CON ESTA LUNA DE MARCELO GUERRIERI POR ADOLFO ARIZA

CON ESTA LUNA DE MARCELO GUERRIERI POR ADOLFO ARIZA

“En general necesito eso en lo que escribo: conectar con alguna obsesión o pregunta vital para mí que en el texto busco responder”, dice Marcelo Guerrieri para explicar qué lo llevó a escribir Con esta luna, publicada por Tusquets. Buenos Aires, 2021.

Escuché una entrevista a Guerrieri un sábado por la mañana en La conversación, un buen programa radial. Me interesó y conseguí esta novela urbana, que se desarrolla en la Ciudad de Buenos Aires, en un submundo nocturno de taxistas, cafés y personajes casi marginales.

Voy a empezar por presentar al autor, ya que no es tan conocido, y porque hay elementos que son relevantes en la novela. Nació en Lomas de Zamora, en 1973, estudió antropología en la Universidad de Buenos Aires y es profesor en Artes de la Escritura de la UNA (Universidad Nacional de las Artes). Fue alumno del taller literario de Alberto Laiseca y es autor del libro de cuentos Árboles de tronco rojo y de la novela Farmacia (Factotum, 2017).

Con esta luna está originada en una investigación estudiantil, y se nota, porque, a mi criterio, los elementos antropológicos se hacen presentes permanentemente en la novela.

En la contratapa se lee: “Una ficción original y deslumbrante que puede ser leída como relato de aventuras, novela social. narración fantástica, policial negro o todo eso a la vez.” Es correcta la descripción, porque resalta que en la novela aparecen varias maneras de acercarse a esa realidad porteña girando alrededor de un conflicto de novela policial, que se pueden ampliar o desagregar, como intentaré hacerlo.

Como desconozco el tema de investigación que se menciona, aunque Moreira –personaje central, quizá con rasgos autobiográficos del autor- da algunos apuntes utilizables (como que lee El gen egoísta de Richard Dawkins), me puse a pensar en cuál sería la “obsesión o pregunta vital” a la que quiere responder Guerrieri, y por qué eligió ese submundo. Hay elementos propios de la antropología urbana porque en las ciudades se manifiestan con características propias (y diferenciales de las ciudades entre sí) los aspectos sociales, el espacio público, las clases y/o sectores y las variaciones subculturales de un grupo o de varios de los que crecen en las metrópolis.

Dice Alejandro Grimson (Desafíos para las antropologías desde el sur. Intervenciones en estudios culturales, vol. 2, núm. 3, 2016): “Nosotros, los antropólogos, estudiamos generalmente fracciones, mundos o submundos, periferias de las periferias…”.

Veamos cómo es el submundo y los sub submundos de la novela

¿Dónde se desarrolla la novela?

El comienzo es en un bar llamado Córdoba, en Córdoba y Jean Jaurès, frente a la Plaza Monseñor de Andrea, también llamada “La plaza de los Galgos” (así se la menciona en la novela), por la escultura “Los Galgos Rusos”, del artista italiano Giacomo Merculiano, que está en la esquina de Paraguay. Allí se encuentra Moreira, en momentos en que transcurre el final de la votación por la Resolución 125. No voy a desarrollar esta situación, solo recordaré que esta Resolución establecía un sistema móvil de retenciones impositivas a las exportaciones de soja, trigo y maíz que provocó un grave conflicto con el empresariado agro ganadero (con cortes de ruta y movilizaciones incluidas) que terminó el 17 de julio de 2008 cuando en el Senado se rechazó el proyecto de ley sobre las retenciones con el voto negativo (o voto no positivo) de desempate del entonces Vicepresidente de la Nación, Julio Cobos.

En ese bar se formaron bandos a favor y en contra del apoyo o rechazo a la medida entre los taxistas que se reunían habitualmente allí, junto con los pibes del kiosco y los trapitos de la cuadra. En ese lugar se produce el hecho que abre la trama que funciona como eje narrativo de la novela: la desaparición del Jorobado, uno de los taxistas.

Y acá se pone difícil lo genérico que mencionamos arriba:

¿Es una novela policial negra?

Según Wikipedia, es “un tipo de novela policíaca en la que la resolución del misterio no es el objetivo principal y los argumentos son habitualmente muy violentos; la división entre buenos y malos de los personajes se difumina y la mayor parte de sus protagonistas son individuos derrotados y en decadencia en busca de la verdad o, cuando menos, algún atisbo de ella.”

Subrayo lo que me parece que se da en Con esta luna. Hay personajes fracasados en lo personal o en lo familiar, y/o con problemas económicos, en diversas búsquedas sin mayor certeza de éxito. Moreira pasa sus noches allí para escapar de su insomnio y soledad, por ejemplo. Es uno de los varios/as solitarios/as que aparecen en la novela. Se podría seguir con otras vidas fracasadas, pero alcanza con esto.

Sin embargo, la novela tiene estructura de género policial. Se utiliza la observación, el análisis y la deducción para resolver un enigma, que es la desaparición del Jorobado. Moreira es el que asume el rol detectivesco y lo acompañan otros taxistas y Lesli, un personaje femenino muy enigmático porque aparece tomando decisiones claves, que hacen suponer que sabe cosas que no se explican.

Soy un viejo lector de novelas policiales, y pronto atisbé cuál era la explicación del enigma, aunque la trama es compleja y el desenlace, difícil de anticipar.

Sin embargo, hay otros elementos narrativos que me parecen propios de una novela gótica, sobre la que Psicología y mente. Tipos de novela, dice:

“En las novelas góticas se incluyen elementos misteriosos, sobrenaturales y de terror. Beben un poco de novelas fantásticas, las de terror y las de misterio, tratando temas oscuros como la muerte, la decadencia y las tragedias inevitables. Los ambientes más comunes que podemos encontrar en este tipo de novelas encontramos viejos castillos, casas embrujadas, cementerios, iglesias satanizadas…”

Y sí, en un ambiente como éstos transcurre la novela: el bar y la plaza y todo lo que se oculta debajo de ellos. También es así el lugar donde se resuelve el misterio y no está muy lejos, en Andonaegui y Campillo, por Paternal.

No es fácil escribir sobre la novela sin descubrir el conflicto y su desarrollo, por respeto a los lectores. Acá anticipo algo de la conclusión: vale la pena leerla: es interesante, a pesar de la multiplicidad y heterogeneidad de personajes, situaciones, espacios urbanos, símbolos, aportes teóricos (esotéricos, sociales, psicológicos, antropológicos) que podrían diluir el interés de la lectura.

En esta tesitura de presentar la novela sin descubrir su desenlace, indico algo de lo que sucede en ella: aunque ese bar se cierra misteriosamente, allí y en la plaza de enfrente, se desarrollan extraños hechos que ubican a la narración en el mundo de lo maravilloso porque se trata de una leyenda que nació rural, pero que ahora se arraiga en lo urbano: la del lobizón.

