LA MUJER EN LA LUNA DE MILENA AGUS POR ADOLFO ARIZA

LA MUJER EN LA LUNA DE MILENA AGUS POR ADOLFO ARIZA

Milena Agus (Génova, Italia, 1959) es una de las principales novelistas de la Nueva ola literaria sarda, que comenzó en la década de 1980 y que incluye nombres de ámbito internacional como Michela Murgia (La acabadora) y Marcello Fois (Estirpe).

La mujer en la luna es de 2006 y su título original era Mal di pietre, por los cálculos renales –male de is pèrdas, como aclara la nota al pie de página (en el sardo nuorese hablado sobre todo en el sur del territorio, del que se introducen varias expresiones en la novela)- que aquejaban a la protagonista, la Abuela, porque nunca se la menciona por su nombre.

Ya había visto esta novela antes, pero no sé por qué no la leí. Ahora lo hice. Es corta, aunque no es tan lineal como para leerla rápidamente. Por ahí hay que volver atrás para ver quién es tal o cual personaje, pero es una novela muy interesante.

Es la segunda novela italiana que comento. La anterior fue SOSTIENE PEREIRA DE ANTONIO TABUCCHI (https://www.miradasdesdemendoza.com.ar/2020/10/02/sostiene-pereira-de-antonio-tabucchi-por-adolfo-ariza/) y, como esta, nos permite vivir una época, con una visión crítica desde lo social y lo político, encabalgados en vidas en crisis y transformación.

Lo central de la novela –narrada por su nieta- es la intensa vida de la abuela, tomada desde 1943, cuando ya tenía treinta años, aunque comienza contando un episodio clave de su vida, posterior, de 1950, cuando conoce al Reduce (en sardo, veterano) en un viaje que hace a Civitavecchia para curarse en sus aguas termales de los cálculos renales que la hacían abortar.

Está escrita como un racconto bastante personal, porque es una linealidad no recta, que avanza, pero que a veces vuelve sobre sí misma para agregar algún rasgo o situación que enriquece la narración. Así van apareciendo otros personajes de la familia, y otros retazos de esa vida familiar de Cagliari, porque siempre se vuelve ahí como lo ha hecho la autora en la realidad.

En realidad, el racconto más de una vez se ve interrumpido por la aparición de otros episodios del pasado (a esto se lo conoce como flashback, una técnica muy usada en el cine también por la que se introducen en la narración episodios breves –a veces solo pantallazos- que sirven para recordar eventos o desarrollar más profundamente el carácter de un personaje). Esto enriquece el relato de la novela, aunque colabora en que tengamos que volver hojas para rearmar el hilo, en lo posible.

Mencioné que la autora se radicó en Cagliari, la ciudad de su familia, y esta ciudad y la hermosa isla de Cerdeña son muy importantes en la obra de la escritora. Por ejemplo, ya mencionamos el uso de un dialecto sardo porque en esa isla italiana el idioma nacional convivía con el fuerte dialecto local. En algún momento, miembros dela familia de la abuela la describían así: De su mali de is pèrdas, saminor cos, poita su prus mali fiara in sa conca. La traductora eligió poner el texto original al pie e insertar la traducción en su lugar, decisión que creo que le quita belleza a la lectura. Leamos el texto traducido e insertado: “De los cálculos renales, el mal menor, porque el el mal mayor estaba en su cabeza”. Opino que no se puede comparar el efecto en el lector.

Con esta cita entramos al personaje central de la novela: la abuela.

Como leímos, había gente que la creía loca. Su madre –la bisabuela para la narradora-, la esperó un día para golpearla hasta lastimarla con una manguera porque había descubierto que escribía intensas cartas de amor a los pretendientes con alusiones eróticas, lo que hacía estos huyeran; por eso había llegado a los treinta años soltera, o mejor, solterona, porque a esa edad, para la época, lo era. Para ella era una puta. Sin embargo, el bisabuelo y sus hermanas la querían de verdad, como su nieta, que vivió mucho tiempo en la casa de la Via Manno, que prefería a la propia.

La abuela solo quería conocer el amor, “que era la cosa más bella, la única por la que vale la pena vivir la vida”, y lo pedía desesperadamente a Dios en la iglesia. Todo eso lo sabe la nieta porque la abuela lo escribe en un cuaderno negro con bordes rojos que mantiene escondido (para que no la creyeran loca) y que llega a sus manos muchos años después. En ese cuaderno también estaban sus poemas de amor.

En junio de 1943, “luego de los bombardeos de los norteamericanos a Cagliari”, llega a la casa familiar, el que sería su abuelo, alojado porque había perdido su casa y su familia en un bombardeo. Aunque era mayor que ella, la pide como esposa, y se casan, a pesar de su gran resistencia inicial, porque se comprometen a no tener relaciones sexuales. Fue una relación estable, pero extraña, duermen como hermanos bastante tiempo hasta que la abuela le ofrece realizarle los servicios sexuales que le daban en el prostíbulo para que no gastara y pudieran ahorrar para arreglar la casa de Via Manno y para comprarse tabaco.

Conocemos cómo fueron esos servicios sexuales porque la abuela se los cuenta –con un detalle propio de una novela erótica- al Reduce que mencionamos al principio (tampoco aparece el nombre): un veterano de guerra que ha perdido una pierna “en la retirada del invierno entre el ’44 y el ’45.” A él también le lee sus poemas, porque lleva el cuaderno consigo.

Con el Reduce vive un romance apasionado y poético, que es contado usando los flashbacks que mencioné antes. En la narración de ese breve episodio amoroso conocemos más de la vida íntima del abuelo y la abuela que en el resto de la novela.

Allí el Reduce le dice que “su marido era un hombre afortunado, en serio, y no un desgraciado, como ella decía, al que le había tocado en suerte una pobre loca. Ella no estaba loca, era una criatura hecha en un momento en Dios simplemente no tenía ganas de hacer las mujeres en serie de costumbre y le había dado la vena artística;”.

En este párrafo está la clave de la novela: es la historia de una mujer distinta de lo que era el común de las mujeres de entonces: quería amar libremente, era una poeta, analizaba la realidad. El problema era que ella no se creía buena, que le faltaba “la cosa principal de la vida”, la que encuentra junto al Reduce, con el que llega a pensar que era del mismo pueblo de la luna que ella, porque eso le decían para describir sus locuras.

Sin embargo, también junto con el abuelo tenía momentos en el que era una prostituta, que no solo tenía relaciones sexuales, sino que hacía con destreza juegos sexuales de prostíbulo, y los disfrutaba intensamente, aunque, después se acostara a dormir encogida en el extremo opuesto de la cama lejos del abuelo. Fue otra forma de amor, que no valoró, aunque fue capaz de liberarse también ahí.

El Reduce la libera, abre una ventana en su vida, tanto que, cuando vuelve, se queda embarazada por única vez (¿o sería hijo del Reduce?). La duda queda, pero ese hijo que vive para y por la música, también vive fuera del mundo, como ella. En el fin de la novela el Reduce le escribe: “No deje de imaginar. No está loca. Nunca más crea a quien le diga esta cosa injusta y malvada. Escriba”.

No vuelve a verlo, aunque vive soñando con él, y hasta va buscarlo a Milán, donde tiene una crisis que continúa después de su vuelta, mientras el abuelo, como siempre, la cuidaba.

No me ha sido fácil este comentario sobre una mujer marginal, su vida, su historia, su ciudad. Incluso aparecen en la obra rasgos sociales de Italia, no solo de antes: los italianos del norte industrial y próspero menosprecian a los del sur y muchos quisieran cortar la península al sur de Roma y soltar ese lastre ruidoso y desordenado.

Casi extrañamente, de esa breve novela me han surgido muchos temas para seguir escribiendo.

Solo mencionaré que están las descripciones de la ciudad, como la casa de la Via Manno, que es adonde se va a ir a vivir la nieta que narra la novela, o antes, la de la Via Sulis, y otras, que muestran a esa bella ciudad, que tuve la suerte de conocer y donde está viviendo mi nieto mayor porque juega hockey sobre césped para un club de Cagliari.

No por nada esta novela, ya traducida a cinco idiomas, entre ellos el alemán, el francés y el español, ha sido un resonante éxito de crítica y público.

LÉANLA, PERO CON TIEMPO PARA RELEER NO LINEAL, SINO ALEATORIAMENTE, SIGUIENDO PERSONAJES PARA COMPLETAR ESAS RICAS HISTORIAS DE VIDA Y DE ESA REGIÓN DEL SUR DE ITALIA.

SEÑORA DE LA PATAGONIA DE SILVINA POSE POR ADOLFO ARIZA

SEÑORA DE LA PATAGONIA DE SILVINA POSE POR ADOLFO ARIZA

Este libro fue comprado por mi hija en San Martín de los Andes buscando materiales de Literatura Juvenil para sus clases.

Como se ve en la tapa del libro, el título completo es: Señora de la Patagonia sangre india, sangre blanca (lo último en una segunda línea).

Algo que me ha sorprendido es no hay casi nada sobre la autora y el libro. Es una obra interesante, bien hecha, y su temática debiera ser difundida, sobre todo entre los/las jóvenes, en estas épocas en que se manifiestan reivindicaciones de sectores postergados y/o discriminados, como las del género femenino. El de las poblaciones originarias es uno de ellos (no solo en Argentina). Fueron exterminados, echados de sus tierras, sometidos a condiciones indignas de vida. Solo por eso, vale la pena leer la novela de Silvina Pose.

Por lo de arriba, voy a incluir los datos biográficos de Silvina Pose que están en la solapa de la novela (es un tema interesante el del género de la obra).

Nació en Buenos Aires en 1966. Se recibió de Licenciada en Letras en la UBA en 1993. Diploma de Honor en 1997 y Profesora en Letras en 1995.

Trabajó como docente de talleres de escritura y lectura, y en cursos de ingreso al secundario y de capacitación continua para el personal no docente de la UBA.

Publicó libros de cuentos para niños, como coautora, en la Colección Manijita, de Editorial El gato de hojalata.

¿Qué hacemos hoy? ¿A qué jugamos hoy? ¿Qué festejamos hoy? ¿Qué nos ponemos hoy?

Publicó el cuento Tiempo récord en la Revista Billiken y obras para adultos como ¿Para quién es el grupo de Whatsapp? en la Revista Aula Abierta.

Además, creo importante compartir los propósitos que la llevaron a escribir la novela, y que manifiesta en la contratapa:

“La presente novela está inspirada en personajes de la vida real y en circunstancias de la realidad argentina.

Sin embargo, nuestro país no es rico en información sobre la época y región en que transcurre. Pareciera que el viento frío, las circunstancias durísimas y la soledad del paisaje se empeñaran en escondernos los hechos de la realidad.

Es por eso que, si bien el trasfondo que me inspira es de la vida real, muchos hechos fueron extrapolados por mi imaginación, recreados, ficcionalizados a partir de los rumores que la región y la cultura me hicieron llegar.

He encontrado muchas veces versiones contradictorias, como casi siempre ocurre cuando la historia llega a nosotros de boca en boca. La mayor parte de las veces la historia tiene dos caras, como Jano. Sabrá el lector tomar partido por aquella que más se adecue a su razón, o a su corazón. Hay quienes puedan sentirse dolidos por una posición. Pero también quienes puedan sentir lo mismo por la versión contraria. Espero, con mi relato, achicar las diferencias, allanar el camino.

