Vi una nota en la Revista Rumbos del fin de semana, a
partir de otra de Pilar Jericó. Me pareció útil, y que es un aporte en esta
difícil época, en que mucho de lo que nos llega nos confunde y asusta más de lo
que nos alivia.
Una de las cosas que intento hacer siempre, mucho más en
estos tiempos del coronavirus, es ser organizado, tener planes, no desordenarme,
por eso, este aporte con formato de guía, me parece que puede ayudar.
Ojalá sea así.
Guía para
superar el impacto emocional del coronavirus
PILAR JERICÓ
Debemos afrontar
la situación con una mentalidad positiva. Para eso necesitamos conocer las
etapas a las que nos vamos a enfrentar
El coronavirus
nos ha superado a todos. Nos enfrentamos a emociones incómodas, nos agobia el
miedo, nos estremece escuchar a los sanitarios informando de las situaciones
que viven, y no parece que las cosas vayan a mejorar en el corto plazo. Sin
embargo, existe una verdad incuestionable: todo pasa. El coronavirus también.
Como ha sucedido con otras pandemias o en otras situaciones difíciles que hemos
vivido. Debemos afrontar el problema con una mentalidad positiva. Para eso
necesitamos conocer las etapas y las emociones a las que nos vamos a enfrentar.
Reconocerlas nos ayudará a afrontarlas de un modo más amable. A desarrollar una
mentalidad positiva a pesar de las circunstancias. Esta posición nos permitirá
entender que, en todo cambio, por difícil que sea, siempre existen
oportunidades para seguir aprendiendo y avanzar como personas y como sociedad.
Las
investigaciones en las que basé mi libro Héroes cotidianos sirven para entender
de manera sencilla qué emociones vamos a vivir estos días. Las detallo en esta
página en voz y con ejercicios prácticos.
1. Llamada: “Hay un virus en China”. Ese fue el comienzo.
Toda llamada a la aventura puede ser de dos tipos, como dice paradójicamente la
medicina tradicional china: llamada del cielo, cuando es algo deseado, o
llamada del trueno, cuando no lo buscamos y rompe nuestros esquemas. El
coronavirus pertenece a las llamadas del trueno para la mayor parte de los
mortales. Pocos esperaban que sucediera.
2. Negación: “Esto no va a ocurrir aquí”. La negación es una
fase habitual en casi todos los cambios no deseados. Se trata de la más difícil
de asimilar. Nunca creemos que nos vaya a afectar a nosotros. Nos llenamos de
excusas, como que China está muy lejos o que solo es una gripe más, y nos
olvidamos de las evidencias: de que el mundo está globalizado, incluso hasta
para las enfermedades, o que estas pueden resultar tan contagiosas que pueden
colapsar el propio sistema. Durante el periodo de negación, cuando nos damos
cuenta de que sí nos puede afectar, podemos desarrollar una variante: la ira o
la rabia. Nos enfadamos con el sistema, con la falta de medidas que toman las
autoridades, con los eventos deportivos, manifestaciones o reuniones que nos
han expuesto al contagio. El enfado hay que pasarlo, tengamos razón o no. Si
nos quedamos en esta fase, estamos perdidos, porque desaprovecharemos la
oportunidad de aprendizaje que existe ante cualquier crisis.
3. Miedo: “¿Qué nos va a pasar?” Esta es la emoción más
profunda y paralizante que existe. Hay un miedo sano, que es la prudencia, que
nos obliga a protegernos y a quedarnos en casa. Y existe otro, el miedo tóxico,
que nos lleva a la histeria colectiva, a las compras compulsivas o a no dormir
por las noches. El miedo es otra fase que tenemos que transitar rápidamente. Es
inútil dejarse vencer por la emoción, que en muchas ocasiones llega a ser más
contagiosa que la propia enfermedad. Posiblemente, porque nos daña
profundamente y nos vacía de la posibilidad de afrontar la crisis desde la
mentalidad positiva del cambio, el sentido común y la fuerza.
4. Travesía por el desierto: “Estoy triste y soy vulnerable”. Ya no
hay miedo ni rabia, solo desazón y tristeza en estado puro. Estamos abatidos
por las cifras de enfermos y fallecidos, conocemos personas afectadas o lo
estamos nosotros mismos. Es un momento de aceptación pura de la realidad. En la
crisis del coronavirus, la travesía por el desierto hay que afrontarla. La
mentalidad positiva sin tocar el desierto es falsa y temporal (excepto para
quien vive en el positivismo artificial constante o tiene problemas con la
empatía, que no deja de ser negación). La buena noticia es que los desiertos
también se abandonan. Nos podemos quedar atascados en la rabia o en la
negación, pero la mayoría de las personas, tarde o temprano, conseguimos
remontar la tristeza.
5. Nuevos hábitos y confianza: Una vez aceptada la realidad comienzan
los nuevos hábitos y la confianza en nosotros mismos. Normalizamos la realidad.
Si estamos recluidos, encontramos los aspectos positivos. Nos ofrecemos a
ayudar a otros desde la serenidad y no desde el miedo; nos reímos de la
situación y, lo más importante, nos abrimos al aprendizaje. Cuanto más nos
esforcemos en ver qué aspectos quiere enseñarnos esta nueva crisis, más rápido
podremos atravesar la curva del cambio.
6. Fin de la aventura: El coronavirus ha pasado y soy más fuerte. Esta
crisis será historia, como todas. Vendrán otras, nuevos problemas, y eso
significa que estamos vivos. Si hemos sido conscientes del proceso y hemos
aprendido como personas y como sociedad, habrá valido la pena, a pesar de las
numerosas pérdidas que hayamos tenido en el camino.
Las fases
descritas no son lineales, pero sí progresivas. Es decir, podemos estar en el
desierto y regresar por momentos a sentir rabia o miedo. Casi siempre sucede, pero
no hay que sentirse culpable por ello. Cuanta más conciencia pongamos, más
sinceros seamos con nosotros mismos, más rápido podremos atravesarlas y más
capacidad tendremos para despertar el valor que cada uno de nosotros llevamos
dentro. En la épica personal también hay espacio para el optimismo.
Desde hace bastante este tema del fracaso y decadencia
del neoliberalismo me anda rondando.
Encontré la excelente
nota de Yaccar que se menciona más abajo, y cuyo epígrafe es: “¿Se viene un capitalismo más feroz o un comunismo
renovado?”, y me surgió la pregunta ¿Y
entonces qué?
Porque, además de
coincidir en el análisis de la autora, tampoco me siento muy seguro de que el
mismo neoliberalismo, aunque más no sea como muerto vivo (terrible zombie), no
vaya a seguir habitando este mundo. Es cierto que todo les está saliendo mal,
pero hay demasiados intereses y ninguna actitud de auto crítica para no pensar
que van a querer seguir con sus planes, por inescrupulosos y destructivos que
sean.
“El “populismo” era
decretado inferior. Pero es el único pensamiento importante que surgió en
América Latina desde sí misma, y generó a Haya de la Torre en el Perú, a Vargas
en Brasil, a Perón en Argentina, a Ibáñez en Chile, a Lázaro Cárdenas en
México, a Rómulo Betancourt en Venezuela.”
Como se ve, este
“populismo latinoamericano”, como lo llama Methol, no fue un hecho aislado en
América Latina, si bien el peronismo es la propuesta más consolidada y
perdurable.
Es cierto que no
ha sido un camino fácil: la izquierda lo menospreció, e incluso se alió con el
conservadurismo en contra de él desde el comienzo. En las elecciones de 1946, a
Perón lo enfrentó la Unión Democrática, una extraña alianza de conservadores,
radicales, socialistas y comunistas, con el apoyo de los EEUU (Braden
(embajador de ese país) o Perón, fue la consigna con que el peronismo llegó al
poder).
Las patas en la fuente, imagen histórica del 17 de octubre de 1945, fecha
fundacional del peronismo, como Día de la Lealtad, tampoco fue algo fácil de
digerir para los grupos de dirigentes prohijados por el establishment económico
de la época. Siempre conspiraron contra el peronismo, y las Fuerzas Armadas
fueron su brazo ejecutor para derrocarlo en 1955, y después en 1976.
Sin embargo, el peronismo volvió a ganar las elecciones
en 1919, y es Gobierno nuevamente.
¿Por qué lo
planteo como un proyecto político que podría ser una alternativa como las que
analizan los filósofos que cita Yaccar?
Este es un tema
que merece un desarrollo por sí mismo, por ahora solo citaré el pensamiento de
Perón en ECONOMÍA PERONISTA, en su presentación:
“Como doctrina
económica, el justicialismo realiza la economía social, poniendo el capital al
servicio de la economía y ésta al servicio del bienestar social”.
Verdad 16 del
Justicialismo Peronista
Más abajo dice: “Mal puede distribuir
equitativamente los bienes económicos de la comunidad un país cuyos intereses
son manejados desde el exterior por empresas ajenas a la vida y al espíritu del
pueblo cuya explotación realizan. La felicidad del Pueblo exige, pues, la
independencia económica del país como primera e ineludible condición.
El mundo del porvenir será constituido sobre la base de
naciones socialmente justas, económicamente libres y políticamente soberanas, o
será destruido irremediablemente” (1/5/1952).
Esto no es lo que está sucediendo en América Latina (es
más, se hace evidente lo de la destrucción como amenaza cierta), y el macrismo
fue un fiel exponente de ese pensamiento que se opone a un proyecto nacional y
popular, como el de los “populismos latinoamericanos”.
Por lo tanto, creo que este pensamiento debe de ser
considerado como una alternativa válida. Y
se los propongo.