Como otras veces me referiré a Todorov, Introducción a la literatura fantástica, 1970. Lo fantástico es el ámbito de la incertidumbre, cuando no sabemos si lo que sucede en la obra es extraño o maravilloso, cosa que puede no suceder nunca como pasa en el cuento La noche boca arriba de Julio Cortázar (Final del juego, 1955), que es claramente fantástico

En cambio, lo extraño se da cuando al final aparece una respuesta racional a lo que sucede (Los crímenes de la Rue Morgue, de Edgar Allan Poe).

Finalmente, en una narración maravillosa sabemos qué ocurre, pero la explicación remite a nuevas leyes que no van de acuerdo a la realidad conocida, como sucede en los cuentos de hadas en los que aceptamos como natural que un sapo se transforme en príncipe.

Hay muchos más elementos maravillosos en Con esta luna. Es el caso de un personaje llamado Trompita. Vive en habitación del playón de la estación de servicio, frente al bar de los “cinéfilos”, donde Córdoba se convierte en Estado de Israel.

La entrada a su habitación está detrás de una pila de cubiertas; allí vive Trompita, así:

“El piso está cubierto por cartones pintados, cosidos entre sí con gruesos hilos rojinegros, que componen una alfombra llena de dibujos de colores. Sobre un círculo en el centro, donde está sentado el gordo que sigue meditando, los cinco continentes, un enorme símbolo de la paz y un «Om» gigante; alrededor, mandalas, laberintos, espirales celtas, constelaciones, cruces solares, un yin yang, un ojo, un taxi alado que vuela hacia una estrella que asoma sobre una luna creciente; fileteados porteños, flores de ceibo, águilas, cintas de Moebius, un kultrún, una porción de pizza.”

En la novela nadie se asombra de eso, es más Trompita es una especie de gurú, o vidente, que guía a Andonaegui –otro taxista- para que encuentre el camino de su vida, o al Jorobado en el momento cúlmine de su vida.

Es extraño el Gato –otro taxista- que anda por los techos a grandes alturas como si fuera un superhéroe y ve el aura de las personas.

Dentro de ese mundo extraño se integran aportes que considero que tienen que ver con la formación antropológica del autor.

Tanto ambientes como personajes tienen valor en ese sentido: en primer lugar, en la caracterización del espacio porque los lugares mencionados son fracciones que funcionan como significantes del submundo mayor: la Capital; en segundo, porque los personajes también son símbolos de una sociedad que aparece tan dividida como la visualizamos hoy. Sin embargo, en esas fracciones se manifiesta ese mundo rico, heterogéneo, de personajes marginales, mezcla de vagabundos e intelectuales, de solitarios y fracasados, esa CABA que, aunque se viaje en taxi o en ómnibus por sus calles, es subterránea y misteriosa, aun inexplicable

Me ha parecido que no siempre esto mejora la narración, aunque, como dije, no llega a descalificar el transcurso narrativo y su interés. Por ahí, hay expresiones con un nivel cultural y/o teórico no adecuado al personaje que lo dice.

Por ejemplo, hay frases de la Bony (una camarera de bar) que me parecen demostrativas de eso, o las de los taxistas cuando la votación. Sin embargo, hay dos situaciones en que me parecen evidentes: cuando están en la plaza, aparecen cuatro parapolicías que los golpean y dicen: “No somos policías, no somos mercenarios. Somos una unidad de control de la ciudad.”

No tienen mayor significado para la narración, así que considero que tienen valor simbólico: son sicarios de una derecha fascista, y esa es su justificación.

Los “cinéfilos” ven películas repetidas y se encarnan en personajes y espectadores que participan de la acción. Cuesta creer su interés en esas películas, con un desfasaje temporal importante. Un ejemplo: “Prisioneros de la tierra es una película en blanco y negro argentina de Mario Soffici, protagonizada por Francisco Petrone y Ángel Magaña. El guion trata de la explotación de los trabajadores de la yerba mate en Misiones y fue escrito por Ulyses Petit de Murat y Darío Quiroga, sobre varios cuentos de Horacio Quiroga. Estrenada el 17 de agosto de 1939.” (Wikipedia)

Los taxistas la viven como un conflicto social real y actual, como si fueran un grupo de intelectuales de izquierda.

Lesli también tiene un valor simbólico, y es un personaje muy interesante, que permite visualizar aspectos profundos de la vida erótica de la sociedad, como también de sus actividades (artísticas, sociales) como un sector de jóvenes independientes, por ejemplo, que consumen cotidianamente marihuana.

Hay varios otros temas que podría mencionar, como el de la música, sobre el que hay muchas menciones. Solo indicaré un par de ejemplos de cantantes o bandas: Creedence Clearwater Revival, Frank Zappa, Bill Evans (lo pide Moreira). Los lectores que más de música de ese tipo, sabrán analizar el tema mejor que yo.

Para terminar, haré un comentario sobre el título, Con esta luna.

Este es el epígrafe de la novela:

«-iCómo morir con sol! Yo creí que iba a ser de noche. Yo te esperaba una noche.

-Siempre es noche, mi hijito. Tan solo el chispazo de un yesquero es ese sol al que te querés aferrar.

Todo es tan solo una noche inmensa.»

Juan Moreira, Leonardo Favio

La última frase del epígrafe marca la tonalidad nocturna de la novela y la oscuridad como su ámbito esencial. La luna llena rompe esa oscuridad más de una vez, sobre todo en el desenlace. Recordemos que los hombres antiguos reverenciaban la Luna y muchas culturas crearon a su alrededor leyendas, como la del hombre lobo. Creo que allí está el origen, pero en esa escena final, tremenda, tan cargada de símbolos, la luna es una parte de un cosmos casi irracional.

En ese acto final, algunos de los presentes –mujeres, taxistas- gritan: -¡Omnia sunt communia!

Esta es una expresión del latín que significa «todo es común» o «todo es de todos», y fue utilizada como grito de batalla por el pastor protestante reformista alemán Thomas Müntzer, una de las figuras más importantes del cristianismo revolucionario, así como uno de los jefes de los rebeldes en la llamada “Guerra de los campesinos alemanes”, aunque originalmente es de Santo Tomás de Aquino

Elegí este ejemplo para terminar la entrada, ya muy larga, para resaltar la cantidad de elementos extraños y diversos que pueblan la novela.

El mismo fin de la novela destaca visualmente este mundo extraordinario, y lo califica: locura.

“«Un cielo disparante», se dice Moreira, «disparante», se repite, y siente que solo una palabra inventada por un chico puede describir toda esa locura que ahora es el cielo, arriba de ellos, entre ellos, mezcolanza de violetas y naranjas entre pedazos de nubes.”

EL LECTOR DE JULIO VERNE, POR ADOLFO ARIZA. EPISODIOS DE UNA GUERRA INTERMINABLE.

EL LECTOR DE JULIO VERNE, POR ADOLFO ARIZA. EPISODIOS DE UNA GUERRA INTERMINABLE.