Permítaseme decir que el valor que esta novela pueda llegar a tener radica en la posibilidad de brindar un homenaje a Bibiana García. Una mujer que, habiendo tenido una vida llena de dificultades, eligió luchar de manera pacífica e inteligente por su tribu; y conseguir resultados que de otra manera no se hubieran alcanzado. Tanto más valiosos sus logros, puesto que su vida transcurrió en una época en la que algunas de sus acciones eran, además, impensables para una mujer.

Invito al lector a conocerla, a seguir el derrotero por el que transcurrió su vida, a rescatar el valor que tuvieron ella y sus logros, a amar a su tribu y a su mundo duro, pero hermoso, como ella supo amarlo.”

Destaco este párrafo: “Es por eso que, si bien el trasfondo que me inspira es de la vida real, muchos hechos fueron extrapolados por mi imaginación, recreados, ficcionalizados a partir de los rumores que la región y la cultura me hicieron llegar.”, porque es fundamental entender su intención, que no es la de atenerse a la verdad histórica, sino escribir una obra de ficción a partir de aquella.

Lo que sí es central en su producción es lo que dice después: “el valor que esta novela pueda llegar a tener radica en la posibilidad de brindar un homenaje a Bibiana García”.

Así es, y la he sentido valiosa como la autora pretendió.

Busqué una biografía de Bibiana García (mejor, Dughu Thayen, como eligió llamarse), y muchos datos coinciden con lo que leemos en la novela.

De todos modos, además de la intención que destaqué, hay que tener en cuenta lo que la misma autora dice: hay poca información y, muchas veces es poco segura, por lo que no es fácil tener datos fidedignos.

Una buena manera de presentar a Bibiana, de madre india y padre español, es contar las circunstancias en que eligió el nombre indio, que significa “Cascada rumorosa”.

Ella y su hermana mayor, Eufemia, fueron llevadas cautivas por un malón de indios catrieleros, en un ataque (circa 1855). Cuando fueron rescatadas, en 1867, (en la novela por su padre Florencio García, pero en alguna biografía el padre había sido muerto cuando se las llevaron), Bibiana, a diferencia de su hermana, eligió quedarse con los Catriel, “su gente”, como lo dice ella misma.

¿Quiénes eran los Catriel?

Catriel es el nombre de una dinastía de caciques “pampas”. Dicha dinastía de caciques se desarrolló durante fines del siglo XVIII y durante el siglo XIX. (Wikipedia)

Los indios pampas son la presencia humana más antigua en territorio argentino. La designación de “pampas” les fue dada por los españoles, y es una palabra quechua (lengua de los incas), que significa “llanura”.

Los pampas antiguos eran del tipo racial “pámpido”, altos y atléticos, y habitaron Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y San Luis.

Se podría considerar la figura de Bibiana con la de una “india blanca” (generalmente cautivas que se asimilaron a la vida de los aborígenes), pero lo diferencial es que ella tenía –como indica el título- sangre india y blanca, y eligió ser india porque prefirió esa vida dura y primitiva, tanto que llegó a ser cacica y “Machi”, o sea la curandera y bruja de la tribu.

Siempre me interesó el tema de los indios, sobre todo desde que – cuando cursaba Literatura Argentina I- entendí cómo eran considerados por la clase dirigente de la segunda mitad del siglo XIX.

José Hernández en el Martín Fierro defiende al gaucho, sector social descartado por esos dirigentes que formaron inicialmente la Generación del 37 y llegaron a su máxima expresión en la Generación del 80, pero no al indio, al que, además, descalifica.

El tema es que Hernández –más allá de su oposición con Sarmiento- era parte de esa clase dirigente que concibió el modelo de país que se consolidó a partir de 1880. Ese modelo se centraba en la exportación de materias primas, o sea buscaban que Argentina fuera un país agroexportador.

Por eso, el indio era un obstáculo que había que desplazar para liberar las extensiones de la pampa que había que cultivar y llenar de vacas.

Y fue lo que hicieron, y la Campaña del Desierto es un punto culminante de esta política. Los indios fueron echados de las tierras que siempre habían habitado, muchos muertos o usados como mano de obra barata. Incluso en esa época se habló de encomiendas modernas, para hacer ver la crueldad y la injusticia que padecieron esas poblaciones originarias.

Personalmente, adhiero la figura de genocidio y de crimen de lesa humanidad y rechazo la caracterización de esas políticas contra los indios como una gesta nacional.

Es claro que no había posibilidades de coexistencia del proyecto de Nación Argentina que se buscaba y las tribus originarias, pero nada justificaba su cruel destrucción.

Hay poca literatura sobre los indios, al que más recuerdo es a Lucio V. Mansilla, con su Excursión a los indios ranqueles, en la que describió coloquialmente sus costumbres. Por esto, valoro más la novela de Silvina Pose, que rescata la vida de esas tribus, sus costumbres y valores y narra cómo se los llevó a la desaparición.

También es muy valioso lo que ya mencionamos antes: la novela es un homenaje a una mujer que no solo eligió ser india, sino también trabajar para que su pueblo pudiera encontrar una forma de vida distinta de su pasado, pero con validez y dignidad. En la obra se incluye un decreto de Roca, de 1889, por el que se crean dos colonias pastoriles para que instalen indígenas de Río Negro y La Pampa. Más allá de lo pobre que es este logro para los pobladores originarios que habían perdido casi todo, lo que quiero realzar es que fue el fruto de un largo y paciente trabajo de Dughu Thayen y de la gente que la acompañó hasta su muerte.

Solo por estas cosas, vale la pena leer la novela, que, además, se lee con interés, a pesar de su formato de crónica (los hechos se narran según el orden temporal en que ocurrieron), en el que las Partes (forma de división que elige la autora) están divididas en años). No es fácil hacer interesante ese formato poco amigable con la ficción, pero la novela es llevadera.

Esto nos lleva al tema del subgénero en el que se inscribe la novela. A mi modo de ver, es una novela histórica.

¿Qué es una novela histórica?

Es un subgénero narrativo que nació alrededor del siglo XIX y que sigue teniendo valor hoy. Se basa en tramas ubicadas en un contexto histórico real con personajes reales, pero con historias que pueden ser o no ficticias.

Hay una nueva novela histórica que hace una relectura crítica del pasado, intentando una reconstrucción que supone tanto el conocimiento de los hechos históricos, como también su distorsión, o sea produce una “versión” que nos pone frente a lo esencial de la historia o el real sentido de lo que sucedió.

Eso quiso hacer Silvina Pose, y lo logró, porque nos permite adentrarnos en una etapa vergonzante de la Historia argentina (no la única, sino recordemos la Guerra de la Triple Alianza, en la que fuimos cómplices de la destrucción de Paraguay, para colmo como brazo ejecutor de la política brasileña).

Ya que no podemos remediar el pasado, por lo menos entendamos lo que pasó, así por lo menos no compramos cuentos como el ridículo que inventó el macrismo contra los mapuches para cubrir los excesos represivos de Gendarmería.

Es un libro interesante, que nos lleva a un mundo poco conocido: el de las poblaciones aborígenes que ocuparon vastos sectores de nuestro país.

Tengamos en cuenta que muchos de sus descendientes hoy siguen viviendo en pésimas condiciones, sin gozar de los mínimos derechos que significan una vida digna.

LEAMOS ESTA HISTORIA DE BIBIANA GARCÍA (NO, MEJOR DUGHU THAYEN) Y COMPRENDAMOS CÓMO SE TRATÓ A LOS PUEBLOS ORIGINARIOS. ES UNA MANERA DE AYUDARLOS.

CONSECUENCIAS DEL NEO LIBERALISMO: ENTENDAMOS Y HAGAMOS LO QUE HAY QUE HACER

CONSECUENCIAS DEL NEO LIBERALISMO: ENTENDAMOS Y HAGAMOS LO QUE HAY QUE HACER

Esta nota es el origen:

La combinación de un neoconservadorismo moralizante y autoritario con la apología del libre mercado

El neoliberalismo del siglo XXI

https://www.pagina12.com.ar/330127-el-neoliberalismo-del-siglo-xxi

21 de marzo de 2021

Por Juan Carlos Aguiló

Como verán, esta nota ya tiene unos días. La guardé, después me fui unos días de vacaciones con mi familia, y ahora, en la búsqueda de retomar la actividad en mis blogs, la retomo porque me pareció que incluso tiene mayor relevancia que antes por la evolución de la pandemia, en Argentina y en el mundo.

Además, lo hago en una situación de mucha tristeza por la muerte por COVID de Lilian Montes. Ella me acompañó como preceptora en mi curso de 1º 2ª del Colegio Universitario Central, donde dictaba Latín. En esa época cursaba la carrera de Literatura en la F.F. y Letras de la UNCuyo. Se recibió, fue Profesora, Vice y Directora de la Escuela. Tenía 61 años y fue un golpe fuerte para mí.

¿Tiene algo que ver con lo que plantea tan bien Juan Carlos Aguiló (hemos compartido actividades en la UNCuyo)?

En un sentido sí, y voy a citar los párrafos finales de la nota que incorporo a mi entrada:

“La profecía autocumplida de los que alentaron los períodos de desfinanciamiento, desinversión y deslegitimación y, cuando ocupan el gobierno, acuden a las consultoras privadas para solucionar problemas de “gerenciamiento” y escasa “resiliencia” de las/os servidores públicos.

Es crucial confrontar estos discursos en la arena pública desmontando su pretendida neutralidad, develando sus intereses e historizando sus derroteros como una forma de contribuir a la disputa cultural ineludible, que persiga el desenmascaramiento del sentido común liberal como una de las tareas inevitables en la confrontación de las fuerzas democráticas, progresistas y populares con los sectores dominantes en la Argentina.”

Es mi intención colaborar en este poner en evidencia aquellos factores que están avanzando en un proceso hegemónico contra los proyectos nacionales y populares con terribles resultados, en muchos sentidos, no solo políticos.

Veamos el título de la nota: Aguiló destaca los aspectos del neo conservadorismo y del libre mercado como los dos rasgos relevantes de esta etapa del neoliberalismo y sus consecuencias en el mundo actual.

Personalmente, quiero avanzar en algunos aspectos que también signan a esta etapa, algunos mencionados en la nota, como “los problemas actuales de desigualdad global, debilitamiento de las democracias y degradación ecológica”, pero que considero importante resaltar en este intento –uno más- de colaborar en que nuestra clase media urbana comprenda que hay un plan global perverso, con el que está colaborando, en general por ingenuidad, por decirlo suavemente.

Creo que la pandemia permite visualizar y resaltar algunas consecuencias de este plan, que no es nuevo.

Algunas referencias:

Recordemos que fue el régimen de Pinochet desde 1973 el que, con sus “Chicago Boys” instaló un proyecto neoliberal y de ajuste en Chile. En Argentina fue, a partir del golpe de Estado de 1976, el gobierno genocida del Proceso de Reorganización Nacional el que empezó un plan semejante continuado por Gobiernos democráticos como los de De la Rúa, Menem y Macri.