El neoliberalismo es la primera víctima fatal del coronavirus
El coronavirus ha
desatado un torrente de reflexiones y análisis. Sobran las razones para
incursionar en esa clase de conjeturas porque si de algo estamos completamente
seguros es que la primera víctima fatal que se cobró la pandemia fue la versión
neoliberal del capitalismo. Decimos la “versión” porque el COVID-19 liquidó al neoliberalismo,
pero no a la estructura que lo sustenta: el capitalismo como modo de producción
y como sistema internacional. La era neoliberal ya es un cadáver aún insepulto
pero imposible de resucitar. El capitalismo, en cambio, aún resiste y su futuro
es incierto. Pero nada autoriza a darlo ya por muerto.
Simpatizo mucho
con la obra y la persona de Slavoj Zizek pero esto no me alcanza para otorgarle
la razón cuando, en la estupenda nota de María Daniela Yaccar en PáginaI12 del
29 de marzo
(https://www.pagina12.com.ar/255882-la-filosofia-y-el-coronavirus-un-nuevo-fantasma-que-recorre-
) sentencia que la pandemia le propinó “un golpe a lo Kill Bill al sistema
capitalista” luego de lo cual, siguiendo la metáfora cinematográfica, éste
debería caer muerto a los cinco segundos. No ha ocurrido y no ocurrirá porque,
como lo recordara Lenin en más de una ocasión, “el capitalismo no caerá si no
existen las fuerzas sociales y políticas que lo hagan caer.” El capitalismo
sobrevivió a la pandemia de la mal llamada “gripe española”, que ahora sabemos
vio la luz en la base militar Fort Riley (Kansas) , y que según los imprecisos
cálculos de su letalidad, exterminó entre 20, 50 y 100 millones de personas.
Resistió también al derrumbe global producido por la Gran Depresión,
demostrando una inusual resiliencia para procesar las crisis e inclusive salir
fortalecido de ellas. Pensar que en ausencia de aquellas fuerzas sociales y
políticas anticapitalistas ahora se producirá el tan anhelado deceso de un
sistema inmoral, injusto y predatorio, enemigo mortal de la humanidad y la
naturaleza, es más una expresión de deseos que producto de un análisis
concreto. Zizek confía en que para salvarse la humanidad tendrá que recurrir a
“alguna forma de comunismo reinventado”. Es posible y deseable, sin dudas.
Dependerá de si “los de abajo no quieren y los de arriba no pueden seguir
viviendo como antes”, cosa que por ahora no sabemos. Pero la coyuntura presenta
otro posible desenlace: “la barbarie”. O sea, la reafirmación de la dominación
del capital recurriendo a las formas más brutales de explotación económica,
coerción político-estatal y manipulación de conciencias y corazones a través de
su hasta ahora intacta dictadura mediática y de la eficacia de su imperio de
vigilancia global.
En la nota ya
aludida el filósofo de Byung-Chul Han se arriesga a decir que “tras la
pandemia, el capitalismo continuará con más pujanza.” Creemos que se equivoca
porque si algo ya se dibuja en el horizonte es el generalizado reclamo de la
sociedad a favor de una mucho más activa intervención del estado para controlar
los efectos desquiciantes de los mercados en la provisión de servicios básicos
de salud, vivienda, seguridad social, transporte y para poner fin al escándalo
de la concentración de la mitad de la riqueza del planeta en el 1 % más rico de
la población. Ese mundo post-pandémico tendrá mucho más estado y mucho menos
mercado, y éstos estarán más regulados, con poblaciones “concientizadas” y
politizadas por el flagelo a que han sido sometidas y propensas a buscar
soluciones solidarias, colectivas, inclusive “socialistas” en países como
Estados Unidos, nos recuerda Judith Butler, repudiando el desenfreno
individualista y privatista exaltado durante cuarenta años por el
neoliberalismo.
En una entrevista
reciente Noam Chomsky habla del “monumental fracaso” de los mercados y los
gobiernos neoliberales en cuidar la salud de la población.”
(https://www.youtube.com/watch?time_continue=61&v=t-N3In2rLI4 )
“Reagan y
Thatcher decían que el problema era que los gobiernos sofocaban a los mercados”
y que, por lo tanto, “había que acabar con los gobiernos” y su intervención en
las áreas de salud, seguridad social, vivienda, educación, transporte, etcétera.
En EEUU ese programa se cumplió escrupulosamente: Trump anuncia una gran
operación antinarcóticos en el Caribe para hostigar a Venezuela y Cuba y en la
misma nota el Washington Post reproduce la opinión oficial de que la pandemia
podría “causar entre 100 y 240.000 muertes.” ¿Por qué tantas? Porque según la
American Hospital Association el número de camas de hospital disminuyó en un 39
% en los últimos años a fin de aumentar la tasa de ocupación de las camas
(hasta oscilar en torno al 90 %) y aumentar la rentabilidad de los hospitales.
Según esta misma fuente el país dispone de 924,100 camas pero muchas de ellas
están ocupadas por pacientes crónicos y las que cuentan con Unidades de
Cuidados Intensivos (UCI) son a lo sumo 64.000 camas. El Johns Hopkins Center
for Health Security informó el mes pasado que si la pandemia es moderada
requeriría hospitalizar a un millón de personas, 200.000 de las cuales
requerirían camas aptas para las UCI. Una pandemia severa enviaría a los
hospitales casi 10 millones, y unos 2.9 millones requerirían camas con UCI.
Obviamente, muchísima gente morirá fuera de los hospitales. La destrucción de
la salud pública se corrobora también cuando se observa que los centros de
salud locales y estaduales tienen un 25 % menos de personal que en el 2008; que
el presupuesto del crucial Center for Disease Control cayó un 10 % en términos
reales bajo Trump y que éste desmanteló la oficina de la Casa Blanca para
coordinar las luchas contra las epidemias creada por Obama para combatir el
Ébola en 2014.
Las estadísticas
de la destrucción del sistema de salud revelan el contubernio entre gobiernos
neoliberales y los traficantes de la salud: hospitales e industria
farmacéutica. Difícil que después del desastre que se avecina vaya a haber
mucha gente en EEUU que se burle de Bernie Sanders cuando hable de la medicina
socializada. Después de esta pandemia, y de la debacle económica que dejará
como saldo, el mundo será muy distinto al que conocimos. Casi 10.000.000 de
nuevos desocupados se inscribieron en el Seguro Social esta semana. Además,
¿qué ocurrirá con los 80 millones que o no tienen seguro de salud o que el que
tienen no les sirve? ¿Seguirán votando por mantener la “privatización” de la
salud? ¿Querrán morir a los 70 años, como pide el Vicegobernador de Texas, para
reanimar a la economía? ¿Cómo va a actuar el 45 % de la fuerza de trabajo sin
licencia paga por enfermedad? Deberá elegir entre ir a trabajar y contagiar o
contagiarse de otros, o comer. Lo que parecía normal, hasta “natural”, antes de
la pandemia ahora aparece como una monstruosidad. Por eso, el mundo que ya
destruyó no volverá a renacer. Estamos en las vísperas de una nueva era, y si
nos concientizamos, luchamos con inteligencia y nos organizamos adecuadamente
podremos crear un mundo mejor, mucho mejor.
Extrañamente,
para mí, estoy usando el título de la Editorial del Diario Los Andes de hoy, 30
de marzo, el día siguiente a la prolongación de la cuarentena obligatoria por
decisión del Presidente Alberto Fernández como título de una entrada de mi
blog.
Lo hago porque,
así como soy muy crítico de Los Andes, es justo destacar esta Editorial que le
da el lugar que muchos medios no le dieron en su momento a la Bendición Urbi et
Orbi del Papa Francisco.
Es cierto que el
coronavirus ha cambiado el mundo (no a todos/as, claro) y que este
reconocimiento a la autoridad del Papa, seguramente, no hubiera sido posible en
otras circunstancias, pero es válido y me sirve para introducir esta nota que
sigue la línea de entradas anteriores sobre Francisco.
Tengo la
intención de desarrollar más el tema de los liderazgos mundiales, pero está
claro que esta crisis tan extrema está resaltando lo bueno y lo malo de la
humanidad.
En este caso, voy
a destacar la situación de algunos líderes políticos del mundo: así como Trump
y su mala imitación, Bolsonaro, han demostrado que son malos líderes por
incapacidad y, sobre todo, por falta de un proyecto político válido para la sociedad
en su conjunto, y sorprendente, o no tanto, por su desaprensión por la suerte
de sus pueblos.
NO ERA QUE NO HACÍA FALTA POLÍTICA, NI POLÍTICOS, SINO
BUENA POLÍTICA, Y LÍDERES VÁLIDOS, Y ORGANIZACIÓN SOCIAL.
El Papa Francisco
es, desde hace bastante, el líder mundial más importante, desde lo espiritual,
y a su rededor, efectiva o lejanamente, nos reunimos todos/as los/las que
queremos que el mundo sea mejor, más justo, sostenible y sustentable.
El Presidente
Alberto Fernández, que llegó a ser candidato de una manera poco convencional,
ha demostrado estar, por mucho, a la altura de las circunstancias, como la
sociedad, incluso más allá de sus preferencias políticas, está valorando.
Se está diciendo
que estamos ante el advenimiento de un nuevo mundo. No estoy tan seguro, y voy
a desarrollar una entrada sobre distintas miradas sobre estas posibles
transformaciones, pero estos gestos o actitudes o decisiones, con valor
simbólico, pero también efectivos y con influencia en nuestra vida, son faros
que nos pueden guiar.
Se dice por
todos lados que al coronavirus los vencemos entre todos, y que no hay salvación
individual: ese es el mensaje que debemos atesorar y encarnar en esta crisis y
“por los siglos de los siglos. Amén”.