Una vez más, mi hija –cuánto estamos compartiendo por los libros- me prestó una novela: El lector de Julio Verne – Episodios de una guerra interminable, de Almudena Grandes (Madrid, 1960): Es una escritora famosa, con proyección internacional, premiada, con obras que han sido llevadas al cine.

Su lectura me ha dejado pensativo.

¿Por qué?

Porque con esta novela ha pasado algo no tan común en mí: me he sentido muy inmerso en la acción, y como es una narración de hechos duros, que sucedieron –de una manera u otra- en esa terrible etapa de la vida española, he sufrido con el dolor de ese pueblo, tan cercano a nosotros.

Nunca busco materiales de soporte antes de leer una novela, prefiero una lectura más ingenua, dentro de lo que me permite mi especialización en literatura, y, cuando comencé a buscar bibliografía, tuve alguna sorpresa, porque encontré bastante y buena información.

Por lo tanto, intentaré algo distinto: un análisis en el que lo literario sea, sobre todo, lo que esa lectura despertó en mí, desde mi vida e historia.

El lector de Julio Verne, publicada en 2012, es la segunda novela de la saga Episodios de una guerra interminable (me entró una duda: ¿saga o serie? Es un tema discutible, pero lo dejo ahí, no tiene mucha importancia, al final).

Son seis novelas independientes que narran periodos de la resistencia antifranquista entre 1939 y 1964; concretamente, el llamado Trienio de Terror –por la represión feroz del primer franquismo contra los vencidos en la guerra civil española- entre 1947 y 1949. Sin embargo, la historia llega hasta 1977 (cuarta parte).

Los personajes principales se mezclan e interactúan con figuras reales y escenarios históricos. Al final, el aprendizaje de Nino lo lleva de la lectura de las quince novelas de Julio Verne a los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós. Así lo cuenta en el final de la novela:

“Solo entonces entendí, entonces comprendí que estaba viviendo en otro libro, El diecinueve de marzo y el dos de mayo, aquella guerra sucia de civiles mal armados y mamelucos a caballo…”

El diecinueve de marzo y el dos de mayo es uno de los Episodios Nacionales, de 1873, y es un paso definitivo en el camino a la adultez de Nino, desarrollado en un ambiente lleno de miedo, sufrimiento, y del esfuerzo de unas familias por sobrevivir ante el terror impuesto por el franquismo.

El lector de Julio Verne es una novela de aprendizaje.

Este es un sub género muy antiguo, tanto que fue acuñado en 1819 como Bildungsroman, y se considera como su inicio a Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister (1795/1796) de Wolfgang Goethe.

El que realiza ese proceso es Nino, un niño bajito (canijo para la gente de Fuensanta de Martos (nombre real de un pueblo de la Sierra Sur de Jaén de Andalucía, pero del que la autora dice “es una invención mía”)) e indeciso, que acaba convirtiéndose en alguien dispuesto a luchar por la vida que descubre como valiosa, distinta de la “mierda” en que vivían él y sus padres, como la describe más de una vez.

Nino es un personaje de ficción (inspirado en Cristino, un amigo de Almudena Grandes) del que no conocemos su futuro, al igual que él, porque parece predestinado a ser guardia civil como su padre, a pesar de su corta estatura.

Sin embargo, aparece la figura de Pepe el Portugués, un guerrillero clandestino de la Sierra Sur que se transforma en modelo para Nino que quiere ser como él, no guardia civil ni empleado administrativo, que era el trabajo alternativo que querían sus padres. A través de su amistad y de los libros (que siempre le atrajeron) descubre la verdad de los hechos de su patria, del mundo y de la vida.

El otro modelo que define su aprendizaje es doña Elena, una maestra retirada, que vive en un cortijo en el monte donde tiene una biblioteca pequeña y clandestina. Ella también apoya los guerrilleros que luchan contra la tiranía franquista, y se transforma en su mentora en su aprendizaje de vida. Fue la profesora que enseñó a Nino a escribir a máquina, pero al mismo tiempo le explicó cómo es la vida y la historia y cómo pensar de manera independiente.

La razón fundamental del impacto que causó en mí El lector de Julio Verne es que me sentí muy identificado con Nino y su historia. Mi viejo me enseñó a leer antes de entrar a la escuela primaria, y desde entonces el mundo de los libros fue un espacio central en mi vida. No solo libros, también revistas (Patoruzú (querido Blotta), Rico Tipo), historietas (bah, comics): Lindor Covas El Cimarrón, Flash y tantas otras. Como tuve algunos problemas de salud cuando niño, no podía salir a calle como mis amigos lasherinos, y leí, leí mucho. Leí a Verne, como Nino, pero no tanto, también Salgari (los bravos Tigres de Mompracem), Enid Blyton (Series Aventura y Misterio), Luisa May Alcott .

Larga sería la lista. Y creo que llegué a ser profesor y Licenciado en Literatura por los libros, más que nada, porque nunca tuve mayor interés por la docencia, sino que se dio por añadidura y fue muy bueno.

Estas y muchas otras fueron mis ventanas a vidas diferentes. Como Nino, los libros fueron parte de mi aprendizaje de la vida, y lo siguen siendo.

No solo fue Verne el que marcó el camino de Nino. Cuando la etapa de vida en la casa cuartel con sus padres y otros Guardias Civiles llega a su clímax, sumergido entre ese mundo que lo abrumaba (recordemos que de noche le llegaban los ruidos y gritos de los castigos a los prisioneros) y la vida en el monte con Pepe el Portugués, que era la libertad para él, y las clases con Doña Elena en las que entreveía otro mundo, aparecen los libros como el puente hacia su destino.

Nino fue obligado por Michelín (apodo del Teniente de la Guardia Civil que los comandaba) a llevar un mensaje a su padre y a otro guardia que estaban acechando a los maquis rebeldes que querían bajar del monte e irse de esa región. En ese camino en medio de la noche hacen eclosión todas las dudas existenciales de Nino, y la vía es otro libro, ahora de Robert Louis Stevenson, La isla del tesoro:

“Jim Hawkins rescató la Hispaniola sin la ayuda de nadie, me recordé a mí mismo cuando perdí de vista la casa cuartel. Él solo se subió al barco, se enfrentó con un par de marineros traidores, los venció, y pilotó la goleta hasta ponerla a salvo. Ya eran más de las once y en las calles de mi pueblo no había nadie, pero las tabernas estarían abiertas y por si acaso, las fui esquivando una por una. Eso hizo Jim Hawkins en una isla repleta de piratas violentos, asesinos armados hasta los dientes, y las farolas se apagaron de golpe, todas a la vez, antes de que dejara atrás las últimas casas. Y si él solo hizo todo eso, no se me había ocurrido coger una linterna pero había luna, ¿no voy a ser capaz yo de llegar al cruce?, y conocía tan bien aquel camino que podría haberlo hecho con los ojos vendados, ivenga ya, hombre … !