Además de ejemplos como estos, tenemos que comprender que hay aportes teóricos que fundamentan esta declamada hegemonía del neo liberalismo.

Wikipedia lo sintetiza así: “liberalización de la economía, el libre comercio en general y una drástica reducción del gasto público y de la intervención del Estado en la economía en favor del sector privado, que pasaría a desempeñar las competencias tradicionalmente asumidas por el Estado.”

Mencionaré un ejemplo de un aporte que en su momento tuvo mucho auge: el de Francis Fukuyama, que planteó la idea de que la democracia liberal —capitalista, se entiende— era el final de la Historia en tanto “punto final de la evolución ideológica de la humanidad”, que derivaría necesariamente en la “universalización de la democracia liberal occidental como la forma final de gobierno.”

Es cierto que recibió muchas críticas desde el comienzo y que, además de la descalificación teórica, la realidad demostró la imposibilidad de que el resto del mundo aceptara ese modelo de “democracia” como forma de gobierno y gestión válidos, pero, en su momento, pareció que realmente estábamos entrando en un mundo nuevo, que nos llevaría a resolver todos los problemas que teníamos.

¿Por qué hago estas referencias en relación con esta nota y el contexto de la pandemia?

Porque quiero colaborar en la comprensión de que el mundo en que vivimos hoy está profundamente marcado por las consecuencias de este proyecto político que nos está poniendo en gravísimo riesgo de destrucción.

Encontré una nota de Diego Marinelli sobre la pandemia en el número 920 de la revista Rumbos que me parece interesante para compartir:

“EI cine catástrofe nos ha ayudado a entender nuestro lugar en la pandemia bastante mejor que los libros de historia. Sin faltarle el respeto a las crónicas de la gripe española de 1918, a comienzos del siglo XX no existía el contexto de la revolución tecnológica ni la descomunal circulación global de bienes y personas que definen la identidad-y la gravedad- de esta crisis del coronavirus. Allá por los comienzos de las cuarentenas duras, la película Contagio, de Steven Soderbergh, fue durante semanas lo más visto en los streamings de todo el planeta. Definía, con una certeza alarmante, lo que estaba ocurriendo (ocurriéndonos), pero en una visión que tenía varios años de anticipación: murciélagos infectando a cerdos en un mercado chino, gentes contagiadas que desperdigan el virus por todo el mundo, sistemas de salud colapsados…”

Está claro que el virus se ha difundido tan terriblemente en buena medida por la enorme cantidad de viajes en avión que hoy se realizan. Y esto tiene que ver con la globalización, ese proceso de integración mundial en los ámbitos económico, político, tecnológico, social y cultural, que ha convertido al mundo en un lugar cada vez más interconectado, tanto que incluso se llega a hablar de “aldea global”. Esto comenzó a mediados del siglo XX, continúa y ha hecho que en poco tiempo el mundo sea bastante diferente del que conocí (nací en 1946). A la vez ha posibilitado que el proyecto neoliberal haya desarrollado estrategias que le han dado enorme poder a las corporaciones de los países centrales.

La pandemia ha puesto en claro la enorme significación económica del turismo hasta el punto de que mucha gente concibe el viajar a otros países –muy remotos muchos- es una especie de paraíso soñado.

¿Cuánta necesidad hay de que gente de recursos económicos medios esté un año o más pagando un viaje all inclusive de pocas noches a Tailandia?

¿Se ve que lo que nos plantea Aguiló es importante, y tiene que ver con nuestra vida y la de nuestros descendientes?

Supongo que para la mayoría será evidente que muchos de los problemas que tenemos son consecuencia del proyecto neoliberal y su fracaso irremediable, que nos está llevando puestos.

La banalización de la vida que muestra el ejemplo de los viajes innecesarios como parte de un consumismo exacerbado desde las corporaciones que incluyen medios de comunicación propios que difunden lo que les haga falta para mantener y profundizar su poder económico y político, ha deteriorado la capacidad de análisis de los verdaderos valores de una vida significativa para nosotros y un futuro válido.

Hoy, domingo 11 de abril, el Diario Los Andes publica una nota de opinión (Miguel Ángel Gutiérrez https://www.losandes.com.ar/opinion/la-politica-de-la-ignorancia-y-la-sociedad-del-conocimiento/), en la que encontré un  aporte más para entender la complejidad de la realidad, y la velocidad de las transformaciones en el mundo.

“La globalización de fines del milenio suponía un desafío al mundo organizado en naciones y mercados, homogéneos y permanentes. El covid19 cruzó toda actividad humana, en todas partes haciendo que la propia naturaleza -que ignoramos con entusiasmo- sepultara ideas y creencias sobre las que transitaba nuestra vida.

Las viejas y nuevas tecnologías -desde las antiguas TIC a las recientes: NBIC, RA/RV, AI, 3/4D, y 5/6G, entre otras- abren opciones para tentar nuevos caminos, suponen oportunidades, pero también riesgos, que suelen quedar ocultos por el lucro que guía a la innovación sin consideración de consecuencias que pueden generar, ni responsabilidades, lo que conjuga también conocimiento e ignorancia.”

Agrega:

“La globalización 2.0 muestra cambios en las fuerzas motrices de la primera: de la aceleración de la historia pasamos a la aceleración del futuro; de la dilución de las fronteras a la confusión de la noosfera de Chardin con la biosfera; y de la crisis del Estado-Nación a la crisis generalizada de Estados, instituciones, organizaciones, de la autoridad y las comunicaciones.

Del diseño de múltiples formas de sociabilidad pasamos al diseño de la vida y de la muerte. El hombre que renunció a Dios en la modernidad, confiado en la racionalidad y la ciencia, cayó en el desconcierto y la incertidumbre, que se alimenta de la falta de conocimiento y la ignorancia. Es necesario reconocer el nuevo mundo que surge frente a nuestros ojos, sumado al mental y físico de las personas, como contextos donde toda posible combinación, intercambio, y configuración de redes es posible.”

En este punto estamos, y es bueno sacar una conclusión política. Les propongo la mía:

Hemos vivido una etapa política en que pareció que se consolidaban los Gobiernos que desarrollaban el proyecto neoliberal. Es más, varios de esos Gobiernos en América Latina nacieron como producto de maniobras armadas por las corporaciones de los países centrales –claramente EEUU. Es bueno señalarlo cuando se está haciendo evidente la ilegalidad y corrupción de las estrategias que los llevaron al poder.

No he visto nunca antes Presidentes tan malos –en todo sentido- como Trump o Bolsonaro. Tan malos que las sociedades han reaccionado y se ha producido el hecho sin antecedentes de que pierdan sus reelecciones, como Trump o Macri.

En Perú habrá ballotage: el que ganó es Pedro Castillo, un maestro de izquierda. Es una oportunidad más para salir de Gobiernos neo liberales que no creen en un proyecto progresista para América Latina.

O sea que la democracia no acepta este neoliberalismo destructor y nefasto, lo que da esperanzas, pero para lograr una transformación global significativa (como la que hace falta en el tema de la crisis ambiental) es necesaria una mayor conciencia social y una acción organizada que parece difícil, pero que es el camino.

ESE ES EL DESAFÍO. HAGÁMONOS CARGO.

ÉSTE ES EL MAR DE MARIANA ENRÍQUEZ POR ADOLFO ARIZA

ÉSTE ES EL MAR DE MARIANA ENRÍQUEZ POR ADOLFO ARIZA

Cuando buscaba una novela para mi esposa en un mesón de una librería, encontré esta novela corta de Enríquez, a la que apenas conocía. Me atrajo por alguna razón todavía desconocida, y me la llevé.

Alcancé a leer unas páginas y la dejé: la narración de cómo Helena lleva a una fan de Fallen –una chilena adolescente- al suicidio, me impactó mucho. La describe así: “Había elegido bien, pensó Helena, antes de evaporarse en el calor del vagón. Era débil y estúpida y cobarde.”

Dejé de leerla. He dado clases en el Secundario durante más de cuarenta años y he estado con muchos adolescentes –algunos de los cuales deben de haber sido como Estefanía, una de esas adolescentes a las que cazaban las de la especie de Helena, las del Enjambre, fans no humanas, que “nunca dormían, como los tiburones.”

No pude sobrellevar, en ese momento, la dureza de ese mundo de ficción y volví la novela a la estantería de mi biblioteca.

Como ya he dicho, no suelo dejar novelas a medias, y retomé su lectura hace unos días. La leí casi de corrido, porque es muy atrapante esa historia del tipo de las que le gustan a Mariana Enríquez, historias de sectas, de monstruos, que le permiten adentrarse en la parte oscura e inexplicable de nuestras vidas

No es un hecho casual, ni circunstancial:

“Durante su infancia, Mariana Enríquez creció impactada por las historias de magia negra en las que creía fervientemente su abuela, y que le contaba mientras vivió en Lanús, un suburbio de Buenos Aires, junto a sus padres. Cuando se mudaron a Buenos Aires, a finales de los años ochenta, arranca la democracia, hay una profunda crisis económica y ella descubre la música punk, la cultura gótica y la literatura de terror. Durante un tiempo estudió periodismo para poder escribir crónicas de conciertos, y con 19 años publicó una novela, ‘Bajar es lo peor’, que tenía todo lo que tiene que tener una novela escrita con 19 años: drogas, sexo y autodescubrimiento juvenil.” (https://www.xataka.com/literatura-comics-y-juegos/mariana-enriquez-oscuro-mundo-gran-autora-literatura-terror-espanol).

Ella misma relata la influencia que tuvo sobre ella el Informe sobre ciegos, tercer capítulo de la monumental Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sábato, y que se puede leer de forma independiente. Esta es una historia de terror psicológico en la que un hombre se obsesiona con que todos los ciegos del mundo estén confabulados en una conspiración.

Debo confesar que me costó comprender en su momento por qué Sábato lo incluyó y el sentido que tiene dentro del universo ficcional de la novela, pero lo real es que para Enríquez fue un elemento clave para su escritura.

Como en Informe sobre ciegos, Enríquez usa como entorno y espacio actuante de su ficción a ambientes urbanos, en algún caso, Buenos Aires y en Este es el mar, Santiago de Chile y Los Ángeles, o donde haya recitales de rock o esté radicada la banda de rock.

¿A qué se dedica el Enjambre?

Así se lo describe en la novela:

“El enjambre era vasto, eran muchas sus integrantes; pero no podían cambiar de rostro ni de cuerpo, tan sólo de ropa: les tocaba un único cuerpo humano. Y muchas integrantes del Enjambre se repetían en las fotos. Habían pasado sesenta años entre una foto y otra y, sin embargo, el mismo rostro adolescente lloraba en primera fila y había llorado tantas veces durante décadas y había aparecido en tantas fotos y nadie, jamás, se había dado cuenta”.

Son una especie de musas que se integran y sobrevuelan a esas/os adolescentes capaces de cualquier cosa para estar cerca de cantantes que aman sin límites. Son las responsables de que músicos como Kurt Cobain, Sid Vicious o Jim Morrison mueran de repente –aunque sus vidas sean un muestrario de adicciones que los llevarían seguramente a una muerte casi sorpresiva que será la clave para que se transformen en leyenda para siempre.