El Papa y el
Presidente en sintonía: la unidad o la nada
Sin lugar a dudas
fue impactante ver al Papa implorando a Dios ante una plaza vacía para
“que todos sean uno” porque “nada ni nadie se salva solo”.
Tan impactante como escuchar el día anterior al Presidente Alberto Fernández,
ante la pantalla de un mundo sitiado, terminar su discurso diciendo:
“Tenemos que actuar juntos, ya mismo, porque ha quedado visto que nadie se
salva solo”. Parafraseando a Oscar Wilde, podría decirse que la teología
imita a la política, y no al revés. Sin embargo, es una coincidencia que
responde a un saber compartido por ambos. Esto es, que cuando la plaza está
vacía, lo público está desaparecido.
¿Qué hacer?
“Sensibilizarse” para que “todos sean uno”. Eso dijo
Francisco en “Querida Amazonia”. Eso dijo Alberto en el G20, citando
al Papa. Francisco pidió a los empresarios que “no despidan trabajadores
en medio de una pandemia”. El Presidente lo citó y tildó de
“miserables” a los que despiden.
Cuando la vida
está en peligro, las respuestas metafísicas desde la verdad dominante, tanto
como las teorías conspiranoicas de la opinión pública, se llaman a silencio y
solo cuenta la pregunta política por el qué hacer ante una realidad que se
impone como fin moral ineludible, público e inmanente. Ante esa realidad, dijo
el Presidente, “no hay lugar para demagogias ni improvisaciones.
Enfrentamos el dilema de preservar la economía o la salud de nuestra gente,
porque, no seremos eficaces si no aceptamos que el mundo ha cambiado para
siempre”.
En general se
citan textos religiosos en política para dar presuntas respuestas
fundamentalistas. Sin embargo, la clave divina está en la pregunta, no en la respuesta.
En el Nuevo Testamento tres preguntas son claves. La pregunta metafísica de
Pilatos a Jesús: “¿Qué es la verdad?” La pregunta política del joven
rico a Jesús: “¿Qué hacer?” Y la pregunta estética de Jesús a Pedro:
“¿Tú me amas?”
El joven rico pregunta
a Jesús qué hacer para salvar la vida. El Maestro le responde que debe
permanecer en la unidad. El joven vuelve a preguntar qué hacer. Jesús le
sugiere vender todos sus bienes para dárselos a los pobres, y luego unirse a él
(Mt 19, 16-21). El joven rico se va con tristeza, sin tener la capacidad
creativa de hacer un pacto de amor por la unidad.
La pregunta
política por el qué hacer para salvar la vida, supone la opción fundamental por
la unidad. De lo contrario, nadie se salva solo. En términos políticos, es la
decisión de hacer un pacto público amoroso constituyente de una unidad que
posibilite el despliegue de la capacidad creativa de la comunidad para
organizarse como un pueblo.
También esa, la
unidad redentora con la cruz del otro, parece ser la lógica política a la cual
el presidente argentino hace referencia cuando dice ante el G20 que, como nunca
antes, nuestra condición humana nos demanda solidaridad. Y, ante las urgencias
que marcan las muertes, decide que tenemos que dar una respuesta creativa. Al
contrario del joven rico, dice Alberto, no dudamos en proteger integralmente la
vida de los nuestros, y opta por lo político antes que por lo económico. Eso
es, precisamente, la creatividad, es decir, libertad para aceptar la realidad
que reclama justicia y no para imponer una idea egoísta. Desde ese punto de
partida, real, se van tomando las decisiones políticas por un nuevo status que
cuide la vida antes que la renta.
Creatividad es lo
que pide el Papa Francisco. Creatividad en el trabajo, creatividad en la
política. Si hay algo que los seres humanos tienen a imagen de un Dios creador,
es justamente la capacidad de crear. Algo que, cuando logra secularizarse de
los falsos dioses mortales, les permite crear espacios para que la vida pública
pueda representar la unidad. Ahora, cuando el interés económico se sacraliza,
las personas son descartadas. ¿Qué hacer entonces para que esos descartados que
sufren piensen, se organicen y hagan, como dijo el Papa Francisco a los
movimientos sociales populares? Si todos estamos en la misma barca, o nos
unimos y nos salvamos todos o no se salva nadie.
En la pregunta
amorosa de Jesús a Pedro está la clave de la decisión. Jesús no pregunta a
Pedro qué hace. Simplemente decide enamorarlo. Alberto Fernández en su discurso
al G-20, citando al Papa Francisco, dice: tenemos que abrir nuestros ojos y
nuestros corazones para actuar con una nueva sensibilidad. En esa línea, el
representante de un pueblo descartado que piensa, se organiza y hace, acepta
que la crisis exige diseñar y suscribir un gran Pacto de Solidaridad Global, y
propone crear un Fondo Mundial de Emergencia Humanitaria.
(*) Emilce Cuda
es teóloga. Profesora de la Universidad Nacional Arturo Jauretche.
Desde hace rato
tengo decidido no hacer referencias al Gobierno que terminó en diciembre.
En primer lugar,
porque me interesa mucho más lo que hagamos los argentinos en este nuevo
periodo político. En segundo, porque el mismo macrismo le sacó lustre al tema
de la “pesada herencia” de tanto usarlo, y ya genera más rechazo que atención.
Sin embargo, este título de Los Andes merece ser compartido y comentado, sobre
todo, porque Cornejo asumió un rol central en la defensa de Macri y sus
políticas. Se cansó de denostar al “populismo”, rinforzando la línea del
Gobierno anterior, cada vez que pudo.
En la campaña
electoral, se vendió a la gestión cornejista como modelo y exitosa, cosa que la
ciudadanía mendocina compró con entusiasmo y le dio una amplia victoria en las
urnas.
Más de una vez he
sostenido que ese aparente éxito no era real, y que era mucho más una creación
comunicacional que otra cosa.
HUBO UNA MATRIX
MENDOCINA, DENTRO DE LA NACIONAL.
Este modo de
plantear la gestión tiñó todo: por ejemplo, la obra pública se desarrolló
sectorizadamente, en los lugares que tenía más valor comunicacional, lo que no
tiene nada que ver con una estrategia política.
Cornejo impidió
que el Paco Pérez (una mala gestión, sin dudas) se endeudara sabiendo que iba a
caer en cesación de pagos, como ocurrió, pero cuando fue gobernador se endeudó
de manera importante (los datos están, pero no es lo que me importa ahora). Esa
deuda la vamos a tener enfrentar todos y todas. También le dejó a Suárez muchos
problemas presupuestarios, que también pagaremos todos/as. Por ejemplo, hay un importante
retraso en los pagos a los proveedores del Estado, y a los efectores de OSEP.
La nota intenta
explicar por qué hemos llegado a esta situación de desempleo, pero no hay
manera de despegar al Gobierno de Cornejo de este problema. Fueron Gobierno
cuatro años con referencia total con Macri, tienen responsabilidad, sin dudas.
Macristas menducos, tan anti peronistas uds., háganse
cargo, y hablen menos; quiero decir, termínenla con las chicanas, fake news,
descalificaciones.
El Gobierno peronista y una gran parte de la sociedad
argentina está tratando de recuperar la Patria del desastre macrista, y de
superar una pandemia mundial sin antecedentes.
Por lo menos, no
molesten y dejen trabajar.
La tasa de
desempleo de Mendoza duplica a la de San Juan y San Luis
En tres años, la
desocupación local creció cuatro puntos porcentuales, mientras que las
provincias vecinas mejoraron sus estadísticas.
A finales de
2016, Mendoza tenía el nivel de desocupación más bajo de Cuyo. Hoy, su tasa de
desempleo duplica a la de San Juan y San Luis, demostrando un deterioro del
mercado laboral mucho más profundo que el de las provincias vecinas.
El dato se
desprende de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de
Estadísticas y Censos (Indec). De acuerdo al estudio, en el cuarto trimestre de
2016, Gran Mendoza tenía un índice de desocupación de 3,3%, Gran San Juan de
5,1% y Gran San Luis de 3,6%. Cuatro años más tarde, el desempleo mendocino
llegó a 7,3%, mientras que la vecina del norte registró una tasa del 3,5% y la
provincia puntana del 2,9%.
Pasando en
limpio, en cuatro años la desocupación de Mendoza aumentó cuatro puntos
porcentuales. En ese mismo período, San Juan y San Luis redujeron el desempleo
1,6 y 0,7 puntos porcentuales respectivamente.
Diferencia económica
Como lo
demuestran las estadísticas, el desempeño del mercado laboral de Mendoza fue
muy diferente al de las provincias vecinas. El resultado llamó la atención de
los economistas, dado que los factores económicos que condicionaron el aumento
de la desocupación local (recesión y pérdida de poder adquisitivo de los
salarios), también incidieron negativamente en la economía interna de San Juan
y San Luis.
La diferencia,
según el economista Carlos Rodríguez, radica en la composición de la matriz
productiva de cada provincia. “Mendoza ha sufrido mucho más por la crisis
económica porque algunas de sus principales actividades económicas se han visto
particularmente afectadas por los problemas económicos a nivel nacional”,
apuntó.
“Mientras tanto,
San Juan logró impulso económico con la minería y San Luis, además de tener una
economía ordenada, generó mucho empleo público con poco déficit
presupuestario”, agregó.
Coincidió con esa
lectura el economista Pablo Salvador. “El comercio, la construcción privada y
el sector exportador, sectores primordiales para Mendoza, cayeron mucho por la
crisis económica nacional. Las provincias vecinas, principalmente San Juan con
la minería, lograron compensar parte de la crisis económica nacional”, comentó.