Pero en ese momento, antes de terminar de pensar que en el fondo había sido una suerte que doña Elena no tuviera más que quince novelas de Julio Veme y no sus Obras Completas, porque de lo contrario quizás no hubiera llegado a leer a Stevenson a tiempo, me di cuenta de que lo que estaba viviendo no pasaba en un libro, sino en la realidad, una noche de abril de 1949, España, Andalucía, la provincia de Jaén, un pueblo llamado Fuensanta de Martas, una sierra ocupada por la guerrilla y sus hombres en marcha, armados, dispersos, avanzando sigilosamente en grupos de dos, de tres, por una ruta que apenas ellos mismos conocían. Sólo entonces lo entendí, entonces comprendí que estaba viviendo en otro libro, El diecinueve de marzo y el dos de mayo, aquella guerra sucia de civiles mal armados y mamelucos a caballo, y eché a correr sin pensar en nada.”

No suelo poner citas tan largas, pero en ella está sintetizada toda la obra, ese es el aprendizaje de Nino. Su vida será distinta de ahora en adelante.

Almudena Grandes logra plantear esta “guerra interminable” de excelente manera: a través de un niño vemos toda la barbarie que instaló la dictadura franquista y a un pueblo que, además de la miseria y la intemperie, tuvo que sobrevivir heroicamente al miedo, a la tortura y a la permanente amenaza de muerte. Aunque aparenta apoyar a los republicanos derrotados, no hace una lectura ideológica de lo que vivió España, sino humana, reconociendo que los mismos instrumentos de la represión, los Guardias Civiles, son también víctimas de esa guerra porque son gente humilde de pueblo, que llegó en muchos casos a esa situación buscando un medio de vida en una España empobrecida o por temor a ser considerados “rojos”, o sea comunistas. Rescata el dolor de esas vidas que deben cumplir con su deber so pena de ser ellos mismos castigados. Es la situación del padre de Nino que, al final, debe tomar una decisión.

Hablando de su sueldo, dice:

“-Y por una puta mierda… ¿vamos a dejar dos viudas y siete huérfanos, ahora que lo único que quieren es marcharse?

Por mí que se vayan y que les vaya bien, que lleguen muy lejos y que no vuelvan.

-Y a ver si algún día podemos volver a vivir como personas.

-Todos

-Sí, ellos y nosotros.”

Eran guerrilleros que bajaban del monte para escapar a Francia y esta cita muestra, sin artificios, ni ideología, cómo vivieron los españoles esa dura etapa de su historia, esa “guerra interminable”.

Esta no es una figura literaria. Recordemos que recién el 24 de octubre de 2019 se pudo concretar la exhumación del cadáver de Francisco Franco del Valle de los Caídos y cambiarlo de lugar en medio de una fuerte polémica política y judicial.

La novela es un cuadro vivo, palpitante de la vida de España, y la he leído con gusto, aunque con dolor, por tanto sufrimiento.

Habría mucho más para comentar: las costumbres populares, como la de los apodos, (Comerrelojes, el Portugués, Cencerro, Cabezalarga, Mediamujer); la situación de la mujer; el paisaje (contraposición entre la Andalucía interior (la sierra sur de Jaén) / y la Andalucía costera); la amistad y el amor.

También merecería un buen análisis la estructura narrativa y los recursos que usa la escritora, que son tan ricos como el contenido y los personajes que intenté describir más arriba.

No es fácil comentar brevemente una obra tan rica como esta novela, leerla es como abrir una caja mágica de la que salen paisajes, personajes, música, ideas.

Pero así son todos los libros, de última.

Este un poco más todavía.

LÉANLO.

LA MUJER EN LA LUNA DE MILENA AGUS POR ADOLFO ARIZA

LA MUJER EN LA LUNA DE MILENA AGUS POR ADOLFO ARIZA

Milena Agus (Génova, Italia, 1959) es una de las principales novelistas de la Nueva ola literaria sarda, que comenzó en la década de 1980 y que incluye nombres de ámbito internacional como Michela Murgia (La acabadora) y Marcello Fois (Estirpe).

La mujer en la luna es de 2006 y su título original era Mal di pietre, por los cálculos renales –male de is pèrdas, como aclara la nota al pie de página (en el sardo nuorese hablado sobre todo en el sur del territorio, del que se introducen varias expresiones en la novela)- que aquejaban a la protagonista, la Abuela, porque nunca se la menciona por su nombre.

Ya había visto esta novela antes, pero no sé por qué no la leí. Ahora lo hice. Es corta, aunque no es tan lineal como para leerla rápidamente. Por ahí hay que volver atrás para ver quién es tal o cual personaje, pero es una novela muy interesante.

Es la segunda novela italiana que comento. La anterior fue SOSTIENE PEREIRA DE ANTONIO TABUCCHI (https://www.miradasdesdemendoza.com.ar/2020/10/02/sostiene-pereira-de-antonio-tabucchi-por-adolfo-ariza/) y, como esta, nos permite vivir una época, con una visión crítica desde lo social y lo político, encabalgados en vidas en crisis y transformación.

Lo central de la novela –narrada por su nieta- es la intensa vida de la abuela, tomada desde 1943, cuando ya tenía treinta años, aunque comienza contando un episodio clave de su vida, posterior, de 1950, cuando conoce al Reduce (en sardo, veterano) en un viaje que hace a Civitavecchia para curarse en sus aguas termales de los cálculos renales que la hacían abortar.

Está escrita como un racconto bastante personal, porque es una linealidad no recta, que avanza, pero que a veces vuelve sobre sí misma para agregar algún rasgo o situación que enriquece la narración. Así van apareciendo otros personajes de la familia, y otros retazos de esa vida familiar de Cagliari, porque siempre se vuelve ahí como lo ha hecho la autora en la realidad.

En realidad, el racconto más de una vez se ve interrumpido por la aparición de otros episodios del pasado (a esto se lo conoce como flashback, una técnica muy usada en el cine también por la que se introducen en la narración episodios breves –a veces solo pantallazos- que sirven para recordar eventos o desarrollar más profundamente el carácter de un personaje). Esto enriquece el relato de la novela, aunque colabora en que tengamos que volver hojas para rearmar el hilo, en lo posible.

Mencioné que la autora se radicó en Cagliari, la ciudad de su familia, y esta ciudad y la hermosa isla de Cerdeña son muy importantes en la obra de la escritora. Por ejemplo, ya mencionamos el uso de un dialecto sardo porque en esa isla italiana el idioma nacional convivía con el fuerte dialecto local. En algún momento, miembros dela familia de la abuela la describían así: De su mali de is pèrdas, saminor cos, poita su prus mali fiara in sa conca. La traductora eligió poner el texto original al pie e insertar la traducción en su lugar, decisión que creo que le quita belleza a la lectura. Leamos el texto traducido e insertado: “De los cálculos renales, el mal menor, porque el el mal mayor estaba en su cabeza”. Opino que no se puede comparar el efecto en el lector.

Con esta cita entramos al personaje central de la novela: la abuela.