Ahora bien, en la autora lo real y lo imaginario se mezclan permanentemente. Recordemos la historia del “Club de los 27”: las estrellas del rock que murieron trágicamente a los 27 años: Robert Johnson, Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Amy Winehouse, y veremos cómo funciona el mundo que recrea Enríquez.

Helena era una más del Enjambre, del que quería salir, y fue elegida para llegar a ser una “Luminosa”, o sea una de las responsables de haber guiado a cada uno de los artistas que mencioné a ser una leyenda. Ella deberá lograr que el cantante de Fallen, James Evans, también llegue a ser una de esas leyendas con lo que ella pasará a formar parte de ese selecto grupo de seres de supra e inframundos: las Luminosas.

Pero, si no lo logra, desaparecerá.

Hay también una visión crítica del mundo del rock, del star system, en el que el valor musical tiene menos importancia que esos rituales místicos, construidos desde el conocimiento de la comunicación sociológica y la tecnología para reducir a esos fans a seres primitivos impulsados por emociones y pulsiones básicas e inmanejables.

He escuchado a más de una personalidad del rock quejarse de que este ha dejado de ser, no solo lo que fue, sino lo que le dio sentido y fin.

Es permanente –y muy atrayente, aunque tensiona la lectura- este ir y venir de la realidad a lo mágico, de lo simbólico a la descripción de sectores sociales en sus instancias más terribles y degradantes.

“Enríquez ve, como derivación de esa crítica social, a la ciudad también como una catedral de cemento y horrores. Decía en ‘Marea nocturna’ que su relación con el terror es un perfecto reflejo de la vida anónima e insensible en las ciudades: éstas y su ritmo acelerado te obligan a dejar que lo terrible, aunque suceda a nuestro alrededor, siga su curso. Y de ese modo te distancias del otro, del diferente. Todo ello (las casas, las ciudades, los niños, la sociedad) conforman el panorama aterrador que Enríquez refleja en sus cuentos, y que convierte en relatos de miedo con un uso único del folclore, las leyendas urbanas y la mitología.” (Xataka, link citado).

LAS MUSAS Y EL SUPRA E INFRA MUNDO

Las Musas son las divinidades inspiradoras de las artes, por lo tanto, tiene sentido que lleven a los artistas a ese punto supremo de lo que sería hoy la creación artística, pero ya mencionamos que el rock en la actualidad es distinto de lo que alguna vez fue.

O sea que el arte ya no es lo que era; y tampoco las musas son lo que las enciclopedias describen.

“En sus orígenes, Zeus creó el mundo y preguntó a los demás dioses si creían que se había olvidado de hacer alguna cosa. Le dijeron que sí, que faltaba algo capaz de expresar toda la belleza de aquella producción, algo que alabara ese mundo. Y así aparecen las Nueve Musas. Deidades, diosas con la función de inspirar a los auténticos artistas. O, dicho de una forma más exacta, de raptarlos. (http://vein.es/que-hay-detras-de-las-musas/)

Walter F. Otto –en la misma nota-  dice que “las musas traen el canto de “lo divino que hay en el mundo”. Porque cuando raptan a un artista, este pronuncia todo aquello que merece la pena ser dicho. Lo más hermoso e importante, y lo más terrible. Lo que tiene la capacidad de trascender el tiempo y la persona y permanecer.”

Sería arriesgado decir que Enríquez tiene en cuenta esta visión al concebir a estas musas elusivas y terribles, pero tiene sentido.

Tengamos en cuenta que las musas tienen que preservar la magia, la inspiración, para permanecer vivas por siglos (las musas de Éste es el mar también).

Tienen reglas entre ellas, que todas las musas deben de cumplir. Y no todas las musas cumplen esas reglas (como Helena, que empieza a sentir como humana).

Algunas musas se saltan las reglas y, entonces, el resto debe hacer pagar a la musa que desafía las reglas su castigo por su traición. En esta novela, hay una relación mucho más protectora y empática, aunque la amenaza del castigo –terrible- siempre está.

Están las Imago, que nacieron de una gota de sangre y “enloquecen y torturan a quienes persiguen en la tiniebla”. Si ellas atrapan a James, “para él significaría una vida desgraciada y el olvido”. Son las tres erinias, diosas infernales del castigo y la venganza divina. En la obra aparece Megera (La de los celos) tatuada como las fans, y Erín, la mayor, la más terrible.

Está la Madre Hécate, diosa de la hechicería y lo arcano, con una antorcha en la mano.

Es una red oscura, y una red de mujeres, que también es un rasgo de la autora: siempre el sexo femenino es la fuente de poder mientras que los hombres son sujetos pasivos. James Evans, la estrella que va a ser leyenda, se deja llevar y se limita a tocar y ser tocado. Helena, convertida en su asistente, decide por él sin llamar la atención.

Voy a resistir la tentación de seguir penetrando en ese supra mundo que contiene a los fans y al rock. Vale la pena leerla.

Mariana Enríquez nació en 1973 en Buenos Aires. Es licenciada en Periodismo y Comunicación Social, trabaja como subeditora del suplemento Radar del diario Página/12 y es docente de la Universidad Nacional de La Plata.

Su último libro, Las cosas que perdimos en el fuego, está siendo traducido a dieciocho idiomas y recibió el premio Ciutat de Barcelona a la mejor obra en lengua castellana.

VALE LA PENA LEERLA.

UN RECUERDO DE HACE MUCHO TIEMPO

Esta novela ha seguido actuando en mí: por ejemplo, el tema de las musas como guardianas de la magia y que, cuando raptan a un artista, éste dirá: “Lo que tiene la capacidad de trascender el tiempo y la persona y permanecer.” Hace unos momentos vino a mi recuerdo algo que aprendí –creo- en la Facultad de Filosofía y Letras, cursando Latín IV, con el querido Claudio Soria: poema en Latín es carmen, pero carmen también es canción, hechizo, conjuro, o sea es magia.

Tengamos en cuenta que la poesía nació unida a la música, de ahí que el término canción fuera aplicado a las composiciones en verso que cantaban los poetas.

En algún lugar, hoy, se encuentra todo esto, y lo he encontrado en Éste es el mar.

¿Ven por qué digo que hay que leerla?

BEATRIZ SARLO: EJEMPLO DE GORILISMO POLÍTICAMENTE CORRECTO

BEATRIZ SARLO: EJEMPLO DE GORILISMO POLÍTICAMENTE CORRECTO

En https://www.serargentino.com/ se explica el origen de la denominación de “gorilas” que usamos los peronistas y algunos otros.

“En Argentina, un gorila es un antiperonista, militar o civil. Pero todo comenzó por una broma involuntaria de un programa cómico.

En 1952 debutó en Radio Argentina La Revista Dislocada, creado por Délfor Dicásolo, con libretos de Aldo Cammarota y locución de Cacho Fontana. El ciclo fue transmitido por diferentes radios y canales de televisión hasta 1973, cuando fue prohibido por el gobierno militar de Lanusse.

Paralelamente, en 1953 se estrenó en Estados Unidos la película Mogambo, protagonizada por Clark Gable, Ava Gadner y Grace Kelly. En una de las escenas del film, Gable –quien personificaba a un seductor cazador de animales salvajes en África– está con Grace Kelly, quien estaba enamorada de él. En el fragor del romance, se escucha un fuerte rugido que provoca que la joven Grace se arroje en los brazos de Gable, quien para tranquilizarla le dice: “Calma, deben ser los gorilas”.

En 1955, esa escena inspiró al libretista de La Revista Dislocada para hacer un sketch en el cual un coro entonaba un jingle, que decía: “Deben ser los gorilas, deben ser, que andarán por ahí”. Sin bien el sketch no tenía nada que ver con cuestiones políticas, el público lo interpretó como una alusión a lo que por entonces circulaba con sigilo: un movimiento subterráneo de tropas para derrocar a Perón.

Fue así como, luego del golpe militar llevado a cabo por la Revolución Libertadora, los peronistas comenzaron a utilizar el término gorila para calificar a los partidarios del golpe que desalojó a Perón y a todo aquel que estaba en contra del régimen peronista. Incluso hasta el día de hoy.”

Ahora bien, el término excedió los límites argentinos y a la referencia a los militares. En 1963 Fidel Castro dijo en un discurso:

“¿Y qué van a hacer los imperialistas? Se cocinan en su propia salsa y los gorilas toman el poder, claro que, apoyados por los gorilas de Estados Unidos, porque en Estados Unidos hay también gorilas civiles y gorilas militares; los gorilas del Pentágono apoyan los gobiernos de gorilas con uniforme militar, y los gorilas del Departamento de Estado promueven gobiernos de gorilas vestidos de civiles, y tienen allí adentro sus contradicciones, y esas contradicciones se manifiestan en los países de América Latina.” (Wikipedia)

Creo que hay que analizar lo de gorila como sinónimo unívoco de anti peronismo, porque ser gorila es una concepción político ideológica anterior al peronismo que se refiere al rechazo –también emocional y profundo- de los movimientos con sesgo nacional y popular. También incluye a los populismos latinoamericanos que son movimientos populares, herederos del movimiento independentista.

El 17 de octubre de 1945 nació el Peronismo y, simultáneamente, el anti peronismo, que fue –y es- fundamentalmente gorila. Si no, ¿cómo calificar a los que hablaron de “las patas en la fuente” (expresión que tomó Leónidas Lamborghini para título de un poema que vale la pena leer) para aludir a los que marcharon para reclamar al Coronel Perón? ¿Qué diferencia hay entre decir “aluvión zoológico” (Diputado nacional Ernesto Sammartino, Unión Cívica Radical, 1947) y “negros villeros de mierda” como se escucha en las marchas anti Gobierno? ¿No fueron gorilas también los civiles que acompañaron el golpe de septiembre de 1930, que sacó del poder al Presidente Hipólito Yrigoyen?

Hemos visto en las marchas de las que hablo arriba a personas que llevaban con orgullo caretas de gorila como símbolo de su rechazo al peronismo, pero, a mi modo de ver, esta denominación de “gorilas” tiene un sentido más descriptivo que despectivo.

De última, la “grieta” tiene que ver con esto, lo nuevo tal vez sea la radicalización de esta posición de derecha, que hoy es fascista, violenta, xenófoba, “anti negros”. Además, en esta posición se enancan todos/as los/las que quieren sacar ventaja de la enorme desigualdad del mundo, y, sobre todo, de América Latina: grupos corporativos con intereses en la explotación de un mundo insostenible e insustentable (en estos grupos los medios tienen un rol preponderante, al igual que parte de la justicia, pero una parte poderosa).

En el tema de Sarlo, se encuentran las dos situaciones que menciono: la ideológica, con toda su historia y variantes, y el uso que da la derecha corporativa y política, con su estrategia de medios de comunicación, lawfare y corrupción, de ese modo de ser y sentir de un sector de nuestra clase media urbana y alta (el sector agrícola ganadero, por ejemplo).

Sarlo pertenece a ese sector, a pesar de alguna militancia en la izquierda, ya que en 1968 tuvo una breve militancia política en el peronismo de la CGT de los Argentinos y luego ingresó al Partido Comunista Revolucionario.