“Por ese motivo, el Gobierno de Suarez busca fortalecer otros sectores”,
agregó.
Sebastián Laza,
economista y vocero del Gobierno Provincial, se refirió a ese punto. “Mendoza
busca mejorar su matriz productiva, fortaleciendo el sector TIC (Tecnología del
Conocimiento) y las energías renovables”, indicó.
Los números locales
Más allá de la
comparación con las provincias vecinas, el análisis del mercado laboral de
Mendoza permite sacar algunas conclusiones interesantes. Lo primero a tener en
cuenta, es que hubo un crecimiento del 1,8 puntos porcentuales en la tasa de
actividad, pasando de 47,2% en el cuarto trimestre de 2018 a 49% en igual
período de 2019. Eso significa que aumentó la cantidad de personas que están
activas, ya sea trabajando o buscando empleo.
Carlos Rodríguez,
explicó que ese aumento de la tasa de actividad “se debe principalmente a que
en los últimos meses de 2019 salió más gente a buscar trabajo, como
consecuencia de la pérdida del poder adquisitivo de los salarios”.
De acuerdo con
las estadísticas, una parte de la población que salió a buscar empleo lo
encontró (subió 0,9 puntos la tasa de empleo), pero otra no (aumentó 1,4 puntos
la desocupación). “Parece una situación paradójica, pero es posible. Significa
que la economía de Mendoza tiene capacidad de generar trabajo, pero no para
todas las personas que ingresan al mercado laboral”, señaló Rodríguez.
Se mostró de
acuerdo Sebastián Laza. El representante del Gobierno de Mendoza coincidió que
la pérdida del poder adquisitivo de los salarios fue el disparador que provocó
que muchos más mendocinos salieran a buscar trabajo. “Esto fue consecuencia de
las políticas macroeconómicas del Gobierno de Macri”, apuntó.
“Lo positivo, es
que aun después de dos años de crisis, Mendoza ha seguido teniendo capacidad
para generar puestos de trabajo. Por otro lado, se debe destacar el gobierno de
Cornejo logró mantener el poder adquisitivo del sector público”, agregó el
economista.
Mejora en el total de Argentina
A nivel nacional,
las estadísticas del Indec demostraron una leve recuperación del mercado
laboral. Es que la tasa de empleo mejoró 0,8 puntos porcentuales, pasando de
42,2% en el cuarto trimestre de 2018 a 43% en el mismo período de 2019, y a su
vez, la tasa de desocupación se contrajo de 9,1% a 8,9%.
Al igual que en
Mendoza, la tasa de actividad de Argentina subió (0,7 puntos porcentuales),
pero entre toda la gente que salió a buscar trabajo, fue más la que lo
encontró, que la que no lo hizo.
Ayer 24 de marzo
encontré en la versión papel del Diario Los Andes esta nota de Gastón Bustelo.
Me pareció útil porque hace una cronología bastante precisa del proceso que se
desarrolló –centrándose en Mendoza- desde ese infausto 24 de marzo de 1976
hasta el retorno a la democracia. También me pareció una posición objetiva,
pero crítica, de ese Golpe genocida y cruel.
Es importante
porque analiza también el proyecto económico que se aplicó–semejante al de
Chile, con mucha menor eficiencia, para bien o para mal- y sus consecuencias.
No sé por qué no
subieron la nota a la versión on line del Diario, pero me tomé el trabajo de
escanearla para poderlo publicar en mi blog, pero eso impidió –junto con las
dificultades para usar Internet por saturación de la red- que lo publicara
ayer; sin embargo, no quise dejar pasar el momento.
Viví muy cerca
este Golpe porque era Director de la Escuela Superior de Trabajo Social,
también dependiente de la Provincia de Mendoza, y que Gastón no menciona, pero
que sufrió también las medidas del Gobierno de facto de Mendoza.
Aclaro que la
Intervención de la UNCuyo fue antes del Golpe, cuando tomó la conducción del
Gobierno de Estela Martínez de Perón el Brujo López Rega y sus secuaces, y
comenzó la represión que se agudizó después del Golpe. Ahí apareció Otto Burgos,
que menciona Bustelo. Esta Escuela –como la de Periodismo- fue transferida a la
UNCuyo y pasaron a ser las Carreras de Trabajo Social y Comunicación.
Mi intención es
poner al alcance de todos los que no vivieron esa época oscura tengan una
síntesis de lo que pasó en Mendoza en los años de plomo, incluso con los
nombres de los responsables de esos hechos terribles, no solo de los militares,
sino también de los civiles colaboracionistas. Por supuesto, faltan todos/as
los/las que lo hicieron desde las sombras y produjeron las listas que usaron
los militares para sus tropelías.
Espero que sea
útil.
ANIVERSARIO | LA
ÚLTIMA DICTADURA
Recuerdos del
espanto, a 44 años del Golpe del ‘76
En la Argentina
desaparecieron 30 mil personas, según organismos de derecho humanos. Torturas, violaciones
y muerte azotaron los años del régimen militar. Centros de detención y control
de las ideas
(Diario Los
Andes, Edición en papel, 24 de marzo de 2020)
El 24 de marzo de
1976 se produjo el último golpe de Estado de la historia argentina, fue hace 44
años y junto con ese hecho arrancó la dictadura militar más sangrienta que concluyó
en 1983, con la economía destrozada, miles de desaparecidos y más de 600
muertos en una guerra por las Malvinas que era imposible ganar.
Miles de personas
fueron torturadas y enviadas a centros clandestinos de detención, en donde se
cometieron las más grandes violaciones a los derechos humanos. Los secuestrados
eran incomunicados, su familia no sabía dónde estaban, se los torturaba y la
mayoría de las mujeres fueron violadas en cautiverio o separadas de sus hijos
si daban a luz en un centro de detención.
Dictadura y economía
El salario perdió
poder adquisitivo, se abrió fuertemente la economía, se fomentó la
especulación. La deuda externa pasó de U$S 6300 millones en 1976 a U$S 46000 en
1983. El año 1981 terminó con un aumento del tipo de cambio nominal de 225,8%. Los
mercados se redujeron un 5,4%. “El que apuesta al dólar, pierde”,
llegó a afirmar Lorenzo Sigaut, el ministro de Economía. El peso finalmente se devaluó
con respecto al dólar un 30%. Mario Rapoport en su libro Historia de la
economía argentina del siglo XX, explica que, en ocho años, el PBI sólo creció
2,3% promedio, lo que significó una drástica pérdida de riqueza por habitante.
Se gestó una importante concentración de la economía, del capital y de los
ingresos, lo que generó fuerte reducción de los salarios y comprimió el mercado
interno. El plan de la dictadura sentó las bases de un nuevo modo de
acumulación rentístico-financiero basado en la reprimarización de la producción,
financiarización de la economía y la apertura indiscriminada del sector
externo. Los sectores de la pequeña y mediana industria, las clases medias y
los trabajadores fueron los más afectados con las políticas económicas de la
dictadura.
Los centros de detención
El emblema de los
centros de detención es la Escuela de Mecánica de la Armada, (ESMA), por donde
pasaron cerca de 5 mil detenidos desaparecidos.
Casi todos los
secuestros realizados mostraron un procedimiento similar. A veces ocurrían en
el lugar de trabajo de la víctima o en la calle a plena luz del día. En la
mayoría de los casos se les ordenaba a las comisarías de la policía
correspondientes, dejar la “zona libre” para poder realizar el operativo. Así
eran detenidas las personas y llevadas a los centros clandestinos de detención.
En Mendoza funcionaron por lo menos 13 centros: Liceo Militar General Espejo,
penitenciaría provincial, palacio policial (D2), la VIII Brigada de Infantería
de Montaña, el Batallón de Infantería de San Rafael, Cuartel de Bomberos de San
Rafael, Comisaría séptima de Godoy Cruz, Unidad Militar Campo de Los Andes. El
chalecito –inmueble ubicado en Las Heras, Comisaría 25 de San José,
departamento logístico de la Policía de Mendoza, Círculo de Suboficiales,
Colonia Papagallos.
El impacto en la educación
La estrategia
nacional para la contrainsurgencia del alto mando militar había hecho de la
educación, como de las fábricas y la religión, un objetivo prioritario de la
dictadura.
Durante el
régimen militar la educación y la cultura se convirtieron en otro frente de la “guerra
sucia”. Esto está reflejado en la Conadep. De las casi 10.000 denuncias
recibidas por este organismo, el 38,7% corresponden al sector educativo. Este
38,7% se reparte de la siguiente manera: 21% eran estudiantes, el 10,7% científicos
y profesionales, el 5,7% profesores y el 1,3% trabajadores del campo cultural.
“Es necesario
–declaraba un documento secreto del Ejército- normalizar o depurar estos
ámbitos, para actuar sobre las bases filosóficas-ideológicas de la subversión.
A solo cuatro meses del golpe, el Ministro de la Educación de la Nación,
Ricardo Bruera, admitió que unos 3.000 académicos, administradores y asistentes
de enseñanza de las escuelas secundarias nacionales habían sido despedidos.
En Mendoza fueron
más de 1.000 los docentes del nivel primario, y medio cesanteados por motivos
ideológicos, una vez restaurado el gobierno democrático fueron todos
reincorporados.
Ya en 1975,
durante la gestión del rector Otto Burgos en la Cuyo, se comenzó a dejar cesantes
a profesores y alumnos.
