ruso a Europa, se ‎prepara generosamente para sustituirlo con entregas de grandes volúmenes de gas natural licuado ‎‎(GNL) estadounidense.

La Casa Blanca asegura —basándose en informaciones cuya veracidad está ‎estrictamente garantizada por… la CIA— que el ataque ruso estaría precedido de una operación ‎‎false flag (bajo bandera falsa), en la que agentes rusos infiltrados en el Este de Ucrania ‎cometerían sangrientos atentados contra los pobladores rusos del Donbass que Rusia ‎atribuiría al gobierno ucraniano para justificar su invasión. Washington omite ‎que el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, denunció en diciembre pasado la presencia ‎en el este de Ucrania de mercenarios estadounidenses equipados con armas químicas.

Según el New York Times, Estados Unidos ha anunciado a los demás miembros de la OTAN que ‎”toda victoria rusa rápida en Ucrania sería seguida de una insurrección sangrienta similar a ‎la que obligó a la Unión Soviética a retirarse de Afganistán”, insurrección que tendría el apoyo de ‎‎»la CIA y el Pentágono.

El almirante estadounidense James Stavridis —ex jefe del Comando Supremo de la OTAN ‎en Europa— recuerda que Estados Unidos sabe cómo hacerlo: a finales de los años 1970 y ‎en los años 1980, entrenó y armó a los muyahidines contra las tropas soviéticas ‎en Afganistán. Pero ahora, según Stavridis, “el nivel de apoyo militar de ‎Estados Unidos a una insurrección ucraniana haría parecer poca cosa lo que dimos contra la ‎Unión Soviética en Afganistán”.

Todo indica que el objetivo estratégico de Washington sería precipitar la crisis ucraniana —deliberadamente ‎provocada en 2014— para que Rusia se vea forzada a intervenir militarmente en defensa de las ‎poblaciones rusas del Donbass y acabe en una situación análoga a la que llevó a la Unión ‎Soviética a empantanarse en Afganistán. Pero esta vez sería crear un Afganistán en Europa, lo cual provocaría un estado de inestabilidad ‎permanente en beneficio de Estados Unidos que reforzaría su influencia y su presencia en el ‎continente europeo. ‎

Seguridad, ¿de quién?

Los acuerdos argentino-chinos provocaron la reacción del legislador trumpista por el Estado de Florida Matthew Louis Gaetz II, conocido como Matt Gaetz —acusado de tráfico sexual con menores—, para quién la incorporación de Argentina a la Ruta de la Seda constituye una amenaza para la “seguridad nacional” estadounidense y una violación a la Doctrina Monroe. Asimismo, entiende que «si bien el gobierno de Biden, los medios de comunicación y muchos en el Congreso hacen sonar los tambores de guerra por Ucrania, existe una amenaza mucho más significativa para nuestra nación», refiriéndose a lo acordado por los Presidentes Alberto Fernández y Xi Jinping. Toda una confesión de parte.

Alguien podría decir que hoy no gobierna el trumpismo, y agregar con razón que los años de Donald Trump en el gobierno fueron trágicos para América latina: impulsó la aplicación de una especie de Doctrina Monroe reforzada, anunciada en febrero de 2018 por el entonces canciller Rex Tillerson —ex director ejecutivo de la Exxon Mobil Corporation—, el golpe de Estado en Bolivia en noviembre de 2020 y la injerencia a cara descubierta en busca de la reelección de Macri y —sobre todo— del sometimiento de la Argentina, entre otras maniobras.

Sin embargo, la historia enseña que si algo tiene una apreciable continuidad y autonomía respecto de los circunstanciales ocupantes de la Casa Blanca es la política exterior del imperio, aserto que se ve reforzado por las posiciones adoptadas por Biden a lo largo de 36 años como senador. Por ejemplo, durante la Guerra de Malvinas presentó ante el Congreso una resolución de apoyo de Estados Unidos al Reino Unido, y ante la consulta de una periodista acerca de si el Senado se estaba involucrando en favor de Gran Bretaña, respondió: “Mi resolución busca definir de qué lado estamos y ese lado es el británico. Los argentinos tienen que desechar la idea de que Estados Unidos es neutral”.

Dio como justificación el acuerdo de Estados Unidos con la OTAN de abril de 1949; pero olvidó un pacto previo, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), firmado por todos los países del continente en septiembre de 1947, cuyo artículo tercero es categórico: frente a un ataque armado contra uno cualquiera de los Estados compromete a todos los demás a contribuir en su defensa.

Así, como la única verdad es la realidad, la creciente militarización promovida y practicada por Estados Unidos al compás de su insaciable sed de recursos y dominio pone en vilo la seguridad del mundo entero.