Por eso en el título de la entrada hablo de “gorilismo políticamente correcto”. Es una intelectual reconocida, más allá de que se hayan agitado las aguas con el lío de la vacuna, y hayan aparecido críticas y recuerdos polémicos, como el de un desencuentro con David Viñas, pero sería de baja estofa revolver estas cosas que, como se dice, mientras más lo hacemos, más olor sale.

No es la primera intelectual anti peronista, (y de izquierda) ni mucho menos. Cortázar se reconoció como “un anti peronista blanco”, las anécdotas de Borges son muy conocidas, Marechal (nada menos) sufrió todo tipo de descalificaciones y aun persecuciones por su militancia peronista.

O sea que nada hay de nuevo en esto, y los movimientos del campo nacional, como el Peronismo, conocen desde hace mucho distintas manifestaciones de ese orden.

Lo que hace la diferencia es el uso que menciono arriba, que tampoco es nuevo: los golpes de Estado de 1930, 1955, 1976 fueron cívico militares, tanto por el apoyo, como por la participación directa de civiles en la preparación, ejecución y gestión de esos Gobiernos de facto, pero, cuando se cambia de estrategia, a partir de los 80, y aparece el “… golpe de Estado blando, golpe suave, golpe encubierto o golpe no tradicional” … “uso de un conjunto de técnicas no frontales y principalmente no violentas de carácter conspirativo, con el fin de desestabilizar a un gobierno y causar su caída, sin que parezca que ha sido consecuencia de la acción de otro poder” (Wikipedia), el gorilismo también se adapta a los tiempos.

Es cierto que es mejor que no te encarcelen, secuestren, fusilen o desaparezcan, pero también es cierto que la capacidad de fuego de quienes manejan esta estrategia, aunque más sutil, es mucho más poderosa.

La concentración de poder de estos grupos supranacionales es enorme: aprovecharon al máximo la globalización, la tecnología, los procesos pos “perestroika”, y todo lo que derivó de esa trasformación del mundo.

Mi objetivo es que se visualicen las causas y efectos de ese gorilismo, que no se lo magnifique (la difusión que ha tenido el tema Sarlo no es positiva), pero que se comprenda que no es neutro y que tiene implicancias importantes.

Hace poco se supo que Luis Majul en su programa explicó que él mismo visitó Comodoro Py e impulsó al fiscal Eduardo Taiano a citar y localizar a la intelectual para que ratificara o rectificara su denuncia mediática en sede judicial.

Ese es un procedimiento propio del lawfare, que también se usó en los golpes de Estado blandos que mencioné arriba.

Está claro que la declaración de Sarlo sobre que no había habido oferta por debajo de la mesa echó a perder la maniobra de Majul (¿hace falta que recuerde que este pseudo periodista forma parte del equipo que instaló La Nación+ para jugar un papel central en la estrategia de periodismo de guerra que ha elegido la oposición para tratar de volver al poder?)

No contaron que con que, Sarlo, intelectual aristocrática, tiene límites distintos de los de Patricia Bullrich, que no duda en presentarse en Formosa vestida de presa, para meterse en el tema local, y tratar de limar al Peronismo.

Por eso falló la maniobra, pero la intención de usar todo lo que esté a mano, incluida la Justicia, está presente, y lo seguirá estando.

Es cierto que es un recurso rastrero, indigno de llamarse político, pero nunca ha habido límites éticos en estas estrategias: así lograron echar a Dilma, con más rudeza a Evo, a Lugo, sacaron del juego político a Lula, por dar algún ejemplo.

SEAMOS CONSCIENTES, NO CAIGAMOS EN ESOS JUEGOS, QUE HAGAN POLÍTICA EN SERIO, QUE PRESENTEN ALTERNATIVAS.

ARGENTINA NECESITA UNA OPOSICIÓN QUE SIRVA PARA ALGO.

La tardía autocrítica de Sarlo: “No debí decir por debajo de la mesa”

https://www.pagina12.com.ar/328699-la-tardia-autocritica-de-sarlo-no-debi-decir-por-debajo-de-l

TENEMOS EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO PARA COMBATIR LA PANDEMIA. ¿PODREMOS HACERLO?

TENEMOS EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO PARA COMBATIR LA PANDEMIA. ¿PODREMOS HACERLO?

Yuval Noah Harari, historiador y filósofo israelí

La creencia en el libre albedrío es más peligrosa hoy que nunca antes

https://www.pagina12.com.ar/328117-la-creencia-en-el-libre-albedrio-es-mas-peligrosa-hoy-que-nu

En realidad, tenía pensado escribir sobre otro tema, pero me encontré con esta nota de Yuval Harari, del que ya he leído “21 lecciones para el siglo XXI”, y algún otro material.

Creo que en este autor se manifiesta claramente lo que pienso que es el Humanismo hoy: sigue siendo un sistema de pensamiento que pone en el primer plano de sus preocupaciones el desarrollo de las cualidades esenciales del ser humano, pero hoy atravesado por las transformaciones que la tecnología está incorporando a nuestras vidas.

Inmediatamente, me interesaron los conceptos que se enuncian en esta entrevista que le hizo Página 12 porque creo que en ella se sintetizan varias conclusiones claves para esta etapa pos pandemia.

La primera es bastante obvia: “La primera lección de la pandemia es que debemos invertir más en nuestros sistemas de salud pública”, pero lo que la hace relevante es lo que dice después: “Se han perdido muchas vidas debido a la incapacidad de los líderes mundiales para trabajar juntos. Ya ha transcurrido un año desde el comienzo de la crisis y, lamentablemente, todavía no tenemos un plan de acción mundial.”

Esta es una dura evaluación, pero la realidad la confirma, más allá de declaraciones políticamente correctas. Ahora bien, dice algo más: “Desafortunadamente, la forma en que hemos manejado la pandemia no inspira mucha confianza en que podamos manejar algo más complejo como el cambio climático o el aumento de la inteligencia artificial.”

Este es el hecho clave, porque no se refiere solo a lo que hicimos o dejamos de hacer, sino a los problemas agudos y terribles que amenazan la supervivencia de la humanidad. Creo, como Harari, que superaremos la mayor pandemia que ha sufrido la especie humana, pero los temas que menciona el autor requieren soluciones globales, organizadas y permanentes, y eso es lo que parece poco probable a la luz de la realidad.

No es un tema nuevo en mi blog; por ejemplo, https://www.miradasdesdemendoza.com.ar/2020/11/10/encontremos-en-la-utopia-de-un-mundo-sustentable-y-sostenible/, pero es necesario resaltar lo que plantea Harari, por el valor que tienen hoy sus aportes.

El autor cree que “tenemos el conocimiento científico para solucionar esta crisis, pero no la sabiduría política para hacerlo”. El tema es que la política concebida en la plenitud de sus posibilidades y efectos supone no solo tener sabiduría, sino tiene que ver con la capacidad y voluntad de construir el poder político necesario para poder modificar virtuosamente la realidad. En los problemas globales que mencionamos, esa construcción de poder supone que las naciones participen en organismos supranacionales que avalen e instrumenten los acuerdos formales que pondrán en marcha las medidas concretas que den solución a esta crítica situación. Es cierto que ya existen esos organismos, pero hasta ahora, no han desarrollado el poder político que hace falta.

Por eso, la advertencia de Harari suena real y terrible.

En relación con lo anterior, hay otro aporte del autor que me parece valioso, aunque no menos terrible:

“Si bien es común hablar del resurgimiento del nacionalismo, lo que estamos viendo en todo el mundo es el colapso de la solidaridad nacional y su sustitución por un tribalismo divisorio.” Personalmente, desde hace tiempo creo que se perciben retrocesos en muchas manifestaciones sociales: por ejemplo, nuestra clase media urbana sedienta de sangre de “negros villeros”, y capaz de ejercer la justicia por mano propia, aplicando la “Ley del Lynch” como en el lejano oeste americano del siglo XIX; o los libertarios que rechazan toda regulación del Estado y desprecian las políticas públicas que nuestra Nación concibió para su desarrollo y protección.

En ambas situaciones, y en otras varias, aparece el factor común del odio, incluso dentro de los mismos países, que impulsa a combatir y a destruir a ese enemigo que creen que los amenaza, aunque no sea así. Es cierto que no es tan casual: gobernantes como Trump y Bolsonaro empujaron –y empujan- a sus seguidores a mantener ese odio. En esto colaboran los medios de comunicación que los apoyan difundiendo noticias y conceptos que justifican esas actitudes violentas.

De todos modos, lo real y tremendo es que, en momentos en que es clave la unidad organizada de las sociedades nacionales e internacionales, se vaya en contra de lo que necesitamos para superar los problemas de la actualidad.

Harari ha insistido mucho en el tema de la Inteligencia Artificial (IA) y la automatización, no tanto por el riesgo de una invasión destructora de robots, sino por lo siguiente: “Hablo de una inteligencia artificial mucho más primitiva, que sin embargo es suficiente para alterar el equilibrio global”, sin embargo, cree que “podemos asegurarnos de que la inteligencia artificial sirva a todos los humanos, en lugar de a una pequeña élite. Por ejemplo, en lo que hace a cuestiones de vigilancia, en la actualidad los ingenieros están desarrollando herramientas de IA al servicio de los gobiernos y las empresas, para vigilar a los ciudadanos. Pero podemos desarrollar herramientas de IA que monitoreen a los gobiernos y a las corporaciones al servicio de los ciudadanos. Técnicamente, es muy fácil desarrollar una herramienta de IA que exponga la corrupción. Para un ciudadano individual, es imposible revisar todos los datos y descubrir qué políticos nombraron a sus familiares para trabajos lucrativos en el gobierno. Para una IA, eso tomaría dos segundos. Esto es algo que los ciudadanos pueden y deben exigir.”

Creo que son lecturas valiosas para lo que siempre planteo como objetivo: comprender la realidad en estas épocas en que conocer la verdad de lo que sucede es muy difícil, opacidad en la que colaboran ambos sectores políticos, aunque en bastante mayor grado la oposición macrista, que ya lleva varios años de práctica. Por ejemplo, hoy se difundió una fake que decía que Patricia Bullrich había ido a Formosa en el avión de Vicentín. Claro que era muy burda, más allá de todas las cosas reprochables que hace la ex Ministra de Seguridad de Macri, como declamar como defensora de los Derechos Humanos. Hoy en Formosa, discurseó disfrazada de presa, como ataque a Insfrán. Si una posible candidata a la Presidencia hace payasadas como esa, cuesta imaginar una propuesta política seria de la oposición

LEAMOS A HARARI Y A TODOS LOS QUE NOS AGREGUEN ELEMENTOS VÁLIDOS PARA EL ANÁLISIS DEL MUNDO EN QUE VIVIMOS.

SEGURO QUE NOS VA A SER ÚTIL.

A PROPÓSITO DE LA VACUNA Y LA POLÍTICA

A PROPÓSITO DE LA VACUNA Y LA POLÍTICA

Creo oportuna esta nota, aun cuando me parece que ya se va cerrando el tema, a pesar de que la oposición quiera seguir sacándole jugo al tema. Hoy, 27 de febrero, hubo una marcha anti Gobierno con consignas diversas –la mayoría insultantes-, y hasta con bolsas de muertos tiradas (luego colgadas para que no queden dudas) frente a la Casa de Gobierno con nombres de personas (como Estela de Carlotto, que tiene 90 años) que habían recibido, según ellos, vacunas que se privaron a otros, y que hicieron que muriera gente.