En la Facultad de
Ciencias Políticas fueron separados de sus cargos, durante este período, 35
profesores. Luego del golpe, asumió el rectorado el interventor militar
comodoro ingeniero Héctor Ruiz, el que continuó con la política de cesantías a
profesores. Ruiz designó decano normalizador de la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales al profesor Dennis Cardozo Biritos al cual el interventor
de la UNCuyo le encargó cesantear a más de 100 profesores.
En setiembre del
’78, el interventor Ruiz declaró: “Hay 181 profesores sancionados y en
iguales condiciones hay 15 no docentes. En cuanto a los estudiantes, han sido
expulsados 114 y suspendidos 121 por falta de idoneidad”. En efecto, el
interventor Ruiz expulsó a casi todo el quinto año de la carrera de Sociología
y a varios de Trabajo Social y Ciencias Políticas. También despidió alumnos de
la Escuela de Antropología Escolar y de la Escuela Superior de Periodismo, esta
última fue cerrada y pasó al ámbito privado, también modificó los planes de
estudio de la carrera de Ciencias Políticas. El rector Pedro Santos Martínez,
se ocupó de mantener las listas negras que había confeccionado su antecesor
Ruiz.
Libros prohibidos en Mendoza
En abril de 1976,
un teniente general del Ejército ordenó que se quemaran miles de libros en
Córdoba. Más tarde, en 1978, los oficiales de esa misma provincia prohibieron
la enseñanza de la matemática moderna, argumentando que podría ser una forma
sutil de adoctrinamiento subversivo. También centenares de libros para niños
quedaron en la lista objetable. Los militares prohibieron, por ejemplo, la distribución
y uso en las escuelas de “El principito”, de Antoine Saint-Exupery,
universalmente aclamado.
En la Biblioteca
General San Martín circuló una lista de negra de libros y autores mendocinos
entre los que se encontraban poemas de Armando Tejada Gómez y obras de Juan
Draghi Lucero.
Por su parte el
interventor de la UNCuyo Héctor Ruiz, formó una comisión encargada de
seleccionar los libros “peligrosos” que se encontraban en la biblioteca de la
UNCuyo. Solo se dejó un ejemplar de los libros seleccionados como para
demostrar el gran contenido marxista que contenían. Con esos ejemplares se
formó una biblioteca a la que podía acceder el alumno sólo mediando una
autorización expresa por parte de un profesor. Esta biblioteca permaneció
también durante la gestión del rector Pedro Santos Martínez. El resto de los ejemplares
fueron quemados.
El 6 de
setiembre, el rector Ruiz apareció en Diario Los Andes con 10.000 libros y
“publicaciones extremistas” requisadas a profesores y alumnos.
El escritor y
periodista de diario Los Andes, Antonio Di Benedetto, también fue arrestado y
trasladado junto con el dirigente socialista, Ángel Bustelo, a la cárcel de La
Plata. En vuelo, un oficial los obligó a escupirse, como no lo hicieron, fueron
golpeados brutalmente.
Guerra y fin de la dictadura
En marzo del ’82
la dictadura vivía sus momentos más complicados debido a que la situación
económica del país era muy compleja y el desgaste comenzaba a sentirse fuerte.
Así es como la CGT organizó una marcha en repudio a las medidas económicas del
gobierno militar, la misma fue multitudinaria y se realizó el 30 de marzo de
1982. En esa movilización falleció en Mendoza el trabajador Benedicto Ortiz.
A los tres días
la junta militar decidió ocupar las Islas Malvinas y así fue como Argentina
entró en guerra con Gran Bretaña. Se creó el Fondo Patriótico Nacional con
dinero y demás donaciones realizadas por la ciudadanía altamente movilizada por
el conflicto bélico. Se juntaron 54 millones, pero, hasta hoy, no se sabe qué
pasó con ese dinero. Argentina terminó rindiéndose el 14 de junio de 1982 y la
dictadura entró en su fase final. Al poco tiempo convocaron a elecciones,
después de haber cometido las atrocidades más grandes de la historia
contemporánea argentina.
Cuando el
gobernador electo, Felipe Llaver, asumió la conducción de la provincia, la situación
era alarmante. “Con el total de los recursos de origen provincial
(tributarios y no tributarios) se financió menos del 18% de las erogaciones,
siendo necesario por tal motivo el crecimiento sustancial de los subsidios del
Tesoro Nacional. En 1980 la Provincia contrajo deudas por valor de 89,5
millones de dólares, para el otorgamiento de préstamos a los productores. Esa deuda
no ha sido cancelada y existen importantes montos vencidos, no sólo de capital,
sino también de intereses”.
“Así fue
como al iniciar el ejercicio 1984 nos encontramos con una deuda vencida de 66
millones de dólares y otra a vencer en el curso del período de 22 millones de
dólares, lo que constituye una exigencia para el año de 88 millones de dólares,
carga imposible de soportar en las actuales condiciones financieras y
presupuestarias ya que constituye una suma cercana a la necesaria para pagar
los sueldos de la Administración Pública de todo un año”, señalaba Llaver.
La pandemia global ha mostrado las fragilidades
del sistema económico político tecnocrático, que excluye y condena al 30 % de
la humanidad y daña irreparablemente la naturaleza.
También ha hecho visible para todos la
imprescindible participación de la espiritualidad en todos los actos humanos,
particularmente en los económicos, sociales y políticos.
Asimismo, ha mostrado la importancia del
Estado cuando se convierte en expresión y herramienta de la voluntad popular.
Las organizaciones y movimientos populares,
como la UTEP o Cuidadores de la Casa Común, en tanto organizaciones nacidas en
la sublevación contra el sistema global y fundadas en la solidaridad y la
reciprocidad, son instrumentos excepcionales para expresar ordenadamente esa
voluntad popular.
También lo son los gremios de los
trabajadores de la economía de mercado y de los trabajadores públicos.
Juntos deben ser capaces de dialogar y
acordar acerca del futuro con todas las organizaciones sociales y económicas.
El ejemplo de ese camino es la Mesa de Diálogo por el Trabajo y la Vida Digna,
mediante el documento Una Patria Fundada en la Solidaridad y el Trabajo.
La activa presencia del pueblo organizado
garantizará que el Estado y los partidos políticos no se aparten de la voluntad
popular.
Tanto las organizaciones populares,
sociales y económicas como el Estado, deben proponerse recuperar el proceso de
unidad de la Patria Grande, mediante la UNASUR y la CELAC.
Sólo mediante una organización política continental
será posible participar con capacidad de decisión en la formación de un nuevo
sistema mundial luego de la pandemia.
Los objetivos son claros: transformar la
globalización en un mundo poliédrico, que se proponga que todos y cada uno de
los habitantes del planeta tenga techo, tierra, trabajo y tecnología.
Puntos de partida para pensar la Economía de Francisco
Humberto
Podetti
“Mientras nuestro sistema económico y social produzca una sola víctima
y haya una sola persona descartada, no habrá una fiesta de fraternidad
universal”. Francisco, Convocatoria a Asís, 11-5-2009
San Juan Pablo II advirtió al mundo en 1995
que el progreso científico y tecnológico había hecho surgir “una verdadera
cultura de muerte…promovida por corrientes culturales, económicas y
políticas portadoras de una idea de la sociedad basada en la eficiencia” …
que permitía hablar “de una guerra de los poderosos contra los débiles”
(Evangelium vitae, 4a, 12).
La cultura de muerte y
la guerra contra los débiles se expresan en nuestro tiempo en la economía
global tecnocrática, que mata, excluye, deshumaniza y depreda la naturaleza, al
punto que para la supervivencia de la vida sobre la tierra es necesario reemplazarla por una nueva economía. Una
economía diferente, que haga vivir y no mate, incluya y no excluya, humanice y
no deshumanice, cuide la creación y no la deprede, como nos pide Francisco.
La economía de muerte y destrucción fue
pensada, desarrollada y ejecutada en inglés. La crítica y proposición de
reemplazo más profunda y completa que ha recibido, fue pensada en castellano y
con las categorías del pensamiento latinoamericano (principalmente, el pueblo
como sujeto de la historia y el papel substancial de las periferias en el
diseño de un futuro universal). Es una paradoja que la lengua oficial del
encuentro de Asís sea el inglés, cuando es la tercera lengua más hablada del
mundo, y la superan en cantidad de hablantes el chino, que es la primera y el
castellano que es la segunda y en pocos años será la primera. Pero
simultáneamente será un símbolo poderoso que el pacto entre Francisco y los
jóvenes del mundo para abandonar la economía del paradigma tecnocrático y
construir una economía con alma, sea escrito en inglés.
El reemplazo de la economía del paradigma
tecnocrático será un largo proceso, en el que deberá prevalecer el encuentro y
el diálogo entre todos los habitantes del planeta. Un ejemplo de ese camino es
el documento Una Patria Fundada en la
Solidaridad y el Trabajo elaborado por la Mesa de Diálogo por el Trabajo y
la Vida Digna que integran las más importantes organizaciones empresarias,
sindicales y de los movimientos populares argentinos.
Simultáneamente con el diálogo y el encuentro
deberán emplearse todos los medios de persuasión que sean necesarios. La
creciente eliminación del trabajo ha reducido el papel de la huelga como
instrumento de los trabajadores para que sean respetados sus derechos, por lo
que en todo el mundo se han extendido como medios eficaces de protesta y
propuesta de los pueblos la movilización
y la asamblea de multitudes. También han comenzado a desarrollarse nuevas
organizaciones populares y sociales, estructuradas sobre la base de la
solidaridad y la reciprocidad y el cuidado de las personas y la naturaleza, que
expresan una fuerte y persistente voluntad de transformar la economía, la
sociedad y la política.