Como leímos, había gente que la creía loca. Su madre –la bisabuela para la narradora-, la esperó un día para golpearla hasta lastimarla con una manguera porque había descubierto que escribía intensas cartas de amor a los pretendientes con alusiones eróticas, lo que hacía estos huyeran; por eso había llegado a los treinta años soltera, o mejor, solterona, porque a esa edad, para la época, lo era. Para ella era una puta. Sin embargo, el bisabuelo y sus hermanas la querían de verdad, como su nieta, que vivió mucho tiempo en la casa de la Via Manno, que prefería a la propia.

La abuela solo quería conocer el amor, “que era la cosa más bella, la única por la que vale la pena vivir la vida”, y lo pedía desesperadamente a Dios en la iglesia. Todo eso lo sabe la nieta porque la abuela lo escribe en un cuaderno negro con bordes rojos que mantiene escondido (para que no la creyeran loca) y que llega a sus manos muchos años después. En ese cuaderno también estaban sus poemas de amor.

En junio de 1943, “luego de los bombardeos de los norteamericanos a Cagliari”, llega a la casa familiar, el que sería su abuelo, alojado porque había perdido su casa y su familia en un bombardeo. Aunque era mayor que ella, la pide como esposa, y se casan, a pesar de su gran resistencia inicial, porque se comprometen a no tener relaciones sexuales. Fue una relación estable, pero extraña, duermen como hermanos bastante tiempo hasta que la abuela le ofrece realizarle los servicios sexuales que le daban en el prostíbulo para que no gastara y pudieran ahorrar para arreglar la casa de Via Manno y para comprarse tabaco.

Conocemos cómo fueron esos servicios sexuales porque la abuela se los cuenta –con un detalle propio de una novela erótica- al Reduce que mencionamos al principio (tampoco aparece el nombre): un veterano de guerra que ha perdido una pierna “en la retirada del invierno entre el ’44 y el ’45.” A él también le lee sus poemas, porque lleva el cuaderno consigo.

Con el Reduce vive un romance apasionado y poético, que es contado usando los flashbacks que mencioné antes. En la narración de ese breve episodio amoroso conocemos más de la vida íntima del abuelo y la abuela que en el resto de la novela.

Allí el Reduce le dice que “su marido era un hombre afortunado, en serio, y no un desgraciado, como ella decía, al que le había tocado en suerte una pobre loca. Ella no estaba loca, era una criatura hecha en un momento en Dios simplemente no tenía ganas de hacer las mujeres en serie de costumbre y le había dado la vena artística;”.

En este párrafo está la clave de la novela: es la historia de una mujer distinta de lo que era el común de las mujeres de entonces: quería amar libremente, era una poeta, analizaba la realidad. El problema era que ella no se creía buena, que le faltaba “la cosa principal de la vida”, la que encuentra junto al Reduce, con el que llega a pensar que era del mismo pueblo de la luna que ella, porque eso le decían para describir sus locuras.

Sin embargo, también junto con el abuelo tenía momentos en el que era una prostituta, que no solo tenía relaciones sexuales, sino que hacía con destreza juegos sexuales de prostíbulo, y los disfrutaba intensamente, aunque, después se acostara a dormir encogida en el extremo opuesto de la cama lejos del abuelo. Fue otra forma de amor, que no valoró, aunque fue capaz de liberarse también ahí.

El Reduce la libera, abre una ventana en su vida, tanto que, cuando vuelve, se queda embarazada por única vez (¿o sería hijo del Reduce?). La duda queda, pero ese hijo que vive para y por la música, también vive fuera del mundo, como ella. En el fin de la novela el Reduce le escribe: “No deje de imaginar. No está loca. Nunca más crea a quien le diga esta cosa injusta y malvada. Escriba”.

No vuelve a verlo, aunque vive soñando con él, y hasta va buscarlo a Milán, donde tiene una crisis que continúa después de su vuelta, mientras el abuelo, como siempre, la cuidaba.

No me ha sido fácil este comentario sobre una mujer marginal, su vida, su historia, su ciudad. Incluso aparecen en la obra rasgos sociales de Italia, no solo de antes: los italianos del norte industrial y próspero menosprecian a los del sur y muchos quisieran cortar la península al sur de Roma y soltar ese lastre ruidoso y desordenado.

Casi extrañamente, de esa breve novela me han surgido muchos temas para seguir escribiendo.

Solo mencionaré que están las descripciones de la ciudad, como la casa de la Via Manno, que es adonde se va a ir a vivir la nieta que narra la novela, o antes, la de la Via Sulis, y otras, que muestran a esa bella ciudad, que tuve la suerte de conocer y donde está viviendo mi nieto mayor porque juega hockey sobre césped para un club de Cagliari.

No por nada esta novela, ya traducida a cinco idiomas, entre ellos el alemán, el francés y el español, ha sido un resonante éxito de crítica y público.

LÉANLA, PERO CON TIEMPO PARA RELEER NO LINEAL, SINO ALEATORIAMENTE, SIGUIENDO PERSONAJES PARA COMPLETAR ESAS RICAS HISTORIAS DE VIDA Y DE ESA REGIÓN DEL SUR DE ITALIA.

SEÑORA DE LA PATAGONIA DE SILVINA POSE POR ADOLFO ARIZA

SEÑORA DE LA PATAGONIA DE SILVINA POSE POR ADOLFO ARIZA

Este libro fue comprado por mi hija en San Martín de los Andes buscando materiales de Literatura Juvenil para sus clases.

Como se ve en la tapa del libro, el título completo es: Señora de la Patagonia sangre india, sangre blanca (lo último en una segunda línea).

Algo que me ha sorprendido es no hay casi nada sobre la autora y el libro. Es una obra interesante, bien hecha, y su temática debiera ser difundida, sobre todo entre los/las jóvenes, en estas épocas en que se manifiestan reivindicaciones de sectores postergados y/o discriminados, como las del género femenino. El de las poblaciones originarias es uno de ellos (no solo en Argentina). Fueron exterminados, echados de sus tierras, sometidos a condiciones indignas de vida. Solo por eso, vale la pena leer la novela de Silvina Pose.

Por lo de arriba, voy a incluir los datos biográficos de Silvina Pose que están en la solapa de la novela (es un tema interesante el del género de la obra).

Nació en Buenos Aires en 1966. Se recibió de Licenciada en Letras en la UBA en 1993. Diploma de Honor en 1997 y Profesora en Letras en 1995.

Trabajó como docente de talleres de escritura y lectura, y en cursos de ingreso al secundario y de capacitación continua para el personal no docente de la UBA.

Publicó libros de cuentos para niños, como coautora, en la Colección Manijita, de Editorial El gato de hojalata.

¿Qué hacemos hoy? ¿A qué jugamos hoy? ¿Qué festejamos hoy? ¿Qué nos ponemos hoy?

Publicó el cuento Tiempo récord en la Revista Billiken y obras para adultos como ¿Para quién es el grupo de Whatsapp? en la Revista Aula Abierta.

Además, creo importante compartir los propósitos que la llevaron a escribir la novela, y que manifiesta en la contratapa:

“La presente novela está inspirada en personajes de la vida real y en circunstancias de la realidad argentina.