Este nivel de expresión política, tan bajo y sucio, bastaría para caracterizar a una buena parte de esa oposición, pero, en realidad, el sentido de la nota es otro. La escribo para quienes han creído en la necesidad de un cambio de un Gobierno neoliberal e ineficaz, por otro con un proyecto progresista que pueda recuperarnos de una situación límite en lo político, social y económico.

Por supuesto, me refiero fundamentalmente a compañeros/as, y a quienes queremos que este Gobierno no fracase, porque ese éxito nos beneficiaría a todos/as los/las argentinos/as, incluyendo a los que llevan pancartas en las que se lee “Gobierno de mierda” y cosas peores.

El otro día Julián Guarino en Recalculando entrevistó a Adolfo Rubinstein (ex secretario de Gobierno de Salud de Mauricio Macri) sobre el tema de los que se adelantaron en la fila para vacunarse, quien comenzó hablando de que “Tenemos un problema sistémico con la viveza criolla, el acomodo, las avivadas, que obviamente en un contexto diferente en general uno las subestima”.

Creo que esta referencia es necesaria porque es algo que vemos en muchos ámbitos de la vida y que, por supuesto, era probable –seguro, diría- que se iba a dar en este tema tan central hoy en Argentina.

Ahora bien, las noticias del mundo nos dicen que en muchos lugares han pasado cosas semejantes, con repercusiones diversas. Difícilmente sea un proceso tan complicado como el argentino. Por ejemplo, hubo una reestructuración en La Nación para instalarla como un nodo anti Gobierno. Ayer, de pasada, vi una mesa de un programa: Pagni, Sirvén, Majul, Feinmann y algún/a otro/a. Son parte del núcleo más duro del periodismo de guerra, que es la estrategia que ha asumido la oposición, tal vez porque no sepa hacer nada mejor.

Uno de los problemas de esta situación es que tenemos a un grupo mayoritario y poderoso de medios y periodistas (equipos de trolls y bots incluidos) enrolados en la campaña contra el Gobierno, sin sutilezas, sin problemas con difundir noticias falsas o medir las consecuencias negativas para la gente. Hay algún medio más cercano al Gobierno con otro tipo de noticias, pero es difícil encontrar información objetiva, no sesgada (no estoy diciendo sin referencia política), que nos permita tener una posición consistente frente la realidad cotidiana.

Por lo tanto, nos vemos enfrentados a esta situación de estas vacunaciones -en general no injustas porque se las hayan puesto a gente que no le correspondía, sino porque se adelantaron en la cola, cosa muy desagradable y descalificadora en estas circunstancias-, envueltos en opiniones, información, noticias, que no nos ayudan a comprender los hechos, que, por lo demás, ya van quedando atrás por su misma dinámica.

El 22 de febrero Juan Amorín en C5N (Conflicto de intereses) hizo un Editorial sobre el tema en el que, más allá del rechazo de lo que pasó (algo en lo que coincidimos todos/as), describe un estado de decepción y dolor profundo de los votantes del FdT. Supuse que Alejandro Bercovich (Brotes verdes) al día siguiente iría por la misma línea.

Así fue, y se me ocurre que tiene ver con su pertenencia ideológica de izquierda (aclaro que ambos, sobre todo Bercovich, son de muy buen nivel), aunque puede ser una visión prejuiciosa respecto de este progresismo. También pensé en cuál es el punto de equilibrio entre la necesaria crítica interna y la comprensión (algo básico en política) de quién gana y quién pierde con lo que hago.

Bercovich tenía como invitado a Juan Grabois, personaje interesante y complejo, y que es uno de los blancos preferidos del periodismo de guerra del que hablo más arriba.

En cierto momento, Bercovich quiso sumarlo a Grabois a sus reclamos, pero éste planteó diferencias, dentro del mismo rechazo a lo sucedido. No quiso sumarse al coro de indignados morales y abonar los planteos de la anti política, que sostiene que son todos iguales, y que deben irse, para poder ejecutar impunemente políticas en contra de las clases populares.

Esto es algo que no consideró el análisis de Bercovich, y que Grabois –como siempre- destacó: un principio esencial en la política es saber reconocer al enemigo. Por eso dijo que no se puede confundir a un Gobierno que destrozó la economía, que endeudó maliciosamente al país, que le regaló plata de los argentinos a Vicentín (estoy reversionando algunas cosas), y una larga lista de fechorías, con el actual que en el caso de la pandemia ha hecho las cosas bien, que está iniciando una campaña de vacunación con cada vez más vacunas, más allá del error puntual que permitió los adelantamientos en la fila para recibir la vacuna. Hay más logros, como errores, y cosas que faltan, pero basta como ejemplo.

Se opuso a la estrategia del “chivo expiatorio”, que sería Ginés González, porque no sirve, y porque el ex Ministro desarrolló una política sanitaria muy valiosa. Sin embargo, consideró que el pedido de renuncia fue acertado y pidió otras medidas, como que se publiquen listas con TODOS los vacunados del país, porque, si bien lo que tomó relevancia es esto, se ha vacunado en muchos lugares. Hay casos en que correspondía que fueran vacunados, ya sea por edad, por situación personal, u otras causas, pero que se conozcan y justifiquen.

También le pidió al Gobierno que este suceso tan rechazable no lo haga retroceder en las medidas que hay que tomar para defender a la sociedad de la especulación de algunos grupos empresarios dominantes que siguen ganando con el sacrificio de la gente.

Para cerrar: está claro que hay una oposición que quiere que este Gobierno fracase, y, si fuera posible, que se tenga que ir. José Pablo Feinmann en Página 12 de hoy dice: “El poder real está fuerte y en manos del macrismo”.

Y lo están usando con todo, sin ningún reparo, ni pudor, ni respeto.

Entonces, que aquellos que han apoyado a este proyecto de un Gobierno del campo popular y nacional no comprendan que allí está el enemigo, inclusive más que en esos sectores no muy grandes, pero llenos de odio, de nuestras clases medias urbanas como los que salieron hoy a manifestarse.

Creo, como Grabois, que la clase popular “no mastica vidrio”, como lo demostró en las elecciones, pero necesita de una militancia decidida, activa, con objetivos claros y significativos, para seguir derrotando a los que quieren instalar un Gobierno “de ricos para los ricos” (también lo dijo Grabois), así como de un Gobierno que se equivoque lo menos posible.

No conozco personalmente a Juan, pero sí a su padre, de larga militancia peronista, y debe de ser un factor importante para que se dé en aquél esta comprensión del sentido de la política, que no es otro que la construcción de poder para que en la sociedad se puedan hacer realidad las tres banderas del movimiento justicialista: Independencia Económica, Justicia Social y Soberanía Política.

HOY ESTE PROYECTO POLÍTICO EXIGE UN TRIUNFO ELECTORAL LO MÁS CONTUNDENTE POSIBLE Y EL ÉXITO DEL PLAN ECONÓMICO Y SOCIAL.

QUE CADA UNO HAGA LO QUE HAY HACER, DESDE EL LUGAR QUE LE TOQUE, PARA QUE ESTO SUCEDA.

LA PATRIA ESTÁ EN JUEGO, UNA VEZ MÁS.

MUJERES DEL ALMA MÍA DE ISABEL ALLENDE POR ADOLFO ARIZA

MUJERES DEL ALMA MÍA DE ISABEL ALLENDE POR ADOLFO ARIZA

Isabel Angélica Allende Llona (Lima, Perú; 2 de agosto de 1942) es una escritora chilena con nacionalidad estadounidense, de ascendencia hispano-portuguesa y nacida en Perú. Desde 2004 es miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura de su país en 2010.

No soy lector de Isabel Allende, aunque he leído algunas de sus obras. Allá lejos y hace tiempo, leí, por supuesto, La casa de los espíritus (1982). Mucho después, Inés del alma mía, (2006) una novela histórica que me gustó; más cercanamente, El juego de Ripper (2014), porque soy un viejo lector de novelas policiales.

En realidad, en mi casa hay muchos libros de esta chilena de apellido honorable (nunca olvidaré la tarde terrible del 11 de septiembre de 1973) porque a mi esposa le gusta mucho su estilo, como a otros millones de personas. Le resulta amena y asequible, que no es poco. Hace unos días, terminó de leer Mujeres del alma mía, y me lo dio para que lo guardara en la biblioteca. Me puse a hojearlo, y me interesó el tema, ya que el feminismo es a mi juicio el fenómeno político social más importante que haya conocido.

Lo leí rápidamente, es breve y ameno.

Es una obra autobiográfica, dedicada a las mujeres importantes de la vida de la autora. En casi todas las reseñas de su vida se pueden leer cosas como esta “Recuerda a algunas mujeres imprescindibles en su vida, como sus añoradas Panchita, Paula o la agente Carmen Balcells; a escritoras relevantes como Virginia Woolf o Margaret Atwood; a jóvenes artistas que aglutinan la rebeldía de su generación o, entre otras muchas, a esas mujeres anónimas que han sufrido la violencia y que llenas de dignidad y coraje se levantan y avanzan.”

Está bien la reseña: de esas mujeres, y de su vida, surgió su vocación feminista. La obra comienza así: “No exagero al decir que fui feminista desde el kindergarten, antes de que el concepto se conociera en mi familia.”

Sobre esa vocación feminista y una vida activa e interesante construye la memoria que leemos con gusto en esta obra. Entre esos hechos personales entretejidos con la historia de Chile y del mundo va desarrollando conclusiones generales centradas en la mujer y, por supuesto, en el papel de los hombres.

“Antes que nada, debemos acabar con el patriarcado, esta civilización milenaria que exalta los valores (y defectos) masculinos y somete a la mitad femenina de la humanidad.”

Este es el planteo, sin eufemismos, aunque con notas de humor, que desarrolla ante nosotros. Es la obra de una chilena sin fronteras, como se describe, muy actual, porque habla sobre situaciones como la del Me Too y de la rebelión social en Chile.

Es importante destacar que hay importantes controversias sobre su obra. Hay críticas feroces sobre el nivel literario de Isabel Allende. Alguno rechaza la calificación de “escritora” y la llama “escribidora”.

Personalmente, no soy afecto a los/las escritores/as de best sellers, aunque no comparto la descalificación de quien la acusa de hacer solo “literatura femenina”. Ahora bien, el éxito comercial de ventas de la obra de Allende, hace muy difícil aceptar estas posturas tan negativas.

Veamos: la venta total de sus libros alcanza setenta y dos millones de ejemplares y sus obras han sido traducidas a cuarenta y dos idiomas. Es considerada la escritora viva más leída del mundo de la lengua española.

Coincido con Camilo Marks que escribió en 2011: “Básicamente, hay dos maneras de leer a Isabel Allende. La primera consiste en escudriñar los defectos de sus libros, exponerlos con lujo de detalles y enviarla a los quintos infiernos con una inapelable, satisfecha, fundada sentencia condenatoria. La segunda, parte de la premisa de que es legítimo pasar un buen rato leyendo sus narraciones, puesto que son entretenidas, no cuesta dejarse atrapar por ellas y poseen méritos que atraen al público masivo o a lectores más exigentes. Entre ambos extremos se ve difícil encontrar un término medio: hay quienes siempre la odiarán, en tanto otros se fascinarán ante cada nuevo título suyo”.