Nunca tanto como en este siglo los pueblos del
mundo se han sublevado juntos contra la opresión y la exclusión. Nunca han
coincidido tanto en su visión crítica y en el sentido de la transformación que
es necesaria. Nunca han migrado tan intensamente buscando una vida digna que el
sistema global les niega en sus patrias. Nunca como antes han comenzado a
construir una nueva economía y a desarrollar una nueva sociedad en el subsuelo
del mundo en el que viven, sufren y sueñan, en beneficio de toda la humanidad y
del planeta. Y, por fin, nunca como antes, los pueblos tienen un liderazgo
espiritual tan universal como el de Francisco.
Mediante el encuentro, el diálogo, la
movilización, la asamblea popular y la organización popular y social, es
necesario informar y estimular a los parlamentos y los gobiernos de todos los
estados, a los actores del mercado, a los partidos políticos, a las
universidades, para que cooperen en la transformación de la economía interna y
para que actúen en el mundo para la transformación de la economía
internacional.
La economía que mata y destruye es fruto de la
decisión consciente de las personas, corporaciones y estados que conducen el
sistema tecnocrático global, como nos dijo Francisco desde Lampedusa.
Basta recordar que el 90 % del comercio –tanto internacional como interno- se realiza
entre partes absolutamente desiguales, en transacciones cuyas condiciones
son impuestas por la parte que tiene el poder. Por este procedimiento se
expropian y se destruyen ilegítimamente el trabajo y los bienes de los países y
las personas. Es decir que el comercio –hipócritamente llamado “comercio
libre”- es un instrumento político. Más aún, un instrumento de violencia
política, en la medida que implica el abuso de una posición dominante y es casi
siempre irresistible. Es decir, un arma
estratégica de los poderosos en su guerra contra los débiles.
Por lo tanto, para desarrollar los procesos
necesarios para reemplazar la economía tecnocrática global debe acumularse
suficiente capacidad de decisión. Lo que equivale a afirmar que transformar la economía que mata en una que
proteja la vida es un desafío político y social.
Porque es político,
para cambiar la economía en nuestra Argentina es imprescindible incrementar
nuestra capacidad de negociación en el mundo. El camino es la integración de la
América a la que pertenecemos, revitalizando la UNASUR, la CELAC, el Banco del
Sur, el SUCRE. La globalización convirtió en impotentes las políticas públicas
nacionales y son imprescindibles
políticas públicas continentales. La Patria Grande integrada todavía no
será suficientemente poderosa frente a los grandes estados y la economía
global, pero será mucho más fuerte que cada una de nuestras naciones aislada.
No debe olvidarse que cada vez que
América Latina votó unida en los organismos internacionales, África y parte
de Asia la siguieron y los americanos que hablamos castellano y portugués ganamos las votaciones.
Porque es social
es necesario desarrollar o fortalecer las organizaciones gremiales,
empresarias, mutuales y cooperativas, de la economía popular, sociales,
estudiantiles, juveniles y constituirlas en organizaciones continentales. Es que la continuidad de la vida sobre el planeta y
la realización de la justicia política, social y económica son demasiado
trascendentes como para dejarlas exclusivamente en manos de los gobiernos, las
organizaciones internacionales y los actores del mercado transnacionales.
La integración de nuestras patrias hermanas y
la continentalización de las organizaciones permitirá, por ejemplo, la
celebración de Convenciones Colectivas continentales y Acuerdos Colectivos de
Creación de Trabajo –a los que me refiero enseguida- también continentales. Asimismo,
las organizaciones de la comunidad podrán formular peticiones simultáneas a todos
los gobiernos para la transformación de la economía.
En el orden interno, debe iniciarse la institucionalización de la economía
popular, otorgando personería social –de naturaleza semejante a la
personería gremial- a las organizaciones que están generando trabajo fuera del
mercado o del estado y conferirles el poder de celebrar Acuerdos Colectivos de
Creación de Trabajo –semejantes a las Convenciones Colectivas de Trabajo- con
empresas, instituciones estatales, cooperativas, etc. La Unión de Trabajadores
de la Economía Popular (UTEP) es un hito en el proceso de institucionalización
de la economía popular, y debe incorporar a todos los trabajadores y
organizaciones de la economía popular. Deben
reconocerse como trabajo digno todas las actividades que prestan servicios
a la comunidad en la que se desenvuelven y al trabajo interno en los hogares.
Todas las formas de trabajo deben tener sistemas de salud y de previsión social
y cobertura adecuada frente a los accidentes de trabajo. Simultáneamente deben
organizarse los recursos e instrumentos necesarios para la creación masiva de trabajo digno. Un ejemplo de todos estos
pasos es el Proyecto de Ley del Sistema Integral de Trabajo Digno Garantizado
Para Todos que presentaron el Observatorio Social de la UCA y Cuidadores de la
Casa Común.
Otro paso significativo es la promoción y protección de las micro y
pequeñas empresas, creadas por trabajadores que dan trabajo. Es necesario
asegurarles el acceso al crédito con tasas compatibles con su actividad,
sistemas impositivos específicos, simples y reducidos, y regímenes laborales
estipulados en capítulos especiales de las Convenciones Colectivas de Trabajo.
Otro tanto es necesario respecto de las
mutuales y cooperativas, que constituyen la economía social. Tanto las
micro y pequeñas empresas como las mutuales y cooperativas comparten muchos de
los principios sobre los que se estructura la economía popular y constituyen un
espacio virtuoso en la economía contemporánea.
En cuanto a la economía de mercado es
necesario fortalecer la observación del
estado sobre el mercado para evitar y sancionar los abusos de posición
dominante. Debe darse efectiva aplicación a las normas de protección de los más
débiles en los contratos y las relaciones de consumo, creando un fuero especial
y jueces o tribunales que funcionen en todos los barrios y pueblos, de acceso
simple y trámite sumarísimo. El objetivo es que todas las condiciones de las
transacciones en las que una de las partes sólo pueda dar o negar su
consentimiento, sean pasibles de revisión toda vez que existan cláusulas
abusivas o inequitativas.
Es imprescindible la creación de puentes y canales
entre la economía de mercado, la economía social y la economía popular,
procurando que interactúen todo lo posible, sobre la base de los principios que
inspiran la Economía de Francisco. Ejemplos de esos puentes y canales son el
otorgamiento de acceso preferente al mercado a productos y servicios de las
economías social y popular y las preferencias para la ejecución de obras y
servicios públicos de mano de obra intensiva.
Por lo que se refiere al sistema
internacional, debe reclamarse a nuestro gobierno que convoque a todos los
gobiernos de América Latina a exigir el cumplimiento de los convenios
internacionales para el cuidado de la naturaleza (Acuerdo de París, Objetivos
de Desarrollo Sustentable), la protección del trabajo humano digno (Constitución y Convenciones de la OIT),
la garantía de acceso efectivo de todos los habitantes del planeta a los Derechos Civiles y Políticos y a los
Derechos Económicos (como establecen los Pactos Internacionales homónimos).
La economía del paradigma tecnocrático viola flagrantemente esos convenios y
bastaría que todos los gobiernos y corporaciones económicas y financieras les
dieran cumplimiento cabal para iniciar la transformación que los pueblos del
mundo y la naturaleza reclaman.
También deberán exigirse las transformaciones
necesarias de la OMC y el GATT, el BM y el FMI para que su misión principal sea
el cumplimiento de esos pactos y tratados. Por ejemplo, que se incluya entre
los casos de dumping que sanciona la OMC, el no cumplimiento en el proceso de
fabricación, producción o comercialización de los Convenios de la OIT y el
Acuerdo de París. Hoy los productos fabricados mediante trabajo esclavo y
dañando la naturaleza son la estrella del “comercio libre” y de la “libre
competencia”.
Son sólo algunos puntos de partida, a los que
deberán agregarse muchos otros. Pero siempre será necesario tener presente que
el mejor punto de partida para pensar la Economía de Francisco es recordar que
sus objetivos son alcanzar la justicia entre las naciones y los pueblos y hacer
posible a cada habitante del planeta la tierra, el techo, el trabajo y la
tecnología. Lo que equivale a refundar la sociedad humana sobre la fe (o la
espiritualidad de los no creyentes), la ética, el amor, la amistad, la
fraternidad, la reciprocidad y la solidaridad.
“Ahora todos a la
modalidad virtual, en dos semanas los/as docentes de la UNCuyo deberán pasar
sus materias a escenarios virtuales. Por tanto, toooodos los expertos y
expertas en esta modalidad, que vienen dedicándose y tratando de ser escuchados
durante años en esta institución, deberán ¡¡¡abdicar!!! La Secretaría Académica
de RECTORADO de la UNCuyo quiere que en dos semanas lo presencial se plasme en
lo virtual ¡¡¡¡abracadabras!!! (risas y aplausos)”
(Del muro de
Cecilia Deamici)
Empecé por esta noticia y agregué el comentario de
Cecilia Deamici, docente e investigadora de la UNCuyo, para empezar a plantear
la necesidad de que la implementación de las NTICs (Nuevas Tecnologías de la
Información y de la Educación) sea una política efectiva y real, no declaraciones
que hay que hacer pour la galerie.
Agrego mis comentarios:
Hay actividades
que son el resultado de procesos, si no están esos procesos, se puede hacer,
pero es circo para los medios
En la Provincia (de
Mendoza) pasó algo semejante, y ahora se ponen virtuales. Si muchos/as
profesores todavía solo usan tecnología muy básica (Síndrome USTED (Uso
Subdesarollado de Tecnología Desarollada), insisto, ahora, es circo para los
medios. Pero armemos opiniones, críticas, y propuestas para que esto cambie
Digo esto porque
dediqué una buena parte de mi vida a este tema, entonces no puedo dejar de
cuestionar que, cuando se pudo desarrollar y aplicar estrategias de
incorporación de las NTICs porque es lo que demanda la sociedad, se hizo en
forma tibia, sobre todo en la asignación presupuestaria. Ahora se podría tener,
no solo las plataformas, sino también las habilidades y hábitos necesarios para
que sean una real alternativa en esta situación de crisis.