Sin embargo, nuestro país no es rico en información sobre la época y región en que transcurre. Pareciera que el viento frío, las circunstancias durísimas y la soledad del paisaje se empeñaran en escondernos los hechos de la realidad.

Es por eso que, si bien el trasfondo que me inspira es de la vida real, muchos hechos fueron extrapolados por mi imaginación, recreados, ficcionalizados a partir de los rumores que la región y la cultura me hicieron llegar.

He encontrado muchas veces versiones contradictorias, como casi siempre ocurre cuando la historia llega a nosotros de boca en boca. La mayor parte de las veces la historia tiene dos caras, como Jano. Sabrá el lector tomar partido por aquella que más se adecue a su razón, o a su corazón. Hay quienes puedan sentirse dolidos por una posición. Pero también quienes puedan sentir lo mismo por la versión contraria. Espero, con mi relato, achicar las diferencias, allanar el camino.

Permítaseme decir que el valor que esta novela pueda llegar a tener radica en la posibilidad de brindar un homenaje a Bibiana García. Una mujer que, habiendo tenido una vida llena de dificultades, eligió luchar de manera pacífica e inteligente por su tribu; y conseguir resultados que de otra manera no se hubieran alcanzado. Tanto más valiosos sus logros, puesto que su vida transcurrió en una época en la que algunas de sus acciones eran, además, impensables para una mujer.

Invito al lector a conocerla, a seguir el derrotero por el que transcurrió su vida, a rescatar el valor que tuvieron ella y sus logros, a amar a su tribu y a su mundo duro, pero hermoso, como ella supo amarlo.”

Destaco este párrafo: “Es por eso que, si bien el trasfondo que me inspira es de la vida real, muchos hechos fueron extrapolados por mi imaginación, recreados, ficcionalizados a partir de los rumores que la región y la cultura me hicieron llegar.”, porque es fundamental entender su intención, que no es la de atenerse a la verdad histórica, sino escribir una obra de ficción a partir de aquella.

Lo que sí es central en su producción es lo que dice después: “el valor que esta novela pueda llegar a tener radica en la posibilidad de brindar un homenaje a Bibiana García”.

Así es, y la he sentido valiosa como la autora pretendió.

Busqué una biografía de Bibiana García (mejor, Dughu Thayen, como eligió llamarse), y muchos datos coinciden con lo que leemos en la novela.

De todos modos, además de la intención que destaqué, hay que tener en cuenta lo que la misma autora dice: hay poca información y, muchas veces es poco segura, por lo que no es fácil tener datos fidedignos.

Una buena manera de presentar a Bibiana, de madre india y padre español, es contar las circunstancias en que eligió el nombre indio, que significa “Cascada rumorosa”.

Ella y su hermana mayor, Eufemia, fueron llevadas cautivas por un malón de indios catrieleros, en un ataque (circa 1855). Cuando fueron rescatadas, en 1867, (en la novela por su padre Florencio García, pero en alguna biografía el padre había sido muerto cuando se las llevaron), Bibiana, a diferencia de su hermana, eligió quedarse con los Catriel, “su gente”, como lo dice ella misma.

¿Quiénes eran los Catriel?

Catriel es el nombre de una dinastía de caciques “pampas”. Dicha dinastía de caciques se desarrolló durante fines del siglo XVIII y durante el siglo XIX. (Wikipedia)

Los indios pampas son la presencia humana más antigua en territorio argentino. La designación de “pampas” les fue dada por los españoles, y es una palabra quechua (lengua de los incas), que significa “llanura”.

Los pampas antiguos eran del tipo racial “pámpido”, altos y atléticos, y habitaron Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y San Luis.

Se podría considerar la figura de Bibiana con la de una “india blanca” (generalmente cautivas que se asimilaron a la vida de los aborígenes), pero lo diferencial es que ella tenía –como indica el título- sangre india y blanca, y eligió ser india porque prefirió esa vida dura y primitiva, tanto que llegó a ser cacica y “Machi”, o sea la curandera y bruja de la tribu.

Siempre me interesó el tema de los indios, sobre todo desde que – cuando cursaba Literatura Argentina I- entendí cómo eran considerados por la clase dirigente de la segunda mitad del siglo XIX.

José Hernández en el Martín Fierro defiende al gaucho, sector social descartado por esos dirigentes que formaron inicialmente la Generación del 37 y llegaron a su máxima expresión en la Generación del 80, pero no al indio, al que, además, descalifica.

El tema es que Hernández –más allá de su oposición con Sarmiento- era parte de esa clase dirigente que concibió el modelo de país que se consolidó a partir de 1880. Ese modelo se centraba en la exportación de materias primas, o sea buscaban que Argentina fuera un país agroexportador.

Por eso, el indio era un obstáculo que había que desplazar para liberar las extensiones de la pampa que había que cultivar y llenar de vacas.

Y fue lo que hicieron, y la Campaña del Desierto es un punto culminante de esta política. Los indios fueron echados de las tierras que siempre habían habitado, muchos muertos o usados como mano de obra barata. Incluso en esa época se habló de encomiendas modernas, para hacer ver la crueldad y la injusticia que padecieron esas poblaciones originarias.

Personalmente, adhiero la figura de genocidio y de crimen de lesa humanidad y rechazo la caracterización de esas políticas contra los indios como una gesta nacional.

Es claro que no había posibilidades de coexistencia del proyecto de Nación Argentina que se buscaba y las tribus originarias, pero nada justificaba su cruel destrucción.

Hay poca literatura sobre los indios, al que más recuerdo es a Lucio V. Mansilla, con su Excursión a los indios ranqueles, en la que describió coloquialmente sus costumbres. Por esto, valoro más la novela de Silvina Pose, que rescata la vida de esas tribus, sus costumbres y valores y narra cómo se los llevó a la desaparición.

También es muy valioso lo que ya mencionamos antes: la novela es un homenaje a una mujer que no solo eligió ser india, sino también trabajar para que su pueblo pudiera encontrar una forma de vida distinta de su pasado, pero con validez y dignidad. En la obra se incluye un decreto de Roca, de 1889, por el que se crean dos colonias pastoriles para que instalen indígenas de Río Negro y La Pampa. Más allá de lo pobre que es este logro para los pobladores originarios que habían perdido casi todo, lo que quiero realzar es que fue el fruto de un largo y paciente trabajo de Dughu Thayen y de la gente que la acompañó hasta su muerte.

Solo por estas cosas, vale la pena leer la novela, que, además, se lee con interés, a pesar de su formato de crónica (los hechos se narran según el orden temporal en que ocurrieron), en el que las Partes (forma de división que elige la autora) están divididas en años). No es fácil hacer interesante ese formato poco amigable con la ficción, pero la novela es llevadera.

Esto nos lleva al tema del subgénero en el que se inscribe la novela. A mi modo de ver, es una novela histórica.

¿Qué es una novela histórica?

Es un subgénero narrativo que nació alrededor del siglo XIX y que sigue teniendo valor hoy. Se basa en tramas ubicadas en un contexto histórico real con personajes reales, pero con historias que pueden ser o no ficticias.