¿Qué encontré en Mujeres del alma mía?

En la respuesta pienso que se ven parte de las razones del éxito de Isabel Allende: sabe construir narraciones interesantes, con mucho oficio e intuición para mantenernos en la lectura hasta terminar el libro. Ha escrito biografías, novelas históricas, policiales, narrativa femenina, análisis sociales. Todo manejado con solvencia.

Si sumamos oficio de narradora, olfato para elegir temas interesantes -por supuesto que esto tiene que ver con el éxito comercial y económico que es buscado por la escritora, sin casualidades- y capacidad para incluir descripciones o aportes teóricos que se integran eficientemente a las narraciones, podemos explicar su éxito, más allá de esas descalificaciones que mencioné, y que no tienen peso cualitativo.

Por ejemplo, cito algo que me impactó, porque es lo que siento:

“Quienes hemos entrado en la década de los setenta tenemos terror de acabar nuestros días en una casa de reposo en pañales, drogados y amarrados a una silla de ruedas.

Yo quiero morir antes de necesitar ayuda para ducharme.”

Esa cercanía con las cosas de la vida es lo que atrae, y en la obra es el feminismo.

Anoche escuchaba que este año ya hay cincuenta y un femicidios en Argentina. O sea que, a pesar del empuje del movimiento feminista, de los cambios en leyes y de la amplia repercusión que tienen las consecuencias del modelo patriarcal y machista, estamos lejos de asegurar a millones de mujeres una calidad de vida equivalente a la que disfrutamos los hombres.

Por eso, Mujeres del alma mía es una buena lectura para hombres y mujeres porque ayuda a la comprensión del mundo en que vivimos y a tomar la única actitud que permitirá modificar esa realidad por difícil que parezca esa misión.

Así lo sintetiza Isabel Allende en la página final del libro:

“Queremos un mundo donde haya belleza, no solo aquella que se aprecia con los sentidos, sino también aquella que se percibe con un corazón abierto y una mente lúcida. Queremos un planeta prístino, protegido de toda forma de agresión. Queremos una civilización equilibrada, sostenible, basada en respeto entre nosotros, por otras especies y por la naturaleza. Queremos una civilización inclusiva e igualitaria, sin discriminación de género, raza, clase, edad o cualquier otra clasificación que nos separe. Queremos un mundo amable donde imperen la paz, la empatía, la decencia, la verdad y la compasión. Y más que nada, queremos un mundo alegre. A eso aspiramos las brujas buenas. Lo que deseamos no es una fantasía, es un proyecto; entre todas podemos lograrlo.”

ME GUSTÓ LEERLO.

ESTE ES EL GOBIERNO DEL FRENTE DE TODOS; SI LO VOTASTE, ES EL TUYO

ESTE ES EL GOBIERNO DEL FRENTE DE TODOS; SI LO VOTASTE, ES EL TUYO

Creí que había terminado la entrada, pero no encontraba el título. Eso es mala señal, significa que no está terminada, que algo está mal o falta.

De golpe recordé una frase de una obra de Casona, creo que en Prohibido suicidarse en primavera (lamentablemente es uno de los tantos libros que presté y no recuperé nunca). Allí un personaje le dice a otro que defendía las posturas que elegían el centro y no los extremos, que a los que van por la izquierda le tiran piedras los de la derecha, a los que van por la derecha le tiran piedras los de la izquierda, y a los que van por el centro le tiran piedras de los dos lados.

Esto vale.

También recordé que Perón siempre sostuvo que en un proyecto político hay que dar lugar a todos sin exigirles una univocidad ideológica, pero el que conduce lo hace desde el centro. Claro que, si no está Perón, no es tan fácil, pero en un Frente político vale la idea.

La nota de diciembre de Pepe Natanson plantea este tema clave, cada vez más:

¿Tiene posibilidades de éxito un gobierno de centro, en el marco del Frente de Todos?

El problema es que están apareciendo críticas de sectores cercanos o propios. Jorge Alemán –hace unos días- habló de Las críticas al Frente de Todos https://www.pagina12.com.ar/321028-las-criticas-al-frente-de-todos, diferenciándolas de la derecha o del “fuego amigo”, pero señaló –sin descalificarlas- que marcan diferencias que pueden debilitar al Gobierno o al proyecto político.

Dice Natanson: “. La entronización de Alberto como candidato peronista fue una apuesta a la apertura y la moderación, un giro al centro de Cristina con base en el argumento de que ella quizás lograría ganar las elecciones pero que gobernar se le haría cuesta arriba y que se imponía, por lo tanto, un nuevo contrato social, liderado por un dirigente capaz de dialogar con todos.”

Claro, pasaron los días y aparecieron las críticas de los que pensaban que el Frente de Todos era un camino para instalar un Gobierno que tomara medidas “kirchneristas”, y como no hace eso, según lo que creían que era su fin, empezaron a criticar más o menos desembozadamente.

El problema es que no era eso, era un Frente, gracias al cual la sociedad argentina tuvo la posibilidad de echar al nefasto Gobierno de Macri. No se votó al kirchnerismo: se votó a un Frente con un Presidente con otras características.

¿Eso quiere decir que las aspiraciones progresistas, tanto del kirchnerismo como de otros sectores o personas, deben quedar olvidadas?

Para nada, yo nunca fui kirchnerista, aunque lo apoyé y defendí cuando fue gobierno, pero soy peronista y en el pensamiento y doctrina de Perón encontré todo lo que necesité –y necesito- para buscar una sociedad mejor y más justa.

No es mi intención evaluar la gestión del Alberto justo en medio del río, y con tantos enemigos (sí, lo son) que intentan aprovechar cualquier error –real o aparente- para atacarla. No solo eso, en muchos casos son golpistas.

Por lo tanto, cuando leo a compañeros que reclaman otras medidas o actitud, que acusan al Gobierno de “blandito”, o de otras cosas, siento que, a pesar de sus declamaciones sobre su rol positivo en esta etapa tan decisiva para el país, están ayudando a esos enemigos y olvidando todo lo que costó que el Peronismo volviera al poder.

Hay que buscar canales para criticar lo que corresponda, pero no dar de comer a los que quieren que este Gobierno fracase y se tenga que ir.

Más allá los errores que haya cometido el Gobierno, ha enfrentado lo que Natanson llama “un año de fuego”, lo que no es una exageración, y necesita seguir siendo un Frente sólido –no unívoco- que es la única condición que permitirá seguir adelante.

En la nota de arriba Alemán propone algunas condiciones para resolver este conflicto. Sean esas u otras, es muy distinto de salir por los medios y las redes a descalificar medidas del Gobierno.

NO PODEMOS CONFUNDIRNOS DE ENEMIGO. QUIEREN QUE FRACASEMOS, Y CON ESO QUE FRACASE LA OPORTUNIDAD DE SUPERAR LAS INEQUIDADES E INEPTITUD DEL MACRISMO Y AVANZAR HACIA UN MUNDO MÁS JUSTO Y MENOS DESIGUAL.

Natanson cierra su nota así:

“Las sociedades prueban diferentes opciones y cuando comprueban que ninguna funciona pueden caer en la tentación de las opciones extremas. Los argentinos intentaron el kirchnerismo, después el macrismo y ahora este peronismo de centro: la alternativa puede ser un regreso al pasado reciente de la polarización y el conflicto, pero también el salto desesperado a un futuro trágico.”

ES REAL, NO SEAMOS INSENSATOS.

Las chances de la moderación

Por José Natanson

La pregunta por el gobierno de Alberto Fernández, sus éxitos y fracasos, es la pregunta por las posibilidades de la moderación política en Argentina.

Recapitulemos este año de fuego, volvamos al comienzo, a la foto de presentación en sociedad del gabinete albertista, reflejo a la vez del regreso del peronismo al poder en su novedoso formato de coalición, apuesta a un grupo de dirigentes sobrios y experimentados e implícitamente honestista. Primeras semanas: comienzo de la renegociación de la deuda, medidas de contención social, nuevo enfoque hacia América Latina, incipientes problemas de ensamblaje estatal y la espera táctica del momento adecuado para avanzar con la promesa de reformar la Justicia y despenalizar el aborto: más sensatez que sentimientos, hasta que la súbita irrupción del coronavirus dio comienzo al verdadero gobierno de Alberto.

El momento más duro de la pandemia fue también el más virtuoso del gobierno, el más, en cierto modo, nítido. La etapa Power Point: en línea con el viejo apotegma de Fernando Henrique Cardoso (“Gobernar es explicar”), Alberto desplegaba un discurso docente en el que le agradecía a la sociedad, de la que decía sentirse orgulloso, contrastando con la aspereza con la que tanto Cristina como Macri amonestaban a los argentinos, o a parte de ellos, por el egoísmo de quienes no quieren ceder sus privilegios (Cristina) o la supuesta propensión a los atajos y las avivadas (Macri). El protagonismo presidencial crecía conforme se apagaba la voz de los dos grandes referentes del pasado, en una regla que se verificaría en los meses posteriores: sube Alberto (y con él Horacio Rodríguez Larreta), bajan los líderes de la grieta. En el fondo, ni Macri ni Cristina tenían mucho para decir: Macri balbuceó algunas incoherencias hasta que partió a Francia, Cristina contribuyó con su silencio.

Durante estos meses, el gobierno parecía tener muy claro qué hacer (declarar la cuarentena, evitar el estallido social), cómo (reforzando el sistema de salud, instrumentando el Ingreso Familiar de Emergencia y la Asistencia al Trabajo y la Producción) y con quién (con los que gobiernan). Como suele suceder en los momentos altos, Alberto logró sintetizar su política en una consigna simple: la salud antes que la economía. Beneficiado por el “efecto estadista”, su imagen trepó al 60 por ciento. E introdujo novedades: la foto del 15 de marzo junto a Horacio Rodríguez Larreta (es decir el heredero de Macri) y Axel Kicillof (es decir el de Cristina) fue la gran noticia política en 2020, el gran invento de estos meses. Impensable bajo Macri o Cristina, permitió dotar de legitimidad a las medidas de confinamiento y producir un efecto tranquilizador sobre la sociedad en clave todos para uno/uno para todos: un té para tres que se repetiría en los meses siguientes. Juan José Becerra escribió en el Dipló. “A diferencia del dos, estructura connivencial que brinda por la memoria de los terceros excluidos, el número tres fractura la voluntad simplista de considerar que los fenómenos son blancos o negros, derechos o izquierdos, buenos o malos. El tercero es la cuña clavada en el maniqueísmo” (1).

Pero nada es para siempre. Igual que la cuarentena, esta etapa también se fue deshilachando. Como suele suceder con los gobiernos cuando descubren una fórmula que funciona, el actual también demoró demasiado en asumir la necesidad de un cambio, demasiado tiempo en acomodarse a la nueva realidad pos-pandémica. Con la distancia que da el tiempo es fácil decir que quizás lo mejor hubiera sido preservar la foto de los tres –la idea de unidad– pero cambiando el mensaje, aprovechándola para avanzar en una coordinación interjurisdiccional que trascienda lo estrictamente sanitario para sumar el transporte, la seguridad y el hábitat. Pero el sueño de un gobierno del AMBA se esfumó con la decisión oficial de recortar el porcentaje de coparticipación que recibe la Ciudad de Buenos Aires para reforzar la seguridad en la provincia de Buenos Aires, no tanto por la medida en sí, perfectamente justificable desde el punto de vista de la equidad fiscal, sino por el modo de anunciarla.