La política en
serio es otra cosa.
Esto no
solo pasa en Educación, y agrego el comienzo de una nota que me llegó:
Nuevas formas de trabajar en la empresa del futuro
Future Work
Forum, Hampshire, Reino Unido
Thomson, P., “Nuevas formas de trabajar en la
empresa del futuro”, en Reinventar la empresa en la era digital, Madrid,
BBVA, 2014.
Peter
Thomson argumenta que las empresas siguen aplicando prácticas de la época
industrial a patrones de la nueva era de la información. En un mundo de
individuos en red y emprendedores autónomos, las empresas siguen gestionadas
mediante sistemas jerárquicos de cadena de mando. Estamos en plena revolución
de la información y nos enfrentamos a cambios fundamentales en nuestra manera
de vivir y de trabajar. La diferencia está en que la revolución en curso ha
supuesto en una sola década tantos cambios como la industrial a lo largo de un
siglo. Según Thomson, los factores que impulsan esta avalancha de cambios son
el trabajo inteligente/flexible y la creciente demanda de equilibrio entre vida
profesional y personal y satisfacción en el trabajo. Para que esta transformación
funcione, es necesaria una revolución en las prácticas de gestión.
Nos encontramos en una confluencia interesante
en la historia del trabajo. Conservamos prácticas laborales de la era
industrial de los últimos doscientos años que conviven con los nuevos patrones
de trabajo de la era de la información. Las organizaciones se siguen
gestionando como sistemas jerarquizados de cadena de mando en un mundo de
individuos en red y emprendedores autónomos.
Ya que estamos afrontando crisis que ponen en cuestión
la vida en su conjunto, con países cerrados, economía en desplome,
cuestionamiento de políticas neoliberales que han descuidado la salud y la
educación públicas, parece que ha llegado el momento de pedir, clara y
organizadamente, a los Gobiernos y a los que aspiran a serlo, que implementen
proyectos que mejoren nuestra calidad de vida, y hablo de la mayoría de la
sociedad, no solo las minorías privilegiadas de nuestros países.
En general, cuando tenemos que votar no hacemos esto,
y nos dejamos engañar por slogans de campaña.
Exijamos
propuestas en serio y vigilemos que se cumplan.
Más de una vez he sostenido que la gestión de Cornejo no
tan buena como la imagen que se vendió, y que muchos/as mendocinos/as compraron
llenos de alegría por ser parte de ese 40% que no votaba al peronismo.
Ya he escrito
sobre ese conservadurismo menduco, así que no insistiré, pero sí lo haré con
que no supieron ver la realidad de Mendoza y el daño que causó el macrismo
local y nacional. Para colmo, veníamos de dos malas gestiones peronistas, o sea
que, sobre llovido, mojado.
La democracia le
debe a Mendoza un Gobierno con un proyecto político en serio, y capaz de
generar el acuerdo que necesitamos para que se transforme en una política de
Estado que nos saque de este deterioro político, social y económico cada vez
más profundo.
También he mencionado que el Rody Suárez va a
pagar las consecuencias de estos errores, ya lo está haciendo, pero los que
sufriremos –como venimos haciéndolo- seremos los mendocinos.
Lean esta nota, olvídense de sus prejuicios, y
abran los ojos, aunque no más sea para entender mejor la realidad y poder
afrontarla mejor.
Ha concluido el
mandato del Lic. Alfredo Cornejo como Gobernador de la Provincia de Mendoza y
es necesario hacer un balance de la economía local. Para tal objetivo me
permito partir de datos sobre el comportamiento de algunas variables
macroeconómicas.
La administración
Cornejo siempre puso de relieve que el manejo de las finanzas públicas requiere
de un esfuerzo adicional porque los gobiernos precedentes cometían el mismo
error por ignorancia o concepción intelectual: gastos superiores a los
ingresos, y la evidente ausencia de equilibrio originaba un desbalance de las
cuentas oficiales y el consiguiente freno al diseño de políticas públicas de
crecimiento. A partir de esa simple premisa, se inició un proceso metodológico
e ideológico que hasta la fecha no parece ser la solución.
La gran mayoría
de las medidas diseñadas e instrumentadas, no lograron la solución buscada.
Ante el avance de los problemas económicos, Cornejo ensayó como respuesta
asignar al gobierno nacional la totalidad de la responsabilidad. Posiblemente
culpar a otros de errores propios no es un rasgo de la personalidad de Macri,
sino una estrategia colectivizada de los dirigentes de Cambiemos.
La obstinada
persistencia en declarar a las políticas públicas del peronismo como la única
causa del actual presente, no sólo demuestra cerrazón intelectual, sino también
ausencia de autocrítica.
Al concluir su
mandato Cornejo deja la provincia un 400,8% más endeudada. La composición de la
misma es 60% en dólares y 40% en pesos (Informe de la Deuda Consolidada del
Ministerio de Hacienda y Finanzas). Este solo dato expone claramente que el
futuro de las finanzas públicas de Mendoza está íntimamente ligado a la
volatilidad del tipo de cambio.
El actual
Gobernador Suárez, al igual que su predecesor Cornejo, otorgan a la obra
pública un rol significativo, no sólo por la dinámica que genera en bienes y
servicios, sino por la posibilidad de incorporar mano de obra en poco tiempo.
En el caso del ex gobernador, los datos emitidos por la Asociación de
Fabricantes de Cemento Portland (AFCP) indican que el consumo de cemento de
Mendoza en el año 2019 fue de 557.458 toneladas, que representa un 9,7% menor
al consumo de 2015 (617.186 toneladas). Se debe destacar que en el Producto
Bruto Geográfico (PBG) de Mendoza la construcción pública aporta en promedio el
18% y la privada el 82% restante.
El empleo en
Mendoza recorre el mismo camino que el trazado en la Nación. En el caso de los
asalariados registrados del sector privado (aquellos que cuentan con recibo de
sueldo y acceden a los beneficios de las discusiones salariales encaradas por
los gremios) no han tenido mejor suerte que el resto de la fuerza laboral. El
Observatorio de Empleo y Dinámica Laboral (OEDE) del Ministerio de Trabajo de
la Nación señala que, en Mendoza, al comparar los datos del 2do. trimestre de
2019 con igual período temporal de 2015, la industria manufacturera, la
agricultura y el comercio han perdido de forma conjunta 8.320 empleos. El
sector industrial es el más golpeado con 5.610 empleos, de dicho total.
Asimismo, el Indec, en su publicación “Mercado de trabajo. Tasa e indicadores
socioeconómicos” en base a la EPH, informa que la desocupación del Gran Mendoza
en el 3er trimestre de 2019 fue 8,6%. En el mismo trimestre de 2015 la tasa fue
del 3,1% es decir 2,8 veces menor a la última medición.
¿Qué cambio?
Cornejo y sus
funcionarios no deberían haber dinamizado con ayuda de algunos medios de
comunicación la hipótesis sobre el desmanejo de las cuentas públicas. Existen
razones tanto teóricas como empíricas para desconfiar de ella. Teóricamente, la
argumentación del orden fiscal con sus opciones operativas se asemeja a un libro
de dietas alimenticias cualquiera, basado en reglas prácticas.
Luego de cuatro
años de gestión es claro que la economía mantiene y ha profundizado una
tendencia declinante. La estructura productiva provincial no ha logrado superar
las barreras propias de la inconsistencia de un modelo económico como el
capitalismo neoliberal cuya premisa es la destrucción de actividades
productivas de capital nacional, un creciente proceso de desempleo en el sector
industrial y una generalizada inequidad en la distribución de la riqueza.
El economista
George Akerlof planteó que la economía, al igual que los leones, es salvaje y
peligrosa. Entonces es lógico pensar que el ex gobernador Cornejo no tuvo los
atributos básicos de un domador de leones. El interrogante que subyace en el
presente contexto es si la sociedad mendocina tolerará indiferente la
continuidad de un deterioro económico, que vulnera derechos sociales.
Me resultó
llamativo que la clase política chilena no visualizara la crisis que se les
venía encima: los sorprendió el tsunami, y todavía no reacciona, y menos
todavía el Gobierno que hace todo mal, por lo que se hace difícil ver una
salida por arriba de la situación.
Sin
embargo, había datos y situaciones que permitían pensar en que visión idílica
de la realidad chilena tenía pies de barro. Hace unos años (por el 2013 o 2014)
fui como Coordinador del Área de Vinculación de la UNCuyo a unas Jornadas en
Pilar donde expuso Marco Enríquez-Ominami, ex candidato a la Presidencia de
Chile, el que hizo un análisis bastante crítico de la realidad chilena. Muchos
dijimos que detrás de ese aparente modelo exitoso que era presentado como el
modelo para Latinoamérica había un país muy desigual e inequitativo.
Por eso,
esta nota de Nodal es muy valiosa, porque nos permite entender el modelo
teórico económico chileno, y las razones del –ahora- evidente fracaso. También
nos permite buscar alternativas y medidas esta aparente dicotomía entre
populismo y neoliberalismo.
Ya sabemos
que nos mintieron con la receta para la felicidad económica de los países. Es
más, si miramos lo que sucedió en Grecia, o en otros países latinoamericanos,
es todo lo contrario: es el camino para la infelicidad de los pueblos.