Hay una nueva novela histórica que hace una relectura crítica del pasado, intentando una reconstrucción que supone tanto el conocimiento de los hechos históricos, como también su distorsión, o sea produce una “versión” que nos pone frente a lo esencial de la historia o el real sentido de lo que sucedió.

Eso quiso hacer Silvina Pose, y lo logró, porque nos permite adentrarnos en una etapa vergonzante de la Historia argentina (no la única, sino recordemos la Guerra de la Triple Alianza, en la que fuimos cómplices de la destrucción de Paraguay, para colmo como brazo ejecutor de la política brasileña).

Ya que no podemos remediar el pasado, por lo menos entendamos lo que pasó, así por lo menos no compramos cuentos como el ridículo que inventó el macrismo contra los mapuches para cubrir los excesos represivos de Gendarmería.

Es un libro interesante, que nos lleva a un mundo poco conocido: el de las poblaciones aborígenes que ocuparon vastos sectores de nuestro país.

Tengamos en cuenta que muchos de sus descendientes hoy siguen viviendo en pésimas condiciones, sin gozar de los mínimos derechos que significan una vida digna.

LEAMOS ESTA HISTORIA DE BIBIANA GARCÍA (NO, MEJOR DUGHU THAYEN) Y COMPRENDAMOS CÓMO SE TRATÓ A LOS PUEBLOS ORIGINARIOS. ES UNA MANERA DE AYUDARLOS.

EL ENTENADO DE JUAN JOSÉ SAER POR ADOLFO ARIZA

EL ENTENADO DE JUAN JOSÉ SAER POR ADOLFO ARIZA

Juan José Saer (1937-2005) publicó El entenado en 1983, hace 38 años.

La había comprado hace varios años, pero –no sé por qué- no la había leído. Mi hija, a la que le gustó mucho, me lo mencionó como tema para el blog. Le hice caso, y no me arrepiento.

El entenado narra en primera persona la vida de un grumete de una expedición española. Se basa en un hecho histórico, que la Introducción de la edición de Planeta cuya tapa muestra esta entrada presenta así: “El hecho histórico en el que se basa remite a octubre de 1515, cuando Juan Díaz de Solís sale del puerto de Sanlúcar de Barrameda con tres carabelas y alrededor de sesenta tripulantes hacia las Malucas. A principios de 1516 llega a un estuario al que llama Mar Dulce, que sería conocido después con el nombre de Río de la Plata y donde desembocan los ríos Paraná y Uruguay. Al desembarcar con un grupo de hombres en una de sus costas, cayó en manos de los indios charrúas o guaraníes, que los ultimaron con flechas y se los comieron, ante la presencia de quienes habían quedado en las naves. Sólo sobrevive Francisco del Puerto, posiblemente porque es pequeño y estos indios sólo comían los cadáveres de hombres adultos. Este grumete de la expedición de Solís permanece en la región durante diez años, hasta la llegada de Gavoto, a quien luego acompaña en varias expediciones y le sirve de intérprete; según se presume, no regresa jamás a España.”

Ese es el hecho que narra la novela: el grumete llega al Río de la Plata y cae en manos de los indios colastinés, que acaban con sus compañeros, pero a él lo mantienen con vida durante años (entenado quiere decir hijastro). Dado que los colastinés son pacíficos, pero antropófagos, y que el muchacho no habla su lengua, su vida junto a ellos es un intento continuo de descifrar lo que dicen y comprender esa vida de la que termina siendo parte por los muchos años que vive allí.

Todo esto lo sabemos cuando lo escribe, a la luz de una vela, sesenta años después, de vuelta en Europa. Allí el grumete -Saer es también un grumete que viaja por mundos externos- relata su vida desde que se lanzó al mar, casi sin otras opciones, desde una orfandad interminable.

Es el relato de un observador que intenta comprender modos y relaciones profundas en la realidad.

Saer se preocupaba mucho por percibir y tratar de describir todo esto. Dijo alguna vez: “El mundo es difícil de percibir. La percepción es difícil de comunicar. La descripción es imposible. Experiencia y memoria son inseparables. Escribir es sondear y reunir briznas y astillas de experiencia y de memoria para armar una imagen determinada”. En ese armado dedica extensos párrafos a sus interpretaciones y análisis del tiempo y el devenir, a lo que se puede entender del mundo, a la incertidumbre de la percepción y del conocimiento.

En ese mundo de arena amarilla, “que espesaba el azul del cielo”, a la vera del gran río, el grumete llega a aprender la lengua de los aborígenes y con ella entra un mundo distinto del que provenía, y en esa contraposición se le revelan, sin certeza, las convicciones y hechos que gobiernan ese mundo. Habla del valor del saber –y cree que no hay otro- “que reconoce que sabemos únicamente lo que condesciende a mostrarse.”

Después de muchos años, los indios lo suben a una canoa cargada de comida, y lo mandan de vuelta con los suyos.

¿Para qué? “De mí esperaban que duplicara, como el agua, la imagen que daban de sí mismos, que repitiera sus gestos y palabras, que los representara en su ausencia…” “Amenazados por todo eso que nos rige desde lo oscuro, manteniéndose en el aire abierto hasta que un buen día, con un gesto súbito y caprichoso, nos devuelve a lo indistinto, querían que de su pasaje por ese espejismo material quedase un testigo y un sobreviviente que fuese, ante el mundo, su narrador.”

Eso intenta hacer el grumete haciendo correr la pluma sobre el papel. Ser el testigo de la incandescencia fugaz de ese mundo que lo dejó vivir, sin comérselo, con esa misión. Lo demás es negrura espesa que puede absorber aquella claridad definitivamente.

Me está costando sintetizar el sentido de El entenado para que alguien pueda decidir si lo lee o no. No es lectura fácil, y casi mi animaría a decir que no recuerdo un libro igual, que me haya dejado tantas reflexiones sobre la vida y el mundo sin ser un libro filosófico, porque es una novela con elementos de las crónicas de Indias y de los relatos de los viajeros del siglo XIX.

La he sentido casi preciosista, sin ninguna intención descalificadora, sino más bien para resaltar la perfección de la construcción del relato y del mundo de ideas que invoca.

Pero lo terminé con la sensación de que también a mí me habían subido a una canoa de vuelta a un mundo que quizás exista, de alguna manera.

Saer, en sus relatos, pone en duda la capacidad de nuestros sentidos para aprehender el mundo circundante. Esta es la novela que, junto con La ocasión (la historia se ubica hacia 1860) y Las nubes (es el relato de un viaje que tiene lugar en 1804), son su trilogía sobre el pasado. Hay otra sobre el tiempo, pero siempre hay una constante: el paisaje como el ámbito donde se manifiesta el pensamiento.

Agua, cielo, playas amarillas, son los ámbitos por donde va y viene, como paciente observador, el narrador, el entenado.

Deberíamos acompañarlo, como hice yo, pero con la comprensión de que, como él, tenemos que observar para intentar comprender un mundo profundísimo: el mundo narrativo de Saer.