La nueva etapa encontró al gobierno atascado en el ruido agudo de sus engranajes chirriantes: el caso Vicentin fue el más notorio, pero los problemas de gestión se vieron también en el tortuoso camino seguido por el aporte de las grandes fortunas, la designación del procurador e incluso la carta de Cristina, que como la Biblia para los protestantes cada uno interpretó a su modo. Incluso la gestión de Martín Guzmán, la única capaz de concitar el consenso absoluto de la coalición, sufrió las sacudidas de los vientos internos y quedó a merced de las fuerzas del mercado, que aprovecharon la descoordinación para crear un breve “momento De la Rúa”, por suerte rápidamente superado.

Esta etapa temblorosa parece ir quedando atrás. El gobierno logró alejar el espectro de una devaluación brusca, que hubiera complicado cualquier posibilidad de recuperación socioeconómica en el corto plazo, con un nuevo enfoque de la política cambiaria y sobre todo con la decisión de fortalecer a Guzmán, confirmando una vez más una ley no escrita de la política argentina, ley que los presidentes –por motivos obvios– se niegan a reconocer, pero que se verifica una y otra vez: los superministros de Economía funcionan. Junto al reordenamiento de la economía alrededor de Guzmán comenzaron a desperezarse los ministerios con potencial reactivador (Obras Públicas y Vivienda, sobre todo) y se anunciaron dos medidas de orientación progresista: la decisión de legalizar el autocultivo de cannabis y el envío al Congreso del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo.

Con estas jugadas, Alberto tiende un puente a marzo, el mes que el gobierno sitúa como el punto de inflexión hacia una nueva fase política, cuando las campañas de vacunación ya estén avanzadas, la circulación totalmente liberada, los dólares de la soja a 430 fortaleciendo las reservas y la economía comenzando a sentir la recuperación. Hay que pasar el verano.

Sin embargo, incluso si se cumplen los pronósticos oficiales y llegamos en paz a marzo, dos cuestiones estructurales asoman en el horizonte del gobierno. La primera, sobre la que viene insistiendo Pablo Touzon (2), es el riesgo de avanzar en la ampliación de libertades individuales (aborto, cannabis) y reformas institucionales complejas (Justicia), pero sin dar en la tecla de una agenda de transformación socioeconómica profunda y sostenible. Un gobierno de los corazones más que de las cosas.

La segunda cuestión es la que señalamos al comienzo de este editorial. La entronización de Alberto como candidato peronista fue una apuesta a la apertura y la moderación, un giro al centro de Cristina con base en el argumento de que ella quizás lograría ganar las elecciones pero que gobernar se le haría cuesta arriba y que se imponía, por lo tanto, un nuevo contrato social, liderado por un dirigente capaz de dialogar con todos. En su momento, siguiendo los análisis de Ignacio Ramírez, sostuvimos que había dos caminos posibles para la construcción de esta alternativa: de izquierda hacia el centro (desde el kirchnerismo al peronismo federal) y del centro hacia la izquierda (la fallida opción Lavagna). La paradoja –y la muestra del genio de Cristina– es que fue la líder de la facción izquierdista la que decidió la ampliación al centro.

A un año de la llegada de Alberto al gobierno, el interrogante que sigue pendiendo como una sombra oscura tiene menos que ver con su figura que con el país sobre el que ejerce su mando: ¿se puede gobernar Argentina desde el centro? ¿O hay una energía social centrífuga con poder gravitatorio que empuja a los gobiernos a los extremos, como fueron extremos, cada uno a su modo, los grandes líderes desde nuestra recuperación democrática, Alfonsín, Menem y los Kirchner? ¿Será que se necesita una voluntad hegemonista y una cierta desmesura personal para domar el potro de Argentina, y que Alberto, al que no le falta firmeza pero que es sensato y componedor, es demasiado normal, una solución uruguaya a los problemas argentinos?

Ojalá no sea así. De hecho, la performance del gobierno en las últimas semanas demuestra que el Presidente, luego de unos días agitándose como un junco al viento del dólar, dispone de reflejos para recuperarse. Quienes en su momento aplaudimos la opción del Frente de Todos como una forma de salir del empate esterilizante de la última década –una hipótesis del fin de la grieta– rezamos para que Alberto se afirme y termine de despegar. Entre otras cosas, porque lo que viene puede ser peor de lo que imaginamos. Veamos si no el mundo. Cuatro años atrás nadie pensaba seriamente que en la democracia más sólida del mundo un personaje como Donald Trump podría convertirse en candidato y menos aún en Presidente, y nadie pensaba tampoco que en el moderado e hiperinstitucional sistema político brasilero podía imponerse alguien como Bolsonaro; es más: casi nadie en Brasil sabía quién era Bolsonaro seis meses antes de convertirse en Presidente.

Las sociedades prueban diferentes opciones y cuando comprueban que ninguna funciona pueden caer en la tentación de las opciones extremas. Los argentinos intentaron el kirchnerismo, después el macrismo y ahora este peronismo de centro: la alternativa puede ser un regreso al pasado reciente de la polarización y el conflicto, pero también el salto desesperado a un futuro trágico.

1. Juan José Becerra, “Todos para uno”: www.eldiplo.org/notas-web/todos-para-uno/

2. Ver páginas 4 y 5 de esta edición.

EL ENTENADO DE JUAN JOSÉ SAER POR ADOLFO ARIZA

EL ENTENADO DE JUAN JOSÉ SAER POR ADOLFO ARIZA

Juan José Saer (1937-2005) publicó El entenado en 1983, hace 38 años.

La había comprado hace varios años, pero –no sé por qué- no la había leído. Mi hija, a la que le gustó mucho, me lo mencionó como tema para el blog. Le hice caso, y no me arrepiento.

El entenado narra en primera persona la vida de un grumete de una expedición española. Se basa en un hecho histórico, que la Introducción de la edición de Planeta cuya tapa muestra esta entrada presenta así: “El hecho histórico en el que se basa remite a octubre de 1515, cuando Juan Díaz de Solís sale del puerto de Sanlúcar de Barrameda con tres carabelas y alrededor de sesenta tripulantes hacia las Malucas. A principios de 1516 llega a un estuario al que llama Mar Dulce, que sería conocido después con el nombre de Río de la Plata y donde desembocan los ríos Paraná y Uruguay. Al desembarcar con un grupo de hombres en una de sus costas, cayó en manos de los indios charrúas o guaraníes, que los ultimaron con flechas y se los comieron, ante la presencia de quienes habían quedado en las naves. Sólo sobrevive Francisco del Puerto, posiblemente porque es pequeño y estos indios sólo comían los cadáveres de hombres adultos. Este grumete de la expedición de Solís permanece en la región durante diez años, hasta la llegada de Gavoto, a quien luego acompaña en varias expediciones y le sirve de intérprete; según se presume, no regresa jamás a España.”

Ese es el hecho que narra la novela: el grumete llega al Río de la Plata y cae en manos de los indios colastinés, que acaban con sus compañeros, pero a él lo mantienen con vida durante años (entenado quiere decir hijastro). Dado que los colastinés son pacíficos, pero antropófagos, y que el muchacho no habla su lengua, su vida junto a ellos es un intento continuo de descifrar lo que dicen y comprender esa vida de la que termina siendo parte por los muchos años que vive allí.

Todo esto lo sabemos cuando lo escribe, a la luz de una vela, sesenta años después, de vuelta en Europa. Allí el grumete -Saer es también un grumete que viaja por mundos externos- relata su vida desde que se lanzó al mar, casi sin otras opciones, desde una orfandad interminable.

Es el relato de un observador que intenta comprender modos y relaciones profundas en la realidad.

Saer se preocupaba mucho por percibir y tratar de describir todo esto. Dijo alguna vez: “El mundo es difícil de percibir. La percepción es difícil de comunicar. La descripción es imposible. Experiencia y memoria son inseparables. Escribir es sondear y reunir briznas y astillas de experiencia y de memoria para armar una imagen determinada”. En ese armado dedica extensos párrafos a sus interpretaciones y análisis del tiempo y el devenir, a lo que se puede entender del mundo, a la incertidumbre de la percepción y del conocimiento.

En ese mundo de arena amarilla, “que espesaba el azul del cielo”, a la vera del gran río, el grumete llega a aprender la lengua de los aborígenes y con ella entra un mundo distinto del que provenía, y en esa contraposición se le revelan, sin certeza, las convicciones y hechos que gobiernan ese mundo. Habla del valor del saber –y cree que no hay otro- “que reconoce que sabemos únicamente lo que condesciende a mostrarse.”

Después de muchos años, los indios lo suben a una canoa cargada de comida, y lo mandan de vuelta con los suyos.

¿Para qué? “De mí esperaban que duplicara, como el agua, la imagen que daban de sí mismos, que repitiera sus gestos y palabras, que los representara en su ausencia…” “Amenazados por todo eso que nos rige desde lo oscuro, manteniéndose en el aire abierto hasta que un buen día, con un gesto súbito y caprichoso, nos devuelve a lo indistinto, querían que de su pasaje por ese espejismo material quedase un testigo y un sobreviviente que fuese, ante el mundo, su narrador.”

Eso intenta hacer el grumete haciendo correr la pluma sobre el papel. Ser el testigo de la incandescencia fugaz de ese mundo que lo dejó vivir, sin comérselo, con esa misión. Lo demás es negrura espesa que puede absorber aquella claridad definitivamente.

Me está costando sintetizar el sentido de El entenado para que alguien pueda decidir si lo lee o no. No es lectura fácil, y casi mi animaría a decir que no recuerdo un libro igual, que me haya dejado tantas reflexiones sobre la vida y el mundo sin ser un libro filosófico, porque es una novela con elementos de las crónicas de Indias y de los relatos de los viajeros del siglo XIX.

La he sentido casi preciosista, sin ninguna intención descalificadora, sino más bien para resaltar la perfección de la construcción del relato y del mundo de ideas que invoca.

Pero lo terminé con la sensación de que también a mí me habían subido a una canoa de vuelta a un mundo que quizás exista, de alguna manera.

Saer, en sus relatos, pone en duda la capacidad de nuestros sentidos para aprehender el mundo circundante. Esta es la novela que, junto con La ocasión (la historia se ubica hacia 1860) y Las nubes (es el relato de un viaje que tiene lugar en 1804), son su trilogía sobre el pasado. Hay otra sobre el tiempo, pero siempre hay una constante: el paisaje como el ámbito donde se manifiesta el pensamiento.

Agua, cielo, playas amarillas, son los ámbitos por donde va y viene, como paciente observador, el narrador, el entenado.

Deberíamos acompañarlo, como hice yo, pero con la comprensión de que, como él, tenemos que observar para intentar comprender un mundo profundísimo: el mundo narrativo de Saer.