Hay que
buscar otros caminos para el bienestar, nos va la vida en ello.
El
disruptivo estallido social de Chile y las masivas protestas en Colombia son
evidencia de un malestar subyacente que eclosionó en el corazón del modelo
neoliberal latinoamericano. La derecha no atiza una respuesta, cierra filas y
revive discursos de la Guerra Fría, mientras que la izquierda cómodamente se
concentra en una reduccionista forma de entender la desigualdad: sube o baja el
índice de Gini. Mientras tanto, la gente hace mucho que no llega a fin de mes.
La
efervescencia del momento político no es sólo el desenlace de un modelo
excluyente; también es el resultado de una forma obsoleta y parcial de medir el
bienestar que, esencialmente, se despreocupa por cuantificar el malestar y las
relaciones de poder que condicionan los resultados que los individuos obtienen
en el mercado. Lo ocurrido en Chile deja una deuda tremenda a los indicadores
de bienestar. ¿Por qué no anticiparon el estallido? ¿El marco teórico que los
sustenta está quedando obsoleto?
60 años de hegemonía de la Teoría del Capital
Humano
La Teoría
de Capital Humano, desarrollada a partir de los trabajos de Gary Becker en los
’60, revolucionó la teoría de bienestar. Tres generaciones de economistas
siguen hablando de bienestar anclados a esta teoría. Para ellos, la desigualdad
está asociada a la renta personal —comparando individuos “iguales”— y es
causada por el poco acceso a salud y educación. La esencia de comparar la renta
personal, sin ningún atributo, es asumir que todos los individuos son iguales,
abstraídos de cualquier condición de clase y que lo único que los diferencia
son sus capacidades iniciales (educación, salud). Bajo este paradigma, las
prescripciones de política son de Perogrullo: hay que invertir en educación y
los individuos “esforzados” a través de la libre competencia del mercado podrán
competir y acceder a empleos bien remunerados.
La Teoría
de Capital Humano tiene sus bases en la antigua teoría marginalista de la
distribución de la renta de inicios del siglo XIX, que señala que la
remuneración del trabajo y del capital es igual a la contribución marginal que
hace cada uno de ellos al producto. Como sentenció J.B Clark, unos de los
pioneros en la teoría marginalista, el ingreso que reciben los trabajadores y
los capitalistas es el resultado de una “ley natural” que remunera a cada
factor con lo que cada uno de ellos contribuyó a crear (producción). Las fallas
de la teoría marginalista de la distribución son muchas, pero es políticamente
atractiva para justificar el statu quo de la distribución de los medios de
producción.
En la
actualidad, hay un consenso generalizado entre los economistas sobre la
afirmación de Clark: no hay que tocar la distribución primaria. Aquellos con
una tradición más socialdemócrata, que han nacido con la evidencia de los
Estados de Bienestar, aceptan que el Estado intervenga ex post sobre la
distribución original a través de impuestos y transferencias, pero nunca ex
ante. En cualquier caso, la idea de Clark subyace en la concepción moderna de
que el Estado solo debe alterar la distribución secundaria del ingreso, una vez
el mercado (distribución primaria) haya asignado eficientemente el ingreso a
cada factor de la producción.
Este
paradigma no siempre fue así. Desde David Ricardo (1817) hasta bien entrado la
década de 1960 el pensamiento económico concebía a la desigualdad como un
fenómeno que no estaba deslindado de las relaciones sociales de producción, en
las que trabajadores y capitalistas disputan parte del valor creado. Las
relaciones capital-trabajo eran parte constitutiva del entendimiento de la
desigualad y la formación de los salarios y los beneficios. Esto de repente
cambia, y a partir de los años 60 como dicen Anthony Atkinson y François
Bourguignion, los economistas se comenzaron a sentir cada vez más incomodos con
preguntas normativas como ¿quién debe tener qué?, y prefirieron resguardarse en
indicadores “objetivos”, dejando fuera del análisis las relaciones de poder, el
stock inicial de riqueza o las relaciones familiares. Poco a poco la
“objetividad” de los indicadores buscaron individuos abstraídos de su condición
de clase para explicar la desigualdad.
El Índice de Desarrollo Humano (IDH):
necesario, pero ya no suficiente
Desde los
años ’90 la influyente teoría de Amartya Sen puso énfasis en la necesidad de
dotar al individuo de las capacidades necesarias para que éste pueda alcanzar
los logros que anhele, es decir, expandir las libertades reales que disfrutan
las personas. Entre estas libertades se pueden mencionar la libertad de
participar en la economía, la participación política, el derecho a exigir
educación y salud, y protección social.
Este marco
sirvió para el desarrollo de lo que se llamó el “Índice de Desarrollo Humano
(IDH)” como una medida alternativa y complementaria a lo que hasta entonces
eran indicadores tradicionales, como el crecimiento del PIB o el equilibrio
fiscal. Básicamente, desde 1990 América Latina viene en una carrera por
alcanzar patrones aceptables de IDH como centralidad de la política social. En
este sentido, el desarrollo se ha entendido como una medida de ampliación de la
dotación de capacidades al individuo para que pueda competir en el mercado.
No queda
duda de que la educación y las capacidades que formen los individuos juegan un
rol central en la creación de condiciones materiales (ingresos) y subjetivas
(calidad de vida). En este sentido, el IDH ha sido un avance sustancial en esa
dirección, ampliando el paradigma del PIB per cápita. No obstante, el IDH
acepta tácitamente que el desarrollo sólo depende de las decisiones de los
individuos en autarquía, dejando de lado las relaciones de poder, las redes
familiares o la concentración del mercado. No pone en debate la cuestión de la
estructura histórica, las instituciones, la captura del Estado y la posibilidad
que la pobreza sea, también, producto de la excesiva riqueza en pocas manos, lo
que altera la democracia y el orden de prioridades de los Estados.
La
concepción de desarrollo del IDH se sustenta en que los individuos con buena
educación podrán competir y acceder a mejores salarios. Por lo tanto ¿qué ocurriría
con la medición del bienestar si los salarios y la distribución de la renta no
están definidos únicamente por la educación de los individuos? Básicamente, el
desarrollo cuenta una historia -aunque cierta-, pero amputada o dislocada de
las relaciones políticas y económicas que definen el desarrollo. En ese sentido
se abre una fractura entre los medios que establecen los estados para la
consecución de los fines y los resultados que se alcanzan.
Chile: un malestar subyacente
Chile es la
paradoja de la métrica del Capital Humano. Todo indica que medir el IDH es
necesario, pero ya no es suficiente. Según el IDH, Chile en el año 1990
ostentaba el segundo puesto entre los países de América Latina (con un índice
de 0.7). Para 2019 alcanzó el primer lugar con un valor de 0.8 en el índice. A
nivel mundial también mejoró, y pasó del puesto 48 al puesto 44. Chile era
reconocido por su estabilidad, institucionalidad y respeto a la inversión. Todo
ello expresado en el crecimiento sostenido del PIB per cápita.
¿Qué ocurrió?
Si
observamos las condiciones de bienestar individual, en efecto las capacidades
materiales y subjetivas pudieron estar avanzando: como se observa, el IDH ha
mejorado y deja a Chile como el mejor país en América Latina (gráfico 1). No
obstante, si ampliamos el marco de referencia y analizamos las relaciones
institucionales que sirvieron de base para que esas condiciones individuales se
den, se perciben algunas fallas importantes, pues se estructuraron sobre tres
supuestos:
Al
privatizar todos los aspectos sociales (educación, pensiones, salud, etc.) se
asumía que los individuos podrían competir en un mercado equilibrado, sin
exceso de poder.
La
educación debía ser pagada por las personas, pues incentiva el esfuerzo
personal (era una inversión). No importaba que los hogares generen deudas por
su educación porque financieramente es rentable: “invierte hoy en tu educación
que mañana te permitirás acceder a un salario de acuerdo a tu productividad
marginal”. La educación era una inversión.
El ahorro
individual (fondos de capitalización) garantizará que la gente pueda ahorrar lo
suficiente para tener una pensión digna en la vejez.
Básicamente,
estos supuestos se asientan en una idea generalizada de la Teoría del Capital
Humano: la educación dará un salario suficiente para vivir, endeudarse y
ahorrar. Esto no ocurrió. Al final del
día, los salarios en porcentaje del PIB vienen en retroceso (gráfico 1):
pasaron de un 37% en 1999 a un 30% en 2018. Por su parte, al retirar al Estado
y buscar garantizar el superávit fiscal lo que ocurrió fue que los hogares
incurrieron en un déficit permanente (ley de contabilidad nacional), lo cual
provocó que deban adquirir deuda para poder permitirse el nivel de vida que la
privatización exigía. En dos décadas la deuda de los hogares fue insostenible:
en porcentaje del PIB pasó de 22% en 2002 a más de 45% en 2018. Para el año 2018 la deuda estudiantil,
producto de la privatización, alcanzaba casi los 10 mil millones de dólares y
cerca del 30% de los estudiantes estaban en mora.
Sin punto final
Chile
apostó para que sea el mercado el garante del ciclo vital de sus ciudadanos:
“con deuda podré educarme, con esa educación tendré un salario bueno para pagar
la deuda y ahorrar para la vejez”. En la práctica, la privatización de la
educación y la salud endeudaron a la gente, el mercado de trabajo remunera mal
y los fondos de pensiones no cumplieron lo que prometieron. Así, los adultos
jóvenes tienen deudas, reciben malos salarios y los ancianos reciben pensiones
indignas. El modelo estalló.
(*) Máster
en Economía del Desarrollo (FLACSO) y en Economía Aplicada (UAB) (Ecuador).
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