MEMORIAS DE UNA ALCAHUETA (SAGA MEMORIAS IMPURAS) POR ADOLFO ARIZA

MEMORIAS DE UNA ALCAHUETA (SAGA MEMORIAS IMPURAS) POR ADOLFO ARIZA

Memorias impuras fue pensado originalmente como díptico. La primera parte “Los padres”, se publicó en 2007, y luego se presentó una edición definitiva y completa que incluye esa primera parte a la que se suma “Los huérfanos”.

Lo leí en el 2007. En el 2019 visité a Jorge Bodoc en su casa de El Trapiche, San Luis (cerca de su primera casa donde comimos un asado con mi esposa y Liliana, supongo que por el 2010). Entonces me contó cómo él y su familia estaban construyendo esta continuidad.

Pasó el tiempo y me enteré en Facebook que Roberto Chiavetta, el hermano de Liliana, estaba vendiendo Memorias de una alcahueta, publicado en Ediciones Hasta Trilce.

Así comienza el prólogo de esta obra:

“Hay aquí un amasijo de memorias impuras. Recuerdos de memorias previas que son rejuntes de jirones de quién sabe qué otras antiguas memorias. Un mapa reconstruido con fragmentos dislocados, ocres y de bordes quebradizos. Un pergamino indescifrable para la razón, pero coherente y útil para la sabia falta de lógica de la emoción.

No estamos ante una obra, sino ante un entramado dramático que es un efecto colateral de un proceso versátil y colectivo. Un tránsito donde se conjugan realidades, historias, ficciones, poemas y presagios. Esta obra más-que-teatral es un vástago inesperado de su ancestro: la novela Memorias Impuras y de todo el territorio simbólico que la orbita.”

Queda definida la obra: “es más-que-teatral”, que es casi como decir que es muy difícil clasificarla genéricamente.

En una entrevista (“Memorias Impuras” o el sencillo acto de la lectura comprometida” https://www.telam.com.ar/notas/201304/13914-memorias-impuras-o-el-sencillo-acto-de-la-lectura-comprometida.ht ), Liliana Bodoc dice: “Básicamente `Memorias…` es un sustrato histórico-realista y está libremente ficcionanalizado. Quiero ser clara -agrega- no es una novela histórica. No hay referencias reales, no existe un virreynato de Albora; puede ser el Del Río de la Plata o cualquier otro”.

En la misma entrevista se dice: “La autora de “Los días del venado” cuenta que “partí de una premisa, de una coyuntura espacio-temporal, por decir de alguna manera, de una utopía y de un género literario -que también podría denominarse novela histórica alternativa- no hay ninguna referencia histórica”, revela.”

En Memorias de una alcahueta se sintetiza cómo Liliana construyó sus universos ficcionales:

“Memorias Impuras, novela compuesta por dos partes inseparables, fue concebida en base a un dispositivo casi análogo al que la autora desplegó en su Saga de Los Confines: tomar un acontecimiento histórico crucial de nuestro mundo y extrapolarlo a un otro mundo ficticio donde los nombres, los territorios, los pueblos y las anécdotas son otras, pero preservan características esenciales de la historia como tal, ese conjunto impune de relatos que la sociedad considera “ciertos” y “científicos”.

En la Saga de Los Confines, la matriz histórica es la invasión europea a Abya Yala o América, y la consiguiente colonización y exterminio de los pueblos originarios. En cambio, en Memorias Impuras, la plataforma histórica es la época colonial o mejor, el comienzo del fin de las colonias europeas en Latinoamérica a raíz del surgimiento de los procesos libertadores que condujeron a la definitiva independencia de estas tierras del yugo de la corona española, forjando las identidades de las nuevas naciones, construidas sobre los cimientos de diversas ruinas.”

Es la historia de una gesta, que nos deja a las puertas de una revolución.

Tiempo de Dragones –una trilogía que se completará pronto, según espero, ya que la Editorial rescató el manuscrito en que estaba trabajando Liliana cuando murió- es otro proyecto cercano a los anteriores. En esta saga, la ficción gira en torno a la fraternidad entre los humanos y los dragones. “Se nos transporta a un tiempo sin tiempo donde la magia, el bien y el mal, la lucha por sobrevivir, las guerras y la esperanza tejen un destino vinculado (posiblemente) a un pasado ancestral” (lo leí en una reseña y me gustó)

En Elisa, la rosa inesperada, lo épico se hace personal. En mi comentario (https://www.miradasdesdemendoza.com.ar/2020/09/11/elisa-la-rosa-inesperada-de-liliana-bodoc-por-adolfo-ariza/), digo “Es una novela de mujeres, como fin de un proceso personal en el que las mujeres fueron buscando y encontrando un lugar protagónico.”

Sin embargo, el dispositivo es semejante. Era su forma de novelar, de crear ficción, de crear mundos desde lo que somos, desde esta América Latina que buscó resignificar para que fuera ella misma más que nunca.

Pero Memorias de una alcahueta va hacia algo muy profundo, que estuvo siempre, pero que ahora hay que destacar porque la Lili ya no está en este plano, y como dice para cerrar la síntesis biográfica del libro, cuando pone la fecha de su partida: “Y desde entonces, no ha dejado de expandirse.”

Eso le da sentido a la dramatización que son las Memorias en las que la alcahueta –Cusi-, el poeta y los Baguales nos ponen frente al Poeta que rehúsa escapar del Principal que ordena que le corten la lengua, para que no haya más palabras rebeldes.

“CUSI

Que habiendo recibido el lenguaje y el huevo del que nace el lenguaje, tenemos la obligación de cantar para que escuchen los vivos, los muertos, ¡y todos los que están entre unos y otros!

PRINCIPAL

(Se espanta y piensa)

Entonces, si el buen rebelde se queda sin palabras se quedará sin armas. La sentencia es una fruta madura, lista a caerse. ¡Su lengua! ¡Queremos su lengua! ¡Traigan su lengua! ¡Deslengüen al poeta!”

Así lo explica el Poeta:

“Y en fin el río es río cuando corre, la luz es luz cuando ilumina, y el hombre es hombre cuando sueña.”

Así lo explica Berlino, uno de los Baguales:

“Tienen toda la libertad de ser Baguales junto a nosotros. ¡Vamos! Demostremos que si le cortan la lengua a un poeta, entonces nacerán miles de poetas más… ¡Juguemos juntos a ser poetas!”

Las palabras mías, nuestras, ligadas con las de otros, son las armas de nuestros pueblos.

USÉMOSLAS. ES LO QUE NOS PIDE EL POETA, ES LO QUE NOS PIDE LILIANA BODOC. SOÑEMOS PARA SER HOMBRES, COMO LA LILI.

Está bueno leer Memorias de una alcahueta. No se vende en librerías, pero les dejo los datos de contacto para los que quieran conseguirla.

Ediciones Hasta Trilce

www.edicionesht.com – edicioneshastatrilce@gmail.com  – (+54) 11 – 60036472